miércoles, 10 de agosto de 2022

Palpitar en oratoria, solícito

 


Al tiesto de tres nogueras
cimbreantes,
su verde en hojas empenachan
como hondo deseo
mi amor en ellas puesto.
Sin raigambre mecen los follajes,
límpida y fulgente el ascua
sobre mi musa enterrada con ellas,
invisible esperanza
que pasa y aletea ágil.
como saludan mariposas breves,
viento alado sonante,
de noche piadosa rescatada,
estremecida danza toda luz,
sombrío paso esclarecido,
mi Sol en claror abrasador,
enardecido mi sueño,
faustamente su pena era copo de nieve,
constelación del cisne era mi frente,
te besé en mi pensamiento
aquel día repetido,
nostalgia de tocarte
vive siempre,
desenterrando alto,
la armonía de traje inverosímil,
como alma errante descalza entre jazmineros,
constelados mis dioses,
cantando siempre te amo,
mi pena con vestido de zozobra,
aturdida ya era,
réquiem de una espera,
que en sílaba y verso,
su dulzor adentra recta,
entre sombra y boscaje de inmortal pureza,
corazón de ensueño en llamas,
entre sencillos sones,
y versos como limones.
Palpitar en oratoria:
Sumergido en la línea de la noche,
halle donde me halle,
la parca senda del horizonte,
encumbradora persiste,
avanza, y subyuga,
miedos vueltos simientes,
en esta orilla, donde el olvido,
no se construyó,
donde encerrar tormento asido,
de mieles soporíferas,
de momentos tenues,
dulce sabor de sombra en idea,
a un día de eclipse,
total absolutorio,
oh luna sempiterna,
repleta con mi miedo,
cruzada suerte,
en tu secuaz traslado,
consecutiva de ganas mordidas,
era tu sopor, un halo presidiario,
una cuartilla en marcha,
un aliento de vida por siempre,
hálito fugaz, oh voz de montes,
y cielos extendidos,
no volveré sin ti,
nunca, de nuevo,
mi corcel celeste,
mi Pegaso sentimiento,
arrullador, vestigial de signo,
y herrumbre,
empuño mi filo de espada zorro,
en esta eterna noche,
del espíritu azorado,
y su enemigo tenebroso,
señor niebla,
y zozobra de crespón en alza,
por este páramo,
de embrujo a la piel de luna,
y ardiendo un calvero,
su densa lágrima,
de mujer imperecedera,
jadeo ardiente,
su destelleo de cabello azabache,
no retrocede,
ni vivirán mis labios sin su sangre,
letanía excelsa,
dibujan sus pies de jara,
de su desnudez tibia,
y lluvia de sus pestañas sin obsequiar,
diosa de hoguera en lecho,
y reina de este devenir sangrante,
florecen ya tus manos,
vivirte poesía,
es servirte Musa oscura,
belleza,
es tener tumba abierta,
para todo sueño,
nitidez en visión,
porque no te suelto.



Förüq castellano Miguel Esteban




El castellano
























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