I
Grito a las dos castillas,
allá por ende, se juntan,
y funden en una Tierra,
la gran Gaia, Castilla,
de gracia grabada en sombra parca,
esa gracia es tan etérea,
que ningún castellano puede declararla,
ni afincarla, ella vive de
sus raíces, de la simiente
eterna que se da cuando
se bautiza a sus criaturas,
flores parejas tañen los
campos, como esparto,
y corrihuelas, como tomillo,
y romero castellano,
de brezo, a lavanda,
de espliego, a la malva sincera.
II
Yo no entiendo a las gentes,
sí de albas en cultivares
las casas no me hablan
tras el viento,
sí los montes y cerros,
que se cruzan en faldas
y en lomas y campiñas,
se unen, me hablan sus
fantasmas y piedras,
como el silencio canta,
borbotones de sangre pétrea
el ababol compañero que todos
aman, y el conejito amarillo
vive mi hinojo solar,
entre carrizos y forrajes,
entre el severo cardo.
III
Historias que el olvido alzó suyas
sigo su trino y gorjeo
solares y mesetas soberanas,
alza mi madre Tierra Castilla,
el son de una golondrina,
y el arpa bajo una encina,
vine vistiendo de brea,
como la morera de moras maduras,
vine del son de una acequia
afilando falsas avenas,
y espigas como rosas perras,
no me dejará el carrasquillo,
hablarles a ustedes,
como lo hace conmigo un jacinto silvestre.
Förüq castellano Miguel Esteban
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