domingo, 8 de enero de 2023

BESO DE ASCUA NUEVA TRIARII FUNDADA Y ALINEADA

 













SONETO APTO:

19. CRUEZA SEMBRADA:

Amándote ferviente, nueza llama,
presa amapola en sangre se quedó,
sonriente aurora, veza la heredó,
tu corazón alqueza, fuerte se ama.


Renuevo esta mi sangre, pa' ser rama;
Veraz la rosa, amor siempre alegó.
Al latido, su beso le ofreció,
la flor abierta en agua se proclama.


El estambre, súplica nocturnina,
piel acaricia, ya brindó mordaga,
su gineceo blanco, sanjuanina.


Óvulo y ataraxia, adreza aciaga,
tierra, anclada la doña saturnina;
Germina fértil vientre, enhiesta briaga.
Señero quieto:

Linde abierto sembrado por Dioses
de plantas que sólo ellos pusieron
y que ven exclamar su muerte
de silencio gritado
lentamente las estaciones.
Es este campo que vive lejos
con señero
un señor de señores
amor de silvestres,
es encargado de ver en flor
sus amores,
vence que atraviesa
sólo su mirada,
un jacinto se yergue
de azules botellas
sus besos de rocío matutino,
matutinos gritos postrados,
con el hervor que reverdece las tierras,
de cal y tierra arenisca,
de arcilla al barro,
de la pizarra al risco
de granito,
es una vida mi estatua,
dulce,  risueña,  sembrada,
albores cruzados crepitando,
mi nido de grama rehaciéndose,
entre luceros anclados,
arriba mi barco
estos océanos y mares
de tierra,
que todo lo rige
su materia,
desnace el tiempo
abriendo el brillo de mi falcata.
Fiera de fieras
yo soy la fiera,
desde las piedras
a esta mi hoguera.


El Castellano



26. DESTELLEO DE ESTAMBRES:

Eran de noches eclipsadas
un fértil embrujo de sangre,
en los jardines que el aura gasta,
y sus notas de clarines reverdecidos,
un poema me alzaba la dicha,
entre gatos relamiéndose el hocico,
se construían torres al clamor
y su trasiego azulado,
serenidad en rostro de mi aljibe
preñado, sueños y vicisitudes alumbraba,
escalinatas al sosiego mañanero
que todo avanza.
Incólume, ferviente desdén
entre flores granates de sangre,
era mi sueño cojo abajo los años
que sembraban patios sin flores
sólo de versos, al menos eso.
Un beso sin mares de boca,
una caricia sin pieles erizadas,
una escala al infinito horizonte
sólo para observar quieta mi desquicia,
como espina que sin rosa no se afila.
Fulgores efímeros, inusitados,
en superficies de charcos migratorios,
era feliz mi tordo rutilante
de mi jardín, en el que lo pequeño
es jactancioso y todo rige la ley suprema
de la belleza desnuda,
con tez de arcilla dolida.
 
27. GOLONDRINA DE METAL:

Una golondrina de metal en el pecho,
tiempo voraz, chirría en los bolsillos,
sin beso ni susurro invisible,
sol ya se blande imperceptible,
dirige tu boca el ruidillo
que más no me vence,
regazo sin ti no pido,
tierra, dolor, puede;
aquí sombra ya sueña
mi líquido.
En humedad alza tu nombre,
poema solar acaso no llora
mi luna XIII,
otro corazón ajeno pido,
gualda sangre
ruborizan mis fieles caléndulas
por osarte,
despacio como se cuelga
la luna de una pestaña,
aletea mi golondrina oscura de metal,
silencio pronto es lágrima
ríe mi cuclillo.
Es repleto este humo,
casi vida, casi color líquido,
casi filo proscrito,
fondo, agua, calma:
borde de tu cardo de dama.
tus labios de olvido
arribaba.
Tu forma núbil
casi ignorada
en el poso de precipicio
particular,
osamenta de este guerrero
de luz con mirada fija
a incendiar abismo
de sortilegios
y código sembrado
en luchar,
y morir es y sea privilegio
de beso,
de ser carne y sangre de tierra.
 


