viernes, 31 de marzo de 2023

Golondrina argenta, solícito (inédito)

 



 

 

Es mi libro con el trabajo completo de un siglo, impera en él un estilo de plasmar surrealista, de escritura automática guiada por referentes propios de absorción y adopción propia mediante aprendizaje por medio de la lectura, eterno buscador de plasmar correcto, en mi búsqueda y en mi trabajo habita la concepción de lo que me parece bello para escribir en base a eso se surten las imágenes como abrevadero de ideas ramificadas de lo que a ella atañe.

Ya que la poesía sin impresión de belleza poesía acaso sería. Sin creerme poseedor del castaño de las castañas de oro mi poesía y mi obra es fruto de consecutivas temporadas seguidas de escritura durante quince años. Un abrazo y gentil saludo autor Miguel Esteban Martínez García El Castellano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ODAS:

 

Tierra de encina:

Encina carne

y cuerpo que en ti

el campo hizo;

emblema insignia.

Follaje recio, duro,

inmoble al transitar

del viento.

Sobrehaz madre natura

de pedernoso azar de catedral

que de ti hizo san Esteban,

parda encina te escribo

desde el reposo del hombre fluyo,

como sangre me sostiene

en manadero de tu lecho de tierra.

Apretada y densa

lloras al camino,

no caes en invierno

ni te desdibujan heladas,

soles de siglos

doran tu espada,

árbol férreo

de árido horizonte,

frente los ojos,

viejo monumento

que sacudes,

el alma de la roca.

Brotada del mismo fuego pareces,

oh parda encina,

yo a ti acudo virgen

que en tus hojas veo pulcritud de estelas,

puntadas de unión de cielo y terreno,

en ti campo se hizo,

de tus lagrimas otorgaste flores la tierra,

meseta navegas con flor de piedra,

árbol solemne tú eres,

a ti rindieran cantos

a ti rindieran cuchillas,

campo de víboras

has pisado,

espejo de pueblo eres

que guardas reposo

y pasado.

Acoge Virgen de la Encina

mi canto manso.

 

 

 

 

El Castellano


Oda a la belleza:

Ruge mi vida
con impetuosa saliva,
un desdén de mares afilados,
cose que hila esta malva sensitiva,
azures sarnosos que avanzan
al latir fieles compases destapados
de mi escondida idea,
belleza eres por mares sostenida,
balanza sin yacija, ni muerte escondida
acaso a ella conoces
que incluso la tornas bella,
mira la ventana crispada al infierno,
el parpadeo oscuro de la luz.
tú que definirte nadie podría,
ni el más inteligente
ni el más ignorante,
cumbre de ideales, pedernales deslices,
pólvora de sensaciones, fragor vaporoso,
bendices sin perdonar,
es tu prisma un ocaso sin lejana letanía
de esta realidad que se pierde,
atraviesa tu puñal absorto
hiende mi carne,
solo encontraré que brotará mi cuerpo
todas las flores de los campos,
tu cúspide sin hallar, tu vida sin hallar
cumbre tuya se llama planeta Tierra
abismo centelleante hasta perder la cordura,
madre del acto,
belleza deidad suprema,
nadie la mata solo se la llama
y no siempre responde,
déjame tu azul manto sin amaranto
una noche bailaré con lobos
hablaré de amor con mi quimera,
el miedo me conocerá,
amada mía belleza de las flores
sángrame un horizonte de colores,
deshoja mis infinitas espirales,
haz que me crea como los mortales,
para blandir nuestro nombre entre nubes,
cabalgarán mis corceles tus verdes sienes,
yo no seré yo, así como tú eres distinta
para cada retina,
hada infernal
como leviatán celestial,
tú no entiendes de las maldades del hombre,
sólo pintas de la realidad todos los colores.
contigo izo cumbre,
resoplo agravios y señales
repetición
que nací para servirte,
como pájaro a su nido
señorita ruego
que elija este cuervo,
sin agraz durmiente
sopla mi sed de florecer tu alma
primavera preciosa,
desde mi mar a mi risco
osaré vestirme
de rudo hombre viejo,
soñaré como me sueña mi sueño
que yo en tus lares era el primero.
Señorita bella madre de mi izada bandera,
alza mi curva sombra
por la carne de mi siembra,
reverdeceré con tu cariño
primavera amada,
Mireya anclada de mar
a la montaña de mi idea,
vengo que voy a vencer mi propio desespero
rizando como riza su vida el helecho,
desde la sombra de abeja,
a mi ceniza bella,
no habrá osadía que no te nombre
mi dama al hervor de siglos
atavíos que llevas ya florecidos,
me despido por si te encuentro.

 

El Castellano

 

Iris de los campos:

El reino venía tejido 
del destino florido
en la gesta del jacinto 
en la flor abierta de la primavera
voló mi corazón a tu nido 
derramada esperanza vistió
el por qué de un adiós
el lirio abrió al color 
y la grama abrió en flor
flor de sangre 
que regeneraba 
el dolido destino
por la azucena 
caminaba su olvido,
fiel del suspiro nacido
quedar el te amo en vilo
la orquídea colorada 
aguardaba la fiel ordenanza
cuando un jardinero de versos 
dejó su estampa en el papel
un colorín elevó su trino
para que un zorzal 
lo alzara en su nido
todas las esperanzas 
colmadas de un grillo,
al compás de tu paso
seguía la amapola en duelo
lejos de su tierra 
que vio nacer el cielo,
caléndulas esposas del sol 
se abrían a la sonrisa
de tu calma amanecida
para yo trenzarte 
un beso en la mejilla
quedando las campanillas dormidas,
y las margaritas enrojecidas,
un te amo ardía.
El ascua se encendía
quedaba la sinfonía 
de un tordo que visita,
el cielo abría 
a sus coloridos jardines
plenos mudaba el grillo de sinfonía
la rosa colorada 
dejaba su beso por si acaso 
el viento llevara algo, 
se hilaba un verso
para el cantar complejo
del baile de la rosa y el clavel masculino
mecida la sonrisa al viento
nacía la basta floresta de los patios
y entre sus escondidos lares un trébol
vertía cuatro hojas 
al compás del Sol en su visita,
todo al resguardo de la bella caricia
y la ilusión dormida
que brillaba en tus retinas,
para yo dormirme 
dentro de tus ojos.
Abriendo mis flores en son,
ese que hacía brillar los campos 
en verde y marrón de un caracol,
relucía el brillo de un brezo,
desplegando su color
un tomillo en albor
por el plantago en flor,
todo lo que dejo
es todo lo que amo,
recuérdame en la flor
del cardo de la dama
me alzo a la altura de la rama
y el espliego amanece conmigo
para el romance del laurel 
y el encuentro de la malva con la abeja,
todo el cielo se despeja,
canta la piedra en aspereza
que la vida se torna repleta,
de lo sencillo del musgo
al verde estramonio 
con sus trompetas de los ángeles,
rueda la caricia que tu piel divisa,
el campo sin franca tapia ni verja
es dorado por mis sueños 
que corren de la vereda a la rambla
fiel de esperanza
la azucena nocturna en flores marcha,
el olivo prendido de olivas
la encina sus bellotas mece
para el tejo guardar su muérdago,
la noche que llora azabache
y ojos de luciérnagas
todo queda prendido
del suelo en duelo
blandiéndose la luna sempiterna de nuevo
y mi verso alzando el vuelo,
queriendo acariciarte de nuevo
la noche que solo conoce la noche
tus ojos que solo conocen tus ojos
por los sueños nacidos vuelan los molinillos,
el monte deja a las carrascas 
blandir el horizonte,
las flores a la abeja fabricar su miel,
la tierra se come a los cardos tras el verano,
la adormidera tu piel suscita
llegado el otoño y su caricia
fieles manzanillas abren sus margaritas
y los cardos en espinas 
dejan paso a los jilgueros
del campo abierto para regar Ostara tus besos
se anuda un grillo y mi brillo
abriendo una flor
con forma de corazón
dejando paso a nuestro amor.
Con el sigilo de blancos álamos
al verdor de frescos pinos
se cierran todos los caminos
por si acaso vivo que sepa ella
que blindado a la cepa es mi sino,
en estas simientes
en estas verdes sienes 
alzo mi latido,
que de madreselva fue vino,
y alzado parto mi destino,
hasta vivir en la mitad
de flor de esta caléndula sostenida,
enraizada en mi pecho,
que no canta 
reverbera en esta fuente fría,
porque no tiene despedida,
al fragor del ascua
jamás desquita su bella sinfonía,
de raíces y colores de albas,
hasta ser amada
por grises arañas.




El Castellano

 

Campos y emociones:

Guadalajara te recoges

en la loma despeñada;

cumbre de valles dormidos

y turbios del Henares,

agitas ninfas en sus aguas,

al hervir de álamos viejos

arribas calles entre mocedades,

tus retamas de parajes

arden.

Eclipsando años

de la perdiz sujeta,

surcos de aras tus uñas hacen;

vestigios de que el poder pudo,

caminas descalza los años fugaces.

Niebla asciende tus iglesias,

reposa y tus gentes

la despiertan,

al otoño que no quiso venir

te hablo como un hijo a su madre.

Cuántos siglos quieren

tus adoquines terrenos,

asidos de hoz

y colmena de tus abejas,

un descender de la vida

entre corajes de encinas

y oscuros soles

que abren de tus parques las fuentes.

cuanto yo he conocido

de ti, es poco.

como infante en tus nidos de tordos,

no te quedaste en los hoyos .

Cimientos te desnacen la entraña

del ayer carpetano,

por cuantos siglos te comulgaron,

hija y madre alcarria,

entre mansos hermanos,

sabor de chopo inusitado,

helor del antaño,

resplandor de verde militar de ciprés;

olmo sin fondo ni tajo,

córvido nogal de tus insepultas raíces.

Miré hoy mi espejo en ti abandonado,

y no quiero desenraizarme

de tu pálida tierra,

fiel canasta que nadie llevará,

tu sonrisa jamás apagada.

Al tiempo que abrirá.

