Aquello me ocurrió entre tres miradas,
gocé, temblé, me sonrojé,
en mi lugar, sinérgico, excitado,
entre tres párpados múltiplos,
de una luna semper que ladeaba,
resbaladiza, polar, frenética,
dije más allá de los ajipuerros,
y mi sentido almibarado,
cada vez más digno, invencible,
sentido intrínseco,
venga amor suba mi ola, infaustamente seca,
dentro del agua y volver seriamente marcado,
lejos de herrumbre, e infamia tornasola,
si no supiese quién yo soy
algo me preocuparían,
mordeduras de viborillas, y juicios
sin boca ni mente,
solo orgullo reseco digno, con ganas a morir,
dígame, escribano,
qué cuestión has conseguido en tu vida,
para lanzar ascuas a mi osadía perpetua,
llevo veinte años consecutivamente
labrando poemas de alba a ocaso vencido,
ni válido veo tu azar en templanza a competir sangre,
quedó fijado que a rival no cazas,
cuántos venablos gastas,
y anzuelos sin cebo,
ya le han abandonado,
oh, hágase cargo,
hueso subalterno no dicta tu acompañamiento,
y qué me dicta mi suerte a no tener nada,
la satisfacción gigante no jures,
que la tendré,
oh henchir mi sangre,
otro astro no pueda,
daré hojas de mirada acompañada,
este suspiro que henchirme debe, y puede,
noche comprendiendo a mi sargento,
de reloj atrapado, y ascua en lumbre quieta,
voy de heraldos áureos,
golpe en vida de pocos,
sobre cristos de barro,
y hornos quemándose,
mi destino, ya vuelto ojos,
pobre, Ay los ojos de todo lo vivido que gastas...
Förüq castellano Miguel Esteban er-lobo bohemio
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