66. HONDO CREPITAR:

Voy por tus desangeladas, profusas luces.
Hierro que me tiembla la osadía,
oxidado resorte candente,
que afuello;
relamen linces del tamaño
tu dispuesta ternura.
Hirsuta ciencia tu tomo de tierra.
Acristalado vence marea súbita
de ojos realizados;
mi espada no luce marchita
afila latidos de mi corazón
ignoto, ante tu ser,  casi desnudo.
Orando llegue revelado momento
de aspados dientes
y destellos secuaces.

II

Aruña mi tierra una vez más
como un grito en la vena,
como un gemido perplejo
que brilla el tiempo,
que empañó
tus vidrios líbicos,
atemporales, dispuestos,
sin margen, sin curva, ni acervo.
Saliva en aljibe de hondo deseo,
exasperado, irisando crisoles
que jamás marcharon;
beso y muerdo tus orejas malvas
profanando tu blancura primorosa,
en tus piernas gemelas, semi-abiertas.


III

Mis violáceas hojas marchas
raíces que maúllan mi calma;
profundo el zarpazo de amor
que me afliges.
Osadía acariciarte en destelleo
entre vela y candelabro
avivado tu hornillo de espejos
que supinan.
galvanizada garra llega
a arañar la puerta;
rumor de fiera vespertina.
Solo ante tu sosegado
siempre azul violín
que la humedad
de tu floresta,
nunca más virginal,
entona.
 



67. PERPETUO DESMÁN:

Fragorosa fuente
de hondas sienes
punzantes.
Corrompen, bullen,
la tibia agua de sangre
cándidas de tu mirada
hastiando,
rejuveneciendo
el infinito enturbiado
que el cielo sostiene en tus cejas.
Flagra, flagrando
viene marchando
vaporosa suerte
entre sotos perdidos
de joviales tapiales.
Suya, suya era la muerte
como plato de cena
siempre resplandeciente,
abría su baraja
un helor de diciembre.
Apocando consentida
fuegos de tres avernos
que ceñían la nieve
de sus piernas
sin desmán gemelo.
Derritiéndose
como llama en el hielo,
recodos ocultos
y su murciélago señor
en tules de carne vestido,
granate como brillo de rubí
le marcaba como seña sin fecha,
ni indeleble senda,
era hijo del acero de su mirada,
endoselaba su sentido
como el soñar
y reclamo de las flores
para ser simientes.
Grazno encendido de cada roble
caminaba su destino hiriente,
horizonte que se estiraba
y sonaba con lluvias que taladraban,
como soñaban los campos.
Apacienta su visión serena,
oh, rauda, pura flor
abres tu hastial
como se desliza la primavera
entre tus dos montañas,
que velan que aguardan
sin franca ni verja.
Eres mi vacío perplejo
que quepa y florezca mi sangre.
Mar que inerme
quiere llenarse
sin libro de esencias
ni oscuras tinieblas;
quise ser dueño del aire,
alzar vagarosas ilusiones
como fieles pilares,
castillos que nadie tumbase,
pude ser siempre
y hoy soy lo arado hasta la fecha,
mortal acicalándose el alma
que será siempre.
 
68. VIDA TRUECA EN HERRUMBRE:

A este amor
de la lumbre
mis ondas líbicas
flamean,
esparcen los aires,
en angosta luz
intangible,
solamente maleable
por la sombra que se agazapa
y abarca mi propia torre,
luz en acorde de un fuego solaz,
irascible en roce de fuelle.
Quién amante de su espejo
silente, umbral acrecentado
en lapso de este tronco
que vaga
que forma mi cuerpo.
Incólume desdén
azaroso,
flagra que vence
que guarda sombra en su bolsillo.
Al relámpago de idea
me alzo
asigno sentido
a morir
en el trazo y zarpazo
de un verso.
Crestea en raíz oscura
todo lo sentido
más que su lengua de fuego azul.
Luz fuera
en simbiosis
del señor padre
Rey de reyes
padre celestial
único al hervor de estrellas,
Rey lucero
Rey Lorenzo de días
que él manda se tejan
de fotones en estampida.
De rocíos que cabalgan auroras de tierra
y savia regentada.
Mi dios entre dioses
¡Oh Lugh!
Padre perfecto sin comienzo,
maestro, dueño de la esencia de todo arte.
 Guarda mi lugar
de tu soldado Förüq
cuervo de tierra
guerrero de los tres umbrales,
vine a dejar mi hueso
no me esperarán vivos si vuelvo.
 