Tus labios que juegan y se tienden,

hermanos de mi trilla,

hermanos de mi arado,

labios visitando acres de blanca tierra,

por callejas y cuestas de dulce idea,

levantas tu dorado cuerpo

de mujer esculpida,

por cuantas piedras te tejieron

en armonía quiero susurrar a tu belleza innata,

que juega y ríe descansada

en la música de tus álamos.

Ríes trayendo tu canasto de mieles alcarreñas,

juegas con quienes hemos depositado en ti confianza

de vivir en el sosiego de tus senos

que guardan los siglos

que lleva tu entraña erigida.

Mirlos enredan en tus cabellos

sosiegos mañaneros

por cuantos te conocemos

localidad de luz,

que abre su remanso

al Henares y sus espumas,

creación no creada.

Cuartelillo de tus fervientes chopos,

riges tu guarda en tus lanzas de cipreses,

abriendo tus campos al cernícalo señor,

y a los estíos chirriados

que el alma te acogen

¡Oh Guadalajara!

 

El Castellano

 

Duero:

 

Grita mi estupor y cuchillos

hieren volteando

una boca que la onda mece

flameando.

Se duerme la costilla

en el altiplano enjutado

de hayas y fresnos

recuerda su geología

únicamente saboreada

por el soñar de los picos,

virginal cuna del Duero

con tus curvas en rotonda

de castizas fuentes y abrevaderos,

dulce azada de agua

que bascula el sentir

de la enamorada palabra,

por cimas tu voz se hace meseta

haciendo el amor

con los pájaros dormidos,

templo y morada

de la cepa que a ti te alcanza,

agua furtiva corre por tu era

y reposa en tu infinita onda,

que se riza, que se insinúa

en vaporizadas Torres de belleza,

que en tu alma anidan,

sortilegio de rosa y clavel

cenit del dolmen tallado,

quién a ti en la vastedad del ser

en su pecho te lleva prendido

el fuego en fanal hoguera

en anchos panales de tus abejas.

Cuentan de la vida del chopo

tus diez mil espumas,

que por sierras

tu rúbrica dejas,

navegante con alas azules

el terreno que jamás te vence,

secretos de amantes

tus aguas llevan

haciendo bullir el inframundo

de los amores y sus galas mayores,

agitas con sangre de tierra

el candil que abre en espiga,

anudando en tu cintura

tu idioma olvidado

pasando años fugaces por tu campo,

rodeando en ortiga

el triguero espárrago,

girando de la vid tu capazo

y sus manos,

haciendo de tu Vera

un Dionisio que al tiempo fermenta

tus besos de tierra.

 

 

El Castellano

 

 

Arlanza:

 

Arlanza cubres tus olas

de infinita seda

con el palpitar de olmos secuaces,

al verdor de frescos, jóvenes

álamos en pulcritud

de cenizas de fresnos avanzas,

quién en tus aguas

te lleva de espuelas

por tus solas riveras,

sin ocre con verde aliento,

te elevas de entre tierra de muertos,

deshojas tus notas dulces,

entre crepitar de martillos secos,

inertes en sed del más fuerte,

tu agua sin palabras,

tu agua sin vergüenzas,

sin rubores de plata

y sus nieves de espuma,

haces bullir infra-mundos de amantes,

romances con tus robles,

nadie te sostiene

tu olvido deslizado,

solo lindes quietos

osan acariciarte para siempre,

tú, tú imperecedera ante la muerte,

eterna suerte,

yo estoy contigo,

magistral obra no creada,

idioma oculto de tu haya,

espiga líquida donde las haya,

senil canto de cigarra

cuna del grillo en su sangre del atardecer,

acaso te alcanzan.

Cumbre eres sin filo ni cima,

rebosar de la vida sin prisa,

hoguera sin ascua,

calor de los seres que amparas,

descampado

porque el campo eres tú,

fulgor entre verdes sienes,

savia dulce de vida,

qué milagro a ti te llenó de vida,

o ya estabas en ella perdida

para ser envidia del Creador,

ciencia sin papeles

libro de tierra,

onda de segada curva

pulcritud de espadas al alba

sin principio ni final

sólo tú alzas la luz,

en esperanza de los que cayeron

en tu huerto donde descansan

las almas.

 

El Castellano

 

 

Tormes rinde:


Hondo espejo de cumbres

de Ávila, Salamanca y Zamora.

Refrescas tu sien a espaldas de Alba,

pecho insubordinado vellos de encinares,

padre tallo y río de febril Castilla,

desde la rauda espiga al enhiesto

perdigón que en tus veredas sed sacia.

Hilanderas tus sedas recuestan,

bonito no apagues mi estupor

sembrado por tu silencioso idioma fluido,

Tormes alza tus castillos de areniscos

al paso fugaz del tiempo por tus ramblas

del sueño perdido, que tus aguas arrullan.

riego y vida de tu anciana tierra,

paso insepulto de ávida sangre azul,

terrenos de coronas sin denigrar

sepultas que agujerean tus aguas

dignas de acuarelas cinceladas,

vena y riñón angosto

por adusto raudal de besos escarpados,

vine a bajar tu valle

hasta tu lengua del Duero.

Un vencejo desertor de tus cielos

me cuenta que si por él fuera,

anidaría de tu bella entraña cristalina

clara, cómo tus altos árboles

se sembraron de peces

el día de amantes,

bebieron todos tus raíces.

Pájaros dormidos

que hacen el amor con el viento

con sueños cristales la tierra se casa contigo.

Digna odisea por quien te ha conocido,

caballero ciego que buscas ojos

por tus reflejos de ávidas imágenes

trasnochadas, rutilantes perennes.

Del uno al tres, tres cielos

habitan tus charcos de caudal

sed sin remedio de quien te ve.

 

 

El Castellano

 

Río cuervo:

 

Río cuervo de pitanza corva

Vestido del risco tu nacimiento

negro en tu soledad de azabache,

tu soledad acristalada

por luces del monte,

tu idea reguero

que mi sangre lleva,

de enebro cincelado

tu cuerpo,

que se hunde y flota

de la roca

tu eternidad azogada,

huyes y ríes con carrascas,

sin quedar graznando

tu alegría.

Tu cuerpo de aguas sin ceniza

que la tierra llora,

recorres mi infancia lejana

sí esa que nunca acaba,

para yo ser del monte

y el monte ser mío

como piedra a su gamusino,

eres de la tierra

un dulce sino,

caracoleas tu rizada vida

de monte y estepa,

de árbol y raíz de tierra,

eres más que sístole

de romance que el alma enerva

con tus negras alas,

entre tus lenguas de plata

bañas la fauna

que a ti te alcanza,

por fresnos y hayas

riges tu templanza,

verdadera,  que viste,

que enamora

ojos que te hablan,

abre amor tus pizarras

construiré mi casa

por el tejado de tus aguas,

para decir:

Yo aquí vine a vivir

bajo las alas del río cuervo.

 

El Castellano

 

Castilla:

 

Perduradora onda,

en cresterías

de la honda voz nacida,

tu profundo soto

de altas torres enfundado,

me esmalta la idea

con fragor de risueñas carrascas

las soledades del hombre ultrajadas,

agarrado a dulce señero inmóvil,

al pelaje esmaltan quebradizos

colmillos de umbrío tomo.

Cal y tierra entre follaje

de mi sierra,

pardas vidas me avanzan,

una oda al sendero

y su vida despierta

entre ojos de azores y sus ocres,

se siente, se añora,

se enraíza,

esto es Castilla,

esto es el flamear de una cerilla

de sangre henchida,

linde quieto de tierra madre,

por solares tu voz se despeña,

sosiego que tu linde oculta,

lumbre de entrañas

en quietudes de escarcha,

lento fuego ciego

de sonrisas del alba,

quédate, libérame este haz eterno,

quédese mi piel segura

al retorcer del castillo de Almansa,

honda tumba para tu belleza desvencijada,

entre piedras, y caracoles de astros

tu espada,

patio en sobriedad de tu tarde,

robusta flor entre Ermitas del mañana,

un tallaje del pueblo

sembrado por tu cúspide naciente,

sueño en fruto

carmesí sangrante

de tu corazón de amapola venidera,

dorada al cantar de espigas

y su mañana,

honduras de vidas

labradas cepas de sarmientos,

acoge en tu alma

este fiel ofrecimiento,

Castilla mi tierra, mi vida,

mi eterna semilla enamorada.

Fiel disparo entre acordeones

de encinas afligidas,

un marco difuso entre colchones de grama,

perdiz entre perdigones viajeros,

voy a tu encuentro,

me hablan fuentes y abrevaderos,

como tus tierras

hacen el amor con parajes dormidos,

respiro tus frías cuchillas

que entre clavos me marcan su herida,

fiel de caricia bebo la sombra

en tu calma sin despedida,

un trino quiebra el silencio

en blanca dama me avanza tu cebada,

un calor presto de caballero

a su dama hoguera,

servil entre abejas

y sus mieles alcarreñas,

tejida, lista,

vaporeada tu siembra

por años cobijan tus azadas

solariegas.

 

El Castellano

Galicia llama quebrada:

 

Galicia cásate conmigo,

te ofrezco mi sangre.

Amo la tierra y la tuya

es mi sueño verde y gris.

Tu esencia se retoza en mi cuerpo,

tu ausencia lo ahoga y quema

desde dentro hacia afuera,

Tus bosques siempre verdes,

a tu fértil suelo,

encumbrado por los siglos de tus celtas

círculos de piedras,

con sus espirales nacientes

de sus megalitos,

de la cueva a tu montaña

va que viaja mi entraña,

entre ocasos sonrientes,

hasta tus helechos nacientes,

al arrullo de tus montes,

calzo espuelas

y sus arroyos florecientes,

al canto rodado

me alzo con el valor de las gotas

de su río, almas en latencia perdida,

de montañés mi talle,

en ausencia de roble carcomido

por el tiempo y su yaga ardiente,

infinito remanso sangrante

de la tierra que no posee dueño

tan sólo habitante,

Galicia ella es candor,

al fragor de silos dormidos,

al tiempo que reverbera

sonidos de humo y de agua,

entre crujidos de esta carcoma naciente

que ama y te desea mi Galicia bella

poesía de un tejado verde y azul

de árbol y mar quebrando,

tus costas y su muerte paseando,

hasta donde llega perdido

mi pensamiento

para darte un beso

de cal y arena entona esta caracola

sobre tus espumas

balanceando el pulso

del acantilado y tu hueso de espuma

al romper tu ola,

porque nacer no se elige

ni dónde ni ábside

al cielo le pido rompa la tierra

que si vuelvo a nacer,

yo nazca de tu entraña

Galicia bella.

