Había una vez un erizo muy simpático que vivía en un bosque. Un día, una rana le invitó a una
fiesta de disfraces.
Al principio, el erizo se puso muy
contento, pero después empezó a preocuparse porque él no tenía disfraz.
El erizo pidió ayuda a su amiga la tortuga tuvo una idea fantástica: Cogió un bote de pintura
amarilla y cubrió al pequeño erizo ¡Ya está! Dijo la tortuga ahora vas disfrazado de sol. ¡Sí, eres
un sol estupendo!
Todo redondo amarillo y lleno de rayos.
Y el erizo se fue feliz y contento a su primera fiesta de disfraces.
Miguel Esteban Martínez García 26/07/1989
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