Carmesí inefable:
Turbado yaga mi espíritu,
sin voz yace mi gran momento,
puridad en crisálida perpetua,
oh, lacónica eternidad,
no te temo ya
ni tu crisol de hálito
me vence en inmortal secuela,
recto ganaré a la luz,
por su ceniza coronada,
cantaré hasta el etéreo vuelo,
me trasplantará el viento obscuro,
metálico azar,
erigiré un árbol de brea,
en mitad del todopoderoso silencio,
mi flor no sucumbirá,
ni mi verso armado
será litigio de crin en ascua.
Filial prestancia,
que nadie trepa mi solo nombre,
por cantos obtuso,
en sangre
suceden labriegos
fecundos.
Terrazgo de mi amor atado,
canto a mis generales,
despejen el camino,
y entre férreos cipreses
me avalen.
Tanta herida precedida,
tanta voz que muere,
sin soto de almíbar,
pena que no muere,
son este de mi bronce en ala
de un repecho carmesí,
soledad,
mi gloria tan fuerte.
Azucena helada de mi tarde,
resuena en ti
un azar indeleble
para indicar sin sonido,
que tengo corazón y cielo
atrapados en un solo verso.
Olvido sin espejo,
mantuvo suerte segura;
luz sin día ni ojos
fue perfidia en otro astro,
azul, paz,
cuchillo que mi vida hiendes,
a cercenar toda oscura alegría.
Förüq Castellano
No hay comentarios:
Publicar un comentario