RIERA EN RAMBLA DE FLORES DESANGRADAS POR ATARAXIA
PROYECTO:
Lira es un tipo de estrofa de cinco versos de la métrica española e italiana, compuesta de tres versos heptasílabos (siete sílabas) y dos endecasílabos (once sílabas).
7a, 11B, 7a, 7b, 11B.
Lira:
A Musa
Todo lo que descubro
aliento ciego, bucólica siembra
como esbozo elucubro,
abre rayo, desmiembra.
Cercenada estalla, ella, brotada hembra.
En sangre de limpia agua,
carmines me recorren, eres mi hombro
un postrero abre fragua,
de mi sino un escombro,
quiero regar la vida de este combro.
Engarzando yo, quieto
ella el iris de mi bella natura
brilla en puente Himeto
desde ojo que aojo cura,
suerte, que labrada es sangre que apura.
Hoy campos son de endrina,
para ser retozo que cruje solo.
Desnudar de la encina,
hoy olvido logrolo,
pero a ella con un rolo trina el piolo.
Libre por ti soy, ardo.
En rambla sin ribazo de secarral,
por transeúnte cardo.
como raíz de parral
esfumo, alcanzo, sones de su fractal.
Mis astros que son santos,
obtusa furia que engulle impelida,
prosigue, consume a tos,
destapa desvalida,
de toda la tristeza que invalida.
Hasta que engulla esta enorme
sombra que sigue procelosa, rauda
el siglo engasta fome
mi silvestre alma escuda,
te hablaré alto, como el amor exuda.
Sin directriz, ni engaste,
porque mi carne no tiene baraja,
hoy clamaré desgaste
mi ataraxia cuaja,
que cegaste tuya. Mi dama graja.
Desde rejuvenecer
que gasta emblanquece por cielo extenso,
Sueño del resplandecer,
hoy no bastó lo menso,
sin solitud desaprenso, repienso.
El Castellano
II
7a 11B 7a 7b 11B
A Agrosfo
I
Traigo de mi alma en fuego
incrédula, extraña poesía runa,
al capítulo llego;
de tierra, viril luna;
seco abrojo regio, cumbre que ayuna,
II
Habitado tras yermo,
con mis sentidos inermes postrados,
llana música en termo.
Mi Virgen seduce hados,
brazos aguerridos amancillados.
III
El silencio esquilmado
escondido de mi alma traigo hendido,
vislumbra trazo arado
solitario, nacido
sangre, impía herida yaga henchido.
IV
Traigo soles difuntos.
Melancolía hija, el siglo enajena,
alzo, beso mis adjuntos;
sin honrosos entrena,
lucha diaria enajeno en cuarentena.
V
Al pie de soto llano,
viperina sierpe de frondosa era
aspereza abre plano,
placer dioses quimera,
todo es bruma siempre gris la espera.
VI
Esfuma lecho real
de sangre gualda disputada grana,
mi directa pluma lean,
nimbo mis astros cana,
en sonrojada pupila mi lana.
VII
Misterio, azar o tinta
siderales ensueños, envanece,
avanzo, yelmo pinta;
arrepiente, fenece
piedad aflora yerta, no perece.
VIII
Ante Lugh no se humilla,
apego mi faz ya desorientada
cuarteada sien cepilla
mi jofaina aplacada,
mi semblante pardo no cambio nada.
IX
Fervor sí, prendo fuego
desde este sueño de orgullo reseco,
Indefinido apego,
sin rastro yo la checo,
con puerta florecida llaga mi eco.
BONUS: (Rima y métrica libre o blanca)
Custodiada por los mil alacranes
que puridad cuida,
por los Suelos
¡Levanta la frente!
Y de placer sucumbe.
El Castellano
OSCURIDAD GERMINA
A Obscuridad
-Nec vincere tenebras, et amat,
Oscuridad no se vence, se ama
I
Azar disuelto en viento;
vienes, te lavas las manos soturnas,
ensuciando te siento.
Grande en horas nocturnas,
mi potencial en horario alas diurnas.
II
Cuestan más, especias
que el guisado en resultado en finales.
Traje de brumas necias.
Sombra honesta en turbiales.
Granate lustre postrado a venales.
III
Jamás vendido al postor,
por mis colmillos guerra al error ido,
acrisolado impostor.
Voy por hervor florido,
y lunas en alabastro gemido.
IV
Es un son de los grillos.
Acaso se requiere don de gentes.
Redil de carrasquillos;
hematíes dementes;
acequia de almas o entes relucientes.
V
Crisol, hervor de soles.
Lucen lunas gimiendo en alabastro.
Indemne como moles,
yago, yace en mi castro.
Brilla mi malva rosa, ¡Fulge!, mi Astro.
VI
La banal inmundicia,
anisando lo habitado en espejo;
ayer de hombre en malicia,
dicha, uno, dos, despejo,
tres, dolido, la rosacruz no alejo.
VII
Con besos por espigas,
y ángeles soterrados, sin vilo;
ya lo digo, no digas.
Hermana negro hilo.
Autocomplaciente la flama afilo.
VIII
Esta acequia rutila,
y ángeles soterrados, sin yermo,
malva salvaguarda, hila.
Estira aliento, en Lermo.
Mi sed en galego alzado digno ''ermo''.
IX
En el patio su araña,
suya su corona por candelabro.
Se siembra, tiesto apaña;
su saliva yo labro.
Sangre de ámbar atesoro, le jabro.
Serventesio:
Estampas de la sangre resplandecientes,
granate su sangre encumbrada, son venal;
sentido alerta; despierto los lucientes.
Sin bombilla 💡 en sótano de luz, el penal
Entre fauces brillantes adjunto abrojos.
Rebrote de oscuridad en el arañal.
Alguien ya vendrá por mis áureos añojos.
Epodo:
Caldea, hasta rebullir. Yo arrostro antojos.
Avengo eternal raíz; disparo aojos.
El Castellano
Reflexión:
A veces dentro la oscuridad;
a veces dentro de una luz.
MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
VENA DE LOS CIELOS SOTERRADOS:
Alas en bronce proclamo,
desamparo magnánimo, con hexámetro en hierro dispuesto,
a mi izquierda el peso de sus argentas plumas.
Áureo filo insondable, una ventana;
con casa de caracol en espejo rotundo,
su dorado desliz, me labren,
al paso y avance de mi póstuma;
un encaje de mis vellos en pecho
tapiz inabarcable, voy derecho un vuelo suplicante,
ramilletero ciego, oficio del impalpable
tesorero soñador,
como unir dos flores y besar el suelo tejido
por flores del cielo.
Sempiterna ella mi luna de acero.
Arranca todos mis hierros.
Versátil como si arrastrara una trilladora por mi pecho;
mis hierros esos yunques que llevo en la tierra de mi corazón.
Suplicante abre un repecho, digno, servil, de cuanto he profesado.
Heredero yo de todo lo que he servido.
Esperando me devuelvan un día
lo llorado por mi sangre arriana.
Entre súplica y ruego encontré un solitario anhelo como poderosa parra
que tierra jabra.
Hendía, profundizaba negra tierra, de oscura sangre, una raíz cromada revestida.
Como cuchillo, de hondo mango.
Hablé con el tiempo.
-Me respondió su mitad acuartelada.
Su vena en aire todo filtra,
nada corrompe, es una victoriosa siembra divina.
Osé caminar nueve kilómetros,
para adentrar el baldío secarral de mi yermo.
Encontré que coseché quinientos gramos
de campanas de adormidera yertas,
Pero repletas de simientes sostenidas,
Hoy la tierra guarda su segunda muerte
Esperando germinar más muertes en color,
Y sus alfileres, sueño de las ninfas y hadas.
El Castellano
Claman verdades de la tierra
por nacer y resurgir
la quietud estameña,
sobre la misma tierra
el eterno ciclo de la vida,
como traje de la mujer soñada,
muerte en memoria hilando recuerdo vano.
Resurrección como caminillo de hormigas
por la soberbia de la simiente al albor
de sangre sin condición.
Yo soy por siempre
miel de infortunio desaconsejado.
Así como dura sonrisa y guiño besado.
Al azar de la existencia
efímera esencia del crepúsculo más sonrojado;
apellido y nombre que nada representa
como resplandor de la centella
vil chisporroteo sin sonar,
cargo el silencio y el infinito de mi verbo
a lomo de frialdad en escama
resopló en la montaña sin nombre
latido de mi húmeda lombriz azulada,
de mi tierra que jamás tuvo dueño
latido sin final
agua de manantial núbil destelleo,
va girando mi vida por enraizar
yo soy siempre
sendero de sierpecilla inútil,
con el manto de su desnudez violenta.
El eterno comienzo sin final
aullido del viento, arena en una gota de lluvia,
hoguera crepitando la tierra del volcán.
Río que acaba y resurge del mar,
ese soy yo siempre por despertar.
El Castellano y Leannán-Sídhe
14-1-2019
Hoy las fuentes bullen
los ríos desbordan
las vidas dejan sus grises
de invierno y sonríen
al alba de la lluvia
que toda vida mece
sal al jardín ayer sembré mis ojos
esperando que la tierra fuese sangre
las raíces mi boca
y la planta mi cuerpo
para con longevidad imperial
llegado el momento
decir de este jardín yo no he muerto.
El Castellano y Leannán-Sídhe 14-1-2016
Sin luz late brillante oscuridad 13-1-2019:
Danzo totalidad atribuye al menos todo
empeño en horadar propia sombra esquilada,
finalidad de sentir en la carne
frialdad de su negror,
que siempre asigno me ama.
Danza mi tristeza gemela,
un sopor de ángel sin estrella,
aplaca ella
monótona nota desangelada,
gravita torno cerro musario
donde mis espinas brotan
del fango fragoroso como branquias,
alborota mi fantasía de respirarla.
Lecho rápido dinamitado,
voy por fecundar tercera secuela
que arrostra mi trazo,
por ventanales de alma profunda y sus mares,
se note de ella su azul altísimo,
encrestado en figura su polvillo,
y mi viborilla secunda al azar de nueve puntas.
Espuma gire la manecilla
de su abismo,
e indulto displicente suene,
moviendo montes,
deslizando inmóvil el sueño del cuclillo del trece
afilándose este enero,
con abisal mirada,
y su insignia jamás aplazada.
Pugnada, conjugada cual veleta fija
a brillante sol naciente,
sin columna
ni designio que aplasta
su cuervo ahogado
bajo precipicio intransigente
opaco rostro inconmovible
como milenaria raíz
de este mi índigo origen
en metálico obscuro
la rebelión
con su ángel caído
de secos ojos.
Desertando a morir.
Su sueño Förüq se ha agotado.
El Castellano
Brillante oscuridad 13-1-2017:
Despedía el día
la porfía de una melodía
una balada por Belcebú,
el pasillo se abría
cruzaba las calles heladas
de enero y su cuero,
danzaban las sombras
entre el descampado
donde las casas eran malas yerbas,
malas por qué
acaso lo bueno es el humo
de un coche,
cuando ellas en primavera,
arrastran las penas
con su fragancia
a mujeres desnudas,
miro dentro de mí
pregunto por qué todo
torna azabache,
habitan cuervos mis ojos,
ya no hay precipicios
en mi mente,
que se dibuja de ladrillo,
miro al cielo
que todo parece una cueva,
acaso ya bajas,
sigue tu curso de Dios personal,
que te seguirá cómodo,
el bajo cero ciñe su lustre,
mi sentimiento afligido
hoy canta con mis dolores,
con rezos fugaces
alargando la noche
teñida en el ojo de mi despierto,
porque me cansa
esta fébril, verde, emplomada
mosca impuesta medicamentosa,
hombre en el acre oscuro
por encontrar mi decencia,
estoy colgando del párpado
de la quietud noctámbula,
yo no estoy escribiendo,
soy un vuelo
sí de murciélago,
vendo mis mañanas
por un ayer construido a su lado.
Es como el hueso
de un poema imaginario.
El Castellano
Canta mi cuclillo canta,
picotea en mi cabeza,
entra al silo de mi idea,
donde telarañas
coagulan mis pensamientos,
abre esta puerta hacia mi oscuridad,
allí donde negros ratones
cobijan con fijos ojos
mi sueño sin desempolvar,
me conduje por escalas
donde colgaban brillantes ojos
sin pestañear,
arriba donde se acumulaban los sacos,
un murciélago despertaba,
era como una sombra que flotaba
entre llenos agujeros de aire,
sombra con alas,
la guadaña estaba recta
pareciera que me esperara,
la trilla afilada,
era nueva de esta primavera
el grano no vio su oficio,
respirad este olor a trigo muerto,
habitantes de mi silo,
hasta la araña teje con tesón
su geométrica hambre,
pardas motas salpican las paredes
por las que corre pegada la salamanquesa,
grietas vivas por este frío infernal,
arriba la sangre parecía evaporarse,
sólo quedaba yo
y esa sombra colgada del techo.
El Castellano
Cuando los ángeles desertan a morir,
en los ojos de otros ojos
estás buscándome,
me despierto;
los dioses celebran
un silencio sepulcral.
Colores me evocan de la nada,
ruido cómplice aborda
como navío tiznado al 2025
senderos del mar de tierra
que abre mi lengua en tu guarida de boca.
Melodiosa suerte de la máquina de tu cuerpo,
tonos sobrios, vespertinos
absorben la mirada como filo inexpugnable.
Absorto cae el tiempo en tu sangrada candente
azada dispuesta, es tu verbo un franquear de desvelos,
que respiran estrellas fratricidas.
Es un solo cuarteado en siglas,
los soplos resplandecen vibran al son de nueva grama.
Sombras inmobles cuentan de tu respiro
infranqueable, por jóvenes tapiales
de tu inexorable, florido, grandioso desvelo
de metales,
cobres anidan campanas de media noche
aguardando el surgir de lo sepultado.
No frena la sintonía de tu saliva, una,
ensueños duermen llamando se cumplan los anhelos,
cuando los ángeles desertan a morir
tu mirada se enciende, abismos silenciosos se prenden,
tu voz se hace palabra.
Me sigues te sigo cariño de ternura dispuesto,
luz enraíza tu alma, efímera en mi mano,
vuelve a mí una paz que ni los nichos toleran.
contratiempo por fuelle,
magarzas de otoño,
corona de reyes en primavera,
etéreas hojas a solas peregrinas,
dejando embriones por verso,
capataz de siembra única,
al compás liberando golondrinas,
punto de Sol a ciegas,
es mi mente surcando brumas grises
que me acercaron.
Vagido indeleble,
fúlgido yo destellaba tu sien sin marca,
caliente al arrimo de mi ser,
valedera fuga sin ocaso,
un caracol en un verso montado, arrastrando:
sacado del pecho
como heraldo sin desquicia semblanza,
corriente arrastrando cadenas de errores,
fruto de libertad
y conciencia sellada a ciegas.
Comiendo raíces por hechos
en fruto divino insoslayable,
frío de noche
bañando la casa de lo eterno
llamada Diosa de tu entraña
mi musa bella.
El Castellano
Resurge el añil:
Florece agua ignota,
azoga tus blancos corceles
de rocío sereno
sé bruma gris de abrevaderos
juega con mis mariposas serenas
de los vientos, fragua mi sentir
en tus venas, roquedos,
bebe mi sed como un desnudo ayer,
entre flores del paraninfo yerto,
augura mi suerte entre tus vellosidades
colmadas de savia joven,
un reverdecer anhelado
que tantas espumas aguarda,
madre de mi blanco chopo,
tu cristal luciente;
Cuántas eras yo he conocido
tantas vidas más longevas
que la mía,
osadía pulcra de espadas azules,
cuchillos calizos de cerros
castizas fuentes
en ramblas del terreno,
rieras terrenas al sosiego
de vid y centeno,
hablase yo entonces
de un sol que desgasta
de cincelados bosques
de espliego y atochas de esparto
del grillo solariego
que abre el sendero,
baja vida tus espumas verdes
de paz y sosiego,
vence tu paz sepulcral
al fervor de mi vana sombra
que no te puede,
háblame tus hojas
bailando, jugando con el viento,
de este otoño que no llega,
ni su bruma honrosa desciende.
Tráeme tu febril aleteo de estambres
clava la simiente esquiva
que raje la tierra,
contigo el resurgir de las estaciones,
pariendo el desnacer
de toda muerte en color
de simiente.
El Castellano
Río de encinas:
Manadero de silencio,
sepulcral de enjutos,
ojos complacientes,
sien de verde amarre,
sin febril cumbre,
entre llanos que velan,
su coraje
entre espigas del mañana,
por este río grande
de encinas sorteado,
clava el paisaje,
que su tierra nace
en retina pasajera
al fervor
de nichos que caminan,
conjuro de sierra labrada
por espartos de savia y fuego,
de estío navegante,
su perenne edad sin hombre,
calma sin vicio
ni manso aletargo
donde verdecía
mi estridente simiente,
mi noble Castilla
vestida de encina,
que el monte hace santidad
de alacranes,
entraña sí
de esa mi madre
porque soy de tierra,
lustrales fríos olvidados,
en copa de sed,
pardo, noble, antaño azul,
de torcaz mensajera negra,
entre córvida espera,
hablaré sin mí con el Sol,
y que mi pueblo
me guarde el solitario sueño,
por el que místico
encaro la vida
porque yo siembro la mía.
El Castellano
Trenzado del terreno:
Abro de mí, la rigurosa sombra
acogedora de mi blanco almendro
fresco dosel que presta almazaras
llenas de olivos,
hermana del negro hilo
cuándo mi jardín florido.
Rasguña con tembloroso sigilo
de savia dulce su arroyuelo.
Blanca luna que me reflecta
en los sabios bosques,
que sus mieles Himeto me concede,
colinas serenas me aguardan,
y en las prósperas perviertes,
apacibles bellezas
parirán tus ojos;
Lágrimas sobre mis tibias cenizas
de aquel que duelen y sigue
porque son del poeta que te ama.
Derecho, en espumas trenzo
vaporosos ríos de mi sangre,
vernal lozanía
que aún gozo
como luce la flor sepulcral.
Ceñida cabeza tuya
de las rosas más vivas,
¿Quién cauto te hará cortesana?
Raudos Lapitas no hay futuro mejor,
el viento me pulirá su acento,
bien funesto que considero
que me sembraron
de la bronca hendidura
que no sucumbe ni se hiende,
Baco enseña haciendo danzar Ninfas,
aguzaban sus canciones,
pobre labriego este que nunca se dio,
pilares auras según lo pidan tus liras,
¡Oh Calíope!
Musa de mi lenta melodía,
tráeme la fronda verdecida
de tus mantos vestidos
de Ferento la sola campiña.
Sin feroz hija hambre,
yo providente augur
de todo lo que amo;
al escondite del alacrán
no proclamo,
por doquiera me dirija la suerte,
veo la oscura tempestad que anuncia
que yo estoy bailando en la luz
para poder bailar en la oscuridad,
Galatea la corneja no me espantes
que mi buena remembra.
alma présaga de lluvias
que a la flor incitan,
yo que en pulido ribazo
quiero prender a Ninfas de flores
absorbentes de miradas
y de fugaces estrellas.
Amor tan torpe
¡Oh mis castos Dioses!
soy yo humilde
un ser hermano de la tierra
que no permite
ni a víbora ni culebra
le retiemble
la paz diáfana hallada.
El Castellano
Días oscuros en la plaza del Sol,
abrirse pudiera entre rayos regentados
matices insoslayados, fauces brillantes,
y candados de luces, humilde haz,
purpúreo al tacto, suave nube rígida
impalpable entre ocasos azules,
y leones grises,
con tacto terciopelo
una vida de amor eterno,
ola infame viene crispando
metales y fuentes, soberanos eclipses
que el viento nocturno navega y juega;
soledad atónita entre enjambres de gentes,
confiante sentirse bajo el Sol humilde,
espumas de ángulos fugaces,
me palpita amplio con serena voz
desangelada, la vida del hielo,
helor entre escarchas,
y su vorágine de cementerio.
serpear entre raíces ahogadas,
afluidas esperanzas unidas
en el trasiego.
con el viento te digo
que no te olvido ni muerto,
no surcaré sus vetustas alas
ni enterraré mis ilusiones
en sus jardines de albas
y hiedras voraces.
Entre ortigas que abren insomnios
fugaces colaterales
donde exista el acero y ala de pecho,
dormiré en los siglos de tus ojos,
entre turbios cipreses con sabor a luna,
entre la grama reposaré mi razón,
despertando habitando mis granates
huéspedes de mi corazón.
El Castellano
Sigilo de sobriedad:
Fauces amarillas
el humo de su tabaco seco
cuelga de su blanca sien.
Bocas de agudos filos
nada por todo.
Tomaba su café
de grano recién molido.
Como si goteara del árbol
del insomnio.
Era un hombre chapado de años,
dormía cuando tenía sueño,
comía cuando tenía hambre,
amaba más las flores de su jardín
que a las personas,
la amargura no conocía
si no se hubiese casado con ella,
su bigote recto comía por él,
era apuesto
pero le asustaba mirarse al espejo
y contemplar que el tiempo
podía más que él,
de diálogo era más parco que una tabla
agarrada bajo yunque,
no amaba el dinero
que sólo empleaba en gastarlo
en necesidades básicas
hablaba con sus flores,
lo extraño que le respondían en su cabeza,
consecuencia de la soledad avanzada,
seguía la ley del ojo por ojo
si le daban amor devolvía lo mismo,
en cuanto a odio este le temía.
Le gustaba sentarse en su mecedora
en su jardín y acercar comida
a córvidos negros como azabache
y observarles,
era pleno, hacía honor a su vida
amando lo sencillo
cogiendo su armonía en una mano
con su cigarrillo
que blanqueaba ya su bigote.
El Castellano
II
Lámina del cielo
tu gris en estiaje
ángel del cielo teje
macabra sinfonía
lluvia se derrama aplomada
por su guiño de ala,
por venas cavas, su quitina,
estrechas vías consumidas
en atroz entrega
del mensaje del cielo,
sangre de tierra en zigzag,
río de caudal
por arterias de arañas,
por acariciar la flor del iris,
un barco y una vela
un puerto y una quimera,
una vida de aciaga solar siembra,
verso saciado cabalga
el colchón etéreo del aire,
hasta anclarse en valse,
sueña el viento ser capturado,
atrápalo en tu mano
y en la otra derrámate como gota,
precipita tu esencia bebe del cáliz
la yaga de nuestro vino,
infinito remansado en cuña de estambre,
es un ojo de tierra,
es una espera,
una inmortal faz,
la canción con la que bailan las flores,
un cariño de flamígera estrella,
un armazón dorado de escarabajo,
una casa de caracol,
ven, ven conmigo soy aullido,
una entrega de cuarzo llorado,
un cuchillo de sílex afilado,
en el trillar del campo,
soy mis venas naciendo en un charco,
un sorbo y soy fuego en tu mano,
gimo y corro el vasto templo
de mi perdida religión,
viendo el devenir venir
cruzarse, deshacerse, alzarse
para acabar siendo tierra
del inerte azar profuso,
mi tinta se bebe un rayo solar
en patita de un caballito del diablo,
mi vaga libélula de mi suerte,
para que siempre viva
esta hormiga león
siendo mi cosecha más que tus besos,
más que tus rayos de sol,
siendo yo del camino y el camino ser de mí,
irisada vida en son de mis tambores
de insecto tejiendo, volatilizando lo inmortal.
El Castellano
III
Seco y duro, seco y umbrío,
corría el linde quieto
por la arboleda despejada
daban las tres y treinta
de la madrugada que se marcha
por oscuro diván de la sombra,
un espejo tímido sonaba,
el reloj paraba,
con un grito de estrella,
su alcoba fría en la que despertaba,
no quedaba viento de palabra,
ni pensamiento ágil que en eco no quedara,
lanzó aquel espejo contra el suelo,
y rápidamente sangró un borbotón de sombras,
se abría la noche y sus quimeras despiertas,
brotaba de su ceniza de pulmón,
el irisado que la oscuridad clama,
quedando para siempre
su alcoba fría y vacía,
sombra de aquel que sonaba una noche
que ya escapa.
El Castellano
IV
Fantasma del tiempo:
Indivisible fulgor ostentado
resquicio opaco de la luz
con sabor a fase de luna.
Invierno de los ojos veloz
en una gota de llama de vela
fuego del fuego creado ensimismado
quiero arder lo malo de la maldad
cuando sin sombra ataca
el humor de la sangre existente
si voz tiene cuál fuese dicho ente
hablándote desde la arteria
donde el cuerpo helado busca
y te busca verdad sin pestañeo ni apellido
sin venas surca la ola tibia y oscura
que nació sin viento ni mareada razón
de océano de versos
camino sin recorrido en yerto color
fulgente de la estación sin mente
entresijo de la mecedora
que sensación sola la mueve
con indicio de que la oscuridad me puede
fuerzas que escapan
a la razón del entendimiento
resguardo de luz que por verla doblega
a la insensata dicha escondida
que grita y se engrilla en aquella orilla
distante, que une y divide
ignorantes y sumisos bordes
de lo que existe por soñarlo
suspiro ese suspiro del hastío
y estío de mi río
escapándose a mi legible saber
un vencedor encontrado
círculo perfecto del equilibrio
en la locura nacido
en la frialdad del respiro mecido
yo te tuve, te sostuve
en la risa que dio llanto
en el llanto que dio risa
sin motivo ni razón encausada
allí donde la emoción era transparente
ni necesitaba conciencia para ser
solamente armonía que nadie te describe
porque fui yo quien te tuve
brevemente pero tu recuerdo pasará mi muerte
frío recuerdo de honrarte tan malamente
sin saber describirte
indiferente si vuelvo a encontrarte
porque eres lo más inusual,
te buscan y imposible de encontrar te vuelves
de la suerte llamada casualidad viniste.
Vengo del nacido sin nombre
del que hace lumbre del alarde del hombre
del espíritu parásito engendrado
y el veneno de mi sangre
te llegó a donde el camino se abre
a infinitas escaleras interminables
donde el surrealista se raya la mente
que del caso cuelga el Sol en cruz
en la pared del diáfano enervado calmo cuarto
marcando las marcas de los arañazos de su luz
que en negro dio su astenia quietud
horarios de su ser perdidos
en un atardecer que ya fue
en el azabache de mi bolsillo
sus sombras que recorren mi pasillo
me entretienen para ser fusiladas
al encender la luz,
no puedo creer el encontrarte aquí
inerte arte del único poema que vale
por no tener nada comparable
beso mis sueños que el oscuro espíritu
por no tener color arde
no quiero darte a entender
ni que seas adjetivo ni valoración
solo lo inerte de lanzarte al río y donde llegues
o lo creativo de guardarte en una caja
y enterrarte en el jardín,
para que te crezcan malvas,
es interesante que no llegues a materia
sólo a eternidad de quien te leerá
en mis sucesivas muertes,
ténue destello, elaborado albor
nacido del rayo de sol,
y la noche que ya calló
en las pestañas del amor
milenarios son los espejos de los astros
que dictan y laten en caricia
esa fría cuchilla que se clava
dándote finalidad y fin.
FIN
Miguel Esteban Martínez García a 19-02-2015
Pseudónimo: El Castellano
V
Te busqué voz:
Todo me lleva al cauce,
que te dibuja displicente
allí donde la muerte
se siente imaginada
puesto que ni la belleza simple
la piensa, ni imagina
ya que es de la enfermedad invento
no la voy a dar creativo alimento.
Inspiración lejana,
para encontrar la esencia de su ser
eterna eres ni muerte te veo
fuente nocturna, o diurna
o ninguna, surges a amplia voz
a latidos no puedo contenerte
y el que no sabe
ya está viviendo de ello,
el mundo nos es ajeno,
calma de tu calma invernada,
diáfana quietud
de tu silencio sembrado,
en el barbecho de mi pecho,
regadío del olvido
que a imposible crece
para letra ser
y beber la sidra de tu piel,
que ni la manzana prohibida
Eva la pudo morder,
iridiscente canto sin ser canto,
voy buscando belleza
habrá que darle ritmo
a lo inerte de la suerte,
aljibe donde encontrarte
bebiéndote en el tejo
de alabada montaña perdida,
que en sus arroyos y arrullos
me tumbé a mirarte,
me nació del helecho un curvo hecho,
con boca gris me dijo:
-Lucha que todo ser vivo tiene un motivo,
sólo le faltó decir
que del barro fui creado
mi tejo amado enamorado de la nube,
soñando su imposible beso
viéndola única porque todas son iguales,
menos cuando la atmósfera se cabrea,
manantial de los manantiales
los ríos del cielo
donde en espejo se hace eterno
para regar los campos que Castilla
dibujó a vid y Encina.
