HIPSÍPILA
2017
Autor
Miguel Esteban Martínez García
I
Entre
sierras y montañas
de
verdes y valles de ríos sangrientos,
ven
pasar la espada de Hipsípila
árboles
milenarios
asolando
a los caídos,
ven
lejos los astros prepotentes
de
sí mismos,
desconocen
el hijo del viento y el Sol
que
va por los senderos,
¿Dónde
irá ese hombre?
-Sólo
él lo sabe,
a
una princesa vampiresa
le
prometió una flor
de
la montaña más remota y alejada
pasada
la Torre de Hércules.
Con
raíces la trajo,
sin
un solo pétalo perdido
ni
hoja caída,
a
la orilla del río la puso,
a
la orilla del río ella la quiso.
Cada
primavera iba a visitarla,
cada
primavera su flor
de
color distinto vistió.
Un
año notaron triste a su flor,
extrañaba
su montaña.
Su
amada le pidió piedras y tierra
de
donde fue encontrada,
a
si lo quiso, así sería.
Al
llegar a la montaña
en
el lugar de donde estaba la flor,
allí
una serpiente sabia encontró,
cual
ella le dijo:
Si
muere esa flor morirá tu alma:
-¿Qué
misterios entraña
pues
dicha hermosa flor?
Es
hija de los cielos como tú, contestó.
Sí
quieres saber más pregunta
a
la reina de las mariposas,
que
yo estoy tomando el sol.
Cogió
las piedras y tierra y marchó,
en
el camino una mariposa
se
posó en su hombro,
le
dijo al oído
sígueme
mi madre te espera en el bosque,
allí
fue,
la
reina de las mariposas,
le
dijo que esa flor fue
de
las más antiguas en crecer
después
de los helechos,
tan
antigua que tenía
capacidad
de sentir intacta
como
los humanos.
De
ella se despidió
tras
darla permiso
para
beber de su néctar.
Rodeando
la flor
puso
la tierra y las piedras,
decidió
tras el consejo
de
la serpiente y de la reina mariposa,
visitar
a la flor cada mañana.
Su
princesa también se alegró
y
del bosque un lobo para Hipsípila
regaló,
en
amor juntos vivieron.
Un
día la flor se cerró,
en
su interior
semillas
latieron hasta
caer
a la tierra
con
las primeras lluvias;
de
cada una de ellas,
brotaron
plantas jóvenes
con
los colores del arco-iris en sus hojas,
de
cada semilla
de
esa antigua flor
despertaron
las hijas sídhe;
hadas
que cuidaron el bosque
y
cada arroyo, esa fue su leyenda,
un
cuervo un día en su ventana posó
dijo
con amplia voz:
A
la tercera luna llena
vuestro
mundo caerá en guerra
solo
el tejo milenario de las runas del padre
Tuyo
Hipsípila tiene las llaves para a los muertos llamar a volver a vivir
Y
a vuestro lado luchar
el
árbol inmortal solo pedirá un acertijo
para
ayudar mi nombre que es Förüq
os
ayudo por traerme sustento cada día
desde
que sigo a vuestro lobo del bosque
de
la sombra y el manantial eterno.
Hipsípila,
crisálida azogada,
Reflejando
su muda,
Y
a su dueño abandonarla
para
ver lámina de cielo emplomado,
lejano
y distante su reino de amor está
Como
su princesa por capturar,
El
pájaro único, igual a todos,
Blandea
en estiaje gris lánguido,
Mientras
llueve en el jardín inglés
Bruñido
su color añil.
Vientre
de hierro
Donde
crece su flor de difunto.
Vaga
libélula destinada
Al
estanque de la vida eterna.
Camina,
difumina, rige su cenit.
Viejo
lobo reclama
A
su enamorada luna
Que
le lleve,
Tordo,
de la oliva tu fuste
Junto
con el córvido tesoro
De
nueces,
El
duende su pipa humeando
El
esfumino del sonido del grillo.
El
reposo de castilla
Sin
preludio de su princesa
Que
no amará su tierra
Si
no a su Hipsípila captor de su vida
Alba
más preciosa
Que
su anterior atavío triste
Mira
los ojos de zinc de su dragón
Y
la magia vuelve a su Amor.
Fúlgido
insecto primero en descubrir
El
estanque y al beber
Dragón
tornó su ser.
Ahora
le vendrá el reino
De
los valerosos hombres
Él
con ojos de fuego y sangre
Mimetizarse
puede y en voz
Deslizarse,
fúlgidas cabelleras
Cual
hombre del norte,
Nada
le oculta a su princesa
Que
ya Más no quiere
seguir
sus tareas de castillo
Ella
quiere casarse con su dragón locuaz inmortal que le guiará
Al
estanque de la vida eterna
Un
pensamiento divaga
Del
ser en que ella abrirá
El
albita de la cuerda
Del
grillo que marcará su son
En
violín y oro caracol
Con
siniestra forma de corazón.
Grama
fría
en
la aguja que mece,
que
sostiene la enhebrada parca
de
la mente que clama
la
muerte de la conciencia
y
su desdoblado humor.
Gris
el hálito crepitando
que
cayeron los templos
de
huesos mientras
Hipsipila
nacía
de
la fuente de la vida
en
reino inerte cobraba lugar
él
lloraba piedras de montañas
subió
los montes,
los
hielos derritió, con paso lento y decidido
a
las plantas les dió voz,
el
reino del hombre cabalgó
sin
entender su religión
que
no era basada en el rayo de Sol
Hipsipila
cabalgó y cabalgó
Sangrando
su dolor en rocío de flor.
Un
día se detuvo en un castillo
de
las tierras del norte
allí
descubrió una princesa
de
ojos color tierra
y
unos cabellos color de su fulgurado
Sol
y su ilusión se encendió
pidió
cobijo y allí conquistó aquella princesa
para
luego hacerla su compañera eterna
compartiendo
su secreto del manantial
ningún
reino pudo más que al
de
Hipsípila inmortal que a su castillo llevó
que
traía toda simiente vegetal
y
todo pájaro trinó Hipsípila siempre vivirá.
Legaba
su destino a Hipsípila la segunda
luna
nacarada, repleta en el ojo distante
del
castillo reino del inmortal albor nacido
crepitando
en la hoja de aquella crisálida bajo la flor
el
bosque de la sombra y el manantial
con
el que despertó aquel inmortal dragón
era
iluminado en golondrineras y yedras siniestras
el
lobo corría marcando sendero
hacia
el tejo milenario puerta de la vida de los muertos
un
torcaz mensajero llegó al castillo
con
premisa de ofensa para Hipsípila
pedía
la vuelta de su amada a las tierras del Norte
si
era negativa la respuesta todo humano reino se alzaría en armas
contra
ÉL denominado en aquella carta capataz y jardinero del Demonio
sólo
la sangre le hervía en dorada rabia cuando su origen
era
el origen de todo lo visible
ÉL,
último guerrero de la luz
ya
ante el tejo guardián presentado
humilde
le pido ayuda todo nuestro origen peligra
el
animal humano planea arrasar nuestro reino crecido gran sabio árbol
sólo
uusted posee la llave de la tierra que hace temblarla y despertar todo
yerto
ser que en ella
descansa
y reposa y duerme le ofrezco mi humilde vida a cambio para
acabar
con ésta cruel injuria
que
nos azoga el alma y amenaza avanza no descansa de la sinrazón del humano
-Sólo
una respuesta tiene mi pregunta y su recompensa será escuchada
¿Cúal
es el nombre en el idioma más antiguo conocido de cuervo negro que mora
nuestras
hojas?
-Förüq
es la respuesta, contestó Hipsípila
tomad
la llave y salvad este mundo de la maldad del hombre
fue
presuroso en compañía de su amada y su lobo
a
la orilla del manantial de la vida eterna sólo allí se encontraba
la
cerradura
del
cerrajero universal llamado Hierro
al
meter la llave se escucharon todos los grillos cantando al unísono
del
mundo entero y la princesa tropezó del susto cayendo al manantial
toda
el agua torno color rojo hierro fundido y una silueta en roja sangre
se
iba dibujando
en
corazón naciendo del agua abriéndose
una
mujer dorada con alas de murciélago y ojos sangre
dijo
al despertar:
Hola
mi amado Castellano soy la súcubo Leannán-Sídhe
dueña
de la sombra.
Mundo
salpicado de colores
de
líneas decadentes y sumisas
al
poder del linaje
el
reino del hombre se alzaba a la tercera luna
como
un pintor de batallas
él
estuvo allí combatiendo
entre
galeras y cañones de fuego
los
mares teñidos de rojo Hierro
tuvo
que combatir pero regresó a su castillo
allí
su mujer le esperó
recordó
quiénes fueron sus antepasados
y
un temor le invadía
el
denominado Diablo y su anterior existencia
con
el nombre de Caballito del Diablo
vaga
libélula que zigzagueaba buscando agua.
Le
esperaba su nueva oportunidad de servir
a
su padre darle un nieto en albor,
la
sangre de Hierro le aguardaba
y
le pidió a su mujer un lecho de flores de estramonio
trompetas
de Higueras del Demonio
aquella
noche sin luna
cabalgó
la pasión de la victoria
con
todo el reino de fieras yertas a su lado
codo
con codo contra todo humano guerrero,
los
animales le ayudaban decía la leyenda,
le
prestaban sus ojos
la
verdad él solo lo sabe porque sigue vivo.
La
pasión le envolvía
aquella
noche que su mujer se transformó
en
la verdadera Señora Hada Lhiannan Shee
y
el deseo cabalgó aquel Hipsípila en dragón de ojos de zinc
como
su nombre dragón volador voló
adentrándose
en el cielo encerrado de su mujer
todos
los murciélagos del mundo
fueron
a colgarse del castillo del inmortal y su mujer
nueve
meses nueve días y nueve horas
dieron
para que naciera de Leannán-Sídhe
la
más bella hormiga León del mundo conocido
esperando
hacerse adulta y beber
aquel
hijo de Hipsipila del manantial ahora férreo
de
la eternidad,
a
espensas del ser futuro que avanzará de su muda
la
joven Hormiga León Nepa Grandis.
Pasaron
lunas
pasaron
soles
mudó
de pupa Hormiga León alimentada por sus padres
ya
adulta lucía un cuerpo de libélula y alas enormes preciosas de cristal
acompañó
a sus padres al manantial
y
al beber
fueron
naciendo pelos en su cuerpo que se iba quebrando
finalizando
en la más bella Araña Lobo con alas de dragón
teniendo
comienzo el reino de los inmortales
Hipsípila
y Leannán-Sídhe
Iba
avanzando el esplendor, de la dibujada primavera
de
Ostara en resquicios parcos de vidas entre el reino vegetal
del
castillo de Hipsípila,
el
otro reino inerte alzado eterno al meter la llave
en
la cerradura del cerrajero universal, cobraba en fiesta
su
segunda existencia sin condición
hasta
duendes y elementales de cinco siglos de vida
jugaban
y correteaban por las plantas crecidas del castillo
dragones
volaban rojos amaneceres del cielo
en
este mundo sin el humano ser
sólo
reinaba la bondad, no existía envidia ni odio
los
caracoles hacían carreras con meta en la planta
que
trajo Hipsipila de la montaña más remota
pasada
la Torre de Hércules
los
seres se agrupaban por clanes haciendo sus competiciones
y
torneos del reino de sus semejantes
se
daban regalos entre ellos
los
duendes celebraban coronación ahora
en
el bosque de la sombra y su río de sangre
bañado
por el manantial eterno.
Suena
el río, agua llevaba,
alma
de fada silva ella,
bebía
en la orilla alegre
flor
roja lloró su tierra,
blanca
cierva a fada triste
cazador
hiere su flecha,
enhiesta
espina gemía
flor
abierta brotó en yerba
,
fada herida ya descansa
latiendo
la parca negra,
yace
en helecho silente
suspira
su sangre yerta;
Enamorado
el helecho
una
flor mágica asienta,
tambores
suenan la tierra
los
duendes lloran su fada,
ahora
el helecho era ella,
mueven
la piedra ocultada
cazador
tropieza cerca,
el
río ya lo llevara,
fada
flor de helecho yerra
duendes
cobraron venganza,
cantó
lo que el bosque alberga,
misterio
de cierva fada.
Fada
flor de helecho inverna,
cicutas
toman la sangre
veneno
hacen, blanca cierva
cuervos
la cena discuten,
cazador
ya río lleva,
lleva
el río su latido,
campanillas
suena yerba
duendes
coronaban fada,
fada
su vida celebra
los
espinos la cuidaban;
Flor
de helecho fada bella.
Enhiesta
flor fue semilla
,
altiva plántula fue ella.
Quién
fuera ella, tan linda.
Él
fue y es, ella no yerra.
Aún
plántula fue fada.
Valor,
honor, sí fue cierta.
Él
aún duende a ella la ama.
Ella
la flor, no era yesca
ellos
cuatro siglos ''juntos''.
Los
dos sí saben, ''leyenda''.
Aquel
fauno cazador cayó al río,
y
el duende enamorado del hada
preparaba
su entrevista con Hipsípila
debido
y lanzado a revelar su secreto.
Ya
en el alfeizar de la ventana del castillo
llamó
con insistencia al cristal
Hipsipila
le vio e hizo entrar
a
qué se debe su honrada y grata visita
señor
duende
-Pues
traigo noticias importantes para usted
de
mi origen, mi único secreto de vida.
Muy
bien cuente sus nuevas si gusta
-Pues
resulta que le llevo soñando
y
todos mis sueños me indican que usted es el origen
eterno
de mi espíritu en cuerpo
usted
hipsipila fue y es mi siguiente vida
le
agradezco despertarme de la entraña de la tierra
para
poder descubrir con resurgir que mi vida
no
cayó conmigo,
le
pido con este mensaje cierto y verdadero
que
me otorgue permiso para beber de la fuente
de
la vida eterna para ver mi nuevo cuerpo, así como usted luce
apuesto,
grande y recio cual hombre del Norte.
Afirmativo
fue el permiso de Hipsipila
al
señor duende resurgido desde del umbral,
se
iban hacia el manantial una semana más tarde
de
la visita, algo desconocía el duende enamorado
y
era la sorpresa que le aguardaba...
Hipsipila
cortó una rama con destino agua eterna
para
ser injertada en el helecho hada amada por el duende.
Llegaron
tras cruzar el bosque de la sombra
al
dichoso manantial ahora custodiado por dragones enormemente armados
de
fuego vivo su aliento, Hipsípila cogió con una tinaja de cristal
agua
para la rama mientras el duende se decidía
fue
bebiendo y todo su cuerpo se iba rajando por espinas vegetales
sus
dos brazos eran dos flores enormes blancas de estramonio
y
su cabello eran ababoles rojos finalmente cuatro alas de libélula en cristal
hirvieron
bajo rojo color de sangre sus ojos eran como dos botones de hierro
fundido.
La
rama de la planta tan antigua empezaba a abrir en flores de difunto
o
caléndula a partir de sus terminaciones en hojas
era
el momento a la novena luna llena haría Hipsípila el injerto como
agradecimiento,
allí
fue, se adentró en el bosque guiado por su lobo
injertó
aquella rama a partir de la yema de la enorme flor de amapola del helecho
hada
al
entrar en contacto la savia de ambas plantas el agua eterna comenzó a trabajar
el
tallo leñoso iba dibujando la figura y silueta creciente cubierta de hojas
con
rostro bellísimo y dos hojas grandes de alas salía de la tierra y la planta
un
hada con dos ojos turquesa en llamas para decir a Hipsípila:
Gracias
soy Lhiannan Shee dueña de las entrañas de la tierra,
su
amado duende al verla no pudo caer en mayor gozo,
y
quedó preñada Lhiannan shee dando a lúz a los trescientos treinta y tres días
siguientes
un
abejorro enorme eterno de ocho patas y alas de cuarzo, sus dos ojos
eran
de mercurio y su cuerpo de azabache y vello de hierro.
Corría
de la vereda a la rambla castellana
el
inmortal hálito de quien bebíó de ese manantial de la vida,
decidieron
el duende y el hada Lhiannan Shee
llamar
a su hijo abejorro Genaro,
él
iba feliz cumpliendo recados de su madre
como
picar todas las flores del bosque sombrío
y
traer el pólen a su madre que fabricaría con él polvo de hadas
con
el que todo el reino inmortal viviría en amor y bondad
sin
guerras,
un
día llegado el verano y su estiaje
planificó
Hipsípila un viaje de vacaciones
junto
con su señora hada Lheannan-Sídhe
viajaron
a la tierra de los mouros gigantes de las tierras del norte
allí
cenaron y de la simpatía derramada
el
dragón Culebre mitad serpiente mitad duende
se
ofreció como escudero guardian del castillo y jardín de Hipsípila
a
cambio de alimento Hipsipila aceptó,
aquella
noche en las tierras del norte Leannán-Sídhe
reveló
a hipsipila que le esperaba incluso antes de conocerlo
debido
a que aquella antigua princesa que habitaba
tenía
el alma de la despertada Lhiannan Shee
que
falleció en cuerpo por aquel cazador fauno del bosque
mientras
bebía agua y desde el helecho su alma era capaz de mudarse de cuerpo
hasta
establecerse en el de la princesa que desde pequeña jugaba con duendes
necesitando
volver a despertar eterna
en
su cuerpo de hada con el agua e injerto que hiciste
el
duende que despertaste tu antigua vida murió de soledad
regando
el helecho con la flor de su hada
y
protegiéndolo de toda fiera
debemos
invitarle esposo Hipsípila a que vivan en nuestro castillo
y
el duende sea real jardinero tuyo.
Así
lo hicieron tras regresar con Cúlebre
y
todo el mundo deslumbró de felicidad.
Canta
mi sangre yerta,
de
agua eterna
el
hierro de mi tierra por sembrar,
trayendo
toda simiente hasta desde el umbral
canta
la amapola vieja,
sangre
del corazón carmesí,
sueña
mi semilla despertar,
donde
el muerto cave su vida,
y
mi cicuta triste,
enraíce
el paraíso,
de
pieles sedientas
y
hojas muertas,
corre
mi otoño desde la vereda a la rambla,
de
la fuente eterna
corre
mi frío desde el infierno
al
río de esta alma por ganar,
encina
yerta de mi piel esquiva,
beso
de tierra y vid,
beso
de trigo y girasol,
canta
mi amada Leana en su mirar
de
cuchillo de espiga mi cante,
de
zarza y espina mi amor
real
como intangible nuestra eternidad,
áspero
y rígido,
bravo
y valiente,
duro
y endeble,
metal
y simiente,
pan
y niebla,
niebla
y bruma me desprende,
desde
la boca hasta el pecho,
donde
canta mi pasión sin despecho,
vive
esta sangre caliente,
lumbre
de mis tocones,
nube
del cielo por dibujar,
a
estampa de sed y viveza por entrañar,
canta
mi umbral,
quiere
tener soles y lunas sin gemir,
invierno
llegas,
dibujando
transparentes los miedos,
avanzas
cada campo sin permiso,
helando
hasta el hielo,
oda
de mi sangre yerta,
por
mi tierra me arde la siembra,
y
el beso queda escueto,
parco
el sentido enamora el hálito,
de
nuestro feliz mundo
quién
te viera marchar,
vestida
de olivo y centeno,
de
olivo y cebada,
de
trigo y espada mi guadaña,
por
la calma abrasas la esperanza,
en
maldición cantas tu canción,
y
los cuervos te rinde pleito de negra ala,
de
grazno escondido en cada roble,
del
humano yerto ser
desde
la piedra a la cueva
abrasas
oscuridad mi entraña,
dibujas
tu vívida estampa,
donde
el tiempo yace muerto,
y
solo los duendes te entienden,
solo
las hojas buscan su nueva vida,
deste
sembradío de niebla me avanzas sin piedad,
la
dicha y la sombra por ganar,
desde
mi tierra encendida hasta la parca bonita,
desde
el cante a la maraña,
te
canta mi vida quieta
este
amor de la mañana
en
tu pliegue de sonrisa y en la noche de tu cara,
suspira
el rojo,
quiere
ser río de alma y arrojo,
quiere
nacer abrojo,
el
espino mece la espina de mi antojo,
y
la amapola amarilla,
solo
ella abre a la gran luz,
horizonte
de mi piel que quiebra como ayer,
enamorado
suspiro de frío,
enamora
mi hielo,
donde
duerme,
donde
reposa el amor de mi sangre yerta eterna.
-Cantaba
Hipsípila a su hada Lhiannan Shee
que
juntos en armonía vivían en el castillo antigua y nueva vida.
El
Castellano y Leannán-Sídhe
Disparo
de plata:
Fuente
de mi vida,
yo
que he nacido de esta piedra,
y
por ella mi luz no rompe los siglos
que
me crearon,
te
busco como agua que arregaza,
como
brillo del fulgor y su carcoma,
he
visitado y he contado mis muertos
nunca
han sido suficientes para vivir,
en
este hielo que crea adereza mi corazón
con
mi alma de lanza,
mi
estaca de yodoformo,
germinando
mi rosa de psiquiátrico,
he
intentado patentar el suspiro
que
corre que vuela por la ventana,
una
caricia de espina,
y
un pétalo oxidado,
te
busqué sentimiento y tu abrojo,
por
cuántos lindes mecías tu cerrojo
y
tus cerrojillos de cerrado,
soberbio
me lancé en la oscura noche
como
un disparo de luz,
alcanzándome
una luna de plata
siendo
mi verso sincero,
y
fui silencioso
empresario
del verbo crear,
cuántos
disparos me creaban de la nada,
siendo
fugaz hoguera de la llama
su
eterna vida.
El
Castellano
Por
el plantío de mi casa
que
ella es verdadera
que
por ella los lobos no meriendan
flor
verdadera
miel
de Hipsípila
avanza
no se detiene
es
una furia que nace
se
parte el alma entera
que
ella es verdadera
miel
de quimera
flor
de primavera
mi
señorita dama de la sombra
hija
de la luz y de la tiniebla
avanzo
el bosque de la sombra
nada
me detiene
quiero
abrazar a la primavera
y
que sus brazos se dibujen,
que
por ti cantan los montes
en
esparto y espliego
por
ti se abre la tierra
y
se come mi pasado
que
solo conozco un presente
desde
que te conocí
y
el mundo me guarda tu sonrisa
del
barranco a la rambla
baja
a correr mi alma
que
por la Flor primera
cierran
en verso
y
se blanden los tambores de los grillos
para
con una trompeta de los ángeles
el
cielo derrumbar
y
que si no vivo allí contigo
el
infierno espera
que
florezca rosas
en
invierno.
Lime
esta araña:
Limé,
el tiempo se abrió
estremecieron
fulgores mansos,
mordí
el viento
aboqué
aromas de florestas húmedas
a
un límpido reposo
digno
de altas flores,
yo
construí el engranaje de mi silencio
latido
de este el mío verbo,
hojas
atrás no murió mi ímpetu,
cabalgó
horas de hastío rey del tormento,
un
cebollino nombré caballero de mi poesía
trashumante.
