Es mi libro con el trabajo completo de un siglo, impera en él
un estilo de plasmar surrealista, de escritura automática guiada por referentes
propios de absorción y adopción propia mediante aprendizaje por medio de la
lectura, eterno buscador de plasmar correcto, en mi búsqueda y en mi trabajo
habita la concepción de lo que me parece bello para escribir en base a eso se
surten las imágenes como abrevadero de ideas ramificadas de lo que a ella
atañe.
Ya que la poesía sin impresión de belleza poesía acaso sería.
Sin creerme poseedor del castaño de las castañas de oro mi poesía y mi obra es
fruto de consecutivas temporadas seguidas de escritura durante quince años. Un
abrazo y gentil saludo autor Miguel Esteban Martínez García El Castellano
ODAS:
Tierra de encina:
Encina carne
y cuerpo que en ti
el campo hizo;
emblema insignia.
Follaje recio, duro,
inmoble al transitar
del viento.
Sobrehaz madre natura
de pedernoso azar de catedral
que de ti hizo san Esteban,
parda encina te escribo
desde el reposo del hombre fluyo,
como sangre me sostiene
en manadero de tu lecho de tierra.
Apretada y densa
lloras al camino,
no caes en invierno
ni te desdibujan heladas,
soles de siglos
doran tu espada,
árbol férreo
de árido horizonte,
frente los ojos,
viejo monumento
que sacudes,
el alma de la roca.
Brotada del mismo fuego pareces,
oh parda encina,
yo a ti acudo virgen
que en tus hojas veo pulcritud de estelas,
puntadas de unión de cielo y terreno,
en ti campo se hizo,
de tus lagrimas otorgaste flores la tierra,
meseta navegas con flor de piedra,
árbol solemne tú eres,
a ti rindieran cantos
a ti rindieran cuchillas,
campo de víboras
has pisado,
espejo de pueblo eres
que guardas reposo
y pasado.
Acoge Virgen de la Encina
mi canto manso.
El Castellano
Oda a la belleza:
Ruge mi vida
con impetuosa saliva,
un desdén de mares afilados,
cose que hila esta malva sensitiva,
azures sarnosos que avanzan
al latir fieles compases destapados
de mi escondida idea,
belleza eres por mares sostenida,
balanza sin yacija, ni muerte escondida
acaso a ella conoces
que incluso la tornas bella,
mira la ventana crispada al infierno,
el parpadeo oscuro de la luz.
tú que definirte nadie podría,
ni el más inteligente
ni el más ignorante,
cumbre de ideales, pedernales deslices,
pólvora de sensaciones, fragor vaporoso,
bendices sin perdonar,
es tu prisma un ocaso sin lejana letanía
de esta realidad que se pierde,
atraviesa tu puñal absorto
hiende mi carne,
solo encontraré que brotará mi cuerpo
todas las flores de los campos,
tu cúspide sin hallar, tu vida sin hallar
cumbre tuya se llama planeta Tierra
abismo centelleante hasta perder la cordura,
madre del acto,
belleza deidad suprema,
nadie la mata solo se la llama
y no siempre responde,
déjame tu azul manto sin amaranto
una noche bailaré con lobos
hablaré de amor con mi quimera,
el miedo me conocerá,
amada mía belleza de las flores
sángrame un horizonte de colores,
deshoja mis infinitas espirales,
haz que me crea como los mortales,
para blandir nuestro nombre entre nubes,
cabalgarán mis corceles tus verdes sienes,
yo no seré yo, así como tú eres distinta
para cada retina,
hada infernal
como leviatán celestial,
tú no entiendes de las maldades del hombre,
sólo pintas de la realidad todos los colores.
contigo izo cumbre,
resoplo agravios y señales
repetición
que nací para servirte,
como pájaro a su nido
señorita ruego
que elija este cuervo,
sin agraz durmiente
sopla mi sed de florecer tu alma
primavera preciosa,
desde mi mar a mi risco
osaré vestirme
de rudo hombre viejo,
soñaré como me sueña mi sueño
que yo en tus lares era el primero.
Señorita bella madre de mi izada bandera,
alza mi curva sombra
por la carne de mi siembra,
reverdeceré con tu cariño
primavera amada,
Mireya anclada de mar
a la montaña de mi idea,
vengo que voy a vencer mi propio desespero
rizando como riza su vida el helecho,
desde la sombra de abeja,
a mi ceniza bella,
no habrá osadía que no te nombre
mi dama al hervor de siglos
atavíos que llevas ya florecidos,
me despido por si te encuentro.
El Castellano
Iris de los campos:
El reino venía tejido
del destino florido
en la gesta del jacinto
en la flor abierta de la primavera
voló mi corazón a tu nido
derramada esperanza vistió
el por qué de un adiós
el lirio abrió al color
y la grama abrió en flor
flor de sangre
que regeneraba
el dolido destino
por la azucena
caminaba su olvido,
fiel del suspiro nacido
quedar el te amo en vilo
la orquídea colorada
aguardaba la fiel ordenanza
cuando un jardinero de versos
dejó su estampa en el papel
un colorín elevó su trino
para que un zorzal
lo alzara en su nido
todas las esperanzas
colmadas de un grillo,
al compás de tu paso
seguía la amapola en duelo
lejos de su tierra
que vio nacer el cielo,
caléndulas esposas del sol
se abrían a la sonrisa
de tu calma amanecida
para yo trenzarte
un beso en la mejilla
quedando las campanillas dormidas,
y las margaritas enrojecidas,
un te amo ardía.
El ascua se encendía
quedaba la sinfonía
de un tordo que visita,
el cielo abría
a sus coloridos jardines
plenos mudaba el grillo de sinfonía
la rosa colorada
dejaba su beso por si acaso
el viento llevara algo,
se hilaba un verso
para el cantar complejo
del baile de la rosa y el clavel masculino
mecida la sonrisa al viento
nacía la basta floresta de los patios
y entre sus escondidos lares un trébol
vertía cuatro hojas
al compás del Sol en su visita,
todo al resguardo de la bella caricia
y la ilusión dormida
que brillaba en tus retinas,
para yo dormirme
dentro de tus ojos.
Abriendo mis flores en son,
ese que hacía brillar los campos
en verde y marrón de un caracol,
relucía el brillo de un brezo,
desplegando su color
un tomillo en albor
por el plantago en flor,
todo lo que dejo
es todo lo que amo,
recuérdame en la flor
del cardo de la dama
me alzo a la altura de la rama
y el espliego amanece conmigo
para el romance del laurel
y el encuentro de la malva con la abeja,
todo el cielo se despeja,
canta la piedra en aspereza
que la vida se torna repleta,
de lo sencillo del musgo
al verde estramonio
con sus trompetas de los ángeles,
rueda la caricia que tu piel divisa,
el campo sin franca tapia ni verja
es dorado por mis sueños
que corren de la vereda a la rambla
fiel de esperanza
la azucena nocturna en flores marcha,
el olivo prendido de olivas
la encina sus bellotas mece
para el tejo guardar su muérdago,
la noche que llora azabache
y ojos de luciérnagas
todo queda prendido
del suelo en duelo
blandiéndose la luna sempiterna de nuevo
y mi verso alzando el vuelo,
queriendo acariciarte de nuevo
la noche que solo conoce la noche
tus ojos que solo conocen tus ojos
por los sueños nacidos vuelan los molinillos,
el monte deja a las carrascas
blandir el horizonte,
las flores a la abeja fabricar su miel,
la tierra se come a los cardos tras el verano,
la adormidera tu piel suscita
llegado el otoño y su caricia
fieles manzanillas abren sus margaritas
y los cardos en espinas
dejan paso a los jilgueros
del campo abierto para regar Ostara tus besos
se anuda un grillo y mi brillo
abriendo una flor
con forma de corazón
dejando paso a nuestro amor.
Con el sigilo de blancos álamos
al verdor de frescos pinos
se cierran todos los caminos
por si acaso vivo que sepa ella
que blindado a la cepa es mi sino,
en estas simientes
en estas verdes sienes
alzo mi latido,
que de madreselva fue vino,
y alzado parto mi destino,
hasta vivir en la mitad
de flor de esta caléndula sostenida,
enraizada en mi pecho,
que no canta
reverbera en esta fuente fría,
porque no tiene despedida,
al fragor del ascua
jamás desquita su bella sinfonía,
de raíces y colores de albas,
hasta ser amada
por grises arañas.
El Castellano
Campos y emociones:
Guadalajara te recoges
en la loma despeñada;
cumbre de valles dormidos
y turbios del Henares,
agitas ninfas en sus aguas,
al hervir de álamos viejos
arribas calles entre mocedades,
tus retamas de parajes
arden.
Eclipsando años
de la perdiz sujeta,
surcos de aras tus uñas hacen;
vestigios de que el poder pudo,
caminas descalza los años fugaces.
Niebla asciende tus iglesias,
reposa y tus gentes
la despiertan,
al otoño que no quiso venir
te hablo como un hijo a su madre.
Cuántos siglos quieren
tus adoquines terrenos,
asidos de hoz
y colmena de tus abejas,
un descender de la vida
entre corajes de encinas
y oscuros soles
que abren de tus parques las fuentes.
cuanto yo he conocido
de ti, es poco.
como infante en tus nidos de tordos,
no te quedaste en los hoyos .
Cimientos te desnacen la entraña
del ayer carpetano,
por cuantos siglos te comulgaron,
hija y madre alcarria,
entre mansos hermanos,
sabor de chopo inusitado,
helor del antaño,
resplandor de verde militar de ciprés;
olmo sin fondo ni tajo,
córvido nogal de tus insepultas raíces.
Miré hoy mi espejo en ti abandonado,
y no quiero desenraizarme
de tu pálida tierra,
fiel canasta que nadie llevará,
tu sonrisa jamás apagada.
Al tiempo que abrirá.
