domingo, 31 de octubre de 2021

SANGUIS FLOX, FLOR DE SANGRE 2021 MEDALLA DE MUSA

 ORO












FLOR DE SANGUIS

 

 

Autor: Miguel Esteban Martínez García

 

PREFACIO:

Conste fehacientemente lo derretido de mi mente. Aquí y ahora, sólo hablo de lo que consigo en sílaba que percibo. Hablo de magia de la palabra que siempre estuvo. Esta sólo se otorga a duendes y hadas genios en la sombra; sombra, caduca de los días. Hay un hambre en sus letras, que recuerda la sangre de batallas, clavadas en nuestras entrañas. Bailando las danzas en la durabilidad de ser aquí y ahora. Estirpe de poeta linaje largo desterrado, por el social estado. Hombre que la tierra parió en venas de estiércol, donde renacen rosas y crisantemos. Tumba y paritorio en un mismo consultorio. Hallamos aquí entre sus palabras diademas enramadas, que sólo verán. Aquellos, que mezclan la sazón, de un corazón, con la alquimia que regala a nuestras manos la tierra. Guerreros y profetas, damas, que han tocado el ostensible. Bendicen al poeta. Así que oíd al que escribe bendecido. Mediante este libro escuchad los sueños, que reclaman las letras con que nos regala. Y si prestáis atención, veréis como si el mismísimo Gautama bajara a pintarnos su epopeya. Que despierta, la concatenación de sus letras. Luciérnagas antiguas, con designios resplandecientes, llenan lagunas donde se vierte la suerte, de dioses, que prestaron atención a nuestro sino. Así, se abre  camino, este escrito de infinitas brumas, vespertinas. Donde luchan la partida el amor, y la muerte que no se esquiva. Las verdades relativas huyeron con furtividad. Para dejar paso si acaso a las que tocan el corazón al raso. Añádase de mis uterinas manos de volcán marino. Abrir la puerta a lo que dijo el viejo barbudo, poeta de todos. El que según su suerte y signo toca este papel de tinta impreso. El que se adentra entre sus páginas y siente algo tras el verso. No toca un libro no toca una página toca a un hombre; nada más y nada menos.


Arián Arias Martínez

Contenido

FLOR DE SANGUIS

PREFACIO:

PRELUDIO LA ENEIDAD ETERNAL:

I

II

III

I

II

III

POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL

I

II

III

IV

ENEIDAD ETERNAL:

I

II

III

IX

Poema a la Eneidad:

III

Poema a la Eneidad IV:

POEMA A LA ENEIDAD V:

Poema a la Eneidad VI:

I

Sed de flama:

Poema a la Eneidad VII:

I

II

III

Cristal eternal:

Poema a la Eneidad VIII:

I

II

III

DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES:

I

II

III

IV

VI

VII

VIII

Poema a la Eneidad IX:

EXTASÍA:

CÚSPIDE AFABLE:

SANGRA MI ANHELO:

TIERRA MI SANGRE:

COBIJO EN ALARDE:

Perdurable semilla: 

ASCUA SIN FINAL:

OSADÍA EN CLAVE:

ODA AL RÍO MUNDO:

VOZ DE TU PRELUDIO:

VOZ DE TU SANGRE:

EJE TU SENTIDO:

MORTECINA SIEMBRA DE VIDA:

Palpitar en oratoria:

El envés:

Ababol sangre de tierra y de sol:

II

Elogio de tiniebla:

Alzado Hipsípila:

 

 

PRELUDIO LA ENEIDAD ETERNAL:


Veris Effigies II:

 

Venimos de las sidéreas lumbres,

dirigidos, enfocados, encendidos,

alumbrados, consumados en haz terreno,

sin fecha.

Deslizando tu virginal ternura,

entre acres y su miel,

por ríos de la Estigia,

un cantar blanco, purísimo,

en solo espíritu,

y su barca de remero ciego,

un caudal de oceánida

y su esposa tiniebla,

la relucida,

lirios negros, de sangre azabache

lloraban aquel río

de todas las flores desangradas,

frontera del mundo conocido

con la llaga e imperio de Ares,
laguna abismal que abr
ía

al inframundo, donde dirigidas,

allá, reposaban las almas,

había de aquella orilla

un árbol de oro,
quien quisiera conocer,

la lengua del averno, 
tres veces, y volver indemne,

al reino vivo,
si el destino dict
ó

y era semejante encargo,
la rama dorada f
ácil cercenada caería,

y en su lugar áurea rama de bronce

crecería para volver al mundo

y su raíz salvaje de madre conocimiento,
y dones que ignotos, descubrir
ía,
virtudes divinas, escondidas

en aquel pozo plomizo, de Airón,
bajar la tierra al sendero del infierno,

era fácil, ardua tarea, volver subiendo

aires encendidos, e indemne contarlo.

Requería de tres llaves,

destino, rama de oro y la tercera rama de cobre

sólo conocida por Perseo,
a mitad de traves
ía,

quedaba todo como un limbo

sin salida, ni claridad,

de eternal lustre, postrado.

El ababol carmesí,

junto las magarzas, coronas de reyes,

guiaban mi esencia silvestre,

iluminando todo yermo,
conduci
éndome,

por sus tomos arcanos,

que junto aquella vid de plata de Ferento

embebía mi destino;

inmortal resplandeciente,

como aquella rama de cobre,
erigiendo un amor m
ás duradero,

y brillante que el bronce.



F
örüq castellano Esteban

 

I


Enfurecido abro este b
élico empeño,

opulento dejé labriegos sordos,

dulcemente encegados.

Vengo del trémulo afán

ante ustedes hados.

A vosotros,

nobleza de Alba,

áureos carros

excelso te pido Musa

tu favor,

tenaz, como mi alma llevo asida,

en honor su ambición prevalente;

almas de mis castos dioses

en pletina de mi tronco cuerpo

armo con dorada aljaba

siempre os pertenezca.

 

II

 

Prisión ni hondo desánimo

es causa

rebramo atronando lares.

Y el alto monte,

furor resplandeciente

que apilar las montañas puede.

Me presento

por saber quién habla,

el más antiguo de la vetusta

en flor de sangre hiriente,

nacido de Broncos mares,

y huracanes voraces encadenados,

aunado por hadas,

amamantado en llama de azabache,

amigo de Sátiros y duendes.

Vuestra ira no pido, hados,

sólo fortaleza

para mi temple aquí enervar

de aquí al día,

que las Parcas

 

III

 

Me encanten y arrastren.

Servil de cuanto he creado.

Dando color todo flanco yermo

de letra.

Y volviendo preciado todo baldío.

Honroso, me enamoraron

hadas o gente buena.

Toda vida en color

que en caricia traía primavera;

permitir templar este furor,

que me brota de las manos,

como ceniza de fresno,

y nieve de regios álamos.

Valedor he sido.

De cuanto he sembrado.

Os pido permiso

para dejar semilla

aquí en esta honrosa tierra.

 

 

Förüq

 

 

 

 

I


Dorso m
ío

flor de agua,

náufrago del vasto abismo,

cumbre de alto océano,

en alta lanza mía, abate,

flancos de pecho.

Abren mis ojos, descorrían,

y alzaban hondas visiones.

borboteaba la sangre,

como río de flores carmín,

desangrándose.

Un estruendo de tormenta

por viento Ábrego, llamada,

mandaba iras del Euro,

y el Céfiro luminoso.

Mezclar cielo y terreno pudiera.

Y trae, una furia de armas

que viene álgida.

 

II

Una furia de mares en el Sol.

Rompiendo vetas espumantes.

Haz de aguas enmudecidas.

A los bosques planto señero,

morada de ninfas suaves,

sus áureos cabellos.

Siervas de Ceres

que no pide agua salada de mares.

Mi arco armado, y de saetas

razones heridoras.

Voy siguiendo manada

a pie de tierra,

que se abate triunfal.

 

 

III

Eneas sin alma dolida,

alzado en trance de sosiego en llamas,

y entre dioses de la madre Tiniebla,

trata resonante la umbría noche,

arrostrando riscos como cíclopes,

alegrando temores,

y sembrando trabajos igual que campos,

que trinchan los Sátiros.

Volandero en avances

y cimas como el cielo.

La fija mirada un encono,

sin desgracia, girando alma,

sin oponente irrumpa

en retumbar severo monte.

 

Förüq castellano Esteban a 30/08/2020

 

 

POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Apolo te llamo,

encendiendo la profundidad

de mi rojo ojo sangre,

sigo instrucciones

amada Sibila dictas,

descendiendo y apoderando el reino

de todas sombras,

Estigia mi sangre,

a tu oscuridad ofrendo,

al vítreo trasluz, cristalino,

cosecho y rebroto en este

tu campo de lágrimas,

designio atemporal tu pura magia,

rocío obtengo

aunado en fuego

de pulso en agua

mis ojos de astros,

antes del tatir del tiempo

me alzo,

oh arteria de la represalia,

oh, manantial

remembrando río de olvido difunto,
el T
ártaro incendio,
estoy haciendo cimiento silencioso,

todos los gritos desplegados.

