I
Diancech escucha
por evitar la destrucción
de tal belleza.
Me vio hecho tierra
su gloriosa certeza,
nacido y apostado
a lágrimas dadas
a emoción, ofrendada,
por montes y consagradas aras,
esparcido,
aquel su acento divino.
II
Por airado viento,
mi rústica diosa.
Aumentar mi bien,
que vive ante mis ojos,
a su lado marchó,
al compás me marco,
grillo que es la bendita,
masiva poda
del rosal canino.
Mi evangelio.
Apresura mi tiempo
sin velo.
III
Al fondo marchó
entonando pudiera
sobresalto de oír
tatido y rúbrica.
Indeleble tu placer,
dicta el Risco,
el filo de la trilla,
mi ara vestigial
dirige, oh, Flora,
deja de perseguir fieras aladas,
el numen y fiero,
IV
llegó a tu mando,
a sembrar nervio dulce,
en extasía todo tu almíbar generado.
Nunca pudiera poner fin
a mi lloro gemido,
estoy gozando,
jamás sufriendo,
corriendo falda
de su alto monte cincelado.
V
Atada a mi corazón,
te diviso serena
cercana a toda ilusión,
que plañe, que vuela
oh, ultimátum de alma
despierta, que luce mi elegía
en mis manos grises y labios escarlata,
ajadas de calor humano.
Mi pena ya no bogaba ahogada.
Afán insobornable dicta,
harapo no es mi creencia,
creer tiene más peso que el dogma.
Oh, brillo terso,
la luz intransigente, ya luce granate,
sublimada, goteando
colores y crisoles,
resplandecientes
como duro bronce.
Entre un mar de gentes y bocas grises.
VI
Desdén de pocas sombras,
te han erigido,
alzar vetusta mi nave de tinta y sangre
al hoyo frío del Sol,
a ese fondo sin poso, ni fría vena,
un sopor celestial,
que baña esencias
y corajes toda flor que mi sangre no miente,
belleza, belleza eres
sin verte, un miedo avanza,
no se detiene de pensamiento que estás muerta,
cumbre de flor
mi pecho enraizado.
Vespertino iris encandilado.
Luz, quién te atrapase,
acariciándote para darte gusto,
y arrullo de esquema y estela cual lágrima de estrella.
VII
Rasgo mi futuro,
entre runas y malvas azures
y le dejó pintarse
sus lunas,
con mis manos ambivalentes.
Lava y ceniza,
es mi cariño profuso,
la sola ternura la Sponsa, su Principito,
todos mis solos otoños, como retoños
donde sus noctambules,
gimen que tú llegas, como un coraje de flor iridiscente,
a traer diligencia de letra entre corona
y duermevela de candelabro
como canta y respira
la Reina noche,
me surges a borbotones púrpuras,
y de azules golondrinas,
un colchón de luz,
rasgándome el febril vuelo,
de murciélago castellano,
sí, soy yo.
Mi esperanza;
como brilla la última luz oscura,
se llama Musa Escarlata,
que quiero besar
y honroso rezar.
VIII
Sale mi espíritu vivo, encendido
buscando tu pura llama
viva y excelente,
concisos mis ojos
encarecidos de lo vivido,
el mal siente y profesa,
ya no ha de ser mío,
de calor, sendero afable
y color movido,
presente de memoria ciega
oh, faustos raudales
de vil terneza ensoñada, primor
de ascua y acequia,
de bien derretido, sin salida-
IX
Yo ausente de ti,
cómo has de valerme,
si de vida voy que muero ya en ti,
ni gozo diferente blande,
a este sentido intransigente,
espero otro día de noche temprana,
reñida luce mi porfía,
te quiero hasta tercero desespero,
oh mi dulce prenda conjurada,
de hermosísma Ninfa,
y términos cual dioses,
labro embebecido,
escúchame cantando,
entre estas hileras de rastrojos en llamas,
ya este señero, cual piedra erguida,
oh la sola mujer que amo en pesquisa,
Ninfa Musa,
mi pequeña ángel
no fío lo que no poseo,
ni conocida planta ceso resguardo,
Dafne por mi razón llorada,
escurecía bullendo
mi lágrima múltiple que ya regaba,
hincando toda tierra.
Förüq
Förüq carpetano castellano
Ansia electrificada:
ResponderEliminarI
Déjame ser,
por ti dejaría de ser la noche,
para ti dejaría de ser el sueño ardiente,
denso y profundo.
Dejaría de ser noche,
en escala y cruz desvelada,
de luz abocada
a su evanescer líquido
de ser estrella de agua.
Dejaría para ti de ser
brillo cobrizo
y encapullado
toda rosa flamígera del atardecer.
II
Por ti dejaría de ser el Único Sol
que refulge,
y brilla terso en el día.
Para ti no hallaría soledad en ojos,
ni remembranza en melancolía.
Por ti sería quien te mima,
desde ascua, hasta tu estela milenaria,
tu voz.
Voz Angélica,
que ni en adversidad,
abandona belleza de reflejo nominoso.
III
Para usted dejaría de ser rayo
que alumbra cada tormenta.
Crepitando
la poderosa centella,
por y para ti dejaría de ser
brillo terso.
Ni electricidad de relámpago,
refulgentemente bello,
no sería ni poderosa destrucción,
que cabe
y culmina
en un bello parpadeo.
Por ti y para ti sería
poeta solo y acompañado
hijo de tu silencio infinito.
Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García