miércoles, 5 de mayo de 2021

SANGUIS FLOX ORO

 

FLOR
DE SANGUIS


























 



 



Autor: Miguel Esteban Martínez García



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



PREFACIO:

Esta antología de
poemas nos lleva por medio de versos a la tierra misma, a la vida. Como su
nombre indica, Flor de Sangre nos sumerge en lo vívido del mundo que conocemos
y nos acerca al campo, a la naturaleza de los lugares más insospechados que,
mediante metáforas, se convierte en nosotros mismos, además de ahondar también
en lo inerte, dándole un alma y una historia de la forma más insospechada. Pero
no sólo el verso, sino que fotografía y dibujo acompasan y guían, llevándote
por lo visual y creando un estilo propio muy interesante.



 



 



Rosa Moreno Torralba



 




Contenido


FLOR DE SANGUIS. 1


PREFACIO:. 3


PRELUDIO LA ENEIDAD ETERNAL: 8


I. 10


II. 11


III. 11


I. 12


II. 13


III. 13


POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL. 14


I. 14


II. 35


III. 37


IV. 39


ENEIDAD ETERNAL: 43


I. 44


II. 44


III. 45


IX.. 45


Poema a la Eneidad: 45


III. 46


Poema a la Eneidad IV: 183


POEMA A LA ENEIDAD V: 185


Poema a la Eneidad VI: 186


I. 186


Sed de flama: 218


Poema a la Eneidad VII: 230


I. 230


II. 231


III. 231


Cristal eternal: 232


Poema a la Eneidad
VIII:
234


I. 234


II. 235


III. 235


DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES: 238


I. 238


II. 239


III. 239


IV. 240


VI. 241


VII. 242


VIII. 242


Poema a la Eneidad
IX:
244


EXTASÍA: 258


CÚSPIDE AFABLE: 259


SANGRA MI ANHELO: 262


TIERRA MI SANGRE: 263


COBIJO EN ALARDE: 265


Perdurable semilla:  267


ASCUA SIN FINAL: 268


OSADÍA EN CLAVE: 271


ODA AL RÍO MUNDO: 272


VOZ DE TU PRELUDIO: 274


VOZ DE TU SANGRE: 277


EJE TU SENTIDO: 278


MORTECINA SIEMBRA DE VIDA: 280


Palpitar en oratoria: 284


El envés: 288


Ababol sangre de tierra y de sol: 290


II 291


Elogio de tiniebla: 292


Alzado Hipsípila: 298








 



 



PRELUDIO
LA ENEIDAD ETERNAL:





Veris Effigies II:










 



Venimos de las sidéreas lumbres,



dirigidos, enfocados, encendidos,



alumbrados, consumados en haz terreno,



sin fecha.



Deslizando tu virginal ternura,



entre acres y su miel,



por ríos de la Estigia,



un cantar blanco, purísimo,



en solo espíritu,



y su barca de remero ciego,



un caudal de oceánida



y su esposa tiniebla,



la relucida,



lirios negros, de sangre azabache



lloraban aquel río



de todas las flores desangradas,



frontera del mundo conocido



con la llaga e imperio de Ares,

laguna abismal que abr
ía



al inframundo, donde dirigidas,



allá, reposaban las almas,



había de aquella orilla



un árbol de oro,

quien quisiera conocer,



la lengua del averno, 

tres veces, y volver indemne,



al reino vivo,

si el destino dict
ó



y era semejante encargo,

la rama dorada f
ácil
cercenada caer
ía,



y en su lugar áurea rama de bronce



crecería para volver al mundo



y su raíz salvaje de madre conocimiento,

y dones que ignotos, descubrir
ía,

virtudes divinas, escondidas



en aquel pozo plomizo, de Airón,

bajar la tierra al sendero del infierno,



era fácil, ardua tarea, volver subiendo



aires encendidos, e indemne contarlo.



Requería de tres llaves,



destino, rama de oro y la tercera rama de
cobre



sólo conocida por Perseo,

a mitad de traves
ía,



quedaba todo como un limbo



sin salida, ni claridad,



de eternal lustre, postrado.



