viernes, 29 de julio de 2022

Profecía

 













Te busqué detrás de la estrella
más brillante del azul eterno.
En el suspiro de amor que
corre y descansa entre la
inmensidad de un parpadeo.
Entre la oscuridad que alcanzó
a ver la belleza que envuelve
tus piernas, adentrándome para
reposar siendo una sombra más,
y te encontré en mi sueño más
cálido, en el cielo encerrado
que liberé. En la noche que la
luna baña tu cuerpo, y en la
noche que mi amor corrió por
tus pechos.
Y te amé aunque fuese un día
en la penumbra.
Para así no olvidarte nunca.



II
Profecía de una noche
que diluía entre tu cabello,
siendo fuerte como luna
semper, y ángel dorado de espera,
hemos venido del plateado halo,
disparando alto,
hijos de luna y signo azabache,
oh, símbolo claro de visión, y vida,
lozanía, que tengo tu carne,
y en alma sembrado el otoño,
y la caída de tus muslos,
entre mis muslos,
de espadas,
y jornadas como vetusta armonía,
cuenta el divino laurel,
su soledad última
de naipe y candelabro,
sentado en la tarde amedrentando espumas,
este sol que ya cae,
oh, flor de gozo, desprendida,
lampos de mi acero,
vieran mi yunque y forja sembrada,
esta sábana que nuestra,
no me acaba,
me iré sí, sin pausa;
por muerte sola,
sin casa, sin cuerpo,
sol amarillo, de otoñada bruma nocturna,
ala vieja asidua, perenne,
nacer de otoño erige y dice:
-Te quiero, como ruego,
y voz de vuelo herrador, y errante,
una luz envuelve sempiterna, un septiembre,
donde la lluvia eres tú.

III

Estallase toda gloria
en aire algún sortilegio claro,
danzando mis apuntes
en torno un fondo fantasmagórico,
reluciendo nota sobre un cable puntiagudo,
la profecía de cientos, miles,
constante, de ágil hocico de riera,
hombre desnudo y un sólo anhelo
como cristal partido,
sonidos de vida en campo perdido.
Flor de barro haciendo reflejo,
destellos en horizonte hacia
las nueve puertas del Averno,
muchas fuerzas sondeando,
corte sobre una pala,
oh pies de barro sobre la paja,
agrupando oídos en bucles,
tumbando retinas,
en el vado, del mundo hecho,
músicas en copas de hadas verdes,
voces de muertos hendían,
surco y sangre adormecida
oh local de la armonía,
susurraba yo a su orilla,
su historia
como río crecido,
cocería cintura,
entre juncias y caléndulas,
reposar segura violeta sombra de noche,
que traes invicta, sonriente,
temblar, donde yace y se inclina
el barbecho dorado,
alzaba acre de bien semilla
confesa, prometida,
la victoria de la luz se erigía flaca,
bancales atrás,
la dificultad no me arredra,
oscuro patio, de ti bañado,
cuál precio he de poner,
a sus semillas.



Förüq castellano Miguel Esteban




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