Suspiro que nace del verbo imparable, pulcritud de pureza en aire, diestro compás de un mundo que no teme el desliz nacarado, por tus labios endiosado, síntesis de savia sangre o las tres, un palpitar avanza sereno por cada rincón que te mece, y llama asordinado, en una línea, sentirte. Lejos de utopías y designios flamígeros de las pléyades que vienes, sostienes y alzas origen, brindis y parquedad de destino insumiso, piensas voy equivocado, certero en asignarte mi única opción, amar o morir en intento de que otra vida era mejor y posible, pero tuve miedo a lo esencial, el arte divino de ser feliz; hoy luna y los relojes mecen nuestro baile, de manecillas heladas y soles de engranajes febriles, hoy por ayer, mañana por el mismo insomnio displicente, fulgor de sienes acrisoladas me llevan a desear, me llevan a ras de suelo a implorar conocerte, de alma, espíritu y dulce intelecto almibarado, vuela alto mi golondrina azabache, mi mensaje en una letra, lit C sube a mi condena eres mi salvación serena, mi no-estrella, mi hilandera que ríe, juega y teje el destino de su fiel y honesto guerrero de amor.
Esteban el castellano
Suspiro que nace
del verbo imparable,
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