Reina Dana,

tierra en grandeza, tu bondad sembrada

en fortaleza castellana, cumbre y morada,

operamos el fulgor

en llama del azabache,

doctrina de rebelión,

resurgida, dispuesta,

a victoria,

transmigración, de alma;

que habla,

equilibrio en revelación,

todo espíritu que marco,

proyección angélica

que cierra vetusta

a día tres, tercer mes,

despliegue de la formación,

este Sol ferro es la bendita

destrucción,

eje, cenit. y destello fundamento,

al claror bélico

de siembra ancestral.

Trasfondo templo

de esta eneidad, flamígera.

Pinto su alma densa

en castillo de Apolo

en trascender primero

hasta mi honrosa muerte,

de hoja caduca en otoño la raíz, soy yo,

de este árbol, mi cuerpo.

Trompeta mis ángeles, sonando. La guerra y batalla se ha fijado.

 

II

Cántico;

oh, tendido

de la lumbre

en cama.

Acaso de azul hundido

a mí muerte

pura tierra

procuro

de suspiro

y templo verde,

sombra de señor olvido

que demás

cenizas desplaza,

ya la tierra

sólo engulle

lo que es de ella,

Primavera viste

en filo de flor y agua,

alguien viera

este frívolo tranvía

sin escala de esquela

ni duro hueso

de estaca y vela.

Fundido en carne

y parca de amigos gusanos.

Entre crujir

de caminillos ávidos

y repiqueteo final

de víscera

en eco de ataúd indolente,

estallido como cicatriz

causa el rayo al árbol deseado

pulcritud de festín

alimento de injuriosa

vida breve que desea alas,

Es tórax abriendo a última toma de aire

sin respiro ni célula en sangre roja

regada.

Lúgubre detalle

de como bella es la vida

bello festín de tenebrios

es cada muerte,

ciclo eterno

de vagido, llanto, respiro,

sonrisa, suerte, copla,

elogio de noche, azar insumiso

que muerde la hora,

yugo destino, saeta, cuerda,

yunque ilusión, risa,

mentira,

siembra, espera

baile, danza final

labriego en calavera.

Festín o sobriedad

en fría escama

lumbre de chasquido inicial

Vista y nulidad en visión

para tercera campanada

ser ceniza de hoguera.

O comienzo de nueva vida

Carne y frenesí

de dantescos dioses del Averno

Inicio con final anunciado.

Tierra y sangre de ella.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio

 

 

III

 

Noche tus horas breves

un agujero sin salida,

de escalofríos que hacen

temblar derretido

un alarido interno

de luces ciegas

y hielo flamígero,

tus sones no me vencen

ni esta parca

cae efímera, sin ascua

ni este dolor cae resuelto,

en vela de navegante,

para a la mañana

volver a revivir

la misma pesadilla

que me mantiene despierto

en vela llamando,

llamándote,

ay de tus luces firmes,

de tus sopores que me caminan,

todas mis soledades dementes,

este rumbo sin astrolabio,

en océano de brea,

de noche fumando

y versando

todos estos cigarrillos

del diablo probe que soy yo,

para contemplar que no vienes

no vienes, no vienes

y ni está piedad

reluce como ámbar blando,

ni lágrimas de hadas

ni sollozo de lluvia

mis castos dioses.

Noche, noche ay de mí,

sin tu sonrisa

ni tu quietud escarlata.

El código del guerrero,

el estigma,

la fragua

de campo abierto,

el cantar silencioso

de lágrima que chilla,

un evanescer en mecedora solitaria

y carcoma sin mueble,

un descender primero,

los colores,

tus ojos que imagino,

el gris, un tambor de sílaba,

un naipe ardiendo,

una compuerta

de un embalse sin agua

era mi pena

era mi tristeza ya jamás acompañada,

madre de mi aflicción particular,

cumbre de musario cerro,

locura quieta mía,

desangelada,

sopor infernal respirando su llama,

de dulce tormento cosido,

su estela que flagra,

luces miles

que no eran blancas,

en sótano de luz

de traumas docenas

y tenebrios celadores

De soga y sopa medicamentosa,

que se apaguen estás todas luces

artificiosas de la flor ciudad,

que tu cielo cariño quiero mirar

y recto, honrado rezar.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio a 22-07/2020

 

 

IV

Oficio arde
del dulce mirarte,
y ojos dulces
no hallen tristura
ni en la paz de guerra
armada ventura,
llorar puedan
orillas suaves,
entre sargazos
y plebeyas sienes
caracolas
y espumas de olas,
tronos de sirenas
entre sajadas
marejadas entre tules
y densos, profundos azules,
ay de m
íespuela
y sus noches de tierra
de ventisca
y tormentas de soledad,
ideal a
ún yacente
animaba tus pechos
graves cuan pedernal.
La m
ás bella
que en mi lugar
s
ólo belleza hallaba
a reclamar
mi bella doncella amapola
de oda y eleg
ía en sangre 
su tierra toda.
Escucha mi ama
de tu c
árcel
ni en ojos
ni en rubores
encuentro llave
tus cerrojillos vida,
 
dicha y fortuna
en flores no me descubran
ni fuga ni huida
que todo destino
s
ólo a ti me precede
a cuidarte,
servirte
y amarte
como todo dicta
qu
éalegría
eres, ni
ña de amapola.
Canci
ón
de tornasola.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio a 24/07/2020

 



 

 

 

ENEIDAD ETERNAL:

 

 

 

 

 

I
Dorso m
ío

flor de agua,

náufrago del vasto abismo,

cumbre de alto océano,

en alta lanza mía, abate,

flancos de pecho.

Abren mis ojos, descorrían,

y alzaban hondas visiones.

borboteaba la sangre,

como río de flores carmín,

desangrándose.

Un estruendo de tormenta

por viento Ábrego, llamada,

mandaba iras del Euro,

y el Céfiro luminoso.

Mezclar cielo y terreno pudiera.

Y  trae una furia de armas

que viene álgida.

 

II

Una furia de mares en el Sol.

Rompiendo vetas espumantes.

Haz de aguas enmudecidas.

A los bosques planto señero,

morada de ninfas suaves,

sus áureos cabellos.

Siervas de Ceres

que no pide agua salada de mares.

Mi arco armado, y de saetas

razones heridoras.

Voy siguiendo manada

a pie de tierra,

que se abate triunfal.

 

 

III

Eneas sin alma dolida,

alzado en trance de sosiego en llamas,

y entre dioses de la madre Tiniebla,

trata resonante la umbría noche,

arrostrando riscos como cíclopes,

alegrando temores,

y sembrando trabajos igual que campos,

que trinchan los Sátiros.

Volandero en avances

y cimas como el cielo.

La fija mirada un encono,

sin desgracia, girando alma,

sin oponente irrumpa

en retumbar severo monte.

 

Förüq castellano Esteban a 30/08/2020

 

 

IX

Poema a la Eneidad:

 


Enfurecido abro este b
élico empeño,

opulento dejé labriegos sordos,

dulcemente encegados.

Vengo del trémulo afán

ante ustedes hados.

A vosotros,

nobleza de Alba,

áureos carros

excelso te pido Musa

tu favor,

tenaz, como mi alma llevo asida,

en honor su ambición prevalente;

almas de mis castos dioses

en pletina de mi tronco cuerpo

armo con dorada aljaba

siempre os pertenezca.

 

 

 

II

Prisión ni hondo desánimo

es causa

rebramo atronando lares.

Y el alto monte,

furor resplandeciente

que apilar las montañas puede.

Me presento

por saber quien habla,

el más antiguo de la vetusta

en flor de sangre hiriente,

nacido de Broncos mares,

y huracanes voraces encadenados,

aunado por hadas,

amamantado en llama de azabache,

amigo de Sátiros y duendes.

Vuestra ira no pido, hados,

sólo fortaleza

para mi temple aquí asentar,

de aquí, al día,

que las Parcas.

 

 

 

III

Me encanten y arrastren.

Servil de cuanto he creado.

Dando color todo flanco yermo

de letra.

Y volviendo preciado todo baldío.

Honroso, me enamoraron

hadas o gente buena.

Toda vida en color

que en caricia traía primavera;

permitir templar este furor,

que me brota de las manos,

como ceniza de fresno,

y nieve de regios álamos.

Valedor he sido.

De cuanto he sembrado.

Os pido permiso

para dejar semilla

aquí en esta honrosa tierra.

