Risueña la vi
como una soledad de pulcra ala,
resplandeciente, yo, reo,
de su sonrisa desangelada brilladora,
reo de su belleza ultrajada, asordinada.
Su lenguaje era como llaga sangrante
esperando ser besada,
partida de luceros y albas como suelos argentados de un azul purísimo,
sus labios eran como una amapola,
su tez blanca, de cálida hoguera,
sus ojos cual granates
azurados de brillo y fulgor
jamás ostentado,
salvo por su pulcro rostro,
llegó como ángel de invierno,
tras lunas y soles en quebranto,
un beso alzado le mando
como puñal jactancioso,
sus pechos, un trabajo,
que ni las cordilleras su belleza ordeñaban,
tez nocturna,
cuajada bajo amaneceres rápidos,
y luceros que caminan por ojos,
me pierdo por la violación
de mis sentimientos,
con un poema suelto en plenitud
de azahar,
que su sonrisa incita,
sonido plural de un huerto,
y hojas leves levantadas,
ella, como lirio moreno,
no pido ni alcanzo su favor,
mi sangre acuartelada, casi imperial,
recorre todos vidrios,
bajo su falda, panorama incurriendo
peregrino, por sucesos en demora,
extensos,
auge deseando el rebrotar
del barbecho,
por tornarlo cultivo de los sentidos,
y sembrar así céfiros
en tu vientre espumante.
Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García
A 15/01/2022
Lugar UME Guadalajara España
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