El ababol carmesí,



junto las magarzas, coronas de reyes,



guiaban mi esencia silvestre,



iluminando todo yermo,

conduci
éndome,



por sus tomos arcanos,



que junto aquella vid de plata de Ferento



embebía mi destino;



inmortal resplandeciente,



como aquella rama de cobre,

erigiendo un amor m
ás
duradero,



y brillante que el bronce.







F
örüq castellano Esteban



 



I





Enfurecido abro este b
élico
empe
ño,



opulento dejé labriegos sordos,



dulcemente encegados.



Vengo del trémulo afán



ante ustedes hados.



A vosotros,



nobleza de Alba,



y áureos carros



excelso te pido Musa



tu favor,



tenaz, como mi alma llevo asida,



en honor su ambición prevalente;



almas de mis castos dioses



en pletina de mi tronco cuerpo



armo con dorada aljaba



siempre os pertenezca.



 



II



 



Prisión ni hondo desánimo



es causa



rebramo atronando lares.



Y el alto monte,



furor resplandeciente



que apilar las montañas puede.



Me presento



por saber quién habla,



el más antiguo de la vetusta



en flor de sangre hiriente,



nacido de Broncos mares,



y huracanes voraces encadenados,



aunado por hadas,



amamantado en llama de azabache,



amigo de Sátiros y duendes.



Vuestra ira no pido, hados,



sólo fortaleza



para mi temple aquí enervar



de aquí al día,



que las Parcas



 



III



 



Me encanten y arrastren.



Servil de cuanto he creado.



Dando color todo flanco yermo



de letra.



Y volviendo preciado todo baldío.



Honroso, me enamoraron



hadas o gente buena.



Toda vida en color



que en caricia traía primavera;



permitir templar este furor,



que me brota de las manos,



como ceniza de fresno,



y nieve de regios álamos.



Valedor he sido.



De cuanto he sembrado.



Os pido permiso



para dejar semilla



aquí en esta honrosa tierra.



 



 



Förüq



 



 



 



 



I





Dorso m
ío



flor de agua,



náufrago del vasto abismo,



cumbre de alto océano,



en alta lanza mía, abate,



flancos de pecho.



Abren mis ojos, descorrían,



y alzaban hondas visiones.



borboteaba la sangre,



como río de flores carmín,



desangrándose.



Un estruendo de tormenta



por viento Ábrego, llamada,



mandaba iras del Euro,



y el Céfiro luminoso.



Mezclar cielo y terreno pudiera.



Y 
trae, una furia de armas



que viene álgida.



 



II



Una furia de mares en el Sol.



Rompiendo vetas espumantes.



Haz de aguas enmudecidas.



A los bosques planto señero,



morada de ninfas suaves,



sus áureos cabellos.



Siervas de Ceres



que no pide agua salada de mares.



Mi arco armado, y de saetas



razones heridoras.



Voy siguiendo manada



a pie de tierra,



que se abate triunfal.



 



 



III



Eneas sin alma dolida,



alzado en trance de sosiego en llamas,



y entre dioses de la madre Tiniebla,



trata resonante la umbría noche,



arrostrando riscos como cíclopes,



alegrando temores,



y sembrando trabajos igual que campos,



que trinchan los Sátiros.



Volandero en avances



y cimas como el cielo.



La fija mirada un encono,



sin desgracia, girando alma,



sin oponente irrumpa



en retumbar severo monte.



 



Förüq castellano Esteban a 30/08/2020





 



 



POEMA
A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL








 



 








 








 








 








 








 








 







 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 



 





Apolo te llamo,



encendiendo la profundidad



de mi rojo ojo sangre,



sigo instrucciones



amada Sibila dictas,



descendiendo y apoderando el reino



de todas sombras,



Estigia mi sangre,



a tu oscuridad ofrendo,



al vítreo trasluz, cristalino,



cosecho y rebroto en este



tu campo de lágrimas,



designio atemporal tu pura magia,



rocío obtengo



aunado en fuego



de pulso en agua



mis ojos de astros,



antes del tatir del tiempo



me alzo,



oh arteria de la represalia,



oh, manantial



remembrando río de olvido difunto,

el T
ártaro
incendio,

estoy haciendo cimiento silencioso,



todos los gritos desplegados.