Tus labios que juegan y se tienden,
hermanos de mi trilla,
hermanos de mi arado,
labios visitando acres de blanca tierra,
por callejas y cuestas de dulce idea,
levantas tu dorado cuerpo
de mujer esculpida,
por cuantas piedras te tejieron
en armonía quiero susurrar a tu belleza innata,
que juega y ríe descansada
en la música de tus álamos.
Ríes trayendo tu canasto de mieles alcarreñas,
juegas con quienes hemos depositado en ti confianza
de vivir en el sosiego de tus senos
que guardan los siglos
que lleva tu entraña erigida.
Mirlos enredan en tus cabellos
sosiegos mañaneros
por cuantos te conocemos
localidad de luz,
que abre su remanso
al Henares y sus espumas,
creación no creada.
Cuartelillo de tus fervientes chopos,
riges tu guarda en tus lanzas de cipreses,
abriendo tus campos al cernícalo señor,
y a los estíos chirriados
que el alma te acogen
¡Oh Guadalajara!
El Castellano
Duero:
Grita mi estupor y cuchillos
hieren volteando
una boca que la onda mece
flameando.
Se duerme la costilla
en el altiplano enjutado
de hayas y fresnos
recuerda su geología
únicamente saboreada
por el soñar de los picos,
virginal cuna del Duero
con tus curvas en rotonda
de castizas fuentes y abrevaderos,
dulce azada de agua
que bascula el sentir
de la enamorada palabra,
por cimas tu voz se hace meseta
haciendo el amor
con los pájaros dormidos,
templo y morada
de la cepa que a ti te alcanza,
agua furtiva corre por tu era
y reposa en tu infinita onda,
que se riza, que se insinúa
en vaporizadas Torres de belleza,
que en tu alma anidan,
sortilegio de rosa y clavel
cenit del dolmen tallado,
quién a ti en la vastedad del ser
en su pecho te lleva prendido
el fuego en fanal hoguera
en anchos panales de tus abejas.
Cuentan de la vida del chopo
tus diez mil espumas,
que por sierras
tu rúbrica dejas,
navegante con alas azules
el terreno que jamás te vence,
secretos de amantes
tus aguas llevan
haciendo bullir el inframundo
de los amores y sus galas mayores,
agitas con sangre de tierra
el candil que abre en espiga,
anudando en tu cintura
tu idioma olvidado
pasando años fugaces por tu campo,
rodeando en ortiga
el triguero espárrago,
girando de la vid tu capazo
y sus manos,
haciendo de tu Vera
un Dionisio que al tiempo fermenta
tus besos de tierra.
El Castellano
Arlanza:
Arlanza cubres tus olas
de infinita seda
con el palpitar de olmos secuaces,
al verdor de frescos, jóvenes
álamos en pulcritud
de cenizas de fresnos avanzas,
quién en tus aguas
te lleva de espuelas
por tus solas riveras,
sin ocre con verde aliento,
te elevas de entre tierra de muertos,
deshojas tus notas dulces,
entre crepitar de martillos secos,
inertes en sed del más fuerte,
tu agua sin palabras,
tu agua sin vergüenzas,
sin rubores de plata
y sus nieves de espuma,
haces bullir infra-mundos de amantes,
romances con tus robles,
nadie te sostiene
tu olvido deslizado,
solo lindes quietos
osan acariciarte para siempre,
tú, tú imperecedera ante la muerte,
eterna suerte,
yo estoy contigo,
magistral obra no creada,
idioma oculto de tu haya,
espiga líquida donde las haya,
senil canto de cigarra
cuna del grillo en su sangre del atardecer,
acaso te alcanzan.
Cumbre eres sin filo ni cima,
rebosar de la vida sin prisa,
hoguera sin ascua,
calor de los seres que amparas,
descampado
porque el campo eres tú,
fulgor entre verdes sienes,
savia dulce de vida,
qué milagro a ti te llenó de vida,
o ya estabas en ella perdida
para ser envidia del Creador,
ciencia sin papeles
libro de tierra,
onda de segada curva
pulcritud de espadas al alba
sin principio ni final
sólo tú alzas la luz,
en esperanza de los que cayeron
en tu huerto donde descansan
las almas.
El Castellano
Tormes rinde:
Hondo espejo de cumbres
de Ávila, Salamanca y Zamora.
Refrescas tu sien a espaldas de Alba,
pecho insubordinado vellos de encinares,
padre tallo y río de febril Castilla,
desde la rauda espiga al enhiesto
perdigón que en tus veredas sed sacia.
Hilanderas tus sedas recuestan,
bonito no apagues mi estupor
sembrado por tu silencioso idioma fluido,
Tormes alza tus castillos de areniscos
al paso fugaz del tiempo por tus ramblas
del sueño perdido, que tus aguas arrullan.
riego y vida de tu anciana tierra,
paso insepulto de ávida sangre azul,
terrenos de coronas sin denigrar
sepultas que agujerean tus aguas
dignas de acuarelas cinceladas,
vena y riñón angosto
por adusto raudal de besos escarpados,
vine a bajar tu valle
hasta tu lengua del Duero.
Un vencejo desertor de tus cielos
me cuenta que si por él fuera,
anidaría de tu bella entraña cristalina
clara, cómo tus altos árboles
se sembraron de peces
el día de amantes,
bebieron todos tus raíces.
Pájaros dormidos
que hacen el amor con el viento
con sueños cristales la tierra se casa contigo.
Digna odisea por quien te ha conocido,
caballero ciego que buscas ojos
por tus reflejos de ávidas imágenes
trasnochadas, rutilantes perennes.
Del uno al tres, tres cielos
habitan tus charcos de caudal
sed sin remedio de quien te ve.
El Castellano
Río cuervo:
Río cuervo de pitanza corva
Vestido del risco tu nacimiento
negro en tu soledad de azabache,
tu soledad acristalada
por luces del monte,
tu idea reguero
que mi sangre lleva,
de enebro cincelado
tu cuerpo,
que se hunde y flota
de la roca
tu eternidad azogada,
huyes y ríes con carrascas,
sin quedar graznando
tu alegría.
Tu cuerpo de aguas sin ceniza
que la tierra llora,
recorres mi infancia lejana
sí esa que nunca acaba,
para yo ser del monte
y el monte ser mío
como piedra a su gamusino,
eres de la tierra
un dulce sino,
caracoleas tu rizada vida
de monte y estepa,
de árbol y raíz de tierra,
eres más que sístole
de romance que el alma enerva
con tus negras alas,
entre tus lenguas de plata
bañas la fauna
que a ti te alcanza,
por fresnos y hayas
riges tu templanza,
verdadera, que viste,
que enamora
ojos que te hablan,
abre amor tus pizarras
construiré mi casa
por el tejado de tus aguas,
para decir:
Yo aquí vine a vivir
bajo las alas del río cuervo.
El Castellano
Castilla:
Perduradora onda,
en cresterías
de la honda voz nacida,
tu profundo soto
de altas torres enfundado,
me esmalta la idea
con fragor de risueñas carrascas
las soledades del hombre ultrajadas,
agarrado a dulce señero inmóvil,
al pelaje esmaltan quebradizos
colmillos de umbrío tomo.
Cal y tierra entre follaje
de mi sierra,
pardas vidas me avanzan,
una oda al sendero
y su vida despierta
entre ojos de azores y sus ocres,
se siente, se añora,
se enraíza,
esto es Castilla,
esto es el flamear de una cerilla
de sangre henchida,
linde quieto de tierra madre,
por solares tu voz se despeña,
sosiego que tu linde oculta,
lumbre de entrañas
en quietudes de escarcha,
lento fuego ciego
de sonrisas del alba,
quédate, libérame este haz eterno,
quédese mi piel segura
al retorcer del castillo de Almansa,
honda tumba para tu belleza desvencijada,
entre piedras, y caracoles de astros
tu espada,
patio en sobriedad de tu tarde,
robusta flor entre Ermitas del mañana,
un tallaje del pueblo
sembrado por tu cúspide naciente,
sueño en fruto
carmesí sangrante
de tu corazón de amapola venidera,
dorada al cantar de espigas
y su mañana,
honduras de vidas
labradas cepas de sarmientos,
acoge en tu alma
este fiel ofrecimiento,
Castilla mi tierra, mi vida,
mi eterna semilla enamorada.
Fiel disparo entre acordeones
de encinas afligidas,
un marco difuso entre colchones de grama,
perdiz entre perdigones viajeros,
voy a tu encuentro,
me hablan fuentes y abrevaderos,
como tus tierras
hacen el amor con parajes dormidos,
respiro tus frías cuchillas
que entre clavos me marcan su herida,
fiel de caricia bebo la sombra
en tu calma sin despedida,
un trino quiebra el silencio
en blanca dama me avanza tu cebada,
un calor presto de caballero
a su dama hoguera,
servil entre abejas
y sus mieles alcarreñas,
tejida, lista,
vaporeada tu siembra
por años cobijan tus azadas
solariegas.
El Castellano
Galicia llama quebrada:
Galicia cásate conmigo,
te ofrezco mi sangre.
Amo la tierra y la tuya
es mi sueño verde y gris.
Tu esencia se retoza en mi cuerpo,
tu ausencia lo ahoga y quema
desde dentro hacia afuera,
Tus bosques siempre verdes,
a tu fértil suelo,
encumbrado por los siglos de tus celtas
círculos de piedras,
con sus espirales nacientes
de sus megalitos,
de la cueva a tu montaña
va que viaja mi entraña,
entre ocasos sonrientes,
hasta tus helechos nacientes,
al arrullo de tus montes,
calzo espuelas
y sus arroyos florecientes,
al canto rodado
me alzo con el valor de las gotas
de su río, almas en latencia perdida,
de montañés mi talle,
en ausencia de roble carcomido
por el tiempo y su yaga ardiente,
infinito remanso sangrante
de la tierra que no posee dueño
tan sólo habitante,
Galicia ella es candor,
al fragor de silos dormidos,
al tiempo que reverbera
sonidos de humo y de agua,
entre crujidos de esta carcoma naciente
que ama y te desea mi Galicia bella
poesía de un tejado verde y azul
de árbol y mar quebrando,
tus costas y su muerte paseando,
hasta donde llega perdido
mi pensamiento
para darte un beso
de cal y arena entona esta caracola
sobre tus espumas
balanceando el pulso
del acantilado y tu hueso de espuma
al romper tu ola,
porque nacer no se elige
ni dónde ni ábside
al cielo le pido rompa la tierra
que si vuelvo a nacer,
yo nazca de tu entraña
Galicia bella.
