Tu grillo:
febrero 12, 2021 I Clareando su lividez por sotos vastos, reales, mi río navega. Soliviando su bandoneón dirige, blande mi grillo el afilar de su tercera cuerda. Entre el suelo de un ciprés enhiesto, rigen blandamente espigas rojas, jóvenes, juguetonas como si tuviesen sangre para sonreír al viento que pasa y no atraviesa. Reposa que aguarda el cráneo la tierra. Ay la tierra, hay de ella, sombras que complacen y acervan la mansa espera. Soliviar vetusto que Ninfas y Sátiros pastorean. II Es un tejado llorando por la piedra, con acequia desnuda de canalón; un cimiento que plañe la helada, y le agrieta el tiempo que ya no escapa. Sauce triste, abatido, con portón al mundo del grillo. Entre blanda grama fenece que acicala su alma. Entre un arpa estacional, y panales de ambrosía. A la lluvia primera abre su fiel Parnaso devorado entre caracoles sonoros. Grita la raíz acrisolada en ámbar de intelecto mayor. Cúspide de serena esfinge, y dolmen de divina pluma. III El grillo único pidió un deseo al manantial eterno de Hipsípila, y fue no sucumbir tras el acople, todo sonó en manantío, y lo inerte reposó su voz, de nuevo. Para siempre. Soledad dantesca de umbría melodía, extendida por el Baco imperio regentado por el claro de luna, donde fluía su sangre de luz, rojiza. IV Solar afán, solar entrega, llegas que dictas tu pertenencia; tu arraigo de hiladora, hermana de negro hilo, traes que cobijas mi jardín florido. Mi grillo luce de nuevo su primavera luciente en lira de su candor de estrella. Es su centígrado que tu lustre musa engrandece. Un solo marcó, el ascua, irisada, por su reposo en madriguera; un deseo concedido él cantaba alegre, a su musa del Alba. Albilla más hermosa, clareada sólo por sus pétalos de mujer fecunda, V Era un patio sombrío con mi vena de acequia reverberando. Un jardinero a la araña de su rosa; la protegiera, la cuidara como besaba la luna Sempiterna, con tus labios de mujer serena. Desliz en nácar, pétalos de tus falanges me hablan, marcando, asignando, el vívido resplandor envuelto, aterciopelado. Envolvió mi vida, tus latidos flamantes de estela considerada. VI Avancé mi yermo, con mi grillo en mi bolsillo, divisé en umbrío, frondoso parral, mi secuela descendiente, Hipsípila me protegía. Pude abrir una nota al astro mayor, de armónica congelada. Desnudabas musa mi latir que sólo su premisa abarca. VII Ahondaba que saltaba, el ímpetu de carcoma cromada, al resplandor de su tacto, y quizá su matrimonio en unión con su oscuro astro, blandía a la séptima sílaba, luna que busqué por sombra y abismo en esquela. Era un disparo y azogué lo que el cosmos me negaba. VIII Fui dichoso, me enaltecía mi soledad pulcra arrebolada. Espejaba ella el vestido a mi mujer verdadera. No brillaba mi sola desquicia, era lugar y tiempo suficiente; para ser de la tierra enhiesta espiga. Ella mi única amapola Reina del jardín de Hipsípila. Un soto y un llano; desperté del bolsillo su oro trasnochado. IX Blándeme Oscuridad, en tu acero y ala de pecho. Que canten azabaches tu magia del cinco labrado este año. Afortunado avanzo mi pulso por candelabro este mayo. Mi cenit por rectitud del alma mía. Un último acorde y me encontré en la pluma tu arpa, mi Ninfa que obligas no fenezca el grillo que me da frenesí.
X
Al panteón de mis grillos hoy escribo
de luto efímero en memoria,
vida remota atisbo sin sien acuartelada,
de cierzo esquivo,
ni heladas patriarcales
caléndula y rosa canina
pintarán su estirpe,
de historia incrédula
jamás cincelada.
XI
Al reluchar indemne
polvo de metal estriben,
y de lirio en cuello que nacieron,
de espanto en puerta,
aliento y yugo fidedigno,
en pusilánime destino,
en cuerda que míseramente gozaba,
puertas sin desquicia atónita,
en umbrales carmines de besos.
XII
Sin corral ni ascua sembrada,
pedí sus alas de libertad
yo que de sol desnudo descendía,
dócil, de grajo en mano fecundo,
inocente, de justicia ausente,
presuroso cerca mis verduras afables,
no se alejaban ya,
de tierra y rayos fragorosos,
lides eternas ya os abrazo,
Castilla dividida
por cumbres enojosas,
jamás creadas.
XIII
Alzaban mis sentires terruños,
fango de simientes yertas,
ojos al patio socavado
de iracunda hacienda de letra.
Destino magnífico cercenado
de mi mente penitente
y mis ángeles custodios.
XIV
Arte deslumbraba que regocijaba,
condenas del poder y la mentira,
beldad ya me asombres.
Padrón de cielo en terrestre escala,
tumba al igual de socarrada
sola idea,
ya nunca más esquiva,
miel de mis dioses
y vespertina alma,
penetré yo, su muro
de eternal silencio,
y mi mármol florido gemía,
en las llagas solares
sus hoyos rectos.
XV
Ay que vil no me apresa
pomposa letra que me corona,
y dolor desciende.
Glorias miro y exclamo:
-¿Dónde?
Ornaba mi sepulcro
dulces abrojos versados,
memorias de fantasía
erguía mi pluma de antorcha,
austero en bóvedas mi sentido inerme
ceñido divino laurel
en universo en arco y saeta
crepitante olvido,
XVI
Perdurable halago
en formol mi verso.
Embargado reinaba el suelo,
pálida luz descorchada,
presentaba la espina en mi corazón
que lívida me lo arrancaba,
maraña atroz
que tu divino acento
Musa, mi alma imploraba.
El Castellano
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