 

 

Förüq


Ficha en marcha: 
Raíz ancestral

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Poema a la Eneidad IV:



 

 

 

 

Voy subiendo, camino al reino de todas

sombras, flamígeras, humeantes, poso

de almas errantes, sigiloso, fugitivo

de cauce en siglos de condena;

de rito y gloria en hondos, castos dioses

que curvaban mi firmamento; balacera,

por una justicia esencial.

Abrazando mi brotada, joven divinidad

ama, doncella amapola,

de este jardín umbrío, reino de sombras.

Sangre en traza luminosa

su místico sabor sanguíneo,

y belleza suya imantada

por Estigia Tiniebla dama señora oscura

Vine a lomos de un erizo

a fundar solar, y reino capaz

mis hijos caracoles.

 

Förüq castellano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POEMA A LA ENEIDAD V:

 

Venas de la piedra Estigia.

Como lágrima en popa, fondeando,

mi nave, su llama oculta, oscura,

en ribera de Hesperia, cumbre

de Apolo, que hermoseaba Sibila,

alto trono en caverna, de áureo templo,

abría mi porvenir umbrío, bosque,

de Trivia, fortaleza de mi llama pedernal.

Venía Eneas en carro de fuego alado,

cima de rito y cénit,

donde en mito, se esculpe la muerte de,

Andrógeo; Pasífa en febea pasión,

nefanda de híbrido Minotauro;

aquel en laborioso laberinto,

inextricable, surcado, guiado por hilo,

por los ciegos pasos de Ícaro.

 

 

El castellano, Förüq a 4 octubre

 

 

Poema a la Eneidad VI:


I
Adentro el sombr
ío,
bosque umbr
ío,
donde vive y reinar
á siempre
diosa bruma hermosa,
yo, con p
úrpura celada,
en oscuras riendas cinceladas,
avanzo por el bosque de Trivia,
hasta 
áureo, profuso Templo
de Apolo en cumbre de Cumas,
defienden procelosas fieras vespertinas,
de morar en profunda cueva
de Flagrante Sibila, tempestuosa.
Mi esp
íritu en porvenir
indemne, invencible toda lucha
.



II

He venido a tu Palacio,
por las cuestas de abajo,
todo cristal, hermoso, bello, Apolo,
hijo de Zeus;
implorarte yo milenario escriba,
iniquidad en gloria,
mi fuerza,
que implore, que presida mi fuerza,
con, junto la Realeza de Estrella
la m
ás Bella,
y lluvia a glorificar en rel
ámpago,
esta mi llave de palabra,
que prende y abre port
ón,
verdadero en la cima, cumbre de l
ágrima
su reina Oscuridad,
solicito,
otorgues favor y 
éxito,
para desnudar,
su alma bajo nueve cerrojillos
inextricables se encuentra,
destino, y mala rienda, blindaron,
auge en tu fervor dorado pido,
de rama roja como la sangre vengo,
rama de oro vuestra que cercen
é,
y valid
ó mi historia en cobre.



III

Bajar al averno,
as
í trescientas, treinta y nueve,
veces m
ás heridor,
pretendo,
y provoco la furia y ardor,
mi Sol ferro padre,
derrita y extienda
de sentencia mi vuelta
a la Tierra Numinosa,
mortal, caduca.
Mi coraz
ón helado
ofrendo,
se complete mi empe
ño
digno a cobrar mi osad
ía.

F
örüq castellano Escriba Escita a 6-10-2020

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sed de flama:

 




Sucumbir de gozo en tu yermo arcano,
suspiros complacientes del fuego f
értil
que yo am
é, sobre estos cielos
y su brea luminosa, atisbo sien precipitada
en se
ña de nueva siembra,
azar veleidoso pla
ñe
respiro sin estrofa,
ni quietud bastarda,
flanco 
áureo, diestro, ambivalente,
acompasado, todo es en parte,
parte es del todo desliz oxigenado,
dar vida a este claustro,
espectro ante la luz sonando,
l
ío meloso en ciprés silente,
es por siempre, nunca m
ás crascitado,
suave nube r
ígida,
dioses qu
é estaba pensando,
fuelle sin ventisca solar,
luna de encaje
a florearse superior de todo mayo,
oh servil entrega diestra,
luna, por cu
ántos te conocemos familiar,
todo env
és de hoja dice
que desde ra
íz en tierra
todo grita y trasciende en vil silencio
renombrado end
ógeno como sola voz
de mi hada que ya ning
ún siglo más considero
externa o ajena a ser de incumbencia que ata
ñe,
ay dulce tormento
final sin comienzo desplegado,
en vilezas, sienes, desmanteladas,
y su trino que cierran,
a color.
Un tatido, como vagido indeleble,
conciencia presa
del saber que quiere,
que degusta,
todo comienza
donde acaba la nada,
principio sin causa vengo a exhumar,
encanto en una vil lata conservas,
yesca mi hoguera amo y me gusta lo que me gusta,
soliloquio confinado,
tierra, materia a Tierra.
Fuente traicionera
es mi sola premura,
voy al barbecho dolido
mi encausada suerte,
lindes quietos, afaman
al perdig
ón viajero,
es mi rifle,
es mi arma,
es incombustible flama,
mi poes
ía dama,
alma con alma fiel, enamorada,
piel de su piel,
sangre granate
  al rubíexcelso,
por extenuar,
vid de vida, honrosa Quimera,
Ferento acoge sin p
érdida,
solar extenso, mi hoja quieta,
virtud so
ñada, estameña,
alma con alma sin dolor,
beso en este sortilegio dispuesto,
un son de grillo y volv
í a renacer
un verano angosto que me ced
ía el paso,
cepa de vidita que advierto
a vidas de un d
ía
que inspiraci
ón en campana
no revierto,
ni a envidia la disuelvo,
relente febril
de competencia sin compostura,
como flor sin agua acaso era,
entre corona y candelabro me marcho
como tierra en el viento me marco,
como locura de amor, cargo mis versos, apunto y disparo;
ya lo dije,
en este r
équiem por la tierra olvidada
clavo mi espada,
ojo de tierra me observa,
y mi aura embelesa,
amapola de runa valquirja
bueno soterr
é la desquicia,
coraz
ón en el agua,
pudo ser de la lluvia,
riera encumbrada,
clavando el destierro del abrojo y su breve antolog
ía,
del que sabe que el tiempo es para construirlo,
proyecto de la bruma gris,
fue clavar semillas en el coraz
ón del sueño,
y su batir en vuelo de la polilla de cemento,
yunques en la tierra
que soy de mi pluma herramienta, eterna azada,
para ser de tierra nueva
sangre que exclama,
que mi sangre es de Sol.

 

Förüq

 

 


 

 

 

 

 



 





 

Yo soy el que escribe su historia

Eres t
ú mi amor
Solo hay fronteras
en el mundo;
No hay fronteras
en el papel;
Tengo versos en
el bol
ígrafo quiero
fundirme soy el viento
Soy el eco de tus latidos
yo soy el q. vive en tu mirada
Soy el tiempo
Soy el espacio
Soy tus recuerdos
Soy tu alma
EN MI LIBRETA EST
Á EL MUNDO
YO SOY SU CREADOR

 

 

Poema a la Eneidad VII:

I

A través de las oscuras llamas,

del inframundo terreno,

arrastro infortunios y sucesos caducos.

Como fiero hierro al candor de yunque.

Voy rumbo a abrir las puertas,

sagradas, con fuerzas y valor,

arriado, de hijo que soy

del Soberano Júpiter,

a espaldas queden mía, todos dardos,

envenenados.

E injurias latientes.

Avanzo mi umbral vivo-muerto,

y su procelosa senda,

que se desdibuja.

Ardiente cual grande, mi deseo,

de abrir portón

en abismo de Plutón.

Que yo, Mercurio romano,

no conozco miedo, ni él en mí habita.

 

II

Los negros cisnes

de Apolo me conducen;

revelados mis arcanos,

en dulces tormentos,

y pesares vencidos;

iluminoso mi destino,

me precede,

adentrar los umbríos bosques,

inalterables del Averno,

mi sangre de dioses rebrota en osadía,

de melodiosa cítara,

con la que entonara ofrendado,

ramo de oro consagrado,

en oscuridad al relucido Juno.

Escucha mi súplica Proserpina.

 

 

III

Jardinero soldado yo,

de toda enervada sombra,

que avelas, y proteges,

a Plutón tu esposo

encarecido, ruego,

que imploraré,

paso y permiso para volver,

victorioso a las auras vivas.

Atravesar tu bosque oscuro,

hasta valle hendido de azabache,

tenebroso,

hendido en Estrida tiniebla,

hija de su madre abisal Oscuridad.

Oráculos y altares me respondieron,

velando mi empeño,

cruzar tus densidades y oscuras, bellas fauces,

y listo, sigiloso volver indemne acontecido.