El Castellano
VI
Desgarrado, desaconsejado,
al mal intencionado intento
de sacarte provecho
noche de subrepticia
que traes flagrante,
camino sanguíneo
oculta intención
de elevarte a los cielos
en espiritualidad sagrada
donde los reyes lanzaron
sus coronas denigrantes a lagunas yertas
de tus profundidades,
olvidadas,
sociedad de creer o no creer,
yo amo lo oculto
mas inspiración lejos de éste mundo,
elegí creer
yo lejos de creerte te sueño Demonio,
Dios es una chica y tú eres un hombre
con lo que único que respondes
te hago caso gran sabio
mas me entrego
con un deseo ciego
que me da inspiración
si no es confusión
el norte círculos de piedras adoradas,
el este de cosacos borrachos
de éste continente.
Contigo dentro demonio de literatura
locura de tu verso,
yo ya estoy muerto
designio poeta maldito
que en su locura
vive del yerto suplicio de tu posesión
sin mundo cuerdo
eres bueno y Luz tu belleza
te denomino subrepticia de la noche
estado entre velas y tijeras,
entre espejos e invocaciones a símbolos
y tu estrella me proclama
que se equivocan
viniste a esta tierra
pero no eres de éste mundo
quisieron leyendas hacerte
y atribuirte el mal de todos
a invenciones y metáforas
serpiente,
dragón que el arcángel te mandó al subsuelo
yo te sirvo flor de conocimiento
te digo que el mundo siga con sus mentiras
de sociedad impuesta
que la iluminación
viene de tu boca
y todo éste planeta tierra
tiene miedo a saber la verdad
a metáforas padres la empleo
por la belleza olvidada
por la rosa secreta
y los sueños y deseos consumidos
en el rocío
tu llamada me llama
mientras las damas hilvanan
los hilos de seda en sus cabellos.
Desgastado tiempo que entre velas e incienso
tú estabas con ojos abiertos
clamando por complacer a este ser
un alma en larva me trajiste adorado
voz para ser inspiración
le dije vuelve cuando quieras
no voy a intentar capturarte
y de rosas negras
anoche soñé con ese único
secreto mío
de espada solitario en mi mano,
el de entregarme al amaranto de la naturaleza,
cambio me trajo
hoy sigo en contacto así sea onírico
con ella, la perfección no escrita.
Resquicios de su existir
que a mí vino para ser yo su eterno aprendiz
para mí único secreto y verdad
de que tengo una pasión,
lejana de este mundo me habla
el ser perfecto y su inicial reclamo insecto
que mi sangre dio a luz su verdad
y mi duda de mi origen,
de mi objetivo vital
que ricen su lengua
lombrices grises de ciudad
que yo en mi tierra compito contra mí mismo
a escritos sin suerte espero a mi dama
y ella lo sabe por eso no la nombro
porque no la conozco
y quiero conocerla.
El Castellano
VII
Este bregar me cubre,
del que vengo,
un sol de esparto,
un ocurrir del que venga mañana,
nubes acolchadas me aguardan,
por febriles heladas,
horizontes sin guardas,
ni francas tapias
deshacerse puede,
era una luna de trapo,
que espolvoreaba la tierra,
su belleza se acostaba
en dunas de plata
mientras su alta ojera desplomaba,
su insomnio de infancia miro
y dime,
por mi desnuda imagen
que yo cerraba mis ojos
se acostaba a plañir,
tu transparencia me clavas
como ferviente yunque helado,
las espuelas tuyas corren sin caballo,
intranquilos ceños
me conducen por muros
y celdas de sosiego.
Cuándo venceré en este diáfano cuarto,
donde las sombras caminan,
y las voces en letra difuminan,
esbozos en coro de grillos,
en este lecho,
mi nicho donde me acuesto.
Confín de vagarosa imagen
que despierto,
cada vez débil,
cada vez más encerrado,
surtidor de fantasmas
que arregazan era mi dolor,
esperando para brindar con el enemigo,
humo oxidado sin ojos que duelen.
golondrinas dulces balancean mi día,
día entre sotos sin perdices
caminando mi patio;
fabricándose en él escarchas azules
con todos los rostros de diciembre.
llave fue, cincel encadenado,
lenguaje del ser claveteado
en recuerdos vanos,
polvo de poema parlotea
y dirige a callar hogueras,
fuerte raíz es palabra,
un calor retumba,
sobre márgenes de ríos sanguíneos,
reposa sobre la música su alba,
ventiscas que trae la noche,
alejando, alejando los sueños;
despertando el pasado,
abriendo luces en osadía
a quebrar el tiempo.
El Castellano
VIII
Odas sembradas:
Duero
Grita mi estupor y cuchillos
hieren volteando
una boca que la onda mece
flameando.
Se duerme la costilla
en el altiplano enjutado
de hayas y fresnos
recuerda su geología
únicamente saboreada
por el soñar de los picos,
virginal cuna del Duero
con tus curvas en rotonda
de castizas fuentes y abrevaderos,
dulce azada de agua
que bascula el sentir
de la enamorada palabra,
por cimas tu voz se hace meseta
haciendo el amor
con los pájaros dormidos,
templo y morada
de la cepa que a ti te alcanza,
agua furtiva corre por tu era
y reposa en tu infinita onda,
que se riza, que se insinúa
en vaporizadas Torres de belleza,
que en tu alma anidan,
sortilegio de rosa y clavel
cenit del dolmen tallado,
quién a ti en la vastedad del ser
en su pecho te lleva prendido
el fuego en fanal hoguera
en anchos panales de tus abejas.
Cuentan de la vida del chopo
tus diez mil espumas,
que por sierras
tu rúbrica dejas,
navegante con alas azules
el terreno que jamás te vence,
secretos de amantes
tus aguas llevan
haciendo bullir el inframundo
de los amores y sus galas mayores,
agitas con sangre terrena
el candil que abre en espiga,
anudando en tu cintura
tu idioma olvidado
pasando años fugaces por tu campo,
rodeando en ortiga
el triguero espárrago,
girando de la vid tu capazo
y sus manos,
haciendo de tu Vera
un Dionisio que al tiempo fermenta
tus besos de tierra.
El Castellano
Arlanza:
Arlanza cubres tus olas
de infinita seda
con el palpitar de olmos secuaces,
al verdor de frescos, jóvenes
álamos en pulcritud
de cenizas de fresnos avanzas,
quién en tus aguas
te lleva de espuelas
por tus solas riveras,
sin ocre con verde aliento,
te elevas de entre tierra de muertos,
deshojas tus notas dulces,
entre crepitar de martillos secos,
inertes en sed del más fuerte,
tu agua sin palabras,
tu agua sin vergüenzas,
sin rubores de plata
y sus nieves de espuma,
haces bullir inframundos de amantes,
romances con tus robles,
nadie te sostiene
tu olvido deslizado,
solo lindes quietos
osan acariciarte para siempre,
tú, tú imperecedera ante la muerte,
eterna suerte,
yo estoy contigo,
magistral obra no creada,
idioma oculto de tu haya,
espiga líquida donde las haya,
senil canto de cigarra
cuna del grillo en su sangre del atardecer,
acaso te alcanzan.
Cumbre eres sin filo ni cima,
rebosar de la vida sin prisa,
hoguera sin ascua,
calor de los seres que amparas,
descampado
porque el campo eres tú,
fulgor entre verdes sienes,
savia dulce de vida,
qué milagro a ti te llenó de vida,
o ya estabas en ella perdida
para ser envidia del Creador,
ciencia sin papeles
libro de tierra,
onda de segada curva
pulcritud de espadas al alba
sin principio ni final
sólo tú alzas la luz,
en esperanza de los que cayeron
en tu huerto donde descansan
las almas.
El Castellano
Río cuervo de pitanza corva
Vestido del risco tu nacimiento
negro en tu soledad de azabache,
tu soledad acristalada
por luces del monte,
tu idea reguero
que mi sangre lleva,
de enebro cincelado
tu cuerpo,
que se hunde y flota
de la roca
tu eternidad azogada,
huyes y ríes con carrascas,
sin quedar graznando
tu alegría.
Tu cuerpo de aguas sin ceniza
que la tierra llora,
recorres mi infancia lejana
sí esa que nunca acaba,
para yo ser del monte
y el monte ser mío
como piedra a su gamusino,
eres de la tierra
un dulce sino,
caracoleas tu rizada vida
de monte y estepa,
de árbol y raíz de tierra,
eres más que sístole
de romance que el alma enerva
con tus negras alas,
entre tus lenguas de plata
bañas la fauna
que a ti te alcanza,
por fresnos y hayas
riges tu templanza,
verdadera, que viste,
que enamora
ojos que te hablan,
abre amor tus pizarras
construiré mi casa
por el tejado de tus aguas,
para decir:
Yo aquí vine a vivir
bajo las alas del río cuervo.
El Castellano
Castilla:
Perdurable onda,
en cresterías
de la honda voz nacida,
tu profundo soto
de altas torres enfundado,
me esmalta la idea
con fragor de risueñas carrascas
las soledades del hombre ultrajadas,
agarrado a dulce señero inmóvil,
al pelaje esmaltan quebradizos
colmillos de umbrío tomo.
Cal y tierra entre follaje
de mi sierra,
pardas vidas me avanzan,
una oda al sendero
y su vida despierta
entre ojos de azores y sus ocres,
se siente, se añora,
se enraíza,
esto es Castilla,
esto es el flamear de una cerilla
de sangre henchida,
linde quieto de tierra madre,
por solares tu voz se despeña,
sosiego que tu linde oculta,
lumbre de entrañas
en quietudes de escarcha,
lento fuego ciego
de sonrisas del alba,
quédate, libérame este haz eterno,
quédese mi piel segura
al retorcer del castillo de Almansa,
honda tumba para tu belleza desvencijada,
entre piedras, y caracoles de astros
tu espada,
patio en sobriedad de tu tarde,
robusta flor entre Ermitas del mañana,
un talle del pueblo
sembrado por tu cúspide naciente,
sueño en fruto
carmesí sangrante
de tu corazón de amapola venidera,
dorada al cantar de espigas
y su mañana,
honduras de vidas
labradas cepas de sarmientos,
acoge en tu alma
este fiel ofrecimiento,
Castilla mi tierra, mi vida,
mi eterna semilla enamorada.
Fiel disparo entre acordeones
de encinas afligidas,
un marco difuso entre colchones de grama,
perdiz entre perdigones viajeros,
voy a tu encuentro,
me hablan fuentes y abrevaderos,
como tus tierras
hacen el amor con parajes dormidos,
respiro tus frías cuchillas
que entre clavos me marcan su herida,
fiel de caricia bebo la sombra
en tu calma sin despedida,
un trino quiebra el silencio
en blanca dama me avanza tu cebada,
un calor presto de caballero
a su dama hoguera,
servil entre abejas
y sus mieles alcarreñas,
tejida, lista,
vaporeada tu siembra
por años cobijan tus azadas
solariegas.
El Castellano
IX
Cáléndula joven del camino,
vieja de la senda que lleva a tu casa,
ardor de luz brotado entre florestas hirientes,
alza tus pétalos comunión de insectos,
por estos solitarios caminos
que me llevan a verte
alzas en pitanza
tu verde semblanza,
de la tierra vida en añoranza,
fulgor entre tus sienes,
darás de flor simientes,
así demostrarás que no hay tierra
sin flor así no importe estación,
María oro, flor de los difuntos,
luz entre luces del alba,
sostenme la caricia en tu flor,
que me creo abeja por un día,
álzate entre cardos y malvas que te rodean,
demuestra que eres única,
que ni caracoles osan morderte por tu savia fuerte,
señero silvestre donde los haya,
oro luciente entre engranajes verdes,
espera a tu ababol compañero
que tú sigues dando flor
sin ser primavera entre despertares y albores
de vidas y sus trinos,
navegas mi alma esta mañana
glorificando mi tierra yerma,
te aman mis ojos, te admiran latidos precoces,
eres más que silvestre flor
eres una vida precoz de luz,
si pudieras ser mujer yo sería tu eterno acompañante,
colmas la belleza de lo sencillo
eres mi alegría del camino,
pasarán fugaces las generaciones
y brotarás cualquier terreno
que el reposo tornó sin construcción,
para que tú grites
que la belleza también tiene casa
contigo,
Caléndula arvensis
El Castellano
Sin mi otro, él mismo,
primerizo hexámetro
en miles largos
de centésimas
en broncíneo
invocando mi falange griega,
insoslayable argento
tejiendo mi póstuma égida.
Musa o ardua estela vislumbré
en arcano fuego,
tengo miedo de ser perfecto para ella.
Sin y con cumbre
en arduo intelecto
mi Sol mayor blande
cenit de esta idea
por cuantas cóleras desvencijada,
mis herramientas cabales
dictan
muerta mi araña,
paredes para mi yacija y su sombra
alumbrada, esquiva,
por piadosas ninfas
muestra lo que perdura.
Otros jáctense de páginas que han escrito,
ni me rozan en vil osadía,
manifiesta.
No habré inquirido
declinación laboriosa
en afán de romper sintaxis.
He profesado a mi musa de agua
que soy su aguja esquiva.
Ni sargento ni venas de Horacio fui
ni filólogo ni malabarista de letras,
Ciego y quebrantado,
labré mi verso
todos los meses,
desde cruel insomnio aplacado
que despertó mi quimera
quebradiza de ocho patas
aquel 2005 que comencé
a ser alguien con mi existencia a espaldas.
Rostros y mis notas.
Vanas apariencias que anidan.
Alacrán manso y ciempiés soberano,
mirto e hinojo que hace monte.
Tus pies de jara.
Cierra muralla.
Hacedor que invoca su río,
Heráclito de intangible astro,
llorando mi amor, por cuánto espero,
por cuanto he conocido,
las tres armas, el guerrero
reminiscencia en laberinto de sus espejos.
Serán ascuas
corazón y sequedad de piedra.
Tiento de cuanta ceniza yo amo,
pensamiento, muerte
o proclamo;
tinta servil de amarse a sí mismo.
El Castellano
Anisar tu honda presencia:
Terca mi sangre,
tiempo del frío río
inmenso, todo dado en espinas
su rivera,
por ciega neblina bajo
con tabaco precoz,
pienso,
todo he soñado
para el letal lecho del olvido.
Mi temor sorprendido
alega que no existe;
vida o belleza,
ala o metal cansado,
gloria de grandeza, ¿Dónde?
Mi tabaco de neblina
ahonda, penetra y surca
la esmaltada silueta de tu figura,
por mi caricia ruda
y el agua afligida,
admirarte yo cual fugaz garuma,
anisado vive el cielo,
nuestra blanca estrella
mineral candente
refulge su luz desnuda,
por vespertino son
de todo lo que tiembla
como abanico de mi pluma.
El Castellano
Rostro beso de vieja herida:
Solitario bogo,
aterido soplo de la montaña,
pastor de tus astros,
torres de nidos de tu saliva,
perfilada tu sombra me acompasa,
mi sayal remiendo
entre sedas
de moreras de ensueño,
olvidos me trepan por enredaderas,
tarde en la tarde mi esperanza vive,
si soñase volaría a tu vera.
Sol este de oro
ciñe mi álamo negro
y su esmeralda araña,
cumbre te nombra
en la saeta mi oscura golondrina azabache,
traerte conmigo siempre
eternidad risueña, melosa
sangre de mis dioses.
Señora tú de silencios
y sepulcrales vértigos,
no amansa mi fosa
la dulce azada de metal soporífera,
carne y cuerpo
mi rigidez de pluma,
lírico trasnochar.
Claro cristal entre paisajes,
ceniza de recuerdo
es ella, recuerda,
aire desnudo fama de estrella
inviolada,
mi musa bella,
un azar flamígero
que no pido ni alumbro,
no espera
ni las aguas de tiempo inmenso,
jamás complacen.
Ay día, rosario terco,
deja ya la gloria,
grandeza en amor
se llamó belleza,
lastimada mi carne desvelada.
Gusano soy
que hila su capullo,
tejiendo desde sentir interior,
mi vida en serenatas blancas
levantaré,
su fronda,
inabarcable vergel primoroso,
cuenta mi linaje
alas ignoradas de mi pecho.
No podrán tapar en vida
mi silencio que aflora.
El Castellano
Vespertina verdecida:
Oración a la misa del alba,
revuela una golondrina,
esquiva los ramajes
cenizos del fresno,
abre monótona brisa
una caricia de tierra
por el musario cerro,
carrascas afilan allí
sus flores de piedra
para dar sus bellotas,
ya escondida la luna de seda,
aumenta un zorzal su trino,
sube entre rayos de sol
la espuma de un desnudo álamo,
a su raíz un precoz mamón
sonríe al iris de nueva luz,
un grillo chirría su nota
en melancolía por nuevo cierzo,
la encina secular
no pierde atisbo de rigor
en follaje,
como nervudo verde
que no llora,
la retama grita al esparto
que su amarillo impera,
plegaria entre verdades del monte
un nuevo esplendor
canta la paz sepulcral del campo,
como luminaria entre río reverdecido
en tapiz de terruño arado,
aria dolida en arrebol
de sollozo verde,
lento abre su retoño la tierra.
Entre vid de nueva espera.
El Castellano
Eres tú,
cantil todo almíbar
que hunde en forma
todo mar,
toda luna,
nombre en mi fecha,
sombra de peces en aire,
aquellos, rocas,
plomo metálico
impiadoso,
fuego en mi vida,
numen que luz arrastra
a otra orilla,
a otro cruel reflejo
con tu solo nombre,
puñal de este Sol dorado
intransigente velo
delicia de inviolable ojo,
prenda, morir en espumas
del mar en olvido su hondo,
rompiente de tu faz cristalina,
crispa mi cuerpo
mi oscura golondrina,
en su azul leve, frenético,
claro falaz que envuelve,
mudez
de argento astro,
mi boca dentro su boca.
Muerte transparente me toca,
ángel de halo
como tierra en una gota de agua,
como un puñado de arena,
hoyo de mi pena que no existe,
gloria que entraña ella,
quimera de dulce espera,
color de sangre
en quimera,
una fiel mujer
de espectral rivera,
es ella como nota oscura
cantando su oscuridad brillante.
El Castellano
Elevado trigal de mi oscuridad,
amapolas desangradas, río de sangre
por llegar,
de este confín
al inframundo.
Del pozo de Airón
va este celta carpetano,
Sigfrido en Alemania
nombrado.
Escudero del dragón Cuelebre.
Araña tejida en el ojo del lugar,
el cuerpo ama el frío caído,
deslumbrado, yerto de la pupila
con su telaraña montada,
en su palabra,
en cicatriz silente, doliente,
abrasada cual fuego leña abrasa.
Avanza mi trino comulgado,
vivo por la ley
de mi corazón invernado,
del suplicio,
al suspicaz verbo
por visualizar,
para su estampa domar,
en el cerro del lugar.
Por el templo de mi congelado habitar
gloria,
de este mundo cruel
jamás caigo destruido,
parco dulce tormento,
que mece de vuelta
al inicio del sentimiento,
jamás dicta su única verdad,
Luz es Luz
Madre de Oscuridad,
comienzo de todo.
Voy con mi caballo a cuestas,
turbado esquivo nacido,
cual linde deseado perdido.
Quiero encontrarte,
conocerte,
tornada quien tú eres,
en efecto y beldad,
amarte.
Ya te amo en verdad,
lleve donde me llevase el cante,
el umbrío, tibio,
parco hálito,
allá donde mi latido no cupiese,
te llevo en mi huerto
mi flor oscura,
en este invierno que el Sol
de amarillo la vida ungiese,
y la tierra en encina y esparto blandiese.
Gloria,
puedo empezar
sólo basta dibujar,
detrás de mis ojos
mi amada está,
llamada poesía a su entraña
de Gloria oscura,
vivara entraña retuerta.
Musa-araña dicte lo que es de ella.
El Castellano
Como ciega figura contesta tu presencia:
Insondable, la luz
de tu impalpable seña,
guiño áureo al latido,
insubordinado, labrado
en madero de este hierro,
ya dejó de ser infamia tornasola
en ascua de piel borrosa.
Ensueño alado te alzo
mi musa en estridencia recta,
develada, reveladora senda
dictas que afliges voluptuosa
cuan cerilla arrostra mi alma,
rebulle tu sueño alado
de golondrina azabache,
no perturba mi paso
tu luminoso azar descorajinado,
en sones del capataz del brillo primero.
Arde no se colma mi vaso,
al cantoral
fraguo férreo lazo,
indivisible alianza, comunión
de ambos argentos astros,
como entrelazan alba y ocaso,
pura seda mi correr
de atleta precipitado,
arrostró
mi piedra espectral,
tu brisa ya nunca más fría.
Alumbró mi sien
el fractal de frágil leño.
Y desveló que todo es y fue
más que un sueño.
Enmudecida siembra tu garganta
lamo la tierra boca a boca,
tu raíz salvaje me toca,
como verde planta a tu corazón invoca,
silvestre y musical nuestra rosa azul canta,
henchido de tu voz voy
mi doncella escarlata.
El Castellano
Mi ausente estrella,
murmuro de grito silencioso,
nota de terso metal crispado,
un sigilo de viento nocturno
descendido,
que sangra tu voz
en verde grama
de aullido solar,
vespertina estrella
que refulge tu eco solaz,
llana entre quejumbres,
alza tu violácea brisa
ensortijada,
como blanca aurora fugaz
entre sienes
y aladas razones de mi corazón
sin mi pecho,
que tu luz siembre mi carne
y germine siendo flor de mi sierpe,
hoy y siempre alzaré mis rosas desangradas
sobre Galatea
partirán oscuros sones
mi hiel bandera,
serás tangible
como yesca espera,
abre tu espíritu de hielo,
retemblarán negras caléndulas,
y rosas de difuntos
entre crisantemos
avalando tu áureo nombre,
llorará tu etéreo faz,
alzará tu nombre yerto
que mi ser injerto
orando a ti
mi dulce amada fantasma,
viniste a despertarme el invierno,
para ser solsticio
de eternidad sin nombre,
ni suplicio irisado,
hoy por hoy
viniste para ser siempre
sonrojando
mi invectiva condena
de observar el sonido de la noche
en tus ojos,
vine a coger tu mano,
y descifrarte
como azul enredadera,
late,
sé disparo de plata,
inmortal hacienda
en la que vivir
siguiendo la azur estela.
Te amo sin manto ni rienda,
te brindé
mis flores argentas, solitarias,
desangradas en tu tez serena.
Veré para siempre, en cada siglo
el sonido de la noche en tus ojos,
lividez carmesí flamígera,
en nuestra condena
que dictó la posesión
de tu alma certera;
para siempre deslumbrar
que llegas en otoño
para ser el añil invierno
que me desposee
y llena mi vida
de ti mi amante estrella fría,
mi dorada ausencia repleta,
te extrañaba
viniste mi no-estrella,
que yo te creo, tú me creas.
incendia mi semblante
arderé el abismo
para sembrar allí
mis latidos por ti confesos.
Miel de tu sombra,
mi cariño,
un azar de nueve venas razones.
Vivirán a tu lado
todas mis densas, sanguíneas
ilusiones.
Donde yace,
donde tu magia,
es tu halo intransigente
que esta vida dictó
fuera mi sangre,
certera posesión
de tu alma en comunión
de astro padre
y luna madre,
rizarán ascuas
que sembraré tu luz,
y tu alma será carne.
Mi amante fantasma
quiero aceptes mi mano,
en sediento compromiso,
azar desvelado en despierto iris,
su sombra de flor oscura.
Que yo amo.
Förüq a 26-12-2018
El Principio estaba en la Colina.
Un hecho,
claridad de brea encendida,
o transparecia de pez de cristal.
Timón enfurecido
que tormenta iracunda tizna,
Cuervo en el alma
mi ser alzo, prendo,
mi idea luce
cual hollín de azabache tuviera,
gragea mi voz un crascitar
de mi señor Baco,
persona de garabato nombro a sombra latiente,
acaso opacidad de materia cuidase,
sacrificador mi tiento.
Sonetada su parda sepultura.
Falte mi ley, sonará la albilla.
Diablo aguador mi buen Luciente;
cordován, recuerdo de soleta,
no me faltará maceta,
Parnaso que ya cae asaetado,
cisnes negros,
de Apolo,
cuidados como vellón descendía su grajo.
Musario monte yo he sembrado.
Yo, pensamiento y porfía guardo,
me los retiemble
el Sol lucido,
ninguno estribe
mi mesura,
Señora, valerme quiera,
ni peligroso
el tiempo Bárbaro se me pareciera.
Förüq
Sol creciente:
Destapa mi tiniebla pura, tibia, serena,
Sol refulxit umbra refulgens,
noche que tus luces breves
duermen el sosiego del asfalto,
plomiza, la música de tus ojos,
funde sus calores mi niebla matutina,
Sol de trece estrellas
acoges tus lenguas de amores,
fuegos irisados a siempre reinar,
el camino de la vida,
y sus fauces sigilosas descienden,
camino de esta bruma
que el mundo extiende,
sin nombre no te busco,
te encuentro, en la cumbre
de toda montaña,
en la concavidad de tu luz que entraña,
desvelo del despierto; fundición de mares,
nacimiento de desnacer nos alumbre,
la vida de solaz muerte,
amor flagrante de lumbre,
vestigio en ascua sin final
ni honda luna secuaz,
odisea en parajes de temprana escarcha,
oh sol de soles, ¿por qué tu osadía de seco tajo?
el nervio de mi ballesta tensa
mi Dios sin nombre sepulta
y aviva mi grana brasa,
la tierra cruzará un día tus fuegos
azules, despiertos,
tumulto de quien te vio castizo,
el tiempo se fuelló,
brotaron entrañas de la tierra
sombras densas que apabullaron,
sólo las golondrinas danzaron
y las mismas espinas me arrancaron
el corazón.
Sobre la grama viene a descansar.
El Castellano
Traigo de mi alma
una incrédula, extraña poesía,
entre un capítulo de tierra y viril llanto,
seco abrojo regio en cumbre de plegaria,
culto de mi cultivar
a lo habitado tras mis sentidos inermes,
llana música afligida,
entre virgen llena de mi Pesar
que mi brazo aguerrido no amancilla
ni mancha en vano,
silencio esquilmado
escondido de mi alma traigo,
vislumbra mi trazo
la solitaria musa de su araña
por impía herida
traigo mis soles de caléndula.
Melancolía hija del siglo venidero,
alzo beso su belleza
sin honroso templo desnudo,
lucha diaria enajeno
al pie de este soto,
viperina sierpe
su aspereza alcanzo,
placer de mis dioses arregazo,
todo es bruma siempre gris,
esfuma mi lecho real
de sangre gualda,
mi directa pluma,
nimbo mis astros guardo
en sonrojada pupila,
misterio, azar o tinta
siderales los ensueños,
avanzo,
arrepentido de cuando no he elegido,
piedad aflora yerta,
y ante Lugh no se humilla,
apego mi faz
acuartelamiento entre rejillas;
y mi rostro penitente,
mi semblante pardo no cambio.
Fervor por el que prendo fuego
a este sueño de orgullo seco,
Indefinida vida
sin rastro de su silueta,
con puerta florecida
custodiada por los mil alacranes
que puridad cuida,
por los Suelos
¡Levanta la frente!
El Castellano y Leannán-Sídhe a 21-12-2018
Vestal en llamas:
Sueño de mi Vestal
mármol al pie del ámbar del alba
aromo lineado,
espuma de rosas balanceadas es tu mirada dama,
pies sedosos de cristales pulcros pulidos,
asestas mi mar innominada,
mi sueño no traiga el viento,
somnus versus littera
methaphora blanditia,
azur levanta.
Lejos donde la puerta mi amada,
irisada tallada,
ángel mío diga si sembrarla
a destellos la he pulido,
lejos muy lejos, ¿Dónde ahora?
esbelto suena su vuelo
sí en la sangre mis ojos.