 

El Castellano

 

 

Canto a un tronco muerto:




Recama heraldo lenguaje
las simas de tu palabra
huero sonido que avanza
y el ser alza.
Inamovibles torres, belleza
aguardan, oro noble
hondo, profuso Sol cercano
padre de fachadas de Castilla.
Encinar raudo,
acoge al puro roble
vetusto soliviar escarpado
cuna del árbol resucitado.
El final en el viento es una promesa.

Desde Cuenca a Toledo
desde la corona brillante
de Ciudad Real a Guadalajara
pasando por Almansa y el frío
de Albacete apostando en el río Cuervo,
y el profundo Tajo, desvistiendo
febril al río Mundo.
Reviviendo este tronco muerto
en Riopar, avanzo, amanezco
ligias y barbechos tras
surcos de furtivos arados.
Fortalezas empedernidas
fervor de ojos lucientes
pasados del mañana.
Me bañan sus fuentes
en patios de arañas e higueras
en sotos de almendros
y nichos de nogales verdecidos.
Mi hoz de trigo y centeno
eleva su carne
por esta mi tierra
y su vorágine.
Canto por el revivir
de este tronco muerto.
Blanca idea, surco en recodo
por brezos y mirtos agujereado,
retemblaré como el esparto.
Grajos escondidos picotean
mi alma; crascita voz serena
alcanza tu semblanza
me tejí exhausto
en tu oscura raíz
del antaño.
Blanda tiniebla envuelve
el dormitar de tu carcoma.
Levantarás de tu sueño
Rey Rodrigo.
Y nuestro Cid
¿Vestirá tu palabra?


El Castellano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Iris de campo



Adormidera pulcra entre la retama,
amapola esquiva sangre de la tierra
nacías lejos de la tierra que tú querías;
la fé mudó sus caricias
sobrecogido el triguero espárrago.
Serpeo el camino de Humanes,
el reino florido por tejer,
jacintos de botellitas azules
recuestan gramas del lindero
entre espinos amarillos del olvido
yo hablo con zarzamoras de rivera
del Henares.
Corrihuelas abren nuevos sentidos
bajo sauces y olmos viejos
grajean tordos la vida del endrino,
caracoles que trepan el abismo
de savia recia, dura.
El alacrán pasea la represa
cuando la araña lycosa encuentra presa.
Espartos y retamas
prenden su verdor al monte.
Cardos y carditos de dama
tiñen blandiendo su horizonte
anual.
Cadillos invaden el yermo,
de hinojos y dispersos plantagos,
boquitas de dragón, perritos
que juegan con el viento.
Un ligero testero acoge raíz
a una flor de Odín
caléndula silvestre
flor de difunto que resiste
entre embistes de tiempo,
y heladas grises.



El Castellano

 

 

Caléndula dorada de mi vida,
tibia, eterna, esposa del Sol de día,
amarilla, gran luz de los campos
flor de difunto en tu grandeza antigua.

Que baile el tiempo sobre tu flor
que ni te importa la estación,
sobre tu quietud alcanzo la verdad
del ser sin preocupación

alegría da verte, belleza creada
del rayo de sol, dame tu luz
descíframe el saber de tu ser
para tu oro tener 

ese por el que el muerto encuentra
su luz y la abeja tu beso tener
lozanía del camino si silvestre naces
al ocaso del lucero 
tus flores cierras en verso.

El Castellano

Cáléndula joven del camino,
vieja de la senda que lleva a tu casa,
ardor de luz brotado entre florestas hirientes,
alza tus pétalos comunión de insectos,
por estos solitarios caminos
que me llevan a verte
alzas en pitanza
tu verde semblanza,
de la tierra vida en añoranza,
fulgor entre tus sienes,
darás de flor simientes,
así demostrarás que no hay tierra
sin flor así no importe estación,
María oro, flor de los difuntos,
luz entre luces del alba,
sostenme la caricia en tu flor,
que me creo abeja por un día,
álzate entre cardos y malvas que te rodean,
demuestra que eres única,
que ni caracoles osan morderte por tu savia fuerte,
señero silvestre donde los haya,
oro luciente entre engranajes verdes,
espera a tu ababol compañero
que tú sigues dando flor
sin ser primavera entre despertares y albores
de vidas y sus trinos,
navegas mi alma esta mañana
glorificando mi tierra yerma,
te aman mis ojos, te admiran latidos precoces,
eres más que silvestre flor
eres una vida precoz de luz,
si pudieras ser mujer yo sería tu eterno acompañante,
colmas la belleza de lo sencillo
eres mi alegría del camino,
pasarán fugaces las generaciones
y brotarás cualquier terreno
que el reposo tornó sin construcción,
para que tú grites
que la belleza también tiene casa
contigo,
Caléndula arvensis.

El Castellano

 

Danza en mi oscuridad:

Es el eco furtivo

de estas sombras,

rompe el silencio

guarda su palpito

es como el mío,

es como el mío,

cuando un agujero

se abre del cielo,

sombras de gatos

caminan la ciudad,

iluminan mejores tiempos,

que ya pasaron,

canta mi grito solitario,

maestro del animal,

cierran las pestañas,

me ha traicionado el viento,

solo, solo en este oasis de cemento,

mi mala yerba brotará

entre su asfalto,

cruces torcidas

el día escapa deprisa,

un párpado negro al acecho,

me piensa la oscuridad,

su negra ala no me bastará

al día que llega

desaparecerá,

desaparecerá,

escucho notas de este vacío

perplejo, perplejo ante su miedo,

voy por escalas al infierno,

carreteras oscuras

va construyendo mi vida,

la ciudad desvanece,

la tierra muerde los cuerpos,

este invierno

ya no me seduce,

se clavan mis uñas en la celda

de mi cabeza,

el tiempo esfuma etéreo,

nunca más labraré mi miedo,

aúllan persianas con el viento,

estoy en el otro lado,

contemplo vidas inertes pasar,

el espectáculo de la soga comienza,

es una flor de sangre

abriendo su polen,

no hay un alma

en esta calle de mi mente,

se retuercen mis ideas

en adversidad,

crepita que arde

esta lengua de frío,

amanece mi sangre

escribiendo sin madrugada,

el día comienza su alborada.

 

El Castellano

 

Otro beso:


Mañana saldrá el sol si yo miro tus ojos,
el mundo se hará pequeño
solo para que nos conozcamos,
tiraré la moneda al pozo de oro,
contestarán sus doradas gotas,
que los sueños hay que vivirlos
para que sean realidad,
al verdor del monte
sembraré dulces vericuetos,
para que diluyan escarchas hirientes,
y sus blancos de sabor a nube,
se rizarán cumbres
dolerán sigilos del álamo,
dejando su nieve
en fusión de escalas al cielo,
eternos alambres alumbrados
por el sol y su desquicia,
me llorarán los ríos nuestras gotas de unión,
tu alma pura, colorada será como mi alma,
intransigente comunión, destellos sin calma,
ganaré la batalla,
la noche será mi criada,
la luna rajará crisoles en estampa helada,
las estrellas me arroparán la sábana,
amor yo nuestra primera noche
no seré hombre,
se destaparán los reinos olvidados
seré el rey animal gobernando tu cuerpo,
mi ciprés tendrá sabor a mujer desnuda,
todo lo teñirá el rojo bermellón,
al tañer de nuestras almas en hoguera,
las sombras se unirán todas
hasta vivir en tus cabellos,
yo pasados los siglos
volveré a vivir para pedirte otro beso.

El Castellano

 

 

Latido de una rosa:

Escribo a los fantasmas de esta rosa,

tras su invierno deshojado,

que su voz abre en eco de pétalos,

rosa esquiva de voces dormidas,

soplos de hálitos intransigentes

a un frío de neblina,

bruma voraz desciende entre sus pestañas,

y su sangre de hojas marcada

al rejuvenecer de un ayer,

voces yertas hechas tierra,

aroma de besos dolientes,

y pieles escarchadas,

redondas ojeras suaves de luna,

un aura color rosa fría

de un otoño mustio, herido

que ya no camina.

Sin ella, sin ella la tierra abatida,

me habla de tiempos que fueron,

de sueños que se perdieron,

haz purpúreo vano a morir,

por colchones de ideas,

por todo lo que quedó sin dibujar,

sus voces dictan yo converso,

umbrales que abren al sosiego

de tijeretas que descansan.

Como un beso escondido deleitándose

era ella floreciendo abriéndose al mundo

para ver desde su carcasa el fluir del tiempo.

Fantasmas mudos que reposan la caricia

de esta rosa, única al mundo

temperamento de princesa,

el campo en su pétalo,

rosa, rosa tierna carne de estrella,

ojos de quimera,

estampa quieta,

cuántos te conocieron

cuántos como tu jardinero te querrán.

Rosa esquiva, rosa viva, rosa sin cortar

al cielo quién te viera caminar.

piropo eres para voz soterrar

al latido de tu beso por imaginar,

vive cuanto quieras

que volverás a reinar.

Por tus espinas rizarán albas

y rocíos matutinos

con sabor a tu esencia desnuda.

Ya tu voz no vivirá más ahogada,

hablará tu savia

tu belleza elaborada.

 

 

 

El Castellano

 

Luzarrero desvestido:

Ven poeta a mi yermo,

descubierto entre álamos

que blanquean

y un sol oscuro de invierno,

un sol muerto

que nubes negrean su muerte

entre caracoles de faroles

y adoquines ermitaños.

Ven vida a mis flores rutilantes

de sombras de nubes

por corceles suaves te escondes

por hormigones de leche

y sus canosos cristales

tu polvo de estrellas viertes

voy soñando mi linde despierto

estas calles de diciembre se encienden,

como perro ladrando de noche,

mientras tanto te busco luna dulce

entre tus mieles luminosas que viertes,

entre cuchillos yertos de asfalto

y gravas secuaces,

el soto mío perviertes,

los edificios suenan

a nanas sonámbulas

mientras tus altas ojeras cuelgas.