El Castellano
Canto a un tronco muerto:
Recama heraldo lenguaje
las simas de tu palabra
huero sonido que avanza
y el ser alza.
Inamovibles torres, belleza
aguardan, oro noble
hondo, profuso Sol cercano
padre de fachadas de Castilla.
Encinar raudo,
acoge al puro roble
vetusto soliviar escarpado
cuna del árbol resucitado.
El final en el viento es una promesa.
Desde Cuenca a Toledo
desde la corona brillante
de Ciudad Real a Guadalajara
pasando por Almansa y el frío
de Albacete apostando en el río Cuervo,
y el profundo Tajo, desvistiendo
febril al río Mundo.
Reviviendo este tronco muerto
en Riopar, avanzo, amanezco
ligias y barbechos tras
surcos de furtivos arados.
Fortalezas empedernidas
fervor de ojos lucientes
pasados del mañana.
Me bañan sus fuentes
en patios de arañas e higueras
en sotos de almendros
y nichos de nogales verdecidos.
Mi hoz de trigo y centeno
eleva su carne
por esta mi tierra
y su vorágine.
Canto por el revivir
de este tronco muerto.
Blanca idea, surco en recodo
por brezos y mirtos agujereado,
retemblaré como el esparto.
Grajos escondidos picotean
mi alma; crascita voz serena
alcanza tu semblanza
me tejí exhausto
en tu oscura raíz
del antaño.
Blanda tiniebla envuelve
el dormitar de tu carcoma.
Levantarás de tu sueño
Rey Rodrigo.
Y nuestro Cid
¿Vestirá tu palabra?
El Castellano
Iris de campo
Adormidera pulcra entre la retama,
amapola esquiva sangre de la tierra
nacías lejos de la tierra que tú querías;
la fé mudó sus caricias
sobrecogido el triguero espárrago.
Serpeo el camino de Humanes,
el reino florido por tejer,
jacintos de botellitas azules
recuestan gramas del lindero
entre espinos amarillos del olvido
yo hablo con zarzamoras de rivera
del Henares.
Corrihuelas abren nuevos sentidos
bajo sauces y olmos viejos
grajean tordos la vida del endrino,
caracoles que trepan el abismo
de savia recia, dura.
El alacrán pasea la represa
cuando la araña lycosa encuentra presa.
Espartos y retamas
prenden su verdor al monte.
Cardos y carditos de dama
tiñen blandiendo su horizonte
anual.
Cadillos invaden el yermo,
de hinojos y dispersos plantagos,
boquitas de dragón, perritos
que juegan con el viento.
Un ligero testero acoge raíz
a una flor de Odín
caléndula silvestre
flor de difunto que resiste
entre embistes de tiempo,
y heladas grises.
El Castellano
Caléndula dorada de mi vida,
tibia, eterna, esposa del Sol de día,
amarilla, gran luz de los campos
flor de difunto en tu grandeza antigua.
Que baile el tiempo sobre tu flor
que ni te importa la estación,
sobre tu quietud alcanzo la verdad
del ser sin preocupación
alegría da verte, belleza creada
del rayo de sol, dame tu luz
descíframe el saber de tu ser
para tu oro tener
ese por el que el muerto encuentra
su luz y la abeja tu beso tener
lozanía del camino si silvestre naces
al ocaso del lucero
tus flores cierras en verso.
El Castellano
Cáléndula joven del camino,
vieja de la senda que lleva a tu casa,
ardor de luz brotado entre florestas hirientes,
alza tus pétalos comunión de insectos,
por estos solitarios caminos
que me llevan a verte
alzas en pitanza
tu verde semblanza,
de la tierra vida en añoranza,
fulgor entre tus sienes,
darás de flor simientes,
así demostrarás que no hay tierra
sin flor así no importe estación,
María oro, flor de los difuntos,
luz entre luces del alba,
sostenme la caricia en tu flor,
que me creo abeja por un día,
álzate entre cardos y malvas que te rodean,
demuestra que eres única,
que ni caracoles osan morderte por tu savia fuerte,
señero silvestre donde los haya,
oro luciente entre engranajes verdes,
espera a tu ababol compañero
que tú sigues dando flor
sin ser primavera entre despertares y albores
de vidas y sus trinos,
navegas mi alma esta mañana
glorificando mi tierra yerma,
te aman mis ojos, te admiran latidos precoces,
eres más que silvestre flor
eres una vida precoz de luz,
si pudieras ser mujer yo sería tu eterno acompañante,
colmas la belleza de lo sencillo
eres mi alegría del camino,
pasarán fugaces las generaciones
y brotarás cualquier terreno
que el reposo tornó sin construcción,
para que tú grites
que la belleza también tiene casa
contigo,
Caléndula arvensis.
El Castellano
Danza en mi oscuridad:
Es el eco furtivo
de estas sombras,
rompe el silencio
guarda su palpito
es como el mío,
es como el mío,
cuando un agujero
se abre del cielo,
sombras de gatos
caminan la ciudad,
iluminan mejores tiempos,
que ya pasaron,
canta mi grito solitario,
maestro del animal,
cierran las pestañas,
me ha traicionado el viento,
solo, solo en este oasis de cemento,
mi mala yerba brotará
entre su asfalto,
cruces torcidas
el día escapa deprisa,
un párpado negro al acecho,
me piensa la oscuridad,
su negra ala no me bastará
al día que llega
desaparecerá,
desaparecerá,
escucho notas de este vacío
perplejo, perplejo ante su miedo,
voy por escalas al infierno,
carreteras oscuras
va construyendo mi vida,
la ciudad desvanece,
la tierra muerde los cuerpos,
este invierno
ya no me seduce,
se clavan mis uñas en la celda
de mi cabeza,
el tiempo esfuma etéreo,
nunca más labraré mi miedo,
aúllan persianas con el viento,
estoy en el otro lado,
contemplo vidas inertes pasar,
el espectáculo de la soga comienza,
es una flor de sangre
abriendo su polen,
no hay un alma
en esta calle de mi mente,
se retuercen mis ideas
en adversidad,
crepita que arde
esta lengua de frío,
amanece mi sangre
escribiendo sin madrugada,
el día comienza su alborada.
El Castellano
Otro beso:
Mañana saldrá el sol si yo miro tus ojos,
el mundo se hará pequeño
solo para que nos conozcamos,
tiraré la moneda al pozo de oro,
contestarán sus doradas gotas,
que los sueños hay que vivirlos
para que sean realidad,
al verdor del monte
sembraré dulces vericuetos,
para que diluyan escarchas hirientes,
y sus blancos de sabor a nube,
se rizarán cumbres
dolerán sigilos del álamo,
dejando su nieve
en fusión de escalas al cielo,
eternos alambres alumbrados
por el sol y su desquicia,
me llorarán los ríos nuestras gotas de unión,
tu alma pura, colorada será como mi alma,
intransigente comunión, destellos sin calma,
ganaré la batalla,
la noche será mi criada,
la luna rajará crisoles en estampa helada,
las estrellas me arroparán la sábana,
amor yo nuestra primera noche
no seré hombre,
se destaparán los reinos olvidados
seré el rey animal gobernando tu cuerpo,
mi ciprés tendrá sabor a mujer desnuda,
todo lo teñirá el rojo bermellón,
al tañer de nuestras almas en hoguera,
las sombras se unirán todas
hasta vivir en tus cabellos,
yo pasados los siglos
volveré a vivir para pedirte otro beso.
El Castellano
Latido de una rosa:
Escribo a los fantasmas de esta rosa,
tras su invierno deshojado,
que su voz abre en eco de pétalos,
rosa esquiva de voces dormidas,
soplos de hálitos intransigentes
a un frío de neblina,
bruma voraz desciende entre sus pestañas,
y su sangre de hojas marcada
al rejuvenecer de un ayer,
voces yertas hechas tierra,
aroma de besos dolientes,
y pieles escarchadas,
redondas ojeras suaves de luna,
un aura color rosa fría
de un otoño mustio, herido
que ya no camina.
Sin ella, sin ella la tierra abatida,
me habla de tiempos que fueron,
de sueños que se perdieron,
haz purpúreo vano a morir,
por colchones de ideas,
por todo lo que quedó sin dibujar,
sus voces dictan yo converso,
umbrales que abren al sosiego
de tijeretas que descansan.
Como un beso escondido deleitándose
era ella floreciendo abriéndose al mundo
para ver desde su carcasa el fluir del tiempo.
Fantasmas mudos que reposan la caricia
de esta rosa, única al mundo
temperamento de princesa,
el campo en su pétalo,
rosa, rosa tierna carne de estrella,
ojos de quimera,
estampa quieta,
cuántos te conocieron
cuántos como tu jardinero te querrán.
Rosa esquiva, rosa viva, rosa sin cortar
al cielo quién te viera caminar.
piropo eres para voz soterrar
al latido de tu beso por imaginar,
vive cuanto quieras
que volverás a reinar.
Por tus espinas rizarán albas
y rocíos matutinos
con sabor a tu esencia desnuda.
Ya tu voz no vivirá más ahogada,
hablará tu savia
tu belleza elaborada.
El Castellano
Luzarrero desvestido:
Ven poeta a mi yermo,
descubierto entre álamos
que blanquean
y un sol oscuro de invierno,
un sol muerto
que nubes negrean su muerte
entre caracoles de faroles
y adoquines ermitaños.
