martes, 13 de septiembre de 2022

Tonasola Amapola



I
Alma arde,
tierra atrás,
destellos argentos llegan,
mis sueños,
sus vestigios yertos,
vida de una vida dentro de la Tierra,
aplaco el viento furtivo,
un acecho milenario,
que rige y dirige,
la sola espada.
Veo el mundo moverse
veo el cuervo avisándome,
todo hecho acabará...


II
Pasada mi tierra feraces quedan
los designios atemporales,
no más molinos ni aspas filosas
tormentos de nueve venas razones,
locuaz empeño crispado
me avanza,
trémulo desliz
una sombra quien yo era,
nuevos resplandores entran,
no complacen ni acompasan,
ensimismados, 
quién osara,
quién abarcara expectante
expectativa, 
odisea sería,
Iliada
o la Eneida en ascua rebrotada,
metamorfosis de hombre que acabó Centauro.


III
Esta hoja que yo no escribo
mi declive en sediento funesto, venir del hombre,
Porque sé que tengo un Arcángel a mi lado,
en mi espalda,
y cuanto más arduo torna mi camino,
más se multiplican las pruebas y armas,
más se hinchan las fuerzas,
a sentir, a sentir que sin ti
no quiero ni a la Parca vestida de brea.

Que la flor sólo sea la flor
mi templo 
mi religión,
amor nacido del rayo de Sol,
a simiente la piel
y albor,
del Creador,
elevado aquel que os diese voz,
ni mil máquinas podrán
crear una vida como la vuestra;
desde el pétalo al estambre
desde la esencial hoja,
al camino, abre vuestra raíz,
desde el campo,
conquistado de vuestro color,
a manos del sentimiento,
rajado, por vuestra vida sin dolor,
me dais paz de alma,
y voy consciente, pleno
de la supremacía,
del Elevado que os creó.



Förüq castellano er-lobo bohemio Esteban







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