Una fosa es mi palabra

que soterran ideas

cual tordos que grama escarban,

verdes granas es un perfil angosto,

pudiese yo retornar al otro lado

y seguir indemne,

no lo sé.

Mientras seguiré crujiendo

sonidos secos, ululantes

de sentidos dentados en haz purpúreo

y su afligido azabache,

yo te busco luna por cuanto yo he conocido

por silos de arena blanda,

por coches y entramados inertes

que jamás desvanecen,

por cristales hirientes

y su reflejo ámbar,

tu idioma secuestrado me desciendes,

días festivos danzaron huyendo

como ecuaciones de estorninos

jamás fugaces.

Terminaste de escuchar mi ruego

sin escapar,

te escondes cuando te busco

entre verdes ramas,

y violetas flores

bajo luz de oscuridad

artificial ciudad,

edificios que no aúllan con el viento,

venas roídas entre encajes grises,

capas de noche humeante,

por cuanto he conocido,

por cuanto he huido

para encontrarte.

 

 

 

El Castellano

 

Apium:

El barbecho de la espiga,

la mar me trae la ola,

la montaña me trae la cascada

mis ojos llevan el color de siglos

de floresta destapada,

mi tierra se lleva mi espada,

el  aire mi aullido

hondo, redondo

crujiendo en las aguas,

mi vida lo siente

lleva sangre en las venas,

arterias de ángeles

estrellados en su eco

alzado a la Estrella,

sostenme en las bocas

que mi silencio reverbera,

mi montaña bonita será sentida,

mi Santa flor en la boca de la abeja,

que mi vida maneja,

tráeme los pinos de los montes,

el aire de las cumbres,

tráeme tu boca para nacer en ella,

sigo a Luccifer

bueno él me sigue a mí,

cosas peores habrá

como abrir y entornar la puerta

para que pase la maldad,

siento decirte que arrastro mis demonios creados,

para enterrarlos en el campo,

al lado de un sigilo de chopo,

que a sí estén de ojos abiertos,

no me enloquecerán más,

estoy hecho de miedo,

soy de hielo

más fuerte que el don austero,

palabras sepultadas en mi zanja,

mis padres y mi gato son inmortales,

¿por qué me llevaste padre a la ciudad?

que lento muero aquí,

sin sentir el viento de mi campo,

sin mis flores y su aroma

a vendavales desnudos,

estos árboles de cemento

no suenan con el aire,

ni estos cristales atraen abejas,

aléjame de rejas,

salva mi muerte

que es del monte.

 

 

 

 

El Castellano

 

Frío en la sombra:

 


Vengo de la noche

desterrando sombras

cuajadas, amilanadas

en un tranvía

sin freno obtuso.

Destilo mi figura

y un brillo

se apodera suave, displicente.

Encaro faroles intermitente,

intransigente

acaso soy gente,

una vil lechuza

posa mi mente, como muerte

quizás destino.

Retracta los bordes del cielo.

Desembocadura que me conoce.

a tierra a esperar

que desnazca el viento

tibia frente viva, batiente.

Labios grises soñaban

por la madrugada

un cristal

que hiende fuego.

Rumor de fauces jóvenes,

en mares sin camino

ni memoria.

Espigas de la nocturna grama

abren su tinta de huidizas voces

y rueda el astado universo sereno.

 

 

 

El Castellano

 

 

Sujeta la dicha:

 

 

 

Diáfanos estambres

gozo en pórfidos enjambres celestiales.

Miente la dicha,

por delinear relucientes estelas:

lanza busca vida aspirando

este jardín

que mi sangre fluye,

mármol seguro

en germinante realidad

esquiva.

Frenesí de alta luna,

tibieza reluce mintiendo,

por el astro

que ya no fulge calmado.

Llamada en sangre de anhelos,

rodeada luz, en buque férreo.

Sajadas ilusiones se bañan

en esta tierra que ya no circula;

ni conforma torres

sin velo o despedida.

Girará el rostro  en peñasco,

la araña será

corazón de mi carne,

flotando las flores frías.

Polvo o sangre,

viviré mi tela.

 

 

 

 

El Castellano

 

 

 

Criaturas en el alba:

Alba marcada sin aurora,

luz en inocencia de flor silvestre

al pálido fulgor de estrella

sobrecogida.

Cristal puro de oscura mano,

Nacen virginales céfiros

ruedan laderas suaves

que grama blanquea,

destino de esta infame senda,

vivir acabar sorbo de postrer respiro.

Azur marcado nacidas estas criaturas vespertinas

de celeste insignia.

Por cuántos labores los ojos desplegaron,

secuelas flagran y caracolean,

soterrada la ventura,

un prado arrancado a la semilla,

una dicha conmensurable,

ajuar lumínico de espíritu,

árbol de ceniza vestido.

Destellaba la rosa-cruz rendida,

sus nueve caídas.

Sotos sin prisa arañando la retina;

calma de Dios personal

y sus heridas.

Imperios de ojos cerrados,

aguerrido albor, vestido

en sangre de brea,

yerta, flamígera, ascua prendida.

Injerto de toda soledad anquilosada,

sin quieta estampa fría,

procesos de procesionarias

en quitina sulfurante

que ellas caminan.

Mariposa negra y gris de ademán

nocturna venda que el ojo

no vea.

Abre el mundo

un soturno caballito del diablo,

estas criaturas esparcen destellos febriles

son sensibles al tacto

y desvanecen entre ocasos,

destierro en hierro de sangre,

sus almas duelen

sus vidas huyen.

 

 

 

El Castellano

 

 

Sinestesia tangencial:

 


Quiero tu nombre en el pecho,

aplastar pestañas de mentira,

abrir bocas a frágiles, febriles

lombrices azules

de mis ideas.

Capturar el idioma del azabache

y sus rayos negros;

germinar en barro de algún beso

al candor de este frío

en viento moteado

entre gritos de niebla

embeberme de la sangre de piedra,

con implicado, áspero musgo erizado

este pez de ámbar que fluye

a concavidades del sueño sin gemir.

Mitad invencible de tus muslos férreos

lluvia de mi tierra

en cal y canto segura.

Pólvora o besos púrpura

ágata de esta musa cristalina

de infinita turquesa

que yo quiero.

 

 

El Castellano

 

 

Umbría violeta noche:

 

 

Amor o muerte bebe sigilosamente

deseo en los ojos de una hoz de hierro,

a la mentira de savia que desliza

melancólicamente el claror

de ascua que mueve que guía

tu furor encalmado,

oponte como nube al clamor

que libertad abre tu saliva.

Mi corazón ya fuera se ve esquife

bajo azul que radia flores en su venta,

campo abierto era tu esencia desnuda

por cuantos vuelos amparó tu mirada,

por cuantas secuencias interminables

se alzaba tu dicha,

por cuantas voces tejían mi desquicia,

¿dónde acunar lo triste?

venas reparten lustrosos

rostros como eclipses,

asegurando vida

al granate engastado

de noches que aseguran muerta

nuestra luz.

Somos péndulos del número

que guarda la brisa,

Cósmica azalea en carne humana,

acaso bastaba.

Mi sangre coagulada en cobre nativo,

mis venas de agua preguntaban a mi corazón

si era piedra,

o verde hiedra casi viva,

trepando tu sonorísima furia

de tu altísima voz congelada,

este ojo celeste vence que gira

asaltando la tierra

que hoy nos vio sus hijos

como raíces oscuras

tupidas en umbrío tomo.

 

 

 

El Castellano

 

 

Efímero cuchillo:

 

 

 

Soy esclavo libertario

de este alma

que conoce un cuerpo,

cuando sucede gramas florecen;

cielos se empañan

de malvas florecidas,

el fuego se rinde sin ascuas

luz acompasa ideas.

El mundo se da la vuelta

erizos seniles rinden

sus erizados filos,

sombras se bañan

en fuentes que blanco tiñen,

no hay represalias,

ni destellos de luces

todo gira en esfera de unidad,

las rosas dejan de ser adoradas

porque caminan,

nada se detiene

todo reza al vestigio origen

cuando brilla el tiempo

el alma canta en cuerpo,

hilvana sentires de cromo,

la vergüenza se anuda

y no quiere despertar,

cardos amamantan jilgueros,

colorines de intransigentes vuelos

hacia la paz del campo,

que bebe verde,

la rosa no quiere tinta,

ya tiene sangre,

las margaritas a envidia

de crisantemos

aportan lenguaje al difunto

como final de camino

que el amarillo era blanco

silbaba una caléndula.

Y el sol no era sol

porque no nació en tierra.

 

 

 

El Castellano

 

 

 

Eco se resopla:


Linde  inquieto, sus voces acuña.

Flor cautiva, el sosiego incuba

en crisol místico que perdura

su rústico anhelo,

tomos de su tierra vencen

por moldes de arena

y dehesa.

Cantara mi pecho de cristalina bóveda,

que la noche escapa

más allá de tu pestaña curva

haciendo cuña de tu hermosura.

Lo que atañe de la bruma

para que siempre sea  gris.

Nadie puede abrir semillas

en el corazón del sueño

claro, amilanado, deshilachado.

Desnacer pudiera

con pies de barro.

 

Cantando en la tubería

hablando por tubos

que voy picando.

Cresterías por notas de letras

fugaz baile de estambres.

 

 

 

El Castellano

 

 

Onírico crisol:

 

 

Vida borde de arena, tartamudo

al servil gozo que afluye

el mediocre segundo.

Dioses me libren

de estupefactas vidas de un día,

mis briznas hablan entre ellas,

bogan tiradas danza arriba.

Ecos en secreto verde;

número de amor que afloja

su vil temperamento

en mitad del camino

que odio vence

por esta cicuta de viento abisal

que oídos encaja

al pie dulce de flores

y su amarillo cosquilleo

de estambres.

Espina de este campo de áspides

por cuantas corolas florecieron,

cabellos de tallos que caminan

sol rudo recibe mi amor

áspero, intangible

como escarabajito leve

que se alimenta de la flor.

 

 

 

El Castellano

 

 

Hacienda desposeída:

 

 

 

Fresco sonido yermo,

o fresco dosel de sombra.

