Prímula escarlata: abril 03, 2021 Abría un abril, cubriendo la Campiña, en baja luz de luna que enhechiza, metamorfoseando la vaga lluvia que lentamente caía, bajo cielo derretido, emplomado, ya goteaban mis flores de difunto, sobre una porción, de terreno respirando la interperie, pretérita una primavera ya llegada. La luna sempiterna hermoseaba su metal noble, purísimo al candor sin lumbre quieta, era bastante para lanzar un beso al alba, y ver si recogía algo, quintales de nubes plañían su melodía jamás interpretada, ni escuchada sólo una vez sobrecogedora. A la estrella fugaz que siempre veo, lanzo un rito antiguo, como cometa que el negror atraviesa desceñido, olmo mío, dime tus penas tú que tienes alma, que baila entre oscuros romances de savia, al brillo de mi espino escribo, beso de camino entre mi rosal canino, hojas húmedas del héroe entre el lodazal, herido blanquísimo, contienda los tímidos alisos, sus estrellas blancas, entre piedras pálidas, que carraspean su canto olvidado, ¿Cómo he acabado aquí donde todo comienza? Pienso en su prismático mirar, a punto mi buque y puerto negro en llamas. ¿Cómo suena su flor? Acaso fuese líquida, el yunque mi pecho está martilleando sobre un cincel de murmurio grave. Y suenan las espaldas, mi vida aterciopelada sujeta incandescente rosa, sobre azul de mares y vetustas olvidadas, al tiempo que rezaba serenata, al azur prodigioso los altos cielos, tronco flamígero, en colores sobre las naciones, absoluto diamantino, su astilla de su color carnal, que se extendía, besando su torso sembrado por mis castos dioses, algunos que me odian, sigo consejo perenne, al pairo se va lo que debe de irse. Se querían entre fracasos y transiciones, como dos muelles fugaces, aquí yacía mi letra, en mi jardín de luna, y sombras vanas a secar, memoria acaso el desliz me incubara, fundadores que caminan, esta mi soledad original de campo abierto, encima de mis lápidas y todas sanguijuelas. Förüq castellano Miguel Esteban
Se querían dos sombras
como evanescer líquido, templado
de rocío por savia y tierra
y su desvanecer,
como flores a la alta espina
sirven su dolor.
Belleza oxidada,
ellas dos sombras
con camino de piel,
abriendo de la noche
gema profunda de lenguas azules,
era un camino el alba
para subir y descender,
ellas luz querían tornar,
vestidas de ásperas ondas
impalpables,
seguras sin obstáculo
eternas,
crispaban el tiempo
y se querían sin envejecer,
fría segura que su alma se iba,
suya, cristal vaporoso
de amarillo viejo,
su entrecejo deseoso,
querían entre noches
de gatos fugaces
por tejados colindantes
que anudaban rayos de luna,
su tristeza era pura
se anidaba en sus cabellos,
seca, entre sus cuerpos etéreos
la ausencia hacía verdad de idea
trasnochada,
su soledad muerta
de insectos ranqueados,
asida de purpúrea pluma
y lunas enajenadas
con cristales lucientes
en navíos de tinta,
perpetua osadía
de ser luz,
como silencio
de Dioses relumbrados,
y su oro vegetal,
como ásperas rocas
destacadas, cerradas
al molino de noche,
se querían dos sombras
inertes
pero vivas al fuego
y carrusel de estrellas
pudorosas y ponientes,
su quietud sin color,
su amor por unirse
como dos gotas al helor.
Como dos voces se unen
en un solo corazón.
El Castellano
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