Raíz de sombra: i Nací cuando se disolvió la sombra, era un patio de grises arañas, con oscuridad en cada flor de luz, rizaba y caracoleaba, una yedra su alba, se acostaba el sueño dormido, en sus ojeras de nácar de luna, gritaba la eternidad por una siembra esquiva que abría la espiga de versos carmín, una sangre de espera en ababol flameando es un sendero que abría el cuclillo en su nido de espinas, era su vida un soliviar donde soterrar su miedo a no volver, a brillar, temblaba mi cepa, un látigo de uva quieta, livio, liviano, forjado, labrado, superior es y era un campo de malvas de luna, yo tengo huerto de sombras que visitan soldados alados, mis flores de difunto, que abren sus soles en crepitar de amarillos tules, babéa alegre mi babosa avanza sin casa, que no sea mi tiesto, donde enraíza mi vida, límpido, es mi ávido deseo fulgurando un crepitar descorchado de mi luna de relojes, acababa de llegar a la cueva de förüq vampiro, allí donde las polillas no tenían ni quitina, tejía yo en mi tela asida la brepticia del amor a mi estirpe, desde mi muerta vida, al compás que marcó mi despedida, puliendo este hueso que me habita el corazón. iiVenas de luz: Yo te busco luna entre bloques de hormigón y cemento, entre violetas escarchas, yedras azules nocturnas de este cielo sonámbulo con suelo calizo, me réhuye tu ojera de nácar ciega, segura, colgándose de mi puente escarlata, férreo, soterrado, mas te escapas por las turquesas ramas cielo plateado quién te tuviera, esta tu rama de idea entre las manos tu miel de niebla, húmeda, trasnochada, cual panal de lumbre quieta, deshojada, tu lágrima que viste de locuras, de esquilmada luz y sus azucenas, mi noctámbula sangre y mi tinta bermellón que te aguarda fiel a la espera, en la Torre de Hércules, tu camino que serpea, y mi soga blanquea, alumbrándose los árboles erizados, vespertinos, que en lluvia cantan, su serenata santa, acequia de tu ser, que la bruma pervierte, colmada a tibio reflejo en fanales cristales sin tajo, de tu hueso crepitando, apostando, dunas del sueño, y metales esquivos con azabaches siniestros, cuentan los astros que tu belleza duerme en sus incesantes hogueras de sus cestas, tú que te escapas por entresijos de negra ala, quién te tuviera en sus palmas, como destello escaparías dejando una estela intangible, áspera, maleable, de blanca pupila y granate adornado, naciendo de ti un gris ciprés las canteras se te rindieran, en presura, un silo alto como tu luz de ojos abiertos, treparía tu enredadera entre torres de belleza, y brotarían las blancas estrellas damas de noche, llorarías tu oro blanco en abrevadero, por tu escarpada longitud y un eco nacería tuyo, solo, carraspeado de la luz y de la sombra, una cadena para tu belleza, que tus venas lleva, en verticales pestañas negras, plenas, beatas, en insigna sangrada, renacida, renombrada. El Castellano IIIRaíz descubierta: Sueño, un haz subordinado hoy tuve una experiencia subjetiva al cansancio intuido de aquel retoño de lagartija salamanquesa de mi pared habitante de mis tiestos, la regué y corrió a detenerse vertical frente mis ojos, en aquella pared donde caza, detenida sin presura, yo acerqué mi mano tapándola por completo sin asustarse siguió inmóvil y pude acariciarla con cariño, empiezo, que no he terminado, enmudeció mi soliloquio confinado, abandoné mi voz, bajo el latir de tierra sangre huye, rojos carmines en avidez de rizados estambres, sobre las montañas y su blanco gineceo, esencias despiertan, palabras bullir en carne fundida de suelo en fértil, serena de aliento en bruma niña, madre de este gris anisado, con crispado horizonte, toda caída sin destello ni florida estampa que seca mi ala, iris de soturna carcoma mía en tejado de oscuridad, de tronco y su nido, vamos tejo, si yo creo que eres mío háblame de tus penas sin escapar, de tus romances oscuros a vientos de luna, piérdeme la compostura oxidada, haz que me lloren sin miedo tus hojas que yo deseo ser tu eterno amigo, compañero. En raíz descubierta que afila el tiempo, será mi cuerpo. El Castellano
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