Día anclado, perpetuo

sin brisa o ideas

de un castizo ayer, olvidado.

 

Sentimiento que tiene bordes,

sin pecho, ni barrotes de represalia

viaje arrastrado en llama de candelabro.

Nadie me conoce en la otra muerta orilla;

vivo en la densa bruma espectral

donde letra hace nombre

como joven rosa de tinta

dolorosa, batiente,

como el viento sin muerte

hojas de esta tibia sangre

acaso pena de imposible, abierta rama.

 

Vendabal extinto

queriendo los sufrimientos de luz

que buscando oscuridad empujan.

Mirando al duro Clavín

iluminado de noche

labios unidos en espasmos

que blanquean

mi tinta despierta

que grita su clara secuela,

que su sonido alumbra.

Añil amarillo

entre fauces sin haz meditado,

hablando sobre el que ríe último

piensa más lento.

Insubordinada estampa

el verde mis ojos

anhelantes.

Insomnio perdido

¿tienes miedo?

Solas miradas

del abisal oscuro

desposeído;

yo con cristalina fuente

en fuego hiriente.

 

 

 

El Castellano

 

 

Ficción sin saco:


Final sin comienzo anunciado.

Pulcra soledad entre espadas

¿acaso yo cobijo?

Profundo destellaba

duda curva si golondrina

errática, cernícalo avizor

o cuervo de tierra,

tenso en la cuerda

que todo devenir sostiene

ojo flagra que exime su libertad,

por sotos y forrajes

que alma anidan.

Tordos escarban, me nacen

lombrices de ideas azules.

¿Qué fue de lo perdido?

Marchó a un abismo silencioso

de larvas carnívoras.

Se acicalaron sombras

en añil espejo hiriente

yo no era, yo soy.

Como silencio de haz ultrajado.

Tímido reposo de amapolas

cantando a su terruño grillo.

Idioma soterrado, alzando

que por una flor no pierde

la estampa.

Silbos de nereidas

entre rebaños de peces

habitaron altos árboles,

cenizas fluidas del transmigrar

de tierra, almas a esperas

del venidero eclipse

que dé ojos.

 

 

El Castellano

 

 

 

Prendida razón:


Inexorable abismo

de letra marchito;

Hijo no eres obra,

creación empedernida,

del rayo de sol.

Curtido, voluntad recta

y dispuesta,

sólo eres comienzo,

tu devenir empezado.

Desde antes que pensado

origen marcado

Señor de señores eres

larva flagrante entre los seres.

Unión de forma y materia

concebida,

descanso de sosiego vespertino

entre cumbres.

Piedra de mi yermo germinando.

Amor pulcro de cristales

asolada esfera afable

alambre de toda idea.

Eso eres, Hijo del comienzo

multiplicando por ojos

nuevos comienzos asidos,

tu padre no soy yo,

un mero impulso de pluma,

tu padre es esencia de todo dios,

y no tiene comienzo,

es la perfección

hecha destino, azar del origen

de unión de materia y tiempo.

Un devenir que nos unió

cielo y tierra

para complexión de carne

y alma pudiente.

en único

camino de encontrar

la perfección.

Llamada razón

del conocimiento completo,

somos tránsito,

somos movimiento

de dictada posesión.

 

 

 

 

El Castellano

 

Vanguardia II:

I:

 

Mitad luz,

mitad descampado oscuro

hondo esquivo tajo rutilante,

se besaban dos sombras

apuñalando su violeta.

Dulce, postrado

de retina escarchada.

Vida de una vida asolando.

 

II:

 

Fragor de estallido,

por almas crepitan su sentido,

angosto al paso del tiempo

en calizo terreno despojado,

dueño de la tela

y el vellocino de esta araña.

 

III:

 

Dos muelles se querían,

sobre silla dorada

saltaban alto como el nombre,

dando de sí la extensión

del aire.

 

IV

 

Infinito cerrado a solas,

desdén consumado

del colapsado ocaso sembrado,

vida de tu saliva que fluya,

fértil lluvia bajo mis pies,

piedras y su aliento perpetuo,

estrellas levantan.

 

 

V:

 

Cristalina de fuego

que deshace frentes

purpúreos ojos dementes,

descubierto haz

soterrada esta desquicia

yerta, iluminada

de visión clara.

 

 

 

VI:

Vorágines de trasiego,

una letra en la hoguera.

Sangre de mi quimera,

abre llorando

que blanquea

su nueva tierra.

 

 

VII:

 

Ensordecida siega

del mañana;

sudor que acampa,

espiga y su filo de alba.

 

VIII:

 

Perdida media noche

al furor de candores,

esquiva levantaba

por cuantos resquicios,

su soledad habitaba.

 

 

IX:

Hilvanando suspiros

en rejas, rectas porfiadas,

sus ademanes suaves creados,

flagrando ajuares disparados,

supervivencia temida de la caricia.

 

 

 

El Castellano

 

Vanguardia:


I

Vanguardia

 

Oh vanguardia, tu azar,

no cabe en un hilo,

hendida, alzada,

de enhiesta flecha, clavada,

un ojal que surte grietas

en estas quietas esperanzas,

bañan y se bañan,

vuestras destrenzadas

primaveras.

 

II

Ocaso rendido

 

Ajuar del astro sostenido,

suspiro a media tinta,

del profuso, profano, pagano

horizonte malva y su abrojo lanzado,

clavado en el verdor

de mis silos,

otra noche traspuesta,

que se me escapa

por la rendija, entre barrotes helados,

de mi cortina.

 

III

Cañaveral prendido

 

Ríos bajan, dulces aromos

al frescor de albas derretidas,

fluye, vence su iris de plata,

espumas de blancos chopos

cabalgadas.

Frente de húmedas azadas,

lágrimas saciadas

del verdor de campos

cual guadañas,

y su casa será eterno sollozo

de hadas.

 

IV

Canto enterrado

 

Por ti mi alma,

cuervos rinden pleitesía de negra ala,

acequias no son grises yagas,

yo quien te da sangre,

tú mi hoguera que ni quimeras

alcanzan,

rendida jamás,

me alzas mi palabra

por cielos de espinas labradas,

siempre te quiero

verte florecer en este jardín de rosas

tus lindas alas,

de esta espiga te traigo la caricia,

de esta vida mi tiempo fusilado

sin despedida.

 

V

Soterrada vía

 

Alza resume y coarta

mi acequia verdadera,

sobre este famélico tren de espejos,

danza mi brío con fuerza e ímpetu

va que viene , desgasta,

la rienda enroscada en la espuela

de mi saliva verdadera,

como un azote de la noche

y su vieja escuela sangrando yagas de luz

silenciada en el regio hastío

de este rey lucero descansando su frío resplandor,

entre sus corajes sembrados.

 

 

VI

Sol de cristal

 

Oh lugh, invencible al crisol

de tus lenguas travesadas

fiel carrusel de rayos sin secuela

de su rizada espera,

blanca luz de tu vera,

entre compases que hielan,

a tu vespertino canto derriten, despiertan

tus mil llamas liberadas,

desnaces a la noche que aguarda,

oh Sol de mis soles,

acoge este iridiscente canto

en tu seno en mi pecho que te aguardo,

al fragor de serpientes frías,

al valor de fieras enardecidas,

bajo y bajaré para alcanzarte.

 

 

 

VII

Bocas de espuma

 

Libero ásperos aguaceros, vientos

de mi pueblo desierto,

me conducen a verte

mujer de flores entre horizontes

que escapan fugaces,

entre olas de colores,

yo con la ineptitud de estos años,

míos, dulces, inconclusos, repletos

en vasija de dolor sabor hondo

y alegría elaborada,

en campañas de etéreas travesías

donde el final eres tú,

un pétalo, una fuente y un ovillo.

 

 

VIII

Libero el nueve

 

Osadía de cerrojillos ciegos,

entre brillos asmáticos del corredor,

por este aspa, por este candado

vendo que regalo mi dicha consumada,

ojo del buen cazador,

matemático placer enjaulado,

por ojos abiertos,

por un pañuelo, donde secaba lágrimas

la hilandera,

destino abierto a la única primavera.

Afilaba surcos de hogueras

al final de la contienda,

mi letra y la parca efímera,

como pez en tierra.

 

 

IX

Del famélico trigo nacido

 

Reza que escapa, su luz en una botella,

al ocre deslizado se abría,

un parpadeo de la espiga,

un estupor que abriga,

y la rima fácil de tonto día,

liberarse puede de toda sangre

y ser hasta arena de la tierra,

de la espiga venidera nacido,

sólo al astro entiende,

desmenuza sus cuchillos,

afila su vida como aspa

enamorada de su tierra.

 

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Amapola de pecho abierto:

 

 

 

Es por este latido de tierra

que mi alma no se encuentra

ni busca destellos de cielos soberanos.

Otra carne huye,

otros ojos, otra sangre no adhiere,

destino trémulo, voraz

de pestañas en crisol

de soles pudientes,

disfruta el idioma del silencio

que yo estoy danzando en una canica,

por cuantos relojes me han marcado

la frente fría acrisolada

en fugaz idea escita de sombras y niebla,

falange desertora a dirigir razones,

entre corajes florecientes

y sus ababoles que arden

su sangre de tierra joven.

 

 

El Castellano

 

 

Golondrina:

Dulce alma, no hay miel fruto del amor

que te crease,

no hay cielo ni cigüeña, que belleza de tu tamaño

entornase,

al cristal hiriente alzo

mis agravios y señales,

dignas del carrizo del mar más sereno,

encumbradas pestañas que quieren mirar,

altos sotos sin hacienda

siendo naturaleza,

desdén erosionado cabalgas

una sempiterna luna de plata

cobija mi sentir en tu caracola

de serenidad repleta,

al encuentro que te presto mis ojos

y me devuelves dos flores,

altas, soturnas dignas de tus bellas frondas

por las que perder a mi gato negro

y algo más, perder mi tristeza, por tu risa.