Diestro
compás silente me reí de la muerte,
pétalos
atrás no caí sin simiente
era
o no mi dulce suerte,
rajando
al silencio clavándole
fugaces
muertes para otros ojos
para
otros esbozos dementes,
ritmo
cadente al fragor de nanas aterciopeladas,
en
verde musgo un fantasma de lo vivido muerdo,
abrigué
mi latido me tocó vivir
en
casa del surrealismo,
un
trance desdoblado de boca abierta,
siendo
esta escritura un pez de eterna cola,
satisfecho
cuándo
no
dejaré de escribir ni aunque muera,
alguien
lo pregunta,
no
me cansa esta limadura,
abro
la puerta del cerrajero universal
por
si algo suena,
una
serpiente preguntó
si
era yo real acaso tú lo eres o te acabo de pensar,
vente
al lago de la vida eterna
mataremos
a Hipsípila
que
luce senil y arrogante,
carpa
respira en tierra creyó que la tierra era su cielo,
un
ocaso perdido,
una
luz difunta,
entre
el verdor de los pinos
una
lustre sombra camina,
jilguero
que en su cardillo posa,
bola
que no sé dónde anclarla,
vida
en mi tiesto
si
no soy planta lo demuestro,
luce
de risa mi esqueleto,
raspas
atrás alimento este don funesto,
ventanas
rotas, cristales calientes
todos
los cuadros de tu vida
volviéndose
polvo,
todos
tus héroes vueltos pasto,
infinito
remanso
cúspide
de mi alma hiriente,
sones
quiebran tambores,
abeja
de mi panal yo quiero tu flor
tengo
el aguijón,
viviendo
para el momento,
nací
mejor que la estática muda
de
esta araña infernal,
entre
estos jardines del alba
nací
vencejo
como
toda existencia tuve infancia
con
mis animalitos que encontraba
feliz
fui,
crecí
y tomé del mundo
gustos
como disgustos,
a
mi sufrimiento
lo
puse con marco en mi habitación.
saqué
mis clavos con otros clavos,
y
qué, fui malo y bueno,
este
planeta acaso no obliga,
reí
lloré al fin dije
estoy
vivo, que venga el mejor que yo
que
yo mejoro lo mío,
consumí
solariegas planicies del polvo,
pero
no fui pelo ni pelusa,
me
gusta lo que me gusta,
azares
precoces de mi destino
desnudo
en oscuros puertos sin salida,
indemne
tras estamparme
de
precipicios al ardor de cinco silos,
era
o no era soy el mayor egoísta cobarde,
pero
amo mi estampa porque sólo yo la llevo,
qué
remedio mejor vendido
ninguno,
déjame
ser veleta de este negro puerto,
flagra
mis espinas de hierro,
seré
mejor que yo mismo
conforme
mande el tiempo,
llórame
estas nubes de otoño,
que
me arde este cuarto de siglo,
disfruté
y lloró mi abismo,
dame
los puntos cardinales
de
tu cuerpo
seré
reflejo y tormenta perfecta,
perdí
el norte en mi poema
llegaré
derretido el horizonte
a
tu casa cabaña del cielo
lloraré
metales y simientes
hasta
que zarpes mis mares.
IX
Derrites
mi estampa fija
al
ardor de tus ojos marrones
este
hielo mío alzado,
miradas
obtusas
entre
la ventana al infierno,
deslices
quietos se cuelan
por
abismos dibujados,
escucha
el sonido de tu grillo,
estira
su sol mayor,
allí
donde la luz que le daba calor
era
ausente, crepitaba entre yedras,
el
amor a su espiga naciente,
ababol
entre fulgores silvestres
tras
él
el
sendero agrietado
por
donde nacía el río
de
todas las flores desangradas,
lirios
negros acompasaban su orilla,
llegando
al manantial eterno,
de
Hipsípila y su reino,
ocasos
sonrientes,
entre
miradas complacientes,
el
único reino se estremecía,
derretían
sus pilares,
la
oscuridad hizo manada,
el
día tornó noche cabalgada,
vapores
exhalaban las esencias
que
todo conformaban,
los
cauces olvidados
se
llenaban de sangre
los
ríos lucían su rojo brillo
con
hematite,
la
realidad había cambiado,
los
colores lucientes de los suelos
eran
dominados por tonos mustios,
cual
era de la penumbra,
los
mares eran seña de brea encendida,
el
averno tomó superficie,
todo
lo muerto se alzaba de nuevo,
era
de las caras muertas,
la
lluvia caía hacia arriba,
las
estrellas de aquella noche eterna
en
vez de luz
emitían
a modo de ironía
capítulos
de erase una vez el hombre,
todos
los edificios
se
alzaban ahora horizontales,
Los
huesos caminaban,
la
luz quedó prohibida
bajo
honda sepultura,
las
leyes naturales fueron cambiadas
por
antinaturales,
la
aberración gobernaba
todo
lustre en movimiento,
los
peces se volvieron parásitos,
y
se multiplicaban solos,
la
red sanguínea
que
seguía la vida
era
de color azabache
por
su podredumbre alcanzada,
no
había oxígeno
todo
respiraba humo
de
este mundo en llamas,
Hipsípila
era feliz en la luna,
sembrando
sus simientes
siendo
el principito
de
esencia invisible a los ojos,
sabiendo
que su retorno
estaba
cercano,
para
sembrar todo el planeta tierra
y
tener su reino de nuevo.
Por
esta fuente fría:
Retozo
este empeño,
traspuesto
a los fuegos
del
hombre
y
su cuerda,
pasa
los tiempos llorando.
Diestro,
ambivalente
en
dirección umbría,
vive
colgando huesos
de
sus pestañas huecas,
bajo
mis sombras,
cenizas
laten,
la
quebrada fluye,
un
iris
de
ojo negro
en
estos pilares
de
fuego
que
me alzan
estaciones
que correr
años
que nacer
en
tierra abierta.
Estrellas
que matan,
mi
aliento de piedra,
atravesando
estos ojos
brota
mi fértil lluvia.
Crepita
mi dragón
en
esta fuente fría
profundo,
arde
su brillo
de
oscuras alas,
retinas,
un frente
la
caída de esta falcata.
En
este cerrado horizonte
rizado,
expuesto, consumado,
mis
soledades tejen.
Una
encina
que
lejos habla,
que
cerca grita
yo
soy por siempre,
eco
que se retoza
entre
verdes valles
que
teñidos
en
furor de sangres.
Ay
la tierra.
Ay
de ella,
sé
mi hundida victoria,
por
este umbral
silente
que marca
mi
frente,
por
este puente, por esta cepa,
el
ruido es fulgente,
los
ocres rinden
en
colapsos de tules
iridiscentes.
Cabalgaré
el astro
traeré
esta flor de luz
a
Hipsípila,
de
una montaña
a
un dulce valle,
injertada
la sombra
la
vena late,
traigo
la creada ascua,
por
si reverbera,
sobre
un tiempo muerto
en
el que no dolía
esta
rivera.
II
Rompo
saco los ejes
de
esta imaginación en campana,
yunques
despiertos me clavan
que
llegó mi momento,
taciturno
lustre oxidado,
alas
en bronce agujereado,
es
por mí es por ti
que
dicta este haz apolillado,
polvo
en el viento
sombra
desterrada,
el
alma de un cuervo,
un
granate dirige esta mi sed,
hasta
ser color de ayer clavado,
al
limpio, seco, duro faz ensartado
cabalgo
que avanzo
y
sombras me acompañan
esta
visión serena, opaca, angelada,
siendo
directriz fusilada,
que
late el cuello de la penumbra,
cuando
oscuridad llama
estoy
sembrando objetivo
de
mi postrada calma.
III
Tiempo
que se oxida
en
este vilo,
eternidad
azogada
en
negras tijeras,
es
el tiempo
de
mis murciélagos emergiendo
de
las sombras y su madre,
se
estira otra primavera
por
mi avenida,
me
mordieron
y
no me arrepiento
de
mi nueva vida que tiento,
oscuros
silos me acogen
donde
sembrar alaridos
de
vidas traspuestas
a
mi fría caricia,
soy
ente de otro ente,
mi
sombra me quiere,
yo
la digo que un día la alcanzaré,
que
muy lejos no vaya,
avanzo
que trenzo
el
tiempo de mi suspiro helado,
para
no tener alma
ni
espíritu de hielo,
sólo
una sed de vida
por
repletar,
de
un horizonte al hierro
encontrado,
de
una arteria
hago
río de sangre
en
mi adentro.
I
Blándeme
en mitad del campo,
sólo
allí que la encina enraíce mi carne,
el
hinojo lata al son el tambor de sus flores,
la
carrasca grite verdades del monte,
vereda
quieta, enarbolada,
soledad
disparada sin descanso,
sólo
allí reinará mi alma,
en
letras escritas en las hojas de vida,
las
lindes teñirán de rojo y negro,
de
tinta y sangre el resurgir del añil
aliento
dibujado de toda vida en color,
del
albor a la muerte en flor
se
alzará mi latido con su amor.
II
Renace
en la piel,
en
el albor sin conciencia,
hace
más frío que antes
sentido
muerto, caído
olvido
yerto
raíz
del ser
más
callado que el invierno
avanza
camina a voz
todo
lo que he perdido
polvo
de estrellas, hierro de océanos
piedra
de montañas...
hazme
recordar alas cansadas
cosas
grises que te gustaba sentir
mi
amada así sabes
horizontales
que no puedo olvidar
ejes
verticales de conciencia
sin
dormir
danza
la primavera del lugar
con
mi soledad pintada
en
la sangre de mis ojos
todo
lo que veo teñido
la
ilusión cae en gotas derramadas
cayendo
congeladas
desnudo
mi cuerpo en la penumbra
del
segundo quieto
raíces
comiendo mis venas
hojas
de mi historia mustia, abatida
sentido
muerto
viviendo
por ver morir el momento
momentos
atrás que cae el recuerdo
sin
miedo, sin sentimiento
todo
hirviendo
sólo
este sarmiento de cuerpo
esperando
que juzguen a su alma
libre
de maldad
quién
estará allí
quién
vendrá a darme un camino que seguir
solo
en la oscuridad
donde
todo comienza
las
sombras me reconfortan
y
veo en luz mi vida
para
encontrarte
algo
que darte de dentro de mí.
Un
amor rugiendo en la boca de la estrella.
III
Diestro
del mar a la montaña,
visten
sus flores coloradas orgullosas y sentidas
cual
caricia de su jardinero que las ama
el
viento armado escala cual seco rayo
su
sol enturbiado se paran las oraciones
Hipsípila
dejó su crisálida
en
un caballo alado recorre sierras y sus manantiales
recolectando
toda simiente desde todo confín
al
inerte sombrío albor,
mientras
su fría luz crece y camina
sin
franca tapia ni verja que detenga su escalar
vuela
vaga la libélula para posarse en su hombro
recio
brazo arrido ninguna simiente cae a su lado inerte
que
lleva que trae a su castillo olvidado
hechiceros
de todos los reinos desvelaban que sólo
un
reino se mantendría vivo
y
no era el del humano ser
Hipsípila
cabalgaba por naturaleza su religión
abarcando
de la tierra a la lluvia
cual
rayo cortado de Sol su cabello
los
pájaros trinaban en su castillo
hipsipila
siempre vivirá como invencible Sol.
Santo
señero,
dulce
iris de mis desnudos campos,
dioses
habitaron tu entraña que guarda,
cumbre
eres de la loma despeñada,
réquiem
de viejas espadas
que
te labra,
quieto,
el viento te encara,
vuelve
a soñar que fuiste tiempo
de
los tiempos,
estático
límite
congoja
deslizada de abriles febriles,
una
oda me avanza
sin
piel, sin moral sobrecogedora,
decidle
a la tierra
que
mi alma bulle,
este
parco horizonte me teme,
oiré
frentes, rayos fuertes, crepitantes,
un
desnudar de las secuelas de esta voz,
amaré
tu vientre como se aman las flores,
no
habrá reino
contra
Hipsípila
aterra
calma entre alas
de
libélula,
entre
sueños de drosera.
Partiré
mi vida,
recostando
mis sangres,
floreciendo
rosas a mi madre Belleza,
hasta
sembrar mis aras redondas, abiertas,
en
un guiño que descalza
sones
por hendiduras sangrientas,
hasta
enjaular mi aliento que te canta
por
ajuares de estrellas las más bellas,
mi
desaparecida sombra,
plañe
que llora en su alma verde, pura,
oh
Castilla, quién en tus alas nunca muriera,
eres
un enjambre de furtivas
soledades
que se vencen,
caminas
tus vastos metales
en
tu oscura tierra,
una
sed te fulmina lo perenne de tu sonrisa,
te
duerme la piedra tu encina,
un
deshojar de tu rivera
siempre,
de
tu río Mundo
a
mi pùeblo de Fuente-Álamo
jamás
te muestras herida
mi
Castilla bonita
mi
Castilla sin yaga
por
la que encuentro
en
el cielo un monte y un atajo,
hasta
vivir la plenitud
de
dicha en barbecho de tu idea
mi
vida, mi raíz,
mi
falcata de natura.
El
Castellano
Flor
de tierra:
Fuego
en el agua de su mirada
de
los vientos auspiciada,
la
ceniza consumía su carne
ardía
sin mesura su compostura
naufragó
valles y sus caricias
su
bandera fue de su vena acequia
molinillos
fugaces sus pestañas
de
él se enamoraban las hadas
de
ella la primavera entera
con
cabellos del rayo de Sol nacidos
ojos
de tierra sin lugar era bella
clamaba
su voz la cima de la montaña
descendió
abismos
para
anclar su esencia en la belleza
que
late y envuelve su huella
conquistada
en miel
su
ambrosía
gemía
la caricia
para
brotar altares de hueso
y
murciélagos de sangre
lloraba
piedras en sabiduría prendidas
la
bondad alzaba en servicial entrega
su
fuerza era de su amor hoguera
él
lloraba flores para ella su amada
su
verbo a veces tornaba carmín
en
pétalos de silvestres rosas desangradas
su
voz germinaba la tierra a su paso
el
amor a la tierra no le detuvo
ni
sostuvo en fracaso,
encontró
con ella el amor
que
le fue negado llorando espinas
y
si sus abrojos nacieron no fue
más
que para rajar el viento
difuminando
el tiempo en estaca
de
eternidad con fuente y manantial
anclado
gozo en armonía
bailando
de la mano y naciendo del alba
jamás
capturada
pupila
enfrentada
que
mecía
que
gritaba,
retorciéndose
la sombra.
El
Castellano y Leannán-Sídhe
Primer
poema sobre Hipsípila: 14-09-2015
Hipsípila,
crisálida azogada,
Reflejando
su muda,
Y
a su dueño abandonarla
para
ver lámina de cielo emplomado,
lejano
y distante su reino de amor está
Como
su princesa por capturar,
El
pájaro único, igual a todos,
Blandea
en estiaje gris lánguido,
Mientras
llueve en el jardín inglés
Bruñido
su color añil.
Vientre
de hierro
Donde
crece su flor de difunto.
Vaga
libélula destinada
Al
estanque de la vida eterna.
Camina,
difumina, rige su cenit.
Viejo
lobo reclama
A
su enamorada luna
Que
le lleve,
Tordo,
de la oliva tu fuste
Junto
con el córvido tesoro
De
nueces,
El
duende su pipa humeando
El
esfumino del sonido del grillo.
El
reposo de castilla
Sin
preludio de su princesa
Que
no amará su tierra
Si
no a su Hipsípila captor de su vida
Alba
más preciosa
Que
su anterior atavío triste
Mira
los ojos de zinc de su dragón
Y
la magia vuelve a su Amor.
Fúlgido
insecto primero en descubrir
El
estanque y al beber
Dragón
tornó su ser.
Ahora
le vendrá el reino
De
los valerosos hombres
Él
con ojos de fuego y sangre
Mimetizarse
puede y en voz
Deslizarse,
fúlgidas cabelleras
Cual
hombre del norte,
Nada
le oculta a su princesa
Que
ya Más no quiere
seguir sus tareas de castillo
Ella
quiere casarse con su dragón locuaz
inmortal
que le guiará
Al
estanque de la vida eterna
Un
pensamiento divaga
Del
ser en que ella abrirá
El
albita de la cuerda
Del
grillo que marcará su son
En
violín y oro caracol
Con
siniestra forma de corazón.
IX
Resumo
por esta visión
cuantos
años yo he nacido,
sereno
derrumbo marcos,
ventanas
acrisoladas
de
ayeres de espuma.
En
este campo de luna
yo
he vivido,
cada
respiro un océano de olvido
un
soñar entre leones
un
caminar entre fugaces sienes,
somos
los que somos
y
cambiamos algunos,
hago
mis promesas de barro,
mi
latido esquilma el miedo,
tijeretas
atrás y nazco de la ciruela
mi
hombría se encarcela
entre
fanales labios de hoguera,
lago
donde se baña mi suerte,
hoy
y siempre mordí mi estrella
vengo
en llamas prendido,
es
esta quimera una hoja quieta,
sopla
sopla mi alma llena,
polvo
del polvo,
una
senda mi silencio quema,
horizontes
verticales
ratas
sumergiéndose,
granates
estallados, gramas que caminan,
voy
por las calles de noviembre,
ahogando
sus rincones afilados,
estas
calles me saben a humo,
estas
gentes desconocidas
parece
que las mueven
y
arrastran en un sentido,
todo
es fuerte
pero
la oscuridad es más fuerte,
panales
de esta luz intransigente,
luces
intermitentes,
sudores
de semáforo,
me
cuelgo de un escaparate,
todo
está fabricado,
y
en proceso de construcción,
hasta
el hoy podrá venderse
en
tinta y pluma,
en
imagen y con solapa dura,
una
ventana sin cristal,
un
agujero sin salida,
tambores
de mi sueño,
relojes
sin maquinaria
soles
guiados por cuerdas,
el
infinito es ahora,
lucen
mis espirales siniestras,
ancladas
a este azabache,
es
hoy el día,
brotada
mi subrepticia,
deshojan
mis esperanzas
caminillos
de plata,
recta
duda erizada en mis besos de hiel,
trasquilado
mi lobo
queda
una certeza despierta,
alimenta
cariño esta mi esfera,
pierdo
el control
me
avasallo
en
mi piel de agasajo,
he
nacido para esto,
que
sea bueno o malo no pregunto,
porque
escribo para mí,
estas
certezas mías de escalas
cómo
medir el arte,
sólo
comparándolo con un similar,
poco
más porque jamás medirse puede en virtud
ni
en talento ambiguo florecido,
era
un abismo descorchado,
un
tren que cruzaba mi noche,
hasta
alzarme sin derroche,
entre
sus navajas que me apuñalan
los
versos
que
sangran carmines,
y
nacen cuervos que muerden,
era
una polilla de cemento
que
nació aleteando
estos
pavimentos de mi sueño
augurando
la cremación
de
mis labios
en
otros ojos.
IX
El
tiempo que se abra
y
brote mi vida
al
compás de un Sol mayor
resumen
de existir en el brote
de
una zarza que allí
baila
mi hada
estallando
en flores su pelo
tierra
yerma que vio trinar
el
estruendo de un zorzal
quien
te viera caminar
vestida
de espiga y lavanda
por
ti se abre la Rambla
tus
cabellos iridiscentes al brillo
canta
al son mi grillo
por
un camino se bifurca el reguero
el
gato lame su pelo
yo
estoy esperando por si te encuentro
mi
señora de las flores silvestres
se
Acuña mi aliento
en
una flor del viento
una
flor pálida nació del cielo
con
sus colores alegró al tiempo
de
sus hijas nacieron alegres vientos
del
norte que en color vistieron el bosque
una
flor naciente abría su esplendor
a
un Sol de mayo por ella tormentas
nacieron
germinando a su paso
vivezas
de antaño
por
los prados viste mi calma
fiel
a encontrar tu amor un día
por
si el cielo se abre
que
sepas que él te mira
mi
señora de las flores silvestres
un
cardo de la dama en tu mirada
por
si vivo mi vida te entraña
fiel
de esperanza
una
flor bajó del cielo
a
expensas de sangre tener
ella
se volvió mujer
con
tu nombre en la piel
por
la floresta danzaba mi suplicio invernado
fiel
testigo maravillado
con
amor en las venas esperando las flores
de
primavera y sus caléndulas
despertaba
por fin Ostara
y
el cariño de la tierra
mecieron
los terrenos
un
soplo de su aliento
me
floreció un beso
Cuando
los jacintos abrieron
sus
flores al horizonte del terreno
yo
estaba despierto
surcando
la mente de quien me piensa
con
paso lento y decidido
transmutaba
la flor de Odín en luz
cabalgando
un arco iris de estrella
sonaba
la campanilla entre grama dolida
era
el momento de acostar
los
dientes de León
al
tiempo que besaba fragancias de colores,
en
mi jardín de duendes.
Lilit
primer demonio Sombra de Eva:
Hija
de la noche así te llamo
un
sabor digno del amaranto
que
la luna encierra tu canto
entre
oscuros reclamos te vistes de encanto
los
grillos lloran tu nombre
en
esfera de azabache te haces certera
el
viento es tu incipiente respiro
incesante,
desvencijado halo de sangre
despiertas
por el latido que llora tu nombre
por
el que la polilla es reina de la estrella
ese
que plañía la noche
cuando
la sombra se hace eterna
gimes
en las fuentes de primavera
un
beso de horizonte malva
el
espíritu lleva tu nombre grabado
como
desvelo consumado,
aire
es tu apellido engalanado
a
la novena estrella sin luna caminas
tu
vida no entiende de clasificaciones
sólo
tú reinas la noche
cuando
el sueño hace el amor con los dormidos
ries
y lloras con la lluvia
la
tormenta es tu carcajada
al
latido sordo de oscuridad abres tus ojos
el
día por tú tenerlos tan claros ciega
las
ondas en el agitada agua
mecen
tus rizos
un
sueño despierto del fulgor y la belleza
te
engendró a imagen de la centella olvidada
tu
ser respira ambrosía amada
perdición
de muchos
orgullo
y alabanza por mí
que
soy más fuerte que el mal
que
juega, corre y cosquillea
con
tu entraña sí esa por la que mis buques
dejarían
su ancla
lobo
de día cuervo de noche
que
en tu ser se acurruca
y
al sol desnuda
resplandor
de almas fugaces
nuestro
baile
vespertina
perdición si amanece el sol
quiero
ser de ti como el murciélago
a
su rincón,
volar
contigo como si el mundo no importara
despertar
para abrazar otra noche
en
la que girar
y
en tu mirada encontrar fuego de astros
por
dibujar y mi vida contigo sembrar
musa
incipiente del artista
alma
amada que se funde
prejuicio,
mentira y verdad
ababol
sembrado
tu
corazón sin igual.