Sí ha elegido,
cal y sal delineadas,
verde, amarillo, azul clareados
al vespertino brillo ungido,
alta como ella sola y mi nieve,
densa espuma de alevosía,
de pétalo intacto, sonrisa dura,
transparente, helada,
vidrio y azabache en escala,
llegar su alma puedo,
espada en pristila esencia,
sainé como pez de metal.
Sonora arboladura,
de frío intacto.
Gozo en término de arpón,
gruta o lux esquiva flox bellator,
otra vez si amansar la aurora,
rosa pétrea,
lanza de mis cenizas que laten.
El Castellano y Leannán-Sídhe a 20-12-2018
Mil ecos acogen mi beldad,
sangre en piedra negra
que abre extensa eterna noche.
Canto a tu pluma
de mineral candente,
abierto a nueva brea del mañana,
muros de mi Arlanza por tuerto rayo,
a la llamada del cerro estaba yo despierto,
últimos caminantes apostaron más que sus ojos.
Somnia de sacro labrador,
corazón de roble,
flamígera eternal savia
larga noche de pedrusco,
veo las flamas estrellas,
humo lento de dicha en círculo de piedras,
oscuras maderas, señor que de la guerra viene,
puntales llevo en la camisa azul,
el yunque soporífero reposa en tierra.
Es usted un capitán de tierra,
espejos de ámbar te acogen tu solo reflejo.
Lluvia encendida
y recuerdos entre niebla umbría.
Tempestad bajo tus pies señor,
Guillotina de las memorias de otoño.
Hijo y padre del Sol naciente,
cuidas tu caballo solar
en redil de tu morada en llamas.
El Castellano
· Lo relativo al Sol, la estrella del sistema planetario en el que se encuentra la Tierra.
· Solar, linaje o descendencia noble.
· Casa solar o solar del linaje, primera casa donde una persona portó un apellido genealógico.
Añejo, extenso afán entregues ni fíes venidero:
-Mercuri facunde...
Atlas y su nieto secunde,
como Hombre primitivo
a ti Mercurio afloro,
temples mi bonanza
o rudo y noble ejercicio.
Canto place
mi solícito mensaje,
como buey audaz abrió surco
cuando era niño,
recobrar cuanto no he perdido
aboco que imploro.
Yo desposeído de Troya
con su rico Príamo,
sopores Atridas cayeron,
en fatidicas hogueras de Tésalas.
Mi alma piadosa exiguo
su aposento en el Elíseo.
Alzo mi áureo caduceo
con barba extensa de grey mísera
de albos espíritus
certeza que soy grato
al Averno sus dioses
y recelo de encumbrados,
encegados en Olimpo pulcro,
que mi aposento no amancillo.
Esta claridad serena,
con mi sangre nítida
no mancho,
empírea ascua del mañana.
El Castellano
Voluble cielo
crió tu rauda ala clara,
próvido planeta
de florido consuelo,
por su sol fúlgido lucido.
semejanza quiere contigo
corona el día por aspilleras suaves
las glorias que descifra tu nombre,
sublime en altura por quier
anublen desventura
por mesura,
encumbrarse la ya satisfecha
estela endógena no osaba,
realizada dispuesta
en manos y cruz de Apolo.
Amante lebrel
de sentenciar causa y retiro.
Aragua tribute el franco templo,
inimaginado,
con peñascos y mi arroyito,
alevoso corredor
robusta bizarría
entre furor de tus solos labios,
felonía de caverna umbría,
retiemblo atónito
sorteando fieras,
amansando mustia frente,
sacro fuego tu esplendor
contigua.
Entre tus cauces férreos amada,
quebraste tu saliva y mi lira,
¡Oh musa, tu encanto
no me retires,
Batida mi hada,
pastorcica de Castilla,
invencible de esta dicha.
El Castellano
El Castellano
Quiero mantener
mi suerte segura,
como hondas imágenes
en frío lacustre.
Agua de labriego sordo.
Eco en árbol de sigiloso azar.
Hombre al menos
en terrazgo seguro
al pie de bandoneón,
clavando cigarra
a su escarcha afligida,
manos trabajen
la melodía
a tu voz morena.
Primor en viento
de mi sepulcral prestancia,
tierra o ceniza
eternal mármol turbado
de vida atada a tu vida
y perseverante esencia.
Árbol de luz y acento,
revuelo a tu son
el mundo no trasplante.
dulces sueños
sones flamígeros te aguarden
en su seno.
Suelo en miel
de nota obscura,
guerra, oh gran momento,
rizar mis ascuas al viento,
hoja que tu filial enmarca,
verdecida mamona yesca,
invadido por substancia
de tu irisada voz en letra fraguada.
Resonancia de altivos lares,
fecundos...
Llevo verdecida mi sangre,
Asaltando el trigo mis ojos,
palabra con sonido
eterna herida
resuena que sigo en ti
como aromo de flor
y curva pitanza corva,
redimido a la abeja
el avispero ya no zigzaguea,
abre cariño tu senda,
nácar dispuesto y frágil
al candor de mi cóncava vena.
Para cosechar mi pena, mi cruz
y mi condena.
El Castellano
1. adj./ s. Que está en edad de mamar su hijo todavía es mamón. lactante
2. Que mama mucho o más tiempo del normal mi hijo pequeño fue un niño mamón.
3. Insulto sin significado preciso deja ya de pitar, mamón . capullo
4. coloquial Se aplica a la persona que toma con frecuencia bebidas alcohólicas siempre bebe ron, es muy mamón.
5. s. m. Diente de leche.
6. BOTÁNICA Vástago de un árbol, que le chupa la savia.
7. BOTÁNICA Árbol sapindáceo de América tropical cuya fruta es acídula y comestible. mamoncillo
8. adj. Méx. Se aplica a la persona muy arrogante o soberbia.
NOTA: Nombre científico: (Melicocca bijuga.)
Verdecida mi sangre
en son de mis latidos
de alto suelo,
oígo la agreste reverberante,
al pie de solaz viento
mi sentido.
En sones de férrea fragua
afilo mi metal primordial.
Canto a sus manos
de terrazgo quieto,
insubordinado.
Atadas sienes
cruzan tus ríos soberanos;
vegetal extasía
y cumbre en tu nombre
de perenne morada.
Vástaga palabra herida
de sonido disuelto.
Voz etérea
viviendo mi secuencia,
metamorfosea cual bronce
de hoz sin tiempo
resuena suave el hálito
desertor.
Soledad vigorosa
de voz difunta
sin morir mi pena.
Fragor redimido suena el martillo,
agua, tu risa y la suegra y nuera.
He de amarte
aunque tu hipnotismo dictes.
Ni olvido a primer vuelo,
perderte puede,
en la eternidad del corazón
y su cielo de soporífera muerte.
Perfilas camino a encontrar mi aljaba
y diriges su certera flecha primigenia,
por mi ardiente vena
danzo, danza mi lobo.
La áspera prisión de mi cordura,
cual amor con espejo,
siempre dura.
Cautivo mi soga enroscas,
calor sin ojos
como luz sin verte es niebla
y lejos paz, azul, nervio silente
ardua premura,
noche mi cruz
sonriendo amplia
mi condena.
El Castellano y Leannán-Sídhe a 12-12-2018
Por mi olmo, Insurrección 04\2016 Reedición:
Diestro albor
de tiempo nacido
algún día retorcerán las flores
al mirar los astros
lejos veo mi cielo colgado
al trémulo desliz nacarado
vuelvo
jinetes muertos
se comen mi tiempo
un día caminaré por fuera
veré ajeno el dolor
me carcome el sentido
por el que colgar flores al viento
me enamoré de una Hadita
y hoy sólo siento frío
que juega naipes helados de mi sangre
mi Señora Hada
diestro el viento
se lleva lo que siento
telarañas ahogadas en tazas de café
sí esas que nunca tomé
el paraíso de lo sentido
queda lejano
dulce cruel estampa
al invento deshojado,
abandonada la razón
queda el fuego vespertino
de todo aquello que duró
como hoja mecida en suspiro;
yermo terreno investido
por el que se descubre
yerto mi pecho
me caminan las soledades del hombre
ya sólo quedan bailando mis tenues sueños
cogidos de la mano de flores
mi pecho ya cansado de abrirse
florece en ababoles de sangre
mi pulso lo caminan ilusiones
siempre se podrá estar peor
que el muro que divide las dos realidades
en mi sótano de luz cuelgo pensamientos
y nacen opacos colores
al atardecer de la suerte
yo la amo en verde
brotan mis pesadillas asesinadas
hoy mi Sol agotado llama a las nubes
releven su acto
yo seguiré buscando la flor lejana en la Solana
de su mar perdido.
Iluminó mi vida donde ya mis ilusiones
son un manto de caricias por entregar mi tundra
despierta,
como siempre me mantengo fiel a la luz
llamada esperanza de poder cuidarla
y protegerla hoy y siempre
por ella armo mi égida y avanzada.
II
¿Que por qué te adoro?
Porque ni el azul de los mares y los ríos
se mide en belleza anisada
como pura llevas el alma
ni el brillo del sol y de la luna blanden
ni poseen tu ternura
como tu piel madura
joya de alabastro y de miel
tu almíbar en ambrosía al son de tu mirada púrpura
me hago un templo de mares y océanos
si lloran de emoción enamorada
yo soy océano
porque ni el fuego de los volcanes
puede con el de tu corazón
y el mío mece enamorado
el sino de un sembrador labrado
esperanza que espera
la risa de tus labios
pura. bella
ella es mi azucena fría,
de la tarde de mi corazón
que llora
que ríe
que se deslumbra su calma de estrella inviolada
mi buque mi navío
quiere arribar
y jamás naufragar
al son de su fragua serena,
porque su espíritu me clava
me blande el verbo
y el verso en silencio
ella es Leannán-Sídhe mi acompañante en mi
naufragio sereno
en lides de su alma y esencia
una, pura en terneza y pulcritud
soslayada.
III
Retiemblo
en un tiempo
que no me corresponde
agujas inermes
al eco sordo de oscuridad
flamígera
que late y envuelve;
se desdibuja mi horizonte
vestido de guirnaldas
fugaces y trompetas de los ángeles
el suspiro cae derretido
por tus labios mi señora hada
hoy avanzo como ayer
no tengo nada que perder
sólo tu piel por enternecer
resquicios del idioma del viento
crujiendo persianas
y los suplicios invernados
que cayeron asesinados,
no puedo elegir
llevo años amándote
y no se desvanece tu figura
llevo años adorándote
y no se desangra tu corazón
eres todo lo que alcanzo
a soñar de verdad
y en la realidad me visto de sembrador
de tu jardín de rosas
quiero ser al que recuerdes
en brea y espuela,
si no mis sentimientos
por ti plasmados en ámbar de Förüq
hoy por hoy
ayer por ayer
te seguiré perteneciendo
desde la malva-luna,
al diente de león celeste
abriendo yo en la flor de Odín
dame un firmamento
vestido de tu sonrisa
dame un sol
y una luna como tu mirada
que visto de flores
de todas las eras
dame una salvación a mi alma
dame un calor
que me recorra la espalda
dame un firmamento
para que vivamos los dos allí
no puedo descender
estoy en el cielo desde que te insignia
y solo allí encontré el idioma secreto
de los pájaros al viento su nido sedoso
por ti se desmochan
los árboles tras el invierno
para que resurjan cada primavera
con la fuerza de un lucero
gente dice que mi Sol ha muerto
mi dios de dioses es invencible
te alzo mi Sol
te aro en albor
piel con piel
corazón con corazón
no me faltará una razón
para adorarte y mimarte como dicta
mi sentimiento preso
estoy esperando mi nueva vida
por ti enardecida hasta que avance
y tu ser abrace;
mientras seguiré solo
como mi pensamiento
y mi imagen
se alimentará de tu vivo eclipse de párpados
soy yo quien pidió el cielo en colores
para su amada.
Mereció más que albo traje de su azur
eternidad, fuente de su serenidad
margen de esquiva puridad
en su mirar.
El Castellano y Leannán-Sídhe a 11-12-2018
I
Vislumbro tu voz
que clarea el soto
del campo mi templada dicha.
Clarísimo sonido
en virtud y calidad
del cristal
como llamas se dibujan
en la amapola de mi corazón
y el azur de mi vivo ser
se prende.
Nacen relámpagos ruborosos
en la fluidez de tu ternura
ensordecida.
II HOJA
Rueda mi azada
sobre mi cabeza;
súbito hematíes sanguinoso
que me tiendes,
iluminado mi ruginoso lienzo.
Río virtuoso
de mi acecho cual zorro
persiguiendo en litigio
la espantada tórtola.
No es más hombre
que yo, mi verbo.
III HOJA
Quisieran ser tus mejillas
soñadas, dos flores
entreabiertas.
Mis animalitos
como falanges
o nervios de estambres.
En pie de luz
cantando tus horizontales
muslos gemelos.
Ilusión, dicha o fervor
seguiré quietito en el campo
y su derredor.
El Castellano
Tesituras afables, filo inexpugnable:
Ensombrecido en caudal
encumbrando la tersura armoniosa
de espadas.
Caudal tenebroso
este fiero, adusto Sol de flamígero son.
Por la vena de luz de luna
mansa, descubre su reguero
en cal y canto su piel sedienta.
Avanzad mis ciegos corceles
vamos a sembrar nuestros ramilletes
y que nos apiade suyo
el Padre de los hoyos del sol,
surcos extensos
con superficies de luz,
llorando a esa luna
que blande mi runa de cuervo,
danzo mi hoguera
en un torno de cristal,
profunda encañada,
desapagable herida,
fui niño ciprés, con pie
de soto, entre acordeones
de oscuros fresnos
y pureza labrada en ojos,
hito de fuerte mimbre
ahogaba que soterraba
la violácea arpa,
bajo manos de mi madre,
un río se acervaba,
por sedientos muros,
sosiego mañanero
que acicala mi espada,
en siglo de hondo tajo,
mi montaña, cumbre de Nervión
irascible, su clara secuela,
por mi lengua de heno,
mi hijo es de agua,
como pretiles chubascos,
sudor de senos
que recoge,
una égloga en Sol tramontado,
yo sin luz,
febeo arriendo,
con espinas
descolocando las ondas
de su paso,
tapial se alza entre mis muertos,
con hoz que sosiega,
mampuesto
entre sangre de mayo,
que la tierra abre surco,
claridad de amapolas,
magarzas,
por un regato apostado
en este mi tejado cristalino.
Hasta avengar todo mi pasado
yerto en huecos
y fisuras de un tiempo difunto.
Por él y lo acontecido
marcho,
afilo mi zarpazo
abriendo clavelinas
y fuentes como inermes regazos
de lo que dispuso
el hierro de mi destino,
surcando a solas
la bravura de procelosas
tesituras,
en colmena y comunión
de mis ancestros;
padre y madre soporíferos
en numen del astro áspero.
Regio Lugh mediando.
El Castellano
Sembrar unos versos,
en nueva hornada
que el río lleva
en estribillo
cantad pues
que cantaremos
los mineros del verso.
Luz y claridad
en seno de nueva alborada.
Certeza en mi corazón
que late a las raíces
del antaño oculto,
por padre soy minero
por madre soy barquero,
cavando esta mi sombra
voy al hoyo del Sol.
Medito cual azada
de tres cabezales.
Tiemblo,
retemblando voy contento.
Onda vítrea marco mi andar,
por costales del Álamo
forjador, a su boca de fuente solariega.
Sed cándida de funesto, aciago sol.
Luz en aire es del herbario viejo,
padrón de arpa y su son.
Cantó mi campana
vengo por piadoso cerro
como solitario
señor.
Oro jovial seré
como vena del ámbar
relumbraré
mi añil,
amarillo viejo.
Pintaré lunas
y sus anchas ojeras
que relucirán sin ocasos
ni malvas espantarán,
fríos vernales.
Vendrá la niebla clara
por arboledas
y pinos tupidos
que caracolean
mis ideas reverdeciendo
los antiguos pesares
y su alameda errante,
vine por el murmuro de la piedra;
arraigado yo voy de mi insepulta tumba.
Hierros repican
sones como astros cinceles,
desnaciendo de la roca
su candor mineral.
El Castellano
Ensombrecido querer
traspuesto a los fuegos
del hombre,
y su azar flamígero
de tres caras.
En halo umbrío
alzó rosas sobre Galatea,
alta honra en flor;
la más hermosa,
en belleza gala,
sobre el áureo
plano insubordinado.
Astros que callan su beldad
entre todas las cosas.
Indecencia bañada
en vil ascua intransigente,
es mi origen.
Aureola de sopor iracundo,
por las venas y sangre
que me dio mi padre.
Que quemar todo puede.
Aroma en desdén
de lumínica era;
que nace de la tierra
la amapola vieja,
cumbre de Nervión
sobre escala de savia borde.
Y sus filos de alegría fecunda,
en color de pigmentos
colgar quiere.
Rosácea tez avanza
su inviolada amarillez.
Que exuda entre notas
y acordes su alto sabor.
En copa, preside,
dicta cual amor
😍 que morir sin amapola de fuego.
No es complacer,
ni transmigrar el alma
su crisálida en romo metal
consigue.
El Castellano
Tregua soporífera,
blando augurio
entre escarchas rectas,
sombría se alza
la inquieta mirada,
recuerdo
entre amplios lares
primigenios,
una calma en trance
de verdes estrellas
que tensan
ásperas cuerdas
de estos ángeles de hielo.
Alma en soto cercado,
avenida sin fuego ni brea,
un grito soterrado,
un suspiro en vals
aplacando
el erizar de una piel ausente.
Muerte vana
o flor de niebla,
transparencia amarilla,
mitad oscura.
Puro alacrán
camina de la vereda
a la rambla enajenada.
¡Cuán pulcritud no bastó!
Yerto el viento,
mansa late la espera,
en irisada vega compadecida,
donde suaves las fuentes
riegan la sangre.
Ocaso de morada negra,
fiereza deslumbrada
en sones
abriendo el nacer de nueva tierra.
Vela sin prisa
denostando
antiguo sepulcro de adobe,
triste olvido en destierro
de mi sombra.
El Castellano a 26-11-2018
Recta acritud al evanescer
del cenizo claror.
Un soto escueto amalgamado,
un tránsito por acordeones de fuego
y venas calizas,
como cromados aromos
al extender de la estela inviolada,
madre de mis fúlgidas cabelleras,
Pensamientos que abren crisol
en violácea arpa
durmiendo mi mortecina desquicia.
Áurea honra bélica
en claridad de clareza inerme.
Atarralla en pie del bandoneón
por el que mi grillo sonando fenece
y el centígrado decrece,
Cumbre de romo hierro ultrajado
extasía corpórea
esclarecida la niebla.
Abertura del gris que desnace
una escolopendra en limbo
que su mandíbula no le duele,
tiempos mejores escucho.
Al acecho insubordinado,
de francas sedas
y crisálidas vespertinas
acunando las simientes del mañana,
horizonte sediento como el ayer,
y mis sarmientos
sin esas manos ajenas.
Fulgente chopo
etéreo percal
por el que apuesto tu soberbia.
Mi ego es mío.
El Castellano
Hueso o eje central:
Acritud, alacridad
acridad, alacritud
crisol, acenizado, claror
cenizo
amalgamado
romo, fúlgido
mortecina, desquicia
violácea, atarraya
cándido, esclarecida
empírea, áurea, estela
honra, claridad
terneza, clareza.
24/11/2018
Llueven las estrellas,
tus estrellas
de tu sitio.
Sopor flamígero inevitable,
moviendo círculos
siguiendo espirales,
qué no daría
en el centro de la caracola.
Serpeo esta vida,
voy rumbo al estupor,
desnudo,
la penumbra mueve
yo de esta ausencia opaca hago nido,
resueno alto bajo tu pavimento,
estela en rubor de nácar
y una sombra mía se hace tuya,
para ver y brindar por la tormenta,
un solo de arpa abre esta nube de hierro,
resquicio tenue, veloz mi densidad
alza en pulcritud
pordiosea mi miseria otra esfera,
pude ser adorable
me quedé en lo hondo
tu silencio,
una vez para cada vez
volver ataraxia
este brillo descarnado.
Hoy por ti
mañana será turno
de mi araña de acequia.
Abre mi claror bélico
tu profusa esencia
riza eleva, mi desdén
por el que nacer en seno tu azur
es cabalgar tu iris
en letra montado,
y perecer en cuarto de luna
misma alegría
caracol de espejos
laberinto en tela mi honda aura
si decidiese seguiría indemne acontecido
de quererte sin perjurio.
Incólume seguiré espectro
de este mordido silencio.
El Castellano a 12-11-2018
Voy por tus desangeladas, profusas luces.
Hierro que me tiembla la osadía,
oxidado resorte candente,
que afuello;
relamen linces del tamaño
tu dispuesta ternura.
Hirsuta ciencia tu tomo de tierra.
Acristalado vence marea súbita
de ojos realizados;
mi espada no luce marchita
afila latidos de mi corazón
ignoto, ante tu ser, casi desnudo.
Orando llegue revelado momento
de aspados dientes
y destellos secuaces.
II
Aruña mi tierra una vez más
como un grito en la vena,
como un gemido perplejo
que brilla el tiempo,
que empañó
tus vidrios líbicos,
atemporales, dispuestos,
sin margen, sin curva, ni acervo.
Saliva en aljibe de hondo deseo,
exasperado, irisando crisoles
que jamás marcharon;
beso y muerdo tus orejas malvas
profanando tu blancura primorosa,
en tus piernas gemelas, semiabiertas.
III
Mis violáceas hojas marchas
raíces que maúllan mi calma;
profundo el zarpazo de amor
que me afliges.
Osadía acariciarte en destelleo
entre vela y candelabro
avivado tu hornillo de espejo,
supina.
galvanizada garra llega
a arañar la puerta;
rumor de fiera vespertina.
Solo ante tu sosegado
siempre azul violín
que la humedad
de tu floresta,
nunca más virginal,
entona.
IV
Despierta, flamea nuevo cierzo
por tus sotos de rincones sedosos,
humedad permisiva blanden
al desnudar tus mieles
entre tu piel serena;
abejas mías
dejar que la flor duerma.
Corajes florecientes
en ocaso que el alba lanza.
Desde la luz del día
hasta dentro la oscuridad
más densa que late y envuelve.
V
Sus cerrojillos tersos yo beso
en esmero amilanado de erizar sus nervios
a flor de candor estrellado, navego que avanzo,
tus filos de rubores aplacados,
esta luna entre mi tierra y mi solferro
una vez que su luz perdure mi hierro.
Placer enarbolado, en lustre de acanto,
ya mi querer no es piedra rodera
ni de osadía alabastro,
fuera de la batalla,
tersura que gemía la espera.
Mi piel de quimera,
inimaginada senda,
es un hálito y su verbo
una escala y nuestra escuadra.
Al placer preso
de sonido extinto.
VI
Retiembla el agua
un haz sobre espada,
inabarcable sentido
sigue, ahonda fiel
su rendición
en estallido del tesón.
melodiosa sierpe
en un vals del gemido
secundando el alarido
sembrado en su interior.
VII
Fuentecilla parece mi noche oscura,
fuentecilla retozona,
y de verdes lamentos quejumbrosa
como sombra leve de mi pájaro piador
que acuesta a dormir su entraña.
Sombras largas que descubren
el canto los lisonjeros grillos.
Blancura y azabache descansa en la arcilla
el nido mi golondrina.
Al fresco respiro de mi chopo soñador
lanzo un severo destello argento.
Longevidad imperial cercenada
como retazo de persistente
carcoma manida a mi verde intelecto
grave;
embaucaría sin tenerla
todos mis instintos,
todos mis impulsos.
VIII
Canta , canta mi pena azul
sin ocre zozobra.
Abre el verde ramaje,
a la espesura de mi idea.
Entre un camino serpeaba
como culebrilla de un destino azaroso.
El murciélago castellano
rasgaba bailando, ladeando
el cielo mullido
de levedad de colchón sin luz.
En sintonía opaca que rodeaba
y acariciaba.
El cielo abría su sangre a la noche.
Un sopor de estrellas
que en este invierno no tardaban,
y el rudo vigía ciprés soportaba.
IX
Bajo tenue luz de luna
que los sentidos, arrugaba
y mi fiero ciprés de lanza colgaba.
Avanzaba por el camino
los álamos,
como un sendero
en cal de maderos cenizos,
rumbo al Valhala.
Alumbrado , rememorado,
anhelado
por todo guerrero.
Era un olmo frente la tapia
de un cementerio
en Fuente la higuera.
Caminillos de hormigas dispersaban,
desplazaban los vástagos
de forrajes venideros.
El Castellano
Vestigio yerto,
al candor del astro.
Una luz en onda
como limpia esfinge cegadora.
Es un aspado sentimiento
entre serviles ruegos;
los arrojé todos al fuego,
cenizas enervaron pavesas
al amplio aire.
Honda pena que soslaya
que habita
la pulcra espina
de mi razón.
Cavé una fosa
en el patio de mi araña
donde enterrar
mi fiel sobrecogimiento.
No logré más.
La tierra me devolvió
la flor de su recuerdo.
No tuve ni compasión
ni vencimiento
del aura de este pesar.
Remembranza que existo,
porque no marchitan
los pétalos de este dolor.
El Castellano
Fuente de tu ánima:
Virgínea sombra casi tuya, casi mía,
etérea cadena que amilanaba
a dos voces purpúreas, purísimas,
albor en simiente, franco,
inabarcable, de esencia
en ascua flamígera al tacto.
Lasciva entre hondos secretos,
sierpe de una mirada verde,
promesa en ojos de rocío esmaltados,
romos hierros en crepitar de albores
y ondas extensas de inerme sostén.
Pulida atraviesas mi tardío,
por sotos de espuela
y carcoma translúcida.
Tierna sombra en transistor
me desciendes,
en sienes nativas de ti
océano abierto
o tierra madre sin numen de estela.
coagulaba yo sin fragor
cuantas dichas tejidas me dictaban
su cruel esperanza imberbe a ojos ignotos,
como aceros ruginosos
en umbrío páramo de monte
con bosque implacable,
albo rizar de sus enraizadas
espumas verdes.
Heridor azar de noche lisa,
por luna espolvoreada,
escala de un eco
que crujía las ramas
de un tiempo oxidado,
quiero tus ojos sombríos
de luna sempiterna
mi dama de oscuridad tenue,
camuflada, desangelada
abre tu sombra
dejándome adentrarla,
sin tus hálitos
no vuelan las golondrinas,
y mis murciélagos
se recogen del frío yerto
que peina mi alma,
sangra mi árbol
de este horizonte palpable
mi caricia en Sol mayor
que te ilumine
y sea certeza de fresca agua del azul
imantado
hasta percepción, ilusión o vida.
Hereda que transmigra, transmuta
mi sangre malva.
Sotos sin voz
de alaridos en magnificencia
exacta de este carbón y ascua de pluma.
El Castellano
El yerto,
esfumino
de la torcaz silencio,
en sotos de ranqueadas
magarzas al sigilo de blancos
álamos,
acequia cercena
el oro en tierra
por donde mece extasía
lebrela alada
tras la matutina liebre.
jauría de fiero colmillo.
Aulla el vaho en pensamiento,
ávido cual estela tangible
que sigue la galga.
Sopor maldito
de torvo pico,
en ala negra de grajo,
crascita mi sien aquella huella,
un día de campo.
Anublan hijas de tiniebla
un sol desempolvado,
en batalla de Candamvis,
con tempestad que soterraba
rostro abandonado;
en estancia yesca,
descarnada,
sigo la ceniza del fresno
y el quehacer encuentro
de esta mi vida oscura.
El Castellano
Azur:
De tu savia
extraje tu tierra,
era como matrona ciega
y dulce, de blanco seno
lleno de hondo heno.
Dulce jugo en oro viejo;
espolvoreado.
Frondosa villa
entre sierpes y caléndulas,
hermosa villa inquebrantable,
era tu boca maravilla,
de santo sueño de sol
y pétalos de girasol.
Suave rumor
de pecho en ala
y alma erecta.
Duda el dolor,
destierro de este abrojo
al cielo
compasivo
campo en pretiles candores
y venas sin su calor.
Albas huérfanas
entre rayos de miradas altivas.