No hay hierro vivo que mi carne hendir pueda,

ni acero de pecho que arredre a mi Señora Hada.

 

 

Förüq castellano

 

 

Cristal eternal:

Vida que las montañas me respiran,
ra
íz en su abismo de hondo tajo,
aire bonito rel
átame mi destino,
subir
é los montes y cerros,
alcanzar
é mi soberbia
all
ádonde el alba despierta
y el linde vuelve vago,
pl
ácido, ferviente,
sed de tallos
y savias que luz llena,
erigi
éndose cumbres
y cimas de hervores
a la matutina belleza
que anida.
Y en el ser germina,
febril loma desde
ñada
por rizos en apogeo
entre rayos que culminan,
desnuda hacienda ultrajada,
r
ío de encina, cuervo nacido,
por lo que me qued
ó sin decir,
Wotan, Lugh, Morrighan,
ese veris perdida y encontrada,
Dagda, Balar, M
órrigán, Lúgh,
y t
ú mi amada Brigid
Genii locorum dioses ancestrales
abrir este camino,

Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte,

tierra entierra la maldad
sepulta los problemas,

como en tu ser el ciclo

el eterno resurgir en ti cierra
y comienza,
resurgiendo, abriendo camino,
escudo en fuego sembrado,
hueso del pagano,
me deber
án cuanto yo he plasmado,
hierro al hierro,
fondo escueto
del v
ítreo traspuesto,
senda de la idea,
por ellos socarrada,
lucha, cuanto m
áarduo es el camino,
cuanto m
ás se  abren las pruebas
m
ás se hinchan las fuerzas,
s
ólo vencer en firmamento,
agujereado de huesos,
siembras que tiembla la luna.
3 claman los Genii Locorum;
que no han muerto, que ni el olvido, puede con ellos,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte l
íbrame del cobarde,
Epona s
álvame del semejante soy tu mala yerba,
Dagda, Balar, M
órrigán, Lúgh,
y t
ú mi amada Brigid poesía,
elevar mi canto
que yo con mis actos
os hago un manto,
Cernunnos comienza nuestra caza,
Candamvis alumbra esta monta
ña centelleando
el rel
ámpago,
abriendo el cielo de nuestra bruma,
tejiendo nuestro amado ocaso,
que jam
ás hemos visto los que vivimos en el suelo,
ahora y siempre se escuche nuestro canto.


Miguel Esteban Martínez García en 22.5.17

 

 

Poema a la Eneidad VIII:

 

I

Clarín entona sin miedo,

repiqueteo de oráculos.

Encender sones marciales,

al ímpetu de Miseno.

Mis ojos alzo, escudriñando,

severa tierra donde crece,

toda miseria.

A los vivos no se permite,

el paso al bosque;

ni laguna del Averno.

Trama de misterios encuadra,

surcarla; y a nívea tierra viva,

regresar.

Encendido el muérdago traigo,

prendido, en ofrenda a las divinidades,

del reino de la muerte.

Brío de lanza es mi arte,

claridad, color abre,

y me despliega.

 

II

Ofrenda erguida en vetusto bosque,

a expensas de segunda llave,

en guarida de alimañas, obtener.

Así encontrar segunda rama rebrotada,

en hojas de cobre,

para una vez cercenada;

disponer la fuerza milenaria,

de la virtud no enseñada.

Dos torcaces vislumbró,

mi súplica gozosa.

Ellas dos fueron guía,

al espino amarillo,

de madre divina,

me condujeron a orillas,

del desierto embalse,

de penas, como recuerdos,

ahogados en silencioso poso,

el codiciado espino, de alto viso,

fulgor dorado, repleto en espinas ardientes,

en llamas.

 

III

Sus hojas de cobre eran,

y poseían de aquel espino,

la sabiduría escrita,

jamás encontrada.

Cercenada la rama de hojas en cobre,

brotó, la tercera rama áurea, con llave.

En oro era su totalidad relucida,

cortada al filo, candente falcata,

abriría el portón,

de retorno al mundo de la vida,

y su luz que acaricia.

Ya en abismo de guardianes errantes,

y almas difuntas,

voy rumbo al encuentro,

con el Creador Universal.

 

 

Förüq castellano Mercurio a 11-10-2020



 

 

DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES:

I

Poeta sin tiempo no expira,

Deirdre palpitando, siento.


Escriba llaga lo antiguo

Deshaciendo lo averiguo.

Deirdre palpitando, siento.


El sentimiento es alado.

Vuelvo en dicha desatado.

Deirdre palpitando, siento.

 

Miel de dioses estado quo,

desangrar rosa es inocuo.

Deirdre palpitando, siento.

 

Poeta sin tiempo, alma expira,

Deirdre palpitando, siento.


II

Crece que late amapola

Su sangre enraíza roja.

 

Este el mío corazón.

Vengo por besar razón.

Su sangre enraíza roja.

 

Vengo al amar, por tu aliento.

Vengo a morder tu ardimiento.

Su sangre enraíza roja.

 

Fosa cava mi azadón,

no era pena era sazón.

Su sangre enraíza roja.

 

Tierra y sangre, la amapola.

Su sangre enraíza roja.


III

 

En horizonte sediento.

Deirdre heroína mi dolor.

 

Hasta llegar a las cimas.

Robé el amor que amimas,

Deirdre heroína mi dolor.


Ven amada, liberemos,

quita cadenas, volemos;

Deirdre heroína mi dolor.

 

Del placer entre calimas

envuelto, pena redimas.

Deirdre heroína mi dolor.

 

En horizonte sediento,

Deirdre heroína tu dolor.

 

IV

Al dulce momento vuelto,
sajara
 aullidos en luna.

De luz de plata igualara.

Yo lobo celta encumbrara,
sajara
 aullidos en luna.

Yo antiguo luz que cultivo,

Vine por beso asertivo, 
sajara
 aullidos en luna. 

Solamente yo grande alzara.

Llevo corazón en ara,
sajara
 aullidos en luna.

De adormideras envuelto,

sajara aullidos en luna.

V

Las hadas gimieron todas.

La raíz grita, perpetua. 

Este amor eterno vale.

El dragón verde sale,
la ra
íz grita, perpetua.

Me nombraron su escudero.

Rama roja el duradero,
la ra
íz grita, perpetua.


Yo espíritu antiguo cale,

amigo del duende exhale,
la ra
íz grita, perpetua.


Leo la naturaleza yerta,

la raíz grita, perpetua.


VI

Ella me lo dice, dicte.

Las raíces gritan rectas.

Las hojas se mueren recias.

El aire asfixia herencias.
Las ra
íces gritan rectas.

Los ríos lloran sangrando.

Las almas duermen orando.
Las ra
íces gritan rectas.

Buscando venganza, sacias.

El ser humano desprecias.
Las ra
íces gritan rectas.

Depredador asesina.
Las ra
íces gritan rectas.


VII

Humano asesina madre.

Todo lo que no puede hablar.

Silencio grita, maldice

y todo muere predice.
Todo lo que no puede hablar.

Este pájaro de fuego.

Habita espíritu luego.
Todo lo que no puede hablar.

Demonio hable, estigmatice.

Que habla en poesía alunice.
Todo lo que no puede hablar.


Idioma de dioses fuertes.
Todo lo que no puede hablar.

 

VIII

Flores aman mariposas.

Como amores imposibles.

Yo alcancé tu alma y tu esencia.

Fundiera en plañir, latencia.
Como amores imposibles.

Y mil veces más ardiente,

vengo anclar mi descendiente.
Como amores imposibles.


Guerrero de complacencia,

el Ángel dorado esencia.
Como amores imposibles.

Sombras luchando su lugar.
Como amores imposibles.

IX

Demonios convertidos ya.

Yo surcaré el infierno yerto.


Y en la muerte traeré ilesa,

amor nuevo, será empresa.
Yo surcar
é el infierno yerto.

sentir que tú serás mi par.

Aunque tenga que destapar.
Yo surcar
é el infierno yerto.

A la creación traviesa.

Escriba con letra tiesa.
Yo surcar
é el infierno yerto.

Esta amapola que canta.

Yo surcaré el infierno yerto.

 

lit. C et sumun canae,

Miles Dei lumen,

Mea unguis timor malum,

Mors erita exora mea.