El
Castellano
Vive
el cuervo,
por
el desvencijado respiro mío
avanza,
mece y sostiene
un
tiempo en réquiem,
por
aquellas voces que sordas
laten,
se descubren
se
quiebran altares de hueso
por
mis atardeceres de murciélago
voy
a tu lado, siente mi caricia de pájaro
alzando
nuestra luna de acanto
y
alabastro gimiendo,
azabaches
de tu pelo,
por
el sendero despierto,
por
el cauce de tu vida, la mía,
ojos
en resplandores dorados al tacto
de
mi astro soslayado,
vida
de vida
late
tu caricia
no
hay retroceso ni regreso
tu
sangre me colmó en beso,
nuestro
cielo de amarantos
fiel
al respiro que alcanzó a ver
tu
belleza en noches de miel,
respira
tranquila mi vida,
en
este horizonte dormido
quiero
ser de tu piel ombligo,
que
no me sientas perdido,
quiero
ser Siempre tu sonido,
tu
eco alto que no hay pájaro sin nido,
esta
noche será distinta,
el
comienzo empieza ahora,
mi
sueño de araña
que
todo lo tejido
recompensa
trae a lo sentido,
un
avance de mi sangre,
ven
al nirvana del ruido,
anticipa
nuestro solsticio,
Yo
que te amo en mimbre de esparto
y
verde espiga de trigo,
fiel
comando el suplicio mi Margarita
de
los valles de mi sombra
displicente,
enamorada.
El
Castellano
Escarcha
de luz:
Hilvanando
sentires de plata
en
estrofas cuarteadas,
quién
a acompañarme baja,
mi
yunque despierto se alza
entre
madrigueras del sueño,
danzan
las procesionarias en fila,
queda
desolado mi alfeñique
que
canta en el clavo esta vez,
un
retal con retrato de quien fui,
las
pupilas en orden caminan
el
horizonte del cielo,
mi
aljibe de cobre será sentido,
es
un nido de grama
donde
corretean versos de espuma,
chirría
la carcoma
la
madera de mi espalda
donde
sostengo la sombra de Caín,
encumbrándose
de la fiera
se
alza mi bella entera
gritando
por más oscuros sentimientos,
¿Puedes
sentirlos?
¿Puedes
sentirme?
camino
fuegos
hasta
complacer el ojo humano,
destrenzo
el sonido de los árboles,
es
un cuervo quien soy yo,
es
un alarido que alza la noche,
por
entre sillas desnudas
del
alba sin final ni comienzo,
que
sólo juega y ríe con las luces,
despistando
flores,
entre
ruego y plegaria
mi
lamento tornó crujido de mi mecedora,
es
una vid y un olivo que vive lejos ahora,
una
linde en cruz con señero,
un
agujero abierto
es
una herida abierta
mi
pozo con palabras en vez de agua.
El
Castellano
Por
ti crascita mi voz un día desempolvado,
que
el cuervo me ungió la entraña,
oscura
de negra onda pitanza corva,
es
por este ser que se abre mi ala de noche,
un
día mal parado,
a
solas con mi endeble osadía,
Siempre,
un pico de grajo rehúye,
mi
cruel infortunio concebido,
nunca
la vida que he tenido ha podido
esconder,
escarbar un plenilunio,
mi
pensamiento que sea hueso esta vez,
de
azar desvelado, profusa mente,
destino
de su color de ala,
por
mi siembra que trascienda mi araña,
que
genere dicha enmarcada,
no
un funesto desapego,
quise
ser siempre, el cuervo mi ser aliente
porque
fui nunca por siempre,
imita,
dirige la senda que antaño fue mía,
un
corvo destello,
en
rastro de azabache,
áspera
templanza cruel la disonancia
que
te llena en alabanza,
pobre
mi despedida porque no existe,
brota
mi día que sin querer encendiste,
no
tengo elección, me queda una ilusión
llena
en borbotón de esperanza,
se
llama Gracias.
Gracias
a ti que la pena bebiste
de
mi vena socavada honda,
en
acequia que mi sangre lleva,
pudo
ser hoy el día más feliz que sentí,
miré
mi soledad zarpada
en
compañía del río,
y
sólo sentí alegría,
sólo
dije el mundo se hundirá
cuando
el color oscuro
me
impida pensar
por
no tener hálito ni humor
y
este río seguirá navegando sin final
tuve
más que su agua que me forma
tuve
su idea y mi ser se alza
para
saltar su montaña
de
todo quien que le quiera ver hundido,
exclama
un buen grito:
-
Yo soy libre.
El
Castellano
Sangro
y monto sobre un corcel de viento,
mi
vida fiel hoguera
se
va iluminando su ceniza
mosaico
de mi sino
un
diestro azogue del calificativo,
nombres
fugaces a la verdad de las cosas,
hilvanando,
esta araña que me teje,
como
encontrar mi número trece,
tomando
café con el bravo nueve
maestro
halle donde se halle
mi
numerología en espada,
una
hoz y martillo por guadaña,
vuelan
las águilas un cielo rojo en sangre,
creo
en el poder de mis ancestros,
creo
en el poder de su sangre de tierra,
porque
soy cuervo,
y
desempeño
elevar
su espíritu a los cielos,
mis
alas son palabras,
mi
casa es el terreno
que
si no está domado
cuido
mis pasos dignos de respeto,
para
no dañar el azar difuso
de
vida y su enclave en tierra,
quisiera
avanzar por tu tierra de fuego,
porque
yo me quemo en tus ojos,
förüq
desvelo que Significa cuervo
nombre
revelado en visión,
en
idioma antiguo como mis ancestros,
venimos
de la bruma gris,
la
niebla es nuestro traje,
de
la sombra del agua,
un
odio desvencijado,
por
la alfombra
de
quienes no son de nuestra extirpe,
ceniza
polvo de tierra
nuestro
pasado que camina,
abandonado
por el Dios vestido en soledad,
claman
los genii locorum
que
no han muerto, que ni el olvido puede con ellos,
Diancech
sana este mi cuerpo
Badhbh
Catha sigue fuerte líbrame del cobarde,
Epona
sálvame del semejante soy tu mala yerba,
Dagda,
Balar, Mórrigán, Lúgh,
y
tú mi amada Brigid poesía,
elevar
mi canto
que
yo con mis actos
os
hago un manto,
Cernunnos
comienza nuestra caza,
Candamvis
alumbra esta montaña centelleando
el
relámpago,
abriendo
el cielo de nuestra bruma,
tejiendo
nuestro amado ocaso,
que
jamás hemos visto los que vivimos en el suelo,
ahora
y siempre se escuche nuestro canto.
Esteban
El Castellano
Llueve
mi ser:
Habrá
un silencio verde,
la
pianola de mis dedos
escupirá
versos de cobre,
la
tierra cerrará en vals
escurriendo
por tus labios
mi
ahogada serenata.
Abrirá
mi colchón marino
una
sábana de algas,
para
naufragar flores y rosas
el
alba conjugará besos de mi sed,
encumbrando
mi anochecer,
cantará
mi martillo,
sobre
el yunque sonámbulo
de
mi cuerpo.
Se
afilarán mis cuerdas vocales
para
cantar:
Un
horizonte inmenso,
un
cielo emplomado,
ella
es dios es lluvia,
es
preciosa sonata
de
hojas bailando
el
origen de savia
ha
estado oculta
su
bondad, por miedo
a
que puedan hacerla daño
por
creerla debilidad,
siempre
aplomada
por
venas razones
que
enjuician
y
la apresan
por
quien ella no es
así
se decidió
por
la vía rápida
ser
única, ser sólo la mejor
porque
no tenía rival
ni
semejante
ella
era lluvia,
lágrima
de los dioses,
cuchillos
de raíces,
la
única bendición,
la
única destrucción,
eres
portal de vida,
eres
más que tristeza del cielo gris,
eres
un motivo para vivir
para
nosotros los seres de tierra.
El
Castellano
Quién
te tuviera:
Estabas
y no estabas,
estabas
en el viento
que
roza las sienes,
estabas
en las hojas de los árboles,
lejana
y cercana
según
seas mirada,
me
acariciabas la mirada,
te
alzabas por cumbres nevadas
y
cuchillos de grama
te
gritaban,
te
encontrabas en la margarita
sencilla
del prado,
cuando
la flor te posee entera
y
no hallas más brazos
para
jugar,
ríes
y lloras sin parar,
la
tristeza tornas
con
melancolía
de
quien te observa plena
como
un rayo de luna,
como
un horizonte malva
estampado
en estrellas,
como
un río y una mar,
no
giras,
eres
belleza sin igual.
Eres
madre de la naturaleza,
principio
y causa
de
toda era
desencadenante
perfecto
en
eterna hoguera,
un
ojo de un cuervo
te
observa,
siendo
de la noche
quimera
bella,
siendo
del día
laborado
panal de abeja,
eres
realidad
estás
en silvestres aguas,
en
la fiel madera
del
árbol que te lleva,
eres
agua de la rosa,
sudor
de todo amor,
estás
en la cueva
latiendo
su estalactita,
en
cada corazón vivo
y
en cada azar de muerte,
eres
sonido de viento,
sonido
de trino,
una
senda incontable de todo camino,
estás
y eres fuego, elemento vivo
en
la simiente y en cada alma que te yergue,
estás
en cada palmo de tierra,
en
cada siembra,
en
la simiente que espera,
estás
en cada planta
hasta
brotar en mi garganta
cuando
intento plasmar poesía,
estás
en todo lo creado, por manos
del
Creador Universal,
Belleza
eres madre de este planeta
y
del humano ser
acaso
siguiera.
El
Castellano
Un
nido de grama:
Cuánto
afán se midió en la estrella
donde
el tiempo amansa y se acurruca,
es
un afán perpétuo que deslizan los temblores
de
las femes sus cabellos,
no
fue azar ni ternura cabe
por
la sombra que tiñe verde
mi
cansado amor,
cuál
charco se vende a mis lágrimas,
por
una grieta acababa yo de irme,
cuando
nació de mi poema una escolopendra,
escaleras
a mi Sol carcomido en busca
de
un crujido invierno,
de
mi desvalido sueño
por
el que dejar algo más que mis ojos claros
al
mirarle,
voy
con mi canasta de limones
allí
donde las mozas trenzan sus ilusiones,
mi
caracol tiene su canto afilado
por
los soldados que violan espigas,
soldados
alados dónde irán,
una
casa se construye para que viva siempre
la
ventana pedigüeña del hijo.
profuso
monte desvalido
del
olmo que vive lejos,
es
mi savia un poder de dar vida a mis injertos
poblados,
una
furia que atraviesa
mi
vena de luz,
donde
juega y baila mi amado murciélago,
en
su colchón de luna.
El
Castellano
Reinos:
Mariposa
nocturna,
amiga
de las noches
que
escapadas revolotean en las luces,
mariposa
blanca, blanca nube, blanca muerte,
cristalino
rastro,
polvo
de estrellas,
Transmigración
de las almas,
Vuela
mi conciencia,
descansa
y juega con mi luz,
esta
noche mi alma es tuya
blanca
dama alada,
avoca
tu perdición en mi sendero,
olvida
tu atracción lumínica,
las
estrellas nunca se pueden alcanzar
bonita
ni la luz capturar.
II
Canto
carraspeado, estirando el calor
por
surcos y grietas de un rayo solar,
termómetro
yerto, estirado
de
todo espíritu muerto,
rejón
de grados tu cuerda de cigarra,
cada
simple vida de la nota sujetas,
por
un campo que haces tuyo cantando,
que
necesitaste medio siglo
para
florecer en voz,
al
viento que te dio garra
y
cimitarra,
tu
libertad es incuestionable,
agarrada
a un profundo horizonte,
cuando
el astro rey hierve,
tu
crascitas el canto de día
porque
la noche te puede,
para
el relevo del único grillo
que
afila el cuchillo del silencio
su
fiel gemido sin nombre ni reino.
III
Armazón
de quitina, acorazado
capaz
de avanzar con sus patas, guardando alas,
escarabajo
de todo ámbito y lugar,
tan
variado como único al mirar,
desde
la flor al desván,
tu
voráz fauce desde el árbol, a la flor,
desde
el desecho al coraje vivo,
suerte
desde el descender de tu larva
al
evanescer de tu metamorfosis,
azar
profuso reconocido en belleza de tu carcasa,
vida
de calma y pulcritud,
apetito
que no cesa,
muerte
que no detiene,
ni
elemento ni realidad que no ocupes
del
reino animal
Rey
insecto desde Egipto a Castilla
con
su gorgojo de la encina,
desde
un continente a ningún lugar
donde
no se encuentre tu nombre de Escarabajo.
IV
Cuatro
riendas aladas
un
mundo asesino de ojos,
corazón
en pareja,
planear
infinito por umbrales de luz y agua,
un
reposo de la noche en un ser vivo,
colores
de osadía por los que la belleza pinta tu cuerpo,
caballito
del diablo,
libélula
zigzagueante en esfera de mandíbula
espuela
infernal del ser que acechas,
mensajero
del cielo,
astilla
con alas de la puerta que abre la vida.
V
Ambrosía
de ser vivo sagrado,
oficios
y tareas consumados,
albañil
efímero tu dicha de genes elaborados,
quién
a ti te osase,
tu
esencia tu labor de escuela,
miel
de tu panal donde forjas hermandad con la Flor,
tu
tejer de los campos recogiendo,
siendo
supervivencia de casi toda planta
tu
legado Hymenóptera familia
tanto
depredadores como recolectores
abeja
que ante el peligro osas quitar tu vida,
en
defensa de lo que amas.
VI
Reina
araña de esta tierra de conejos,
ocho
patas acecho de los campos,
maternal
hasta llevar tu prole en el lomo,
araña
lobo capaz de enfrentarse
con
el alacrán y siempre ganar,
al
acecho desde tu madriguera,
un
hoyo donde vivir a la espera del despistado,
tranquilidad
serena te sujeta por ser de tierra
tarántula
lycosa lycosa.
VII
Danza
mi alvéo una sonatina
de
hormigas famélicas
quieren
alimentar a sus reinas aladas,
con
semillas danzarinas
en
busca de su nueva vida,
yo
margarita quiero mi vida contigo,
para
alimentar tu alma con versos,
nacidos
del fuego en fundición de verbos,
recorro
tu existencia
de
la que soy tu hormiga león
del
signo que me vió nacer,
la
constelación del cisne,
quiero
que sientas orgullo
de
que soy tu hombre
asi
no te dé un libro
te
doy sangre para que escribas trece,
has
demostrado belleza por tu fuente,
me
verás eclosionar de mi etérea crisálida,
mi
motivo para escribir a la naturaleza
descubrirás
porque soy animal de verdad.
VIII
Muerte
disimulada, hasta detener tus funciones vitales,
antiguo
ser en evolución detenida de insectos primeros,
ágil
correteas mis pensamientos,
muerdes
mi azúcar desvelada, habitante de las sobras de cocina,
habitante
donde haya humedad,
como
un río que habitas corriendo,
como
lepisma pececillo de plata,
tu
longevidad mayor que la de un gato,
destello
de que lo tuyo es perpetuo.
Moscardito:
Me
besó la mano,
era
muy cariñoso
eso
fue porque eres bueno
moscardito
lo es más él sólo pica flores ni lleva veneno
él
sabía que siempre he querido ser de su raza,
amor
mío reencarnarás si lo deseas,
osado
aquel que posee su vida
sin
preocupación suprema
que
no sea picar la flor,
ser
soldado alado
dueño
del mensaje del superior,
visitar
las plantas que Dioses sembraron
con
ardor, difundir la supremacía
que
trae y lleva la vida en caricia,
cabalgar
los vientos a merced,
ser
transeunte de florestas y campos encumbrados,
llevar
mensaje a cada flor sin despedida,
enamorarse
de la despensa de la primavera,
besar
sin cesar,
amar
sin dañar,
tener
condición
para
seguirla de por vida,
yo
rezo cada día
que
si muero yo renazca como moscardito
mosca
abejorro que hoy confundió mi mano
con
una flor,
amo
como él la flor
porque
antes fue ella que el animal,
que
soy yo,
cuando
nací ella ya existía
con
su azar de conquistar la tierra.
El
Castellano
Hielo
de mirada:
Abro
las puertas de mi mente
hacia
desembocaduras heladas,
y
tierras del hielo donde todo acaba,
una
sonrisa congelada con una llave de hielo
en
mis manos, es sólo un recorrido,
todo
empieza,
tu
vida hoy no es lejana,
ni
esta tristeza es del alma,
hoy
mi sangre se derrama
floreciendo
la amapola de tu cuerpo,
ese
por el que siempre pierdo,
¿cómo
de helada mi vida?
descansa
en las compuertas del ayer,
nada
se cierra la muerte está lanzada,
escapa
de sus redes tejidas,
mis
pensamientos se hacen contigo,
latidos
de lágrima descongelada,
muy
bonito, muy bello,
un
paraíso lejano oscuro,
navega
mi barca de una orilla
a
su confín de despedida,
aciago
témpano donde florece el viento,
por
un trino hasta el crepitar del sonido,
una
danza de hojas de otoño,
un
suspiro de cobre,
tu
cabello que me electrifica mi tacto,
soy
fuerte sin alabastro
soy
fuerte sin noche de azabache
soy
fuerte por la memoria del invierno,
que
se acurruca en tiempo eterno,
ventana
reflejo de máscara.
mentiras
de que estás viva sombra de Eva,
granate
de tu mirada,
sangre
de fresno con tus cenizas,
muerte
te beberé entera
para
que abandones mi botella,
pudo
decir todo y se quedó en lo hondo
como
cigarra que tarda cuarenta años
en
dejar de ser larva.
El
Castellano
Plubia
cordis:
Fuelle
del viento,
irascible,
despojado,
del
alambre crepitante,
es
del hombre este difuso cielo,
me
levanté y fui a saludar
a
mi Sol.
Le
pregunté si su luz
quemaba
más al mirar
que
en su época que lucía más vertical,
si
esa luz no quemara jugaría con ella
en
mis ojos,
que
hoy lucen
como
fuentes desvalidas
de
mis lentes,
un
marco, un hartazgo del mirar,
lo
que sólo se siente,
aquello
que mi flor brilló,
por
ser yo abeja,
un
irisado cristal del viento,
un
devenir que quiere estrellarse,
un
sentido de fuego,
por
nacer de la tierra de fuego,
ser
mensaje liminal
lo
siento porque la palabra acabo de crearla,
la
colina será inmortal mina,
pariente
del destello de este hierro,
y
la meseta que quema se ahoga
con
mi siembra del mañana fabricado,
los
elementos contando la magia son seis
dispuestos,
la cumbre de mi grillo,
Padre
que me protege,
de
cigarras que no cantan con motivo
creación
que me labra la idea,
diré
con impetuosa fama:
De
la montaña, al valle de niebla,
pasando
por ríos dulces de aurora,
ella
es tu DIOSA es belleza es lluvia,
lluvia
de corazón plubia amôris,
flagrando
su eterna consecuencia,
de
ser libre y silvestre como las aguas.
No
me cansé pero tengo que terminar
lo
que empecé, un beso al ayer
un
erizar de mi piel.
El
Castellano
Cuchillo
de sombra:
Un
charco gris,
un
cielo rojo,
coagula
mi fuente por destellos del alba,
se
anuda el quejido de la montaña,
un
sapo de oro y tierra
avanza
entre olivos de azúcar,
vicisitud
labrada,
sí
allí en el charco gris,
y
en el cielo rojo,
es
un cangrejo de río esta hábil tenaza,
prosigue,
avanza, en escarpia helada,
a
veces roto, a veces nuevo,
este
iris que me gobierna,
pregunta
a mis ojos de duende,
si
su dolor fue pasajero,
hinca
tu sombra en mi sombra,
arrástrame
la vida,
es
como una espiga,
es
más fugaz que una despedida,
abre
la puerta del negro lirio,
susurra
a este viento todo lo que siento,
aquí
y ahora que mi cuclillo descansa,
yedras
de esta maceta que se acicalan,
es
un túnel y una mina,
una
desgañitada caricia,
hijo
de la tormenta,
canta
el rayo,
acaso
me ves muerto,
yo
soy el encargado de abrir la compuerta
para
regar el tiempo,
no
busques más en mi aliento vago,
porque
no sirvo más que a mi alma,
así
me cueste la espada,
seguiré
en pie en esta azada.
El
Castellano
Contra
mi circunstancia:
Guía
de mi calendario
en
atroz
desmembramiento
de soles
llamados
días de noche yerta
y
sin reseña avanza mi letra,
es
un vaso de sidra y una espera,
fiel
eterno mañana
en
el que dejar
lo
que jamás haré hoy,
definido
en boca gris
de
darme al vulgo,
y
que seis millones de bocas
escriban
similar
o
casi igual a mis sarmientos,
sí
directamente me preocupa
porque
yo soy lo que escribo
y
no acepto copias baratas de este ser,
seré
mejor que el silencio
enarbolando
astros, plantas y sus verbos
de
imágenes por raíces,
lo
siento mundo no soy de vuestra sociedad,
no
necesito vuestro material
ni
vuestras fábricas de ciudad,
construcción
haciendo progreso
de
la BocaGris,
para
que todo lo pensado
esté
en proceso de construcción,
fábrica
deja mi felicidad
en
manos del viento,
que
mi poema es incendio,
deja
mi destino yo soy de tierra,
y
esta es mi eterna cepa
ahogando
el rol
tejido
del social humánimal.
Soy
lo que escribo repito,
como
viaje sin rumbo,
un
vertical azote de mis velas en marcha,
un
siniestro vértice un silencio mundo,
unos
ojos que hablan
y
se responden entre tubos,
estoy
cantando en la tubería,
estoy
rozando mi osadía.
para
consumir mi envoltura
de
tela de araña,
mi
sonatina despierta
mi
soga quieta del árbol de mi sueño,
enarenado
mi lobo de hierro,
queda
satinada mi estrella de agua,
ardiendo
mi sentido,
siendo
esto nada más
que
una bomba atómica.
Una
retina escalada,
un
cruce de dos estrellas,
en
vastedad atropellada,
del
ser, una rigidez de árbol
buscando
su simpleza de savia,
un
insecto y su corona,
un
pergamino mi escrito,
abriendo
este angosto camino,
en
alguna parte que eriza la piel,
fuego
del hielo me valgo,
de
mi maullido de pájaro,
entonando
mi pianola de sílaba,
todo
cambiaba,
resumen
de mi vida,
nació
y está empezando a soñar
desde
su muerte.
El
Castellano
Agua:
Eslabón
vasto, ardido, deslizado,
un
iris de gota que a ti te llega,
marcha
tenue, compás de tu eterna huida
que
te marca y da vida,
fulgente
fuente en infinitud de bocas
que
tu ser desprende,
de
su nombre y su alambre,
irisado
canto de nubes derretidas,
comunión
de trinos,
un
beso a la tierra que deja herida,
límite
de árboles y sus soles,
siembra
de azul,
despensa
de tu saliva,
hoy
buscaba belleza y belleza eres tú,
río
corre directo a tu nacer
río
levántate,
jamás
te canse tu desnacer,
efímero
latido de tierra,
tú
vena del cielo,
una
solar yaga del gris,
un
hogar, cuna de mi tempestad,
para
ser agua inmortal elemento
capaz
de crear y destruir,
de
vivir siempre tejiendo la realidad,
alcanza,
desvela que te debo esta existencia,
sin
saberte nada existiera,
equilibrio
que en tus vasos juega
para
estallar en creación llamada vida.