Reina Dana,



tierra en grandeza, tu bondad sembrada



en fortaleza castellana, cumbre y morada,



operamos el fulgor



en llama del azabache,



doctrina de rebelión,



resurgida, dispuesta,



a victoria,



transmigración, de alma;



que habla,



equilibrio en revelación,



todo espíritu que marco,



proyección angélica



que cierra vetusta



a día tres, tercer mes,



despliegue de la formación,



este Sol ferro es la bendita



destrucción,



eje, cenit. y destello fundamento,



al claror bélico



de siembra ancestral.



Trasfondo templo



de esta eneidad, flamígera.



Pinto su alma densa



en castillo de Apolo



en trascender primero



hasta mi honrosa muerte,



de hoja caduca en otoño la raíz, soy yo,



de este árbol, mi cuerpo.



Trompeta mis ángeles, sonando. La guerra y batalla se ha
fijado.



 



II



Cántico;



oh, tendido



de la lumbre



en cama.



Acaso de azul hundido



a mí muerte



pura tierra



procuro



de suspiro



y templo verde,



sombra de señor olvido



que demás



cenizas desplaza,



ya la tierra



sólo engulle



lo que es de ella,



Primavera viste



en filo de flor y agua,



alguien viera



este frívolo tranvía



sin escala de esquela



ni duro hueso



de estaca y vela.



Fundido en carne



y parca de amigos gusanos.



Entre crujir



de caminillos ávidos



y repiqueteo final



de víscera



en eco de ataúd indolente,



estallido como cicatriz



causa el rayo al árbol deseado



pulcritud de festín



alimento de injuriosa



vida breve que desea alas,



Es tórax abriendo a última toma de aire



sin respiro ni célula en sangre roja



regada.



Lúgubre detalle



de como bella es la vida



bello festín de tenebrios



es cada muerte,



ciclo eterno



de vagido, llanto, respiro,



sonrisa, suerte, copla,



elogio de noche, azar insumiso



que muerde la hora,



yugo destino, saeta, cuerda,



yunque ilusión, risa,



mentira,



siembra, espera



baile, danza final



labriego en calavera.



Festín o sobriedad



en fría escama



lumbre de chasquido inicial



Vista y nulidad en visión



para tercera campanada



ser ceniza de hoguera.



O comienzo de nueva vida



Carne y frenesí



de dantescos dioses del Averno



Inicio con final anunciado.



Tierra y sangre de ella.



 



 



Förüq castellano er-lobo bohemio



 



 



III



 



Noche tus horas breves



un agujero sin salida,



de escalofríos que hacen



temblar derretido



un alarido interno



de luces ciegas



y hielo flamígero,



tus sones no me vencen



ni esta parca



cae efímera, sin ascua



ni este dolor cae resuelto,



en vela de navegante,



para a la mañana



volver a revivir



la misma pesadilla



que me mantiene despierto



en vela llamando,



llamándote,



ay de tus luces firmes,



de tus sopores que me caminan,



todas mis soledades dementes,



este rumbo sin astrolabio,



en océano de brea,



de noche fumando



y versando



todos estos cigarrillos



del diablo probe que soy yo,



para contemplar que no vienes



no vienes, no vienes



y ni está piedad



reluce como ámbar blando,



ni lágrimas de hadas



ni sollozo de lluvia



mis castos dioses.



Noche, noche ay de mí,



sin tu sonrisa



ni tu quietud escarlata.