Ven vida a mis flores rutilantes
de sombras de nubes
por corceles suaves te escondes
por hormigones de leche
y sus canosos cristales
tu polvo de estrellas viertes
voy soñando mi linde despierto
estas calles de diciembre se encienden,
como perro ladrando de noche,
mientras tanto te busco luna dulce
entre tus mieles luminosas que viertes,
entre cuchillos yertos de asfalto
y gravas secuaces,
el soto mío perviertes,
los edificios suenan
a nanas sonámbulas
mientras tus altas ojeras cuelgas.
Una fosa es mi palabra
que soterran ideas
cual tordos que grama escarban,
verdes granas es un perfil angosto,
pudiese yo retornar al otro lado
y seguir indemne,
no lo sé.
Mientras seguiré crujiendo
sonidos secos, ululantes
de sentidos dentados en haz purpúreo
y su afligido azabache,
yo te busco luna por cuanto yo he conocido
por silos de arena blanda,
por coches y entramados inertes
que jamás desvanecen,
por cristales hirientes
y su reflejo ámbar,
tu idioma secuestrado me desciendes,
días festivos danzaron huyendo
como ecuaciones de estorninos
jamás fugaces.
Terminaste de escuchar mi ruego
sin escapar,
te escondes cuando te busco
entre verdes ramas,
y violetas flores
bajo luz de oscuridad
artificial ciudad,
edificios que no aúllan con el viento,
venas roídas entre encajes grises,
capas de noche humeante,
por cuanto he conocido,
por cuanto he huido
para encontrarte.
El Castellano
Apium:
El barbecho de la espiga,
la mar me trae la ola,
la montaña me trae la cascada
mis ojos llevan el color de siglos
de floresta destapada,
mi tierra se lleva mi espada,
el aire mi aullido
hondo, redondo
crujiendo en las aguas,
mi vida lo siente
lleva sangre en las venas,
arterias de ángeles
estrellados en su eco
alzado a la Estrella,
sostenme en las bocas
que mi silencio reverbera,
mi montaña bonita será sentida,
mi Santa flor en la boca de la abeja,
que mi vida maneja,
tráeme los pinos de los montes,
el aire de las cumbres,
tráeme tu boca para nacer en ella,
sigo a Luccifer
bueno él me sigue a mí,
cosas peores habrá
como abrir y entornar la puerta
para que pase la maldad,
siento decirte que arrastro mis demonios creados,
para enterrarlos en el campo,
al lado de un sigilo de chopo,
que a sí estén de ojos abiertos,
no me enloquecerán más,
estoy hecho de miedo,
soy de hielo
más fuerte que el don austero,
palabras sepultadas en mi zanja,
mis padres y mi gato son inmortales,
¿por qué me llevaste padre a la ciudad?
que lento muero aquí,
sin sentir el viento de mi campo,
sin mis flores y su aroma
a vendavales desnudos,
estos árboles de cemento
no suenan con el aire,
ni estos cristales atraen abejas,
aléjame de rejas,
salva mi muerte
que es del monte.
El Castellano
Frío en la sombra:
Vengo de la noche
desterrando sombras
cuajadas, amilanadas
en un tranvía
sin freno obtuso.
Destilo mi figura
y un brillo
se apodera suave, displicente.
Encaro faroles intermitente,
intransigente
acaso soy gente,
una vil lechuza
posa mi mente, como muerte
quizás destino.
Retracta los bordes del cielo.
Desembocadura que me conoce.
a tierra a esperar
que desnazca el viento
tibia frente viva, batiente.
Labios grises soñaban
por la madrugada
un cristal
que hiende fuego.
Rumor de fauces jóvenes,
en mares sin camino
ni memoria.
Espigas de la nocturna grama
abren su tinta de huidizas voces
y rueda el astado universo sereno.
El Castellano
Diáfanos estambres
gozo en pórfidos enjambres celestiales.
Miente la dicha,
por delinear relucientes estelas:
lanza busca vida aspirando
este jardín
que mi sangre fluye,
mármol seguro
en germinante realidad
esquiva.
Frenesí de alta luna,
tibieza reluce mintiendo,
por el astro
que ya no fulge calmado.
Llamada en sangre de anhelos,
rodeada luz, en buque férreo.
Sajadas ilusiones se bañan
en esta tierra que ya no circula;
ni conforma torres
sin velo o despedida.
Girará el rostro en peñasco,
la araña será
corazón de mi carne,
flotando las flores frías.
Polvo o sangre,
viviré mi tela.
El Castellano
Criaturas en el alba:
Alba marcada sin aurora,
luz en inocencia de flor silvestre
al pálido fulgor de estrella
sobrecogida.
Cristal puro de oscura mano,
Nacen virginales céfiros
ruedan laderas suaves
que grama blanquea,
destino de esta infame senda,
vivir acabar sorbo de postrer respiro.
Azur marcado nacidas estas criaturas vespertinas
de celeste insignia.
Por cuántos labores los ojos desplegaron,
secuelas flagran y caracolean,
soterrada la ventura,
un prado arrancado a la semilla,
una dicha conmensurable,
ajuar lumínico de espíritu,
árbol de ceniza vestido.
Destellaba la rosa-cruz rendida,
sus nueve caídas.
Sotos sin prisa arañando la retina;
calma de Dios personal
y sus heridas.
Imperios de ojos cerrados,
aguerrido albor, vestido
en sangre de brea,
yerta, flamígera, ascua prendida.
Injerto de toda soledad anquilosada,
sin quieta estampa fría,
procesos de procesionarias
en quitina sulfurante
que ellas caminan.
Mariposa negra y gris de ademán
nocturna venda que el ojo
no vea.
Abre el mundo
un soturno caballito del diablo,
estas criaturas esparcen destellos febriles
son sensibles al tacto
y desvanecen entre ocasos,
destierro en hierro de sangre,
sus almas duelen
sus vidas huyen.
El Castellano
Sinestesia tangencial:
Quiero tu nombre en el pecho,
aplastar pestañas de mentira,
abrir bocas a frágiles, febriles
lombrices azules
de mis ideas.
Capturar el idioma del azabache
y sus rayos negros;
germinar en barro de algún beso
al candor de este frío
en viento moteado
entre gritos de niebla
embeberme de la sangre de piedra,
con implicado, áspero musgo erizado
este pez de ámbar que fluye
a concavidades del sueño sin gemir.
Mitad invencible de tus muslos férreos
lluvia de mi tierra
en cal y canto segura.
Pólvora o besos púrpura
ágata de esta musa cristalina
de infinita turquesa
que yo quiero.
El Castellano
Amor o muerte bebe sigilosamente
deseo en los ojos de una hoz de hierro,
a la mentira de savia que desliza
melancólicamente el claror
de ascua que mueve que guía
tu furor encalmado,
oponte como nube al clamor
que libertad abre tu saliva.
Mi corazón ya fuera se ve esquife
bajo azul que radia flores en su venta,
campo abierto era tu esencia desnuda
por cuantos vuelos amparó tu mirada,
por cuantas secuencias interminables
se alzaba tu dicha,
por cuantas voces tejían mi desquicia,
¿dónde acunar lo triste?
venas reparten lustrosos
rostros como eclipses,
asegurando vida
al granate engastado
de noches que aseguran muerta
nuestra luz.
Somos péndulos del número
que guarda la brisa,
Cósmica azalea en carne humana,
acaso bastaba.
Mi sangre coagulada en cobre nativo,
mis venas de agua preguntaban a mi corazón
si era piedra,
o verde hiedra casi viva,
trepando tu sonorísima furia
de tu altísima voz congelada,
este ojo celeste vence que gira
asaltando la tierra
que hoy nos vio sus hijos
como raíces oscuras
tupidas en umbrío tomo.
El Castellano
Soy esclavo libertario
de este alma
que conoce un cuerpo,
cuando sucede gramas florecen;
cielos se empañan
de malvas florecidas,
el fuego se rinde sin ascuas
luz acompasa ideas.
El mundo se da la vuelta
erizos seniles rinden
sus erizados filos,
sombras se bañan
en fuentes que blanco tiñen,
no hay represalias,
ni destellos de luces
todo gira en esfera de unidad,
las rosas dejan de ser adoradas
porque caminan,
nada se detiene
todo reza al vestigio origen
cuando brilla el tiempo
el alma canta en cuerpo,
hilvana sentires de cromo,
la vergüenza se anuda
y no quiere despertar,
cardos amamantan jilgueros,
colorines de intransigentes vuelos
hacia la paz del campo,
que bebe verde,
la rosa no quiere tinta,
ya tiene sangre,
las margaritas a envidia
de crisantemos
aportan lenguaje al difunto
como final de camino
que el amarillo era blanco
silbaba una caléndula.
Y el sol no era sol
porque no nació en tierra.
El Castellano
Eco se resopla:
Linde inquieto, sus voces acuña.
Flor cautiva, el sosiego incuba
en crisol místico que perdura
su rústico anhelo,
tomos de su tierra vencen
por moldes de arena
y dehesa.
Cantara mi pecho de cristalina bóveda,
que la noche escapa
más allá de tu pestaña curva
haciendo cuña de tu hermosura.
Lo que atañe de la bruma
para que siempre sea gris.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño
claro, amilanado, deshilachado.
Desnacer pudiera
con pies de barro.
Cantando en la tubería
hablando por tubos
que voy picando.
Cresterías por notas de letras
fugaz baile de estambres.
El Castellano
Vida borde de arena, tartamudo
al servil gozo que afluye
el mediocre segundo.
Dioses me libren
de estupefactas vidas de un día,
mis briznas hablan entre ellas,
bogan tiradas danza arriba.
Ecos en secreto verde;
número de amor que afloja
su vil temperamento
en mitad del camino
que odio vence
por esta cicuta de viento abisal
que oídos encaja
al pie dulce de flores
y su amarillo cosquilleo
de estambres.
Espina de este campo de áspides
por cuantas corolas florecieron,
cabellos de tallos que caminan
sol rudo recibe mi amor
áspero, intangible
como escarabajito leve
que se alimenta de la flor.
El Castellano
Fresco sonido yermo,
o fresco dosel de sombra.
Día anclado, perpetuo
sin brisa o ideas
de un castizo ayer, olvidado.