69. SOL CRECIENTE:

Destapa mi tiniebla pura, tibia, serena,
Sol refulxit umbra refulgens,
noche que tus luces breves
duermen el sosiego del asfalto,
plomiza, la música de tus ojos,
funde sus calores mi niebla matutina,
Sol de trece estrellas
acoges tus lenguas de amores,
fuegos irisados a siempre reinar,
el camino de la vida,
y sus fauces sigilosas descienden,
camino de esta bruma
que el mundo extiende,
sin nombre no te busco,
te encuentro, en la cumbre
de toda montaña,
en la concavidad de tu luz que entraña,
desvelo del despierto fundición de mares,
nacimiento de desnacer nos alumbre,
la vida de la solaz muerte,
amor flagrante de lumbre,
vestigio en ascua sin final
ni honda luna secuaz,
odisea en parajes de temprana escarcha,
oh sol de soles 
¿Por qué tu osadía de seco tajo?
el nervio de mi ballesta tensa
mi Dios sin nombre sepulta
y aviva mi grana brasa,
la tierra cruzará un día tus fuegos
azules despiertos,
tumulto de quien te vio castizo,
el tiempo se fuelló,
brotaron entrañas de la tierra
sombras densas que apabullaron,
sólo las golondrinas danzaron
y las mismas espinas me arrancaron
el corazón.
Sobre la grama viene a descansar.
 


110. CANTA MI SANGRE YERTA:

Mi sangre yerta, obra completa

III

Mi sangre yerta esquiva, humeante;
canta mi sangre yerta, granate,
el hierro de mi tierra por sembrar,
canta la amapola vieja, desvencijada;
sangre del corazón carmesí, rubí excelso,
granate lustre postrado.
Sueña mi semilla despertar mi sepultura efímera,
donde el muerto cave su vida,
y mi cicuta triste, desprotegida
enraíce el paraíso
de pieles sedientas y bocas sobre una araña;
hojas muertas, de mi vida escrita.
Corre mi otoño desde la vereda a la rambla,
corre mi frío desde el infierno
al río de flores desangrado de esta alma por ganar.
Encina yerta de mi piel esquiva, flamígera
beso de tierra y vid dorada al beso;
beso de trigo y girasol,
de cuchillo de espiga mi cante,
de zarza y espina mi amor
real como intangible, áspero y rígido,
bravo y valiente, duro y endeble,
metal y simiente.
Pan y niebla, bruma y cal,
mi carcoma sedienta,
niebla y bruma me desprende,
desde la boca hasta el pecho,
donde canta mi pasión sin despecho,
vive esta sangre caliente,
lumbre de mis tocones,
nube del cielo por dibujar,
a estampa de sed y viveza por entrañar,
canta mi umbral,
quiere tener soles y lunas sin gemir,
invierno llegas,
dibujando transparentes los miedos,
avanzas cada campo sin permiso,
helando hasta el sentido despierto,
oda de mi sangre yerta, humeante, dolida;
por mi tierra me arde la siembra,
y el beso queda escueto,
parco lo sentido enamora el hálito,
quién te viera marchar,
vestida de olivo y centeno,
de olivo y cebada,
de trigo y espada mi guadaña,
por la calma abrasas la esperanza,
en maldición cantas tu canción,
y los cuervos te rinden pleito de negra ala,
de grazno escondido en cada roble,
desde la piedra a la cueva
abrasas oscuridad mi entraña,
dibujas tu vívida estampa,
donde el tiempo yace muerto,
y solo las sombras te entienden,
solo las hojas buscan su nueva vida,
deste sembradío de niebla me avanzas sin piedad,
la dicha y el reflejo por ganar,
desde mi tierra encendida, hasta la parca bonita,
desde el cante a la maraña,
te canta mi vida quieta
este amor de la mañana
en tu pliegue de sonrisa y en la noche de tu cara,
suspira el rojo,
quiere ser río de alma y arrojo,
quiere nacer abrojo,
el espino mece la espina de mi antojo,
y la amapola amarilla,
sólo ella abre a la gran luz,
horizonte de mi piel que quiebra como ayer,
enamorado suspiro de frío,
enamora mi hielo,
donde duerme,
donde reposa
el amor de mi sangre yerta,
flamígera, apagada
dueña de mi luz y de mi sombra,
transmigrada a la espera,
de caudal y cauce sin igual,
viviré siempre yo en su siembra.
Vespertino azar;
Sol de mis soles,
era él hálito transparente,
vida de una vida en gota de agua.
Avanzo sin calma
mi existencia en un papel,
hoy no se venderá
al postor rendido.
Verá el tiempo
que no pudo conmigo,
ni desdoblará clepsidra
de mi metal furtivo.
Brotando mi credo,
abriendo tierras,
con orgullo del fulminado ayer
que se escapa en mis manos.
 