El
Castellano
Alma
en yacija:
Mañana
será mi vida
una
sábana sobre mi calor humano
inerte
en acto de no portar nada
si
no fiel materia asida
si
mi forma acaso tuviera,
si
yo no la creara,
si
no fuera contorno de mi forma
esta
sábana muerta
se
creería que portara amor,
dulce
aleteo ingrávido al peso,
tiempos
de cambio palabras a un silencio que muerde,
estoy
esperando las nuevas visiones,
con
mi canasta de limones,
estoy
aguardando la caricia de las sábanas,
como
recipiente de quiebro de sueño,
quisiera
escribir un poema con varias ramas,
anclado
en una idea que se difumina
la
identidad de ser ella,
palabras
inertes que quieren ser hechos
y
tener movimientos,
a
un profuso mar me muevo,
siente
mi devaneo,
llegó
mi momento
de
nada carezco soy real,
soy
de la tela de araña soy tejido que me lleva,
noche
noche te encuentro en mí,
fiel
yacija del destierro de mi sombra,
versos
nacidos de una única cerveza,
buena
praxis de mi romance eterno con la luna,
lunático
por venir de estar con ella en su ático de Madrid,
no
te esfuerces jamás podré ser realista
y
describir sin ser parte del asunto,
claramente
porque soy yo el asunto,
a
formar, en orden,
este
es mi rifle esta es mi vida,
por
la que sirvo y ejecuto un placer nacarado,
como
fruto de estrellas,
¿el
hueso?
Es
que no encontré un motivo claro para escribir,
solo
fue y será escribir.
El
Castellano
Ojo
de tierra:
Un
silencio yerto,
se
abre esta noche
por
ensordecer,
reflejos
de resplandecer,
en
este frío de ayer,
pasos
de silencio roto,
abre
una espiga
un
respiro, un latido
envilece
mi procesión de fuego,
cristales
que se rompen,
bisagras
que se doblan,
esta
noche
de
la nube de antes de ayer,
todo
se alza
para
llegar a ver,
recorta
este hálito de tierra,
un
suspiro ciego de hiel,
llega
para enloquecer
mi
sangre que tiene sed,
he
salido del infierno,
quién
me va a detener,
sombras
que gritan,
hielo
que sostiene,
mi
cruz del horizonte,
por
descender,
afilo
mis colmillos
hoy
se verán morder,
esta
ventana de sed,
rebotan
los tiempos,
muriendo,
diáfano
espacio
de
ausencia brillando
su
infinito parco de cristal,
llegaba
otra primavera,
sin
celda de madera
chirriando
su carcoma
que
mordía este cielo
con
su moneda
que
brilla mi idea,
esta
tierra late,
esta
mi sangre fluye,
cabalgo
este acre torcido,
recorren
florestas
naciendo,
brotando
fundiéndose
con tierra abierta,
soles
lloran escarcha.
del
nacer crepitando,
te
juro que avanzo
hasta
ser esencia de río
granate
de mi lustre colgado,
debo
aguardar
debo
escuchar
este
patio,
hablando
con la araña,
que
caza bellezas,
un
día recordará mi tiempo
que
fue mío,
dejará
de estar perdido,
y
este poema me dará de comer,
por
tener dos mil cien,
creciendo
en sus ramas
de
sangre negra,
ay
la tierra,
sí
esta tierra
que
me vio crecer,
por
la que siembro
mi
flor de viento,
desnaciendo
el tiempo
que
lloró mi ojo,
siendo
de tierra y para ella,
abro
que domino
esta
ceniza que me lleva.
Clama
la flor, abeja del lugar por gritar.
-
Ven, toma mi néctar,
déjame
compartir mi vuelo contigo.
Réquiem
por la flor, oda por la margarita
con
su mariquita, sauce caído,
cobijado
tejo, crepitando:
-
tú eres primavera.
Olmo
viejo en retozo,
quebrado
por la aguja silente
de
la carcoma.
El
cadillo miente, mientras el abrojo
clava
el sentido, quiere la amapola
ser
la alegría del lugar.
Cuando
el brezo enraíza
el
alma de sangre
por
derramar mi cuerpo yerto
en
la navaja, mientras
la
lavanda amamanta la abeja,
y
abejorro que llamé Genaro.
Amaranto
el firmamento
llórame
una estrella
y
su hueso de luna que
rompa
firmamentos
en
auroras,
que
venza colgándolas
de
las pestañas,
y
mientras las pupilas
en
sombra abren su cueva
en
la clamada verdad.
El
Castellano.
Soñé,
te viví, te besé,
te
anhelé, te abracé, te sostuve,
te
mecí en mis brazos,
te
acurruqué, te dí de mis labios
de
beber; hice tus piernas
recorrer
en pasión,
te
viví desde pies a cabeza
y
siento decirte algo:
-
que no me gustó, me encantó,
me
emborrachó, me drogó,
si
acaso, hubiese posibilidad
de
que yo no estuviese muerto
sería
por tu recuerdo, amor.
El
Castellano.
De
este cementerio viviente
que
me dejen ser la flor,
que
por lo menos
a
un muerto da calor;
y
al difunto, la caléndula su luz,
adorada,
nacida del rayo de Sol.
Quien
te quiere, te quiso y
te
querrá desde este corazón muerto
te
amo en albor flor tras flor,
elevado
resquicio de caricia
de
Diosa Ostara
en
resquemor de primavera
cardos
brillando en espina
de
dolor, desde mi nicho
pido
mi nicho de espinas y de cardos
cuando
llegue el momento
si
no a mi no me entierran en este cementerio del que vengo
y
que la parca fría venga a por mí que este hombre
ya
ha muerto y su último suspiro
fue
un yo te sentí amor
voy
a tu encuentro.
El
Castellano.
Diente
de león por clamar
el
prado yerto,
donde
lo vivo son las plantas silvestres
incluso
el cardo de las damas, las malvas,
las
piedras agujereando el terreno
molinillos
al viento, por gemir caléndulas silvestres y
papaver
hibridum, amapolas roheas sangrando
borbotones
de sangre de tierra por brotar
plantago
por llenar el campo de espigas con flores,
todo
escarabajo gozando de la flor
cómo
decir que la flor sea sólo la flor,
si
del reino animal es templo, hogar y morada
donde
todo empieza y todo acaba.
Margaritas
en envidia miran tus ojos
y
luego miran las estrellas,
una
sabia dice y afirma: son mejores
y
más bonitos
sus
ojos que ardieron los luceros,
vidas
de tu entraña alborada, que el oro no es oro
sin
mirar tu corazón;
Corren
las amapolas, de tu sangre arden en hoguera
incombustible,
plena, yerta, indescriptible esencia.
El
Castellano.
Golondrinera
frágil, esquiva,
reina
luz del bosque de las sombras
con
tus amapolas amarillas,
los
luceros del cielo.
Por
poblar jacintos silvestres, tragopogones,
amapolas
por doquier
amando
la primavera entera
en
un mundo que cae disuelto
en
espinas de cardo y alhajas
de
flores de todos los colores,
mi
templo, mi casa, mi hogar, mi albor,
sin
alcanzar las plantas silvestres
por
poblar este mundo silvestre por mirar
y
dan ganas de tumbarse
y
ser la flor de muerto porque me tumbaría
para
que me crezcan las malvas
y
mi cuerpo críe malvas y cicutas rojas
y
negras de tinta y sangre
mi
condenada bandera.
El
Castellano.
Estampa
quieta,
tejida
en el umbral silente,
nacido
de las sombras
y
sus benditas estampas
de
damas de noche,
la
flor blanca estrellada
canta
tambores de la tierra.
Y
los grillos afinando el violín están.
Las
margaritas tienen el te quiero tatuado a fragua
de
la flor que sea flor, belleza creada del rayo de Sol
y
su albor mecido por dioses, acariciado por Ostara
el
humor de primavera cuelga de las faldas
mientras
mujeres hilvanan
y
trenzan sus cabellos en oro fino de seda.
Yo
soy un humilde escriba de la flor de difunto
caléndula
officinalis,
por
la que el muerto
encuentra
luz.
El
Castellano.
Bebo
de quel cáliz antiguo siento las estrellas
buscando
la respuesta para ser feliz.
En
la planta en albor que crece del rayo de Sol,
sabiendo
un secreto de druida de que si miras el Sol
al
amanecer minutos y minutos todas las plantas en flor silvestres
brillan
incluso más fulgente que el rey lucero,
todo
lo colma su brillo, la tierra deja paso a toda vida en color,
a
través de la caricia nos trae Lugh.
Reinando
el Sol está, hablé con la lombriz de boca gris
que
apareció tras mirar fijamente preguntando
a
una flor de difunto me comentó
que
podría indicarme de la tierra
donde
todo es libre, no hay dinero, todo vive por suprema
ley
natural, sin miedo ni odio.
Le
pregunté a la lombriz que dónde quedaba aquel lugar,
y
me dijo con amplia voz:
-
bajo tierra.
El
Castellano.
Monte
elevado en el horizonte,
brezo,
encina, carrasca, esparto, espino,
todo
crece en albor sin preocupación suprema
nada
más que seguir viviendo y echar generaciones.
Hoy
me desperté y contemplé la ciudad con todos
los
edificios grises, como sus gentes
todo
pasa de tierra y aquella que me dijo la lombriz
boca
gris me espera, así tenga que estar mi cuerpo
frío,
caído de hoja en otoño, no espero vivir eternamente
ni
ser festín de gusanos tempranamente.
Yo
acabaré por entender la mentalidad de aquella lombriz
de
su tierra, que no hay preocupaciones,
fue
el ser humano el que inventó el dinero
y
la esclavitud que trajo.
El
Castellano.
Amapola
silvestre,
llévate
mi sangre a las entrañas del inframundo
así
como tus pétalos elevan la sangre de los suelos,
que
tus raíces me conduzcan al tercer reino.
Ooh,
espino amarillo, que bajo tus espinas
han
visto infinitud de cal varios nacer los montes
y
senderos, que todos llevan al mismo sitio
a
perderse en el elevado espino de tu luz.
Ooh
elevado, cuál sería tu misterio
para
dejar a este escriba absorto.
Brezo
silvestre, sin miedo, tras el olivo
te
vi crecer, y una margarita cerró junto con el verso
de
la caléndula arvensis que tapó con sus pétalos
en
cuña, al caer la luna al cielo.
A
tí Genaro, abejorro de mi jardín
te
extraño y echo de menos, bonito.
El
Castellano.
Corre
trémulo a desgañitarse el cosquilleo silente,
que
avanza, que recorre tus piernas en ambrosía y miel de dioses
junto
con tu aura y alma de dulzura sacada de raíz de la tierra, mi hada
ni
una flor se te cayó, ni un pétalo dañó, agarraste enraizada con albor
y
tú tragopogón, duende, el mismo destino de rey silvestre te espero
y
aguardo en mi maceeta, ya que en lo que llevo viviendo
ni
una planta se me ha muerto con mi don,
hasta
amapolas comunes vieron florecer mis macetas,
hasta
margaritas de manzanilla gorda, hinojos, brezos, jacintos silvestres,
crié
como un dios creador, dador de vida incluso de la humilde semilla
de
la calendula officinalis.
El
Castellano.
Mi
vida te escribo como gota que va a los mares
tú
que fuiste altiva, ningún humano te pisó
los
dioses honraste y te honraron
desde
el cerro al abismo, tocado y acariciado
donde
todo surca la oscuridad madre
y
dama de noche sin afectarle el cielo
de
la yerta amapola de luna desangrada
y
su estramonio vestido de gala de estrellas.
Todos
bailando en la fiesta de los no importados
menos
la rosa y el clavel masculino
que
tiraron abajo el telón para comenzar la gala
y
el baile ganó la datura con la dormidera
por
sus trompetas de los ángeles abriendo al clamor.
Romance
heroico:
Wotan
y Fenrir gigante son lobo,
Odín,
Fenrir, inmortal y Setanta.
Ragnarok
llegó ya, mas se abre el yelmo.
En
fiesta pagana va verde ropa
héroe,
tiempo, altura sin cimiento
héroe
inmortal, padre Lugh Dios era
si
quiere usted más saber, ya digo
poderoso
padre, él como la parca
escurrirse
en la lucha, espada zorro,
Señor
Guerra, como hielo aislaba presa.
Dectire
madre mortal, rey su abuelo.
Despertaba
al hijo del Sol mamá.
Con
su ejercito, él las victorias hizo
descuido,
lanza en su vientre tajada
al
lago fue con tripas fuera, él todo.
Cuervo
sangre beber, -¿Eres Morgana?
Carcajada
feroz, Morrigu tuvo,
ya
le tenía por muerto, Ángel Macha.
Se
ató en piedra, en pie matando, él, esfuerzo,
mató
en pie hasta que sangre hacer legaña.
El
Castellano
Romance:
Flor de helecho
Suena
el río, agua llevaba,
alma
de fada silva ella,
bebía
en la orilla alegre
flor
roja lloró su tierra,
blanca
cierva a fada triste
cazador
hiere su flecha,
enhiesta
espina gemía
flor
abierta brotó en yerba,
fada
herida ya descansa
latiendo
la parca negra,
yace
en helecho silente
suspira
su sangre yerta;
Enamorado
el helecho
una
flor mágica asienta,
tambores
suenan la tierra
los
duendes lloran su fada,
ahora
el helecho era ella,
mueven
la piedra ocultada
cazador
tropieza cerca,
el
río ya lo llevara,
fada
flor de helecho yerra
duendes
cobraron venganza,
cantó
lo que el bosque alberga,
misterio
de cierva fada.
Fada
flor de helecho inverna,
cicutas
toman la sangre
veneno
hacen, blanca cierva
cuervos
la cena discuten,
cazador
ya río lleva,
lleva
el río su latido,
campanillas
suena yerba
duendes
coronaban fada,
fada
su vida celebra
los
espinos la cuidaban;
Flor
de helecho fada bella.
Enhiesta
flor fue semilla,
altiva
plántula fue ella.
Quién
fuera ella, tan linda.
Él
fue y es, ella no yerra.
Aún
plántula fue fada.
Valor,
honor, sí fue cierta.
Él
aún duende a ella la ama.
Ella
la flor, no era yesca
ellos
cuatro siglos ''juntos''.
Los
dos sí saben, ''leyenda''.
El
Castellano y Leannán-Sídhe
MIGUEL
ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
Duerme
Ostara
Stellaria
ya abatida
caes
junto con la sazón
del
geranio de los caminos
y
la pequeña fulgurada
calendula
arvensis
de
brote temprano
antes
de Ostara
el
camino en verdor
y
color rajar copón
quién
os elevase
y
os diese voz
vuestro
ciclo de vida corto,
sabiduría
de la conquista terrenal
y
la dureza de vuestra simiente
por
el estío mas el frío marcándolo
sin
guardias vuestros romances
esperando
sus soldados alados arribar
halla
o no tapial de la franca puerta
del
Creador Universal,
campanillas
ipomeas mece mi tierra
que
sin ser de nadie
sólo
vuestra.
Os
acompañan malvas, abrojos,
dientes
de león e infinitud sin condición,
malo
el hombre vosotras nunca
malas
hierbas sois,
cumplís
vuestra función en elevado amor
sois
color de flor,
pasión
del animal visual que os habla
desde
Castilla
a
su antiguo cementerio viviente
de
Alcalá de Henares (Madrid)
invoco
vuestra alma
para
que semilla que toque, semilla brote
llegado
septiembre
como
siempre me ha ocurrido,
os
pido se mantenga mi Don
jamás
os dañé ni perjudiqué
con
ni sin razón,
os
amo; Que siga vuestra eterna conquista
del
terreno en albor.
El
Castellano
Romance
del destierro:
-
Mi
raíz arcana anclada,
dejas
el etéreo espacio
en
eterno cementerio
tu
silencio amalgamado.
Yo
era taciturno espectro
misterio,
parajes blancos
que
salvajes en tu lengua
confrontan
en yermo arcano
saciando
mi Baco imperio
de
soledad que amilano
sin
inicio, sin futuro;
sólo
aplacando los diablos
y
esa idea primigenia
cual
ojo que jamás hallo
descansando
en alegría;
ocho
hijos que me has dado
más
los bastardos impíos
reconocidos
sin ralo.
Anudar
aún sin vivirla
mi
vida; que deshilacho.
Desfallecer,
despedirla
por
corona y candelabro
sí,
mi raíz es de plata
al
fervor de soles me alzo
como
cobrizo capullo
entre
polilla y gusano
devana
mi sangre, rueda.
Transmigra
verde que escancio
sobre
espica, sangre hielo.
De
infecundo humor humano
con
coraza por pechera
carcoma
en espuela calzo,
mi
tomo de tierra venzo
roja
sangre que yo esparzo
pergamino
en vana ciencia.
Que
los abrojos espanto
espejo
terrenal hondo
mi
sonido injerto orando.
Sobre
mi yerta armadura.
Escita
alma, el Castellano.
El
castellano
Soneto
apto
Crueza
sembrada:
Amándote
ferviente, nueza llama,
presa
amapola en sangre se quedó,
sonriente
aurora, veza la heredó,
tu
corazón alqueza, fuerte se ama.
Renuevo
esta mi sangre, pa' ser rama;
Veraz
la rosa, amor siempre alegó.
Al
latido, su beso le ofreció,
la
flor abierta en agua se proclama.
El
estambre, súplica nocturnina,
piel
acaricia , ya brindó mordaga,
su
gineceo blanco, sanjuanina.
Óvulo
y ataraxia, adreza aciaga,
tierra,
anclada la doña saturnina;
Germina
fértil vientre, enhiesta briaga.
El
Castellano
Sonetillo:
Fuerte
veza.
Crueza
suerte.
Muerte
reza.
Nueza
vierte,
Diablo,
hablo
mudo.
Cielo.
Duelo,
viudo.
Abreza
que adreza,
aceza
con agudeza,
esa
belleza despliega,
con
pronteza, la alteza,
escurraja
desliza,
fiel
perfidia en pereza,
dulceza
habla su clareza,
corteza
por variar
acaso
adereza,
afirmo
la alqueza una,
ancheza
del alto lar,
lindeza, listeza, por
llaneza,
lleneza,
abre
longueza, sin par
de
majeza abierta ella,
maleza,
la osada,
ensimismada
roza
malveza,
manseza, ya.
El
Castellano
Soneto
correcto
Amándote
ferviente cada llama,
presa
amapola en fuego se quedó,
sonriente
aurora, ella la heredó,
tu
corazón caliente fuerte se ama.
Renuevo
esta mi sangre, dulce dama,
veraz
la rosa, amor siempre alegó.
Al
latido, su beso le ofreció,
la
flor abierta en agua se proclama.
El
estambre una súplica advenida,
piel
la acaricia y le brindó su daga,
su
gineceo blanco, su avenida.
Óvulo
atravesado cual semilla
su
tierra, anclada joven la biznaga,
germina
fértil vientre, enhiesta albilla.
El
Castellano
Venas de luz 2
Venas
de luz:
Yo
te busco luna entre bloques de hormigón
y
cemento, entre violetas escarchas, yedras
nocturnas
de este cielo sonámbulo con suelo calizo,
me
rehúye tu ojera de nácar ciega, segura,
colgándose
de mi puente escarlata, férreo, soterrado,
mas
te escapas por las turquesas ramas
cielo
plateado quién te tuviera, esta tu rama de idea
entre
las manos tu miel de niebla, húmeda, trasnochada,
cual
panal de lumbre quieta, deshojada,
tu
lágrima que viste de locuras, de esquilmada luz
y
sus azucenas,
mi
noctámbula sangre y mi tinta bermellón
que
te aguarda fiel a la espera, en la Torre de Hércules,
tu
camino que serpea, y mi soga blanquea,
alumbrándose
los árboles erizados, vespertinos,
que
en lluvia cantan, su serenata santa,
acequia
de tu ser, que la bruma pervierte,
colmada
a tibio reflejo en fanales cristales sin tajo,
de
tu hueso crepitando, apostando,
dunas
del sueño, y metales esquivos
con
azabaches siniestros,
cuentan
los astros
que
tu belleza duerme en sus incesantes
hogueras
de sus cestas,
tú
que te escapas por entresijos de negra ala,
quién
te tuviera en sus palmas,
como
destello escaparías
dejando
una estela intangible, áspera, maleable,
de
blanca pupila y granate adornado,
naciendo
de ti un gris ciprés
las
canteras se te rindieran, en presura,
un
silo alto como tu luz de ojos abiertos,
treparía
tu enredadera entre torres de belleza,
y
brotarían las blancas estrellas
damas
de noche,
llorarías
tu oro blanco en abrevadero,
por
tu escarpada longitud
y
un eco nacería tuyo, solo, carraspeado
de
la luz y de la sombra, una cadena para tu belleza,
que
tus venas lleva,
en
verticales pestañas negras, plenas, beatas,
en
insignia sangrada, renacida, renombrada.
El
Castellano
Cuervo
de idea:
Crispa
su metal
como
fuente insoslayable
del
azar que vuela y corre
destellando.
Estridencia
recta, dorada al gemido
en
hoz de guadaña,
es
una espera mi fiel apostado mañana,
cumbre
sin rizos de alba.
Yerma,
plácida, no sostenida,
mutable
de verde caduco
al
sostén que su pecho hiende,
erizos
de senil ascua.
Dioses
anclados al servil gozo,
consumado,
me alzo que levanto,
negras
tardes de las tierras,
salvaje
canto en abismo prendido, soterrado.
Ara
en fulgor de combate
con
mi serio descampado,
rige
y exige la semilla al Diablo.
Fiera
de las fieras,
compostura
que sueña la guerra,
fanales
hogueras en colmenas y sus gentes.
Oscura
esta noche
de
oscuridad y umbría niebla
que
cuelga la luz.
Miro
la sombra, me desliza su estampa,
ondas
ténues en acristalada sien,
lima
ideas a la fugaz, encarnada siega.
El
Castellano
Raíz
descubierta:
Sueño,
un haz subordinado
hoy
tuve una experiencia
subjetiva
al cansancio intuido
de
aquel retoño de lagartija salamanquesa
de
mi pared habitante de mis tiestos,
la
regué y corrió a detenerse vertical
frente
mis ojos,
en
aquella pared donde caza,
detenida
sin presura,
yo
acerqué mi mano tapándola
por
completo sin asustarse siguió inmóvil
y
pude acariciarla con cariño,
empiezo,
que
no he terminado,
enmudeció
mi soliloquio confinado,
abandoné
mi voz,
bajo
el latir de tierra
sangre
huye,
rojos
carmines en avidez
de
rizados estambres,
sobre
las montañas y su blanco gineceo,
esencias
despiertan,
palabras
bullir
en
carne fundida de suelo
en
fértil, serena de aliento
en
bruma niña,
madre
de este gris anisado,
con
crispado horizonte,
toda
caída sin destello
ni
florida estampa
que
seca mi ala,
iris
de soturna
carcoma
mía
en
tejado de oscuridad,
de
tronco y su nido,
vamos
tejo,
si
yo creo que eres mío
háblame
de tus penas sin escapar,
de
tus romances oscuros
a
vientos de luna,
piérdeme
la compostura oxidada,
haz
que me lloren sin miedo tus hojas
que
yo deseo ser tu eterno amigo,
compañero.