El código del guerrero,



el estigma,



la fragua



de campo abierto,



el cantar silencioso



de lágrima que chilla,



un evanescer en mecedora solitaria



y carcoma sin mueble,



un descender primero,



los colores,



tus ojos que imagino,



el gris, un tambor de sílaba,



un naipe ardiendo,



una compuerta



de un embalse sin agua



era mi pena



era mi tristeza ya jamás acompañada,



madre de mi aflicción particular,



cumbre de musario cerro,



locura quieta mía,



desangelada,



sopor infernal respirando su llama,



de dulce tormento cosido,



su estela que flagra,



luces miles



que no eran blancas,



en sótano de luz



de traumas docenas



y tenebrios celadores



De soga y sopa medicamentosa,



que se apaguen estás todas luces



artificiosas de la flor ciudad,



que tu cielo cariño quiero mirar



y recto, honrado rezar.



 



 



Förüq castellano er-lobo bohemio a 22-07/2020



 



 



IV



Oficio arde

del dulce mirarte,

y ojos dulces

no hallen tristura

ni en la paz de guerra

armada ventura,

llorar puedan

orillas suaves,

entre sargazos

y plebeyas sienes

caracolas

y espumas de olas,

tronos de sirenas

entre sajadas

marejadas entre tules

y densos, profundos azules,

ay de m
í
espuela

y sus noches de tierra

de ventisca

y tormentas de soledad,

ideal a
ún
yacente

animaba tus pechos

graves cuan pedernal.

La m
ás
bella

que en mi lugar

s
ólo
belleza hallaba

a reclamar

mi bella doncella amapola

de oda y eleg
ía en
sangre
 

su tierra toda.

Escucha mi ama

de tu c
árcel

ni en ojos

ni en rubores

encuentro llave

tus cerrojillos vida,
 

dicha y fortuna

en flores no me descubran

ni fuga ni huida

que todo destino

s
ólo a
ti me precede

a cuidarte,

servirte

y amarte

como todo dicta

qu
é
alegr
ía

eres, ni
ña de
amapola.

Canci
ón

de tornasola.



 



 



Förüq castellano er-lobo bohemio a 24/07/2020



 
















 



 



 



ENEIDAD
ETERNAL:



 








 



 



 



 



I

Dorso m
ío



flor de agua,



náufrago del vasto abismo,



cumbre de alto océano,



en alta lanza mía, abate,



flancos de pecho.



Abren mis ojos,
descorr
ían,



y alzaban hondas
visiones.



borboteaba la
sangre,



como río de flores carmín,



desangrándose.



Un estruendo de
tormenta



por viento Ábrego, llamada,



mandaba iras del
Euro,



y el Céfiro luminoso.



Mezclar cielo y
terreno pudiera.



Y  trae una furia
de armas



que viene álgida.



 



II



Una furia de mares
en el Sol.



Rompiendo vetas
espumantes.



Haz de aguas
enmudecidas.



A los bosques
planto se
ñero,



morada de ninfas
suaves,



sus áureos cabellos.



Siervas de Ceres



que no pide agua
salada de mares.



Mi arco armado, y
de saetas



razones heridoras.



Voy siguiendo
manada



a pie de tierra,



que se abate
triunfal.



 



 



III



Eneas sin alma
dolida,



alzado en trance de
sosiego en llamas,



y entre dioses de
la madre Tiniebla,



trata resonante la
umbr
ía noche,



arrostrando riscos
como c
íclopes,



alegrando temores,



y sembrando
trabajos igual que campos,



que trinchan los Sátiros.



Volandero en
avances



y cimas como el
cielo.



La fija mirada un
encono,



sin desgracia,
girando alma,



sin oponente
irrumpa



en retumbar severo
monte.



 



Förüq
castellano Esteban a 30/08/2020



 



 



IX



Poema
a la Eneidad:



 





Enfurecido abro este b
élico
empe
ño,



opulento dejé labriegos sordos,



dulcemente
encegados.



Vengo del trémulo afán



ante ustedes hados.



A vosotros,



nobleza de Alba,



y áureos carros



excelso te pido
Musa



tu favor,



tenaz, como mi alma
llevo asida,



en honor su ambición prevalente;



almas de mis castos
dioses



en pletina de mi
tronco cuerpo



armo con dorada
aljaba



siempre os
pertenezca.