111. ETÉREO TU SOTO DE ALMA:


Halo umbrío, vespertino salmo,
estela naciente en pulcra unión,
cómo dos rocíos se forman en la flor.
Pacto alado mis falanges ensalman,
es por ti que se abre el portón verdadero,
camino en oración del semblante perdido
y ese por conocer.
Orando por mí mismo,
se abra el yelmo,
y mi cauce sea río de arteria,
en aleteo fugaz prometido,
que encarnan tus maderas,
reflejas piernas.
Recta clave de unión,
soterrada mirada,
sin conocer ni alzar te amo más,
pletórica, onírica mar
de tu efímera, socavada entraña,
por donde flores aguardan
echan ancla.
Última que es primera espada
de aliento y mi yermo,
te enraíza como primor embelesado,
 turmalina esencia,
mi soberana musa cristalina,
mi arpegio entonado
en lira de mi carne,
mi índigo sollozo,
por el que nuestro castillo esbozo,
primogenea verdad,
sombra de idea,
hilvano, trenzo mi zarpazo.
Limaré el viento de nuestro deseo
ya se alzará nuestro reflejo
el mundo en un pulso de espejos,
umbría latirá nuestra caricia,
cuántos hielos murieron,
mi doncella escarlata,
los dioses dirán el tejer de nuestro destino,
pertinaz fuga de tu ramaje
por rauda estela que arde.
Dirán que hoy vine a verte.
Si acaso estuviese vivo que no niego,
morir por dentro es como nacer dos veces
y mirarte para que la belleza
de lo bonito que tú colmas
desde que el tiempo
me nombró tu fiel sucesor,
de a tramo y trecho voy manando,
abre mi solaz llaga de tu azul
que quiero fecundarlo,
besando tus flores que entrañas,
quimera despierta
Ostara de mis nocturnos parajes,
vengo a quedarme
necesito tu verbo alumbrándome,
quizás quiera amarte
algún día para siempre.
Aunque yo Castellano llegue tarde.
 
112. TIERRA EN EL VIENTO:

Ingrata luz sucumbe,
termina el día.
Yunque profano
en el padecer abierto de junio,
porfiada tinta
un ascua candente,
estridencia recta
del acento de tu boca.
Fuí de un mar hasta otro albor
buscando mi yermo.
Le creí inmutable,
lleno de sueños,
viajé cuantas primaveras
regalaron mis ojos.
Tapia de nadie
donde te vi deshojándote,
donde todo se alza fluyendo
imperecedera parecías,
alumbrada musa de mi carbón.
Nada se alza,
todo es vano.
Como un buque,
como una marejada,
como una febril tormenta sorda,
como relámpago en mitad de tu carne
como el gris
que fue lluvia de nube,
al fin en tierra
me marcho como las sombras,
deberán recordarme amada
que tú, crisálida cristalina
nunca marchitas.
 

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