sábado, 14 de agosto de 2021

Grillo en mano

 




Tu grillo:
febrero 12, 2021


Clareando su lividez
por sotos vastos, reales,
mi río navega.
Entonado su bandoneón,
dirige, blande mi grillo
el afilar de su tercera cuerda.
Entre el suelo de un ciprés enhiesto,
rigen blandamente espigas rojas,
jóvenes, juguetonas
como si tuviesen sangre
para sonreír
al viento que pasa
y no atraviesa.
Reposa que aguarda el cráneo
la tierra.
Ay la tierra, hay de ella,
sombras que complacen y acerban
la mansa espera.
Soliviar vetusto
que Ninfas y Sátiros pastorean.


II


Es un tejado llorando por la piedra,
con acequia desnuda de canalón;
un cimiento que plañe la helada,
y le agrieta el tiempo que ya no escapa.
Sauce triste, abatido, con portón
al mundo del grillo.
Entre blanda grama
fenece que acicala su alma.
Entre un arpa estacional,
y panales de ambrosía.
A la lluvia primera
abre su fiel Parnaso devorado
entre caracoles sonoros.
Grita la raíz acrisolada en ámbar
de intelecto mayor.
Cúspide de serena esfinge,
y dolmen de divina pluma.


III


El grillo único pidió un deseo
al manantial eterno de Hipsípila,
y fue no sucumbir
tras el acople, todo sonó
en manantío, y lo inerte
reposó su voz, de nuevo.
Para siempre.
Soledad dantesca de umbría
melodía, extendida por el Baco imperio
regentado por el claro de luna,
donde fluía su sangre de luz,
rojiza.


IV


Solar afán, solar entrega,
llegas que dictas tu pertenencia;
tu arraigo de hiladora,
hermana de negro hilo,
traes que cobijas mi jardín florido.
Mi grillo luce de nuevo
su primavera luciente
en lira de su candor de estrella.
Es su centígrado
que tu lustre musa engrandece.
Un solo marcó el ascua, irisada,
por su reposo en madriguera;
un deseo concedido él cantaba alegre,
a su musa del Alba.
Albilla más hermosa,
clareada sólo por sus pétalos de mujer fecunda.


V


Era un patio sombrío
con mi vena de acequia reverbera.
Un jardinero a la araña de su rosa;
la protegiera,
la cuidara como besaba la luna Sempiterna,
con tus labios de mujer serena.
Desliz en nácar, pétalos de tus falanges me hablan, marcando,
asignando, el vívido resplandor
envuelto, aterciopelado.
Envolvió mi vida, tus latidos flamantes
de estela considerada.


VI


Avancé mi yermo,
con mi grillo en mi bolsillo,
divisé en umbrío, frondoso parral,
mi secuela descendiente,
Hipsípila me protegía.
Pude abrir una nota
al astro mayor,
de armónica congelada.
Desnudabas musa mi latir
que sólo su premisa abarca.





VII


Profundizaba, que saltaba,
el ímpetu de carcoma cromada,
al resplandor de su tacto,
y quizá su matrimonio
en unión con su oscuro astro,
blandía a la séptima sílaba,
luna que busqué por sombra y abismo
en esquela.
Era un disparo y azogué
lo que el cosmos me negaba.





VIII


Fui dichoso, me enaltecía
mi soledad pulcra de arrebol.
Espejaba ella el vestido a mi mujer verdadera.
No brillaba mi sola desquicia,
era lugar y tiempo suficiente;
para ser de la tierra enhiesta espiga.
Ella mi única amapola
Reina del jardín de Hipsípila.
Un soto y un llano;
desperté del bolsillo su oro trasnochado.


IX


Blándeme Oscuridad,
en tu acero y ala de pecho.
Que canten azabaches
tu magia del cinco
labrado este año.
Afortunado avanzo mi pulso
por candelabro este mayo.
Mi cenit por rectitud
del alma mía.
Un último acorde y me encontré
en la pluma tu arpa,
mi Ninfa que obligas no fenezca
el grillo que me da frenesí.


El Castellano

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