Oda al Sol, musa en armas:
Gran Sol, gran hervor de rayos espadas
día clavado; tu iris sediento sanguinoso
en Vestal iridiscente en flamas a lo alto,
a lo alto brillas como crece el talento
sembrado en nuestro corazón,
rueda de fuego, Lugh en tu gloria,
germino toda dicha padre de mi conocimiento,
oidor, de cuánto arte ha conocido, padre Supremo.
Escúchame mientras te honren este,
el día de mi musa en armas.
El invierno se ha ido, nos dejo atrás,
los campos están verdecidos y cantando en flores
que trae Ostara y su caricia de divina nota
de savia que escala todo terreno, y fríos ya lejanos,
Toda la tierra duerme en tu ausencia.
Incluso en los mas oscuros tiempos
tu luz es el camino
para aquellos que necesitan un faro
de esperanza, de brillo, de sosiego,
relumbrando en la noche.
Tu esposa regentada por madre Luna,
buscando toda tu luz, toda oscuridad empuja,
La primavera está aquí, y días aun mas cálidos vendrán
los campos están desnudos y vestidos de celestial verde de lanzas
y el ganado pastando.
Encendemos estas velas en tu honor,
Regreses la vida de nuevo al mundo.
Mi lira te cante la sola noche que traes flagrante.
OH LUGUS
Solar y poderoso,
sol sobre nosotros, te pedimos
tu regreso al alma incendiada,
en virtud que te amima y habla,
que traigas a nosotros la luz
y el calor de tu vida.
Trae de nuevo la vida de nuevo a la tierra.
Trae de nuevo la luz a la tierra.
y aleja la saeta oscura que te retiembla la calma,
al alba más preciosa,
Maestro encumbrado
del arte que florece
y en nuestras entrañas germinamos,
nosotros los escribas
cabalgamos todo tiempo difunto,
guiados por tu sazón y hoguera de tu Honrosa Luz.
AWEN!
Diestro compás
en sol mayor,
bruma de idea socarrada.
Flamígero desdén;
congelado en ascuas
de fuego azul.
Horizonte sin prisas
que arrostró
todos los rostros
de abril.
Abre el nuevo fervor de tu luciente.
Y su solitario azar de relámpagos
de tu azur hermoseando,
enclaustrado.
Vírgenes encinas, y almendro de soto,
entre un nogal
dependiente de su sombra.
Al verdor de inusitados pinos,
me caracolea
la fronda del monte. Musario cerro desnudo,
Espino amarillo de mi dossier,
Caléndulas solariegas
que amarillean su silvestre ralea,
esposa complaciente de Sol naciendo.
Brilla esta infamia
de campo abierto.
A esta última lagartija
lanzo un baquio seguro,
sin disfraz ni apellido perenne.
Mudez última
de sangrada amapola.
Sanguínea tormenta
de dureza blanda
con agua de mi terco aljibe
obtuso en litigio de iris vespertino,
y su sangre que baila
el suelo terreno,
que en culto a ti Lugh yo beso.
Y avanzo como raíz de los dioses en la Tierra.
Hijo y sirviente de Candavmis dios del Trueno.
Förüq
Reflexión:
Como el Sol brilla en lo alto de los cielos,
es nuestro deber cuidar y hacer florecer todos los talentos,
y sus virtudes sembradas y habitadas en nuestro caduco corazón humano,
en y con manos de la divina Sabiduría madre de Superior Conciencia de Razón regentada en luminosa aura y amor a luz de rey Padre astro que otorga todo azar de vida en este planeta que dirige y domina.
El Castellano 29-04-2019
Sol ferro a tu gloria, compilación:
Voy por tus desangeladas, profusas luces.
Hierro que me tiembla la osadía,
oxidado resorte candente,
que afuello;
relamen linces del tamaño
tu dispuesta ternura.
Hirsuta ciencia tu tomo de tierra.
Acristalado vence marea súbita
de ojos realizados;
mi espada no luce marchita
afila latidos de mi corazón
ignoto, ante tu ser, casi desnudo.
Orando llegue revelado momento
de aspados dientes
y destellos secuaces.
II
Aruña mi tierra una vez más
como un grito en la vena,
como un gemido perplejo
que brilla el tiempo,
que empañó
tus vidrios líbicos,
atemporales, dispuestos,
sin margen, sin curva, ni acervo.
Saliva en aljibe de hondo deseo,
exasperado, irisando crisoles
que jamás marcharon;
beso y muerdo tus orejas malvas
profanando tu blancura primorosa,
en tus piernas gemelas, semi-abiertas.
III
Mis violáceas hojas marchas
raíces que maúllan mi calma;
profundo el zarpazo de amor
que me afliges.
Osadía acariciarte en destellatoria
entre vela y candelabro
avivado tu hornillo de espejos
supinales.
galvanizada garra llega
a arañar la puerta;
rumor de fiera vespertina.
Solo ante tu sosegado
siempre azul violín
que la humedad
de tu floresta,
nunca más virginal,
entona.
IV
Despierta, flamea nuevo cierzo
por tus sotos de rincones sedosos,
humedad permisiva blanden
al desnudar tus mieles
entre tu piel serena;
abejas mías
dejar que la flor duerma.