Sentimiento que tiene bordes,
sin pecho, ni barrotes de represalia
viaje arrastrado en llama de candelabro.
Nadie me conoce en la otra muerta orilla;
vivo en la densa bruma espectral
donde letra hace nombre
como joven rosa de tinta
dolorosa, batiente,
como el viento sin muerte
hojas de esta tibia sangre
acaso pena de imposible, abierta rama.
Vendabal extinto
queriendo los sufrimientos de luz
que buscando oscuridad empujan.
Mirando al duro Clavín
iluminado de noche
labios unidos en espasmos
que blanquean
mi tinta despierta
que grita su clara secuela,
que su sonido alumbra.
Añil amarillo
entre fauces sin haz meditado,
hablando sobre el que ríe último
piensa más lento.
Insubordinada estampa
el verde mis ojos
anhelantes.
Insomnio perdido
¿tienes miedo?
Solas miradas
del abisal oscuro
desposeído;
yo con cristalina fuente
en fuego hiriente.
El Castellano
Ficción sin saco:
Final sin comienzo anunciado.
Pulcra soledad entre espadas
¿acaso yo cobijo?
Profundo destellaba
duda curva si golondrina
errática, cernícalo avizor
o cuervo de tierra,
tenso en la cuerda
que todo devenir sostiene
ojo flagra que exime su libertad,
por sotos y forrajes
que alma anidan.
Tordos escarban, me nacen
lombrices de ideas azules.
¿Qué fue de lo perdido?
Marchó a un abismo silencioso
de larvas carnívoras.
Se acicalaron sombras
en añil espejo hiriente
yo no era, yo soy.
Como silencio de haz ultrajado.
Tímido reposo de amapolas
cantando a su terruño grillo.
Idioma soterrado, alzando
que por una flor no pierde
la estampa.
Silbos de nereidas
entre rebaños de peces
habitaron altos árboles,
cenizas fluidas del transmigrar
de tierra, almas a esperas
del venidero eclipse
que dé ojos.
El Castellano
Prendida razón:
Inexorable abismo
de letra marchito;
Hijo no eres obra,
creación empedernida,
del rayo de sol.
Curtido, voluntad recta
y dispuesta,
sólo eres comienzo,
tu devenir empezado.
Desde antes que pensado
origen marcado
Señor de señores eres
larva flagrante entre los seres.
Unión de forma y materia
concebida,
descanso de sosiego vespertino
entre cumbres.
Piedra de mi yermo germinando.
Amor pulcro de cristales
asolada esfera afable
alambre de toda idea.
Eso eres, Hijo del comienzo
multiplicando por ojos
nuevos comienzos asidos,
tu padre no soy yo,
un mero impulso de pluma,
tu padre es esencia de todo dios,
y no tiene comienzo,
es la perfección
hecha destino, azar del origen
de unión de materia y tiempo.
Un devenir que nos unió
cielo y tierra
para complexión de carne
y alma pudiente.
en único
camino de encontrar
la perfección.
Llamada razón
del conocimiento completo,
somos tránsito,
somos movimiento
de dictada posesión.
El Castellano
Vanguardia II:
I:
Mitad luz,
mitad descampado oscuro
hondo esquivo tajo rutilante,
se besaban dos sombras
apuñalando su violeta.
Dulce, postrado
de retina escarchada.
Vida de una vida asolando.
II:
Fragor de estallido,
por almas crepitan su sentido,
angosto al paso del tiempo
en calizo terreno despojado,
dueño de la tela
y el vellocino de esta araña.
III:
Dos muelles se querían,
sobre silla dorada
saltaban alto como el nombre,
dando de sí la extensión
del aire.
IV
Infinito cerrado a solas,
desdén consumado
del colapsado ocaso sembrado,
vida de tu saliva que fluya,
fértil lluvia bajo mis pies,
piedras y su aliento perpetuo,
estrellas levantan.
V:
Cristalina de fuego
que deshace frentes
purpúreos ojos dementes,
descubierto haz
soterrada esta desquicia
yerta, iluminada
de visión clara.
VI:
Vorágines de trasiego,
una letra en la hoguera.
Sangre de mi quimera,
abre llorando
que blanquea
su nueva tierra.
VII:
Ensordecida siega
del mañana;
sudor que acampa,
espiga y su filo de alba.
VIII:
Perdida media noche
al furor de candores,
esquiva levantaba
por cuantos resquicios,
su soledad habitaba.
IX:
Hilvanando suspiros
en rejas, rectas porfiadas,
sus ademanes suaves creados,
flagrando ajuares disparados,
supervivencia temida de la caricia.
El Castellano
Vanguardia:
I
Vanguardia
Oh vanguardia, tu azar,
no cabe en un hilo,
hendida, alzada,
de enhiesta flecha, clavada,
un ojal que surte grietas
en estas quietas esperanzas,
bañan y se bañan,
vuestras destrenzadas
primaveras.
II
Ocaso rendido
Ajuar del astro sostenido,
suspiro a media tinta,
del profuso, profano, pagano
horizonte malva y su abrojo lanzado,
clavado en el verdor
de mis silos,
otra noche traspuesta,
que se me escapa
por la rendija, entre barrotes helados,
de mi cortina.
III
Cañaveral prendido
Ríos bajan, dulces aromos
al frescor de albas derretidas,
fluye, vence su iris de plata,
espumas de blancos chopos
cabalgadas.
Frente de húmedas azadas,
lágrimas saciadas
del verdor de campos
cual guadañas,
y su casa será eterno sollozo
de hadas.
IV
Canto enterrado
Por ti mi alma,
cuervos rinden pleitesía de negra ala,
acequias no son grises yagas,
yo quien te da sangre,
tú mi hoguera que ni quimeras
alcanzan,
rendida jamás,
me alzas mi palabra
por cielos de espinas labradas,
siempre te quiero
verte florecer en este jardín de rosas
tus lindas alas,
de esta espiga te traigo la caricia,
de esta vida mi tiempo fusilado
sin despedida.
V
Soterrada vía
Alza resume y coarta
mi acequia verdadera,
sobre este famélico tren de espejos,
danza mi brío con fuerza e ímpetu
va que viene , desgasta,
la rienda enroscada en la espuela
de mi saliva verdadera,
como un azote de la noche
y su vieja escuela sangrando yagas de luz
silenciada en el regio hastío
de este rey lucero descansando su frío resplandor,
entre sus corajes sembrados.
VI
Sol de cristal
Oh lugh, invencible al crisol
de tus lenguas travesadas
fiel carrusel de rayos sin secuela
de su rizada espera,
blanca luz de tu vera,
entre compases que hielan,
a tu vespertino canto derriten, despiertan
tus mil llamas liberadas,
desnaces a la noche que aguarda,
oh Sol de mis soles,
acoge este iridiscente canto
en tu seno en mi pecho que te aguardo,
al fragor de serpientes frías,
al valor de fieras enardecidas,
bajo y bajaré para alcanzarte.
VII
Bocas de espuma
Libero ásperos aguaceros, vientos
de mi pueblo desierto,
me conducen a verte
mujer de flores entre horizontes
que escapan fugaces,
entre olas de colores,
yo con la ineptitud de estos años,
míos, dulces, inconclusos, repletos
en vasija de dolor sabor hondo
y alegría elaborada,
en campañas de etéreas travesías
donde el final eres tú,
un pétalo, una fuente y un ovillo.
VIII
Libero el nueve
Osadía de cerrojillos ciegos,
entre brillos asmáticos del corredor,
por este aspa, por este candado
vendo que regalo mi dicha consumada,
ojo del buen cazador,
matemático placer enjaulado,
por ojos abiertos,
por un pañuelo, donde secaba lágrimas
la hilandera,
destino abierto a la única primavera.
Afilaba surcos de hogueras
al final de la contienda,
mi letra y la parca efímera,
como pez en tierra.
IX
Del famélico trigo nacido
Reza que escapa, su luz en una botella,
al ocre deslizado se abría,
un parpadeo de la espiga,
un estupor que abriga,
y la rima fácil de tonto día,
liberarse puede de toda sangre
y ser hasta arena de la tierra,
de la espiga venidera nacido,
sólo al astro entiende,
desmenuza sus cuchillos,
afila su vida como aspa
enamorada de su tierra.
El Castellano
Es por este latido de tierra
que mi alma no se encuentra
ni busca destellos de cielos soberanos.
Otra carne huye,
otros ojos, otra sangre no adhiere,
destino trémulo, voraz
de pestañas en crisol
de soles pudientes,
disfruta el idioma del silencio
que yo estoy danzando en una canica,
por cuantos relojes me han marcado
la frente fría acrisolada
en fugaz idea escita de sombras y niebla,
falange desertora a dirigir razones,
entre corajes florecientes
y sus ababoles que arden
su sangre de tierra joven.
El Castellano
Golondrina:
Dulce alma, no hay miel fruto del amor
que te crease,
no hay cielo ni cigüeña, que belleza de tu tamaño
entornase,
al cristal hiriente alzo
mis agravios y señales,
dignas del carrizo del mar más sereno,
encumbradas pestañas que quieren mirar,
altos sotos sin hacienda
siendo naturaleza,
desdén erosionado cabalgas
una sempiterna luna de plata
cobija mi sentir en tu caracola
de serenidad repleta,
al encuentro que te presto mis ojos
y me devuelves dos flores,
altas, soturnas dignas de tus bellas frondas
por las que perder a mi gato negro
y algo más, perder mi tristeza, por tu risa.
El Castellano
Pasa para no quedarte:
Abismo que se dispuso, que brega
la tierra, tartamudo deseo
ardiendo en ciego calvero,
de mundo lisonjero,
en frenética gota avance la faz
y sus fauces de plomo exiguen
al candor de luceros tristes
una noche que rueda ventanas
que lima mis nervios del acero,
buitres se acercan por restos de intelecto
cochinos bañan su felicidad
nunca se convierten en leones.