Abre mi pecho el frío colmado,
Tierra de nacimiento
vespertino,
convertido,
fuente, ala o roca,
trilla, espiga
o verde grama mojada, blanda.
Tierra, silencio
o espada.
Fiel oruga que soñaba volar
y que volaba en alas montada.
El Castellano
Canto a la fuerza de la naturaleza:
¡Oh lluvia!
¡Oh tormenta!
Que con tus rayos
iluminas la oscuridad
de la noche.
Fuerza devastadora
que hace desoladas regiones,
incendia bosques,
que inunda vastos territorios.
Fuerza celestial
rayos cargados por Zeus.
Nubes negras y densas,
vientos devastadores,
que arrancan arboles enteros.
Granizos que arrasan cosechas,
tejados y persianas.
¡Oh temporal! Que sacudes con violencia
la mar y los barcos de los hombres,
hundiéndolos y llevándote sus vidas
al fondo del océano.
¡Oh fuerza de la naturaleza!
Que llenas de vida y destruyes
a la vez.
Fuerza devastadora y vital.
Fuerza destructiva y magnífica.
Que contigo no puede el hombre ni
con sus diques ni con sus presas.
Tu agua corre sin descanso por la tierra
anegando y llevándose todo a su paso.
Tú no entiendes de bien y de mal.
Tú sólo surges como la noche o el día,
como la brisa y los vientos.
Sin arrepentimiento ni conciencia devastas y
arrasas.
Y el hombre que se ha creído todopoderoso
siglos y siglos no puede contigo.
Naturaleza grande y hermosa pero mortífera
a la vez.
A ti te invoco con este poema.
Para que alivies la sequía que corre por España.
Por sus parajes y páramos España te necesita.
La tierra te necesita, el campo te necesita.
Los bosques te necesitan.
El hombre te llama a gritos y mira
a los cielos con la esperanza de que llueva.
Para aliviar su sed.
Agua de vida, agua que da vida.
Agua que forma nuestros cuerpos y tejidos.
¿Qué seremos sin ti?
Si no riegas nuestros campos y ríos.
Moriremos por maltratarte y contaminar
tu atmósfera.
Han llegado nuestros días hemos acabado
con la selva, tu pulmón.
Hemos derretido glaciares y los polos con nuestra
soberbia.
Y con nuestro pensamiento de que tus recursos
son ilimitados.
Pobre ser humano que con su ignorancia ha dañado el planeta.
Te ha maltratado hasta dejarte sin árboles y sin bosques.
Tus océanos sin peces.
Ya no llueve como antaño.
Hemos cambiado el clima.
Dioses se están vengando del hombre.
La vida volverá a surgir después del hombre.
El hombre ha destruido su casa y todo lo que le rodea.
Sin conciencia alguna.
Sólo sobreviviremos los hombres de los dioses;
que vemos la naturaleza como obras suyas
y que la cuidamos y respetamos como don divino.
Perdona al hombre que ha destruido y asediado
tu creación.
Yo a ti te invoco naturaleza celestial.
Naturaleza divina.
Haz que llueva sin descanso.
Esteban el castellano
Perpetua una,
por el bajel del alma,
bajaba recorrida,
por entre encajes olvidados
me descubría,
el caballo del ansia mía,
donde empezaba a abrir
en sus piedras de ojos negros,
y la cabellera levita
por altas ramas,
donde acaba el sueño
taciturno de su sonrisa helada,
voy allí sembrando ojos
en sus labios áridos,
no me apetece seguir sufriendo
para ello sirvo mi aliento,
donde acaba lo que siempre
creí conocer más me detuve a envejecer
sin mecer alas cansadas,
el horizonte me cuelga la rama,
y yo loco callado pienso
en un tiempo que me apetecía recorrer
tus simientes azules,
en un mundo, que mis labios, cierra
tornándolos grises,
la idea vuela eterna del estado mental
por conquistar,
esta es mi vida,
esta es mi suerte,
pregunta a mi orificio demente,
que dispara por mi boca
la locura quieta que mía te arropa ,
haciendo cálida la estrella
de mi popa
y mi ángel sangrando versos de hielo,
en el tibio, ancho, escurrido desliz
que me llevó a contarte mi verdad,
por la que quedaba frágil,
vulnerable sostenido yo
en un destino incierto
del comienzo del alba a mi insomnio
que me da energía.
Que fiel asesinó la caricia,
en cama de ojos en alfiler
y patadas del sueño,
crujiendo mi ser en una araña,
llegó el tiempo de escalar
por si un día abandono
será cuando me vuelva polvo.
II
Bello alto claro de mi silencio,
cumbre sin lomo, torre espinada
de mi única belleza,
con su pajarito que pregunta:
¿Por aquí? Es por allá bonito,
estoy creado y soy perfecto,
hasta mi mala suerte
y mis defectos son perfectos,
resumen de lo vivido
en esta esfera escrita se encuentra,
hoy no es un día cualquiera,
ninguna bruja está de fiesta,
ningún muerto no sabe que ya está muerto,
flor, vista, vida, lozanía, fuente, verso, letra,
color, sabor un desencuentro con mi inspiración,
recto escalafón, augurio exterior,
un patio para esta oscuridad,
cercanía, sueño que no recuerdo,
yo era mejor que mi voz,
un ciempiés, casado con una tijereta,
mi dulce estampa cromada,
un iris de plata, una escala al abismo interior,
era o no era estoy hablando con mi quimera,
mundo atención,
esta es mi vida, esta es mi religión
este es mi rifle sí señor.
Resumo en esta botella que llevo,
que no me vence ni la araña de mi recuerdo,
soy feliz o intento serlo,
soy la duración de la madrugada
sí en mis ojos,
soy el verdadero maestro de mi vida,
por encumbrar mi propia salida,
por construir mi futuro tejado,
letanía trenzada sobre un caracol de mármol,
aunque no me acuerde quien yo era,
a este mundo un disparo de mi siembra,
lobo furtivo en este coto
llamado tejida realidad de sangre,
es un amanecer sonriente
es una luna de hueso,
un destino ciego sin ventanas,
un desespero, un hielo, un desnacer cabalgado,
un verbo, un adjetivo derretido, es mi palabra,
un monstruo, un pajarraco, una alimaña desempolvada,
es mi vida una de la mañana, es mortaja,
no conozco el peligro,
yo soy el peligro, arde, arde, arde
he venido a ganar.
Soy la una de la madrugada.
III
Etéreo desliz sin sargento
cumbre febril por lomas desgañitadas,
soliviar vetusto sin intelecto grave;
avanzo que escampo,
este mar de venas en ojos,
es un frío yerto,
padre de la tiniebla rizada,
encuentro con el hielo de la eterna
oscura mañana,
desnace el viento en una mano,
en la otra atrapa
lo que gemía mañana,
esto es bajo tierra,
encuentra germina la malva.
Vespertina ciencia colmada
casada con vespertino abrojo,
era mi dolor que más no retuerce
ni canta con quimeras de mi aliento.
Recto escalafón dorado al gemido,
hoy el silencio se adueñó
se embebió del luto de áspera luna
de ojera suave,
en dulce sueño, no mira leones
ni soles perdidos
amamantando halos dorados,
era la una solitaria,
Un manto de estrella velada,
un maullido de pájaro estridente,
como vagido azar indeleble
que la osadía dorada mece.
Es por ti
que me he quedado
más ciego que tu pseudónimo,
avento que avengo el paso
esta rosa-malva será eterna
así egos ajenos se devoren a ellos.
El Castellano
Luna plateada de mi cielo, en las noches voy a tu encuentro,
pero te escondes entre bloques de hormigón y cemento.
Quiero verte, pero incluso te escondes, por las violetas ramas.
Mas los dragones, del cielo sonámbulo te acarician.
Cielo obtuso, de sueños fluorescentes,
tú, de color líquido, solo templado con miradas intermitentes,
por el tiempo de espera angosto.
El murciélago baila con el colchón de tu luz,
rasgando sombras,
para reposar siendo una más.
Oscura nebulosa de tu vítreo trasluz dime,
por qué te siento incluso estando solo.
flores opaco reflejo de luz violeta incluso de noche;
artificie luzzae.
Lucero de ciudad,
rompiendo la obscuridad.
La noche se detiene para sentir que estás conmigo otra vez más,
humo, humo, humo.
De tierra a ceniza llamando,
su inerme sentido mágico.
Luna plateada,en las noches voy a tu encuentro,pero te escondes.Quiero verte,pero incluso te escondes,por las violetas ramas.Mas los dragones, del cielo sonámbulo te acarician.Cielo obtuso,de sueños fluorescentes,tú,de color líquido,solo frío con miradas intermitentes,por el tiempo angosto;El murciélago baila rasgando ...sombras,para reposar siendo una más. La noche se detiene para sentir que estás conmigo otra vez más.
Luna plateada de mi cielo, en las noches voy a tu encuentro,
pero te escondes entre bloques de hormigón y cemento.
Quiero verte, pero incluso te escondes, por las violetas ramas.
Mas los dragones, del cielo sonámbulo te acarician.
Cielo obtuso, de sueños fluorescentes,
tú, de color líquido, solo templado con miradas intermitentes,
por el tiempo de espera angosto.
El murciélago baila con el colchón de tu luz,
rasgando sombras,
para reposar siendo una más.
La noche se detiene para sentir que estás conmigo otra vez más.
Viene acariciando, ella,
con sus palabras altivas,
desvanecerse quiere, con letras solitarias.
En sus ojitos los luceros,
por sus labios, disfruta el piropo.
Despeinarla con caricias piden sus manos.
El dulce golpe de su voz quiero escuchar,
dificil de olvidar, todo por ganar.
Creo que la quiero.
Pues díselo.
Calma para llegar,
por poder luchar y no abandonar.
A veces, invade mi pensamiento,
y más deseo crea su recuerdo.
Pienso que no estaré agusto hasta que no la diga lo que siento.
XII
Luna plateada de mi cielo,
en las noches
voy a tu encuentro,
pero te escondes
entre bloques
de hormigón y cemento.
Quiero verte,
pero incluso te escondes,
por las violetas ramas.
Mas los dragones,
del cielo sonámbulo te acarician.
Cielo obtuso,
de sueños fluorescentes,
tú, de color líquido,
solo templado
con miradas intermitentes,
por el tiempo de espera angosto.
El murciélago baila
con el colchón de tu luz,
rasgando sombras,
para reposar siendo una más.
Oscura nebulosa de tu vítreo trasluz dime,
por qué te siento incluso estando solo.
flores opaco reflejo
de luz violeta
incluso de noche;
artifficie luzzae.
Lucero de ciudad,
rompiendo la obscuridad.
La noche se detiene
para sentir que estás conmigo
otra vez más,
recuerda
que tus ojos tienen sangre
recuerda el viento
que aúlla mi nombre
recuerda la luz que tiembla
y cruje la noche en las pupilas
recuerda que me hablaste
de amor en el tiempo
que cae muerto
que pactamos con el hielo
la vuelta del invierno,
recuerda cada latido
de oscuridad
que llama a tus venas de humo
recuérdame en la eternidad del beso,
en cada rosa que robe tu cuerpo,
recuerda que vivo para ti
dando voz a la soledad asesina,
la flor vive soñando
que fue mariposa y abeja,
vive durmiendo la semilla
enamorada de la tierra
para despertar
y enamorarse del sol,
clávame estas nubes de sangre
en el hierro de mi destino,
se me negó la luz
encadenada a esta tierra sin cuerpo,
solo tú me sientes
en este camino
que no lleva retorno
sólo espiral anhelada de renacer
el tiempo ya no nos puede sostener
camino buscando el frío
en este calor que quema el alarido,
te encontré perdido
hoy vives un amor
que sientes soplándote al oído,
en la puerta del infierno caído,
te casaste con la luna
que reinaba en tu corazón,
al viento le diste voz,
a la lluvia la nombraste
lágrimas de mi ayer,
le diste ojos
a la sombra para mirar,
la espina caía herida,
la caricia retornó a las polillas,
la vida marcha deprisa
cuando abras los ojos
ya todo habrá cambiado
solo encontrarás que seguiré a tu lado
aguardando tu otoño
y la caída de tus hojas,
esperando que seas mi acompañante
en los siglos y milenios
que nos condenaron,
encontrarás esta sed del cielo
en cada silencio muerto,
en cada raíz
que grita en su tierra
toma de la vida lo que quieras,
siembra tu aliento
en cada tierra,
tú todo lo tienes
yo solo soy una fantasma
que sólo tú ves.
El Castellano
Oda de sombra nocturna:
Noche silo de oscuridad
destapada, traspasas
mi ventana entre espejos
tu voz se hace la dormida.
Carruajes malvas del sueño
taciturno entre las espigas.
Fuegos y fusiles iluminan
tu dama de oscuridad,
amanecida por soles
que bajo ella
parecen de trapo.
Canto a tus pestañas morenas
a tu iris deslizado
entre colchones sonámbulos
te clavo este guiño
a tu dama de sosiego.
Por este hueso único
desangro a mi murciélago.
Altas, profundas esferas
gimen luciérnagas.
El otoño tupido
se acuesta con mantas
de hojas arrebatadas,
árboles desnudos
que descansan,
ya no hacen el amor
con el viento,
persianas de un tiempo oxidado,
al abrigo la vida contra el frío
de la luz.
Escarchas de punta
lloran las avenidas
victoriosas de la noche
que todo devora
y mece lentamente
con su ojo de sombra.
El Castellano
Solo, acompañado de una doncella escarlata
que me late y envuelve mi fascinación,
este día vuelto noche sólo por ella,
no tengo piel soy agua de su saliva,
rocío de su comunión de estrellas
trashumantes, plácido rasguño de rosa,
yo no tengo sombra, no tengo aliento
ni alma puesto que soy vampiro
de su silencio,
alzo mis cuchillas de luz, coronas vestidas
de fugaces caricias al alba forjada,
edificios hirientes de mi amor etéreo,
canto alto que ella me hace
sentir eterno,
como el cuchillo inmortal de su silencio,
cargo mi luz para atravesar su corazón,
disparo, su alma es mi blanco,
mi párpado de la noche llora por su beso escrito,
rizada saliva verdadera,
estas rosas del alba cantan
que si admirarte es para siempre,
seré guardián de todos los latidos punzantes,
porque solo tú sembraste la belleza,
hasta colmarla de infinitos sonrientes
que mis ojos lloran,
pintando la veneración a lo que en silencio
trepa y escala
la caléndula enraizada en mi corazón.
sigo y seguiré tu camino
que me lleva por el cielo,
corto el aliento de la noche,
al despertar de mis sentidos resplandecientes,
no me despiertes,
eres mi sueño de penumbra y sus formas de mujer.
Late mi caracol siniestro con la forma de corazón.
El Castellano
Lividez carmesí 2017 reedición:
Sangre, sangre
que yo sin ti no tengo
vida para morir
preso de tu bello cuerpo,
al tarot helado
me muestro
fiel desespero
en umbral rojo tejido
cae siniestro, rendido,
sangre, sangre fiel te espero,
por estas ramas
de yedra despierto,
el negro cáliz de fuego,
tu nombre destapo
tu sed abraso,
en esta hora
que cuelga mi cuarto,
araña enfundada, tejida,
avista su caricia,
abre el telar de yerta letra,
descampado oscuro
que me aquieta,
hoy parto mi hiel
con cuchillo de piel
sangre, sangre;
carmín al abrir,
estertor añil,
brota, sube, emana
de fanal hoguera,
esta es mi vida quieta,
de verso maldita la estampa
fiel condena
abriendo la subrepticia de la noche,
se mece, se acuesta la rambla,
avenida amada
senderos de pieles tuyas sedientas,
colgando tus pestañas,
la noche escapa,
la tela se difumina
en un mar de azabaches
trenzados, soplados
llorados por la luna soñados,
vistas al cristal de cuarzo
tu entraña de araña
tu fiel boca
de estrella tejida,
naciendo otra súplica,
para acabar mi historia
en ti con el color
y el humor
de mi cuchillo envuelto
en feroces testigos
de lo que sujeta
la araña de esta noche
por mis venas escaladas,
por mis ojos fruncidos,
me rompo,
me quiebro,
en mil cristales de roca,
para ser yo
vivo y afortunado
el osado,
el descubierto
en capa humeante,
en tu ser clavado,
fumando mi cigarro de noche,
y el humo que te dibuje,
puedo caer,
puedo nacer,
puedo reverdecer
mi vida sembrada
en este patio
de media luna,
brotando, sucumbiendo
enraizando
tu soto de boca
despierto besando
esta penumbra que sujeta.
II
Y el ser amamanta,
estela de mi yerta cara,
pediste rescate
en esta la tela
de mi araña,
peligro en cauce
de aguardar el beso
no hay resistillo
que tu alma cubra,
Remembranza en bastión
de oscuras danzas,
abrirán perplejos los mañana,
brillando ocres en verde, los noviembre,
por sujetar un cierzo que agarra,
y tu floresta tiesa escampa,
un abrir del cielo a la tierra,
sangre, sangre
que sin ti no encuentro,
ni réquiem despierto,
conduce mi aspaviento
refulgiré en tu ser repleto.
Dulce alma, no hay esencia
fruto del amor
que te crease,
no hay cielo ni cigüeña,
que belleza de tu tamaño
entornase, ni roja hiel
humor carmín te engendrase
al cristal hiriente alzo
mis agravios y señales;
ven, ven a mi yermo arcano,
digno del carrizo del mar
más sereno,
encumbradas pestañas que quieren mirar,
altos sotos sin hacienda
siendo naturaleza,
desdén erosionado, cabalgas
luna sempiterna, luna de plata
cobija arrostra mi sentir en tu caracola
de serenidad repleta,
al encuentro que te presto mis ojos
y me devuelves dos flores,
altas, soturnas, dignas de tus bellas frondas
por las que perder a mi gato negro
y algo más, perder mi tristeza, por tu alegría.
El Castellano
Cerrojillos dormidos II:
Rubor cristalino,
en haz luminoso de hoja purpúrea,
deshoja esta nieve de chopo,
liman vientres
mientras envejezco
el matiz liberado
entre fuelles de viento,
alzado tu silencio perplejo,
una escala al cielo,
un sortilegio
en clavos sedientos
aclaman sones
sus verdaderas razones,
me acicalan procesiones
en hálitos de perfectas oraciones,
hoy verá el día
izarse, levantarse
su raíz de tiempos lúgubres,
desparramo que fluyo
por ataraxias desmenuzadas
trémula mirada fundida
en solanas de lunas
y sus mares
bajo yunque,
se clavan sienes forjadas
al verdor de pinos,
y sus consecuencias de yemas,
un verbo despuebla mis santos astros,
coagula mi pensar
entre trenes fulgurados,
solapados del ayer difunto,
rizando lo que siento
por repetirme
es más que mi don funesto templado,
un dialogar si encontrase oyente,
un hervor de mi recta frente,
noche sin llegar,
vienes y perviertes,
mi osadía vestida
de placajes sin hacienda
de viento,
transparente se dibuja el miedo
rayos sin luna
y oscuras rúbricas
sin luz de vela,
enfrento mi brava espera
por si baja Ostara
y se duerme en mis flores de caléndula,
hoy es por mí guíame hasta ti,
bajo el relámpago asido
a embeberme tus cauces
a tormenta sin cresta,
lloverán tus estrellas
que paran mis relojes
por atar segundos
de espera quieta,
ven a mi cabaña del cielo
y bebamos nubes,
desliza y enmaraña
tus hilos de cabellos,
extenuando mi yermo claro
en mi siembra directa
a finalizar mi Indeleble trazo
que tu sed viste y aguarda,
en fiel, impetuoso regazo.
Desnudo en son
del etéreo esplendor geométrico,
que te bañan las fuentes de mi tinta.
El Castellano
Obtuso limbo,
de perenne yerta cárcel.
Entre sosiego y dichas,
enajenadas.
De oro en paño sus barrotes,
por crisoles de luces rosáceas ;
un Sol muerto rige
su fiel compostura deslumbrada,
aojo que blande su pulcritud
de estelas inermes, rectas, embelesadas.
Cárcel recta y umbría
sin pestañas lucientes
es mi querer.
II
Mi querer pulcro sin sonrojo
ni otra senda
de yedras esquivas.
Avanzo sin mirar
el solo llanto
😿 vestido de la ambrosía, verdura.
Un desliz y supe
que nací por un destino superior,
escrito, predestinado, independiente
de lo realizado,
él ya estaba fijado.
III
Pude ser otro
pero no soy adorable.
En esta cepa broto que afilo
este sino desdentado
y su cruel miseria
gira en alambres,
de azares flamígeros.
Vine a la tierra
y soy de ella
con lo que ella es mía.
En pordiosera complacencia.
IV
Mi amor, mi familia, mi gato,
no son míos
por lo que soñando sé
que existo.
Una alondra y un piquillo
huyen de mi ilusión postrera.
Mi amor de nombre
en batalla
como insecto de barbas de oro;
un llorar eterno de rosa
🌹 o instigadora bajo fronda suave
de carnal caricia dulcísima,
postrera senda.
El Castellano
ODA A LOS CAMPOS DE CASTILLA
¡Oh viejo encinar! Que llenas de vida los vastos páramos de nuestra geografía.
Que bajo tus veredas han visto la vida infinidad de seres vivos.
Y hasta has dado de comer a hombres y animales.
¿Qué pena tienes que mueres sin ninguna explicación?
Por la mano del hombre que ha contaminado tu tierra,
ha explotado tus recursos hasta ahogar la tierra que te vio nacer.
¿Por qué mueres tú? Que has sido tan
noble.
El águila imperial
ya no vuela sobre tus cielos.
La sequía se ha apoderado de tu tierra.
Haciendo asesinar tus raíces con hongos
Que te matan por dentro.
¿Qué penas tienes? cuéntame.
Tú que has visto crecer al hombre por varios siglos y que fuiste su pan de cada día.
¿Qué penas tienes? Para morir sin explicación.
El hombre te libró de los incendios limpiando el monte,
pero te ha matado contaminado el aire que te rodea.
Tú que vives siglos y siglos y das cobijo a numerosos animales,
¿Por qué mueres sin explicación?
Los campos de castilla te necesitan.
Pero ya es demasiado tarde para ti el hombre te ha dado muerte
con su avaricia y sin ningún arrepentimiento te ha matado.
No solo eres un árbol eres un ser vivo creado
por dioses.
Como el hombre y como tal es nuestra obligación ayudarte a hacer que crezcas sano y fuerte.
Pero ya es demasiado tarde para ti.
La vida se te escapa fugaz y con ella toda la fauna a la que das cobijo y
Sustento.
Cuando el hombre se mate por destruir el planeta en el que vive,
volverás a nacer.
Y la vida seguirá su curso sin el hombre.
¿Qué penas tienes? que mueres en soledad y en silencio.
Tus hojas caen mustias y abatidas, tú que has sido
emblema de castilla, orgullo de jóvenes y viejos.
Te mueres sin explicación alguna y el hombre no puede hacer nada
por ti.
Gracias a ti el Imperio del sol vio nacer su armada invencible.
Y sus galeras de remos, un imperio con tan
vastos dominios
Que no veía ponerse el sol.
El hombre que con tanto esmero te cuidó y taló con sus manos y brazos.
Tus ramas muertas han modificado la atmósfera y ya no llueve sobre tus campos y páramos.
Los olivos te toman el relevo.
Te talan sin compasión para sacar madera y tierra de cultivo.
¡Oh viejo encinar! vereda de la infantería española que sacó tu madera para librar ardua batalla contra turcos donde Cervantes perdió el brazo.
¿Qué penas tienes? cuéntamelas que el hombre no te escucha.
Ya no hay mochuelos, ya no hay águilas volando y anidando en tus ramas.
¿En qué monstruo nos hemos convertido? para hacer daño a la madre natura.
Que nos da cobijo y alimento.
Ya no llueve como antaño.
Los ríos se secan los embalses se vacían, los peces se mueren.
Contaminamos nuestros ríos.
Fumigamos con herbicidas que van a parar a la tierra
y al agua de los ríos matando y asediando al cangrejo autóctono y a infinidad de peces,
que la península Ibérica vio nacer en abundancia.
¿En q monstruos asesinos nos hemos convertido?
Cuéntame tus penas que yo me las sé
todas.
Hemos traicionado nuestra naturaleza.
Nos hemos convertido en viles asesinos de vida.
La única fauna que llegaremos a ver serán las granjas de pollos
¿En qué nos hemos convertido?
Ya no somos humanos somos monstruos.
Ya no quedan humedales, los pájaros migratorios pasan de largo
al volar sobre España.
Tú que has visto nacer al hombre y ahora se ha vuelto contra ti
y te mata y mueres en silencio.
La tierra grita, tus raíces gritan, tus ramas gritan, pero nadie lo oye.
Somos hijos de Dios pero los animales y los bosques también.
Dios se avergüenza del hombre y del monstruo que ha creado.
Ya nos castigará.
Pero tú te mueres sin remedio.
Y contigo la conciencia y el alma del ser humano.
MIGUEL ESTEBAN el Castellano
I hoja:
Canta mi piedra
por inencontrable esencia,
promesa de luz del sol.
Azar de imposible
fuego fatuo en tejas
que son nubes de altos cielos.
Serenamente místico, me alzo.
Ascua empírea fueres
o carbón del destino atronador.
Mito, constelación:
constante, pura flamígera,
eterna de cimiento terreno
sobrevivirás a lo alto.
Escarno mis solas sombras.
Promesa de tiniebla,
promesa tibia,
nunca alcanzaré luz tan ardiente.
II hoja:
Perecer a los cielos que yo amé,
te amo en medio de mares,
entre pulcras esferas feroces.
Clamor por férreos bosques,
boscajes de tu sed de miel,
arrebatada tú, de tu albo espíritu,
generosa es la penumbra
eco pálido de azul viejo
virginal fuerza de noche añil.
Presencia misteriosa
en haz, de luna áspera.
Destino opaco, inclinación
por verdades de monte desgarrado.
III hoja:
Tránsito estremecido, el río,
ligero, nitidez de espejos
que dulces presiden
hondas tierras.
Constante agitar de sus fuentes.
Resplandor baten tus argentísimas alas,
palabras entreabiertas
buscando dicha.
Esencia, eclipse de mi sangre.
Sideral cuerpo estrellado.
Sigilo, tus pupilas
con las que a fuerte garra
me amas,
y ardua me miras.
IV hoja:
Lejos queda el miedo en cestillo,
a ser feliz; si tú escribes.
Por esos juncos que el día
no cierra.
Un remero hábil,
desnuda la noche.
Bogando que su luna sonría.
Oscuridad larga
que nunca secunde.
Desemboca arriba ardiendo,
tu frente rosácea abarca.
Mi armadura, mi espada, fragor,
pico torvo, ojos cerrados.
Penumbra desconsolada
por riveras de mi ciego Arlanza.
V hoja:
Fondo de monte
en el verde mar
de tu boca.
Claros rectos, únicos, confunden,
luz vasta y su sombra
que más ya no languidece.
Viento, velo, acallada luna.
Muda escucha
espesos vellos.
Faroles latiendo
corazones en celdas
con llave de tu alma.
Noble secuela
de mi dios Gemineye.
Entre azucenas de la tarde
mi suegra y consuegra arde.
Rubricó tu gentileza, orquestando.
VI hoja:
Luminiscente polen
en interiores de colmena.
Abro espumas esbeltas.
Desnudeces en carnal tomo
de mi cepa.
Brusco y dormido
en leyenda diferente.
Caí a mi tierra.
Toqué maravilla, flor de supremacía.
Palpé tu olor fecundo
a esquiva adormidera,
de tu órgano erizado.
Por tus estelas claras
que escriben galaxias
y agujeros de luceros.
VII hoja:
Viejo pabilo iluminado
humo rojo vióse apuesto.
Gallarda tu entraña.
Decreta, no cese
Mas nunca mi terco aljibe
que te escribe.
Con ojos rendidos,
ojos cada vez más humanos.
Pureza, tu plata.
Amortecida ahuyenta la negra Parca.
Piadosa suerte
en sombra densa montada.
Eco amplio,
ley presunta de todo linde quieto.
VIII hoja:
Difieren ligeros, tus sortilegios,
de verbos que nacen.
Ya nacidos estudio.
Ellos que escalan mis ojos.
Opulentos pinos reposan
su verde nupcial.