 

FÖRÜQ

 


I

 

Vengo a destruir mis cadenas, para amarte libre siempre. Como el pájaro a su vuelo, yo, pájaro sin sus alas, para amarte libre siempre. Yo pez cortaron aletas, que no cortaron libertad, para amarte libre siempre. En tormenta tendré el agua, en caricias tendré hoguera, para amarte libre siempre. Eterna del amor quema, para amarte libre siempre. II A esta, la tierra de fuego. Ninfa mía ven, conmigo. Luna mía, sé mi amparo , sea mi abrigo en noches de humo, Ninfa mía ven, conmigo. Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh, Brigid, elevar mi canto al cielo, Ninfa mía ven, conmigo. Fuego que dentro sí tengo, en fe os sirvo como druida, Ninfa mía ven, conmigo. Ya Artús, dame tu fuerza, Ninfa mía ven, conmigo. III Taranis riega estas tierras, ofrezco este humilde canto. Epona diosa silvestre, salva la naturaleza, ofrezco este humilde canto. Que me queda darme fuerzas, en este amor que alimenta, ofrezco este humilde canto. Druida de la rama roja. Muerto-vivo, eterno muero. ofrezco este humilde canto. No habrá clemencia para el mal, ofrezco este humilde canto. IV Este será humilde canto, regio, temblará en la tierra. Claro es, este amor que siento, que de mi alma se apodera, regio, temblará en la tierra. Como soy tu luz y calor, como el pez a su río, es, regio, temblará en la tierra. Quiero como árbol a tierra, y el ciprés a muertos vela, regio, temblará en la tierra. hoy de nuevo como el ayer, regio, temblará en la tierra. V Y la luz que cegará el hoy, va, como la abeja a su flor. Era como ciego mi amor, te seguirá tuyo, grande, va, como la abeja a su flor. No habrá de poder, ni brujo, que pueda separar mi alma, va, como la abeja a su flor. Eterno te sirvo Musa, tu esclavo mi reina Hada. va, como la abeja a su flor. Vigoroso iré en la muerte, va, como la abeja a su flor. VI Dama eterna voy a tenerte, no me desampares Hada. eres mi fuerza en la lucha, nuestro amor ganará avernos. no me desampares Hada. Que nos quiso sangrar vida, y en muerte condenar fiera, no me desampares Hada. Como amapola florece, cada junio en el camino, no me desampares Hada. Tenga que enfrentarme al mundo. no me desampares Hada. VII Diancech sana este mi cuerpo, Genii locorum, mis dioses. Tierra entierra las maldades, como en tu ser el ciclo abre. Genii locorum, mis dioses. Agua riega esta amapola, quiero  cesar dificultad, Genii locorum, mis dioses. Fuego prende eterna llama, esa que en mí, dentro tengo. Genii locorum, mis dioses. Eterno soy, con mi Hada, Genii locorum, mis dioses. VIII Magia creo en tu poder puro,  por la luz dorada mi aura. En letras dejo la sangre,  alma antigua, cuerpo joven, por la luz dorada mi aura. Y demuestra eternamente,  siempre tienes final feliz, por la luz dorada mi aura. En la penumbra yo, guerrero, el cielo se apiadó canto, por la luz dorada mi aura. La luz brota de oscuridad,  por la luz dorada mi aura. IX Para arroparte tu sueño,  porque en vida la eternidad. Condeno al tiempo sea alzado, a sudor y sangre quiero, porque en vida la eternidad. por amarte puro, verdad, no quiero el cielo si no era, porque en vida la eternidad. Conquistando llamarada, diosa aurora se enamora, porque en vida la eternidad. Al río de las almas voy, porque en vida la eternidad

 

 

Poema a la Eneidad IX:

 

I

Todo he previsto,

ya ante las sagradas puertas,

del reino, regiones inferiores,

donde refluye el río Aqueronte;

de todas las ánimas desangradas,

puertas sagradas,

tibian el paso a su castillo,

bordeado en umbrío páramo

de la Estrida,

mis arcanos revelados

del seno la honda tierra,

donde moran sombras sin vida,

ante el olmo gigante,

donde anidan los sueños vanos,

señero a puertas de Centauros,

y la Hidra de Lerna,

la Quimera arbolada de flamas,

Harpías de viborillas,

sangrantes en cabellos.

Es ésta la morada de sombras,

del sueño y la adormecedora noche,

en junta de calladas sombras,

Me presento en vuestros umbrales,

Con quien me acompaña

Leannán-Sídhe Reina señora Hada

Protectora las profundidades abisales,

hija de madre Oscuridad,

y una sed de luz,

Padre Creador de las deidades

existen bajo tu, y nuestro amparo,

vengo a obtener respuesta,

si la muerte no me quiso en su lecho,

debido a qué siguen tormentos

asidos en dificultad,

quién soy sé bien cierto,

y mi poder no ha tomado ni ve, objetivo,

ni venganza suficiente, merecedora tu gloria,

en este Parnaso Olimpo abismal,

vine a partir mi destino en tres mitades,

una mía, dos, para ofrendar,

tu protección, y favor,

los hados están conmigo,

a ti rey de todos los reyes,

todo humildemente cuanto poseo,

no puede compararse

a tu dicha en conocimiento,

nada te he pedido,

solo ofrecido,

he venido a servirte,

y en primera instancia;

ser tu Escribano,

hasta que me enamoren las Parcas,

y abandone todo lado, y frente.

 

Förüq

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


EXTASÍA:

 

¿Qué gritas amada a la noche?
Soledad erguida en muros de cristal,
mi cuerpo sin luna,
mi sombra sin trincheras,
levanta, y grita que no hay herida,
estas flores del diablo,
la verdad todas huelen a ti,
a fragancia esquiva, at
ónita,
desvelada, nerviosa,
como besar ceniza de sol
que deslumbra.
Florida rama, que fluye,
nazco de la boca del drag
ón,
empuja la melod
ía,
ensortija esta vital muerte,
que todo acontece,
somos eco de pluma,
vileza sin escama de s
órdido
silabario,
numen de Valpara
íso,
donde flor y ambros
ía,
es caricia a esencia
de arder metamorfoseando,
desnudez en alma,
y cuerpo en grito de 
último deseo.
Verdad sin flagrantes muros
ni caracolas,
querer alegre,
su prestancia llegada,
cantando a protegerte.
En la guerra y en seno de diosa,
hasta la preciosa luz
de todo infierno,
rijo mi flor sin muerte.


F
örüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

CÚSPIDE AFABLE:


Era suficiente mi esbozo,
y no dije nada,
vivo aqu
í también,
en esta tela de ara
ña y yo canto,
árboles que sangraban,
un casco de verde sien,
y hormigas que asent
ían
y caminaban sin cabeza,
cabezas de pan en agua,
en lluvia de abierta chimenea,
al fragor, de un helor
de cazuela en fuego,
patrullaba, todo de m
í,
penitente y letal,
me acord
é de su silueta,
sexual de paso irrevocable,
como 
última sombra,
de un alma g
élida,
invisible, impronunciable,
me vest
ían los campos de fecundador,
todas sus flores pedig
üeñas,
como mitos y leyendas
alumbrados en real conocimiento,
en destello penetrante,
como un rito funerario,
con vistas a repetirse eternamente,
el campo bajo ella,
y mi taza en labio,
susurro malva en pecho,
y el 
índigo rebelde,
s
ólo era un color,
susurros de dama entre la honda grama,
espiga roja,
o herida en ojos,
oh enebro de invierno,
enroscado arbusto,
como humo azul,
agn
óstico cristal,
donde crece la despensa de la ginebra,
pinturas de flores
en piedras,
me traen tus ojos,
resonando lo perpetuo,
de mi esclavitud de dulce tormento,
escrib
ía pequeño, y simple,
como si la herida fuera imposible,
de pronunciar,
 
todos los lugares
significan ning
ún lugar,
por tanto encontrarte es sencillo,
no hace treinta y un a
ños que te leí,
pero hoy sigo sorprendi
éndome,
escucho tu r
ío de acento,
como perdiz en nido entre el rastrojo.

F
örüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

SANGRA MI ANHELO:


Me cobijo en tu palabra,
yo te hablo, te escribo,
m
ás allá de sombras,
de pretensiones que caminan,
de ciudades que sienes negrean,
hablo de una coronaci
ón,
et
érea, me volvió tu rey,
mi reina eterna due
ña de toda penumbra,
y alarido oscuro,
abre tus ascuas de ojos mi reina eterna,
lleva este escriba por tu reino de labios,
escuchemos el crascitar de cuervo,
bajo horrido nogal,
seamos cuerpo y carne,
vena y sangre,
veamos amaneceres,
 
y tormentas surcadas en nuestros ojos,
como nacen primaveras
 
de nuestros sentires valientes,
seamos r
ío de flores desangradas
en pasi
ón, y rojo corazón bermellón,
mi condena en ti comienza,
y s
ólo en ti acaba,
mi reina, mi hada,
cond
éname a tu vida,
como si tiempo no hubiese,
abr
ázame con tu alma,
que condena y tiempo,
solo es y era volver a nacer,
para volver a juntarnos,
mi amada mi espada y hoja que nunca acaba,
mi amada due
ña como hoy y siempre,
de mi enamorada palabra,
no hay abismos,
ni razones detengan mi palpitar
ilusionado.

