NOVIEMBRE 2019
CANTOS DE TIERRA
I
Solitario bogo,
aterido soplo de la montaña,
pastor de tus astros,
torres de nidos de tu saliva,
perfilada tu sombra me acompasa,
mi sayal remiendo
entre sedas
de moreras de ensueño,
olvidos me trepan por enredaderas,
tarde en la tarde mi esperanza vive,
si soñase volaría a tu vera.
Sol este de oro
ciñe mi álamo negro
y su esmeralda araña,
cumbre te nombra
en la saeta mi oscura golondrina azabache,
traerte conmigo siempre
eternidad risueña, melosa
sangre de mis dioses.
Señora tú de silencios
y sepulcrales vértigos,
no amansa mi fosa
la dulce azada de metal soporífera,
carne y cuerpo
mi rigidez de pluma,
lírico trasnochar.
Claro cristal entre paisajes,
ceniza de recuerdo
es ella, recuerda,
aire desnudo fama de estrella
inviolada,
mi musa bella,
un azar flamígero
que no pido ni alumbro,
no espera
ni las aguas de tiempo inmenso,
jamás complacen.
ay día, rosario terco,
deja ya la gloria,
grandeza en amor
se llamó belleza,
lastimada mi carne desvelada.
Gusano soy
que hila su capullo,
tejiendo desde sentir interior,
mi vida en serenatas blancas
levantaré,
su fronda,
inabarcable vergel primoroso,
cuenta mi linaje
alas ignoradas de mi pecho.
no podrán tapar en vida
mi silencio que aflora.
El castellano
Terca mi sangre,
tiempo del frío río
inmenso, todo dado en espinas
su rivera,
por ciega neblina bajo
con tabaco precoz,
pienso,
todo he soñado
para el letal lecho del olvido.
Mi temor sorprendido
alega que no existe;
vida o belleza,
ala o metal cansado,
gloria de grandeza, ¿Dónde?
mi tabaco de neblina
ahonda, penetra y surca
la esmaltada silueta de tu figura,
por mi caricia ruda
y el agua afligida,
admirarte yo cual fugaz garuma,
anisado vive el cielo,
nuestra blanca estrella
mineral candente
refulge su luz desnuda,
por vespertino son
de todo lo que tiembla
como abanico de mi pluma.
El castellano
El principio estaba en la colina.
Un hecho,
claridad de brea encendida,
o, transparencia de pez de cristal.
Timón enfurecido
que tormenta iracunda tizna,
cuervo en el alma
mi ser alzo, prendo,
mi idea luce
cual hollín de azabache tuviera,
gragea mi voz un crascitar
de mi señor Baco,
persona de garabato nombro a sombra latiente,
acaso opacidad de materia cuidase,
sacrificador mi tiento.
Soneteada su parda sepultura.
falte mi ley, sonará la albilla.
Diablo aguador mi buen luciente;
cordobán, recuerdo de soleta,
no me faltará maceta,
parnaso que ya cae asaetado,
cisnes negros,
de apolo,
cuidados como vellón descendía su grajo.
Musario monte yo he sembrado.
yo, pensamiento y porfía guardo,
me los retiemble
el sol lucido,
ninguno estribe
mi mesura,
señora, valerme quiera,
ni peligroso
el tiempo bárbaro se me pareciera.
Förüq
II
Insondable, la luz
de tu impalpable seña,
guiño áureo al latido,
insubordinado, labrado
en madero de este hierro,
ya dejó de ser infamia tornasola
en ascua de piel borrosa.
Ensueño alado te alzo
mi musa en estridencia recta,
develada, reveladora senda
dictas que afliges voluptuosa
cuan cerilla arrostra mi alma,
rebulle tu sueño alado
de golondrina azabache,
no perturba mi paso
tu luminoso azar encorajinado,
en sones del capataz del brillo primero.