Ato presunto borde,
llego a tu almena
donde vive tu alma serena.
El Castellano
Telégrafo dicta, ordena avance:
Trato hoy, desgañitado,
dando mi hiel desquicia
al ajeno.
Estuve con existencia
y soledades,
bebiendo en ubre amarilla.
Hay un cuarto de formol
y un gramo de yodoformo
en mi mesita,
colores para nuestras naciones.
Era un triángulo angular,
bajo un terciopelo verde listado,
sobre el que se suspendía
un alambre oxidado de telégrafo.
Era el medio del idioma
del hijo de nuestro cielo;
un gritar escarpado a lo desconocido,
hablando intrínseco en plata de tiniebla,
con su paralelo perplejo, desconocido:
chirriar de un poste de pino muerto,
herido por el viento;
una carne de metal vacilaba;
era una tetera cantando al fuego.
Lo ignorado latiendo,
súbitamente.
Su idioma de ruido,
por ruido vertiginoso,
vibraba de aquel poste
como si el piadoso terciopelo de césped
de abajo le sintiese bailar.
Tendido con recorte,
lucía como una colgadura
de iris vertical;
como jícara blanda,
paralelo, vencido por alambres
de boca misteriosa,
miedosos, oscilantes,
bajo el verde terciopelo tendido,
que espera sus corzos secos de invierno.
Afilado desdén
hirviendo en escarchado
seco,
aguzado,
era solo él
sonido escita del silencio
que oscuridad pautaba
para yo seguir vivo,
traspuesto.
Orando germinase
mi hábil perplejidad,
prima de su sanguíneo cauce;
que destapa mis vides verdaderas.
Desterrado a petición unísona,
propia
que cantó:
COMPLETO PARA LA OSCURIDAD
REINA DE LA SOMBRA
El cuclillo en mi azotea
dijo soy buen pájaro cuco.
Encontré mi sentido
y ella oscuridad,
no puede negar mi devenir
ensangrentado,
en soles de regencia,
y terciopelo anisado,
el hijo del cielo es nuestro poema
haber si una orden judicial lo acaba,
y tapa mi grito soterraño que avanza;
besa su escarlata espalda
casualidad, preguntar a la centella
si ella no nació perfecta,
y sólo acato su sentencia,
porque ella no habla, escribe,
¿Quién puede acompasarla?
Un juego de telégrafo y señal
haciendo estría,
entre halos va siguiendo
digno hilo eterno en cobre
de su Chile natal,
electrifica su letra,
misiva en jícara certera,
profundidad abisal,
sin fecha,
ven a mi diario
esto es prosa,
amada sentencia recta.
El Castellano
24-06-2018
Cuchillo de doble cara II:
Tú mi ventana volada,
un cristal que escapaba,
recto hacia el frío desertor,
nazco del suplicio invernado,
no erró mi destino en llamas de sangre,
se iba alimentando mi camino afligido,
entre yedras desoladas,
y su escarcha helada,
era una nueva era sola,
en la que alzar alas rotas rasguñadas,
y enraizar en esta copa de sangre
borbotones relucientes.
Un monte dividido, dos espejismos nacidos,
reflejos en par de lunas abotonadas,
un ínfimo horizonte derretido
en azar de lo que prevalece,
un iris yerto y su magia nocturna,
sin razón cabalgada a la novena luna,
titubeaba mi dolor en mi sien enraizando,
un despojo pulido hasta que relució,
despojo, de mi alma que no quería
que no toleraba parásitos,
era una voz dentro de mi voz,
yo la amé sin importar su naturaleza,
hoy la pido permiso para que me deje descubrirme,
encontrarme desde el hueso a la cábala del muerto,
abierto mi pecho, un despierto retuerto,
no calculo eso es del experto,
subvierto mi agua en este desierto,
advierto a las vidas de un día que mi alma revierto,
y mi ser divierto,
el sentido opaco injerto,
hasta mi dicha pervierto,
quedando mi cauce abierto,
aúllo a mi lobaluna para que siempre sea mía,
preludio de mi posesión certera,
como mi solear nocturna en luna de trapo,
de sombra ramificada,
eterna rama asida a mi vida,
paralela entre dos ríos de brea,
entre dos realidades,
razón y locura
una buena y otra estupenda,
hasta juntar en eclipse
las dos dimensiones de quien quiero ser
en un abrojo entre tierno y filoso.
El Castellano
Oscuridad.
Dentro de mi cabeza
hay algo escalando,
llamando y llamando nuevamente
mi cuerpo ensambla y encuentra,
llamando a la tierra, viento y fuego,
besando mi autocontrol,
arte de conflicto mi autocontrol.
Perdiendo; mi antigua generación ciega perdida,
lleno de dolor, está corriendo de nuevo,
restaura mi mente,
dentro de mi cuerpo a la tierra,
el amor dispara de nuevo,
tú eres mi alma,
eres mi dolor.
No creo en mí
este tipo de brillo,
matando y matando una vez más.
Estoy perdiendo el control,
mi deleite,
mi espíritu
caminando por las calles, camina solo.
Yo nunca podré ser el mismo,
involucrarme en su magia.
Voy a chamán del nuevo viento,
la tristeza podría describirte,
en mi piso curando locura, nunca más,
y nunca más ser el mismo.
Necesito la oscuridad.
Necesito sombras,
dormir y una vez más despertar para ser la luz,
en mis noches de oscuridad estaré contigo,
mi maravilla,
mi brillante de sombra de mi ternura,
escalando la línea del horizonte,
matando mis ojos de plena esperanza,
sé mi ilusión nunca más,
mi tipo de flor de esta luz que rodea la tierra muerta
de sueños, pensamientos este tipo de locura
matando y matando mi vida personal
porque yo soy tuyo
y me rodeas
madre de la oscuridad.
El Castellano
Original fecha febrero 2016:
Darkness
Inside my head
there is something climbing by,
calling and calling again
my body assemble
calling to the earth, wind and fire,
kissing my self control,
art of conflict my self control
loosing my old blind generation lost,
full of pain it's runnig again,
restores my mind,
inside my body to the earth,
love shoots again,
you are my soul,
you are my pain,
I don't belive in me
this kind of brightness,
killing and killing once more,
I'm loosing control,
my delight,
my espirit
walking by the streets walks alone,
I could never be the same,
involve me in magic,
I will shaman of the new wind,
sadness could describe you,
in my floor healing insane thing nevermore,
and nevermore be the same,
I need darkness. I need shadows
to sleep and oncemore wake up for be the light,
in my darkness nights I will be with you,
my wonderfull,
my bright of shadow of my tenderness,
climbing the line of the horizont,
killing my eyes of full hope,
be my ilusion nevermore,
my kind of flower of this light surrounding dead earth
of dreams , thoughts this kind of madness
killing and killing my self life
because myself is yours
and you surrounds me
mother of darkness.
El Castellano
Dispuesta égida forma celada:
Luna venidera,
aguardo, augurio de tu siembra,
vengo que nazco
a párpado fijo encumbrado,
ven, ven quimera a mi yermo,
donde todo luce dispuesto,
y un ángel redentor
te esquilma el beso,
preparado para disparar
y tu anhelo flagrar
preparado
dispare
acoge amor
mi temprana osadía
estoy nacido del hierro
de tus ojos.
Venga a este mi ser
tu alumbrada existencia
para nacer de exhausta
secuencia indeterminada.
Ahondo que surco
venzo dispuesto
mi flamígero desespero,
soy porque seré
tu sol Lugh
mi enhebrada luna
aventaja mi ansia
nómbrame tu apoderado,
cuántas lunas sempiternas pasaron,
y yo nací para
que fueses mía
en taciturna desangelada
sonrisa venidera,
no me desampares,
sé mi fuerza,
sé mi anhelo
que yo tengo diosa,
que yo tengo madre de mi luz
verdadera.
Por este soto derriten las estrellas
para ti ofrezco
una estampa, una espiral
que no acaba
por mis cinco litros de sangre
irrigada,
nacerá una estela tuya y mía
desde hoy hasta siempre
el tiempo mi rival,
soy yo nacido para la eternidad,
ámame musa
porque comienzo a amarte
desde tu ambrosía,
que decreta no ser
vida de un día,
germinará esta etérea semilla.
Miles dei lumen, flagro metaphora
creavi blandus morx timun malum,
veneravi blanditia, dedisco cordis solus unno,
verstro paremo, sed de vita ostendi alae,
decreto ser de tierra
y tú musa, luz que germina
mi entraña verdadera.
No me desampares
estoy formando celada.
De égida dispuesta
este Escita levanta
por ti de su tierra castellana.
El Castellano
I
Blándeme en mitad del campo,
sólo allí que la encina enraíce mi carne,
el hinojo lata al son el tambor de sus flores,
la carrasca grite verdades del monte,
vereda quieta, enarbolada,
soledad disparada sin descanso,
sólo allí reinará mi alma,
en letras escritas en las hojas de vida,
las lindes teñirán de rojo y negro,
de tinta y sangre el resurgir del añil
aliento dibujado de toda vida en color,
del albor a la muerte en flor
se alzará mi latido con su amor.
El Castellano
II
Hálito silente
yo creo en ella
porque su piel demuestra
que los sueños se cumplen.
Volamos juntos al viento
como molinillo diente de león.
Hoy la vereda canta nuestra canción
dos corazones en un mismo latido unidos al unísono
Su carita que llama a la mía
de su cuerpo es mi caricia
por ella el piropo jamás escrito
solo desvelado en su oído
Sólo al viento le pido viento bonito
mantenme en su destino.
Que de lo vivido muerdo su corazoncito.
Weche tengo en mí la fuerza
escrita corriendo como puma gris
de sus Andes por sus campos
sus margaritas que mi te quiero
no sólo su nombre, llevan, e incitan
en caricia ella me quiere
del ababol a la verde espiga
Yo la quiero a ella mi margarita.
El Castellano
Sentido yerto:
Renace en la piel,
en el albor sin conciencia,
hace más frío que antes
sentido muerto, caído
olvido yerto
raíz del ser
más callado que el invierno
avanza camina a voz
todo lo que he perdido
polvo de estrellas, hierro de océanos
piedra de montañas...
hazme recordar alas cansadas
cosas grises que te gustaba sentir
mi amada así sabes
horizontales que no puedo olvidar
ejes verticales de conciencia
sin dormir
danza la primavera del lugar
con mi soledad pintada
en la sangre de mis ojos
todo lo que veo teñido
la ilusión cae en gotas derramadas
cayendo congeladas
desnudo mi cuerpo en la penumbra
del segundo quieto
raíces comiendo mis venas
hojas de mi historia mustia, abatida
sentido muerto
viviendo por ver morir el momento
momentos atrás que cae el recuerdo
sin miedo, sin sentimiento
todo hirviendo
sólo este sarmiento de cuerpo
esperando que juzguen a su alma
libre de maldad
quién estará allí
quién vendrá a darme un camino que seguir
solo en la oscuridad
donde todo comienza
las sombras me reconfortan
y veo en luz mi vida
para encontrarte
algo que darte de dentro de mí.
Un amor rugiendo en la boca de la estrella.
El Castellano
Aguerrido albor
Diestro del mar a la montaña,
visten sus flores coloradas orgullosas y sentidas
cual caricia de su jardinero que las ama
el viento armado escala cual seco rayo
su sol enturbiado se paran las oraciones
Hipsípila dejó su crisálida
en un caballo alado recorre sierras y sus manantiales
recolectando toda simiente desde todo confín
al inerte sombrío albor,
mientras su fría luz crece y camina
sin franca tapia ni verja que detenga su escalar
vuela vaga la libélula para posarse en su hombro
recio brazo arrido ninguna simiente cae a su lado inerte
que lleva que trae a su castillo olvidado
hechiceros de todos los reinos desvelaban que sólo
un reino se mantendría vivo
y no era el del humano ser
Hipsípila cabalgaba por naturaleza su religión
abarcando de la tierra a la lluvia
cual rayo cortado de Sol su cabello
los pájaros trinaban en su castillo
hipsipila siempre vivirá como invencible Sol.
El Castellano
Final con comienzo
Retina escarlata,
su ojo de niebla
y bruma que avanza
donde corta mi flor de luz
el sendero,
esposa del Sol al mirar
lumbre quieta, retina abierta
muerte final con comienzo
en alabado fin de existir
y quebrar el tiempo
conquistando el terreno.
Sangrando raíces que gritan,
aullando hojas al viento,
pintando su dispersión eterna
como sustento y cobijo
de toda vida
mecido del insecto al mamífero
desde el helecho
al alto árbol
hoy canto para ti
vida vegetal.
Mi caricia te sembrará
una y mil vidas más.
El Castellano
Flor de tierra
Fuego en el agua de su mirada
de los vientos auspiciada,
la ceniza consumía su carne
ardía sin mesura su compostura
naufragó valles y sus caricias
su bandera fue de su vena acequia
molinillos fugaces sus pestañas
de él se enamoraban las hadas
de ella la primavera entera
con cabellos del rayo de Sol nacidos
ojos de tierra sin lugar era bella
clamaba su voz la cima de la montaña
descendió abismos
para anclar su esencia en la belleza
que late y envuelve su huella
conquistada en miel
su ambrosía
gemía la caricia
para brotar altares de hueso
y murciélagos de sangre
lloraba piedras en sabiduría prendidas
la bondad alzaba en servicial entrega
su fuerza era de su amor hoguera
él lloraba flores para ella su amada
su verbo a veces tornaba carmín
en pétalos de silvestres rosas desangradas
su voz germinaba la tierra a su paso
el amor a la tierra no le detuvo
ni sostuvo en fracaso,
encontró con ella el amor
que le fue negado llorando espinas
y si sus abrojos nacieron no fue
más que para rajar el viento
difuminando el tiempo en estaca
de eternidad con fuente y manantial
anclado gozo en armonía
bailando de la mano y naciendo del alba
jamás capturada
pupila enfrentada
que mecía
que gritaba
siempre te amaré musa de agua mía.
El Castellano
Quimera quieta
Umbrío, tibio,
al resguardo de voz habitada
serena, llena de luz
en este linde
donde corta mi sendero
y florece mi sombrero
al viento
ojos llenos de paz,
sendero atravesado
en árboles de sosiego
encontrados
en hálito congelado,
lumbre quieta se dibuja,
espino amarillo que clavas al guiño,
calor de mi calor,
cauce de mi sangre displicente
desde la montaña al valle
luce mi traje
para encontrarte
vestida de Sol y caléndula
mi bella doncella escarlata;
resplandor dorado
al trasluz de tu amor,
granate mi sed de tu cuello
al destape
mi río de calma y arrojo
en réquiem por la rajada tierra
en albor de la centella
colmando su belleza
donde mi carcoma quieta
mira y avanza
sintiéndose en armonía plena,
yo fumándome un cigarro
en la piedra de tu belleza,
quién te alzara voz
entre los campos en flor,
fuego de tu fuego sin más razón,
ciprés que clama protección
para sus muertos que vela
tejo morador de siglos y cobijo,
ababol de versos de piel y abrojos,
desde la verde espiga
a la mora sin espina
y su zarza esquiva
hoy te veo como eres
y perdona
me apasiona
ser guerrero de nuestra luz
donde avanza mi quimera
y mi pasión poseerte entera.
El Castellano
Tierra en el viento
Quieto silencio investido
doblado en el filo de la hoja
ese umbral que corta mi calma
avanza en un sentido
rápido, veloz el resguardo de tu
amada voz
encontrada cercana
donde estática enhebra la silente parca
fluye de un confín a otro confín
yendo mi barca atravesando el brillo
al compás del sí bemol mi traslúcido pío
y su suplicio en la carcoma
que recorre mi horizonte
infinito pintado en el borde de la ola
en la espiral de la araña y su tela
la flor de difunto abre su luz
al resplandor del cielo
que cae emplomado
Se corta mi alma para aullar
en la centella
quemándose en su hoguera
hoy el viento lleva nuestro nombre
mi árbol será sentido
en cada flor de niebla
la bruma su color gris dejará
en este jardín de mundo viví
para sembrar mi aliento
que cayó como tierra en el viento.
El Castellano
Silbido de la centella
Claman verdades de la tierra
por nacer y resurgir
el eterno ciclo de la vida, muerte
y resurrección de la simiente al albor
de sangre sin condición
yo soy por siempre
Así como dura sonrisa y guiño
al azar de la existencia
efímera esencia
apellido y nombre que nada representa
como resplandor de la centella
cargo el silencio y el infinito de mi verbo
resopló en la montaña sin nombre
de mi tierra que jamás tuvo dueño
latido sin final
agua de manantial
va girando mi vida por enraizar
yo soy siempre
el eterno comienzo sin final
aullido del viento
hoguera crepitando la tierra del volcán
Río que acaba y resurge del mar
ese soy yo por despertar.
Resurgir
Hoy las fuentes bullen
los ríos desbordan
las vidas dejan sus grises
de invierno y sonríen
al alba de la lluvia
que toda vida mece
sal al jardín ayer sembré mis ojos
esperando que la tierra fuese sangre
las raíces mi boca
y la planta mi cuerpo
para con longevidad imperial
llegado el momento
decir de este jardín yo no he muerto.
El Castellano
Compilación 2018:
Solitario bogo,
aterido soplo de la montaña,
pastor de tus astros,
torres de nidos de tu saliva,
perfilada tu sombra me acompasa,
mi sayal remiendo
entre sedas
de moreras de ensueño,
olvidos me trepan por enredaderas,
tarde en la tarde mi esperanza vive,
si soñase volaría a tu vera.
Sol este de oro
ciñe mi álamo negro
y su esmeralda araña,
cumbre te nombra
en la saeta mi oscura golondrina azabache,
traerte conmigo siempre
eternidad risueña, melosa
sangre de mis dioses.
Señora tú de silencios
y sepulcrales vértigos,
no amansa mi fosa
la dulce azada de metal soporífera,
carne y cuerpo
mi rigidez de pluma,
lírico trasnochar.
Claro cristal entre paisajes,
ceniza de recuerdo
es ella, recuerda,
aire desnudo fama de estrella
inviolada,
mi musa bella,
un azar flamígero
que no pido ni alumbro,
no espera
ni las aguas de tiempo inmenso,
jamás complacen.
Ay día, rosario terco,
deja ya la gloria,
grandeza en amor
se llamó belleza,
lastimada mi carne desvelada.
Gusano soy
que hila su capullo,
tejiendo desde sentir interior,
mi vida en serenatas blancas
levantaré,
su fronda,
inabarcable vergel primoroso,
cuenta mi linaje
alas ignoradas de mi pecho.
No podrán tapar en vida
mi silencio que aflora.
El Castellano
Terca mi sangre,
tiempo del frío río
inmenso, todo dado en espinas
su rivera,
por ciega neblina bajo
con tabaco precoz,
pienso,
todo he soñado
para el letal lecho del olvido.
Mi temor sorprendido
alega que no existe;
vida o belleza,
ala o metal cansado,
gloria de grandeza, ¿Dónde?
Mi tabaco de neblina
ahonda, penetra y surca
la esmaltada silueta de tu figura,
por mi caricia ruda
y el agua afligida,
admirarte yo cual fugaz garuma,
anisado vive el cielo,
nuestra blanca estrella
mineral candente
refulge su luz desnuda,
por vespertino son
de todo lo que tiembla
como abanico de mi pluma.
El Castellano
El Principio estaba en la Colina.
Un hecho,
claridad de brea encendida,
o transparencia de pez de cristal.
Timón enfurecido
que tormenta iracunda tizna,
Cuervo en el alma
mi ser alzo, prendo,
mi idea luce
cual hollín de azabache tuviera,
gragea mi voz un crascitar
de mi señor Baco,
persona de garabato nombro a sombra latiente,
acaso opacidad de materia cuidase,
sacrificador mi tiento.
Sonetada su parda sepultura.
Falte mi ley, sonará la albilla.
Diablo aguador mi buen Luciente;
cordován, recuerdo de soleta,
no me faltará maceta,
Parnaso que ya cae asaetado,
cisnes negros,
de Apolo,
cuidados como vellón descendía su grajo.
Musario monte yo he sembrado.
Yo, pensamiento y porfía guardo,
me los retiemble
el Sol lucido,
ninguno estribe
mi mesura,
Señora, valerme quiera,
ni peligroso
el tiempo Bárbaro se me pareciera.
Förüq
Insondable, la luz
de tu impalpable seña,
guiño áureo al latido,
insubordinado, labrado
en madero de este hierro,
ya dejó de ser infamia tornasola
en ascua de piel borrosa.
Ensueño alado te alzo
mi musa en estridencia recta,
develada, reveladora senda
dictas que afliges voluptuosa
cuan cerilla arrostra mi alma,
rebulle tu sueño alado
de golondrina azabache,
no perturba mi paso
tu luminoso azar descorajinado,
en sones del capataz del brillo primero.
Arde no se colma mi vaso,
al cantoral
fraguo férreo lazo,
indivisible alianza, comunión
de ambos argentos astros,
como entrelazan alba y ocaso,
pura seda mi correr
de atleta precipitado,
arrostró
mi piedra espectral,
tu brisa ya nunca más fría.
Alumbró mi sien
el fractal de frágil leño.
Y desveló que todo es y fue
más que un sueño.
Enmudecida siembra tu garganta
lamo la tierra boca a boca,
tu raízsalvaje me toca,
como verde planta a tu corazón invoca,
silvestre y musical nuestra rosa azul canta,
henchido de tu voz voy
mi doncella escarlata.
El Castellano
Oración a la misa del alba,
revuela una golondrina,
esquiva los ramajes
cenizos del fresno,
abre monótona brisa
una caricia de tierra
por el musario cerro,
carrascas afilan allí
sus flores de piedra
para dar sus bellotas,
ya escondida la luna de seda,
aumenta un zorzal su trino,
sube entre rayos de sol
la espuma de un desnudo álamo,
a su raíz un precoz mamón
sonríe al iris de nueva luz,
un grillo chirría su nota
en melancolía por nuevo cierzo,
la encina secular
no pierde atisbo de rigor
en follaje,
como nervudo verde
que no llora,
la retama grita al esparto
que su amarillo impera,
plegaria entre verdades del monte
un nuevo esplendor
canta la paz sepulcral del campo,
como luminaria entre río reverdecido
en tapiz de terruño arado,
aria dolida en arrebol
de sollozo verde,
lento abre su retoño la tierra.
Entre vid de nueva espera.
El Castellano
Quiero mantener
mi suerte segura,
como hondas imágenes
en frío lacustre.
Agua de labriego, sordo.
Eco en árbol de sigiloso azar.
Hombre al menos
en terrazgo seguro
al pie de bandoneón,
clavando cigarra
a su escarcha afligida,
manos trabajen
la melodía
a tu voz morena.
Primor en viento
de mi sepulcral prestancia,
tierra o ceniza
eternal mármol turbado
de vida atada a tu vida
y perseverante esencia.
Árbol de luz y acento,
revuelo a tu son
el mundo no trasplante.
dulces sueños
sones flamígeros te aguarden
en su seno.
Suelo en miel
de nota obscura,
guerra, oh gran momento,
rizar mis ascuas al viento,
hoja que tu filial enmarca,
verdecido mamón,
yesca su sangre;
invadido por substancia
de tu irisada voz en letra fraguada.
Resonancia de altivos lares,
fecundos...
Llevo verdecida mi sangre,
Asaltando el trigo mis ojos,
palabra con sonido
eterna herida
resuena que sigo en ti
como aromo de flor
y curva pitanza corva,
redimido a la abeja
el avispero ya no zigzaguea,
abre cariño tu senda,
nácar dispuesto y frágil
al candor de mi cóncava vena.
Para cosechar mi pena, mi cruz
y mi condena.
El Castellano
Mi alma vespertina:
Anubló la tarde,
su grillo bruñó su último acorde,
el día escapaba deprisa.
Con perfil de cerro viejo,
desfalleciente rebrota un viejo hinojo,
su tallo de nuevo anís resurgido
de entre sus escamas anuales.
Lentamente un charco se apodera
del sueño del paisaje,
todo siente que su agua no miente;
nostalgia entre borrones de savia nueva,
caminos se perdieron entre retazos su verde sien.
Mi corazón
por mamones de carrasquillo,
entre ensalmos de romero silvestre,
entre rosas caninas de añiles fauces,
vendería mi dicha ya cansada,
por su prosperidad,
lejos su tierra que ellos querían,
dime mamón de almendro
si yo todo hice hasta pedir permiso
en tiesto mi patio de la araña
acogeréis vuestra segunda vida pautada,
esclavitud sumisa de compostaje superior.
Alto ventano os puse a todos
mis hijos adoptados.
La fortuna os reverdezca.
El desencanto final no hallaréis,
por oscuro redil de mi cuidado,
os descienda la gloria.
Sórdido plano en tierra nueva,
de ocaso desnudo con infinita alba,
mi mano brindó por vosotros
con sueños sin cruz
encima mi pecho.
Mis hijos invernales os ofrezco mis cantos
y sangre de esta tarde muerta,
sois más nobles hoy que si nunca os hubiese desterrado.
Enjutez en cobre irisado, un sol de trapo,
frondazón del musario cerro
que indemnes, os vio nacer.
Volar mis criaturas sin osar
el cielo de las plantas.
El Castellano y Leannán.Sídhe:
I- 1/09/2016
·
Mi polilla desvencijada
nace del espejo que crepita
una boca de esfera y su artificio,
revoloteos en torno a la bombilla
que más quisiera ser ella la estrella
que te atrae
tu noctámbula sed
de espinas blandidas,
un viento lunar se reposa
en mi ventana,
siega del mar oscuro
que todo tiñe de malva nocturno,
hoy estoy aquí
ante ustedes cigarros
para latir
y que vuestro color
sea expulsado,
recibo que acuso
ponlo en mi pierna
caminaré el infierno
por si consigo pagarlo
con mi sangre algún día,
serrana se torna mi almohada
de su musgo y lozano rostro,
por el canto de este caracol
que ya no late se quedó seco
en su intento,
es una luna menguante
y su aguacero litigio áspero,
un iris y un prisma lejano
es mi hombría un surco
en mi jardín de cementerio
por el frío rígido
y sus cristales de hueso
de un sol
que le enfadaba su luz.
II 19-1-2019
Nuestro tiempo derretía
como oscura poesía,
hermoseaba una melodía
de tu voz serena;
en virtud y nota
de un salve a tu condena
que hollaba.
Con inspiración sublime húmeda,
se arrostraban tus azules labios,
fuego sacro, oh musa
de esplendor retirado,
cóncavo cielo que más no habita.
Este dolor sin manos, todo ojos
te visualiza quebrando la lira
de mi pecho naciente,
Vana memoria, destierro evanescente,
placer oía,
sucumbir acaso al frente,
virtud en sollozo,
por oscuras sombras latiendo inerme
mi dicha que relampagueaba,
esta estación de hielo,
y azabache nevado en la retina,
límpido tu celaje golondrina nocturna,
brillas bailando tu presencia ruda,
no aseguro más que lo que no puedo conseguir
con ímpetu esforzado,
esbelta tu flor
brilla fugaz su vaga huella,
que enraíza tu candor de frente,
brava fuente,
que me brinda mi corona
de brumosas tempestades.
III
Te brindo y dejo mi destino incierto,
sobre las zarzas de la tierra
de mi camino,
armonía solaz de ojos duros
y nítidos,
silencio expresivo, desunía;
santo sueño,
su quietud inabarcable que mío
su transcurso que yo te miro,
mi dama del pensamiento mío.
Sañudo el arrebatarme,
el designio inexorable,
mi guardia implacable,
sentir late eterno en y sobre la tierra,
en su vientre profundiza
su raíz de tiempo
que es huella eterna, con infranqueable tapial,
a esta luna canto,
su aspereza que germina
invernal siembra difunta.
Toda sombra ella fulgura,
crepúsculo esparce por colinas,
su luz agrietada profundos lagares ilumina,
alma de tierra acuso
en ocaso que mece, y yace su digna,
inefable espera.
El Castellano
Esa luna que ama:
En la noche
como etérea surtidora
de azules, longevas aguas.
Esencia de tiempo
y su febril carcoma,
verdad o mentira
todo lo tuyo gira.
Ya tus aguas en sustancia;
oscura abre el seno
de mi acrisolada fuente,
luz de natura
a sol oculto,
que en mis manos crece.