F
örüq castellano Miguel Esteban

 

TIERRA MI SANGRE:

 

Afilo en templanza,
esta sangre de piedra,
que me habita y recorre;
caliente manifiesto,
del carmes
í sangrante,
avisto la honda sierra,
aspereza de cultivo
en eral de labranza,
bordean juncos y espartos,
entre cardos se
ñeros,
y tomillos v
ástagos,
jaras y carrasquillos,
en bald
ío sembrado de retamas
e hinojos solares,
hojas de cardos elevan
 
el sabor de anta
ño,
en ribera del Henares,
canta un sigilo de chopo,
y docenas de 
álamos secuaces
siguen y su ceniza cubre
sendero de fin no hallado,
jilgueros, entre gorriones,
un cern
ícalo vigía avisa,
belleza que vive siempre,
a escala se mire,
ortigas y caracol entre tomillo,
alacr
án y araña lobo,
culebra bastarda
 
entre matojos de cerro bajo,
por las torcaces y perdigones de soto,
encuentro un infinito en el mirador del cid.
Paisajes y campos de la cepa de vid,
al olivo de oliva,
que abre almazaras de oro en tierra,
ababoles y daturas,
tomatillos del diablo,
y corrih
üelas,
coraje en flor y vida de gen
y condici
ón, extasía de todo color,
mochuelo en hueco
de encina, a
ños la cuidaron,
rat
ón de campo no ve su final,
como el topillo,
en garras del azor,
oh, sapo de acequia,
y culebrilla ciega,
bajo tierra del barbecho,
incesante b
úsqueda
del tordo y mirlo,
tras lluvia de la sembrada
lombriz de su tierrita bella,
donde todo es libre, y corre
y juguetea.


F
örüq castellano Miguel Esteban

 

COBIJO EN ALARDE:

 

Avanzo mi pecho entumido,
regado en l
ágrimas de hechizo.
Ardorosa dicha en belleza,
acaso yo pido,
cabello oscuro, y terneza
en labios esclavos de hermosura.
Su ventalle contemplaran,
ojos m
íos en alegría de alma esposa,
esp
íritu errante de sotos esponjosos,
y nublos cargados,
en besos incipientes a padre terreno,
murmurio de r
ío pasional,
a tus pies de jara me acuesto,
palabra suave,
amor en mar embravecido,
luz, color, esparcido a tocarte.
Mi astro, mi nota, y mi flor,
suspiran tu beso en viento,
qu
édiremos, si dulzura acaba,
como se oculta la luna danzarina,
peregrina,
que en tu sonrisa me derrama cuna.
alma, ventura,
o muerte en vida,
por bellos, angostos mares,
te dejo mi dulce ceniza,
mi bella, centelleante golondrina.

F
örüq castellano Miguel Esteban

 

Perdurable semilla:

Vivo llorando,
a un olvido que es más fuerte
que toda siembra,
qué piensas hijo de luz,
que naciste sólo,
para volver a tu apagado hogar,
qué redimes,
qué afliges,
carne y materia,
que no habla ni canta,
de un tiempo extinguido,
ni rayos de cielo luminoso, acogen,
luchando contra un tiempo
que no pertenece ni se disuelve,
en manos de arcilla,
ni es más duro que el bronce,
vestigial, te canto,
arriba la espada,
oración en manos de alba,
oh Lvgvs,
invencible al crisol,
lágrimas de cristal,
vieron llover ojos en sangre,
rito de signo azabache.
Raíces del ser etéreo, trashumante,
eternal lustre oxidado,
oh Candamvis,
sube bajando tu seco rayo,
esta noche un noviembre
que te hablo,
del tiempo secuaz,
inefable,
y su filosa simiente,
no vine de barro,
pero barro seré,
hondo sustrato,
en tierra de Iberia,
e Hispania celta,
vine sembrando mi brazo,
no me iré sin trazo,
ni de cabellos en fuego,
ni de ojos en agua,
separarme del latido puedo,
ocaso de mi ceniza no habrá,
ni ala oscura extinta
me sostendrá,
mi sangre que humilde,
vive y perdura,
de campo y monte,
de jara y endrina,
esquiva,
como préstamo celeste
redimido.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

ASCUA SIN FINAL:


¡Oh, luz imperecedera,
luna de piedra, tu sempiterno semblante!
Ascua de sola idea,
canto de perenne madrugada,
voz de hoguera,
escucha mi r
éplica,
a tu comp
ás de alba,
yo canto,
tiembla la creencia,
todo he sembrado,
al letal lecho del olvido,
no olvido su nombre,
ni su inimaginada senda,
me alzo,
cu
ántos placeres presos,
cu
ántos sones blandieron,
comp
ás intransigente de coraje en frente,
abandonar aquella estepa,
nunca m
ás,
quem
ándome en oscuridad,
donde todo nace,
todo crece, ciego albor,
por nubes que lluvia cae segura,
me miro desnudo en la penumbra,
y acontece un fr
ío resplandor vacío,
de esta opacidad que llama,
que baila,
sigue mis piernas f
érreas,
amando aquella sombra,
sin jam
ás entender,
si ser
ía cercana a la hora,
ni si este espejo,
llorar
ía en borbotones sanguinosos,
ni si sabr
ía igual pasados años,
y su letargo confinado,
en mis ojos este dolor,
no sabe igual,
si viviera en los tuyos,
ay si el infierno me suplicase,
todo lo sentido,
ser
ía más que flor de intelecto,
ay, si desnaciera el dulce tormento,
no ser
ía ni acaso,
el que habla,
todo cuelga de un alfiler,
camino l
íneas,
siembro agravios y se
ñales,
vuelos de f
énix apagado,
la soledad me volvi
ó a ver,
a resquicio tenue, veloz,
re
í y en temple 
m
ás afortunado no se rigió,
seis mil millones de rostros,
seis mil millones de mentiras,
qu
édebo hacer, algo equivocado,
sostenme aparte,
como quimera de piel y verso,
y solitaria llama de encanto.


F
örüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 

OSADÍA EN CLAVE:



Venga, venga cantando,
la sola idea en hoguera,
del oficio que arde,
su desquicia alada,
de campo yerto;
que por yerto no es campo,
si no hondo cementerio
de acristalada secuaz, idea.
Eco ciego de pur
ísima imagen,
crascitaba mi tiempo,
quemo el pensar,
era mejor que
 si luz,
no hubiera visto.
Sonaba ya una
 matinata,
del alba nocturna sin calzas,
ni categor
ía difunta.
Como estancia de estela breve,
sin descorchar.
Reinaba un hueso de luna,
descalza de un noviembre
 
que
 lloraba nubes, y agravios,
penas y tormentas en flor.
Traje de bruma,
sombra en agua de se
ñales,
en tierra y sus tordos,
escarbando en busca,
de lombrices
 azuladas;
de ideas que prevalecen,
como venas de senderos,
como laberintos
dando vueltas a la peonza,
del mismo asunto,
sin vida, sin embargo,
era bonita idea,
por la que morir sin pensarlo,
sin crueldad acrisolada,
ni mentira sin conocerla verdadera.

Förüq castellano Miguel Esteban

ODA AL RÍO MUNDO:

De un mar de tierra
que t
údesembocas,
que raspas sus siglos afligidos
de volver a comenzar,
como pla
ñía la eternidad azogada
en verdes espigas,
y senderos verdecidos del inmortal forraje,
cuna de mis erizos seculares,
y orugas de hojas recias,
desde el caracol jud
ío blanco,
al cerro bajo,
haces llorar el alma de belleza
que contigo Mundo juega traviesa,
siglos solariegos
entre juncos de tu extensa rivera,
h
ábil tenaza del cangrejo cosechador de tu agua,
vienes que sublimas mi esencia
volandera, entre surcos de tu inmensa
hacienda de toda idea,
esp
árragos trigueros tu orilla en sombra
de boscaje ofrenda,
rito y culto a lo ignoto de tu belleza evidente,
Oh, r
ío Mundo,
ruedo tus acequias que llenas,
cobijo en respeto, tus barbos cobrizos
y carpas doradas,
arteria y vena del terreno
desde tu 
álgido nacer
en Riopar,
paradigma de chopos amantes,
y cepas de vida,
desnudo mi canto
te ofrendo
en comp
ás de arraigo a mi tierrica bella,
castellana,
que se alce mi voz desde la encina erigida,
hasta un comp
ás en cumbre
donde tierra nace,
y ra
íces gritan de su silencio sediento,
oh, Castilla cantar
é extasiado
a tu saliva,
y l
ágrima de belleza
en tu horno de espejos
del r
ío Mundo.