 

 

 

El Castellano

 

 

Pasa para no quedarte:

Abismo que se dispuso, que brega

la tierra, tartamudo deseo

ardiendo en ciego calvero,

de mundo lisonjero,

en frenética gota avance la faz

y sus fauces de plomo exiguen

al candor de luceros tristes

una noche que rueda ventanas

que lima mis nervios del acero,

buitres se acercan por restos de intelecto

cochinos bañan su felicidad

nunca se convierten en leones.

Polvo de estrella mis rudas armas

en mis manos pongo mis ojos,

transhumantes de libertad anquilosada, recta

ambígua danza del talento que fenece

mi espalda, por peldaños a una tierra

ligada a carne y fecha.

Fragor obtuso mis pestañas rigen

tinta de mi funeral escarlata,

acabaré sin irme, sin retozos

que transcurrí mis venas

siempre despiertas en rizada hoguera,

destino impávido, secuaz de negra ala y pluma;

al menos fuí su dolor congelado.

Al menos no miento

fui yo mismo, lo que quise ser,

fui dolor enjaulado,

de rendijas iluminadas

de versos por cristales,

serigrafía del tren que fue tranvía.

 

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Anisar tu voz en una caracola:

Día surtidora de sombras,

noche derramadora de luces,

el día me hace del regazo

de una brisa, ilegítima,

ser al fin la semilla

que surca, avanza

y mece, que acrisola

desdenes de verdes fuentes

y latidos precoces.

Ser de tierra es ser hijo de luces y sombras

que arregazan sienten

y padecen lo que no tienen.

Esperando un cruel indulto de estático verde,

abrí mis manos reposando en mis palmas

la tez de mi flor con nombre de mujer,

me quiere y la quiero

derramada la febril gota

que exalta que enardece,

pasajeros del tiempo que no es mío.

Tomo su regazo

que por querer su utopía

venzo que nazco

custodio de nuestro querer preso,

abriendo sendero, un señero dicta

conquistar y destruir tu pasado,

entre torres de humo

que crecenten la fábrica de nuestro mañana

soterrado.

Con vistas entre luces acolchadas

remitentes, complacientes sedosas

entre nidos precoces

de nuestro arrullo de espadas,

víctimas inefables

de lo que nuestro querer quiso

y pudo,

siendo de nuestra vida capullo.

 

 

El Castellano a 06-02-2018

 

 

Noche de fuelle:


Noche por acordeones de viento

levantas tus leves pulmones,

deslizas tus vendas de esparto

que cubren sigilosos ojos,

alzas sueños de lunas petrificadas.

Acordes entre malvas sembradas

en nubes rígidas que te adelantan,

oscuras nebulosas

de almas rectas,

sosiego tus letanías cubre

de un carrizo espumoso.

Dime

¿por qué te siento?

solo con mi soledad preñada,

un febrero sin cojines alumbraba,

infinito ciego entre estambres

y runas espirituales del mañana.

Ángel mío ¿yo cómo era?

entre estas desquiciadas sábanas

fugaces, tendía mi sombra

yo amé una lagartija,

las vidas que traigo no las relato

feliz mientras tiempo quiso,

incolume desdén sangraba flores,

la tierra se apiadaba

espera ¿qué fue de la espera? y su arpa

mis flores rutilan sombras de idea,

fugaz, pasajera que belleza fría conculca,

aleja el cuchillo hiriente

trasnochada la sierpe

queda vencida la madrugada

si desnacer ocurriera

ni otra tierra ni otros ojos blandiera.

 

 

 

 

El Castellano a 04-02-2018

 

 

Espiga sangrante:

Por poner el corazón alto

se alza del suelo

mi amor a la tierra,

naciendo una espina roja

de sangre de zarzamora.

Insepultas fauces negrean mi sendero,

que a cal y canto espera

su espiga de tinta

que le borde el mañana,

si por soñar altas miras

nunca quise aposento de cielo,

si no la savia más dura y fría me elevase.

Quiero el sabor de mañanas enigmáticos,

el saber del corazón de una nuez,

quiero la sombra del almendro

como la lluvia primera la primavera,

mi beso de aliento transmigrará hondo

en pozas de sueño ungido,

abrevadero del tiempo

que abrirá la sed de conocimiento

como amapolas dan su carmín

al terreno que acogieron,

avanzo sin permiso

el lienzo calizo

y su cuchillo permisivo;

crece la magarza

y jacintos ya brotaron,

un reverdecer permisivo sin helada,

yo soy un ser de tierra,

y mis escritos arena,

a mi reino lo podrán enterrar, mi poesía.

no habrá alba sin que ésta respire,

en el intra-terrestre corazón del hombre

que la acoge.

Liberados sus negros corceles,

flagrará el viento

moviendo engranajes,

enraizando como forraje

en otra tierra,

en otra alma

lista para que duerman juntas.

 

 

 

El Castellano

 

 

 

Rígido transcurrir:

 

 

Centellea mi candil interior

en el prisma lejano, oscuro,

de nuestro conocimiento;

sueno en la ausencia del sonido

estridencia recta armada de anzuelo,

veo donde mis ojos estáticos

dejaron de verse

y la mirada eterna, flagrante

del segundo hundido quedó efímera,

en su calma que ama

quedó sin nombre, sin sangre,

sin trance, sin alarde,

sin verte, sin verte, sin verte.

Y el ser se miente,

busca su horizonte,

su esencia infinita que arde,

es del frío soledad de hierro

y savia de flor creada,

donde la rabia llegó

el murciélago ni se inmutó.

Segundo muerto por ser invento,

Alimentando el jardín

del tiempo difunto,

resplandor de auroras

en los confines que me llevan

a verte, yo sin ojos

sin cuerpo, sin maldad ni cerrojos,

sin venas ni rojo yerto que fluye

por arterias de ángeles estrellados

en estrellas de su inexistencia

real, intangible, inspiración

verso con alma sin dolor

tu existir en la boca de aquella estrella,

esa que fue luciérnaga

de cueva llamada noche,

mientras yo estaba imaginándote

en tu misterio de nuestro amanecer,

aquel que nunca se dio,

ayer parece que tornó hoy

ni siquiera nuestra imaginación nos pensó

ni a nuestros labios voló,

únicamente afluente

de río inexistente

ese de las flores desangradas

que tu carne creó.

Mi mundo distorsionado

se volvió eje etéreo de nuestro

elevado misterio

que descubierto no es

ni sílaba ni verbo ni semejante

expresión de conocido

esqueleto y alas de la fuente

de nuestro deseo

ese que me mantiene

y nos mantiene

sin sabernos.

Sin ser idea ni secuencia

ni identidad ni poesía.

Un simple sentimiento

sin concepto.

Un todo y un nada

solamente eso.

 

 

El Castellano

 

 

Canto hundido:

Adusta cima de ojos augusta,

senil canto de caracol añil,

es la música infinita en lares

encorajinados, desvencijados,

polillas seculares suicidas,

canto poema de hombre muerto.

sostenido, infecundo, nítido.

Ojos ciegos, eternizados,

babosa caracolea vetusta

claveteada, en campana celada,

precipicio difuso auspicio,

altura difuminada de clara

secuela trastocada, vuela.

Descorchada sangre helada,

escalera cuesta abajo, hace hilera,

tranvía que la noche rige sin envidia,

sotos humeantes, bruma por riscos

desciende, campanas tañen sin ende.

Buitre acicala el postrer sorbo sin salitre,

lagartija de pared prende la sortija,

para mis labios sean tu sed, mi esquiva ara,

solaz yaga sin perdices, futura siembra pertinaz,

descampado joven sin tapial alumbrado,

dorada doña quitina, anclada

servil gozo germina fértil

vientre enhiesta briaga, floreciendo septiembre.

lucha de contrarios el cielo escucha,

reino funesto mece todo sino.

Abierto el día, queda sin lamento,

todo canto hundido,

flor de alumbrado gineceo gime color,

espera que aventaja estambre en cólera.

grana de estupor nana,

deja que caléndula sea vieja.

albor, estupor todo baila en derredor.

 

 

 

 

El Castellano

 

 

 

 

Destino la dicha:


 

 

 

Calvero radiante de líquida lumbre,

bajo pentagrama de fuego,

hondo aquelarre,

en luna perpetua y sus mármoles,

cuántas voces cayeron

sobre los velos de esparto.

Manos de cielo imperecedero,

recodos de hirientes cristales,

¿traen la destrucción o la luz?

Perros que flotan como lobos,

un día de ninguno, terco olvido;

poniente de sotos,

luz cuchilla ferviente de olas migratorias

de tierra y sus cónclaves rígidos, secos,

que navega el caracol judío blanco.

Escama que ojo fulge

clarea el lago que te frunce,

convulsa hirviendo la mañana,

colmada la víbora toda veneno.

pestaña lenta,

que casi no brilla sin lucero.

Por aguas de enero

Pulsos en latidos que bañan

la enajenada estrella

quieta como reloj roto.

Nieve de fronda larga

en hojarasca de mundo

que chirría su navaja,

reluciente tajo por un sol ardiendo seco.

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Ultranza desposeída:

 

 

 

Viejos chopos de voz a los vientos,

irritados, hondos, erizado

piélago hirviente demostrado.

Manso río al tenaz hielo duerme,

la calma que nieves blanquean

con inusitado peso las frondas

suaves.

Lo demás confía todos

a los dioses.

No huyen de investigar

lo que el mañana haya de ser.

Vides ut alta

en el campo de Marte osé

sembrarte, plazas que esperan

tenues coloquios en la noche.

Deslizan la hora convenida.

Alzo a mi guía

de caduceo áureo,

grey con espíritus

que se perfila grato.

Padre de mi curvada lira.

Contra escollos tenaces sé prudente,

deshoja mi rudeza

sus nobles acertijos.

Sonrió la afrenta,

de su alma desposeído.

Almas piadosas duermen en el Elíseo

cultivando rito a dioses

del Averno y del Olimpo.

 

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Argento color:


A ti incansable fusta, el labriego

se te rinde inquieto por su campo,

a ti dueña de los mares,

de hoz y sosiego.

Rudo y fugaz Escita te entabla,

por gentes, ciudades, fuentes

madres de reyes bárbaros.

Entre déspotas brillantes,

mi patria sin sentar,

derretidos los clavos trabales,

lealtad sumisa en albo traje

no cambia el signo de su vulgo infiel.

