Despierto la salvaguarda
de mi corazón,
mi égida y celada,
oh Atenea te rindo cuentas,
si la justicia universal
dictó veredicto,
de condena asida
a seguir viviendo flamígero,
hasta beber de Musa
cuello, cítara y armonía,
vine de los lares obscuros
del portal sucumbido
tras lares Estigios
y la magna tiniebla densa
la Estrida,
escúcheme,
vine asolando bordes
hojas tenues de sangre abscrita,
sonando alto como vencejo
de arena,
y sola brea.
Vine traspuesto asonando alto,
de un mundo hecho,
que todo daba supuesto,
de eje y umbral,
de magia y esquiva caracola,
la fuente estelar
mi cénit y estela brava y maleable,
de chasquido y soto milenario
la cruz del Norte,
mi constelación arriada del negro cisne
de Apolo,
condenado estoy a ti
quiera o no quiera
mientras viva
y por si vivo
que sepas que de tu jardín yo no he muerto,
redentor, umbrío,
vespertino, como rayo y azote de Zeus
que de que ama es una vez en vida
y para siempre,
sicósis vente
qué dulce tornas,
cuando no conoces lo que entonas,
justicia universal
volví a vivir sí
me acogió
el signo la flama, la luna azabache,
soy el protegido,
marcado,
indemne,
ario como mi raza
que belleza no contuvo número y orden,
me volvió a parir,
más regio, místico,
e inexpugnable,
sé quien no soy
entonces puedes divagar
tu ovillo,
que te seguiré acechando,
como dulce tormento cosido
en piel y fuego, elemento hermético,
que es justo, avanza y no se consume
quiere tu oscura agua ciega
carmín de deseo,
rubí excelso el éter gasta la vida.
Förüq centauro protector Esteban
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