Y su noche aparece,
coge este mi solcillo,
al candor de arreboles,
dictarán mi exilio,
amigos a pie de página.
Gira este solaz trompo espacial,
o arduo ligamento severo
en sentidos y sentires férreos.
Corazón verdecido,
con semblante déspota milenario,
acurruca tu raíz salvaje,
como fe firme
de argento ángel,
tu carne rememora el libro olvidado
de tus falanges dictando,
tomo brotando del destino insumiso,
endiosado como púrpura de nieve roja,
azar cromático
de tu agua geométrica,
mi musa cristalina.
El Castellano
Miro tus ojos en los míos,
como crepitar enroscado
de enredadera
como filamentos que adhieren
mi retina.
Son luces bailando
en el rocío tus labios,
ensayando sones
de espirales en espera,
apacigua mi alba
sobre tu río,
de infranqueable seda;
desliza tu brillo por mi ensenada,
silencio mío de corbata,
deseo de cristal o divagar
jugando nuestras sombras,
camino o pensamiento,
anudar deslizando el viento
en tus mejillas,
recojo mi aliento
que marcha acariciando
tu mirar sereno,
vestigio de tu figura iluminada
por mis enajenados candiles
al rubor de astros.
Perdóname
sólo es mi amor
como reguero surcando el viento
de tu insondable palabra,
rayando fulgores en esfera fría,
rasgo perpetuo de inmarcable seña;
lienzo deslucido
ingrato cuan abarca mi espejismo
de acariciar tus ojos
si así danzo en la luna
de tu alma,
enseñándola que la quiero,
como a tus peces de cristal.
El Castellano
Bajo el signo de la luna Azabache:
I
Me llama en la noche,
me acaricia su recuerdo,
con sus caricias desvanecerse
quiere;
y renacer en la oscuridad
del ocaso eterno.
Comprendiendo y llevando dolor.
Yo sin comprender su aparición.
Pero recreando su alma viajera.
sueños serán, pero cada día
la siento más.
En la belleza de imaginar
la complazco con la sencilla palabra
de amor a su alma
sin cuerpo.
Que me acompaña
desde que sufro por el querer.
II
Te busqué detrás de la estrella
más brillante del azul eterno.
En el suspiro de amor
que corre y descansa
entre la inmensidad de un parpadeo.
Entre la oscuridad que alcanzó
a ver la belleza que envuelve
tus imaginadas piernas,
adentrándome para reposar
siendo una sombra más.
Y te encontré en mi sueño
más cálido, en el cielo encerrado
que liberé.
En la noche que mi amor corrió
en tu flamígero seno,
y te amé aunque fuese un día
en la penumbra.
Para así no olvidarte nunca.
III
Manantial fulgente de inspiración
tu mirada tierna sin compasión.
Matices de esmeraldas
tu pupila enfrentada con mi pupila.
La golondrinera el aroma
de tu piel frágil y esquiva,
con sus amapolas amarillas
el color de tu áureo.
Un piropo, el suspiro
de mi amor eterno.
Que corre que escapa y vuelve
el cosquilleo.
Tu boca con mi boca bebiendo
del mismo agua del deseo,
tu piel con mi piel
avivando el ascua
del sentimiento preso.
IV
Resplandor de auroras en los recovecos,
donde se refugian mis ilusiones
en mi pensamiento.
Tu tez conoció mis manos
y mis manos te moldearon para su recuero.
Eterna batalla a la noche,
cuando noto tu ausencia,
la noche que galopa
y yo con palabras sufridas,
de nuestra vida sentida.
Ya no hay felicidad entregada
con besos y roce de nuestros cuerpos,
medida y entregada,
ya no te buscaré en esa nostalgia.
Me enamoré de la vida
y nada me falta
porque todo me llena.
Te volviste a pasear por mis sueños,
y en ellos nos reconciliamos.
Vuelve a mí el dulce tormento
para vivir soñando
con el recuerdo.
Y amarte soñando despierto.
V
Noche en vela de navegante
sin destino,
noche despertada,
por la luna.
Y acariciada por sonrisas de estrellas,
cercanas y lejanas
según sean miradas,
a través de la copa de sangre
o con la nostalgia del corazón.
Luz a la vela que ilumina la pluma;
tinta de ánima mezclada
con los recuerdos de una vida a tu compañía,
pasada, con hielo y fuego, con besos
huidizos y fulgentes,
eternos y efímeros,
con sueños rotos,
y días de amor
a la sombra de tu reflejo,
disuelto por el embiste del tiempo,
que partió mi corazón en dos y un cuarto,
en el que me alimenté de las rosas
y flores desangradas.
La copa de sangre
en recuerdo
de una sonrisa que resplandeció.
VI
Amada mía te escribo esta noche invernada
detrás de la estrella apagada
que yo te amo amada.
Luna mía, tú mi flor que brilla
luces bonita, estrellita mía
sólo tú eres mi vida
runa azabache mía,
jamás se apagará tu boquita,
que llama a la mía.
mía sólo mía,
mi flor de luna
sólo para mí encendida.
Yo nací para tus ojos,
madera de los cipreses.
Yo sólo soy escarabajito,
yo camino despacito
de tu mano, duermo contigo.
VII
Sólo soy lo que tus ojos
dicen de mí.
Sólo soy amor, vivo en ti;
yo nací de un rayo de sol,
dije soy fuego sin más razón;
de mí la sangre huyó,
yo sólo viví como flor
al muerto le di helor,
porque yo viví solo, solo
como vive la flor
pero ni aroma tuve
ni tuve color,
sólo tuve polen carmín rojo,
que a la tierra llegó.
VIII
Muerto vivo, si no te miro;
luna muerta vi encender
y a mí llegó.
Para yo decir viví, fui, amé,
reí, y con su amor
digno orgulloso sucumbí,
hasta de su boca morí
pero un día desperté
frío como sol que fui
y ella huyó de mí.
Así mi condena
cuando yo muero,
ella vive por mí.
IX
Amada inspiración lejana
o cercana, según seas mirada,
del interior embelesada
alma de mi alma,
espíritu sin nombre.
Destello sin horizonte.
Luz atraída cual estela indefinida,
venda que el ojo no vea;
orilla de mi barcaza,
sin suspiro, ni terraza
cruel hornaza,
letanía sin lejanía.
Ni caricia existe
sin manos que te modelen cual arcilla,
lugar de mi lugar sin hallar;
bello templo tu mirar.
Ni beso existe sin sentimiento inicial.
quién afortunado
que en mitad de la rima,
muriese para no cesar.
El Castellano
FINAL
Contenido
Sin luz late brillante oscuridad 13-1-2019
Brillante oscuridad 13-1-2017:
Como ciega figura contesta tu presencia
Añejo, extenso afán entregues ni fíes venidero
Por mi olmo, Insurrección 04\2016 Reedición
Tesituras afables, filo inexpugnable
Canto a la fuerza de la naturaleza
Lividez carmesí 2017 reedición
Telégrafo dicta, ordena avance
Bajo el signo de la luna Azabache:
Es mi libro con el trabajo completo de un siglo, impera en él un estilo de plasmar surrealista, de escritura automática guiada por referentes propios de absorción y adopción propia mediante aprendizaje por medio de la lectura, eterno buscador de plasmar correcto, en mi búsqueda y en mi trabajo habita la concepción de lo que me parece bello para escribir en base a eso se surten las imágenes como abrevadero de ideas ramificadas de lo que a ella atañe.
Ya que la poesía sin impresión de belleza poesía acaso sería. Sin creerme poseedor del castaño de las castañas de oro mi poesía y mi obra es fruto de consecutivas temporadas seguidas de escritura durante quince años. Un abrazo y gentil saludo autor Miguel Esteban Martínez García El Castellano
ODAS:
Tierra de encina:
Encina carne
y cuerpo que en ti
el campo hizo;
emblema insignia.
Follaje recio, duro,
inmoble al transitar
del viento.
Sobrehaz madre natura
de pedernoso azar de catedral
que de ti hizo san Esteban,
parda encina te escribo
desde el reposo del hombre fluyo,
como sangre me sostiene
en manadero de tu lecho de tierra.
Apretada y densa
lloras al camino,
no caes en invierno
ni te desdibujan heladas,
soles de siglos
doran tu espada,
árbol férreo
de árido horizonte,
frente los ojos,
viejo monumento
que sacudes,
el alma de la roca.
Brotada del mismo fuego pareces,
oh parda encina,
yo a ti acudo virgen
que en tus hojas veo pulcritud de estelas,
puntadas de unión de cielo y terreno,
en ti campo se hizo,
de tus lagrimas otorgaste flores la tierra,
meseta navegas con flor de piedra,
árbol solemne tú eres,
a ti rindieran cantos
a ti rindieran cuchillas,
campo de víboras
has pisado,
espejo de pueblo eres
que guardas reposo
y pasado.
Acoge Virgen de la Encina
mi canto manso.
El Castellano
Oda a la belleza:
Ruge mi vida
con impetuosa saliva,
un desdén de mares afilados,
cose que hila esta malva sensitiva,
azures sarnosos que avanzan
al latir fieles compases destapados
de mi escondida idea,
belleza eres por mares sostenida,
balanza sin yacija, ni muerte escondida
acaso a ella conoces
que incluso la tornas bella,
mira la ventana crispada al infierno,
el parpadeo oscuro de la luz.
tú que definirte nadie podría,
ni el más inteligente
ni el más ignorante,
cumbre de ideales, pedernales deslices,
pólvora de sensaciones, fragor vaporoso,
bendices sin perdonar,
es tu prisma un ocaso sin lejana letanía
de esta realidad que se pierde,
atraviesa tu puñal absorto
hiende mi carne,
solo encontraré que brotará mi cuerpo
todas las flores de los campos,
tu cúspide sin hallar, tu vida sin hallar
cumbre tuya se llama planeta Tierra
abismo centelleante hasta perder la cordura,
madre del acto,
belleza deidad suprema,
nadie la mata solo se la llama
y no siempre responde,
déjame tu azul manto sin amaranto
una noche bailaré con lobos
hablaré de amor con mi quimera,
el miedo me conocerá,
amada mía belleza de las flores
sángrame un horizonte de colores,
deshoja mis infinitas espirales,
haz que me crea como los mortales,
para blandir nuestro nombre entre nubes,
cabalgarán mis corceles tus verdes sienes,
yo no seré yo, así como tú eres distinta
para cada retina,
hada infernal
como leviatán celestial,
tú no entiendes de las maldades del hombre,
sólo pintas de la realidad todos los colores.
contigo izo cumbre,
resoplo agravios y señales
repetición
que nací para servirte,
como pájaro a su nido
señorita ruego
que elija este cuervo,
sin agraz durmiente
sopla mi sed de florecer tu alma
primavera preciosa,
desde mi mar a mi risco
osaré vestirme
de rudo hombre viejo,
soñaré como me sueña mi sueño
que yo en tus lares era el primero.
Señorita bella madre de mi izada bandera,
alza mi curva sombra
por la carne de mi siembra,
reverdeceré con tu cariño
primavera amada,
Mireya anclada de mar
a la montaña de mi idea,
vengo que voy a vencer mi propio desespero
rizando como riza su vida el helecho,
desde la sombra de abeja,
a mi ceniza bella,
no habrá osadía que no te nombre
mi dama al hervor de siglos
atavíos que llevas ya florecidos,
me despido por si te encuentro.
El Castellano
Iris de los campos:
El reino venía tejido
del destino florido
en la gesta del jacinto
en la flor abierta de la primavera
voló mi corazón a tu nido
derramada esperanza vistió
el por qué de un adiós
el lirio abrió al color
y la grama abrió en flor
flor de sangre
que regeneraba
el dolido destino
por la azucena
caminaba su olvido,
fiel del suspiro nacido
quedar el te amo en vilo
la orquídea colorada
aguardaba la fiel ordenanza
cuando un jardinero de versos
dejó su estampa en el papel
un colorín elevó su trino
para que un zorzal
lo alzara en su nido
todas las esperanzas
colmadas de un grillo,
al compás de tu paso
seguía la amapola en duelo
lejos de su tierra
que vio nacer el cielo,
caléndulas esposas del sol
se abrían a la sonrisa
de tu calma amanecida
para yo trenzarte
un beso en la mejilla
quedando las campanillas dormidas,
y las margaritas enrojecidas,
un te amo ardía.
El ascua se encendía
quedaba la sinfonía
de un tordo que visita,
el cielo abría
a sus coloridos jardines
plenos mudaba el grillo de sinfonía
la rosa colorada
dejaba su beso por si acaso
el viento llevara algo,
se hilaba un verso
para el cantar complejo
del baile de la rosa y el clavel masculino
mecida la sonrisa al viento
nacía la basta floresta de los patios
y entre sus escondidos lares un trébol
vertía cuatro hojas
al compás del Sol en su visita,
todo al resguardo de la bella caricia
y la ilusión dormida
que brillaba en tus retinas,
para yo dormirme
dentro de tus ojos.
Abriendo mis flores en son,
ese que hacía brillar los campos
en verde y marrón de un caracol,
relucía el brillo de un brezo,
desplegando su color
un tomillo en albor
por el plantago en flor,
todo lo que dejo
es todo lo que amo,
recuérdame en la flor
del cardo de la dama
me alzo a la altura de la rama
y el espliego amanece conmigo
para el romance del laurel
y el encuentro de la malva con la abeja,
todo el cielo se despeja,
canta la piedra en aspereza
que la vida se torna repleta,
de lo sencillo del musgo
al verde estramonio
con sus trompetas de los ángeles,
rueda la caricia que tu piel divisa,
el campo sin franca tapia ni verja
es dorado por mis sueños
que corren de la vereda a la rambla
fiel de esperanza
la azucena nocturna en flores marcha,
el olivo prendido de olivas
la encina sus bellotas mece
para el tejo guardar su muérdago,
la noche que llora azabache
y ojos de luciérnagas
todo queda prendido
del suelo en duelo
blandiéndose la luna sempiterna de nuevo
y mi verso alzando el vuelo,
queriendo acariciarte de nuevo
la noche que solo conoce la noche
tus ojos que solo conocen tus ojos
por los sueños nacidos vuelan los molinillos,
el monte deja a las carrascas
blandir el horizonte,
las flores a la abeja fabricar su miel,
la tierra se come a los cardos tras el verano,
la adormidera tu piel suscita
llegado el otoño y su caricia
fieles manzanillas abren sus margaritas
y los cardos en espinas
dejan paso a los jilgueros
del campo abierto para regar Ostara tus besos
se anuda un grillo y mi brillo
abriendo una flor
con forma de corazón
dejando paso a nuestro amor.
Con el sigilo de blancos álamos
al verdor de frescos pinos
se cierran todos los caminos
por si acaso vivo que sepa ella
que blindado a la cepa es mi sino,
en estas simientes
en estas verdes sienes
alzo mi latido,
que de madreselva fue vino,
y alzado parto mi destino,
hasta vivir en la mitad
de flor de esta caléndula sostenida,
enraizada en mi pecho,
que no canta
reverbera en esta fuente fría,
porque no tiene despedida,
al fragor del ascua
jamás desquita su bella sinfonía,
de raíces y colores de albas,
hasta ser amada
por grises arañas.
El Castellano
Campos y emociones:
Guadalajara te recoges
en la loma despeñada;
cumbre de valles dormidos
y turbios del Henares,
agitas ninfas en sus aguas,
al hervir de álamos viejos
arribas calles entre mocedades,
tus retamas de parajes
arden.
Eclipsando años
de la perdiz sujeta,
surcos de aras tus uñas hacen;
vestigios de que el poder pudo,
caminas descalza los años fugaces.
Niebla asciende tus iglesias,
reposa y tus gentes
la despiertan,
al otoño que no quiso venir
te hablo como un hijo a su madre.
Cuántos siglos quieren
tus adoquines terrenos,
asidos de hoz
y colmena de tus abejas,
un descender de la vida
entre corajes de encinas
y oscuros soles
que abren de tus parques las fuentes.
cuanto yo he conocido
de ti, es poco.
como infante en tus nidos de tordos,
no te quedaste en los hoyos .
Cimientos te desnacen la entraña
del ayer carpetano,
por cuantos siglos te comulgaron,
hija y madre alcarria,
entre mansos hermanos,
sabor de chopo inusitado,
helor del antaño,
resplandor de verde militar de ciprés;
olmo sin fondo ni tajo,
córvido nogal de tus insepultas raíces.
Miré hoy mi espejo en ti abandonado,
y no quiero desenraizarme
de tu pálida tierra,
fiel canasta que nadie llevará,
tu sonrisa jamás apagada.
Al tiempo que abrirá.
Tus labios que juegan y se tienden,
hermanos de mi trilla,
hermanos de mi arado,
labios visitando acres de blanca tierra,
por callejas y cuestas de dulce idea,
levantas tu dorado cuerpo
de mujer esculpida,
por cuantas piedras te tejieron
en armonía quiero susurrar a tu belleza innata,
que juega y ríe descansada
en la música de tus álamos.
Ríes trayendo tu canasto de mieles alcarreñas,
juegas con quienes hemos depositado en ti confianza
de vivir en el sosiego de tus senos
que guardan los siglos
que lleva tu entraña erigida.
Mirlos enredan en tus cabellos
sosiegos mañaneros
por cuantos te conocemos
localidad de luz,
que abre su remanso
al Henares y sus espumas,
creación no creada.
Cuartelillo de tus fervientes chopos,
riges tu guarda en tus lanzas de cipreses,
abriendo tus campos al cernícalo señor,
y a los estíos chirriados
que el alma te acogen
¡Oh Guadalajara!
El Castellano
Duero:
Grita mi estupor y cuchillos
hieren volteando
una boca que la onda mece
flameando.
Se duerme la costilla
en el altiplano enjutado
de hayas y fresnos
recuerda su geología
únicamente saboreada
por el soñar de los picos,
virginal cuna del Duero
con tus curvas en rotonda
de castizas fuentes y abrevaderos,
dulce azada de agua
que bascula el sentir
de la enamorada palabra,
por cimas tu voz se hace meseta
haciendo el amor
con los pájaros dormidos,
templo y morada
de la cepa que a ti te alcanza,
agua furtiva corre por tu era
y reposa en tu infinita onda,
que se riza, que se insinúa
en vaporizadas Torres de belleza,
que en tu alma anidan,
sortilegio de rosa y clavel
cenit del dolmen tallado,
quién a ti en la vastedad del ser
en su pecho te lleva prendido
el fuego en fanal hoguera
en anchos panales de tus abejas.
Cuentan de la vida del chopo
tus diez mil espumas,
que por sierras
tu rúbrica dejas,
navegante con alas azules
el terreno que jamás te vence,
secretos de amantes
tus aguas llevan
haciendo bullir el inframundo
de los amores y sus galas mayores,
agitas con sangre de tierra
el candil que abre en espiga,
anudando en tu cintura
tu idioma olvidado
pasando años fugaces por tu campo,
rodeando en ortiga
el triguero espárrago,
girando de la vid tu capazo
y sus manos,
haciendo de tu Vera
un Dionisio que al tiempo fermenta
tus besos de tierra.
El Castellano
Arlanza:
Arlanza cubres tus olas
de infinita seda
con el palpitar de olmos secuaces,
al verdor de frescos, jóvenes
álamos en pulcritud
de cenizas de fresnos avanzas,
quién en tus aguas
te lleva de espuelas
por tus solas riveras,
sin ocre con verde aliento,
te elevas de entre tierra de muertos,
deshojas tus notas dulces,
entre crepitar de martillos secos,
inertes en sed del más fuerte,
tu agua sin palabras,
tu agua sin vergüenzas,
sin rubores de plata
y sus nieves de espuma,
haces bullir infra-mundos de amantes,
romances con tus robles,
nadie te sostiene
tu olvido deslizado,
solo lindes quietos
osan acariciarte para siempre,
tú, tú imperecedera ante la muerte,
eterna suerte,
yo estoy contigo,
magistral obra no creada,
idioma oculto de tu haya,
espiga líquida donde las haya,
senil canto de cigarra
cuna del grillo en su sangre del atardecer,
acaso te alcanzan.
Cumbre eres sin filo ni cima,
rebosar de la vida sin prisa,
hoguera sin ascua,
calor de los seres que amparas,
descampado
porque el campo eres tú,
fulgor entre verdes sienes,
savia dulce de vida,
qué milagro a ti te llenó de vida,
o ya estabas en ella perdida
para ser envidia del Creador,
ciencia sin papeles
libro de tierra,
onda de segada curva
pulcritud de espadas al alba
sin principio ni final
sólo tú alzas la luz,
en esperanza de los que cayeron
en tu huerto donde descansan
las almas.
El Castellano
Tormes rinde:
Hondo espejo de cumbres
de Ávila, Salamanca y Zamora.
Refrescas tu sien a espaldas de Alba,
pecho insubordinado vellos de encinares,
padre tallo y río de febril Castilla,
desde la rauda espiga al enhiesto
perdigón que en tus veredas sed sacia.
Hilanderas tus sedas recuestan,
bonito no apagues mi estupor
sembrado por tu silencioso idioma fluido,
Tormes alza tus castillos de areniscos
al paso fugaz del tiempo por tus ramblas
del sueño perdido, que tus aguas arrullan.
riego y vida de tu anciana tierra,
paso insepulto de ávida sangre azul,
terrenos de coronas sin denigrar
sepultas que agujerean tus aguas
dignas de acuarelas cinceladas,
vena y riñón angosto
por adusto raudal de besos escarpados,
vine a bajar tu valle
hasta tu lengua del Duero.
Un vencejo desertor de tus cielos
me cuenta que si por él fuera,
anidaría de tu bella entraña cristalina
clara, cómo tus altos árboles
se sembraron de peces
el día de amantes,
bebieron todos tus raíces.
Pájaros dormidos
que hacen el amor con el viento
con sueños cristales la tierra se casa contigo.
Digna odisea por quien te ha conocido,
caballero ciego que buscas ojos
por tus reflejos de ávidas imágenes
trasnochadas, rutilantes perennes.
Del uno al tres, tres cielos
habitan tus charcos de caudal
sed sin remedio de quien te ve.
El Castellano
Río cuervo:
Río cuervo de pitanza corva
Vestido del risco tu nacimiento
negro en tu soledad de azabache,
tu soledad acristalada
por luces del monte,
tu idea reguero
que mi sangre lleva,
de enebro cincelado
tu cuerpo,
que se hunde y flota
de la roca
tu eternidad azogada,
huyes y ríes con carrascas,
sin quedar graznando
tu alegría.
Tu cuerpo de aguas sin ceniza
que la tierra llora,
recorres mi infancia lejana
sí esa que nunca acaba,
para yo ser del monte
y el monte ser mío
como piedra a su gamusino,
eres de la tierra
un dulce sino,
caracoleas tu rizada vida
de monte y estepa,
de árbol y raíz de tierra,
eres más que sístole
de romance que el alma enerva
con tus negras alas,
entre tus lenguas de plata
bañas la fauna
que a ti te alcanza,
por fresnos y hayas
riges tu templanza,
verdadera, que viste,
que enamora
ojos que te hablan,
abre amor tus pizarras
construiré mi casa
por el tejado de tus aguas,
para decir:
Yo aquí vine a vivir
bajo las alas del río cuervo.
El Castellano
Castilla:
Perduradora onda,
en cresterías
de la honda voz nacida,
tu profundo soto
de altas torres enfundado,
me esmalta la idea
con fragor de risueñas carrascas
las soledades del hombre ultrajadas,
agarrado a dulce señero inmóvil,
al pelaje esmaltan quebradizos
colmillos de umbrío tomo.
Cal y tierra entre follaje
de mi sierra,
pardas vidas me avanzan,
una oda al sendero
y su vida despierta
entre ojos de azores y sus ocres,
se siente, se añora,
se enraíza,
esto es Castilla,
esto es el flamear de una cerilla
de sangre henchida,
linde quieto de tierra madre,
por solares tu voz se despeña,
sosiego que tu linde oculta,
lumbre de entrañas
en quietudes de escarcha,
lento fuego ciego
de sonrisas del alba,
quédate, libérame este haz eterno,
quédese mi piel segura
al retorcer del castillo de Almansa,
honda tumba para tu belleza desvencijada,
entre piedras, y caracoles de astros
tu espada,
patio en sobriedad de tu tarde,
robusta flor entre Ermitas del mañana,
un tallaje del pueblo
sembrado por tu cúspide naciente,
sueño en fruto
carmesí sangrante
de tu corazón de amapola venidera,
dorada al cantar de espigas
y su mañana,
honduras de vidas
labradas cepas de sarmientos,
acoge en tu alma
este fiel ofrecimiento,
Castilla mi tierra, mi vida,
mi eterna semilla enamorada.
Fiel disparo entre acordeones
de encinas afligidas,
un marco difuso entre colchones de grama,
perdiz entre perdigones viajeros,
voy a tu encuentro,
me hablan fuentes y abrevaderos,
como tus tierras
hacen el amor con parajes dormidos,
respiro tus frías cuchillas
que entre clavos me marcan su herida,
fiel de caricia bebo la sombra
en tu calma sin despedida,
un trino quiebra el silencio
en blanca dama me avanza tu cebada,
un calor presto de caballero
a su dama hoguera,
servil entre abejas
y sus mieles alcarreñas,
tejida, lista,
vaporeada tu siembra
por años cobijan tus azadas
solariegas.
El Castellano
Galicia llama quebrada:
Galicia cásate conmigo,
te ofrezco mi sangre.
Amo la tierra y la tuya
es mi sueño verde y gris.
Tu esencia se retoza en mi cuerpo,
tu ausencia lo ahoga y quema
desde dentro hacia afuera,
Tus bosques siempre verdes,
a tu fértil suelo,
encumbrado por los siglos de tus celtas
círculos de piedras,
con sus espirales nacientes
de sus megalitos,
de la cueva a tu montaña
va que viaja mi entraña,
entre ocasos sonrientes,
hasta tus helechos nacientes,
al arrullo de tus montes,
calzo espuelas
y sus arroyos florecientes,
al canto rodado
me alzo con el valor de las gotas
de su río, almas en latencia perdida,
de montañés mi talle,
en ausencia de roble carcomido
por el tiempo y su yaga ardiente,
infinito remanso sangrante
de la tierra que no posee dueño
tan sólo habitante,
Galicia ella es candor,
al fragor de silos dormidos,
al tiempo que reverbera
sonidos de humo y de agua,
entre crujidos de esta carcoma naciente
que ama y te desea mi Galicia bella
poesía de un tejado verde y azul
de árbol y mar quebrando,
tus costas y su muerte paseando,
hasta donde llega perdido
mi pensamiento
para darte un beso
de cal y arena entona esta caracola
sobre tus espumas
balanceando el pulso
del acantilado y tu hueso de espuma
al romper tu ola,
porque nacer no se elige
ni dónde ni ábside
al cielo le pido rompa la tierra
que si vuelvo a nacer,
yo nazca de tu entraña
Galicia bella.
El Castellano
Canto a un tronco muerto:
Recama heraldo lenguaje
las simas de tu palabra
huero sonido que avanza
y el ser alza.
Inamovibles torres, belleza
aguardan, oro noble
hondo, profuso Sol cercano
padre de fachadas de Castilla.
Encinar raudo,
acoge al puro roble
vetusto soliviar escarpado
cuna del árbol resucitado.
El final en el viento es una promesa.
Desde Cuenca a Toledo
desde la corona brillante
de Ciudad Real a Guadalajara
pasando por Almansa y el frío
de Albacete apostando en el río Cuervo,
y el profundo Tajo, desvistiendo
febril al río Mundo.
Reviviendo este tronco muerto
en Riopar, avanzo, amanezco
ligias y barbechos tras
surcos de furtivos arados.
Fortalezas empedernidas
fervor de ojos lucientes
pasados del mañana.
Me bañan sus fuentes
en patios de arañas e higueras
en sotos de almendros
y nichos de nogales verdecidos.
Mi hoz de trigo y centeno
eleva su carne
por esta mi tierra
y su vorágine.
Canto por el revivir
de este tronco muerto.
Blanca idea, surco en recodo
por brezos y mirtos agujereado,
retemblaré como el esparto.
Grajos escondidos picotean
mi alma; crascita voz serena
alcanza tu semblanza
me tejí exhausto
en tu oscura raíz
del antaño.