Santa ley si romo acero

no blande y estira ultraje.

Ay, cicatriz sin delito,

de fraterna sangre no me avergüenza,

falaces de juveniles enjambres

dejan los amigos.

Ojalá fragües nueva forja de romo metal,

se ceñirá tenaz a su nueva suerte,

como la hiedra trepadora al árbol.

En mis manos florecen las tardías rosas,

sencillo mirto no prepares.

Sólo afila esta tupida parra a la sombra.

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Desciende cielo:

 

 

 

A ti imploro, parda sepultura de hondo tajo,

brumas febriles te envuelven

tus cenizas aparentes, huye el corcel

duda el caballero.

Funesto día osaron plantarte,

afrenta de los campos quedaste,

viejo caduco árbol, madero vil;

azar  en meridiano.

Soldado saeta en fuga por tu ramaje,

mudo y ciego, vigor de hierros Íberos.

Triste grey de sombras,

ademán silencioso agarrado

a la oscura raíz púrpura del destino.

Subraya mi acorde denso, rápido

ruina de tres cabezas,

para escuchar mis víboras temblando,

garra imprevista de reino funerario,

huésped en campo profanado.

Destierros amargos de raíces,

que el marino púnico de tierra teme.

crimen de fragantes flores acoge,

pulidos mármoles despertarán

del sueño fugaz días otoñales

y ondas infernales,

cenagoso cauce

para todo abandonar, campos, casa,

amorosa mujer, árboles cultivados

para que sólo siga mi resguardo

un férreo ciprés.

 

 

 

 

El Castellano

 

Pitanza incansable:

 

Puedo sentir la lluvia en tu cabello,

puedo sentir tu corazón en la oscuridad

al menos puedo sentir tu rostro en mis dedos.

Qué sobre el cazador,

qué era del juego de sentirnos,

corrió desamparado con el sentido perplejo,

abriendo zanjas del sueño horizontal

donde se bañan uniformes los enero,

sentidos se clavan en los ojos,

aventaja que no rinde el juego

que comienza el movimiento a defender.

corre por fuera a verte,

brilla tu corazón en la oscuridad

mi nervio congela el momento.

Acecho de cazador sin armas,

puedes verme caer en el vacío ileso

estoy buscando tu fragor de estrella,

acampa mi choza de cielo

fulgurado corazón,

por el camino a Humanes

voy a encontrarte, voy a perderte;

allí donde rizan vericuetos,

y faunos y sátiros desertan a perseguir.

abre tus pupilas

por si encuentras mi acecho,

caído el día, sólo queda comenzar de nuevo.

 

El Castellano

 

 

 

Mañana parda en la cima de cementerio:

Cima adusta siembra mi idea,

volando el canto, sombra languidece,

jocosa palabra viaja robusta,

por sierra de alto cardo

y caracol serrano,

es un silencio vano

vida de la sombra del secano,

llanto amargo,

serranía que lluvia diluye,

nocturna campana del alambre ciñe.

Manantial por maña ilusión

temprana, taciturna la hora.

Río del segundo que fluye,

todo lo bueno, bueno termina,

eco sordo abre sinfonía de espigas,

abría el día su cobre viejo,

un sol de espejo,

hervía a lo alto el frío de abajo,

electrificada mi mirada,

lijaba mi ceño tempestades abisales.

Alma haciendo poso,

sin conciencia el cristal empaña.

Seré fuente para cantar al agua,

mi hija poema dirá

¿Acaso mi vida no te di?

El Castellano

 

Desdén condenado:

 

 

 

 

Vagido azar indeleble

sostenme al arrimo de mi pecho,

fuerte. encorajinado, denso palpitar

en soberbia luz destellando,

rayo y secuela de impávida nota.

Estruendosa quimera

en inteligencia seca,

secuaz de millares pensantes,

camino de zarza y endrino

camino de vida y un sino,

fuente, abrevadero virginal

descorchado,

por cientos renacuajos ideas.

Rebelde soga en una encina,

vaivén en veleta con el viento

raudal trenzado, en mimbre cabalgo

veleidoso, regio, espina sangrante,

tránsfugo renegado a morir,

hidalguía desdeñada por tierras

y cuchillos de espigas,

con ocres carraspeados

aguardando ababoles matutinos

semblantes esparcidos

como entes rutilantes a la espera

de haber nacido.

Encumbrada la libertad

de nacer sin parcela;

resumen de vida de una vida

bajo tierra.

Rumbo a zarpar

la vía astral

que todo lo acontecido

es la historia de un muerto.

 

 

 

 

El Castellano

 

Rambla del sueño:

 

 

Resumo que venzo.

Resopla, para y se piensa,

por pensarse

nació una lombriz azulada,

buscaba su escondrijo húmedo

de la idea,

se aleteaba

como gusano floreciente

haciendo alarde,

agravios y destellos flamígeros.

Ascua del mañana,

él sentado en el trigo

de su verso

no se vio la espalda

llena de abejas

de pensamientos típicos

de su vida parada,

como reposo de barcas.

Hago diestro empeño

en esta casa de arañas.

Por la grieta del álamo blanco,

arañas grises me cuentan

de la estación perdida

entre hilos y retales

del hambre;

el alacrán de su mente

corría feliz o eso creía,

sin tener nadie que lo pisara.

Escribo a este reposo invernado

que hace el amor

con las heridas del chopo,

grieta acicalada

por entre notas

del viento y su calma,

sueños temblorosos;

crepita su carne de madera,

al calor que retuerce

el astro verdadero.

La tierra deja cicatrices heladas,

se yergue la caléndula

en complacencia de espíritus

de carne de arena.

Es mi torre una estatua bella,

fulgores rizados entre blancas sienes,

con el sigilo de carcoma

vendo mi ayer que se desploma.

Agujerea, crepita, chirría

mi yunque despierto

clavando este pertinaz dolor,

que si lo sacara cantara de un amor

entre venas.

Parto el cristal de mi suerte

por si afilo mi destino,

mi existencia queda en invierno

alamán del nervio

ese que pasa la puerta

del negro lirio,

mi alma partiendo almendras,

desde mi sol dibujado

a esta luna de azúcar.

Soy reflejo de mi sombra

un esmero de la tinta,

si mi vida fuera papel

no habría tinta

para escribir

lo fuerte

que late sin balde.

Al suelo de la encina

abre su fauce

la hormiga león,

tiempo burlado por cortezas

vivas, desprendida

mi soledad, vuelve

el oscuro, tenue soldado alado,

este suplicio abotonado.

 

 

El Castellano

 

Soterraña dicha:

 

 

 

Acometido huracán de centella,

en mi savia blande la espina,

raíces de carne a espíritu,

abiertas, que yo no hostigo.

 

Luz encorajinada

abriendo hondas secuelas,

por rayos ciegos solares.

Es un patio de luces en concavidades

que el cielo danza y ríe.

 

Corazón ensordecido,

eres locura traspuesta

al frío en abrigo.

Florida mi alma

no seca la verdad.

 

Tinieblas duerme

en ojos soterraños;

Eternidad socavada

sin flamígera espera.

 

Aguda espina, alto arbusto

sed que hostiga a merced,

bajo suelo dioses se bañan,

allí luz, alma, póstiga son enemigos,

copa de brumas no busques canto.

 

Sólo, sólo allí abajo reinará

mi carne azul

mientras se vuelve agua

y sedimento apabullado

donde mi alma encuentre portón.

Agua y tierra reguero que abismo sustenta.

 

 

 

 

El Castellano

 

 

Entraña efímera:

 

 

Abro sortilegio de espadas,

enjuta llora la tierra

sobre un carril húmedo,

surcaba mi sombra de vida

azares y tristezas;

besos y espinas de flores

abisal tormenta

que descubría lo eterno.

Lagar turbio de la forma congelada,

fuente existencial de sangre,

igual letra abierta entre brumas

voraces.

donde siglos rebajaron el estío,

historia de sosiego cabalgo,

mar sin entraña

sólo tierra y sus bellotas

de días futuros.

esperan la voz

de profundos conjuros,

hincan los sotos

sus torres de belleza,

que yergue padre Sol

entre selvas de piedras,

surcos de lumbre

donde muere la tarde.

Asesinada la Esfinge

reposo mi cimiento.

 

 

Belleza ¿qué eres tú belleza?

Salmo adornado por los hombres,

virginal cuna de la forma,

encina de tierra,

cuchillo de ciprés que vigila

tu espalda.

Cumbre de ideales sin lumbre quieta,

honda clepsidra de las estaciones,

insectos en tus flores ¿somos?

corrientes de vida que clavan metales

de hermosura.

Voy por el camino de zarzas

sin herirme

voy cerca de un canto que asesine el final

de muerte pautada.

Abrojo sin despedida

sutil caricia,

respiro sin nicho ni ancla

sólo un sol de caléndula

latiendo su espuma verde amarilla,

por corajes nacientes,

que deshacen versos de lágrima.

 

                       El Castellano

 

Tersura de espada:

 

 

 

 

Luz en flor de inocencia,

silvestre, ya no rueda.

Bebe un eco de tu postrer saliva,

detrás de tu fantástica presencia,

en albor cristalino

de purísima estela.

Es mi húmeda túnica

candor de noche rúnica,

que desgarro céfiros puros

al beso que apacienta la luna:

por luces antiguas,

imperecederas.

En este sino transparente

que tu dicha muerde.

Tu tersura,

infinita senda

sin arrepentimiento mundanal.

Por este valle y río

de curso solar.

Sin lágrimas, tu amarillez exuda,

tu íntima faz violácea

por la que nacían

las gotas vírgenes de rocío.

Bella dulzura que presides mis aires.

 

                      El Castellano

 

Sucesivo aleteo:

 

 

 

Incandescente miras,

mis acordes trasiegas,

mis venas limas

frente inocencia ojos no miras

mientras Euridice

camina la sombra de mi nogal.

Flor como nimbo sin sueño;

cuchilla florece

al estribillo que canta un grillo,

mi torso sin fuego

acaso habla.

Días suaves de ventanas precoces,

alcoba que salta las aguas

es mi caracol repleto

que oxidado no desliza

ni lamento ni canto yermo.

fronda de este jarrón de cielo

todo es distinto ya,

hasta mi pecho, abandonado

adópto espinas por yunques enhiestos.