Arde no se colma mi vaso,
al cantoral
fraguo férreo lazo,
indivisible alianza, comunión
de ambos argentos astros,
como entrelazan alba y ocaso,
pura seda mi correr
de atleta precipitado,
arrostró
mi piedra espectral,
tu brisa ya nunca más fría.
alumbró mi sien
el fractal de frágil leño.
Y desveló que todo es y fue
más que un sueño.
enmudecida siembra tu garganta
lamo la tierra boca a tramo,
tu raíz salvaje me toca,
como verde planta a tu corazón invoca,
silvestre y musical nuestra rosa azul canta,
henchido de tu voz voy
mi doncella escarlata.
El castellano
III
oración a la misa del alba,
revuela una golondrina,
esquiva los ramajes
amenizados del fresno,
abre monótona brisa
una caricia de tierra
por el misario cerro,
carrascas afilan allí
sus flores de piedra
para dar sus bellotas,
ya escondida la luna de seda,
aumenta un zorzal su trino,
sube entre rayos de sol
la espuma de un desnudo álamo,
a su raíz un precoz mamón
sonríe al iris de nueva luz,
un grillo chirría su nota
en melancolía por nuevo cierzo,
la encina secular
no pierde atisbo de rigor
en follaje,
como nervudo verde
que no llora,
la retama grita al esparto
que su amarillo impera,
plegaria entre verdades del monte
un nuevo esplendor
canta la paz sepulcral del campo,
como luminaria entre río reverdecido
en tapiz de terruño arado,
aria dolida en arrebol
de sollozo verde,
lento abre su retoño la tierra.
Entre vid de nueva espera.
El castellano
IV
Quiero mantener
mi suerte segura,
como hondas imágenes
en frío lacustre.
Agua de labriego sordo.
eco en árbol de sigiloso azar.
Hombre al menos
en terrazgo seguro
al pie de bandoneón,
clavando cigarra
a su escarcha afligida,
manos trabajen
la melodía
a tu voz morena.
primor en viento
de mi sepulcral prestancia,
tierra o ceniza
eternal mármol turbado
de vida atada a tu vida
y perseverante esencia.
árbol de luz y acento,
revuelo a tu son
el mundo no trasplante.
Dulces sueños
sones flamígeros te aguarden
en su seno.
suelo en miel
de nota obscura,
guerra, oh gran momento,
rizar mis ascuas al viento,
hoja que tu filial enmarca,
verdecido mamón yesca,
invadido por substancia
de tu irisada voz en letra fraguada.
Resonancia de altivos lares,
fecundos...
Llevo verdecida mi sangre,
asaltando el trigo mis ojos,
palabra con sonido
eterna herida
Resuena que sigo en ti
como aromo de flor
y curva pitanza corva,
redimido a la abeja
el avispero ya no zigzaguea,
abre cariño tu senda,
nácar dispuesto y frágil
al candor de mi cóncava vena.
Para cosechar mi pena, mi cruz
y mi condena.
El castellano
V
Severidad enfilada:
Destino desvencijo.
Como un borbotón de sangre.
Suspiro rápido y hondo,
entraña amilano,
todo me lleva
sin redil ni correa;
a verme en el ojo de tu espíritu,
sí, resquicio parco, opaco, en tu voz,
en un patio de trincheras
y entes esferas, al crisol
de valles y venas,
en el recital jamás yerto de tu verso,
cauce perdido descubierto
entre sótano de luz injerto,
en la pupila del lugar mágico,
riera en rambla
donde crece mi amapola
de pecho abierto,
tu vida la saboreo despacio,
entre regio y mi coraje en flor
de nuevo cierzo;
tu sangre sabe bien,
alma invernada buscando
horizonte en mente concisa
y como no llega a destaparse
eterna dormida avanzo su esquela.
La veo en mis sueños,
resquicios oníricos del ser claveteado,
de vidas mías lejanas al tranvía etéreo.
¿Cómo no hay?