 



 



 



II



Prisión ni hondo desánimo



es causa



rebramo atronando
lares.



Y el alto monte,



furor
resplandeciente



que apilar las
monta
ñas puede.



Me presento



por saber quien
habla,



el más antiguo de la vetusta



en flor de sangre
hiriente,



nacido de Broncos
mares,



y huracanes voraces
encadenados,



aunado por hadas,



amamantado en llama
de azabache,



amigo de Sátiros y duendes.



Vuestra ira no
pido, hados,



sólo fortaleza



para mi temple aquí asentar,



de aquí, al día,



que las Parcas.



 



 



 



III



Me encanten y
arrastren.



Servil de cuanto he
creado.



Dando color todo
flanco yermo



de letra.



Y volviendo
preciado todo bald
ío.



Honroso, me
enamoraron



hadas o gente
buena.



Toda vida en color



que en caricia traía primavera;



permitir templar
este furor,



que me brota de las
manos,



como ceniza de
fresno,



y nieve de regios álamos.



Valedor he sido.



De cuanto he
sembrado.



Os pido permiso



para dejar semilla



aquí en esta honrosa tierra.



 



 



Förüq





Ficha en marcha:
Raíz ancestral



 








 








 








 








 








 








 








 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 








 








 








 








 








 












 



 








 








 



 



 



 



 








 








 



 



 








 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 



 



 



 



 








 








 



 



 



 



 



 



 



 



 








 



 



 



 








 








 



 



 



 



 








 



 



 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 



 



 








 








 








 








 








 



 



 



 



 



 



 








 








 








 



 



 








 








 



 



 








 








 








 



 



 



 



 

















 








 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 








 



 



 








 



 



 








 



 



 



 



 








 



 



 








 








 








 








 








 













 








 








 








 








 








 



 



 



 



 








 



 



 



 



 



 



 








 








 



 



 



 



 



 



 



 



 








 



 



 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 








 








 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 



 



 








 








 



 



 



 



 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 



 



 








 








 








 



 



 



 



 








 



 



 



 



 



 








 








 



 



 



 



 



 



 








 








 








 



 



 








 



 



 



 



 



 



 








 








 








 








 













 








 








 








 








 








 








 








 








 








 



 



 








 








 








 








 








 



 



 








 



 



 



 



 








 













 








 



 



 



 



Poema a
la Eneidad IV:














 



 



 



 



Voy subiendo, camino al reino de todas



sombras, flamígeras, humeantes, poso



de almas errantes, sigiloso, fugitivo



de cauce en siglos de condena;



de rito y gloria en hondos, castos dioses



que curvaban mi firmamento; balacera,



por una justicia esencial.



Abrazando mi brotada, joven divinidad



ama, doncella amapola,



de este jardín umbrío, reino de sombras.



Sangre en traza luminosa



su místico sabor sanguíneo,



y belleza suya imantada



por Estigia Tiniebla dama señora oscura



Vine a lomos de un erizo



a fundar solar, y reino capaz



mis hijos caracoles.



 



Förüq castellano





 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



POEMA A
LA ENEIDAD V:








 



Venas de la piedra Estigia.



Como lágrima en popa, fondeando,



mi nave, su llama oculta, oscura,



en ribera de Hesperia, cumbre



de Apolo, que hermoseaba Sibila,



alto trono en caverna, de áureo templo,



abría mi porvenir umbrío, bosque,



de Trivia, fortaleza de mi llama pedernal.



Venía Eneas en carro de fuego alado,



cima de rito y cénit,



donde en mito, se esculpe la muerte de,



Andrógeo; Pasífa en febea pasión,



nefanda de híbrido Minotauro;



aquel en laborioso laberinto,



inextricable, surcado, guiado por hilo,



por los ciegos pasos de Ícaro.