Polvo de estrella mis rudas armas
en mis manos pongo mis ojos,
transhumantes de libertad anquilosada, recta
ambígua danza del talento que fenece
mi espalda, por peldaños a una tierra
ligada a carne y fecha.
Fragor obtuso mis pestañas rigen
tinta de mi funeral escarlata,
acabaré sin irme, sin retozos
que transcurrí mis venas
siempre despiertas en rizada hoguera,
destino impávido, secuaz de negra ala y pluma;
al menos fuí su dolor congelado.
Al menos no miento
fui yo mismo, lo que quise ser,
fui dolor enjaulado,
de rendijas iluminadas
de versos por cristales,
serigrafía del tren que fue tranvía.
El Castellano
Anisar tu voz en una caracola:
Día surtidora de sombras,
noche derramadora de luces,
el día me hace del regazo
de una brisa, ilegítima,
ser al fin la semilla
que surca, avanza
y mece, que acrisola
desdenes de verdes fuentes
y latidos precoces.
Ser de tierra es ser hijo de luces y sombras
que arregazan sienten
y padecen lo que no tienen.
Esperando un cruel indulto de estático verde,
abrí mis manos reposando en mis palmas
la tez de mi flor con nombre de mujer,
me quiere y la quiero
derramada la febril gota
que exalta que enardece,
pasajeros del tiempo que no es mío.
Tomo su regazo
que por querer su utopía
venzo que nazco
custodio de nuestro querer preso,
abriendo sendero, un señero dicta
conquistar y destruir tu pasado,
entre torres de humo
que crecenten la fábrica de nuestro mañana
soterrado.
Con vistas entre luces acolchadas
remitentes, complacientes sedosas
entre nidos precoces
de nuestro arrullo de espadas,
víctimas inefables
de lo que nuestro querer quiso
y pudo,
siendo de nuestra vida capullo.
El Castellano a 06-02-2018
Noche de fuelle:
Noche por acordeones de viento
levantas tus leves pulmones,
deslizas tus vendas de esparto
que cubren sigilosos ojos,
alzas sueños de lunas petrificadas.
Acordes entre malvas sembradas
en nubes rígidas que te adelantan,
oscuras nebulosas
de almas rectas,
sosiego tus letanías cubre
de un carrizo espumoso.
Dime
¿por qué te siento?
solo con mi soledad preñada,
un febrero sin cojines alumbraba,
infinito ciego entre estambres
y runas espirituales del mañana.
Ángel mío ¿yo cómo era?
entre estas desquiciadas sábanas
fugaces, tendía mi sombra
yo amé una lagartija,
las vidas que traigo no las relato
feliz mientras tiempo quiso,
incolume desdén sangraba flores,
la tierra se apiadaba
espera ¿qué fue de la espera? y su arpa
mis flores rutilan sombras de idea,
fugaz, pasajera que belleza fría conculca,
aleja el cuchillo hiriente
trasnochada la sierpe
queda vencida la madrugada
si desnacer ocurriera
ni otra tierra ni otros ojos blandiera.
El Castellano a 04-02-2018
Espiga sangrante:
Por poner el corazón alto
se alza del suelo
mi amor a la tierra,
naciendo una espina roja
de sangre de zarzamora.
Insepultas fauces negrean mi sendero,
que a cal y canto espera
su espiga de tinta
que le borde el mañana,
si por soñar altas miras
nunca quise aposento de cielo,
si no la savia más dura y fría me elevase.
Quiero el sabor de mañanas enigmáticos,
el saber del corazón de una nuez,
quiero la sombra del almendro
como la lluvia primera la primavera,
mi beso de aliento transmigrará hondo
en pozas de sueño ungido,
abrevadero del tiempo
que abrirá la sed de conocimiento
como amapolas dan su carmín
al terreno que acogieron,
avanzo sin permiso
el lienzo calizo
y su cuchillo permisivo;
crece la magarza
y jacintos ya brotaron,
un reverdecer permisivo sin helada,
yo soy un ser de tierra,
y mis escritos arena,
a mi reino lo podrán enterrar, mi poesía.
no habrá alba sin que ésta respire,
en el intra-terrestre corazón del hombre
que la acoge.
Liberados sus negros corceles,
flagrará el viento
moviendo engranajes,
enraizando como forraje
en otra tierra,
en otra alma
lista para que duerman juntas.
El Castellano
Centellea mi candil interior
en el prisma lejano, oscuro,
de nuestro conocimiento;
sueno en la ausencia del sonido
estridencia recta armada de anzuelo,
veo donde mis ojos estáticos
dejaron de verse
y la mirada eterna, flagrante
del segundo hundido quedó efímera,
en su calma que ama
quedó sin nombre, sin sangre,
sin trance, sin alarde,
sin verte, sin verte, sin verte.
Y el ser se miente,
busca su horizonte,
su esencia infinita que arde,
es del frío soledad de hierro
y savia de flor creada,
donde la rabia llegó
el murciélago ni se inmutó.
Segundo muerto por ser invento,
Alimentando el jardín
del tiempo difunto,
resplandor de auroras
en los confines que me llevan
a verte, yo sin ojos
sin cuerpo, sin maldad ni cerrojos,
sin venas ni rojo yerto que fluye
por arterias de ángeles estrellados
en estrellas de su inexistencia
real, intangible, inspiración
verso con alma sin dolor
tu existir en la boca de aquella estrella,
esa que fue luciérnaga
de cueva llamada noche,
mientras yo estaba imaginándote
en tu misterio de nuestro amanecer,
aquel que nunca se dio,
ayer parece que tornó hoy
ni siquiera nuestra imaginación nos pensó
ni a nuestros labios voló,
únicamente afluente
de río inexistente
ese de las flores desangradas
que tu carne creó.
Mi mundo distorsionado
se volvió eje etéreo de nuestro
elevado misterio
que descubierto no es
ni sílaba ni verbo ni semejante
expresión de conocido
esqueleto y alas de la fuente
de nuestro deseo
ese que me mantiene
y nos mantiene
sin sabernos.
Sin ser idea ni secuencia
ni identidad ni poesía.
Un simple sentimiento
sin concepto.
Un todo y un nada
solamente eso.
El Castellano
Canto hundido:
Adusta cima de ojos augusta,
senil canto de caracol añil,
es la música infinita en lares
encorajinados, desvencijados,
polillas seculares suicidas,
canto poema de hombre muerto.
sostenido, infecundo, nítido.
Ojos ciegos, eternizados,
babosa caracolea vetusta
claveteada, en campana celada,
precipicio difuso auspicio,
altura difuminada de clara
secuela trastocada, vuela.
Descorchada sangre helada,
escalera cuesta abajo, hace hilera,
tranvía que la noche rige sin envidia,
sotos humeantes, bruma por riscos
desciende, campanas tañen sin ende.
Buitre acicala el postrer sorbo sin salitre,
lagartija de pared prende la sortija,
para mis labios sean tu sed, mi esquiva ara,
solaz yaga sin perdices, futura siembra pertinaz,
descampado joven sin tapial alumbrado,
dorada doña quitina, anclada
servil gozo germina fértil
vientre enhiesta briaga, floreciendo septiembre.
lucha de contrarios el cielo escucha,
reino funesto mece todo sino.
Abierto el día, queda sin lamento,
todo canto hundido,
flor de alumbrado gineceo gime color,
espera que aventaja estambre en cólera.
grana de estupor nana,
deja que caléndula sea vieja.
albor, estupor todo baila en derredor.
El Castellano
Calvero radiante de líquida lumbre,
bajo pentagrama de fuego,
hondo aquelarre,
en luna perpetua y sus mármoles,
cuántas voces cayeron
sobre los velos de esparto.
Manos de cielo imperecedero,
recodos de hirientes cristales,
¿traen la destrucción o la luz?
Perros que flotan como lobos,
un día de ninguno, terco olvido;
poniente de sotos,
luz cuchilla ferviente de olas migratorias
de tierra y sus cónclaves rígidos, secos,
que navega el caracol judío blanco.
Escama que ojo fulge
clarea el lago que te frunce,
convulsa hirviendo la mañana,
colmada la víbora toda veneno.
pestaña lenta,
que casi no brilla sin lucero.
Por aguas de enero
Pulsos en latidos que bañan
la enajenada estrella
quieta como reloj roto.
Nieve de fronda larga
en hojarasca de mundo
que chirría su navaja,
reluciente tajo por un sol ardiendo seco.
El Castellano
Viejos chopos de voz a los vientos,
irritados, hondos, erizado
piélago hirviente demostrado.
Manso río al tenaz hielo duerme,
la calma que nieves blanquean
con inusitado peso las frondas
suaves.
Lo demás confía todos
a los dioses.
No huyen de investigar
lo que el mañana haya de ser.
Vides ut alta
en el campo de Marte osé
sembrarte, plazas que esperan
tenues coloquios en la noche.
Deslizan la hora convenida.
Alzo a mi guía
de caduceo áureo,
grey con espíritus
que se perfila grato.
Padre de mi curvada lira.
Contra escollos tenaces sé prudente,
deshoja mi rudeza
sus nobles acertijos.
Sonrió la afrenta,
de su alma desposeído.
Almas piadosas duermen en el Elíseo
cultivando rito a dioses
del Averno y del Olimpo.
El Castellano
Argento color:
A ti incansable fusta, el labriego
se te rinde inquieto por su campo,
a ti dueña de los mares,
de hoz y sosiego.
Rudo y fugaz Escita te entabla,
por gentes, ciudades, fuentes
madres de reyes bárbaros.
Entre déspotas brillantes,
mi patria sin sentar,
derretidos los clavos trabales,
lealtad sumisa en albo traje
no cambia el signo de su vulgo infiel.
Santa ley si romo acero
no blande y estira ultraje.
Ay, cicatriz sin delito,
de fraterna sangre no me avergüenza,
falaces de juveniles enjambres
dejan los amigos.
Ojalá fragües nueva forja de romo metal,
se ceñirá tenaz a su nueva suerte,
como la hiedra trepadora al árbol.
En mis manos florecen las tardías rosas,
sencillo mirto no prepares.