Blanda tiniebla envuelve
el dormitar de tu carcoma.
Levantarás de tu sueño
Rey Rodrigo.
Y nuestro Cid
¿Vestirá tu palabra?
El Castellano
Iris de campo
Adormidera pulcra entre la retama,
amapola esquiva sangre de la tierra
nacías lejos de la tierra que tú querías;
la fé mudó sus caricias
sobrecogido el triguero espárrago.
Serpeo el camino de Humanes,
el reino florido por tejer,
jacintos de botellitas azules
recuestan gramas del lindero
entre espinos amarillos del olvido
yo hablo con zarzamoras de rivera
del Henares.
Corrihuelas abren nuevos sentidos
bajo sauces y olmos viejos
grajean tordos la vida del endrino,
caracoles que trepan el abismo
de savia recia, dura.
El alacrán pasea la represa
cuando la araña lycosa encuentra presa.
Espartos y retamas
prenden su verdor al monte.
Cardos y carditos de dama
tiñen blandiendo su horizonte
anual.
Cadillos invaden el yermo,
de hinojos y dispersos plantagos,
boquitas de dragón, perritos
que juegan con el viento.
Un ligero testero acoge raíz
a una flor de Odín
caléndula silvestre
flor de difunto que resiste
entre embistes de tiempo,
y heladas grises.
El Castellano
Caléndula dorada de mi vida,
tibia, eterna, esposa del Sol de día,
amarilla, gran luz de los campos
flor de difunto en tu grandeza antigua.
Que baile el tiempo sobre tu flor
que ni te importa la estación,
sobre tu quietud alcanzo la verdad
del ser sin preocupación
alegría da verte, belleza creada
del rayo de sol, dame tu luz
descíframe el saber de tu ser
para tu oro tener
ese por el que el muerto encuentra
su luz y la abeja tu beso tener
lozanía del camino si silvestre naces
al ocaso del lucero
tus flores cierras en verso.
El Castellano
Cáléndula joven del camino,
vieja de la senda que lleva a tu casa,
ardor de luz brotado entre florestas hirientes,
alza tus pétalos comunión de insectos,
por estos solitarios caminos
que me llevan a verte
alzas en pitanza
tu verde semblanza,
de la tierra vida en añoranza,
fulgor entre tus sienes,
darás de flor simientes,
así demostrarás que no hay tierra
sin flor así no importe estación,
María oro, flor de los difuntos,
luz entre luces del alba,
sostenme la caricia en tu flor,
que me creo abeja por un día,
álzate entre cardos y malvas que te rodean,
demuestra que eres única,
que ni caracoles osan morderte por tu savia fuerte,
señero silvestre donde los haya,
oro luciente entre engranajes verdes,
espera a tu ababol compañero
que tú sigues dando flor
sin ser primavera entre despertares y albores
de vidas y sus trinos,
navegas mi alma esta mañana
glorificando mi tierra yerma,
te aman mis ojos, te admiran latidos precoces,
eres más que silvestre flor
eres una vida precoz de luz,
si pudieras ser mujer yo sería tu eterno acompañante,
colmas la belleza de lo sencillo
eres mi alegría del camino,
pasarán fugaces las generaciones
y brotarás cualquier terreno
que el reposo tornó sin construcción,
para que tú grites
que la belleza también tiene casa
contigo,
Caléndula arvensis.
El Castellano
Danza en mi oscuridad:
Es el eco furtivo
de estas sombras,
rompe el silencio
guarda su palpito
es como el mío,
es como el mío,
cuando un agujero
se abre del cielo,
sombras de gatos
caminan la ciudad,
iluminan mejores tiempos,
que ya pasaron,
canta mi grito solitario,
maestro del animal,
cierran las pestañas,
me ha traicionado el viento,
solo, solo en este oasis de cemento,
mi mala yerba brotará
entre su asfalto,
cruces torcidas
el día escapa deprisa,
un párpado negro al acecho,
me piensa la oscuridad,
su negra ala no me bastará
al día que llega
desaparecerá,
desaparecerá,
escucho notas de este vacío
perplejo, perplejo ante su miedo,
voy por escalas al infierno,
carreteras oscuras
va construyendo mi vida,
la ciudad desvanece,
la tierra muerde los cuerpos,
este invierno
ya no me seduce,
se clavan mis uñas en la celda
de mi cabeza,
el tiempo esfuma etéreo,
nunca más labraré mi miedo,
aúllan persianas con el viento,
estoy en el otro lado,
contemplo vidas inertes pasar,
el espectáculo de la soga comienza,
es una flor de sangre
abriendo su polen,
no hay un alma
en esta calle de mi mente,
se retuercen mis ideas
en adversidad,
crepita que arde
esta lengua de frío,
amanece mi sangre
escribiendo sin madrugada,
el día comienza su alborada.
El Castellano
Otro beso:
Mañana saldrá el sol si yo miro tus ojos,
el mundo se hará pequeño
solo para que nos conozcamos,
tiraré la moneda al pozo de oro,
contestarán sus doradas gotas,
que los sueños hay que vivirlos
para que sean realidad,
al verdor del monte
sembraré dulces vericuetos,
para que diluyan escarchas hirientes,
y sus blancos de sabor a nube,
se rizarán cumbres
dolerán sigilos del álamo,
dejando su nieve
en fusión de escalas al cielo,
eternos alambres alumbrados
por el sol y su desquicia,
me llorarán los ríos nuestras gotas de unión,
tu alma pura, colorada será como mi alma,
intransigente comunión, destellos sin calma,
ganaré la batalla,
la noche será mi criada,
la luna rajará crisoles en estampa helada,
las estrellas me arroparán la sábana,
amor yo nuestra primera noche
no seré hombre,
se destaparán los reinos olvidados
seré el rey animal gobernando tu cuerpo,
mi ciprés tendrá sabor a mujer desnuda,
todo lo teñirá el rojo bermellón,
al tañer de nuestras almas en hoguera,
las sombras se unirán todas
hasta vivir en tus cabellos,
yo pasados los siglos
volveré a vivir para pedirte otro beso.
El Castellano
Latido de una rosa:
Escribo a los fantasmas de esta rosa,
tras su invierno deshojado,
que su voz abre en eco de pétalos,
rosa esquiva de voces dormidas,
soplos de hálitos intransigentes
a un frío de neblina,
bruma voraz desciende entre sus pestañas,
y su sangre de hojas marcada
al rejuvenecer de un ayer,
voces yertas hechas tierra,
aroma de besos dolientes,
y pieles escarchadas,
redondas ojeras suaves de luna,
un aura color rosa fría
de un otoño mustio, herido
que ya no camina.
Sin ella, sin ella la tierra abatida,
me habla de tiempos que fueron,
de sueños que se perdieron,
haz purpúreo vano a morir,
por colchones de ideas,
por todo lo que quedó sin dibujar,
sus voces dictan yo converso,
umbrales que abren al sosiego
de tijeretas que descansan.
Como un beso escondido deleitándose
era ella floreciendo abriéndose al mundo
para ver desde su carcasa el fluir del tiempo.
Fantasmas mudos que reposan la caricia
de esta rosa, única al mundo
temperamento de princesa,
el campo en su pétalo,
rosa, rosa tierna carne de estrella,
ojos de quimera,
estampa quieta,
cuántos te conocieron
cuántos como tu jardinero te querrán.
Rosa esquiva, rosa viva, rosa sin cortar
al cielo quién te viera caminar.
piropo eres para voz soterrar
al latido de tu beso por imaginar,
vive cuanto quieras
que volverás a reinar.
Por tus espinas rizarán albas
y rocíos matutinos
con sabor a tu esencia desnuda.
Ya tu voz no vivirá más ahogada,
hablará tu savia
tu belleza elaborada.
El Castellano
Luzarrero desvestido:
Ven poeta a mi yermo,
descubierto entre álamos
que blanquean
y un sol oscuro de invierno,
un sol muerto
que nubes negrean su muerte
entre caracoles de faroles
y adoquines ermitaños.
Ven vida a mis flores rutilantes
de sombras de nubes
por corceles suaves te escondes
por hormigones de leche
y sus canosos cristales
tu polvo de estrellas viertes
voy soñando mi linde despierto
estas calles de diciembre se encienden,
como perro ladrando de noche,
mientras tanto te busco luna dulce
entre tus mieles luminosas que viertes,
entre cuchillos yertos de asfalto
y gravas secuaces,
el soto mío perviertes,
los edificios suenan
a nanas sonámbulas
mientras tus altas ojeras cuelgas.
Una fosa es mi palabra
que soterran ideas
cual tordos que grama escarban,
verdes granas es un perfil angosto,
pudiese yo retornar al otro lado
y seguir indemne,
no lo sé.
Mientras seguiré crujiendo
sonidos secos, ululantes
de sentidos dentados en haz purpúreo
y su afligido azabache,
yo te busco luna por cuanto yo he conocido
por silos de arena blanda,
por coches y entramados inertes
que jamás desvanecen,
por cristales hirientes
y su reflejo ámbar,
tu idioma secuestrado me desciendes,
días festivos danzaron huyendo
como ecuaciones de estorninos
jamás fugaces.
Terminaste de escuchar mi ruego
sin escapar,
te escondes cuando te busco
entre verdes ramas,
y violetas flores
bajo luz de oscuridad
artificial ciudad,
edificios que no aúllan con el viento,
venas roídas entre encajes grises,
capas de noche humeante,
por cuanto he conocido,
por cuanto he huido
para encontrarte.
El Castellano
Apium:
El barbecho de la espiga,
la mar me trae la ola,
la montaña me trae la cascada
mis ojos llevan el color de siglos
de floresta destapada,
mi tierra se lleva mi espada,
el aire mi aullido
hondo, redondo
crujiendo en las aguas,
mi vida lo siente
lleva sangre en las venas,
arterias de ángeles
estrellados en su eco
alzado a la Estrella,
sostenme en las bocas
que mi silencio reverbera,
mi montaña bonita será sentida,
mi Santa flor en la boca de la abeja,
que mi vida maneja,
tráeme los pinos de los montes,
el aire de las cumbres,
tráeme tu boca para nacer en ella,
sigo a Luccifer
bueno él me sigue a mí,
cosas peores habrá
como abrir y entornar la puerta
para que pase la maldad,
siento decirte que arrastro mis demonios creados,
para enterrarlos en el campo,
al lado de un sigilo de chopo,
que a sí estén de ojos abiertos,
no me enloquecerán más,
estoy hecho de miedo,
soy de hielo
más fuerte que el don austero,
palabras sepultadas en mi zanja,
mis padres y mi gato son inmortales,
¿por qué me llevaste padre a la ciudad?
que lento muero aquí,
sin sentir el viento de mi campo,
sin mis flores y su aroma
a vendavales desnudos,
estos árboles de cemento
no suenan con el aire,
ni estos cristales atraen abejas,
aléjame de rejas,
salva mi muerte
que es del monte.
El Castellano
Frío en la sombra:
Vengo de la noche
desterrando sombras
cuajadas, amilanadas
en un tranvía
sin freno obtuso.
Destilo mi figura
y un brillo
se apodera suave, displicente.
Encaro faroles intermitente,
intransigente
acaso soy gente,
una vil lechuza
posa mi mente, como muerte
quizás destino.
Retracta los bordes del cielo.
Desembocadura que me conoce.
a tierra a esperar
que desnazca el viento
tibia frente viva, batiente.
Labios grises soñaban
por la madrugada
un cristal
que hiende fuego.
Rumor de fauces jóvenes,
en mares sin camino
ni memoria.
Espigas de la nocturna grama
abren su tinta de huidizas voces
y rueda el astado universo sereno.
El Castellano
Diáfanos estambres
gozo en pórfidos enjambres celestiales.
Miente la dicha,
por delinear relucientes estelas:
lanza busca vida aspirando
este jardín
que mi sangre fluye,
mármol seguro
en germinante realidad
esquiva.
Frenesí de alta luna,
tibieza reluce mintiendo,
por el astro
que ya no fulge calmado.
Llamada en sangre de anhelos,
rodeada luz, en buque férreo.
Sajadas ilusiones se bañan
en esta tierra que ya no circula;
ni conforma torres
sin velo o despedida.
Girará el rostro en peñasco,
la araña será
corazón de mi carne,
flotando las flores frías.
Polvo o sangre,
viviré mi tela.
El Castellano
Criaturas en el alba:
Alba marcada sin aurora,
luz en inocencia de flor silvestre
al pálido fulgor de estrella
sobrecogida.
Cristal puro de oscura mano,
Nacen virginales céfiros
ruedan laderas suaves
que grama blanquea,
destino de esta infame senda,
vivir acabar sorbo de postrer respiro.
Azur marcado nacidas estas criaturas vespertinas
de celeste insignia.
Por cuántos labores los ojos desplegaron,
secuelas flagran y caracolean,
soterrada la ventura,
un prado arrancado a la semilla,
una dicha conmensurable,
ajuar lumínico de espíritu,
árbol de ceniza vestido.
Destellaba la rosa-cruz rendida,
sus nueve caídas.
Sotos sin prisa arañando la retina;
calma de Dios personal
y sus heridas.
Imperios de ojos cerrados,
aguerrido albor, vestido
en sangre de brea,
yerta, flamígera, ascua prendida.
Injerto de toda soledad anquilosada,
sin quieta estampa fría,
procesos de procesionarias
en quitina sulfurante
que ellas caminan.
Mariposa negra y gris de ademán
nocturna venda que el ojo
no vea.
Abre el mundo
un soturno caballito del diablo,
estas criaturas esparcen destellos febriles
son sensibles al tacto
y desvanecen entre ocasos,
destierro en hierro de sangre,
sus almas duelen
sus vidas huyen.
El Castellano
Sinestesia tangencial:
Quiero tu nombre en el pecho,
aplastar pestañas de mentira,
abrir bocas a frágiles, febriles
lombrices azules
de mis ideas.
Capturar el idioma del azabache
y sus rayos negros;
germinar en barro de algún beso
al candor de este frío
en viento moteado
entre gritos de niebla
embeberme de la sangre de piedra,
con implicado, áspero musgo erizado
este pez de ámbar que fluye
a concavidades del sueño sin gemir.
Mitad invencible de tus muslos férreos
lluvia de mi tierra
en cal y canto segura.
Pólvora o besos púrpura
ágata de esta musa cristalina
de infinita turquesa
que yo quiero.
El Castellano
Amor o muerte bebe sigilosamente
deseo en los ojos de una hoz de hierro,
a la mentira de savia que desliza
melancólicamente el claror
de ascua que mueve que guía
tu furor encalmado,
oponte como nube al clamor
que libertad abre tu saliva.
Mi corazón ya fuera se ve esquife
bajo azul que radia flores en su venta,
campo abierto era tu esencia desnuda
por cuantos vuelos amparó tu mirada,
por cuantas secuencias interminables
se alzaba tu dicha,
por cuantas voces tejían mi desquicia,
¿dónde acunar lo triste?
venas reparten lustrosos
rostros como eclipses,
asegurando vida
al granate engastado
de noches que aseguran muerta
nuestra luz.
Somos péndulos del número
que guarda la brisa,
Cósmica azalea en carne humana,
acaso bastaba.
Mi sangre coagulada en cobre nativo,
mis venas de agua preguntaban a mi corazón
si era piedra,
o verde hiedra casi viva,
trepando tu sonorísima furia
de tu altísima voz congelada,
este ojo celeste vence que gira
asaltando la tierra
que hoy nos vio sus hijos
como raíces oscuras
tupidas en umbrío tomo.
El Castellano
Soy esclavo libertario
de este alma
que conoce un cuerpo,
cuando sucede gramas florecen;
cielos se empañan
de malvas florecidas,
el fuego se rinde sin ascuas
luz acompasa ideas.
El mundo se da la vuelta
erizos seniles rinden
sus erizados filos,
sombras se bañan
en fuentes que blanco tiñen,
no hay represalias,
ni destellos de luces
todo gira en esfera de unidad,
las rosas dejan de ser adoradas
porque caminan,
nada se detiene
todo reza al vestigio origen
cuando brilla el tiempo
el alma canta en cuerpo,
hilvana sentires de cromo,
la vergüenza se anuda
y no quiere despertar,
cardos amamantan jilgueros,
colorines de intransigentes vuelos
hacia la paz del campo,
que bebe verde,
la rosa no quiere tinta,
ya tiene sangre,
las margaritas a envidia
de crisantemos
aportan lenguaje al difunto
como final de camino
que el amarillo era blanco
silbaba una caléndula.
Y el sol no era sol
porque no nació en tierra.
El Castellano
Eco se resopla:
Linde inquieto, sus voces acuña.
Flor cautiva, el sosiego incuba
en crisol místico que perdura
su rústico anhelo,
tomos de su tierra vencen
por moldes de arena
y dehesa.
Cantara mi pecho de cristalina bóveda,
que la noche escapa
más allá de tu pestaña curva
haciendo cuña de tu hermosura.
Lo que atañe de la bruma
para que siempre sea gris.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño
claro, amilanado, deshilachado.
Desnacer pudiera
con pies de barro.
Cantando en la tubería
hablando por tubos
que voy picando.
Cresterías por notas de letras
fugaz baile de estambres.
El Castellano
Vida borde de arena, tartamudo
al servil gozo que afluye
el mediocre segundo.
Dioses me libren
de estupefactas vidas de un día,
mis briznas hablan entre ellas,
bogan tiradas danza arriba.
Ecos en secreto verde;
número de amor que afloja
su vil temperamento
en mitad del camino
que odio vence
por esta cicuta de viento abisal
que oídos encaja
al pie dulce de flores
y su amarillo cosquilleo
de estambres.
Espina de este campo de áspides
por cuantas corolas florecieron,
cabellos de tallos que caminan
sol rudo recibe mi amor
áspero, intangible
como escarabajito leve
que se alimenta de la flor.
El Castellano
Fresco sonido yermo,
o fresco dosel de sombra.
Día anclado, perpetuo
sin brisa o ideas
de un castizo ayer, olvidado.
Sentimiento que tiene bordes,
sin pecho, ni barrotes de represalia
viaje arrastrado en llama de candelabro.
Nadie me conoce en la otra muerta orilla;
vivo en la densa bruma espectral
donde letra hace nombre
como joven rosa de tinta
dolorosa, batiente,
como el viento sin muerte
hojas de esta tibia sangre
acaso pena de imposible, abierta rama.
Vendabal extinto
queriendo los sufrimientos de luz
que buscando oscuridad empujan.
Mirando al duro Clavín
iluminado de noche
labios unidos en espasmos
que blanquean
mi tinta despierta
que grita su clara secuela,
que su sonido alumbra.
Añil amarillo
entre fauces sin haz meditado,
hablando sobre el que ríe último
piensa más lento.
Insubordinada estampa
el verde mis ojos
anhelantes.
Insomnio perdido
¿tienes miedo?
Solas miradas
del abisal oscuro
desposeído;
yo con cristalina fuente
en fuego hiriente.
El Castellano
Ficción sin saco:
Final sin comienzo anunciado.
Pulcra soledad entre espadas
¿acaso yo cobijo?
Profundo destellaba
duda curva si golondrina
errática, cernícalo avizor
o cuervo de tierra,
tenso en la cuerda
que todo devenir sostiene
ojo flagra que exime su libertad,
por sotos y forrajes
que alma anidan.
Tordos escarban, me nacen
lombrices de ideas azules.
¿Qué fue de lo perdido?
Marchó a un abismo silencioso
de larvas carnívoras.
Se acicalaron sombras
en añil espejo hiriente
yo no era, yo soy.
Como silencio de haz ultrajado.
Tímido reposo de amapolas
cantando a su terruño grillo.
Idioma soterrado, alzando
que por una flor no pierde
la estampa.
Silbos de nereidas
entre rebaños de peces
habitaron altos árboles,
cenizas fluidas del transmigrar
de tierra, almas a esperas
del venidero eclipse
que dé ojos.
El Castellano
Prendida razón:
Inexorable abismo
de letra marchito;
Hijo no eres obra,
creación empedernida,
del rayo de sol.
Curtido, voluntad recta
y dispuesta,
sólo eres comienzo,
tu devenir empezado.
Desde antes que pensado
origen marcado
Señor de señores eres
larva flagrante entre los seres.
Unión de forma y materia
concebida,
descanso de sosiego vespertino
entre cumbres.
Piedra de mi yermo germinando.
Amor pulcro de cristales
asolada esfera afable
alambre de toda idea.
Eso eres, Hijo del comienzo
multiplicando por ojos
nuevos comienzos asidos,
tu padre no soy yo,
un mero impulso de pluma,
tu padre es esencia de todo dios,
y no tiene comienzo,
es la perfección
hecha destino, azar del origen
de unión de materia y tiempo.
Un devenir que nos unió
cielo y tierra
para complexión de carne
y alma pudiente.
en único
camino de encontrar
la perfección.
Llamada razón
del conocimiento completo,
somos tránsito,
somos movimiento
de dictada posesión.
El Castellano
Vanguardia II:
I:
Mitad luz,
mitad descampado oscuro
hondo esquivo tajo rutilante,
se besaban dos sombras
apuñalando su violeta.
Dulce, postrado
de retina escarchada.
Vida de una vida asolando.
II:
Fragor de estallido,
por almas crepitan su sentido,
angosto al paso del tiempo
en calizo terreno despojado,
dueño de la tela
y el vellocino de esta araña.
III:
Dos muelles se querían,
sobre silla dorada
saltaban alto como el nombre,
dando de sí la extensión
del aire.
IV
Infinito cerrado a solas,
desdén consumado
del colapsado ocaso sembrado,
vida de tu saliva que fluya,
fértil lluvia bajo mis pies,
piedras y su aliento perpetuo,
estrellas levantan.
V:
Cristalina de fuego
que deshace frentes
purpúreos ojos dementes,
descubierto haz
soterrada esta desquicia
yerta, iluminada
de visión clara.
VI:
Vorágines de trasiego,
una letra en la hoguera.
Sangre de mi quimera,
abre llorando
que blanquea
su nueva tierra.
VII:
Ensordecida siega
del mañana;
sudor que acampa,
espiga y su filo de alba.
VIII:
Perdida media noche
al furor de candores,
esquiva levantaba
por cuantos resquicios,
su soledad habitaba.
IX:
Hilvanando suspiros
en rejas, rectas porfiadas,
sus ademanes suaves creados,
flagrando ajuares disparados,
supervivencia temida de la caricia.
El Castellano
Vanguardia:
I
Vanguardia
Oh vanguardia, tu azar,
no cabe en un hilo,
hendida, alzada,
de enhiesta flecha, clavada,
un ojal que surte grietas
en estas quietas esperanzas,
bañan y se bañan,
vuestras destrenzadas
primaveras.
II
Ocaso rendido
Ajuar del astro sostenido,
suspiro a media tinta,
del profuso, profano, pagano
horizonte malva y su abrojo lanzado,
clavado en el verdor
de mis silos,
otra noche traspuesta,
que se me escapa
por la rendija, entre barrotes helados,
de mi cortina.
III
Cañaveral prendido
Ríos bajan, dulces aromos
al frescor de albas derretidas,
fluye, vence su iris de plata,
espumas de blancos chopos
cabalgadas.
Frente de húmedas azadas,
lágrimas saciadas
del verdor de campos
cual guadañas,
y su casa será eterno sollozo
de hadas.
IV
Canto enterrado
Por ti mi alma,
cuervos rinden pleitesía de negra ala,
acequias no son grises yagas,
yo quien te da sangre,
tú mi hoguera que ni quimeras
alcanzan,
rendida jamás,
me alzas mi palabra
por cielos de espinas labradas,
siempre te quiero
verte florecer en este jardín de rosas
tus lindas alas,
de esta espiga te traigo la caricia,
de esta vida mi tiempo fusilado
sin despedida.
V
Soterrada vía
Alza resume y coarta
mi acequia verdadera,
sobre este famélico tren de espejos,
danza mi brío con fuerza e ímpetu
va que viene , desgasta,
la rienda enroscada en la espuela
de mi saliva verdadera,
como un azote de la noche
y su vieja escuela sangrando yagas de luz
silenciada en el regio hastío
de este rey lucero descansando su frío resplandor,
entre sus corajes sembrados.
VI
Sol de cristal
Oh lugh, invencible al crisol
de tus lenguas travesadas
fiel carrusel de rayos sin secuela
de su rizada espera,
blanca luz de tu vera,
entre compases que hielan,
a tu vespertino canto derriten, despiertan
tus mil llamas liberadas,
desnaces a la noche que aguarda,
oh Sol de mis soles,
acoge este iridiscente canto
en tu seno en mi pecho que te aguardo,
al fragor de serpientes frías,
al valor de fieras enardecidas,
bajo y bajaré para alcanzarte.
VII
Bocas de espuma
Libero ásperos aguaceros, vientos
de mi pueblo desierto,
me conducen a verte
mujer de flores entre horizontes
que escapan fugaces,
entre olas de colores,
yo con la ineptitud de estos años,
míos, dulces, inconclusos, repletos
en vasija de dolor sabor hondo
y alegría elaborada,
en campañas de etéreas travesías
donde el final eres tú,
un pétalo, una fuente y un ovillo.
VIII
Libero el nueve
Osadía de cerrojillos ciegos,
entre brillos asmáticos del corredor,
por este aspa, por este candado
vendo que regalo mi dicha consumada,
ojo del buen cazador,
matemático placer enjaulado,
por ojos abiertos,
por un pañuelo, donde secaba lágrimas
la hilandera,
destino abierto a la única primavera.
Afilaba surcos de hogueras
al final de la contienda,
mi letra y la parca efímera,
como pez en tierra.
IX
Del famélico trigo nacido
Reza que escapa, su luz en una botella,
al ocre deslizado se abría,
un parpadeo de la espiga,
un estupor que abriga,
y la rima fácil de tonto día,
liberarse puede de toda sangre
y ser hasta arena de la tierra,
de la espiga venidera nacido,
sólo al astro entiende,
desmenuza sus cuchillos,
afila su vida como aspa
enamorada de su tierra.
El Castellano
Es por este latido de tierra
que mi alma no se encuentra
ni busca destellos de cielos soberanos.
Otra carne huye,
otros ojos, otra sangre no adhiere,
destino trémulo, voraz
de pestañas en crisol
de soles pudientes,
disfruta el idioma del silencio
que yo estoy danzando en una canica,
por cuantos relojes me han marcado
la frente fría acrisolada
en fugaz idea escita de sombras y niebla,
falange desertora a dirigir razones,
entre corajes florecientes
y sus ababoles que arden
su sangre de tierra joven.
El Castellano
Golondrina:
Dulce alma, no hay miel fruto del amor
que te crease,
no hay cielo ni cigüeña, que belleza de tu tamaño
entornase,
al cristal hiriente alzo
mis agravios y señales,
dignas del carrizo del mar más sereno,
encumbradas pestañas que quieren mirar,
altos sotos sin hacienda
siendo naturaleza,
desdén erosionado cabalgas
una sempiterna luna de plata
cobija mi sentir en tu caracola
de serenidad repleta,
al encuentro que te presto mis ojos
y me devuelves dos flores,
altas, soturnas dignas de tus bellas frondas
por las que perder a mi gato negro
y algo más, perder mi tristeza, por tu risa.
El Castellano
Pasa para no quedarte:
Abismo que se dispuso, que brega
la tierra, tartamudo deseo
ardiendo en ciego calvero,
de mundo lisonjero,
en frenética gota avance la faz
y sus fauces de plomo exiguen
al candor de luceros tristes
una noche que rueda ventanas
que lima mis nervios del acero,
buitres se acercan por restos de intelecto
cochinos bañan su felicidad
nunca se convierten en leones.
Polvo de estrella mis rudas armas
en mis manos pongo mis ojos,
transhumantes de libertad anquilosada, recta
ambígua danza del talento que fenece
mi espalda, por peldaños a una tierra
ligada a carne y fecha.
Fragor obtuso mis pestañas rigen
tinta de mi funeral escarlata,
acabaré sin irme, sin retozos
que transcurrí mis venas
siempre despiertas en rizada hoguera,
destino impávido, secuaz de negra ala y pluma;
al menos fuí su dolor congelado.
Al menos no miento
fui yo mismo, lo que quise ser,
fui dolor enjaulado,
de rendijas iluminadas
de versos por cristales,
serigrafía del tren que fue tranvía.