No hay nada que negar
nada que perseguir
que todo arte nace del sentido inerte inaudible,
en manos del destino me encuentro
y me encanta el momento
de verme en el ojo de tu silencio
recordando mi universo de astringente azur sarnoso,
tu voz, amada luz en mitad el reino tenebroso
donde allí sólo canta mi oscuridad.
Alma de fuego encandilada,
estridencia seca, armoniosa,
velo de sigilo
tu suspiro, nada más.
El tiempo es correcto
para la revolución; jamás mil máquinas
podrán hacer una bendita flor,
Densidad recta
en rienda plumosa lamo esta mi pluma estilográfica,
resguardo en Caja de Pandora es mi alma sin espora.
Cinceles celestiales, un soto veleidoso,
donde sembrar el final sin comienzo anunciado,
por esculpir, tu contorno,
con vistas a tu verbo;
divina tez a blancura helada
por deshojar mi fiel recogimiento.
Así me perdí yo
buscando tantos años
el abrigo
de tu amada voz,
haciendo que mi difunta
cobre su vida.
El Castellano
VI
Canto de luz fecunda:
Imperecedera faz,
en haz luminoso indeleble,
río de tinta terrena,
insubordinada cava mi azada,
sacando olvidos de la piedra,
anisados reflejos que hienden la carne
como el Sol me clava sus espejos en los ojos,
vítreo desliz enarenado,
es un sol bajo tierra,
hierro de vestido del acero infra-humano
que porto,
soñé desvestir mis sueños como sueño de flores
aguardando su fecundidad de nuevas muertes,
perpetuidad a flote,
en sima de raudales,
pila sacra bajo tierra hierro de estrella,
claridad del destierro
en relámpago de veta azabache,
voy sacando penas por olvidos,
azadón saca terrones a cal y canto,
es mi alma quien se destapa
que una vez en la vida se dispara
una soterrada vía sola, pierde el relente.
En manos de silenciosa vívida estampa,
y su desnudo de ángel custodio,
encenderé las novecientas noventa y nueve velas
del averno,
para encontrar lo que me pertenece
y siempre se me negó,
paz sin guerra...
Que va, otro día se venda.
crisol anidado en tus labios de mujer inmutable,
un deshielo y el cielo me trajo de nuevo,
sobre la luz monto mi corcel de viento,
allá donde la tierra es éter incoloro,
y la suerte es de metal,
de los árboles al bosque
de la sombra carne y cuerpo
de chirrío estacional,
y sus muros de venas
gira mi peonza,
trompo vivísimo,
de aurora incipiente,
montaña o preludio,
el gris se extingue,
luminosa mi trinchera erguida,
con desnudo bronce,
que no es más duro que yo.
Förüq el Castellano a 17-04-2019
VII
Soliviar llano:
A las aguas de mi memoria
primoroso apelo,
a tener yo un alma como rambla inmensa,
desapagada,
un tiempo sin días de cobijo alado,
rosario suyo por terco no incendio,
sueño en aras de corcel virgen en grandeza develada,
sudario sonrojado,
metal beleño todo olvido,
arrebujo sin mesurar vil posible
que por ella mi cruz y mi condena,
deslizan mi viva aflicción
de amor a propia ascua en la tierra,
sorprendido, letal no pienso,
neblina y fortuna
grandeza, gloria no gastan,
voy por epitafio soslayado,
remembra cautiva mi soledad infecunda,
alejar vida y belleza cuándo,
rosales míos crían ajos
cebollinos y puerros acuso,
tonada de mi sayal remiendo,
en boca de santo astro.
Peregrina de azar inamovible;
en alba de seda,
viste su dicha inmaculada,
insinuante su figura.