Bosque febril sin sangre,

marejada de viento rosáceo

acude tu carne.

Escultura de tiempo,

sin fondo,

ni forma ni materia cubre,

de tiempo que se deshizo sin tortura;

mujer que habitaste mi ausencia

mullida, extensa, enclaustrada,

son frías perlas suicidas

por grietas de estaciones

al virgen regazo

y su indeleble trazo,

muertas sus vidas por un abrazo.

 

 

 

El Castellano

 

Tríptico trago de agua:

 

Era como pulcra onda

anisando un sol de febrero

castizo que llamaba a marzo,

escuché la desquicia latiendo el suelo

y me encontré una reluciente,

vieja tuerca oxidada.

La sombra padre

se escondía entre manos anudadas

de sus hijos,

llamando a mis primeros pensamientos,

yunque clavado en la pared

sin soto ni caballo,

crecí en su mitad

entre baldes de plomo,

en corriente de drenajes,

parlamentando

abren el oído de pares;

nulidad de pura interrogación

más vacío

en ventanilla

de visión de muchos,

yo gastado aterricé

en república de la sal.

Porteador de interperie

regresaba directo al rostro

en destartalado invierno,

reunía el campo

un subastador de mi conciencia.

Ánimo optativo de la región

en sueños de malvas nubes,

calizo terreno,

opulentos pinos

en bocas de hierro

acunando la ilusión

de esperanza.

 

 

El Castellano

Recto metal pudiente:

 

Cae la noche, sobre ingrávido

lecho de mi juventud

acostando la luna de cuarzo

entre áspero frío.

Cuerpo mineral candente

quieto en pantanos de tela,

retorcidos sus destellos

en esta nube de leche,

el fango fragoroso gira

imploro a esta luna que ame,

y el morado cielo ladea.

Mi sangre verde.

Es por este escarabajo

que llega el verbo.

Soledad, soledad tus pulcras alas

que vencen auroras de adoración.

Aurora funesta clavada la hora,

vorágine o trasiego

luz que ignora

si acaso nace.

Tus infinitos yo beso

dime corazón al apoyo de tus párpados

cuál profunda verdad

en esta espectral rivera

de ondas líbicas.

Espuma densa

de océano de ideas entregado.

Profunda ascua invencible

es mi dolor que más no quiere

retirarse,

que sentencias invade

todo ojos,

montaña de hojarasca,

cristal de pulsos

que tu imagen toca.

 

 

 

El Castellano

Estrella de agua:

 

Suspiro fresco

en labio extinto

de sombra.

Día que no se encuentra

su densa forma,

cuerpo con agua de estrella,

querer vivo que llega al aire

tiende y espera,

la muerte que renace

por fuegos de brea

en el aire.

Abren batientes pétalos

de viejo silencio esquilmado,

esplendoroso.

Acurrucados sobre un lecho

que la brisa abre,

en trocados rayos de sol,

esquivos en plano

de verde follaje.

Astuta golondrina encontrando

dócil rama.

Mundo sin mentira de vida,

manantial reluciente de esmeraldas

ahonda y todo siente,

que la sangre miente.

Terruño ojo victorioso

aplaca sus arpas irascibles

estrujando abismos dolorosos,

petrificados.

Reniega la boca vegetal

casi viva,

promesas en frente de violetas,

cantan amando el claror

lírico, estremecido.

Coágulo de viento

en cientos de porciones,

esta luna quieta

semejanza quiere

descubierta la zona umbría

donde invicta llagó mi alma.

 

 

El Castellano

 

Primor enraizado:

 

 

 

 

Bruma tiende la loma del cerro,

pinos caracolean sus jóvenes regazos,

tiempo exhausto entre brezos y esparto,

el lenguaje del enebro acicala córvido deseo.

Cementerio en mitad del campo

donde por los años siguen enhiestos cipreses.

Cristo de la tierra erguido en alguna cruz de barro,

peinetas de brujas bordean

con geranios de los caminos

el aposento de la manzanilla gorda,

forrajes aguantan a merced del cierzo del tiempo,

donde hoz no pasa,

abrojos se clavan al barbecho terreno

entre esquivos molinillos

que vigilan serenos cardos,

grama joven tiñe su horizonte verde

donde alzan su picazón ortigas seculares,

a esta roca señero inmóvil

de este mar de tierra y savia borde,

alzo pertinaz

pensamiento

¿qué fue primero la semilla, o el animal?

jacintos silvestres cuidan sus bulbos

siempre su renacer impera

precoces lluvias que despliegan

sus verdes cabellos,

malvas cobijadas por tapias

que ven desfilar hormigas.

 

                       El Castellano

 

                   TELÉGRAFO:


Trato hoy, desgañitado, dando mi hiel desquicia al ajeno. Estuve con existencia y soledades, bebiendo en ubre amarilla. Hay un cuarto de formol y un gramo de yodoformo en mi mesita, colores para nuestras naciones. Era un triángulo angular, bajo un terciopelo verde listado, sobre el que se suspendía un alambre oxidado de telégrafo. Era el medio del idioma del hijo de nuestro cielo; un gritar escarpado a lo desconocido, hablando intrínseco con su paralelo perplejo, desconocido: chirriar de un poste de pino muerto, herido por el viento; una carne de metal vacilaba; era una tetera cantando al fuego. Lo ignorado latiendo, súbitamente. Su idioma de ruido, por ruido vertiginoso, vibraba de aquel poste como si el piadoso terciopelo de césped de abajo le sintiese bailar. Tendido con recorte, lucía como una colgadura de iris vertical; como jícara blanda, paralelo, vencido por alambres de boca misteriosa, miedosos, oscilantes, bajo el verde terciopelo tendido, que espera sus corzos secos de invierno.
El Castellano

 

SIGILO DE SOBRIEDAD:

 

Fauces amarillas. El humo de su tabaco seco, cuelga de su blanca sien. Bocas de agudos filos, nada por todo. Tomaba su café de grano recién molido como si goteara del árbol del insomnio. Era un hombre chapado de antaños. Dormía cuando tenía sueño. Comía cuando tenía hambre. Amaba más a las flores de su jardín que a las personas. La amargura no conocía si no se hubiese casado con ella. Su bigote recto comía por él. Era apuesto, pero le asustaba mirarse al espejo y contemplar que el tiempo podía más. Su diálogo era más parco que una tabla agarrada bajo yunque. No amaba el dinero y sólo lo empleaba en gastarlo para necesidades básicas. Hablaba con sus flores y lo extraño era que le respondían dentro de su cabeza, consecuencia de la soledad avanzada. Seguía la ley del ojo por ojo si le daban amor. Devolvía lo mismo, pero en cuanto al odio, éste, le temía. Gustaba sentarse en su mecedora en el jardín y acercar comida a córvidos negros como azabache y observarles . Era un hombre pleno y hacía honor a su vida, amando lo sencillo, cogiendo su armonía en la mano que sostenía su cigarrillo y que blanqueaba ya su bigote. Con la paz en su soledad, feliz de contentarse en su memoria de cuántos conoció, cambiaba luz en su medianía exacerbada. Afilaba tostadas en miel rebosadas, en su desayuno. Sabía estirar el tiempo como si no existiese. Su simpatía de ignorantes era apreciada por todos los que le medían.

Una mañana, en que regaba su patio como si la sed fuera suya, al acercarse al tupido seto, escuchó unos maullidos leves, estridentes y que venían de una camada de gatitos, arañando ,aún en ceguera precoz, en busca de su madre. Su alma de viejo aguerrido se enterneció. Miró a los recién nacidos y sin dudar, sin tener agresividad de la gata madre, se acercó a tomar a uno de ellos, él único de color negro y se hizo el propósito de adoptarlo con todo lo que ello implicaba. Sus hermanos eran blancos, moteados y en manchas negras. El gato negro elegido, resultó ser el más inteligente que muchas personas que conocía. Lo llamó Blackie.

Blackie se quedaba pegado al cristal de la ventana, gruñendo, deseando lanzarse a por los cuervitos que su dueño alimentaba.

El Castellano

 

envidia

nombre femenino

1.

Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee.

"cuando lo vio en la tele se moría de envidia; siente envidia porque tú lo has hecho mejor; aquello, desde la guerra, se puso muy mal, siempre hay envidias, malos quereres, ya sabe usted"

2.

Deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene.

"¡qué envidia, ya te vas de vacaciones!"

 

La envidia se olía en el ambiente, caminaba un campo de abrojos de oro a pies descalzos, se erigía una competencia vil, distante , esquiva en ese mundo del arte de la escritura, cada escritor apoderado era como sanguijuela reverdecida de la palabra acertada del semejante. Una lucha de cebollas cerebrales se empobrecía en el paraninfo. Decenas querían la raíz dorada al ascua de intelecto acrisolado al hervor de soles, los que tenían algo con esmirriada gana lo escondían y copiaban o querían lo que no tenían, no era ambición sana, se bañaba en fuente de insatisfacción particular brotando como ramillete de ajos en lugar húmedo, la lucha se encarneció, brilló la hipocresía por derredor vestida de traje, pero todo un día llegó a su fin, el Creador Universal se pronunció,

 

dijo:
Yo todo lo dije y no he obtenido nada,
he completado mi espíritu con el don de la palabra,
nada he esperado, competencia entre lo destacado habéis plasmado.
Todo lo dicho está ya tratado,
nada infinito arde en este lugar desalmado.
Nadie me debe ni ojos ni sesos, por cuanto yo arriano he plasmado,
seguid vuestra lucha sin cuartel
que no abandono; ni mis principios, ni mis sombras dejan de buscar bañarse en la luz de mi espíritu completo de conocimiento, la eternidad es lo único infinito y el tiempo su rival,
palabra es efecto e imagen de un lenguaje que se acaba y acabó.


El Castellano

FINAL DEL POEMARIO

Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es una producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que no podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de muertes. Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el Hijo no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su subsistencia no depende de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo por lo que ha subsistido antes del tiempo y antes de las eras tan perfecto como Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser empezado, o creado, o propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo. Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero que Dios no tiene comienzo.
Arrio

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