Lluvia sembrada:
Recorrí un palmo
de tierra sembrada,
como un lazo silencioso,
erguía,
era suficiente
para completar
el fondo fantasmal.
Hice una cumbre
con las piedras de labranza
hileras de rastrojos
me surcaban.
Vestía su pliegue
nuevas cintas de esparto.
Más allá de juncos
y yerbas jóvenes.
Márgenes atrás
seguía viendo campos
y pulgas arrinconadas,
agrupándose en soga
harinosa.
Su pecho, un buen trabajo
como dos cinceles apuntaban,
su tez serena asilvestrada,
su tierra de mirada,
lo siento,
no la cambio por nada.
Fluía todo campo por sus ojos.
Su cabello de realeza
imaginada.
Peinarse en fino no pudiese.
Azabache mortal,
y destellos de Lilith
o sombra de Eva.
noche cenagosa que se pega
en mi palabra.
Sus orígenes de corriente
por tierras de fuego,
huérfanas.
Por capas de agua abajo
reflexionaba años halagüeños
confirmaba mi cable,
férrea unión, palmo a trecho,
cruzar la vida terrestre
fue encontrarla.
Mujer de viejas flores
rebrotadas,
con gotas de rocío
su brillo cristalino,
igual que dones de lluvia
relumbraban su cuerpo.
Tiempo en piel
sobre mis pies de paja,
sobre el barro
la tierra fértil,
con hocico de riera
cruzaba sotos perdidos.
Surqué su reflejo
de años esperando,
su flor de tierra
le otorgó su iris.
Mi pala de vida
ya no tenía que sacar
más terrones tristes.
Hundido entre caléndulas
mi voz parecía
tocar el arpa de su acento,
como insobornable
miel de su voz,
a reposar fabuloso marjal,
era su torso sembrado.
En juncias,
barbecho de Artemisa.
Förüq castellano
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