Sonora ella de silencios perpetuos,
oro de riveras
y burgalesas conciencias,
sendero atisbo
voy largo su densidad llana
aria agraria,
luminaria bajo luna de signo azabache,
luminaria gitana sólo su mirada,
mi repecho no fulmino,
ni faldeo,
arboleda de mundo monótono,
distinción no apremia,
ni estrella viola
su espuma de ceniza larga,
como lírica paz
se llamó magia.
El Castellano
En plena sintonía,
contigo, mi pensamiento,
una eternidad sin azogue,
turbado sino,
penetra ya en voz,
oh grandioso vestigio yerto,
lago con río de espíritu,
cantos ceremoniosos olvidados.
Ceniza de hálito inmortal,
cumbre de nervio asido,
arrebatada de cal
en canto seguro,
suave, dulce, líbrame tú amor,
sin viento obscuro, dame tu mano,
abracemos el sonido,
sin mortal premura,
alcemos vuelo
por seguridades tangibles,
deseo ruboroso, digno,
inexpugnable,
estancia filial que llevó el suelo terreno,
entre olas de mi sangre hacia tus latidos,
musa cristalina enervada de agua,
avanza mi resonancia agreste,
prestancia digna de sentidos,
si voz ocurriese a tus manos
me trasplantase,
eco de caléndula,
y mar de tu hoguera,
vencedor de negra ceniza;
entre luz y cumbre argenta,
tu raíz salvaje apunto,
mi suelo que tiembla su verde acento,
empapada tú de consonancia,
impar, verdadera, trémula,
verdecida en turquesa;
eco de tu agua,
mis labriegos primigenios,
canto a la oscuridad serena,
me surca la visión sin sonido,
áspero esplendor redimido,
amor de espejo no tiene ni habita cura,
canto a tus manos
que encontraron de mi felicidad
su cordura.
SON DE GRILLO:
Clarín entona sin miedo, la fría gloria,
todo lo que siento arriba del astro, recuérdame,
indemne como oscuridad alumbra la noche,
su violácea arpa del sentido, tejido yo del hierro,
y una escarpia desnuda que anuda,
que desvela mi yunque, mi eje,
apenas dormido, yerto el tiempo, que te conoció,
arriba muy cerca, de la letra dorada,
y su escarcha de silencio senil,
eres más que donde alcanza mi palabra,
un yugo, un arco y una flecha,
una vena trenzada, por la sangre consumida,
embebida por flores sedientas, mi dicha,
una arpía estridente,
cada deseo, una sinfonía,
nada cambia la vida onírica,
de azar que clausura mi sino dentado, afilado,
que te lleva que te encuentra,
león aquí león allí en mi corazón,
hilvanas mi calor del fuego,
se funde mi abismo, zarzas por ascuas,
Sol por luna dentro de mis ojos, te encontrarás,
allí, solo habita la luz, como Quimera una,
que te destapa en sueños,
si por soñarte te hiciste realidad mi bella elucubrada,
una vez en la vida, el tiempo se derretirá,
y nuestros labios beberá,
vuelvo a vivir por ti, desnacer impera la ávida letra,
vuelvo a descubrir justo la vida,
matando mi soledad, aumentando el día,
amor que me volviste libre
y elegí amarte,
hasta donde cerraban los ojos de la noche,
mi miedo, se alimentaba de sus paticas,
yo quiero quedarme contigo,
hasta que mi pecho lata abierto,
subiendo cumbres anclando mi sombra,
hasta que la tierra se coma los cardos, tras el estío,
hasta que las flores rendidas, dejen su belleza,
en son de elevado amor,
que asesine los silos de Luminarias,
que descienda lo perpetuo
y quede asido el cielo
hasta que la imagen sea sonido,
y mi deseo traspase las puertas de tu destino,
solo allí reinará lo sentido.
II
Hemos llegado del son sin tiempo,
desfilando por clarines del alba,
arriba, muy arriba,
donde desciende la aurora,
criquean voces,
sin esquela ni guadaña,
libre por amar,
sin castigo, sin dirección ni destino impuesto,
tu voz que abre como el nardo,
no espero espirales del dulce tormento,
ni sumisiones desangeladas,
bañadas en copa algún hada verde,
necesito resplandores,
nieblas y esquemas vorágines.