Sólo afila esta tupida parra a la sombra.
El Castellano
A ti imploro, parda sepultura de hondo tajo,
brumas febriles te envuelven
tus cenizas aparentes, huye el corcel
duda el caballero.
Funesto día osaron plantarte,
afrenta de los campos quedaste,
viejo caduco árbol, madero vil;
azar en meridiano.
Soldado saeta en fuga por tu ramaje,
mudo y ciego, vigor de hierros Íberos.
Triste grey de sombras,
ademán silencioso agarrado
a la oscura raíz púrpura del destino.
Subraya mi acorde denso, rápido
ruina de tres cabezas,
para escuchar mis víboras temblando,
garra imprevista de reino funerario,
huésped en campo profanado.
Destierros amargos de raíces,
que el marino púnico de tierra teme.
crimen de fragantes flores acoge,
pulidos mármoles despertarán
del sueño fugaz días otoñales
y ondas infernales,
cenagoso cauce
para todo abandonar, campos, casa,
amorosa mujer, árboles cultivados
para que sólo siga mi resguardo
un férreo ciprés.
El Castellano
Puedo sentir la lluvia en tu cabello,
puedo sentir tu corazón en la oscuridad
al menos puedo sentir tu rostro en mis dedos.
Qué sobre el cazador,
qué era del juego de sentirnos,
corrió desamparado con el sentido perplejo,
abriendo zanjas del sueño horizontal
donde se bañan uniformes los enero,
sentidos se clavan en los ojos,
aventaja que no rinde el juego
que comienza el movimiento a defender.
corre por fuera a verte,
brilla tu corazón en la oscuridad
mi nervio congela el momento.
Acecho de cazador sin armas,
puedes verme caer en el vacío ileso
estoy buscando tu fragor de estrella,
acampa mi choza de cielo
fulgurado corazón,
por el camino a Humanes
voy a encontrarte, voy a perderte;
allí donde rizan vericuetos,
y faunos y sátiros desertan a perseguir.
abre tus pupilas
por si encuentras mi acecho,
caído el día, sólo queda comenzar de nuevo.
El Castellano
Mañana parda en la cima de cementerio:
Cima adusta siembra mi idea,
volando el canto, sombra languidece,
jocosa palabra viaja robusta,
por sierra de alto cardo
y caracol serrano,
es un silencio vano
vida de la sombra del secano,
llanto amargo,
serranía que lluvia diluye,
nocturna campana del alambre ciñe.
Manantial por maña ilusión
temprana, taciturna la hora.
Río del segundo que fluye,
todo lo bueno, bueno termina,
eco sordo abre sinfonía de espigas,
abría el día su cobre viejo,
un sol de espejo,
hervía a lo alto el frío de abajo,
electrificada mi mirada,
lijaba mi ceño tempestades abisales.
Alma haciendo poso,
sin conciencia el cristal empaña.
Seré fuente para cantar al agua,
mi hija poema dirá
¿Acaso mi vida no te di?
El Castellano
Vagido azar indeleble
sostenme al arrimo de mi pecho,
fuerte. encorajinado, denso palpitar
en soberbia luz destellando,
rayo y secuela de impávida nota.
Estruendosa quimera
en inteligencia seca,
secuaz de millares pensantes,
camino de zarza y endrino
camino de vida y un sino,
fuente, abrevadero virginal
descorchado,
por cientos renacuajos ideas.
Rebelde soga en una encina,
vaivén en veleta con el viento
raudal trenzado, en mimbre cabalgo
veleidoso, regio, espina sangrante,
tránsfugo renegado a morir,
hidalguía desdeñada por tierras
y cuchillos de espigas,
con ocres carraspeados
aguardando ababoles matutinos
semblantes esparcidos
como entes rutilantes a la espera
de haber nacido.
Encumbrada la libertad
de nacer sin parcela;
resumen de vida de una vida
bajo tierra.
Rumbo a zarpar
la vía astral
que todo lo acontecido
es la historia de un muerto.
El Castellano
Resumo que venzo.
Resopla, para y se piensa,
por pensarse
nació una lombriz azulada,
buscaba su escondrijo húmedo
de la idea,
se aleteaba
como gusano floreciente
haciendo alarde,
agravios y destellos flamígeros.
Ascua del mañana,
él sentado en el trigo
de su verso
no se vio la espalda
llena de abejas
de pensamientos típicos
de su vida parada,
como reposo de barcas.
Hago diestro empeño
en esta casa de arañas.
Por la grieta del álamo blanco,
arañas grises me cuentan
de la estación perdida
entre hilos y retales
del hambre;
el alacrán de su mente
corría feliz o eso creía,
sin tener nadie que lo pisara.
Escribo a este reposo invernado
que hace el amor
con las heridas del chopo,
grieta acicalada
por entre notas
del viento y su calma,
sueños temblorosos;
crepita su carne de madera,
al calor que retuerce
el astro verdadero.
La tierra deja cicatrices heladas,
se yergue la caléndula
en complacencia de espíritus
de carne de arena.
Es mi torre una estatua bella,
fulgores rizados entre blancas sienes,
con el sigilo de carcoma
vendo mi ayer que se desploma.
Agujerea, crepita, chirría
mi yunque despierto
clavando este pertinaz dolor,
que si lo sacara cantara de un amor
entre venas.
Parto el cristal de mi suerte
por si afilo mi destino,
mi existencia queda en invierno
alamán del nervio
ese que pasa la puerta
del negro lirio,
mi alma partiendo almendras,
desde mi sol dibujado
a esta luna de azúcar.
Soy reflejo de mi sombra
un esmero de la tinta,
si mi vida fuera papel
no habría tinta
para escribir
lo fuerte
que late sin balde.
Al suelo de la encina
abre su fauce
la hormiga león,
tiempo burlado por cortezas
vivas, desprendida
mi soledad, vuelve
el oscuro, tenue soldado alado,
este suplicio abotonado.
El Castellano
Acometido huracán de centella,
en mi savia blande la espina,
raíces de carne a espíritu,
abiertas, que yo no hostigo.
Luz encorajinada
abriendo hondas secuelas,
por rayos ciegos solares.
Es un patio de luces en concavidades
que el cielo danza y ríe.
Corazón ensordecido,
eres locura traspuesta
al frío en abrigo.
Florida mi alma
no seca la verdad.
Tinieblas duerme
en ojos soterraños;
Eternidad socavada
sin flamígera espera.
Aguda espina, alto arbusto
sed que hostiga a merced,
bajo suelo dioses se bañan,
allí luz, alma, póstiga son enemigos,
copa de brumas no busques canto.
Sólo, sólo allí abajo reinará
mi carne azul
mientras se vuelve agua
y sedimento apabullado
donde mi alma encuentre portón.
Agua y tierra reguero que abismo sustenta.
El Castellano
Abro sortilegio de espadas,
enjuta llora la tierra
sobre un carril húmedo,
surcaba mi sombra de vida
azares y tristezas;
besos y espinas de flores
abisal tormenta
que descubría lo eterno.
Lagar turbio de la forma congelada,
fuente existencial de sangre,
igual letra abierta entre brumas
voraces.
donde siglos rebajaron el estío,
historia de sosiego cabalgo,
mar sin entraña
sólo tierra y sus bellotas
de días futuros.
esperan la voz
de profundos conjuros,
hincan los sotos
sus torres de belleza,
que yergue padre Sol
entre selvas de piedras,
surcos de lumbre
donde muere la tarde.
Asesinada la Esfinge
reposo mi cimiento.
Belleza ¿qué eres tú belleza?
Salmo adornado por los hombres,
virginal cuna de la forma,
encina de tierra,
cuchillo de ciprés que vigila
tu espalda.
Cumbre de ideales sin lumbre quieta,
honda clepsidra de las estaciones,
insectos en tus flores ¿somos?
corrientes de vida que clavan metales
de hermosura.
Voy por el camino de zarzas
sin herirme
voy cerca de un canto que asesine el final
de muerte pautada.
Abrojo sin despedida
sutil caricia,
respiro sin nicho ni ancla
sólo un sol de caléndula
latiendo su espuma verde amarilla,
por corajes nacientes,
que deshacen versos de lágrima.
El Castellano
Luz en flor
de inocencia,
silvestre, ya
no rueda.
Bebe un eco
de tu postrer saliva,
detrás de tu
fantástica presencia,
en albor
cristalino
de purísima
estela.
Es mi húmeda
túnica
candor de
noche rúnica,
que desgarro
céfiros puros
al beso que apacienta
la luna:
por luces
antiguas,
imperecederas.
En este sino
transparente
que tu dicha
muerde.
Tu tersura,
infinita
senda
sin
arrepentimiento mundanal.
Por este
valle y río
de curso
solar.
Sin lágrimas,
tu amarillez exuda,
tu íntima faz
violácea
por la que
nacían
las gotas
vírgenes de rocío.
Bella dulzura
que presides mis aires.
El
Castellano
Incandescente
miras,
mis acordes
trasiegas,
mis venas
limas
frente
inocencia ojos no miras
mientras
Euridice
camina la
sombra de mi nogal.
Flor como
nimbo sin sueño;
cuchilla
florece
al estribillo
que canta un grillo,
mi torso sin
fuego
acaso habla.
Días suaves
de ventanas precoces,
alcoba que
salta las aguas
es mi caracol
repleto
que oxidado
no desliza
ni lamento ni
canto yermo.
fronda de
este jarrón de cielo
todo es
distinto ya,
hasta mi
pecho, abandonado
adópto
espinas por yunques enhiestos.
Bosque febril
sin sangre,
marejada de
viento rosáceo
acude tu
carne.
Escultura de
tiempo,
sin fondo,
ni forma ni
materia cubre,
de tiempo que
se deshizo sin tortura;
mujer que
habitaste mi ausencia
mullida,
extensa, enclaustrada,
son frías
perlas suicidas
por grietas
de estaciones
al virgen
regazo
y su
indeleble trazo,
muertas sus
vidas por un abrazo.
