VENTURA
I
Soy yo tu tal árbol que rompe del viento
su gemido, tú, ávida y leve golondrina
dócil, que tus patitas pisar no usas
azabache que azur, tu plumilla,
espero mi futuro, quemando mi presente.
Dibujo osadías, y caminos sin final,
si acabase ya mi padecer,
muriendo este, que con vida no quisiera
quedar
ay, diosa, toda trocada, esta tu voluntad
en cuánto me difiere, tu fe otorgada
que firme tu amor yo mostrara,
tal confianza que tu querer me daba
que yo mudanza no apostaba,
no sé en qué ofendí a tu amor
que tan grandioso, así me procura,
si me falta el valor de merecerte
bastarme el del que osa amaros,
y el daño mayor que nace ciego,
mayor es el contento de mirarte.
II
De amor y fortuna despreciado
de accidentes mortales combatido afrento
sentido de pobre campesino, desmesurado,
mejillas de lágrimas floridas,
idas las sombras cuando el tiempo
embiste, nunca habrá aura alguna,
aquí tus ojos, pegados a mis actos,
y a mis ojos de imagen celestial,
rostro tuyo divino, todo consuelo y alegría,
por qué con tu memoria
se recuesta el alma mía...
Y si te nombro noche y día
por qué la muerte va vecina mía,
ausencia y claro huero en latencia,
peor que muerte, es vivir muriendo,
mientras la fuerza de mi desventura
con pensamiento procuro contemplarte
la figura, y en tus ojos la luz pura,
no puedo desplazar tu hermosura
que ni vista mortal puede, si te mira.
III
Arde en mí, la más ilustre parte,
del ardoroso y encendido fuego,
no hay descanso en alma ni sosiego,
tanta gloria siento al verte y admirarte,
cabellos de realeza, mi alma
de contento, pechos de alabastro
oh, sangre generosa, supremo acento,
no divisa el quebranto,
ojos en quien tal fuera, y poder
siento, al bajo, vil, mortal, corpóreo
velo, llorad ojos ausentes, llorar
canto, el desierto, y dolor el alma
siente, llorad ojos tristes,
que lágrimas no faltan en su fuente,
después nuevo aguardiente,
lloraréis, en señal de mi quebranto.
Förüq y Leannán-Sídhe
MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
El Inocente
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