Senderos perdidos, ecos de luz,
simientes solares,
y lunas como diamantes,
azares feroces de que en dualidad,
puedo ser yo mismo,
abrir manantiales y manaderos,
este silencio enjaulado,
que aflora,
y tu alma penetra desde dentro,
hasta su cúspide resplandeciente.
Que sostiene,
y mi ser de nuevo desviste,
para ser de ti,
escala a la cumbre todo cerro.
III
Suba mi amor,
a este tranvía ensoñado,
del solitario ruego,
del sonido bebido,
en letra una absenta encegada,
madera si no tengo,
asigne material y defiendo,
mi número,
nueve marcas en sangre gualda,
en espiga roja,
vengo y he nacido,
del trigo limpio,
vivo y soy dueño de mi propia cárcel,
noche silente,
que considerar,
hasta tejida la negra ánima,
era por ti era por los alacranes de ciudad,
que mi pena es del campo,
y mi vida es tierra,
no enciendas hoguera,
que germinará el ocaso,
sones de arriba laten,
que me eclipsas figura, amor y ventura,
por este cielo,
qué no daría
para que permita,
que mi muerte
se ancle a esta tierrica bella,
sin oratorias ni recuerdos vanos,
de quien fui,
debido soy seré y seguiré siendo,
relevo de este solitario número,
por sangre.
El Castellano
CARNE DE ENCINA:
I
Es ahora,
la tórtola joven
evanesce en tu ramaje,
y los topos ya no aúllan
tus raíces,
soberano filo
de tus hojas marciales,
sones y cantos
arrullan tus faldas de piedra.
II
Verde en quietud de escarcha,
tu lágrima de hielo verde,
ojalá brotara de mis humildes manos
con las que te canto,
mi antigua encina
gloria del solitario campo,
escondido en Castilla partida.
III
En tu vereda de barbecho
y sombra del ara,
señero eterno eres,
sola quietud de alma,
virginal cuna del águila,
azores y rapaces,
humildad,
y sustento de infinitud de vida,
darás tus flores de piedra,
y tus bellotas del mañana,
reguero verde tu soslayo,
tus hojas puntiagudas,
más duras que el cierzo,
que mi idea contigo mece,
segura.
IV
Oh, llanto terreno,
perecedero,
tu dura savia,
sonrisa de eco silencioso,
resuenen mis reflejos,
por tus venas de fuego
como tu madera crepita la ascua,
vive, que vivirás encauzada,
por siglos secuaces,
y campiñas de ababoles
y claras espigas.
Al señor olivo,
y tu piara creada
embeberá jabalíes
entre almazaras,
como oro virgen,
y tu turquesa de mirada.
V
No mueres, ni morirás,
tú, noble blasón
y emblema de Castilla,
mi tierra herida,
mi enamorada semilla,
de su mañana.
traigo una lágrima
tu esencia perenne,
como tu ramaje gime al tiempo,
que contigo nada puede,
mi encina bonita,
dura y áspera como jaspe verde,
llamo, a tu tierra bella,
acoja mi letra en tu vera,
sin despedida,
refugio tú,
del cantar airoso las aves,
nada muere bajo tu silencio,
eres noble.
VI
Sincrónica,
al bailar de las estaciones,
horizontes que tu alma atiende,
y sollozo bebe,
tu blandir como seña
de honra y parquedad,
tu solemne sonrisa,
entre cerros,
y más altos vuelos,
todo enerva contigo de su sola muerte,
piedras bellas, tus hojas,
y grajos soberanos juegan
con tu relente.
Como gloria de la tierra,
que tú dictabas
no era jamás yerma.
Delimitando suspiros de vides.
Förüq castellano Miguel Esteban
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