F
örüq castellano Miguel Esteban Martínez García

 

 

 

 

VOZ DE TU PRELUDIO:

 



Eran dos voces,
se quer
ían ambas entre
dos labios,
eran como azules
 
sin helada madrugada,
una sangre agitada,
s
ídentro de la noche,
se deslizaban como espinas,
entre flores 
álgidas,
melod
ía de perro afónico,
y luna plena,
fugaz melancol
ía,
era la voz hembra,
el brillo se conjugaba
de secuaz beso n
ítido,
rostro en hora,
giraba flotando como fantasmal,
s
ábana de anhelo pertinaz,
un valle estiraba y tus gemelas,
reflejas piernas, bulle y besa,
hondo antepasado de diente afilado,
y lecho de abrojo,
arcaicos deseos se conocieron,
bajo mar y hondo terreno,
beso de intimidad sola,
de extenso horizonte,
derrumbado el s
ótano en luz
que amuralla,
poniente de carne de cristal,
y pluma en abanico llameante,
labio de quietud ,
escarlata hoguera por ocaso
del lobo mesetario,
que buscaba luna y entabl
ó,
del cielo regia sequ
ía,
silencio que oigan,
dos voces puras,
se quisieron,
sin forma anhelante,
como el poder nunca pudo,
y la creencia,
sin exacta ciencia,
sab
ía que impulso no dispara
tres veces ni a rev
és,
tiene, ni blande retroceso.
Oscura m
úsica que en perpetua,
sinfon
ía,
soledad cantaba,
su silencio de cristal.
Y tierra levanta,

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 

VOZ DE TU SANGRE:

 

Gira la rueda de bronce,
alma de esp
íritu yerto,
mece ra
íces de este corazón virginal,
me ba
ño bajo tierra 
en tus n
íveos, áureos, labios,
ojo de tierra viese apuesto,
pies desnudos, sobre musgo,
y serena escarcha, en sangre de piedra,
eres agua de 
áspera, y plantada orilla,
cumbre, y ascua,
de mis ritos, y plegarias.
Agua sobre mis ojos
inaudita, inconcebible,
pu
ñado de tierra de estrella en mano,
como p
ájaro y charco en mis ojos,
ruido de sue
ños aleteando,
intranquilos, insumisos, dirigidos,
c
ántame el nácar de caracola,
como si de tu boca bebiera
su extas
ía húmeda, alimenticia,
respirar al fin en tu pecho,
aire de sepultura,
de hojas mi noguera,
no me abandones, mi sue
ño en tierra,
s
é como el forraje, que nunca se fue,
y Ostara despierta en verdor,
huella en l
ágrima, tu deseo afilo,
lo 
único sello de sollozo,
o sangre de tierra,
eterno secreto de este coraz
ón vivo,
que ya no es piedra de r
ío.
Enlaz
ándote deseo, discurro,
mi entra
ña de hinojo,
y el an
ís de tu saliva,
mi zarzal de sierpe indemne,
humedad en ceniza 
única no pido,
rayo y destello en triste candelabro,
corona de caracoles agita mi frente,
d
ébil poniente de la flor de Odín,
cal
éndula junto el silbo lascivo me precede,
ardiente mi danza de pluma,
último relámpago en vida,
viste mi desnudo,
arribando y lamiendo,
tu caracola sonora,
d' esta eternidad disparada;
que me acoges.

F
örüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

EJE TU SENTIDO:

 

Yo soy el que escribe su historia, 

desliz encadenado, 

eres tú mi sanguinoso humor, 

en ascua de destello infinito, 

destino eterno, 

destello eterno 

en aras de mi prestancia, 

oscuridad es destello 

eternal, 

No hay fronteras en papel 

ni alma ni éter de escuela 

que dicta, 

no hay murallas 

en la mente que te piensa,  

otorga, 

sólo hay fronteras 

en humana cárcel, 

tengo versos en mi tintero, 

estoy fundiéndome, 

soy el viento, 

soy su humo que te lleva, 

eres herramienta, 

soy el sonar valiente 

en eco de tus latidos 

confesos 

por cumplimentarse, 

soy el sino, 

soy Parnaso devorado, 

vivo en tus ojos; 

allí me anclo 

a tu perpetua voz, 

por la que desnacer, 

en bruma siempre gris, 

tiempo de ayer, 

vuelto presente, 

raíz de recuerdo 

en tu alma, 

en mi libreta está el averno, 

que se eleva paraíso, 

de tu sombra en verso, 

sí soy tu alma, 

y en mi libreta está el mundo, 

yo soy su único creador. 

Mi oscuridad sempiterna.  

 

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

MORTECINA SIEMBRA DE VIDA:

Oh, esto es la cama,
o lecho de mi verbo,
eres t
ú mi alma,
arma piadosa, secuaz
 
de un submundo de plomo,
si las olas no te trajeran espuma verde
de vida lisonjera en precipicios
todo cantiles de idea sola,
toda peces como piedras roderas,
frot
ándose en la gravedad,
del cielo purp
úreo,
que llam
é cumbre,
ellos p
étreos, anidaban en copa
selvajes de altos 
árboles,
aire que me quiere,
como pu
ñal pretencioso
de mi forma asentada,
numen de flam
ígera luz,
como orna del sentimiento,
que arrastro por los siglos
que ni me crearon, ni alzaron,
de silencio roto,
s
ólo se prestaron como barcaza de travesía
por la 
última y primera laguna Estrida.
Desnudo mi destino,
frente tercer orden todas las cosas habidas,
ofrendo en sacrificio,
alg
ún apóstata lo dudaba,
mi muerte no acaba,
ni hurga el rel
ámpago,
hondura en pecho,
hablo al vertical cielo,
de espanto celeste,
mi cristalino sol de negra rompiente,
en coraz
ón no me cabe,
sostengo la mudez marchita,
en mi sombra,
espalda de Ca
ín,
capataz del brillo primero,
sangre mi esp
íritu de Mercurio
en l
íquido azabache,
sangre en hoyo
de este pu
ñado de tierra,
en agua color de piedra peregrina,
zarpando su hemat
íe,
oh, piedra de sangre,
fren
ético rojo bermellón,
granate, obscuro druida,
todo destino, vestigio
de eternidad en cerro invisible
en seco y 
áspero movimiento,
que ni el mortal inmortal,
encauza ni domina.



F
örüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 


 

 

 

 

Palpitar en oratoria:


Sumergido en la línea de la noche,

halle donde me halle,

la parca senda del horizonte,

encumbradora persiste,

avanza, y subyuga,

miedos vueltos simientes,

en esta orilla, donde el olvido,

no se construyó,

donde encerrar tormento asido,

de mieles soporíferas,

de momentos tenues,

dulce sabor de sombra en idea,

a un día de eclipse,

total absolutorio,

oh luna sempiterna,

repleta con mi miedo,

cruzada suerte,

en tu secuaz traslado,

consecutiva de ganas mordidas,

era tu sopor, un halo presidiario,

una cuartilla en marcha,

un aliento de vida por siempre,

hálito fugaz, oh voz de montes,

y cielos extendidos,

no volveré sin ti,

nunca, de nuevo,

mi corcel celeste,

mi Pegaso sentimiento,

arrullador, vestigial de signo,

y herrumbre,

empuño mi filo de espada zorro,

en esta eterna noche,

del espíritu azorado,

y su enemigo tenebroso,

señor niebla,

y zozobra de crespón en alza,

por este páramo,

de embrujo a la piel de luna,

y ardiendo un calvero,

su densa lágrima,

de mujer imperecedera,

jadeo ardiente,

su destelleo de cabello azabache,

no retrocede,

ni vivirán mis labios sin su sangre,

letanía excelsa,

dibujan sus pies de jara,

de su desnudez tibia,

y lluvia de sus pestañas sin obsequiar,

diosa de hoguera en lecho,

y reina de este devenir sangrante,

florecen ya tus manos,

vivirte poesía,

es servirte Musa oscura,

belleza,

es tener tumba abierta,

para todo sueño,

nitidez en visión,

porque no te suelto.