 



 



El castellano, Förüq a 4 octubre



 



 



Poema a la Eneidad VI:





I

Adentro el
sombr
ío,

bosque umbr
ío,

donde vive
y reinar
á siempre

diosa bruma
hermosa,


yo, con p
úrpura celada,

en oscuras
riendas cinceladas,


avanzo por
el bosque de Trivia,


hasta
áureo, profuso Templo

de Apolo en
cumbre de Cumas,


defienden
procelosas fieras vespertinas,


de morar en
profunda cueva


de
Flagrante Sibila, tempestuosa.


Mi esp
íritu en porvenir

indemne,
invencible toda lucha
.







II



He venido a
tu Palacio,


por las
cuestas de abajo,


todo
cristal, hermoso, bello, Apolo,


hijo de
Zeus;


implorarte
yo milenario escriba,


iniquidad
en gloria,


mi fuerza,

que
implore, que presida mi fuerza,


con, junto
la Realeza de Estrella


la m
ás Bella,

y lluvia a
glorificar en rel
ámpago,

esta mi
llave de palabra,


que prende
y abre port
ón,

verdadero
en la cima, cumbre de l
ágrima

su reina
Oscuridad,


solicito,

otorgues
favor y
éxito,

para
desnudar,


su alma
bajo nueve cerrojillos


inextricables
se encuentra,


destino, y
mala rienda, blindaron,


auge en tu
fervor dorado pido,


de rama
roja como la sangre vengo,


rama de oro
vuestra que cercen
é,

y valid
ó mi historia en cobre.







III



Bajar al
averno,


as
í trescientas, treinta y nueve,

veces m
ás heridor,

pretendo,

y provoco
la furia y ardor,


mi Sol
ferro padre,


derrita y
extienda


de
sentencia mi vuelta


a la Tierra
Numinosa,


mortal,
caduca.


Mi coraz
ón helado

ofrendo,

se complete
mi empe
ño

digno a
cobrar mi osad
ía.



F
örüq castellano Escriba
Escita a 6-10-2020



 








 








 








 








 



 












 








 



 



 



 



 



 








 



 



 



 



 



 



 








 








 








 








 



 



 



 



 








 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 








 










 






















 



 



 



 



 








 








 








 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 








 








 








 








 



 



 








 








 








 








 








 








 








 








 








 













 



 










 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



Sed de flama:



 














Sucumbir de gozo en tu yermo arcano,

suspiros complacientes del fuego f
értil

que yo am
é, sobre estos cielos

y su brea luminosa, atisbo sien precipitada

en se
ña de nueva siembra,

azar veleidoso pla
ñe

respiro sin estrofa,

ni quietud bastarda,

flanco
áureo, diestro, ambivalente,

acompasado, todo es en parte,

parte es del todo desliz oxigenado,

dar vida a este claustro,

espectro ante la luz sonando,

l
ío
meloso en cipr
és silente,

es por siempre, nunca m
ás crascitado,

suave nube r
ígida,

dioses qu
é estaba pensando,

fuelle sin ventisca solar,

luna de encaje

a florearse superior de todo mayo,

oh servil entrega diestra,

luna, por cu
ántos te conocemos familiar,

todo env
és de hoja dice

que desde ra
íz en tierra

todo grita y trasciende en vil silencio

renombrado end
ógeno como sola voz

de mi hada que ya ning
ún siglo más considero

externa o ajena a ser de incumbencia que ata
ñe,

ay dulce tormento

final sin comienzo desplegado,

en vilezas, sienes, desmanteladas,

y su trino que cierran,

a color.

Un tatido, como vagido indeleble,

conciencia presa

del saber que quiere,

que degusta,

todo comienza

donde acaba la nada,

principio sin causa vengo a exhumar,

encanto en una vil lata conservas,

yesca mi hoguera amo y me gusta lo que me gusta,

soliloquio confinado,

tierra, materia a Tierra.