En
raíz descubierta
que
afila el tiempo,
será
mi cuerpo.
El
Castellano
Al
acecho yerto,
sin
par de fauces sigilosas,
carnívora
en
quitina alumbrada,
madre
de tu compostura
silente,
en
brazos de susurro
de
tus hondas patas,
abres
tu descanso
entre
soles de cuarzo,
yo
te dije sal,
que
te quiero hacer retrato,
y
bueno
hoy
salimos sembrados,
de
un cuarto
dio
el mismo sol
su
encanto,
fija
en el segundo
sin
matar tu sed
de
poder
asesinar
sin manto,
ni
red,
seguiré
tu
ímpetu postrado,
allá
donde vaya
tu
enseñanza me seguirá.
El
Castellano
Infamia
tornasola:
Áspero
relente
sobre
una almendra rápida,
frío o caparazón sonoro,
eterno
secreto dentro
tus
labios malvas;
duele
mi celeste marca
infamia de campo abierto,
la
última lagartija me espera,
encima
mi labriego
del
barbecho al crisol
de
mis sentimientos encegados,
tiembla
la lira
sobre
tu pecho
como
muere la luna en el agua.
Tierra
húmeda,
batiente
es tu vestido
donde
crecen flores pudorosas,
inexpugnables,
imágen
impasible
como
ruda caracola del silencio,
siglos
desnudos
que
tu intelecto solloza.
Bravío
cantil de láminas sin memoria.
Sombra
de mi ternura
que
a ti te abraza,
gota
extensa que precipita mi tierra,
rosa,
cernícalo, vida,
disfraz
de nombre caduco,
luz
que arrostra,
cruel
avenida
de
mi felicidad desertora,
verde
falaz de la mudez primera.
Un
puñado de sangre
es
mi estigma adentro tu océano
que
no existe.
Pétrea
amapola
sin
sanguínea tormenta
del
bermellón,
quiero
brille la luz
de
mi azur
dureza
esquilmada.
Abren
las oscuras raíces
de
mi ciprés
la
adusta sombra
que
alimenta mis ideas.
Cobre
yacente,
impelido,
límpido
mi
dios que florece,
hueso
de durazno
en
este cielo en tierra,
luna
inabarcable,
dichas
amarillas,
filos
endebles, ojos en furia,
quietud
que huye el bastardo.
Oh
Sol, justo,
fósforo
que prende
mi
carbón con tu beso
de
espuma flamígera,
inviolada.
El
Castellano
Prendido
en hiel de un abismo,
desdoblado
compás y su sino,
crujiendo
el alba más preciosa,
por
esquinas del cielo de nácar,
es
esta escarcha un fiel carruaje
desmembrado
entre corceles ciegos,
cabalgada
cordura entre cristales,
entre
espejos ardiendo,
un
calor entre calores,
una
vida que ni sí misma
se
deja atrás.
Avanza,
mece, y se deshace
corre
vengo por ti,
traigo
entre lirios del campo
mi
silvestre trigo,
tráeme
tu voz, tráeme tu vida,
estoy
moliendo mis azares,
haciendo
surcos en mi alma verdadera,
trilla,
trillando tu sentir morena,
esta
espada que es una quimera,
entre
juncos desnudos,
entre
pizarras y cuchillos
alzo
que vuelvo a nacer entre hierro,
luchando
por la luz que me corresponde,
desnace
esta era,
entre
de mi siembra la espera,
por
esta cerca el campo
que
dueño acaso tuviera,
ni
inspiración cabe con barreras,
la
idea quiere marchar ensimismada,
por
riendas de un caballito del diablo,
una
desventura en plomo
un
mar de esferas es todo lo que siento,
por
si pudiera manifiesto,
que
el gris teñido de bruma,
abandona
su sepultura,
vuelvo
a mi gusto muerto,
la
sombra que me envuelve
preside,
rige, y desnuda mi alma,
para
ser por fin rosa de sangre,
vestida
en azules trajes nocturnos,
mi
semblanza a este ocaso
que
mi voz sucede.
Entre
espartos de mi iris,
por
alfileres sembrando
clavos
del campo,
anochece
siendo de día
resplandece
la una ausente,
y
gozo la soledad de mi suerte,
sintiendo
por fin dicha
por
fin alegría
descubriendo
este horizonte
por
mares de sentir que valgo,
y
que sí puedo
que
lo vuelvo bello,
hasta
en tus molinos que amanezco,
silos
oscuros por yedras que te alcanzan,
es
mi siembra una locura quieta,
es
mi compostura de primera,
por
la que clavo a mi destino
este
abismo de tinta
encendido.
Opacidad
estridente:
Romo
metal
o
estallido,
en
cumbre de ramas
aullando
sordas
bajo
un viento
que
llora su transparencia
ahora
habitada,
Padre
mío
dime
tus fugaces penas
que
cuajan
los
febriles destellos
de
luna pasajera
amilanando
su alta ojera
traspuesta
a rayos virginales,
en
opacidad de soles hirientes
y
ascuas empíreas,
es
un soborno que alzo
palideciendo,
abriéndose
mis fauces
tiemblan
de oídos los cielos
contemplando
rectos
sus
cernícalos.
Mi
corazón ya no más
es
piedra rodera,
es
aromo espinado,
con
forma próxima
a
espina mísera.
Abro
tu blancura destilada,
justicia
de la belleza, una.
Abre
mi caracol de espejos
su
deslizado halo
que
oscuro sin ralo,
llena
mi hueco latido.
Never
more.
El
Castellano
En
este linde se construyó mi pecho habitado,
se
escaló la colmena de labios grises,
por
la escarapela fluía veloz el sosiego
de
mi vida quieta,
por
romances oscuros caminaban mis nervios,
una
ruptura de estrella
tumbaba
la compuerta de la belleza,
para
sembrar allí latidos etéreos,
recto
escalafón dorado al beso
y
tu cuello me nace doliente
fulgente
fuente enternece mi suerte,
yo
hablé con mi amor que no existe
y
aturdida me contestó la voz,
era
como un eco sordo en alta voz
resquebrajando
un patio de perdices
y
altiva sonaba por las cumbres
jugando
y riendo con lobos
sí
esos que habitan mis ojos,
aullando
y espantando los dolores
en
mi sien,
mis
dolores que se querían
como
hermosas flores desnudándose
en
altas espinas profundas,
allí
sólo caminaba mi rosa, toda
siento
deciros que yo soy del viento
y
el viento es mío
en
estiaje gris pálido cruza mi relente
del
cielo su lluvia,
con
impetuosa fama,
sacude
la tierra y su flor bella clara ,
dejándome
ser como el rocío primero
en
recorrer tus labios,
quiero
habitarte en canción
que
haga surcos de mí
en
tu alma verdadera.
El
Castellano
Romance
de destierro (verso libre):
Raíz
arcana anclada,
dejas
el étereo espacio,
en
eterno cementerio
de
tu silencio.
Yo
taciturno espectro
misterio
de parajes salvajes
que
en tu lengua
confrontan.
Sacio
mi lacio imperio
en
soledad sin inicio
sólo
aplacar tu idea
cuál
ojo sin alegría hallo
ocho
hijos me has dado
más
los bastardos reconocidos
anudar
mi vida sin vivirla
es
desfallecer sin despedida
entre
corona y candelabro
me
alzo,
al
fervor de soles.
Sí
mi raíz de plata,
Como
gusano y como polilla
no
me marcho,
oscuro
gusano
en
volátil capullo de cobre,
devana
mi sangre que rueda,
transmigra
tú mi fosa,
qué
humano se deshilacha de su obra,
infecundo
escote sin gloria,
coraza
por pechera,
tu
forja de alma no abandones
ni
con forzoso anhelo
de
abandonar tu querubín
en
tomo de tierra
aun
la carcoma en espuela,
vencerá
a la corrihuela,
en
secuela despierta libro
que
te hace sangre
como
a la tristeza bóveda,
y
su sombra a fundirse entona,
avanzo
sin cárcel ni insomnio
esfinge
de mi carne perecedera vuelves
arrollada
a nueve cerrojos,
roja
sangre abrir puede;
tú
eres mi umbrío tomo
que
busco en la Tierra;
como
fe en tórculo
rige
tu blancura,
pergamino
de vana ciencia
que
profunda se hunde,
hinchando
el viento
de
tus metálicas alas,
verbo
encarnada
sin
margen ni acerbo,
llorara
mi alma
en
tu rostro
espejo
mi gloria
de
dios sin nombre
ni
conocida lumbre
y
mi ser incumbencia
sostiene
armada sin anzuelo.
El
Castellano
Noche
lúgubre y umbría:
20
septiembre 2011
A
ti noche oscura te escribo.
¿Por
qué no me das el sueño que tanto ansío?
Paso
noches enteras de insomnio escribiendo poemas hasta
enloquecer,
llevo ya cinco días sin dormir y veo que se van
mermando
mis facultades mentales y escribo frases sin sentido,
garabatos
en hojas de papel.
Me
asomo a la ventana y contemplo las sombras de la noche como fantasmas,
deambulando
sin rumbo.
Mientras
apuro la botella esperando matar esos fantasmas de
mi
cabeza que suenan como delirios con sus voces.
Me
estoy volviendo loco.
Solo
veo sombras y figuras que se dibujan en tu oscuridad como
demonios.
Sólo
los gatos y lechuzas salen a cazar como los murciélagos.
A
ti noche lúgubre y oscura te escribo que bajo tu protección de tu oscuridad
ven
salir los ladrones y asesinos a hacer sus acometidos
de
muerte y delito de acero y sangre.
A
ti noche lúgubre y oscura te escribo.
Tú
que no entiendes de genocidios ni de muerte ni de fosas
comunes
selladas con cal y tierra ni de fusilamientos.
Tú
solo ciegas la luz del sol y solo el fuego y los fusiles iluminan
tu
oscuridad.
EL
CASTELLANO
Frontera
tu letra:
Se
enervaba el sonido del tambor dificultad, soterraña vista sin aspilleras
refugio de luz bajo la tierra. Voló sin visión mi vencejo de arena, seguía
levitando en el aire mi fantasma, encallecida la soberbia entre paneles de
plomo, refresca la idea. Frío se miraba enlucido, sentado entre pilares de
fuego, escribano de la estación meditando, esmaltada la mañana en ruptura del
hielo, y sus rosas huecas. Sí me arrastré por la miel del beso esperando andar,
madre viuda de ausencia ocupada, mi sombra hecha padre entre bruma y humo de
tinta, rastrojo que viaja al hoyo del sol. Me blandía mi estima al peso del
hierro, hacia la frontera de escritura, nulidad deslizaba la ventanilla.
Desvestido
hueso, mineral candente
avanzando
por un carril que marzo
bañaba
sexual,
trinchera
con centinela
aspirando
humo de bruma,
entre
amapolas nucas,
surcos
de honor afilaban espigas,
el
forraje decía quién más fuerte.
baldío
encrespando la suerte,
ojal
de tiempo florecido
del
yerto mejor,
sentir
entre la roca esperanzado,
luminosis
despertando.
Me
tumbé entre la dorada grama
me
creció un espectro
que
hablaba silencio,
y
amaba sin importar su verdad.
Abierta
zanja, abandonada sien,
era
un miedo atroz
tejido
a no tener mejor.
Noche
silo de oscuridad
destapada,
traspasas
mi
ventana entre espejos
tu
voz se hace la dormida.
Carruajes
malvas del sueño
taciturno
entre las espigas.
Fuegos
y fusiles iluminan
tu
dama de oscuridad
amanecida
por soles
que
bajo ella
parecen
de trapo.
Canto
a tus pestañas morenas,
alcanzando
tu osadía
de
oscura dama.
Llora
mi azabache
por
tener piel de arena
y
brotes de la noche.
Por
estos nidos carcomidos,
mis
abejas construyen
sus
panales.
En
fúnebres procesiones
de
todo lo que dejó de ser
y
así descolgar
de
esta araña la eternidad
entre
sogas de mi calor humano.
Verdes
ojos míos,
verde
trigo
de
mi verde sino.
La
noche quiere
ahogarse
en mis ojos,
que
su sonido
visten
y desvisten
por
carcomas,
del
mutilado iris insomne.
Es
sólo sangre en tus ojos.
Telaraña
de vorágine,
araña
descendiente de enturbiados,
de
lúgubres pensamientos
de
etéreas raíces en punta.
Blanco
sueño devorado
al
compás de cuclillos nocturnos;
en
ondas de listadas cadenas.
A
la esclavitud del latido
encorvado
trino,
es
el final dictado
de
la oscuridad;
la
era lumínica
comienza
de esta esfera.
El
Castellano
AZUR
DESNACIENDO:
Esencia
intangible,
no
hubo na terra,
que
ni dioses
osaban
mirarla,
ni
albergarla;
ella
sollozaba,
cual
flores, incredulidad
brotaba.
Ella
era encargada
de
sembrar en ellas,
rocío
perplejo
que
en suelos germina.
Pureza
en
venas;
lo
que la perfección era.
Crisol
no sostenido
por
cauces febriles;
inteligencia
en
mares secos;
abejas
de ideas,
colmenas
con
intelectos graves.
II
Que
cubre valles y peñas
inusitadas
y
sus penas ahorca;
su
misterio
enhechiza
toda alma
quién
arrullarla sin dañarla pueda,
será
dueño de la llave
que
encierra a la virtud
no
enseñada.
III
Cae
la noche,
sobre
ingrávido
lecho
de mi juventud
acostando
luna de cuarzo
entre
áspero frío.
Cuerpo
mineral candente
quieto
en pantanos de tela,
retorcidos
sus destellos
en
esta nube de leche;
el
fango fragoroso gira,
imploro
a esta luna que ame,
y
el morado cielo ladea
mi
sangre verde.
es
por este escarabajo
que
llega el verbo.
Soledad,
soledad tus pulcras alas
que
vencen auroras de adoración.
Aurora
funesta clavada la hora
vorágine
o trasiego
LUZ
que ignora
si
acaso nace.
Tu
liso, amarillo barco,
de
oscuro torso.
Tus
infinitos beso
dime
corazón al apoyo
de
tus párpados.
Cuál
profunda verdad
en
esta espectral rivera
de
ondas líbicas.
Espuma
densa
de
océano de ideas entregado.
Profusa
ascua invencible
es
mi dolor que más no quiere
retirarse;
que
sentencias invade todo ojos
montaña
de hojarasca;
cristal
de pulsos
que
tu imagen toca.
Suspiro
fresco
en
labio extinto de sombra
día
que no se encuentra,
su
densa forma.
Cuerpo
con agua de estrella;
querer
vivo que llega al aire,
tiende
y espera.
La
muerte que renace
por
fuegos de brea
en
el aire.
Abren
batientes pétalos
de
viejo silencio esquilmado
estallado
esplendoroso.
Acurrucados
sobre un lecho
que
la brisa abre;
trocados
rayos de sol
esquivos,
en plano de verde follaje
por
azur causados.
Astuta
golondrina encontrando
la
dócil rama.
Mundo
sin mentira
de
la vida,
se
abre este mi manantial,
reluciente
de esmeraldas, desposeído.
Y
todo siente:
-Que
la sangre miente.
IV
Terruño
ojo victorioso
aplaca
sus arpas irascibles
estrujando
abismos dolorosos,
petrificados.
Reniega
la boca vegetal
casi
viva
promesas
en frente de violetas.
Cantan
amando el claror
lírico,
estremecido
coágulo
de viento
en
cientos de porciones
esta
luna quieta
que
semejanza quiere.
Descubierta
la zona umbría
donde
yago de yacer.
V
Aplasta
mi sombra
contra
sí misma
derrumbando
opacidades
de
granates profundos,
ballesta
súbito forjada
a
tu entraña.
Derrite
mar de boca
que
pide extensa
negra
noche
y
sus espectrales corceles.
Tiembla
que rueda
paz,
orgullo bello.
El
desliz, ráyame firme;
conservo
mis principios
numerados.
Reluce
mi roce pulido;
entre
cielo asido;
palpita
mi iluminada tristeza,
haciendo
camino.
Vendrá
mi torvo grajo
se
constatará mi lucero roto.
Turba
mi aliento
bajo
mi pecho la quiero
con
montes limpios
enturbiados
por sarmientos.
Delinean
este viento.
Lividez
plena,
fuga
el desaliento
con
todos los jirones
de
mis ascuas.
Diáfano,
ancho, repleto
a
trote primerizo.
No
cabalgarás,
no
cabalgarás si no es conmigo.
Cabalga,
cabalga
el
llano, que sólo a mí lado
cabalgarás;
cabalga
que sólo a mí encontrarás.
El
Castellano
cabalga
con su espada en mano
todo
tu llano.
Hasta
divisar todo lo que amo.
Sembrada
el alba
que
apacigua
la
noche que negrea
en
estela conmociona
mi
luna extensa
que
bajo ella,
siempre
estoy
en taciturno hechizo
contigo
y mi falcata.
VI
Embeberme
la luz
sin
forma en ojos distantes
luz
de aquel fulgor purísimo
allá
lo oscuro
en
tiniebla sin padre.
Yo
besé las amapolas de los campos,
buscando
me embebieran
la
forma que como eco
apagaba.
Heridora
en cascada
se
aposentaba mi bondad
aquietan
aguas longevas
la
feroz sien
que
me dio mi padre.
Nota:
Embeberme
la LUZ
sin
forma en ojos distantes
LUZ
de aquel fulgor purísimo
allá
lo oscuro
en
tiniebla sin padre,
yo
besé las amapolas
de
los campos
y
heridoras en cascada
me
entregaron sus hijas.
Nacidas
tras yo sembrarlas
esta
primera lluvia de septiembre 2018.
VII
Cuchillo
que tu voz asesta;
mi
pecho sin coraza hiende.
Camino
mi desvelo enjaulado,
cuenta
atrás de la tierra quieta
y
sus grillos asolados.
Oh
me olvidaba.
Esto
es la resurrección.
Indemne
entre losas
de
azur firmamento.
Respiro
entre rosas
las
espigas por llegar.
Dilata
los verdes la tierra
sosegada
dicha trasiega,
un
día cenizo
de
esta la otra primavera.
Estoy
escuchando semi-recto
el
retemblar de hojas huecas
sobre
la gravedad
de
un arroyuelo que fluctúa
cauce
entre la copa
de
árboles;
sobre
semi-vacío cristal
con
limpia brisas
encima
de un blindado
cantaba,
dictaba
antiguo
sargento
su
presionar, disparar
como
hueco
en
la ausencia del polvo.
VIII
Abrid
la ensenada al capataz
del
brillo primero.
Tímida
la floresta
escondía
sus amapolas.
Núbiles
gestos danzaban
la
cabeza en loma
que
silvestre evanescía
el
coraje de la flor.
Vuelto
mujer por Ostara.
Patio
de perdices
que
soslayaba
entre
el quejido
de
carrascas afiladas.
IX
Hacían
sus hojas
mi
última espada.
A
mi izquierda
el
peso
de
su hierro estable.
Sibila
destrenzabas
tu
cándido mirar,
en
fraguas de belleza,
inviolada.
En
tus altos,
profundos
ojos
de ámbar.
Luna
que en fractura
recorre
mi tejado de alma.
El
Castellano
Mi
amor por ti Leannán-Sídhe:
Suspira
mi mundo yerto,
hojas
de mi árbol sin desmochar,
trenzado
el vértice
voy
hacia el límite,
sí
allí donde la hoja se dobla
para
comerse a sí misma,
tus
héroes vueltos papel y polvo
pasado
el tiempo,
yo
soy el único que se mantiene vivo
en
pie escribiendo,
para
llegado el momento
arrasar
y conquistar de nuevo,
constructor
de poemas,
ardiendo
en su fuego,
quebrando
su lapicero,
exprimiendo
las letras por dibujar,
inspiración
del borde del papel,
alma
con arrojo como ayer,
alimentando
los espíritus que le hablan,
trenzando
el humor muerto
en
su canto como idiomas de los dioses,
muerto
el tiempo sólo quedo yo
para
derretir el horizonte en letras de malva,
para
volver mágico el sonido,
y
acampar el humano vivo,
puedes
apagar de la radio no hablan de mí ni de ti,
resplandeciente
fulgor de centella soy
alma
en esencia, escritor muerto sin tiempo
yo
soy tu elevada inspiración que te lleva
para
forjar poemas de tus venas.
Y
gritarle al oído que no he muerto.
Cuéntale,
cuéntale al viento de este humor
que
me trae preso,
por
avenidas yertas, olvidadas del verso,
y
sus ángeles estrellados,
humor
vivo por fuerza celeste aguerrido,
ven,
ven conmigo olvida tu camino,
seré
luz avocada a la perdición de lo vivido,
conquistando,
destruyendo y tejiendo
aliento
de tu copa de vino,
era
o es llegó mi tiempo,
de
enhebrar palabras al olvido,
desmenuzar
sentimientos
para
tornarlos materia de saliva y aliento,
para
destruir el momento,
yo
centella del universo,
viene
por tu beso labrado
en
la estepa corriendo de la vereda a la rambla
dulce
su estampa,
quebrada
en el verso de hiel,
sembrada
en la dulce palabra de miel,
indestructible
esencia,
relámpago
de la centella,
vida
y vid de la quimera despierta,
guerra
eterna por deslumbrar tu interior,
inspiración
cercana
donde
nace y late el amor,
humor
trenzado, humor de ababol
ese
por el que el humano encuentra su sol,
inspiración
olvidada,
muda
caricia,
tejida
en el eco sordo,
de
la oscuridad y su hálito desmembrado,
en
espiral de vértice y umbral.
III
Sangre
violeta cultivada en el seno de la entraña,
ese
soy yo tu humor trenzado,
sin
tejer palabras yertas por tus ojos dobladas,
más
lla de la montaña
y
del eco eterno de un tiempo desvanecido
en
flor de niebla y umbral,
inspiración
sin nombre ni apellido
tu
demonio tejido,
jamás
carcomido,
en
el sino que te destapó poeta del viento
a
lo que naces sin destino,
que
no sea abordarme la calma y su vino,
destellos
fugaces por conquistar
en
la entraña de la ola de mar,
y
en la niebla de la isla de Manx,
sí
soy yo quien te habla de verdad
Leannán-Sídhe
en tu mirar,
reina
hada del bosque de las sombras
de
la profundidad,
llegó
tu suplicio dormido,
de
enfrentarte a tu quimera despierta
y
a tu manantial fulgente de inspiración,
yo
tu humilde servidor,
un
humilde escriba sin tiempo,
que
te amo desde el albor,
quien
mereció
tus
besos escritos,
para
volverlos flor,
tu
humilde servidor,
del
bosque al manantial de inspiración,
soy
yo quien te mereció,
pregunta
al viento que mi nombre te dejó,
Förüq
sin condición
más
que no sea dormirse
en
tus besos sembrados de inspiración
dime
tu demanda te cumpliré
sin
tardanza siendo tuyo en albor de esperanza.
Vale
seré solamente tuyo.