 

 

 

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 

El envés:

Agarrado a un rayo de sol,
 

cogido de su luz que hermosea, 

que llora las flores del cielo, 

luz diluida, resplandeciente, 

bella, bella en la mañana 

y obscura de luces 

que previas cayeron apagadas, 

retratar pudiese 

mi alma, 

por cimas y candores inusitados, 

retratarme dentro de tu esencia 

sin caminar más solo, 

nuestro dolor, 

huerto y redil de astros, 

parecen tus besos, 

transcribo para sentirme 

como la centella tu universo 

que gira para volver a su lugar, 

deseo vil, que no me sucede 

ni me abandona, 

pegado a tu mar de astros, 

y lenguas de olas fugaces, 

oro en tierra, era ver tu hermosura, 

como rosas de Galatea, 

que en tus muslos caminan, 

y sí, amada, 

soy yo, 

en tu campo, 

de sentimientos presos, 

allá donde la lluvia de caléndulas 

me derrame, 

quién pudiera ser 

sencillamente mortal, 

errante hierro, 

sangre de Sol, 

ni osar polvo de estrellas, 

ni tierra en lecho ni aljaba, 

vida musitada del agua eternal 

que te abraza, 

ojos tuyos de estirpe 

en mi recto cuerpo, 

nocturnal, 

y durazno en rama 

sin ver llorar, 

ni a sequía deslumbrar, 

tiempo, milagro de ser, 

en ti a retazos, 

gota indeleble, 

antorcha de guerra silenciosa, 

para recordar allá, 

donde estuve, 

que fui siempre 

y por siempre, 

quien quise ser, 

conciencia de lluvia, 

oh poesía, 

abrazo mis recuerdos, 

ya sin hojas, 

utopía de muchos, 

fragor de pocos, 

trae cariño tu viento, 

yo lo cargaré húmedo, 

de Aquilones, 

pájaros de la noche, 

en verde paisaje vestido, 

que trepan las escalas, 

donde el sentido se hace palabras, 

y escritos a la diosa Aurora, 

que a la mañana siguiente, 

renace.

 

 


Förüq castellano Miguel Esteban

 

Ababol sangre de tierra y de sol:

 

Ababol, oh tu carmesí sangrante,

oh tu sangre de Sol,

en brea de pétalo flamígero,

sordo me alzo yo solo a tus cantos,

por sembradas frentes,

acoges tu belleza encausada,

rizada ascua gimes

de la tierra al cielo los castos dioses,

en la altura los montes

a la cumbre de sembrados árboles

anidados, repletos de peces.

Monumento tú del yerro,

y tu rivera a mi izquierda,

impetuoso me alzo

desde tu desbordada mar de tierra,

al río en rambla,

de Júpiter complaciente,

príncipe y rey tú,

oh, gran olvidado linaje,

caudillo orador de los vientos,

rajas el ocre

de tierra impune que mi Noto,

muerte no teme;

lámina de bronce mi pecho,

qué clase de muerte

tú difundes y apremias

como divinidad en coro de Ninfas y Sátiros,

mis ojos, sin lágrimas, vierte.

Oh sola belleza tú,

amapola venidera,

augur de cuanto he sembrado,

Ababol sonriente, Vestal en llamas

iridiscente,

por Helena de refulgentes estrellas

por cabellos,

derriten todas mis arañuelas,

Padre de los cielos,

Padre del viento, acoge mi fiel ofrecimiento,

en este atrio castellano.

 

 

 

El Castellano

 

II

 

Amapola, vestida granate,

tu sola sangre de tierra,

desnuda como el cobre,

de tu rayo en luz de Sol,

mismo amor afliges,

en paisaje que tu belleza no vence,

rindes auroras en tus pétalos suaves,

río de tu curva,

y montaña de labios ondulantes,

día en tu cuerpo frágil,

escucho tu voz como sangre circulando,

del Padre Astro,

rocío que en tu seno de amapola,

observo,

tu calidad de espejo,

y sábana bermellón,

arrullada,

tu ternura inocente,

como álgido vuelo leve,

sobre ras terreno.

Tu voz, que me enseña desde los trigales,

a los cerros advenedizos,

siempre tu rojo,

que en mi corazón existes,

como azul de mares,

sólo tú escribes a la sangre,

de mis sueños,

¡Oh, ababol flamígero!

¡Sangre y sed de Sol!

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

Elogio de tiniebla:


Solamente solo,
entre dones de piedra,
y murmurios de desierto,
sequedad de dunas,
y arena de alguna luz distante,
verdad cabalgada es estallido nocturno;
destierro con llave,
las puertas del reino tenebroso,
oh, ángel de metal,
inquirir muerte contra yo solo,
pensamiento, o, porfía,
tiento en venas de alguna espada,
levanta cielo,
mi póstuma ceniza,
misma calidad de sien de luna,
atravesada,
para que mi ser pese sobre terreno,
valerme quisieran siglos de pólvora y verdín,
quedarme sin huesos sobre el plomo,
y los muros d' esta sombra,
fortín de futuro,
y sueño reverdecido,
buscando estoy mi camino,
de pulmones sin sangre asfixiada,
ni alumbrador rayo de instinto seguro,
golpe de vida en claro, oscuro,
ser pobre de cantares ávaros,
y necesidades neutrales,
canto del río a la pena Estrida,
glorifica, mantén a tiento niño pedigüeño,
oh, frontera tu curva,
estaba yo muerto,
sí, enseñanzas de la juventud.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

Alzado Hipsípila:

 


Hipsipila.
 

Fuego y sangre,

de dragón volador,

crisálida azogada,
reflejando su muda,
y a su due
ño abandonarla
para ver l
ámina de cielo emplomado,
lejano y distante su reino de amor est
á.
Como su princesa por capturar,
el p
ájaro único, igual a todos,
blandea en estiaje gris l
ánguido.
Mientras llueve en el jard
ín inglés,
bru
ñido su color añil.
Vientre de hierro;
donde crece su flor de difunto.
Vaga lib
élula destinada,
al estanque de la vida eterna.
Camina, difumina, rige su cenit.
Viejo lobo reclama,
a su enamorada luna.
Que le lleve,
tordo, de la oliva tu fuste,
junto con el c
órvido tesoro,
de nueces,
el duende su pipa humeando
El esfumino del sonido del grillo.
El reposo de Castilla;
sin preludio, de su princesa,
que no amar
á su tierra,
si no a su Hipsipila, captor de su vida,
alba m
ás preciosa;
que su anterior atav
ío triste,
mira los ojos de zinc, de su drag
ón,
y la magia vuelve a su Amor.,
f
úlgido insecto; primero en descubrir,
el estanque y al beber,
drag
ón tornó su ser.
Ahora le vendr
á el reino,
de los valerosos hombres,
él con ojos de fuego, y sangre,
mimetizarse puede, y en voz,
deslizarse, f
úlgidas cabelleras;
cual hombre del norte,
nada le oculta a su princesa,
que ya m
ás no quiere;
 seguir sus tareas de castillo.
Ella quiere casarse, con su drag
ón locuaz,
inmortal, que le guiar
á,
al estanque, de la vida eterna.
Un pensamiento divaga,
del ser en que ella abrir
á,
el albita de la cuerda.
Del grillo que marcar
á su son.
En viol
ín y oro caracol.
Con siniestra forma de coraz
ón.





II

Vagaroso se deslizaba un otoño,

que siglos no recordaban,

su plomo de idea,

y su sangre de savia erizaba.

Lloraban dioses a la entrada de la puerta terrena,

Ostara protegía a su hijo Hipsípila,

le arrullaba, él en dones terruños relucido,

era encargado y capataz sus superiores,

a su castillo llevaba que sembraba,

toda simiente hasta del más recóndito,

umbrío albor.

El reino humano, no entendía su don

y le denominaban, capataz del demonio,

él encontró y amó una princesa,

que erizaba todos sus vellos y filamentos,

de dragón volador,

la llevó a su castillo olvidado,

y en rito la desposó,

enamorados, la armonía, sembraron,

en envidia, y recelo por lo que no entendían,

todo humano se alzó en rebelión reclamando

la vuelta de su doncella princesa a su tierra del norte,

todos los pajaritos del castillo de Hipsípila,

trinaban y crascitaban Hipsípila,

siempre vivirá como vigía su padre Sol,

el dragón mortal-inmortal,

preocupado por el edén su castillo,

se acercó a preguntar al tejo milenario,

aguardaba el bosque umbrío, 

de toda sombra nacida,

llevó a su acompañante protector, cuervo Förüq,

posado en su hombro derecho.

Sólo una pregunta mía otorga respuesta 

a vuestra consulta,

Hipsípila,
¿Cuál es el nombre más antiguo conocido,

con que los primeros hombres,

refirieron al grajo negro, de nocturna vida,

y plumaje azabache, que moran en nuestro ramaje?

el cuervito en hombro de Hipsípila, lo sabía,

por ello sus padres le pusieron ese nombre.

Förüq apretó sus garras en hombro,

y le crascitó a su protegido,
mi nombre es estirpe y linaje referente a ese p
ájaro

misterioso, el tejo de runas pregunta.

Förüq respondió Hipsípila

al tejo milenario.

Respuesta correcta,

debéis despertar al tercer reino del umbral,

tomar la llave para lograrlo,

la cerradura se encuentra,

en el estanque la vida eterna,

al final, como conoces,

del bosque de la sombra y madre tiniebla,

allí escondió el cerrajero universal Hierro,

la cerradura despierta al tercer reino 

todo lo yacente difunto.

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

El castellano

 

 

 

FINAL

Sanguinoso, solícito

   LLego desde la fúlgida sangre, desde la espiral, enterrada en lo más profundo del corazón de la tierra, desbordadas van ya mis venas, que...