Corajes florecientes
en ocaso que el alba lanza.
Desde la luz del día
hasta dentro la oscuridad
más densa que late y envuelve.
V
Sus cerrojillos tersos yo beso
en esmero amilanado de erizar sus nervios
a flor de candor estrellado, navego que avanzo,
tus filos de rubores aplacados,
esta luna entre mi tierra y mi solferro
una vez que su luz perdure mi hierro.
Placer enarbolado, en lustre de acanto,
ya mi querer no es piedra rodera
ni de osadía alabastro,
fuera de la batalla,
tersura que gemía la espera.
Mi piel de quimera,
inimaginada senda,
es un hálito y su verbo
una escala y nuestra escuadra.
Al placer preso
de sonido extinto.
VI
Retiembla el agua
un haz sobre espada,
inabarcable sentido
sigue, ahonda fiel
su rendición
en estallido del tesón.
melodiosa sierpe
en un vals del gemido
secundando el alarido
sembrado en su interior.
VII
Fuentecilla parece mi noche oscura,
fuentecilla retozona,
y de verdes lamentos quejumbrosa
como sombra leve de mi pájaro piador
que acuesta a dormir su entraña.
Sombras largas que descubren
el canto los lisonjeros grillos.
Blancura y azabache descansa en la arcilla
el nido mi golondrina.
Al fresco respiro de mi chopo soñador
lanzo un severo destello argento.
Longevidad imperial cercenada
como retazo de persistente
carcoma manida a mi verde intelecto
grave;
embaucaría sin tenerla
todos mis instintos,
todos mis impulsos.
VIII
Canta , canta mi pena azul
sin ocre zozobra.
Abre el verde ramaje ,
a la espesura de mi idea.
Entre un camino serpeaba
como culebrilla de un destino azaroso.
El murciélago castellano
rasgaba bailando, ladeando
el cielo mullido
de levedad de colchón sin luz.
En sintonía opaca que rodeaba
y acariciaba.
El cielo abría su sangre a la noche.
Un sopor de estrellas
que en este invierno no tardaban,
y el rudo vigía ciprés soportaba .
IX
Bajo tenue luz de luna
que los sentidos, arrugaba
y mi fiero ciprés de lanza colgaba.
Avanzaba por el camino
los álamos,
como un sendero
en cal de maderos cenizos,
rumbo al Valhalla.
Alumbrado , rememorado,
anhelado
por todo guerrero.
Era un olmo frente la tapia
de un cementerio
en Fuente la higuera.
Caminillos de hormigas dispersaban,
desplazaban los vástagos
de forrajes venideros.
El Castellano
Cristal silvestre:
Ámame como se ama a la vida,
porque te amo en caricia
sin despedida,
tú que eres como la noche
en subrepticia,
yo contemplador extasiado,
por el fulgor que se abre paso,
Fin del diario,
este es el momento,
que se queda para descubrir
la expectativa
del vivo hacia la vida,
todo cambia y yo lanzo
mi destello sembrado en mis ojos,
susurros en letargo
abiertos al destino parco
estoy en tierras de la luna,
abriendo, tornando bella
su distancia,
todo sembrado
de quien yo era,
esta mi raíz que canta
plena, sacada,
cortada de su tierra,
para nunca olvidar,
alzada a tormentas del tiempo
y su etéreo desliz envuelto,
en las calles
de los sueños rotos
un pasado que dejo atrás
estoy joven para estas nuevas visiones,
existencia clavada,
al crepitar enroscado entre arterias
de alambres,
y su perfección
erizados gritos liberados
hay que pagar el precio
de ser mejor que este talento,
avanzo lento,
me abro por el fuego,
y no hay sangre que no me deje
envuelto,
miro dentro de tus ojos
buscando mi respuesta,
el sol se está enterrando en tus cabellos,
lima este nervio
que llegó su escarcha
siempre aparte,
siempre en alarde,
hasta yo encontrarte
encontrarme yo
en los sotos de tu voz
hasta ser yo el alarido con nombre
de sol, ser por siempre
ser para siempre,
ser siempre,
y Siempre llevar mis apellidos,
Siempre quemándome
en resquemor intransigente,
precisión de mi duende
llamado amarte.
ARTE,
condenada mi sombra,
a este precipicio
que despeña la letra,
a través del umbrío páramo
de esta piel y su yermo bosque de vida,
sigo la estela
vocecilla, elevada sin razón,
porque sí me sobra corazón,
soy yo mi murciélago de nácar,
vuelo que giro el infra-sentido terrestre,
y me quedo en vilo,
es glorioso este sino,
haciendo el amor con los sentidos
en el saco desdoblado,
de mi realidad soterrada,
destapo que descubro malvas
del sueño taciturno
que conduce a contemplarte,
bajo el sigilo de mi araña,
y su tela irisada,
en extasía de espejos carcomidos
sin dueño,
que no sea sinestesia
del cuadro de visión
llamado visión enardecida,
por la que mi ciprés
tiene tacto a caricia desnuda
y mis caléndulas caminan
con sabor a deseos de rubor.
El Castellano
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