Suspiro
por ti amor,
elevada
conciencia de mi creación al albor
suspiro
jamás yerto en flor,
soy
yo eres tú un reino vivo
de
ilusión,
por
trenzar el hálito en el ascua,
que
rige toda inspiración,
para
el mundo venas de humo,
para
mí mi realidad tejida en uno,
piel
y verso sin razón,
elaborado
amor
sí
nacido del rayo de sol,
para
poseer mi alma y corazón,
desvaneciendo
mi dolor,
brotada
mi lágrima carmín de fuego
desangrándose
mi amor
acampado
por todo el resquicio del alma y su flor,
enamorando
hasta el hueso de mi esternón
pura
llama sin razón mas que congelar el hálito silente,
lejos
de común fuente desvelada muerta la sombra del horizonte
muerta
la lanza y su fiebre,
quién
contra mí soy invencible
soy
ruído en el alma que te acampa
quien
te besa llegada la una y media de tu madrugada,
quien
en amor te acampa el alma,
llegada
de un confín a habitar tu pecho y espalda;
no
es tiempo de correr si no de desvanecer tu miedo
a
florecer llegado el tiempo,
muerta
tu araña soy yo quien te queda,
un
mundo en tu vena,
un
horizonte de estrellas,
limpias,
puras, nacaradas,
sí
soy yo quien te habla en albor,
tu
hada fiel de la sombra,
Leannán-Sídhe
somos
tú y yo presos de desvanecer el latido colgado al cielo,
de
habitar el recuerdo en ilusiones y sueños ardiendo,
para
vencer muerto el suplicio
en
alma de verso y arrojo para ti mi sonrojo,
para
decirte que soy yo quien te ama de verdad
muerta
la espera soy yo
quien
te queda.
Y
yo soy quien te ama mi quimera,
poseyendo
mi alma entera.
Mi
alma anclada en gozo,
de
que tú seas su ilusión verdadera,
quimera
de piel y amable entrega,
soy
tuyo hasta el tiempo
que
me verá desvanecer a tu lado
naufragando
mi barco,
hoy
te visto de amaranto,
perfumada
de rosa esquiva tu mirada,
para
encender mi candil y su verso,
a
ti estoy sujeto como el inicio del tiempo,
que
jamás me verá desvanecer de tu puerto,
hoy
avanzas mi canto,
para
pintar de tu color su verso,
que
ya no se retuerce ni retorcerá
muerto
el beso,
queda
servirte mi flor de hueso,
despierto
despierto
mi reino vuelto el nuestro,
resumiendo
el latido por ti confeso,
para
resplandecer,
y
que viva siempre nuestra luciérnaga de amor,
iluminando
el abismo y su garra,
para
ser yo quien te ama
mi
Leana.
Quien
te vistió el cielo
de
todas las flores mi amada.
Preludio
de tu posesión de alma esta mi quimera dispuesta,
para
relucir mi vida quieta y su estampa que inverna,
muerta
la calma y su abrojo de plata,
todo
lo que queda es ella,
vida
para el telar de mi letra,
despierto
el alarido y su estampa cuelga,
muerta
mi araña es ella quien queda,
para
florecer el viento flores de sol latiendo,
y
su bello campo de amor por deslumbrar al rey lucero,
era
o no era llegó mi tiempo
desnudo
el tiempo,
me
visto de cuervo,
para
volar su cielo,
mis
violetas nocturnas caen en flor
junto
con mis sentimientos,
para
acampar el sonido y su destello,
soy
yo quien quebró para ella el tiempo,
el
horizonte gritaba su amor envuelto,
lloraba
una primavera de nuevo,
soy
yo el que escuchaba atento
fiel
de su beso,
para
mi no era invierno,
si
su estampa relucía de nuevo,
era
sin duda mi tiempo,
el
de rajar el suelo
sembrando
mi aliento,
despertando
al muerto,
trepando
la ilusión
en
su pupila de hierro,
desmenuzado
el latido
quedó
que yo vivo
por
el latido
que
me mantiene en vilo,
a
ella sujeto y preso,
para
florecer en ella el beso
y
mi caricia quedar proscrita
a
su submundo de los condenados
así
como su estampa brilla.
Nada
que negar, nada que defender,
solo
tu piel por escalar,
mantenme
aparte
estoy
rezando a mi mismo,
quién
vendrá a sostenerme,
llegado
mi punto final,
sólo
un alma allí estará,
nada
por dudar,
eres
tú Leana mi verdad,
todo
lo que hago correcto,
estampa
de vid y cielo,
por
aguantar,
el
cielo por doblar,
llegado
el final,
quién
si no tú me sostendrá,
abismos
afuera, todo por llegar,
sin
nadie que nos juzgará
estaré
a tu lado de verdad,
y
la perfección de ese modo alcanzar,
desmochado
mi demonio
en
el lugar,
robado
al tiempo tu suspiro nacido
por
mi aliento enardecido,
eres
tú quien me habla
yo
quien te responde a garra, letra y poema
desde
la entraña a la zarza,
y
su espina ensamblada,
que
yo soy quien te ama
y
en verso te llama seré yo quien nos sostendrá
en
el ocaso de la eternidad mi reina
señora
hada.
Ahora
llegado el final,
mi
tiempo me sostendrá,
mi
piel esquiva en tu boca se arrancará,
con
el saber preso
que
de tu aliento soy convicto,
mi
hada Leanán
el
viento de nuestro aliento queda repleto,
cayendo
por la avenida del miedo
jamás
mi aliento si no el color de mi verbo,
debatiendo
si de malva o caléndula tornar el viento del firmamento,
para
acampar en tu boca con el mejor beso,
sostenido
mi traslúcido pío,
en
el destino que a tu lado jamás me verá esquivo,
hilos
de mi tiempo desvanecido
en
la boca de la estrella por dibujar
con
mi lengua,
una
vez más mi estampa repleta con la tuya estará,
el
ombligo del umbral se desmigaja vivo,
para
rajar su entraña mi te amo
a
flor de garra y rosal que acampa
mi
humilde entraña,
floréceme
el viento de nuevo,
seré
yo quien allí estará,
sembrando
en invierno sus mejores besos
del
firmamento sedientos,
y
sí nacieron estos abrojos míos versados
es
y será para que alguien nos recuerde amor
por
los siglos que nos vendrán.
Pacto
de sangre consumado,
temblando,
el
hálito dormido y su cielo con su grillo enarbolando
su
canto a la luna sempiterna de antaño,
viste
y vistió mi amaranto,
que
colgado estoy de su manto,
vid
de mi quimera por sembrar
su
aliento vivo,
en
la piedra del olvido,
muerdo
yo lo vivido,
es
y será mi sino,
blandiendo
a la mitad del viento mi trino,
para
llegar y conquistar el humor vivo,
hoy
te descubrí preciosa mi compañera,
por
entonar contigo quedó la letra,
tejiendo
mi cauce sanguíneo,
tu
estampa de sed por navegar mi camino,
por
desnudar el alma contigo,
destruidas
mis murallas de lo sentido,
queda
el recorrido que tu lengua traza por mi nido,
para
descubrir contigo el suspiro que avanza
por
el camino,
ese
que me trae perdido,
alzándote
un firmamento de las flores de los valles por si vivo,
destapando
mi secreto en tus labios,
desnudando
el sentir preso,
ese
que por tus cabellos cuelgo.
para
amanecer en tu bella boca,
allí
donde despierta el azabache de la noche.
Camino
descalzo tu campo de rosas mi amada,
en
espinas sus besos sangrientos,
forman
ellas mi aliento,
a
esta noche que las ilusiones se hacen cuarto y
tu
boca es de amaranto, sólo nuestro amor hendido del cielo,
que
nos sangró los sueños,
mi
vida conquistará tu aliento,
allí
donde la yedra escala el árbol,
y
mi ser caiga preso de devorarte el sentimiento,
esta
es mi vida que me late el verso
y
por tus ojitos tengo mi firmamento,
ese
por el que la noche es azul y el día amarillo,
para
acampar hermoso el sonido,
y
trenzar el álamo sin desmocharlo,
sólo
allí el humor caerá trenzado,
por
el aliento al viento
fluirá
nuestro secreto,
de
la posesión verdadera de tu aliento a mi alma
verdadera
eres ilusión de fuego y bella quimera en verso,
voy
allí al submundo de las almas
y
te encuentro entera,
cómo
no encontrarte si brillas entera,
hoy
el nervio me avanza
por
desnudar mi entraña
flor
de niebla y umbral enamorado
hoy
soy yo a tu lado,
y
que el mundo gire y se estampe entero
que
yo amor te seguiré perteneciendo.
Solo
una vez se destapará el canto
quedando
de los labios preso un sonido enarbolado
demente
el hueso estallará grillos y sus huestes,
blandiendo
a mi luna sempiterna de encanto atravesado,
ese
por el que el sueño será encontrado,
mi
vida te seguirá perteneciendo,
fiel
de su caricia,
el
hálito correrá sin disciplina,
allí
solo allí tu caricia será sentida,
fiel
de su alquimista que la vela y aguarda,
fiel
de súplica su embestida,
es
momento su araña cae tejida,
destapa
la caricia dormida,
para
acabar su vida
en
la hoja de aquel árbol donde todo termina
me
aguarda el reino de los valerosos versos,
hoy
por hoy encuentro su calma
y
me aborda su estampa,
para
ser yo bajo tu entraña
quien
tu ansia guarda,
sólo
por tu vida mi mundo no caerá torcido,
mi
bella mi adorada
mi
musa de mi entraña enraizada,
soy
el que ves que a tu beso llama,
quien
te duerme en el cuerpo de tu cama,
floreciendo
en piel y verso su entraña,
abierto
su latido,
eres
tú amada todo lo que yo poseo,
incendiada
mi estampa,
eres
tú lo que afila mi calma,
la
ola de mi océano que clama,
muerta
la hora, llegado el umbral
quién
vendrá a sostenerme quién sostendrá mi navío
si
tú eres lo que yo vivo,
y
junto a ti partirá amada mi rumbo.
Estrellas
fugaces me siembran tu caricia,
por
los astros fugaces siendo mis nervios cómplices,
se
destapa el velo arraso tu calma,
me
cuelga tu amor a mi entraña,
vuelo
por las ramas de este sentimiento de fuego
se
afila mi verbo y te encuentro,
sueños
deslizan mi cuerpo,
mi
armadura es mi verso,
que
crepita el beso,
acabando
de ti deseoso,
lícito
el momento de acabar bajo tus labios,
de
nuevo tu piel incendio,
para
estar bajo tus brazos ileso,
para
ser vivo poeta de tus ojos,
el
verso sea mi pluma,
la
sangre mi tinta
y
tu amor mi fuego,
para
acabar de este sentimiento preso,
que
da vida a mi hueso
viva
el verso,
viva
tu vida a la mía unida,
hoy
descubro la avenida,
que
no escapa sin caricia,
mi
vida encendida,
no
es tiempo de huida,
te
sostengo fiel a mi súplica,
enciendo
de tu cuerpo el brasero
y
bajo tus ascuas me quemo,
para
descubrir que soy vivo poeta bohemio enamorado,
hoy
visto de besos el amaranto,
mi
cuerpo es tu casa,
viva
el verso,
hendido
en sentimiento,
por
la luna y su crucero,
por
el cielo y mi lanza despierto,
hoy
quemo el universo,
para
quedar nosotros dos
en
llamas envueltos,
no
te dejaré escapar,
con
mis versos flamearás,
vida
a mi vida sujeta,
por
los cielos descrita,
y
su plomo deja de serlo,
para
ser nubes cargadas de besos,
sólo
una vez en la vida tu caricia queda descrita,
sólo
una vez en la vida nazco para morir en tu boca,
devuélveme
a la vida lucharé por los dos,
sin
despedida, sin desquicia,
el
verso brillará más que antaño,
el
océano le quedará pequeño,
seré
tu dueño,
a
la noche que reinan las estrellas,
vivirá
siempre nuestra luciérnaga,
de
la luz su caricia,
conquisto
el cielo
para
que viva siempre mi verso,
y
soñando te encuentro al calor de los luceros,
la
luz se desdobla para parir
nuestra
hija de oscuridad.
El
Castellano y Leannán-Sídhe
Iris
en ojo de sangre:
Vena
del cielo:
Solitario
rayo estertor;
siniestra
umbra,
escala
la cuchilla
de
tres arañas colgando,
hoy
es por mí
nunca
quede huella,
destino
en azar hendido,
lleno,
repleto, asido
en
el origen primigenio,
madre
ella del color,
asume
este sentido yerto,
agujereado
en haz luminoso,
nitidez
en halo
de
nocturnal visión
derritiendo,
devorando
astillas primas
de
subrepticia enhebrada,
padre
flamígero del fuego soy,
elemento
hermético
de
tres sentidos,
arder,
conquistar, consumir,
estelas
abren runa clave
Gemineye,
sangre
de este ojo,
perplejo
soliviar
en
azur abriendo pulcritud
inabarcable,
inicio
de sabiduría en vena,
muerde,
acaba
esta espera,
raudal
extenso de pura visión
en
certeza
de
sentido superior,
cristalina
esencia
descendiente
sin
parpadeo fugaz,
crisol
de valles
y
gramas feroces,
deslices
del afán superior,
dar
sentido a mi vida,
ojo
de sangre calzo,
cabalgo
anquilosado designio.
Ancestro
del lobo único soy,
perplejo
sentir asido
del
diablo en simiente,
primer
ángel caído consumado,
errático
vuelo soterrado,
magia
del silencio encumbrado.
Visión,
y sueño,
indescriptible
con lenguaje.
Si
te ocurre lo mismo
no
eres capaz de usar razón
y
ordenarte abrir los ojos
y
dejar de ver;
como
un corzo paralizado
por
un lobo estarías,
imposible
por sensación
hacer
desaparecer lo que observé,
por
extasía, incredulidad oxigenada,
belleza
en percepción,
la
pureza en sueño
en
imagen mental
que
escapa a todo,
vi
el azur
por
decirte aproximándome,
en
un ojo femenino
lejos
de este mundo
y
de todo lo conocido
o
descrito,
fué
una sinestesia recta,
sin
ser más que tocar el color
de
la Oscuridad nacida
a
ojos cerrados,
sumisa,
displicente,
involucrada
en crear
sonido
del vacío absoluto,
sigo
perplejo y asustado.
Es
lo trascendental del infinito,
como
ver el origen
del
color formándose en un ojo.
El
azur, el verde turquesa,
y
azul mahón
no
te puedo decir más
que
esa belleza no me cabe en el pecho,
por
algo sigo viviendo
no
hay azar enraizado,
hay
perfección.
Luz
me arde ahora
en
el mirar ciego del sueño
sin
miedo sin embargo
saboreo
el viento,
los
cielos me poseen
de
nuevo sobre los años
que
ellos son,
algo
llega a la rosacruz
de
ayer
y
sus nueve caídas
de
sus ángeles despiertos
en
tu sueño me ves invernando
dorando
mis pelos de murciélago
bailo
el colchón de nubes
que
sostiene esta mi noche
para
desaparecer llorada la tierna cara
saboreando
una sombra más
que
me vuelve
imperceptible
muerto
sabor
de
obscuridad sin faros ni luces
ni
fusiles que matan hermanos
de
su tierra y sangre
crecieron
los caminos
y
el rojo fuego versado
brotó
en flor de amapola venidera,
dime
qué debo hacer
¿Algo
erróneo?
No
puedo volver atrás
se
sostiene aparte
la
fuerza que nadie alcanzará
nada
por cambiar
todo
está hecho
algo
que asalta aparte
puedo
volver y empezar de nuevo
sin
mí, sin vida, sin cuerpo
sin
lo que me ata a este mundo
mañana
veo el futuro
la
destrucción del pasado
quedará
atrás.
Corpus,
anima, crescens
sol
refulsit,
lux
et
patientiam meam scientiam
florum,
est vita
nosotros
no somos lo mismo
la
bondad sangra las venas
gustos,
deseos, vencer,
arder
sin perder aposta la partida
esa
que las hiladoras tejen
momento
del momento
nacido
absorbiendo el hilo del tiempo
las
piedras lloran flores
el
final es volver a empezar
viendo
y amando
el
ancla errada de mi lugar,
continúo
al cuervo
que
me vuelve más fuerte
ave
más inteligente de la faz
poder
de la misma
energía
en
tormenta de conciencia
siendo
ese rayo solitario
que
partió todo inepto,
inconsciente
tormento.
El
Castellano
Inerme
botánica de sangre:
Sangre
esclava rehúye
la
encumbrada virtud
del
hombre libre.
Suenan
los iris
por
estelas claras,
designios
flamígeros en sotos.
De
luna descalza;
con
metales irascibles
se
presta.
Sujeta
clavos en mi torso de roble,
ciprés
que no duerme
ni
sus duros ojos bajo tierra cierran,
sembrados;
oscura
hierba
en
agua turbia marcada,
agarrada
bailaba compases
que
el viento dicta.
Cielo
abierto de honda sombra,
engastada
de granate sin avivar.
Soberbia
limpia
que
los amigos dejan,
en
panales como enjambres
sin
sed de vida.
Testimonios
yacen cadáveres
erguidos,
en pie al olvido.
Milenios
de cristalino rostro
numen
erizada
acaso
estira mi cuerda.
Este
son día tras día
se
revelará caminando por fuera
del
suelo proscrito.
Mi
piedra será ojo de tierra.
Abrirá
poniente un cénit
en
sortilegio de blancos acres.
Inhumana
luz sin testigo
ni
brida.
Carne
de matices que no disimulan,
camina
el brillo primero:
yedras,
millón de asfaltos.
A
los cielos alzo mi mar angosto
y
su yerta secuela
en
nueces del tiempo
y
almendras que relucen
como
el oro.
El
Castellano
Túmulo
de bronce:
Hexámetro
en bronce
de
sus miles brillos
invoca
mi escita
el
arduo fuego que yo poseo
casarse
quiere la arcana musa,
cólera
de Hércules,
dioses
habitan otra,
la
escritura,
celaban
torres de sombras,
el
destierro secular
que
nuestra dicha honra.
Podéis
jactaros
de
cuantos diarios
habéis
escrito,
rebuscado,
doliente
sin
plagio yo,
filólogo
de
un olvido de hierro.
Posesión
certera
en
mi sótano de luz,
henchida
moneda vaga
me
habéis pagado.
Por
cuantos filos
blande
mi lenguaje
pulcras
espadas atesoran.
Heráclito
soy del tiempo
yunque
que se oxida,
Intangible
río
llorando
expensas de un amor
que
hace imperio
en
opacidades del ser
ilustre,
fiel testigo
en
juicio con mil moscas
que
acudieron
al
panal de su corazón,
para
morir de avaras.
El
Castellano
Flor
helecho romance:
Agua
lleva, suena río,
alma
de roca ya mecida,
bebía
orilla leve.
Flor
roja, sangre sí cuenta,
blanca
cierva fada triste
cazador
hiere su flecha,
blanda
espina gemía
flor
abierta grana lerda,
fada
herida descansa
latiendo
la parca negra,
yace
helecho silente
suspira
sangre plebeya;
el
helecho comprensivo
flor
mágica forma bresca,
tambores
suenan despiertos
vid
en helecho acerba,
afligidos,
piedra mueven
cazador
choca sin venda
flor
helecho coge alma
lo
que frío bosque agremia
misterio
de cierva fada.
Fada
descansa, inverna,
cicutas
toman la sangre
veneno
hacen, su penca
cuervos
la cena discuten,
cazador
río afrenta,
lleva
el río latido,
aliento
verde no medra
duendes
coronaban fada,
fada
su vida dispersa
los
espinos la cuidaban.
Suerte
mecía atenta.
Enhiesta
flor fue semilla,
altiva
plántula bella.
Hada
tenía la suerte.
Él
apuesto, daba guerra.
Recta
plántula suspira.
La
vida fue muy correcta.
Aún
duende ella quiere.
Ella,
hada, como hiedra
ellos
cuatro siglos ''juntos''.
Los
dos sí saben, ''leyenda''.
II
Entre
pámpanos exhaustos
cuervos,
que ciprés alegra,
ronca
voz enardecida
ojos
de tierra que fierra.
Rompe
mi leve oído.
Bruma
que siglos almuerza,
Entre
fugas y sus carros
negra
sombra sube cuenca,
el
Olimpo ya reinaba.
Venus
baila, suerte terca
furtivo,
justo desliz ve.
Inframundo
almas hienda
Mal
destino él mecía
rivera
de calma yesca,
tuvo
cetro agua brava.
Siglos,
dicha es ofrenda.
Cierva
fada. Lides, forja.
El
Castellano
MIGUEL
ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
Férreo
estímulo:
Resoplido
al fulgor de soles sedientos,
y
rayos de esencias acrisoladas
al
fervor de síntesis violáceas y sombras ecuánimes.
Halos
en regencias febeas; sus cadencias amilanadas danzan, juegan, mecen extasías
soberbias, en rediles que estrellas guardan del brillo magnánimo, cuchillos
calizos resecan la viveza pétrea, iris de tu fervor de lunas espolvoreadas,
estira su tela mi araña
colmando
tu rauda pureza luminosa, como ascuas intangibles en fanales hogueras
de
mi deseo hendido a tu cauce,
abro
la sed de espada, exudando tu sanguínea pupila en sentidos yertos, helados.
Es
un río malva de pétalos desangrados.
Abro
esta flamígera contienda de la comunión de nuestras estrellas.
Vinieron
a plañir sus estelas densas, graves.
Por
cuanto mi hematíes coagulaba mi sangre, oro del mercurio de tu boca mi amada
hada, es un designio nacido; un estruendo brotado de la sombra de tu infinito,
cómo arrullar mi deseo traspuesto a tus sábanas espectrales, y mis lechos de paja y flores.
Se
destila mi testimonio, con un latido de tu certera caricia de aliento mi amada,
es un soliviar vetusto y una rosa perra, un hinojo que guarda mis aojos y
sueños arrebolados, un sueño y te toco más allá del color mi hada oscura, mi
risueña golondrina azabache.
Resoplo
al
fulgor
de
soles sedientos,
y
rayos de esencias
acrisoladas
al
fervor de síntesis violáceas
y
sombras ecuánimes.
Halos
en regencia
de
cadencias amilanadas
danzan,
juegan,
mecen
extasías soberbias,
en
rediles que estrellas guardan
del
brillo magnánimo,
cuchillos
calizos
resecan
la viveza pétrea,
iris
de tu fervor de lunas
espolvoreadas,
estira
su tela mi araña
colmando
tu rauda pureza
luminosa,
como
ascuas intangibles
en
fanales hogueras
de
mi deseo hendido
a
tu cauce,
abro
la sed de espada,
exudando
tu
sanguínea pupila
en
sentidos yertos,
helados.
Es
un río malva
de
pétalos desangrados.
Abro
esta flamígera contienda
de
la comunión de nuestras estrellas.
Vinieron
a plañir sus estelas
densas,
graves.
Por
cuanto mi hematíes
coagulaba
mi sangre,
oro
del mercurio de tu boca
mi
amada hada,
es
un designio nacido;
un
estruendo brotado
de
la sombra de tu infinito,
cómo
arrullar mi deseo
traspuesto
a tus sábanas espectrales,
y
mis lechos de paja
y
flores.