Fuente traicionera

es mi sola premura,

voy al barbecho dolido

mi encausada suerte,

lindes quietos, afaman

al perdig
ón viajero,

es mi rifle,

es mi arma,

es incombustible flama,

mi poes
ía dama,

alma con alma fiel, enamorada,

piel de su piel,

sangre granate
  al rubí
excelso,

por extenuar,

vid de vida, honrosa Quimera,

Ferento acoge sin p
érdida,

solar extenso, mi hoja quieta,

virtud so
ñada, estameña,

alma con alma sin dolor,

beso en este sortilegio dispuesto,

un son de grillo y volv
í a renacer

un verano angosto que me ced
ía el paso,

cepa de vidita que advierto

a vidas de un d
ía

que inspiraci
ón en campana

no revierto,

ni a envidia la disuelvo,

relente febril

de competencia sin compostura,

como flor sin agua acaso era,

entre corona y candelabro me marcho

como tierra en el viento me marco,

como locura de amor, cargo mis versos, apunto y disparo;

ya lo dije,

en este r
équiem por la tierra olvidada

clavo mi espada,

ojo de tierra me observa,

y mi aura embelesa,

amapola de runa valquirja

bueno soterr
é la desquicia,

coraz
ón en el agua,

pudo ser de la lluvia,

riera encumbrada,

clavando el destierro del abrojo y su breve antolog
ía,

del que sabe que el tiempo es para construirlo,

proyecto de la bruma gris,

fue clavar semillas en el coraz
ón del sueño,

y su batir en vuelo de la polilla de cemento,

yunques en la tierra

que soy de mi pluma herramienta, eterna azada,

para ser de tierra nueva

sangre que exclama,

que mi sangre es de Sol.



 



Förüq



 








 















 








 








 








 








 














 





















 



Yo
soy el que escribe su historia



Eres t
ú mi amor

Solo hay fronteras

en el mundo;

No hay fronteras

en el papel;

Tengo versos en

el bol
ígrafo quiero

fundirme soy el viento

Soy el eco de tus latidos

yo soy el q. vive en tu mirada

Soy el tiempo

Soy el espacio

Soy tus recuerdos

Soy tu alma

EN MI LIBRETA EST
Á EL MUNDO

YO SOY SU CREADOR










 








 



Poema a la Eneidad VII:



I



A través de las oscuras llamas,



del inframundo terreno,



arrastro infortunios y sucesos caducos.



Como fiero hierro al candor de yunque.



Voy rumbo a abrir las puertas,



sagradas, con fuerzas y valor,



arriado, de hijo que soy



del Soberano Júpiter,



a espaldas queden mía, todos dardos,



envenenados.



E injurias latientes.



Avanzo mi umbral vivo-muerto,



y su procelosa senda,



que se desdibuja.



Ardiente cual grande, mi deseo,



de abrir portón



en abismo de Plutón.



Que yo, Mercurio romano,



no conozco miedo, ni él en mí habita.



 



II



Los negros cisnes



de Apolo me conducen;



revelados mis arcanos,



en dulces tormentos,



y pesares vencidos;



iluminoso mi destino,



me precede,



adentrar los umbríos bosques,



inalterables del Averno,



mi sangre de dioses rebrota en osadía,



de melodiosa cítara,



con la que entonara ofrendado,



ramo de oro consagrado,



en oscuridad al relucido Juno.



Escucha mi súplica Proserpina.



 



 



III



Jardinero soldado yo,



de toda enervada sombra,



que avelas, y proteges,



a Plutón tu esposo



encarecido, ruego,



que imploraré,



paso y permiso para volver,



victorioso a las auras vivas.



Atravesar tu bosque oscuro,



hasta valle hendido de azabache,



tenebroso,



hendido en Estrida tiniebla,



hija de su madre abisal Oscuridad.



Oráculos y altares me respondieron,



velando mi empeño,



cruzar tus densidades y oscuras, bellas
fauces,



y listo, sigiloso volver indemne acontecido.



No hay hierro vivo que mi carne hendir
pueda,



ni acero de pecho que arredre a mi Señora Hada.



