Reseñar lo difunto:
Escribir lleno de vacío, de silencios, como huecos,
-vespertinos salmos, oren la desquicia vaporosa,
donde replegar resiliente intelecto de toda luz,
-brava y endeble, risueña y flamígera
símil de casa diáfana, del menos nombrado,
que no era piedra, era fortuna,
en altitud de sus miras poéticas inabarcables.
Hielo del fuego y lava fría abismática,
Rectitud, alta poética,
-como azar de tres monedas y nueve riendas,
y tono de claridad diáfana
-oscura senda que ella era toda agua,
altura sus palabras dónde,
-en una cueva obscuro placer se engalanaba,
su figura y contorno poroso,
-era sedoso y fluctuante, como su ala de cielo encerrado,
que luz no repele atravesar,
-y era su virtud brilladora,
cima sin base ni pedestal.
-Como cientos porciones de viento coagulado.
Estas hojas de sacrificadas heridas,
-Sin ella no había sacrificio ni vida otorgara,
de corte regidor,
-y ceño alto como una nube,
verde bucle que avanzo,
-de cascadas y fuentes, de pozas y abrevaderos,
agua limpia que no lloran ya mis ojos,
-si lloran sólo es carmín portan mis venas, estambres,
cabellera distraje completa de aire,
-y cabezas de grama resentían todo césped,
camino la sombra de este mi amor pudiente,
-por verla no hay patria ni bandera,
inmensamente onírico,
-es de sueño palpitar unísono,
mi noble razonamiento sin rezar,
-ni ver tormento cabe,
resucitando y haciendo vuele
mi paloma de anís y agua,
-aguardiente era como tener y besar su mano,
este viaje lo segundo más bien,
-besar y besarse es del saber tarea inextricable,
agitando voy mi denso acorde.
de ortiga y triguero espárrago.
Sin fluctuaciones vanas, ni secas a morir,
-mi aliento y ánimo llevaba un sello y clave,
melodía de órgano temprano,
- fue sostener todo lo que ella quiso valer en su mano.
Que sube su prisa.
-El nervio silente, se repletaba como su sonrisa.
En dulce tierra,y su cripta,
era del abrazo su alegoría,
que aletargada.
-De la pesquisa más sonrojada.
Desciende mi sendero,
-como majuelo áureo, y hocico de plomo,
alíate con quimeras malvas
-y vidas cepas de un día,
y con tímidas hadas placenteras, y sumisas a este.
-Que el sueño es realidad cuando se descubre la luz de su verdad,
Hablé de poner precio un día, yo yerto claro,
- estos versos de alba dormida en la noche;
a mis honrosas Simientes aunque digan verdades,
-y soles pudientes las corroboren, que ella es destino,
mañana plácida, y hundida, en sosiego cuando todo empieza,
-y solo termina la despedida,
Oh esta mi rosa blanca, deberá caer podada.
-Y dar su paso a mi rosa Azur eterna mi tarde.
Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García
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