Se
destila mi testimonio,
con
un latido de tu certera caricia
de
aliento mi amada,
es
un soliviar vetusto
y
una rosa perra,
un
hinojo que guarda mis aojos
y
sueños arrebolados,
un
sueño y te toco
más
allá del color
mi
hada oscura,
mi
risueña
golondrina
azabache.
El
Castellano
Entre
corona y candelabro:
Es
un desfile
la
luz del astro
intransigente,
sabe
que no tiene mejor,
en
su empeño.
Se
riza mi idea
sabiéndome
cuervo,
adentro
el nueve
y
el tres sacude.
Vive
este caracol
con
casa de espejos;
habito
el espejo,
estoy
escribiendo en él
que
un día
las
imágenes
harán
dulce sinfonía.
Los
sonidos
serán
colores derretidos,
mi
casa será una hoguera,
mi
luz será inquebrantable.
Seré
yo encargado
de
cabalgar los tiempos.
El
olvido dejará sus cerrojillos
entre
un manto de abrojos dormidos.
Las
hojas llorarán baladas estridentes,
perfección
de décadas florecientes.
Siente
el poder
del
cuadro de la oscuridad.
Afílame
el cuchillo hiriente,
tejidas
las arañas de mi carne.
Atraviesa
esta grieta de la oscuridad,
que
no llora flores
lleva
sólo almas
a
su ciego campo de espigas.
Fiel
reflejo estridente
los
cuadros de tu vida
danzan
entre las baldosas,
entre
acorchados pasos,
todo
va quedando atrás.
Un
ocaso florecido
de
espadas en sigilo;
tiempos
huecos
su
lúgubre caricia,
siendo
heroe del norte
de
mi silencio.
El
Castellano
Es
ciego mi Sol:
El
primero
un
flamígero
capítulo
de
mi sanguínea vida,
al
fragor de simientes
que
germinan
nuestro
ensortijado cauce
de
nuestro albor;
engalanado
en un diente de león.
Enajenada
mi estrella
queda
sembrar el cielo.
Con
adormideras
y
vestir el astro.
El
astro de traje
para
encontrarte
avanzo
mi adentro queriendo
tu
hechizo de piel
que
me abruma y deshace
la
hiel,
colorines
me silban
su
quietud
colorada,
furtiva
en
la pulcritud
de
tus mejillas;
oscura
golondrina.
Al
alba
de
mis deseos nacidas.
Fiel
reflejo estridente,
los
cuadros de tu vida.
Danzan
entre las baldosas.
Entre
acorchados pasos,
todo
va quedando atrás.
Un
ocaso florido
de
espadas en sigilo;
tiempos
huecos,
en
lúgubre caricia,
acaso
la luna es luna
o
alguien despierta,
y
la pinta.
Cerrojillos
en destierro
de
este silo de oscuridad
amilanado
que yo amo.
Avanza
que imanta
el
día y su prisa
por
alzar
su
comunión de estrellas.
Gritos
secos se mueven
tras
el ventanal.
Sangre
que coagula.
Entre
compases de malas yerbas
de
mi patio.
Es
un mirlo negro
Que
me visita,
siempre
vestido igual;
estrujé
las vidas
del
gato de arena que soy;
suicidios
de cardos
corren
por el tapial
del
patio,
se
riza durmiendo
mi
gato negro;
la
soledad me ama
más
que a su estampa;
vuela
y reposa
mi
fiel añoranza,
reverdecer
mi ilusión
socavar
con sucesos
lo
deseado
para
tomar con mi esfuerzo
lo
que no me dan.
Acaba
de irme y no soy adorable.
Me
levanté y me fui.
Quedando
mi decencia
En
una hoja.
El
Castellano.
No
hay final sin comienzo:
Miles
dei lumen litt C et sumun cannae. Flos umbra, diectus uxor blanditia.
1
Es
esta rosa flamígera
repleta, rodeada en abrojos
llamada
destello tenue, veloz
arroja,
presiente
mi
elevado albor,
cuanto
posee llamado amor,
de
mi azada y hoz redentor;
revelación
que
mi sangre golpetea.
2
Resucita
mi dignidad servil
vivir
con sueños colmados
de
fría esencia argenta:
antorcha
prendida, dispuesta.
desbordadamente
viva
tu
creencia.
Trasciende,
alcanza
mi llama
entre
danza de corona y candelabro.
3
Frente
la luz de una noche
todo
ella,
me
ha devuelto
una
osadía.
Diviso
su hegemonía
férrea
imprenta;
estigma
que repele
mi
ilusión verdadera.
Desnacer
ocurriera mi tierra le ofrecería.
4
Ileso
viles juicios
atravieso,
batalla
traspuesta
del
candor expuesto,
nacieron
dos gotas,
yugo
de unión por mi tinta
que
hoy canta que hoy grita
las
flores cantan,
las
nubes se levantan.
5
Candamvis
levanta,
centellea,
llegó
mi renuncia acuchillada
perder
sin intentarlo
me
dictaban,
renuncio
a morir
sin
intentarlo.
Fiel
prefacio blando.
Aojos
danzo.
6
Vencerá
el pacto de mis hados,
con
mi serena brea.
Un
gris roto
un
pedazo de ascua,
las
piedras gritan,
dibujar
tu oscuridad
en
mi pecho manifiesto,
el
signo en pared de alguien,
en
puerta redimida que mi hoja cante.
7
Mirla
mía
sin
tu cárcel
vuela,
alza mi caricia,
hazme
libre,
soy
ferviente azogue
de
mi cadena a ella
amarrada.
si
a ella no traes
¿En
quién confío?
8
En
quién yo seguro
mi
alma desvisto.
Cauce
seco,
carretera
sin bordes
de
mi cromático metal
escrito
en cobre.
Es
o no es
brilló
mi turmalina
displicente
fuente.
9
Es
la vuelta de los vencidos,
acaso
sirvieron
sin
luchar despliego
mi
ejército,
en
brillante estepa solitaria,
la
noche llora su azabache,
volveré
vencedor
por
alud en llanura.
Que
yo no soy español soy castellano.
El
Castellano
Dispuesta
égida forma celada:
Luna
venidera,
aguardo,
augurio de tu siembra,
vengo
que nazco
a
párpado fijo encumbrado,
ven,
ven a mi yermo,
donde
todo luce dispuesto,
y
un ángel redentor
te
esquilma el beso,
preparado
para disparar
y
tu anhelo flagrar
preparado
dispare
acoge
amor
mi
temprana osadía
estoy
nacido del hierro
de
tus ojos.
Venga
a este mi ser
tu
alumbrada existencia
para
nacer de exhausta
secuencia
interminable.
Ahondo
que surco
venzo
dispuesto
mi
flamígero desespero,
soy
porque seré
tu
sol Lugh
mi
enhebrada luna
aventa
mi ansia
nómbrame
tu apoderado,
cuántas
lunas sempiternas pasaron,
y
yo nací para
que
fueses mía
en
taciturna desangelada
sonrisa
venidera,
no
me desampares,
sé
mi fuerza,
sé
mi anhelo
que
yo tengo diosa,
que
yo tengo madre de mi luz
verdadera.
Por
este soto derriten las estrellas
para
ti ofrezco
una
estampa, una espiral
que
no acaba
por mis cinco litros de sangre
irrigada,
nacerá
una estela tuya y mía
desde
hoy hasta siempre
el
tiempo mi rival,
soy
yo nacido para la eternidad,
ámame
musa
porque
comienzo a amarte
desde
tu ambrosía,
que
decreta no ser
vida
de un día,
germinará
esta etérea semilla.
Miles
dei lumen, flagro metaphora
creavi
blandus morx timun malum,
veneravi
blanditia, dedisco cordis solus unno,
verstro
paremo, sed de vita ostendi alae,
decreto
ser de tierra,
luz
que germina
mi
entraña verdadera.
No
me desampares
estoy
formando celada.
De
égida dispuesta
este
Escita levanta
por
ti de su tierra Castellana.
El
Castellano
Brillo
azur de tu mirada:
Alcanzo
tu visión serena,
tu
Iris excomulgado
y
su transparencia vítrea,
me
cuega la pupila.
perdido
entre tu brillo azurado,
cristal
denso
de
hielo nocturno
en
opacidad extensa
como
el llano de mi oscura
nebulosa
voraz,
un
grillo hendía mi herida,
por
los grados
que
centrifugaba su cuerda,
tres
notas una destensada,
era
tiempo suficiente
de
fijar constelaciones
en
los azares de tu mirada.
Caminaba
solo a voz rota
el
paralelo perplejo
en
tu honda risa,
más
que un estado mental
me
golpeó tu osadía trenzada
de
dama
de
mi vespertina noche.
Era
un halo intransigente,
te
necesitaba más allá del irisado
de
tu caracola,
me
respondieron las cuerdas
de
tu guitarra,
que
era yo
tu
blasón perdido,
en
pulcritud de encajes
y
árboles frente nuestro retiro
de
miedos.
Sólo
hay un sino
no
abandonar nuestro sendero tejido,
quiero
describir
la
turquesa tus ojos,
no
puedo sin caer,
en
que ninfas, Calíope,
afinaron
tus manos
acompasando
con ellas
sus
arpas,
tu
alma de cristal
yo,
adentrarme en ella pueda,
quizás
una osadía acompasar
tu
haz luminoso
una
y nueve
existencias
más.
El
Castellano
En
media azumbre:
Nunca
seremos nunca,
enfilando
seremos ceniza
secreta
puerta,
desolación
con corazón,
materia
de luz remota
sombra,
olvido, brillo
palabras
en el polvo,
tintero,
sinfonía,
melodiosa
sierpe,
me
ensordeciera tu rayo de luna.
rastrojos
por cebollas difuntas.
Animosas
amapolas
órganos
de mi ruda piel,
alada
mi alma de almendra.
Parca
enamorada es contemplarte
colmenera
sería tu alma para anidarla.
Me
esparcen la razón,
bueyes
arrostran mi redil de venas,
fugaces,
secuaces.
Halagan
mi jardín sin alondra,
mi
nombre te dejo,
pecho
de ala,
tórculo
de este recuerdo,
dejo
presente
que
quiero ser siempre, contigo.
Sufrimos
tú y yo
la
miseria de la vana luz,
en
lecho, buque, beso
y
noche de perros sonando
como
lobos despiertos.
los
valles redondos de ondas viejas
navegan
las dunas
de
tu luna sempiterna,
en
arena gemías mi placer
y
sus grajos que crascitan
enamorados
de nuestra espera,
delicia
como tú así es esta vida,
piedra
ligera en viaje definitivo.
El
Castellano
Orilla
de reguero:
Vienes
mi oscura golondrina
a
colgar tus besos de nidos
en
mi antiguo balcón de reflejos,
jugando
me llamas
con
tus alas en mis cristales.
Tu
hermosura y dicha acusan.
Tupida
mi yedra,
por
tapia y hermosa fronda;
cuajada
de rocío volverás.
Abre
mi lid mi castellana,
moruna
siémbrate
desentierra
este caudillo
frente
rejas de tu estrecha ventana
cuelgo
un mirar absorto,
de
tu despliegue de manos.
Dame
asilo de pecho
inexpugnable
penetra
honda
risa,
sólo
llave, paraíso, alma,
soto,
cárcel, instante.
Sólo
veo todo lo que aquí
no
yace.
Agarro
la rienda del caballo,
descubre
el viento
mientras
salta muralla en sangre,
pavesa
en aire,
sujetando
mi arpa en la lumbre.
Tres
cuerdas estiro,
la
última destensada late,
un
averno sin condena
ni
tristeza seca atañe,
dicha,
belleza, fortuna, procesión
entre
pinos rutilantes,
tus
yemas,
mi
pavimento,
con
espada que centellea,
ya
no es mayo pastorcica bella,
ojos
de otros ojos me enseñaron,
pajaritos,
valles,
vegas,
agua fresca.
Sabes
cuál es tu música suave,
encanto
severo apasionado,
del
enturbiado espíritu
blandiendo
tu embeleso amilanado.
Expande
tus tonos
cariño
infranqueable,
tus
franjas verde- azules.
pié
de mi río
tu
fronda ya cubre.
Abre
el estío en ráfaga de tu centella,
tejeré
para ti siempre mi sorpresa.
Inextinguible
clama, abre la gloria,
magnificencia
de osar tus labios,
terciopelo
anidado
de
un tiempo disuelto en sílabas,
suprema,
volverás
a mi ventana
mi
oscura golondrina.
El
Castellano
Tres
ascuas coronadas:
Mi
seco musgo
arrebatas
denostando
banalidades.
Agitar
embravecido
tu
seda y densa tela
perpetúa.
Creceré
sin perderme
en
tus ojos
visiones
rectas de lo que querer
dispuso.
Mis
hojas coronas
como
frondas suaves
se
despejan en tupidos pinos.
Resplandores
descarnados
avanzan
tus vidrios irisados.
Mis
escaleras soplabas,
oíamos
rodar la canica
por
susurros colgados
en
ceniza de hojas.
Avanza
regueros campesinos.
Alarido
bélico,
desnudado.
Empuje
de amado
turbión
empujando errante.
Chispa
postrera mi sarmiento,
compuesto
fuego medroso.
Deshechas
las aflicciones,
queda
sembrar
música,
aullido, sombra y fábula
de
arcano son del viento,
visiones
riegan
tu
raíz de plata salvaje,
arroban
tus ropajes
dé
argento ángel
en
plata iluminado,
por
secuelas
arrostran
mi firme trazo
que
voy a conocerte,
hasta
hendida puerta,
y
ráfaga inquieta
eres
eje,
eres
sentido
para
germinar
cendales
de niebla
en
los campos de tu esencia.
Una.
El
Castellano
Sendas
por tu Parnaso:
Visiones
riegan
tu
raíz de plata salvaje,
arroban
tus ropajes
dé
argento ángel
en
plata iluminado.
Una
tarde,
horizonte
en alta,
profunda,
inabarcable
estela,
sin
abarcar porfías medrosas,
extendía
nuestra noche oscura,
naufragio
posible
tú
encontraste color negro,
yo
una cegadora senda
al
final sin comienzo
en
derrotado afán
que
acaso piensas
¿Ha
comenzado?
Prosigo,
que
dilatas esperanza.
Mi
lóbrega palabra
cerrarse
no entiende,
lejos
se oyen roncas sílabas,
cóncavos
senos agitan,
sólo
es densa oscuridad
rompiendo
espumas azules,
amparas
que dilatas
sumergido
escollo
bajo
tu cielo
que
exenta de dolor
mi
rudeza en esperanza,
recuerdo
al menos tu metal,
jamás
mis alas,
oscuro
dormía el monte,
mudo
el viento,
yo
silbando pletórico.
Tu
poder soberano,
domando
orden,
en
noticias de Parnaso
laborado,
aguardé
honda seña
y
hoy soy saña del arcano,
que
formó polvo fértil de montaña,
bosque
de árboles de ceniza,
poso
en terco llano,
gemirá
alabastro
tus
calzas
y
el azabache que llora nuestra noche,
serpeará
el color de tus cabellos.
Me
desplazas
a
la imagen del Hipocrene
abrazando
el rubio Apolo
que
me vanagloria,
demonios
mirarse ellos soterrados,
murgan
oyendo alaridos,
peras
al olmo sé que es lo que propongo,
¿Acaso
no es suficiente lo que obtengo?
graciosa
Euterpe traje no quiere,
yo
sé que tus ángeles batientes meces,
sólo
acuso que ya sé quien tú eres.
El
Castellano
Agua
socarrada, elíptica travesía:
Analizo
la luz en tu mirada,
leo
flagrante tu alma.
Horno
de fuego lleno,
como
pisar un abrojo
y
blando sabor degustar,
estampido
del trueno atribuyo,
rebelión
venciendo,
ya
se escuchan rumores sordos,
precursores
de tempestades.
Torrentes
sin cauce
la
turba desemboca a mi senda,
yo
soy como las vigas de Himeto
no
preguntes más.
Que
ya mi amada labra la columna
que
me cincela.
Heredero
he sido de cuanto he servido.
El
múrice me guarda
servil
en mi travesía
por
mar Laconio
cielo,
inspiración, canto
corre
anhelo voraz.
este
mi sepulcro reverdezco
hollando
lindes,
preguntando
a Prometeo,
sin
sobornar a Carón resignado,
el
Leteo ni descendientes
traspasar
mi puente pueden.
Chispeante
tu cielo,
su
rubor satisfecho oso al por mayor.
Instantes
melosos veo en su colmena de labios.
Agradezco
por enunciar mariposas nocturnas,
poso
de almas condenadas.
Orados
recursos en vigilia
que
enseña cátedra tu silencio,
estruendosos
llamados
a
cosechar en gotas tu alma.
Sólo
ordeno, mande sí
pero
no me despiertes
porque
no conozco ni miedo
para
luchar por lo que quiero.
Acoge
el cimiento
coloso
que ando disponiendo,
prosigo,
póstuma
súplica
ésta
que logra calmar de Plutón su ira.
Gerión
y Ticio
la
onda Estigia aplacan.
la
raza Danaica no se acobarda
ni
su madre Dana
devela
el secreto
por
el que soy preso
reo
capaz de incendiar
abismos
que rutilan sombras
si
así combato mi incierta suerte
por
la que arriesgo sin miedo
de
ganarte el cariño.
El
Castellano
Candente
secuencia:
Animus
meminisse horret, luctuque refugit.
Mi
mente se estremece y retrocede. Plinio.
Lóbrega
quietud escarlata,
eternal
lustre oxidado,
eterno
sueño
esquivando
meloso asilo
de
todo desgraciado.
Mi
voz, angelical beleño
casi
yerto,
pavoroso
azar cuelgo.
Un
averno cruzo
de
quien yo era,
arreo
sempiterno me rige,
hórrida
lucha descarnada,
lucirá
opaca
severa
luna.
Mi
ciprés fúnebre aplaca,
claman
los ecos
frente
ojos
musitando
furores
al
viento desceñido.
Todo
lo que gritando calla,
se
precipita
como
lo que el generoso esfuerzo,
pudo
sembrar;
afila
esta turba
mi
empedernido rostro.
Ultraje
que
el desgraciado
expira
sus fuegos.
Flor
en miel de vida,
bronces
de alas.
Magnánima
se eleva tu suerte
labrada,
medroso
mi latido
ya
no huye,
cerviz
eleva digna cadena
indómita.
Feroz
risa por treguas
de
brillantes ruginosos aceros.
¡Oh
musa!, que por sombras felices
resuena
mi dicha,
inulta
eres
diriges
fugaces los gemidos,
por
melosos lares,
Turia
y Duero
bélicos
de nudosas lanzas,
desentierra
ya
mi
cuchilla férrea
de
cuantos campos en Castilla
yo
amo.
El
Castellano a 11-08-2018
Tersura
de palabra:
Aletargada
una calma silenciosa,
en
regazo de adusto febeo,
no
pierdo fiel mañana contigo,
musa
de agua.
ilusiones
semblantes de Citeres.
Desdén
que amancilla
de
redes y verdores,
no
cuentes mis cítaras.
De
mi laberinto de espejos
tu
alma es llave,
que
férreos pesares cierra,
este
mi leño amimaba.
Incólume
afán de cuidar
de
seguir tus protectores.
Tu
lira mágica y tu arte no oprimo,
sagrado
designio tu voz.
Ver
imágenes de sus moradas.
Perdona
si te agravio,
en
ti yo quiero refulgir.
Lágrimas
y sangre confortadas,
cresta
de inmutable resplandor
savia
que gime
y adora lo que es de ella.
Me
crece de los ojos
una
sed intensa,
el
témpano sordo,
aguarda,
vela y sostiene
nuestra
ciega luz.
Llúcia
de todas las vírgenes,
la
una me venció con trágica voz,
y
sonrisa de caracol.
Que
nunca desvanece
sólo
vacío se queda.
Sin
destino mayor.
El
Castellano
viernes,
31 de agosto de 2018
Denso
halo nocturnal:
Fuentecilla
parece mi noche oscura,
fuentecilla
retozona,
y
de verdes lamentos quejumbrosa
como
sombra leve de mi pájaro piador
que
acuesta a dormir su entraña.
Sombras
largas que descubren
el
canto los lisonjeros grillos.
Blancura
y azabache descansa en la arcilla
el
nido mi golondrina.
Al
fresco respiro de mi chopo soñador
lanzo
un severo destello argento.
Longevidad
imperial cercenada
como
retazo de persistente
carcoma
manida a mi verde intelecto
grave;
embaucaría
sin tenerla
todos
mis instintos,
todos
mis impulsos.
II
cuartilla
Canta
, canta mi pena azul
sin
ocre zozobra.
Abre
el verde ramaje ,
a
la espesura de mi idea.
Entre
un camino serpeaba
como
culebrilla de un destino azaroso.
El
murciélago castellano
rasgaba
bailando, ladeando
el
cielo mullido
de
levedad de colchón sin luz.
En
sintonía opaca que rodeaba
y
acariciaba.
El
cielo abría su sangre a la noche.
Un
sopor de estrellas
que
en este verano no tardaban,
y
el rudo vigía ciprés soportaba.
III
cuartilla
Bajo
tenue luz de luna
que
los sentidos arrugaba
y
mi fiero ciprés de lanza colgaba.
Avanzaba
por el camino
los
álamos,
como
un sendero
en
cal de maderos cenizos,
rumbo
al Valhala.
Alumbrado
, rememorado,
anhelado
por
todo guerrero .
Era
un olmo frente la tapia
de
un cementerio
en
Fuente la higuera.
Caminillos
de hormigas dispersaban,
desplazaban
los vástagos
de
forrajes venideros.
El
Castellano
Lilith
II:
Hija
de la tempestad
así
te llamo, sin voz ensordecida.
Que
la luna encierra tu canto
en
estelas que riegan los cielos,
los
grillos lloran tu nombre
cual
inocente azabache sembrado;
el
viento es tu incipiente respiro,
sangre
llorando
despiertas
por el cobre
ese
que llora la noche
gimes
en las fuentes de primavera
destinos
en abrevadero insoslayable.
El
espíritu lleva tu nombre grabado
Por
cuantas raíces tu sendero brillaron,
aire
es tu apellido engalanado
tu
vida no entiende de clasificaciones
sólo
tú reinas la noche
cuando
el sueño hace el amor con los dormidos
ríes
y lloras con la lluvia
despertando
brumas voraces
que
el alma secuestran;
la
tormenta es tu carcajada,
al
latido sordo de oscuridad abres tus ojos
el
día por tú tenerlos tan claros ciega
las
ondas en el agitada agua
mecen
tus rizos, espirales imantadas
en
las que vive el arte.
Un
sueño despierto del fulgor y la belleza
te
engendró a imagen de la centella olvidada
tu
ser respira ambrosía amada
perdición
de muchos
orgullo
y alabanza por mí
que
soy más fuerte que el mal
que
juega, corre y cosquillea
con
tu entraña sí esa por la que mis buques
dejarían
su ancla
lobo
de día cuervo de noche
que
en tu ser se acurruca
y
al sol desnuda
resplandor
de almas fugaces
nuestro
baile, blandiendo espadas;
vespertina
perdición si amanece el sol
quiero
ser de ti como el murciélago
a
su rincón.
