I
Lancé el brindis a tu voz aterciopelada,
y del mísero vaso hasta tus cabellos,
repicó el aguardiente,
que soy un hombre que bebe anís
y Sol, deslizó tu sonrisa,
y el ocaso nevado en flor,
repitieron voces ebrias,
que no bebas sin mí,
de tu indecente sed, chocaron las copas
de algún hada verde,
y te vi maravillosa, fantasiosa,
y hermosísma, de senos
a manos turgentes azules,
mi semblante de impulso,
loco y febril, de honda ojera,
oh, de cálida terneza, todo mueve,
luna en pecho,
y campo santo, en enredadera,
embriagarme de tu ser
oh, amor de tu rosa azul, que
verde es mi querer...
II
Corazón mío de tu humedad,
permisivo, ternura infausta,
de pobre diablo aguador,
sombra y flor, ¡Ven!
Tan cándida, que sueños alimentas,
mi amor, de dicha inmensa,
luz, de placer abrasador,
dulce secreto, adormidera sin
olor, cantares de llegar,
a tu casa, mi casa,
tú, oasis, sueña este león,
oh, tu letra amasa el Sol,
suspiros flotan, que afloran,
y míticamente, la hoja leve
vagamente sin dolor,
choca con el suelo,
olvidando que han cerrado ya
la cantina de Viña del Mar,
donde brindamos un hada verde.
III
Bebo tus notas mayores,
desnudez de hermosura,
astros gentiles de carne tibia
elegancias, y locuras
dura arista de arma
no esperes el repicar
de placer mundanal,
yo te aguardo
en pechera y espaldar,
cabalgo la terrible estepa castellana
despertaré a los tuyos rey
Rodrigo;
te avanzo entera, todo alma,
tus morados cercos de labios,
laberinto surcan mis soles ciegos,
y tu luna sonríe,
a tus jardines de alba,
fertilizo que enternezco,
oh, tu jardín azabache.
Förüq vampiro, y Leannán-Sídhe
Miguel Esteban Martínez García
El Inocente
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