martes, 19 de septiembre de 2023

Donde acaba el Infinito

 


Espiga roja sangrante:

Con el filo descarnado
y brillo reluciente
está la espada que severidad,
dirige
blandiendo surcos
en fosas yertas, funerarias.
A lo que su empeño consta
y sucede.
entre adobes y cuchillos calizos
entre cal y tierra férrea,
la sangre del inframundo reverdece.
Quilla de un flagrante monte
que Geríones desplaza,
surcado por el metal
de hilo de cobre esquela nativa
de mis ancestros,
sonaba con el viento
haciendo temblar calaveras
por gramas densas y espigas sanguíneas
en lo alto de aquel poste de telégrafo.
El viento tenía estridencia
y lamento seco como chirriar de gemido.
Digno a desatar quimeras y bestias rectas.
Capaz de dar voz a lo inerte de la vida.
Entre coraje y sentencia
volaba el vilano
en magnificencia del fría aura,
sola como nace la primavera
en una flor contagiosa.


II Hoja:

Allí plantado
como se siembra una pipa
en mitad del abismo,
me encontré, detuve el sonido
entre escalas y cielos soterrados.
con un precoz almíbar
Planté una pila de lluvia sobre marzo,
contestó entre gramófonos la tierra;
de septiembre
una melodía jamás interpretada
y jamás semejante o similar
a haberla escuchado una vez.
Era como un maullido entre gramas
y bocas sedientas de un gato morado.
Como cerrar y esperar que la compuerta secara,
de esa acequia que mi sangre lleva
como desplomar semillas
y aventar espigas granates;
plantado como una sola
de carne y tinta
que la espera viola.
Y frunce su golondrina espectral.
Era un soto de daturas
y ababoles cabalgados,
como un crujir de la mecedora
del linde vago,
era entablar con el alacrán soberanista
quien yo era,
como afilar pesquisas
que caminan yertas
su alacridad helada,
por caballos de fuego
y acordeones de agua,
como elevar el ara
y ver qué desquicia se siembra.
Voy por el tercer junco de Castilla,
y hasta su encina afligida,
entre soturnos lindes
teñidos de cal y canto,
arrastrando errores inmortales,
y sueños desangelados.
Premisa que ardía en un solitario espino,
acampado de sus falanges
amilanadas por vastedades
y simientes frívolas
despertaba el otoño
justo en el carrizo
y mi tabaco fugaz
de antigua brea
que expulsaba su color,
rencilla entre espasmos
y savias precoces del terreno,
jamás dormido,
jamás monótono, despierto,
un caminar y descubrir
que todo vuelve a comenzar.



Förüq el Castellano



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