El Castellano
Anisar tu voz en una caracola:
Día surtidora de sombras,
noche derramadora de luces,
el día me hace del regazo
de una brisa, ilegítima,
ser al fin la semilla
que surca, avanza
y mece, que acrisola
desdenes de verdes fuentes
y latidos precoces.
Ser de tierra es ser hijo de luces y sombras
que arregazan sienten
y padecen lo que no tienen.
Esperando un cruel indulto de estático verde,
abrí mis manos reposando en mis palmas
la tez de mi flor con nombre de mujer,
me quiere y la quiero
derramada la febril gota
que exalta que enardece,
pasajeros del tiempo que no es mío.
Tomo su regazo
que por querer su utopía
venzo que nazco
custodio de nuestro querer preso,
abriendo sendero, un señero dicta
conquistar y destruir tu pasado,
entre torres de humo
que crecenten la fábrica de nuestro mañana
soterrado.
Con vistas entre luces acolchadas
remitentes, complacientes sedosas
entre nidos precoces
de nuestro arrullo de espadas,
víctimas inefables
de lo que nuestro querer quiso
y pudo,
siendo de nuestra vida capullo.
El Castellano a 06-02-2018
Noche de fuelle:
Noche por acordeones de viento
levantas tus leves pulmones,
deslizas tus vendas de esparto
que cubren sigilosos ojos,
alzas sueños de lunas petrificadas.
Acordes entre malvas sembradas
en nubes rígidas que te adelantan,
oscuras nebulosas
de almas rectas,
sosiego tus letanías cubre
de un carrizo espumoso.
Dime
¿por qué te siento?
solo con mi soledad preñada,
un febrero sin cojines alumbraba,
infinito ciego entre estambres
y runas espirituales del mañana.
Ángel mío ¿yo cómo era?
entre estas desquiciadas sábanas
fugaces, tendía mi sombra
yo amé una lagartija,
las vidas que traigo no las relato
feliz mientras tiempo quiso,
incolume desdén sangraba flores,
la tierra se apiadaba
espera ¿qué fue de la espera? y su arpa
mis flores rutilan sombras de idea,
fugaz, pasajera que belleza fría conculca,
aleja el cuchillo hiriente
trasnochada la sierpe
queda vencida la madrugada
si desnacer ocurriera
ni otra tierra ni otros ojos blandiera.
El Castellano a 04-02-2018
Espiga sangrante:
Por poner el corazón alto
se alza del suelo
mi amor a la tierra,
naciendo una espina roja
de sangre de zarzamora.
Insepultas fauces negrean mi sendero,
que a cal y canto espera
su espiga de tinta
que le borde el mañana,
si por soñar altas miras
nunca quise aposento de cielo,
si no la savia más dura y fría me elevase.
Quiero el sabor de mañanas enigmáticos,
el saber del corazón de una nuez,
quiero la sombra del almendro
como la lluvia primera la primavera,
mi beso de aliento transmigrará hondo
en pozas de sueño ungido,
abrevadero del tiempo
que abrirá la sed de conocimiento
como amapolas dan su carmín
al terreno que acogieron,
avanzo sin permiso
el lienzo calizo
y su cuchillo permisivo;
crece la magarza
y jacintos ya brotaron,
un reverdecer permisivo sin helada,
yo soy un ser de tierra,
y mis escritos arena,
a mi reino lo podrán enterrar, mi poesía.
no habrá alba sin que ésta respire,
en el intra-terrestre corazón del hombre
que la acoge.
Liberados sus negros corceles,
flagrará el viento
moviendo engranajes,
enraizando como forraje
en otra tierra,
en otra alma
lista para que duerman juntas.
El Castellano
Centellea mi candil interior
en el prisma lejano, oscuro,
de nuestro conocimiento;
sueno en la ausencia del sonido
estridencia recta armada de anzuelo,
veo donde mis ojos estáticos
dejaron de verse
y la mirada eterna, flagrante
del segundo hundido quedó efímera,
en su calma que ama
quedó sin nombre, sin sangre,
sin trance, sin alarde,
sin verte, sin verte, sin verte.
Y el ser se miente,
busca su horizonte,
su esencia infinita que arde,
es del frío soledad de hierro
y savia de flor creada,
donde la rabia llegó
el murciélago ni se inmutó.
Segundo muerto por ser invento,
Alimentando el jardín
del tiempo difunto,
resplandor de auroras
en los confines que me llevan
a verte, yo sin ojos
sin cuerpo, sin maldad ni cerrojos,
sin venas ni rojo yerto que fluye
por arterias de ángeles estrellados
en estrellas de su inexistencia
real, intangible, inspiración
verso con alma sin dolor
tu existir en la boca de aquella estrella,
esa que fue luciérnaga
de cueva llamada noche,
mientras yo estaba imaginándote
en tu misterio de nuestro amanecer,
aquel que nunca se dio,
ayer parece que tornó hoy
ni siquiera nuestra imaginación nos pensó
ni a nuestros labios voló,
únicamente afluente
de río inexistente
ese de las flores desangradas
que tu carne creó.
Mi mundo distorsionado
se volvió eje etéreo de nuestro
elevado misterio
que descubierto no es
ni sílaba ni verbo ni semejante
expresión de conocido
esqueleto y alas de la fuente
de nuestro deseo
ese que me mantiene
y nos mantiene
sin sabernos.
Sin ser idea ni secuencia
ni identidad ni poesía.
Un simple sentimiento
sin concepto.
Un todo y un nada
solamente eso.
El Castellano
Canto hundido:
Adusta cima de ojos augusta,
senil canto de caracol añil,
es la música infinita en lares
encorajinados, desvencijados,
polillas seculares suicidas,
canto poema de hombre muerto.
sostenido, infecundo, nítido.
Ojos ciegos, eternizados,
babosa caracolea vetusta
claveteada, en campana celada,
precipicio difuso auspicio,
altura difuminada de clara
secuela trastocada, vuela.
Descorchada sangre helada,
escalera cuesta abajo, hace hilera,
tranvía que la noche rige sin envidia,
sotos humeantes, bruma por riscos
desciende, campanas tañen sin ende.
Buitre acicala el postrer sorbo sin salitre,
lagartija de pared prende la sortija,
para mis labios sean tu sed, mi esquiva ara,
solaz yaga sin perdices, futura siembra pertinaz,
descampado joven sin tapial alumbrado,
dorada doña quitina, anclada
servil gozo germina fértil
vientre enhiesta briaga, floreciendo septiembre.
lucha de contrarios el cielo escucha,
reino funesto mece todo sino.
Abierto el día, queda sin lamento,
todo canto hundido,
flor de alumbrado gineceo gime color,
espera que aventaja estambre en cólera.
grana de estupor nana,
deja que caléndula sea vieja.
albor, estupor todo baila en derredor.
El Castellano
Calvero radiante de líquida lumbre,
bajo pentagrama de fuego,
hondo aquelarre,
en luna perpetua y sus mármoles,
cuántas voces cayeron
sobre los velos de esparto.
Manos de cielo imperecedero,
recodos de hirientes cristales,
¿traen la destrucción o la luz?
Perros que flotan como lobos,
un día de ninguno, terco olvido;
poniente de sotos,
luz cuchilla ferviente de olas migratorias
de tierra y sus cónclaves rígidos, secos,
que navega el caracol judío blanco.
Escama que ojo fulge
clarea el lago que te frunce,
convulsa hirviendo la mañana,
colmada la víbora toda veneno.
pestaña lenta,
que casi no brilla sin lucero.
Por aguas de enero
Pulsos en latidos que bañan
la enajenada estrella
quieta como reloj roto.
Nieve de fronda larga
en hojarasca de mundo
que chirría su navaja,
reluciente tajo por un sol ardiendo seco.
El Castellano
Viejos chopos de voz a los vientos,
irritados, hondos, erizado
piélago hirviente demostrado.
Manso río al tenaz hielo duerme,
la calma que nieves blanquean
con inusitado peso las frondas
suaves.
Lo demás confía todos
a los dioses.
No huyen de investigar
lo que el mañana haya de ser.
Vides ut alta
en el campo de Marte osé
sembrarte, plazas que esperan
tenues coloquios en la noche.
Deslizan la hora convenida.
Alzo a mi guía
de caduceo áureo,
grey con espíritus
que se perfila grato.
Padre de mi curvada lira.
Contra escollos tenaces sé prudente,
deshoja mi rudeza
sus nobles acertijos.
Sonrió la afrenta,
de su alma desposeído.
Almas piadosas duermen en el Elíseo
cultivando rito a dioses
del Averno y del Olimpo.
El Castellano
Argento color:
A ti incansable fusta, el labriego
se te rinde inquieto por su campo,
a ti dueña de los mares,
de hoz y sosiego.
Rudo y fugaz Escita te entabla,
por gentes, ciudades, fuentes
madres de reyes bárbaros.
Entre déspotas brillantes,
mi patria sin sentar,
derretidos los clavos trabales,
lealtad sumisa en albo traje
no cambia el signo de su vulgo infiel.
Santa ley si romo acero
no blande y estira ultraje.
Ay, cicatriz sin delito,
de fraterna sangre no me avergüenza,
falaces de juveniles enjambres
dejan los amigos.
Ojalá fragües nueva forja de romo metal,
se ceñirá tenaz a su nueva suerte,
como la hiedra trepadora al árbol.
En mis manos florecen las tardías rosas,
sencillo mirto no prepares.
Sólo afila esta tupida parra a la sombra.
El Castellano
A ti imploro, parda sepultura de hondo tajo,
brumas febriles te envuelven
tus cenizas aparentes, huye el corcel
duda el caballero.
Funesto día osaron plantarte,
afrenta de los campos quedaste,
viejo caduco árbol, madero vil;
azar en meridiano.
Soldado saeta en fuga por tu ramaje,
mudo y ciego, vigor de hierros Íberos.
Triste grey de sombras,
ademán silencioso agarrado
a la oscura raíz púrpura del destino.
Subraya mi acorde denso, rápido
ruina de tres cabezas,
para escuchar mis víboras temblando,
garra imprevista de reino funerario,
huésped en campo profanado.
Destierros amargos de raíces,
que el marino púnico de tierra teme.
crimen de fragantes flores acoge,
pulidos mármoles despertarán
del sueño fugaz días otoñales
y ondas infernales,
cenagoso cauce
para todo abandonar, campos, casa,
amorosa mujer, árboles cultivados
para que sólo siga mi resguardo
un férreo ciprés.
El Castellano
Puedo sentir la lluvia en tu cabello,
puedo sentir tu corazón en la oscuridad
al menos puedo sentir tu rostro en mis dedos.
Qué sobre el cazador,
qué era del juego de sentirnos,
corrió desamparado con el sentido perplejo,
abriendo zanjas del sueño horizontal
donde se bañan uniformes los enero,
sentidos se clavan en los ojos,
aventaja que no rinde el juego
que comienza el movimiento a defender.
corre por fuera a verte,
brilla tu corazón en la oscuridad
mi nervio congela el momento.
Acecho de cazador sin armas,
puedes verme caer en el vacío ileso
estoy buscando tu fragor de estrella,
acampa mi choza de cielo
fulgurado corazón,
por el camino a Humanes
voy a encontrarte, voy a perderte;
allí donde rizan vericuetos,
y faunos y sátiros desertan a perseguir.
abre tus pupilas
por si encuentras mi acecho,
caído el día, sólo queda comenzar de nuevo.
El Castellano
Mañana parda en la cima de cementerio:
Cima adusta siembra mi idea,
volando el canto, sombra languidece,
jocosa palabra viaja robusta,
por sierra de alto cardo
y caracol serrano,
es un silencio vano
vida de la sombra del secano,
llanto amargo,
serranía que lluvia diluye,
nocturna campana del alambre ciñe.
Manantial por maña ilusión
temprana, taciturna la hora.
Río del segundo que fluye,
todo lo bueno, bueno termina,
eco sordo abre sinfonía de espigas,
abría el día su cobre viejo,
un sol de espejo,
hervía a lo alto el frío de abajo,
electrificada mi mirada,
lijaba mi ceño tempestades abisales.
Alma haciendo poso,
sin conciencia el cristal empaña.
Seré fuente para cantar al agua,
mi hija poema dirá
¿Acaso mi vida no te di?
El Castellano
Vagido azar indeleble
sostenme al arrimo de mi pecho,
fuerte. encorajinado, denso palpitar
en soberbia luz destellando,
rayo y secuela de impávida nota.
Estruendosa quimera
en inteligencia seca,
secuaz de millares pensantes,
camino de zarza y endrino
camino de vida y un sino,
fuente, abrevadero virginal
descorchado,
por cientos renacuajos ideas.
Rebelde soga en una encina,
vaivén en veleta con el viento
raudal trenzado, en mimbre cabalgo
veleidoso, regio, espina sangrante,
tránsfugo renegado a morir,
hidalguía desdeñada por tierras
y cuchillos de espigas,
con ocres carraspeados
aguardando ababoles matutinos
semblantes esparcidos
como entes rutilantes a la espera
de haber nacido.
Encumbrada la libertad
de nacer sin parcela;
resumen de vida de una vida
bajo tierra.
Rumbo a zarpar
la vía astral
que todo lo acontecido
es la historia de un muerto.
El Castellano
Resumo que venzo.
Resopla, para y se piensa,
por pensarse
nació una lombriz azulada,
buscaba su escondrijo húmedo
de la idea,
se aleteaba
como gusano floreciente
haciendo alarde,
agravios y destellos flamígeros.
Ascua del mañana,
él sentado en el trigo
de su verso
no se vio la espalda
llena de abejas
de pensamientos típicos
de su vida parada,
como reposo de barcas.
Hago diestro empeño
en esta casa de arañas.
Por la grieta del álamo blanco,
arañas grises me cuentan
de la estación perdida
entre hilos y retales
del hambre;
el alacrán de su mente
corría feliz o eso creía,
sin tener nadie que lo pisara.
Escribo a este reposo invernado
que hace el amor
con las heridas del chopo,
grieta acicalada
por entre notas
del viento y su calma,
sueños temblorosos;
crepita su carne de madera,
al calor que retuerce
el astro verdadero.
La tierra deja cicatrices heladas,
se yergue la caléndula
en complacencia de espíritus
de carne de arena.
Es mi torre una estatua bella,
fulgores rizados entre blancas sienes,
con el sigilo de carcoma
vendo mi ayer que se desploma.
Agujerea, crepita, chirría
mi yunque despierto
clavando este pertinaz dolor,
que si lo sacara cantara de un amor
entre venas.
Parto el cristal de mi suerte
por si afilo mi destino,
mi existencia queda en invierno
alamán del nervio
ese que pasa la puerta
del negro lirio,
mi alma partiendo almendras,
desde mi sol dibujado
a esta luna de azúcar.
Soy reflejo de mi sombra
un esmero de la tinta,
si mi vida fuera papel
no habría tinta
para escribir
lo fuerte
que late sin balde.
Al suelo de la encina
abre su fauce
la hormiga león,
tiempo burlado por cortezas
vivas, desprendida
mi soledad, vuelve
el oscuro, tenue soldado alado,
este suplicio abotonado.
El Castellano
Acometido huracán de centella,
en mi savia blande la espina,
raíces de carne a espíritu,
abiertas, que yo no hostigo.
Luz encorajinada
abriendo hondas secuelas,
por rayos ciegos solares.
Es un patio de luces en concavidades
que el cielo danza y ríe.
Corazón ensordecido,
eres locura traspuesta
al frío en abrigo.
Florida mi alma
no seca la verdad.
Tinieblas duerme
en ojos soterraños;
Eternidad socavada
sin flamígera espera.
Aguda espina, alto arbusto
sed que hostiga a merced,
bajo suelo dioses se bañan,
allí luz, alma, póstiga son enemigos,
copa de brumas no busques canto.
Sólo, sólo allí abajo reinará
mi carne azul
mientras se vuelve agua
y sedimento apabullado
donde mi alma encuentre portón.
Agua y tierra reguero que abismo sustenta.
El Castellano
Abro sortilegio de espadas,
enjuta llora la tierra
sobre un carril húmedo,
surcaba mi sombra de vida
azares y tristezas;
besos y espinas de flores
abisal tormenta
que descubría lo eterno.
Lagar turbio de la forma congelada,
fuente existencial de sangre,
igual letra abierta entre brumas
voraces.
donde siglos rebajaron el estío,
historia de sosiego cabalgo,
mar sin entraña
sólo tierra y sus bellotas
de días futuros.
esperan la voz
de profundos conjuros,
hincan los sotos
sus torres de belleza,
que yergue padre Sol
entre selvas de piedras,
surcos de lumbre
donde muere la tarde.
Asesinada la Esfinge
reposo mi cimiento.
Belleza ¿qué eres tú belleza?
Salmo adornado por los hombres,
virginal cuna de la forma,
encina de tierra,
cuchillo de ciprés que vigila
tu espalda.
Cumbre de ideales sin lumbre quieta,
honda clepsidra de las estaciones,
insectos en tus flores ¿somos?
corrientes de vida que clavan metales
de hermosura.
Voy por el camino de zarzas
sin herirme
voy cerca de un canto que asesine el final
de muerte pautada.
Abrojo sin despedida
sutil caricia,
respiro sin nicho ni ancla
sólo un sol de caléndula
latiendo su espuma verde amarilla,
por corajes nacientes,
que deshacen versos de lágrima.
El Castellano
Luz en flor de inocencia,
silvestre, ya no rueda.
Bebe un eco de tu postrer saliva,
detrás de tu fantástica presencia,
en albor cristalino
de purísima estela.
Es mi húmeda túnica
candor de noche rúnica,
que desgarro céfiros puros
al beso que apacienta la luna:
por luces antiguas,
imperecederas.
En este sino transparente
que tu dicha muerde.
Tu tersura,
infinita senda
sin arrepentimiento mundanal.
Por este valle y río
de curso solar.
Sin lágrimas, tu amarillez exuda,
tu íntima faz violácea
por la que nacían
las gotas vírgenes de rocío.
Bella dulzura que presides mis aires.
El Castellano
Incandescente miras,
mis acordes trasiegas,
mis venas limas
frente inocencia ojos no miras
mientras Euridice
camina la sombra de mi nogal.
Flor como nimbo sin sueño;
cuchilla florece
al estribillo que canta un grillo,
mi torso sin fuego
acaso habla.
Días suaves de ventanas precoces,
alcoba que salta las aguas
es mi caracol repleto
que oxidado no desliza
ni lamento ni canto yermo.
fronda de este jarrón de cielo
todo es distinto ya,
hasta mi pecho, abandonado
adópto espinas por yunques enhiestos.
Bosque febril sin sangre,
marejada de viento rosáceo
acude tu carne.
Escultura de tiempo,
sin fondo,
ni forma ni materia cubre,
de tiempo que se deshizo sin tortura;
mujer que habitaste mi ausencia
mullida, extensa, enclaustrada,
son frías perlas suicidas
por grietas de estaciones
al virgen regazo
y su indeleble trazo,
muertas sus vidas por un abrazo.
El Castellano
Era como pulcra onda
anisando un sol de febrero
castizo que llamaba a marzo,
escuché la desquicia latiendo el suelo
y me encontré una reluciente,
vieja tuerca oxidada.
La sombra padre
se escondía entre manos anudadas
de sus hijos,
llamando a mis primeros pensamientos,
yunque clavado en la pared
sin soto ni caballo,
crecí en su mitad
entre baldes de plomo,
en corriente de drenajes,
parlamentando
abren el oído de pares;
nulidad de pura interrogación
más vacío
en ventanilla
de visión de muchos,
yo gastado aterricé
en república de la sal.
Porteador de interperie
regresaba directo al rostro
en destartalado invierno,
reunía el campo
un subastador de mi conciencia.
Ánimo optativo de la región
en sueños de malvas nubes,
calizo terreno,
opulentos pinos
en bocas de hierro
acunando la ilusión
de esperanza.
El Castellano
Cae la noche, sobre ingrávido
lecho de mi juventud
acostando la luna de cuarzo
entre áspero frío.
Cuerpo mineral candente
quieto en pantanos de tela,
retorcidos sus destellos
en esta nube de leche,
el fango fragoroso gira
imploro a esta luna que ame,
y el morado cielo ladea.
Mi sangre verde.
Es por este escarabajo
que llega el verbo.
Soledad, soledad tus pulcras alas
que vencen auroras de adoración.
Aurora funesta clavada la hora,
vorágine o trasiego
luz que ignora
si acaso nace.
Tus infinitos yo beso
dime corazón al apoyo de tus párpados
cuál profunda verdad
en esta espectral rivera
de ondas líbicas.
Espuma densa
de océano de ideas entregado.
Profunda ascua invencible
es mi dolor que más no quiere
retirarse,
que sentencias invade
todo ojos,
montaña de hojarasca,
cristal de pulsos
que tu imagen toca.
El Castellano
Suspiro fresco
en labio extinto
de sombra.
Día que no se encuentra
su densa forma,
cuerpo con agua de estrella,
querer vivo que llega al aire
tiende y espera,
la muerte que renace
por fuegos de brea
en el aire.
Abren batientes pétalos
de viejo silencio esquilmado,
esplendoroso.
Acurrucados sobre un lecho
que la brisa abre,
en trocados rayos de sol,
esquivos en plano
de verde follaje.
Astuta golondrina encontrando
dócil rama.
Mundo sin mentira de vida,
manantial reluciente de esmeraldas
ahonda y todo siente,
que la sangre miente.
Terruño ojo victorioso
aplaca sus arpas irascibles
estrujando abismos dolorosos,
petrificados.
Reniega la boca vegetal
casi viva,
promesas en frente de violetas,
cantan amando el claror
lírico, estremecido.
Coágulo de viento
en cientos de porciones,
esta luna quieta
semejanza quiere
descubierta la zona umbría
donde invicta llagó mi alma.
El Castellano
Bruma tiende la loma del cerro,
pinos caracolean sus jóvenes regazos,
tiempo exhausto entre brezos y esparto,
el lenguaje del enebro acicala córvido deseo.
Cementerio en mitad del campo
donde por los años siguen enhiestos cipreses.
Cristo de la tierra erguido en alguna cruz de barro,
peinetas de brujas bordean
con geranios de los caminos
el aposento de la manzanilla gorda,
forrajes aguantan a merced del cierzo del tiempo,
donde hoz no pasa,
abrojos se clavan al barbecho terreno
entre esquivos molinillos
que vigilan serenos cardos,
grama joven tiñe su horizonte verde
donde alzan su picazón ortigas seculares,
a esta roca señero inmóvil
de este mar de tierra y savia borde,
alzo pertinaz
pensamiento
¿qué fue primero la semilla, o el animal?
jacintos silvestres cuidan sus bulbos
siempre su renacer impera
precoces lluvias que despliegan
sus verdes cabellos,
malvas cobijadas por tapias
que ven desfilar hormigas.
El Castellano
TELÉGRAFO:
Trato hoy, desgañitado, dando mi hiel desquicia al ajeno. Estuve con existencia y soledades, bebiendo en ubre amarilla. Hay un cuarto de formol y un gramo de yodoformo en mi mesita, colores para nuestras naciones. Era un triángulo angular, bajo un terciopelo verde listado, sobre el que se suspendía un alambre oxidado de telégrafo. Era el medio del idioma del hijo de nuestro cielo; un gritar escarpado a lo desconocido, hablando intrínseco con su paralelo perplejo, desconocido: chirriar de un poste de pino muerto, herido por el viento; una carne de metal vacilaba; era una tetera cantando al fuego. Lo ignorado latiendo, súbitamente. Su idioma de ruido, por ruido vertiginoso, vibraba de aquel poste como si el piadoso terciopelo de césped de abajo le sintiese bailar. Tendido con recorte, lucía como una colgadura de iris vertical; como jícara blanda, paralelo, vencido por alambres de boca misteriosa, miedosos, oscilantes, bajo el verde terciopelo tendido, que espera sus corzos secos de invierno.
El Castellano
SIGILO DE SOBRIEDAD:
Fauces amarillas. El humo de su tabaco seco, cuelga de su blanca sien. Bocas de agudos filos, nada por todo. Tomaba su café de grano recién molido como si goteara del árbol del insomnio. Era un hombre chapado de antaños. Dormía cuando tenía sueño. Comía cuando tenía hambre. Amaba más a las flores de su jardín que a las personas. La amargura no conocía si no se hubiese casado con ella. Su bigote recto comía por él. Era apuesto, pero le asustaba mirarse al espejo y contemplar que el tiempo podía más. Su diálogo era más parco que una tabla agarrada bajo yunque. No amaba el dinero y sólo lo empleaba en gastarlo para necesidades básicas. Hablaba con sus flores y lo extraño era que le respondían dentro de su cabeza, consecuencia de la soledad avanzada. Seguía la ley del ojo por ojo si le daban amor. Devolvía lo mismo, pero en cuanto al odio, éste, le temía. Gustaba sentarse en su mecedora en el jardín y acercar comida a córvidos negros como azabache y observarles . Era un hombre pleno y hacía honor a su vida, amando lo sencillo, cogiendo su armonía en la mano que sostenía su cigarrillo y que blanqueaba ya su bigote. Con la paz en su soledad, feliz de contentarse en su memoria de cuántos conoció, cambiaba luz en su medianía exacerbada. Afilaba tostadas en miel rebosadas, en su desayuno. Sabía estirar el tiempo como si no existiese. Su simpatía de ignorantes era apreciada por todos los que le medían.
Una mañana, en que regaba su patio como si la sed fuera suya, al acercarse al tupido seto, escuchó unos maullidos leves, estridentes y que venían de una camada de gatitos, arañando ,aún en ceguera precoz, en busca de su madre. Su alma de viejo aguerrido se enterneció. Miró a los recién nacidos y sin dudar, sin tener agresividad de la gata madre, se acercó a tomar a uno de ellos, él único de color negro y se hizo el propósito de adoptarlo con todo lo que ello implicaba. Sus hermanos eran blancos, moteados y en manchas negras. El gato negro elegido, resultó ser el más inteligente que muchas personas que conocía. Lo llamó Blackie.
Blackie se quedaba pegado al cristal de la ventana, gruñendo, deseando lanzarse a por los cuervitos que su dueño alimentaba.
El Castellano
envidia
nombre femenino
1.
Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee.
"cuando lo vio en la tele se moría de envidia; siente envidia porque tú lo has hecho mejor; aquello, desde la guerra, se puso muy mal, siempre hay envidias, malos quereres, ya sabe usted"
2.
Deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene.
"¡qué envidia, ya te vas de vacaciones!"
La envidia se olía en el ambiente, caminaba un campo de abrojos de oro a pies descalzos, se erigía una competencia vil, distante , esquiva en ese mundo del arte de la escritura, cada escritor apoderado era como sanguijuela reverdecida de la palabra acertada del semejante. Una lucha de cebollas cerebrales se empobrecía en el paraninfo. Decenas querían la raíz dorada al ascua de intelecto acrisolado al hervor de soles, los que tenían algo con esmirriada gana lo escondían y copiaban o querían lo que no tenían, no era ambición sana, se bañaba en fuente de insatisfacción particular brotando como ramillete de ajos en lugar húmedo, la lucha se encarneció, brilló la hipocresía por derredor vestida de traje, pero todo un día llegó a su fin, el Creador Universal se pronunció,
dijo:
Yo todo lo dije y no he obtenido nada,
he completado mi espíritu con el don de la palabra,
nada he esperado, competencia entre lo destacado habéis plasmado.
Todo lo dicho está ya tratado,
nada infinito arde en este lugar desalmado.
Nadie me debe ni ojos ni sesos, por cuanto yo arriano he plasmado,
seguid vuestra lucha sin cuartel
que no abandono; ni mis principios, ni mis sombras dejan de buscar bañarse en la luz de mi espíritu completo de conocimiento, la eternidad es lo único infinito y el tiempo su rival,
palabra es efecto e imagen de un lenguaje que se acaba y acabó.
El Castellano
FINAL DEL POEMARIO
Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es una producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que no podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de muertes. Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el Hijo no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su subsistencia no depende de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo por lo que ha subsistido antes del tiempo y antes de las eras tan perfecto como Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser empezado, o creado, o propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo. Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero que Dios no tiene comienzo.
Arrio
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