miércoles, 22 de mayo de 2024

Me llamas

 Gran luz, 

sórdido plano, tu mirar,
amarillo brillo de tu amor,
como fuego en sangre amamanta
tu belleza, en rectitud de balanza
luz de tu esencia, 
brillo en tersura de espada,
sangre de fuego diestro
en tus venas cauce de alma
de vida en color, 
mas atada a tu tierra,
solitaria de impronta serena
de tus páramos,
amapola amarilla 
de montaña, cumbre de filo 
en solitario nervio eléctrico,
reina hada 
del bosque de las sombras,
en tu despertar mi luz quisiera llevar;
iluminas espíritus olvidados
como cosechadas esencias,
del corazón más profundo 
del bosque umbrío surcas.
Mas tu hermana sangrienta 
roseta de penitente
nace 
debatiendo qué color 
vestirá su flor de ocaso;
violeta de reflejo 
de luna sempiterna,
manchada de sombras 
vestales una ternura insurrecta
de amor a la noche,
o rojo sanguinoso
cual granate hechizado 
de corazón de sangre 
podado en piedra bella 
congelado...
Sea cual sea 
su manto en revelación, 
no olvida;
vestirse de todos los colores
con el negro más opaco como 
tinta azabache sobre papel 
más puro,
de recuerdo al fin 
y el resurgir, como el inicio 
sin final ni comienzo
llamaron continuidad,
al despliegue del pétalo amado.
Aún sabiéndote 
amante de la soledad,
nuestra compañera,
también creces en familia,
de sangre marcada 
por acequias que llevan
tu número y orden,
tu insignia
recordando 
que quisiste tener corazón
y te ataron a la tierra, oh, mi Hada;
hasta en tierra muerta 
creces,
para aliviar tu pena 
poco necesitas,
tu belleza alivia tu alma,
del viento obtienes 
tus caricias,
de insectos los besos, 
y del tiempo
el sustento para tus semillas 
de tus urnas,
ciegas nacen, 
ciegas caen a la tierra, 
en la noche de lluvia.
Un día de primavera 
a una
se le ocurre el sueño de despertar,
pronto sus hermanas 
le siguen,
en belleza de la vida 
ves nacer y morir,
espíritu de reina 
tu balanza carnal, 
tu entraña amapola,
nadie te odia, 
muchos te aman,
bendices la casa si tú, gran luz,
floreces amarilla 
en la rocalla.
Mas si tu bendición 
es ser blanca y morada
das el sueño 
de la más bella hada.
Si naces roja y negra 
das tranquilidad y alegría
al espíritu 
que en guerra se encuentra,
si eres roja 
como el carmín del deseo
tienes el amor 
del camino 
que cruzan las almas,
como tu eternidad 
en la tierra
a la que te ligas 
y esclavizas.
Quién te daría ese nombre 
de amor,
quién te nombraría 
desde la antigüedad
planta de la alegría,
quién conoce tus secretos,
sólo quien se funde 
con tu sangre,
quien ve tu alegría 
en la primavera,
que te cobija,
quien ama la vida,
reina flor 
te ve en la tierra
y amada musa tu belleza,
quién te conociera, 
quién te conociera.






El Castellano y Leannán-Sídhe

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