El Castellano
Era como
pulcra onda
anisando un
sol de febrero
castizo que
llamaba a marzo,
escuché la
desquicia latiendo el suelo
y me encontré
una reluciente,
vieja tuerca
oxidada.
La sombra
padre
se escondía
entre manos anudadas
de sus hijos,
llamando a
mis primeros pensamientos,
yunque
clavado en la pared
sin soto ni
caballo,
crecí en su
mitad
entre baldes
de plomo,
en corriente
de drenajes,
parlamentando
abren el oído
de pares;
nulidad de
pura interrogación
más vacío
en ventanilla
de visión de
muchos,
yo gastado
aterricé
en república
de la sal.
Porteador de interperie
regresaba
directo al rostro
en
destartalado invierno,
reunía el
campo
un subastador
de mi conciencia.
Ánimo
optativo de la región
en sueños de
malvas nubes,
calizo
terreno,
opulentos
pinos
en bocas de
hierro
acunando la
ilusión
de esperanza.
El Castellano
Cae la noche,
sobre ingrávido
lecho de mi
juventud
acostando la
luna de cuarzo
entre áspero
frío.
Cuerpo
mineral candente
quieto en
pantanos de tela,
retorcidos
sus destellos
en esta nube
de leche,
el fango
fragoroso gira
imploro a
esta luna que ame,
y el morado
cielo ladea.
Mi sangre
verde.
Es por este
escarabajo
que llega el
verbo.
Soledad,
soledad tus pulcras alas
que vencen
auroras de adoración.
Aurora
funesta clavada la hora,
vorágine o
trasiego
luz que
ignora
si acaso
nace.
Tus infinitos
yo beso
dime corazón
al apoyo de tus párpados
cuál profunda
verdad
en esta
espectral rivera
de ondas
líbicas.
Espuma densa
de océano de
ideas entregado.
Profunda
ascua invencible
es mi dolor
que más no quiere
retirarse,
que
sentencias invade
todo ojos,
montaña de
hojarasca,
cristal de
pulsos
que tu imagen
toca.
El Castellano
Suspiro
fresco
en labio
extinto
de sombra.
Día que no se
encuentra
su densa
forma,
cuerpo con
agua de estrella,
querer vivo
que llega al aire
tiende y
espera,
la muerte que
renace
por fuegos de
brea
en el aire.
Abren
batientes pétalos
de viejo
silencio esquilmado,
esplendoroso.
Acurrucados
sobre un lecho
que la brisa
abre,
en trocados
rayos de sol,
esquivos en
plano
de verde
follaje.
Astuta
golondrina encontrando
dócil rama.
Mundo sin
mentira de vida,
manantial
reluciente de esmeraldas
ahonda y todo
siente,
que la sangre
miente.
Terruño ojo
victorioso
aplaca sus
arpas irascibles
estrujando
abismos dolorosos,
petrificados.
Reniega la
boca vegetal
casi viva,
promesas en
frente de violetas,
cantan amando
el claror
lírico,
estremecido.
Coágulo de
viento
en cientos de
porciones,
esta luna
quieta
semejanza
quiere
descubierta
la zona umbría
donde invicta
llagó mi alma.
El Castellano
Bruma tiende
la loma del cerro,
pinos
caracolean sus jóvenes regazos,
tiempo exhausto
entre brezos y esparto,
el lenguaje
del enebro acicala córvido deseo.
Cementerio en
mitad del campo
donde por los
años siguen enhiestos cipreses.
Cristo de la
tierra erguido en alguna cruz de barro,
peinetas de
brujas bordean
con geranios
de los caminos
el aposento
de la manzanilla gorda,
forrajes
aguantan a merced del cierzo del tiempo,
donde hoz no
pasa,
abrojos se
clavan al barbecho terreno
entre
esquivos molinillos
que vigilan
serenos cardos,
grama joven
tiñe su horizonte verde
donde alzan
su picazón ortigas seculares,
a esta roca
señero inmóvil
de este mar
de tierra y savia borde,
alzo pertinaz
pensamiento
¿qué fue
primero la semilla, o el animal?
jacintos
silvestres cuidan sus bulbos
siempre su
renacer impera
precoces
lluvias que despliegan
sus verdes
cabellos,
malvas
cobijadas por tapias
que ven
desfilar hormigas.
El
Castellano
TELÉGRAFO:
Trato hoy, desgañitado, dando mi hiel desquicia al ajeno. Estuve con existencia
y soledades, bebiendo en ubre amarilla. Hay un cuarto de formol y un gramo de
yodoformo en mi mesita, colores para nuestras naciones. Era un triángulo
angular, bajo un terciopelo verde listado, sobre el que se suspendía un alambre
oxidado de telégrafo. Era el medio del idioma del hijo de nuestro cielo; un
gritar escarpado a lo desconocido, hablando intrínseco con su paralelo
perplejo, desconocido: chirriar de un poste de pino muerto, herido por el
viento; una carne de metal vacilaba; era una tetera cantando al fuego. Lo
ignorado latiendo, súbitamente. Su idioma de ruido, por ruido vertiginoso,
vibraba de aquel poste como si el piadoso terciopelo de césped de abajo le
sintiese bailar. Tendido con recorte, lucía como una colgadura de iris
vertical; como jícara blanda, paralelo, vencido por alambres de boca
misteriosa, miedosos, oscilantes, bajo el verde terciopelo tendido, que espera
sus corzos secos de invierno.
El Castellano
SIGILO DE
SOBRIEDAD:
Fauces
amarillas. El humo de su tabaco seco, cuelga de su blanca sien. Bocas de agudos
filos, nada por todo. Tomaba su café de grano recién molido como si goteara del
árbol del insomnio. Era un hombre chapado de antaños. Dormía cuando tenía
sueño. Comía cuando tenía hambre. Amaba más a las flores de su jardín que a las
personas. La amargura no conocía si no se hubiese casado con ella. Su bigote
recto comía por él. Era apuesto, pero le asustaba mirarse al espejo y
contemplar que el tiempo podía más. Su diálogo era más parco que una tabla
agarrada bajo yunque. No amaba el dinero y sólo lo empleaba en gastarlo para
necesidades básicas. Hablaba con sus flores y lo extraño era que le respondían
dentro de su cabeza, consecuencia de la soledad avanzada. Seguía la ley del ojo
por ojo si le daban amor. Devolvía lo mismo, pero en cuanto al odio, éste, le
temía. Gustaba sentarse en su mecedora en el jardín y acercar comida a córvidos
negros como azabache y observarles . Era un hombre pleno y hacía honor a su
vida, amando lo sencillo, cogiendo su armonía en la mano que sostenía su
cigarrillo y que blanqueaba ya su bigote. Con la paz en su soledad, feliz de
contentarse en su memoria de cuántos conoció, cambiaba luz en su medianía
exacerbada. Afilaba tostadas en miel rebosadas, en su desayuno. Sabía estirar
el tiempo como si no existiese. Su simpatía de ignorantes era apreciada por
todos los que le medían.
Una mañana, en que regaba su patio como si la sed fuera suya, al acercarse al
tupido seto, escuchó unos maullidos leves, estridentes y que venían de una
camada de gatitos, arañando ,aún en ceguera precoz, en busca de su madre. Su
alma de viejo aguerrido se enterneció. Miró a los recién nacidos y sin dudar,
sin tener agresividad de la gata madre, se acercó a tomar a uno de ellos, él
único de color negro y se hizo el propósito de adoptarlo con todo lo que ello
implicaba. Sus hermanos eran blancos, moteados y en manchas negras. El gato
negro elegido, resultó ser el más inteligente que muchas personas que conocía.
Lo llamó Blackie.
Blackie se quedaba pegado al cristal de la ventana, gruñendo, deseando lanzarse
a por los cuervitos que su dueño alimentaba.
El Castellano
envidia
nombre
femenino
1.
Sentimiento
de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener
para sí sola algo que otra posee.
"cuando
lo vio en la tele se moría de envidia; siente envidia porque tú lo has hecho
mejor; aquello, desde la guerra, se puso muy mal, siempre hay envidias, malos
quereres, ya sabe usted"
2.
Deseo de
hacer o tener lo que otra persona tiene.
"¡qué
envidia, ya te vas de vacaciones!"
La envidia se
olía en el ambiente, caminaba un campo de abrojos de oro a pies descalzos, se
erigía una competencia vil, distante , esquiva en ese mundo del arte de la
escritura, cada escritor apoderado era como sanguijuela reverdecida de la
palabra acertada del semejante. Una lucha de cebollas cerebrales se empobrecía
en el paraninfo. Decenas querían la raíz dorada al ascua de intelecto
acrisolado al hervor de soles, los que tenían algo con esmirriada gana lo
escondían y copiaban o querían lo que no tenían, no era ambición sana, se bañaba
en fuente de insatisfacción particular brotando como ramillete de ajos en lugar
húmedo, la lucha se encarneció, brilló la hipocresía por derredor vestida de
traje, pero todo un día llegó a su fin, el Creador Universal se pronunció,
dijo:
Yo todo lo dije y no he obtenido nada,
he completado mi espíritu con el don de la palabra,
nada he esperado, competencia entre lo destacado habéis plasmado.
Todo lo dicho está ya tratado,
nada infinito arde en este lugar desalmado.
Nadie me debe ni ojos ni sesos, por cuanto yo arriano he plasmado,
seguid vuestra lucha sin cuartel
que no abandono; ni mis principios, ni mis sombras dejan de buscar bañarse en
la luz de mi espíritu completo de conocimiento, la eternidad es lo único
infinito y el tiempo su rival,
palabra es efecto e imagen de un lenguaje que se acaba y acabó.
El Castellano
FINAL DEL
POEMARIO
Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es
una producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que no
podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de muertes.
Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el Hijo
no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su
subsistencia no depende de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo
por lo que ha subsistido antes del tiempo y antes de las eras tan perfecto como
Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser empezado, o creado, o
propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo.
Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero
que Dios no tiene comienzo.
Arrio
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