Volar
contigo como si el mundo no importara,
despertar
para abrazar otra noche
en
la que girar
y
en tu mirada encontrar fuego de astros
por
dibujar y mi vida contigo sembrar.
Musa
floreciente si arte arde su suerte,
alma
amada que se funde
prejuicio,
mentira y verdad
ababol
sembrado
tu
corazón sin igual.
El
Castellano
Sigilo
de ciprés
Gime
mi astilla,
en
pulcritud de clavos,
versados
yunques de mi estío,
mi
casa es el viento,
la
sangre mi electricidad,
qué
puedo decir,
qué
puedo hacer,
tuerca
de mi piel,
para
encontrar placer,
y
que el grillo afile su violín,
en
este calor silencioso
por
el que volverme sudor
en
tu cuerpo de mujer,
seguiré
cantando en la tubería
de
tu sien.
Una
vida que no fue mía
porque
la llevo a cuestas,
deslumbrando
osadías
noches
negras,
de
cabezas de cerilla,
y
humo de tabaco del diablo,
quizás
mi único amigo se llama Lucifer,
por
eso estoy digno
porque
siempre responde
sin
necesitar hacerle reclamo ni oración,
aplico
la ley del ojo por ojo y abrojo por abrojo,
satisfecho
sí porque tengo un tesoro,
digno
como el plomo
de
balín que disparar,
así
es mi palabra,
una
imagen a cuestas de otra imagen,
telarañas
para atrapar,
voy
a leer poetas yertos como Gerardo Diego
a
ver que me imprimen, permiso.
Yo
pensaba en mis cinceles,
para
estampar mis versos,
fumándome
mis pensamientos,
en
alcobas vacías de invierno,
siendo
una claridad de estrella
y
sus rayos altos, profundos, ondulados,
mi
otoño de hojas derramadas,
mi
primavera que nunca se fue
porque
siempre vuelve, gracias Pablo Neruda,
mi
fronda sin quiosco amado,
una
torre honda, parca, de silvestre azada,
para
volar no hace falta lanzarse por la ventana
como
hice,
un
azar iluso se viste de redención,
por
la onda de tu voz,
por
el cuchillo de mi hoz,
mi
profecía de una borrasca nacerá como alta nube,
que
una nube es colchón de la luna,
por
eso el viento es mi padre,
fumaré
mis abrojos versados,
llegando
entre valles de azores
y
ríos dulces,
un
verde militar de ciprés,
el
color de mi sonrisa,
alzada
entre los mortales,
mi
topo único llamado mesías,
de
evanescentes sandalias,
cima
tras cima encuentro la sombra,
hasta
anclarme a su lágrima de malva.
no
sé acabar tendré que volver a empezar,
mi
estandarte de arte que prefiero cerrado
como
lumbre en horno de mi suerte,
es
por mi mente que a veces demente
a
veces único hombre,
una
espiral que corre y se mece.
El
Castellano
Espiga
florecida:
Cruzaba
mi albor dorado,
la
hoja de un Álamo
blanca
y roja como el vuelo
de
un pájaro otoño,
cuán
intangible era el color de su cabello,
era
hecho de todas mis flores
como
inexpugnable miel,
que
brilla todas las cosas ,
yo
que te hablé de amor
en
nuestros días solariegos
como
sábana de viento,
me
golpeaba la idea
una
fuerza inexpresable
como
frío y sólo cavaba
mi
jardín tras el verano,
en
un color de ocres
mi
mente que jugaba
y
se evaporaba,
mis
cuchillos dormían
la
siembra,
en
otras siembras,
un
vespertino grito
del
grillo acuchillaba el calor,
mi
rambla que yacía seca,
era
como un chirrido de iglesia,
como
fiesta sin vino
ni
cerveza,
tangibles
vientres de la historia
en
manos de la gente
un
eco subiendo las cumbres,
un
disparo sin blanco,
un
hondo sepulcro
y
un jardín excelso
de
espigas,
los
poetas son del tiempo
y
sus versos.
El
Castellano
Son
de grillo:
Clarín
entona sin miedo,
todo
lo que siento arriba del astro recuérdame
su
violácea arpa del sentido, tejido yo del hierro,
y
una escarpia desnuda que anuda,
que
desvela mi yunque, mi eje,
apenas
dormido yerto el tiempo que te conoció,
arriba
muy cerca de la letra dorada,
y
su escarcha de silencio senil,
eres
más que donde alcanza mi palabra,
un
yugo, un arco y una flecha,
una
vena trenzada por la sangre consumida
que
te lleva que te encuentra,
león
aquí león allí en mi corazón,
hilvanas
mi calor del fuego,
se
funde mi abismo zarzas por ascuas,
Sol
por luna dentro de mis ojos te encontrarás,
allí
solo habita la luz como quimera una,
que
te destapa en sueños,
si
por soñarte te hiciste realidad mi bella Margarita,
una
vez en la vida el tiempo se derretirá,
y
nuestros labios beberá,
vuelvo
a vivir por ti,
vuelvo
a descubrir justo la vida,
matando
mi soledad, aumentando el día,
amor
que me volviste libre
y
elegí amarte
hasta
donde cerraban los ojos de la noche,
mi
miedo se alimentaba de sus paticas,
yo
quiero quedarme contigo
hasta
que mi pecho lata abierto,
subiendo
cumbres anclando mi sombra,
hasta
que la tierra se coma los cardos tras el estío,
hasta
que las flores rendidas dejen su belleza,
en
son de elevado amor,
que
asesine los silos de oscuridad,
que
descienda lo perpetuo
y
quede asido el cielo
hasta
que la imagen sea sonido,
y
mi deseo traspase las puertas de tu destino,
solo
allí reinará lo sentido.
El
Castellano
Sol
de plomo:
Lejanías
trenzadas al clarín violáceo,
malva
de su lengua de estrella,
allí
donde el tiempo se hace uno
por
adentrar mi silencioso Sol
en
su boca de espejos,
allí
donde la cercanía
nos
vuelve una persona,
a
violín de una cuerda carraspea el grillo
el
gris en sinfonía añil de surcos y su estío,
a
ebria guitarra se abre el sendero cerrado,
el
cálido mar de pupila chirriada,
despertaba
el son de los tambores
hundiendo
su caricia en altares desgranados
y
su danza por la quimera del cuerpo sediento
azogada
cuerda con lámina recta
sostenía
el crepitar difuso del día,
lobo
de su ser afilaba nervio dorado
al
abrir la luna fauces amarillas,
Lobaluna
se acurrucaba
venciendo
el cielo de zinc
en
sus párpados ,
estremecido
el alarido despierto
la
noche colgaba pestañas ,
al
blanco carruaje del sueño,
solamente
un puerto
al
infierno abre,
todo
lo que yo daría por verte,
y
que mi corriente no doliese,
eslabón
sereno de azabache,
al
latido sordo de mi suerte,
bebiendo
ambos de la fuente,
nuestro
corazón estremece,
siendo
la vida reguero que enternece,
de
una a otra parte el ocaso mece
su
vientre de yodo
en
encaje febril
viste
el Sol su popa,
el
camino hace venas de hierro,
el
linde de tu cuerpo
aguardando
mi llegada
para
derrumbar la verja franca
de
su puerta
y
hacer libre la tierra.
El
Castellano
Soturno
caballito del Diablo:
Lejos
de la tierra cruzo la senda,
donde
amanece la sombra,
hombre,
hombre de luces y tijeras,
hombre
de bien al menos,
a
veces algo que entender
navegando
dentro de la luz
un
cuchillo del negro puerto
porque
yo no caigo ni muerto,
ni
es mi soturna vía,
un
espejo estridente sin sangre,
amo
la noche sí y ella me ama a mí,
un
velo de sosiego, calma
y
enervada súplica nacarada,
es
su juego es mi baile entre estrellas,
y
grillos que se marchan
por
ser otoño,
como
un pez en tierra
intento
escapar de la tierra
y
respirar en mi medio
cuando
aleteo
y
solo giro sobre mí mismo,
una
estampa, escrito yo en cobre,
sonido
si al menos fuese sonido,
muerte
al lamento y al diario
sea
de la temática que quiera
una
garra, una sombra,
un
océano abierto
se
necesita caer despierto,
un
trance de momento,
y
la lluvia cae de nuevo,
el
terreno se vence,
la
luna se sacude la vergüenza,
mi
aljibe jamás se secará
si
lo hace ya no estaré
para
sacarle su oro de verso,
cromado,
un
rayo, una cumbre
y
finalizó mi osadía
entre
cerrojillos desempolvados,
tengo
sed, de liberarme de mi mal
y
volverme más que un talento,
más
que lo que no he elegido,
ser
del viento y que el viento sea mío,
esperando
cabalgar
mi
caballito del diablo emplomado.
El
Castellano
I
Lámina
del cielo
tu
gris en estiaje
ángel
del cielo teje
macabra
sinfonía
lluvia
se derrama aplomada
por
su guiño de ala,
por
venas cavas, su quitina,
estrechas
vías consumidas
en
atroz entrega
del
mensaje del cielo,
sangre
de tierra en zigzag,
río
de caudal
por
arterias de arañas,
por
acariciar la flor del iris,
un
barco y una vela
un
puerto y una quimera,
una
vida de aciaga solar siembra,
verso
saciado cabalga
el
colchón etéreo del aire,
hasta
anclarse en valse,
sueña
el viento ser capturado,
atrápalo
en tu mano
y
en la otra derrámate como gota,
precipita
tu esencia bebe del cáliz
la
yaga de nuestro vino,
infinito
remansado en cuña de estambre,
es
un ojo de tierra,
es
una espera,
filosas
fauces,
la
canción con la que bailan las flores,
un
cariño de flamígera estrella,
un
armazón dorado de escarabajo,
una
casa de caracol,
ven,
ven conmigo soy aullido,
una
entrega de cuarzo llorado,
un
cuchillo de sílex afilado,
en
el trillar del campo,
soy
mis venas naciendo en un charco,
un
sorbo y soy fuego en tu mano,
gimo y corro el vasto templo
de
mi perdida religión,
viendo
el devenir venir
cruzarse,
deshacerse, alzarse
para
acabar siendo tierra
del
inerte azar profuso,
mi
tinta se bebe un rayo solar
en
patita de un caballito del diablo,
mi
vaga libélula de mi suerte,
para
que siempre viva
esta
hormiga león
siendo
mi cosecha más que tus besos,
más
que tus rayos de sol,
siendo
yo del camino y el camino ser de mí,
irisada
vida en son de mis tambores
de
insecto tejiendo, volatilizando lo inmortal.
El
Castellano
El
signo de la estepa:
Alba
mía,
fugaz
de abisales miradas,
llévame
a mi lecho
que
no me tengo más en pie.
Cayeron
mis suspiros de miel,
Orando
me acaricien
palabras
de ayer,
ven
mocita a mi vera,
ven
te quiero ver.
llorando
no lloro
mi
cantar aquel.
Visten
amapolas destellos de piel,
dispara
para no volver,
plural
celeste aflicción,
alba
mía escancia
no
quiero tu padecer,
sonríe
a mi flor esquiva
un
rayo tornasol,
ten
mirada pura,
en
esta espina radia nuestro tesón.
Hueso
hondo, fúlgido nacido
de
la adoración,
como
niño lloro la ternura
agarrada
en corazón.
Martillo
quiso ser mi hoz,
segando
a golpe de viento
mi
labrada voz.
Victorias
acompasadas frunce mi Sol,
el
rito mío cantará,
por
la nieve de los álamos,
al
olvido de barbas de mi chopo forjador,
herrero
de mi sinfonía.
Verá
parir la luna,
en
hojas de olmo con forma de corazón.
El
signo de mi tierra,
el
amor de mi azada
a
su soterraña entraña.
Vientos
del norte me llevan
a
lomos del Aquilón,
Hijo
del relámpago,
que
una vez amó
y
tierra tomó.
Signo
de los tiempos,
solo,
solo ardió por derredor,
alma
invicta, invencible
su
espada deslumbró.
Lobo
aventado en bosque clamó
la
tierra devora lo que es de ella.
Yo
clavaré rival
a
serena esfinge,
que
mustia mi carne florecerá,
espero
que esperaré
el
tiempo me seguirá
mi
rastro percibirá.
Hoy
como ayer
solo
mis dioses me aguardan,
en
esta estampa abatida
de
mi soledad voluntaria,
necesito
el sonido de mi noche
por
escarchas azules febriles
cantar
de flores recuerda
el
llanto de la piedra,
a
la ruptura de compuerta
estaba
yo desafiando mi destino,
hilanderas
tres,
no
me tapan mi hocico,
trémulo,
voraz,
quise
estrofas
tuve
una unidad,
mis
principios numerados
los
dejé ayer sembrados,
vine
para seguir mi oración
no
rompas quimera
mi
sagrado nueve,
vendré
a traerte que mi ser
lo
forma el tres.
Si
te veo,
no
te escaparás de mi tundra,
ya
te he soñado y contigo hablo
de
espíritu en yacija
recipiente
que mi conciencia
suenas,
me
despido para regresar
a
mis cantos olvidados,
sin
musaraña dicto
que
yo existo.
El
Castellano
Siembra
tejida:
Atelier
simétrico
las
facciones
de
tu cara araucana,
sombra
densa investida
cubren
tus dignas pestañas
donde
se acuestan dunas
de
lunas que en tus ojos
encuentran.
Diciembre
que esparce
vientos
vernales,
abriendo
silos
con
sentires perpetuos,
mi
gato negro cruza mi idea
en
nuestra casa y su tejado
de
tréboles.
Entre
corazoncitos de hojas de sauces
abatidos
y
mi siembra del mañana,
abriendo
las tierras
arados
tras corceles,
surcos
de mi divina calma,
por
cuantas primaveras he conocido,
y
todas las que a tu lado
me
aguardan.
Incluso
aquel pueblo se nos rinde
y
nuestro mundo nos coronará,
vencimos
y venceremos
a
ese cuartelillo de nubes
que
en letana distancia
separa
y su bruma gris
encuentra.
Mares
y océanos cabalga
tu
Hipsípila con una flor remota
de
su helecho
busca
a su mujer,
avanza
nieves de espuma,
hasta
arribar su negro puerto.
Le
esperan valles y ríos dulces
por
tierras de azores y perdices fugaces.
Su
sueño vestía ella
como
dormir de las estaciones
era
ella su sueño de otra esfera.
Abrían
sus flores orgullosas
y
deleitadas.
Fúlgidos
cabellos,
sangre
iridiscente de nueva brea,
cañón
y galera,
lanzas
de su futura siembra
en
el interior de su amada.
El
Castellano
Encina
de fuego y brea:
Santo
señero,
dulce
iris de mis desnudos campos,
Dioses
habitaron tu entraña que guarda,
cumbre
eres de la loma despeñada,
réquiem
de viejas espadas
que
te labra,
quieto,
el viento te encara,
vuelve
a soñar que fuiste tiempo
de
los tiempos,
estático
límite
congoja
deslizada de abriles febriles,
una
oda me avanza
sin
piel, sin moral sobrecogedora,
decídle
a la tierra
que
mi alma bulle,
este
parco horizonte me teme,
oiré
frentes, rayos fuertes, crepitantes,
un
desnudar de las secuelas de esta voz,
amaré
tu vientre como se aman las flores,
no
habrá reino
contra
Hipsípila
aterra
calma entre alas
de
libélula,
entre
sueños de drosera.
Partiré
mi vida,
recostando
mis sangres,
floreciendo
rosas a mi madre Belleza,
hasta
sembrar mis aras redondas, abiertas,
en
un guiño que descalza
sones
por hendiduras sangrientas,
hasta
enjaular mi aliento que te canta
por
ajuares de estrellas las más bellas,
mi
desaparecida sombra,
plañe
que llora en su alma verde, pura,
oh
Castilla, quién en tus alas nunca muriera,
eres
un enjambre de furtivas
soledades
que se vencen,
caminas
tus vastos metales
en
tu oscura tierra,
una
sed te fulmina lo perenne de tu sonrisa,
te
duerme la piedra tu encina,
un
deshojar de tu rivera
siempre,
de
tu río Mundo
a
mi pueblo de Fuente-Álamo
jamás
te muestras herida
mi
Castilla bonita
mi
Castilla sin yaga
por
la que encuentro
en
el cielo un monte y un atajo,
hasta
vivir la plenitud
de
dicha en barbecho de tu idea
mi
vida, mi raíz,
mi
falcata de natura.
El
Castellano
Sembrando
altares de hueso:
I
Blándeme
en mitad del campo,
sólo
allí que la encina enraíce mi carne,
el
hinojo lata al son el tambor de sus flores,
la
carrasca grite verdades del monte,
vereda
quieta, enarbolada,
soledad
disparada sin descanso,
sólo
allí reinará mi alma,
en
letras escritas en las hojas de vida,
las
lindes teñirán de rojo y negro,
de
tinta y sangre el resurgir del añil
aliento
dibujado de toda vida en color,
del
albor a la muerte en flor
se
alzará mi latido con su amor.
II
Renace
en la piel,
en
el albor sin conciencia,
hace
más frío que antes
sentido
muerto, caído
olvido
yerto
raíz
del ser
más
callado que el invierno
avanza
camina a voz
todo
lo que he perdido
polvo
de estrellas, hierro de océanos
piedra
de montañas...
hazme
recordar alas cansadas
cosas
grises que te gustaba sentir
mi
amada así sabes
horizontales
que no puedo olvidar
ejes
verticales de conciencia
sin
dormir
danza
la primavera del lugar
con
mi soledad pintada
en
la sangre de mis ojos
todo
lo que veo teñido
la
ilusión cae en gotas derramadas
cayendo
congeladas
desnudo
mi cuerpo en la penumbra
del
segundo quieto
raíces
comiendo mis venas
hojas
de mi historia mustia, abatida
sentido
muerto
viviendo
por ver morir el momento
momentos
atrás que cae el recuerdo
sin
miedo, sin sentimiento
todo
hirviendo
sólo
este sarmiento de cuerpo
esperando
que juzguen a su alma
libre
de maldad
quién
estará allí
quién
vendrá a darme un camino que seguir
solo
en la oscuridad
donde
todo comienza
las
sombras me reconfortan
y
veo en luz mi vida
para
encontrarte
algo
que darte de dentro de mí.
Un
amor rugiendo en la boca de la estrella.
III
Diestro
del mar a la montaña,
visten
sus flores coloradas orgullosas y sentidas
cual
caricia de su jardinero que las ama
el
viento armado escala cual seco rayo
su
sol enturbiado se paran las oraciones
Hipsípila
dejó su crisálida
en
un caballo alado recorre sierras y sus manantiales
recolectando
toda simiente desde todo confín
al
inerte sombrío albor,
mientras
su fría luz crece y camina
sin
franca tapia ni verja que detenga su escalar
vuela
vaga la libélula para posarse en su hombro
recio
brazo arrido ninguna simiente cae a su lado inerte
que
lleva que trae a su castillo olvidado
hechiceros
de todos los reinos desvelaban que sólo
un
reino se mantendría vivo
y
no era el del humano ser
Hipsípila
cabalgaba por naturaleza su religión
abarcando
de la tierra a la lluvia
cual
rayo cortado de Sol su cabello
los
pájaros trinaban en su castillo
Hipsípila
siempre vivirá como invencible Sol.
El
Castellano
Panida
rosa tu mirada:
I
hoja:
Canta
mi piedra
por
inencontrable esencia,
promesa
de luz del sol.
Azar
de imposible
fuego
fatuo en tejas
que
son nubes de altos cielos.
Serenamente
místico, me alzo.
Ascua
empírea fueres
o
carbón del destino atronador.
Mito,
constelación:
constante,
pura flamígera,
eterna
de cimiento terreno
sobrevivirás
a lo alto.
Escarnio
mis solas sombras.
Promesa
de tiniebla,
promesa
tibia,
nunca
alcanzaré luz tan ardiente.
II
hoja:
Perecer
a los cielos que yo amé,
te
amo en medio de mares,
entre
pulcras esferas feroces.
Clamor
por férreos bosques,
boscajes
de tu sed de miel,
arrebatada
tú, de tu albo espíritu,
generosa
es la penumbra
eco
pálido de azul viejo
virginal
fuerza de noche añil.
Presencia
misteriosa
en
haz, de luna áspera.
Destino
opaco, inclinación
por
verdades de monte desgarrado.
III
hoja:
Tránsito
estremecido, el río,
ligero,
nitidez de espejos
que
dulces presiden
hondas
tierras.
Constante
agitar de sus fuentes.
Resplandor
baten tus argentísimas alas,
palabras
entreabiertas
buscando
dicha.
Esencia,
eclipse de mi sangre.
Sideral
cuerpo estrellado.
Sigilo,
tus pupilas
con
las que a fuerte garra
me
amas,
y
ardua me miras.
IV
hoja:
Lejos
queda el miedo en cestillo,
a
ser feliz; si tú escribes.
Por
esos juncos que el día
no
cierra.
Un
remero hábil,
desnuda
la noche.
Bogando
que su luna sonría.
Oscuridad
larga
que
nunca secunde.
Desemboca
arriba ardiendo,
tu
frente rosácea abarca.
Mi
armadura, mi espada, fragor,
pico
torvo, ojos cerrados.
Penumbra
desconsolada
por
riveras de mi ciego Arlanza.
V
hoja:
Fondo
de monte
en
el verde mar
de
tu boca.
Claros
rectos, únicos,
confunden,
luz
vasta y su sombra
que
más ya no languidece.
Viento,
velo, acallada luna.
Muda
escucha
espesos
vellos.
Faroles
latiendo
corazones
en celdas
con
llave de tu alma.
Noble
secuela
de
mi dios Gemineye.
Entre
azucenas de la tarde
mi
suegra y nuera arde.
Rubricó
tu gentileza, orquestando.
VI
hoja:
Luminiscentes
polen
en
interiores de colmena.
Abro
espumas esbeltas.
Desnudeces
en carnal tomo
de
mi cepa.
Brusco
y dormido
en
leyenda diferente.
Caí
a mi tierra.
Toqué
maravilla, flor de supremacía.
Palpé
tu olor fecundo
a
esquiva adormidera,
de
tu órgano erizado.
Por
tus estelas claras
que
escriben galaxias
y
agujeros de luceros.
VII
hoja:
Viejo
pabilo iluminado
humo
rojo viose apuesto.
Gallarda
tu entraña.
Decreta,
no cese
Mas
nunca mi terco aljibe
que
te escribe.
Con
ojos rendidos,
ojos
cada vez más humanos.
Pureza, tu plata.
Amortecida
ahuyenta la negra Parca.
Piadosa
suerte
en
sombra densa montada.
Eco
amplio,
ley
presunta de todo linde quieto.
VIII
hoja:
Difieren
ligeros, tus sortilegios,
de
verbos que nacen.
Ya
nacidos estudio.
Ellos
que escalan mis ojos.
Opulentos
pinos reposan
su
verde nupcial.
Ato
presunto borde,
llego
a tu almena
donde
vive tu alma serena.
El
Castellano
FINAL
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