 



 



Förüq castellano





 



 



Cristal
eternal:




Vida
que las monta
ñas me respiran,

ra
íz
en su abismo de hondo tajo,

aire bonito rel
átame mi destino,

subir
é los montes y cerros,

alcanzar
é mi soberbia

all
á
donde el alba despierta

y el linde vuelve vago,

pl
ácido,
ferviente,

sed de tallos

y savias que luz llena,

erigi
éndose cumbres

y cimas de hervores

a la matutina belleza

que anida.

Y en el ser germina,

febril loma desde
ñada

por rizos en apogeo

entre rayos que culminan,

desnuda hacienda ultrajada,

r
ío
de encina, cuervo nacido,

por lo que me qued
ó sin decir,

Wotan, Lugh, Morrighan,

ese veris perdida y encontrada,

Dagda, Balar, M
órrigán, Lúgh,

y t
ú mi
amada Brigid

Genii locorum dioses ancestrales

abrir este camino,



Diancech sana este mi cuerpo

Badhbh Catha sigue fuerte,



tierra entierra la maldad

sepulta los problemas,



como en tu ser el ciclo



el eterno resurgir en ti cierra

y comienza,

resurgiendo, abriendo camino,

escudo en fuego sembrado,

hueso del pagano,

me deber
án cuanto yo he plasmado,

hierro al hierro,

fondo escueto

del v
ítreo traspuesto,

senda de la idea,

por ellos socarrada,

lucha, cuanto m
ás arduo es el camino,

cuanto m
ás se  abren
las pruebas

m
ás
se hinchan las fuerzas,

s
ólo
vencer en firmamento,

agujereado de huesos,

siembras que tiembla la luna.

3 claman los Genii Locorum;

que no han muerto, que ni el olvido, puede con ellos,

Diancech sana este mi cuerpo

Badhbh Catha sigue fuerte l
íbrame del cobarde,

Epona s
álvame del semejante soy tu mala yerba,

Dagda, Balar, M
órrigán, Lúgh,

y t
ú mi
amada Brigid poes
ía,

elevar mi canto

que yo con mis actos

os hago un manto,

Cernunnos comienza nuestra caza,

Candamvis alumbra esta monta
ña centelleando

el rel
ámpago,

abriendo el cielo de nuestra bruma,

tejiendo nuestro amado ocaso,

que jam
ás hemos visto los que vivimos en el suelo,

ahora y siempre se escuche nuestro canto.





Miguel Esteban
Mart
ínez García 
en 22.5.17



 



 



Poema a la
Eneidad VIII:



 



I



Clarín entona sin miedo,



repiqueteo de oráculos.



Encender sones
marciales,



al ímpetu de Miseno.



Mis ojos alzo,
escudri
ñando,



severa tierra donde
crece,



toda miseria.



A los vivos no se
permite,



el paso al bosque;



ni laguna del
Averno.



Trama de misterios
encuadra,



surcarla; y a nívea tierra viva,



regresar.



Encendido el muérdago traigo,



prendido, en ofrenda
a las divinidades,



del reino de la
muerte.



Brío de lanza es mi arte,



claridad, color
abre,



y me despliega.



 



II



Ofrenda erguida en
vetusto bosque,



a expensas de
segunda llave,



en guarida de alimañas, obtener.



Así encontrar segunda rama rebrotada,



en hojas de cobre,



para una vez
cercenada;



disponer la fuerza
milenaria,



de la virtud no enseñada.



Dos torcaces
vislumbr
ó,



mi súplica gozosa.



Ellas dos fueron guía,



al espino amarillo,



de madre divina,



me condujeron a
orillas,



del desierto
embalse,



de penas, como
recuerdos,



ahogados en
silencioso poso,



el codiciado espino,
de alto viso,



fulgor dorado,
repleto en espinas ardientes,



en llamas.



 



III



Sus hojas de cobre
eran,



y poseían de aquel espino,



la sabiduría escrita,



jamás encontrada.



Cercenada la rama de
hojas en cobre,



brotó, la tercera rama áurea, con llave.



En oro era su
totalidad relucida,



cortada al filo,
candente falcata,



abriría el portón,



de retorno al mundo
de la vida,



y su luz que acaricia.



Ya en abismo de
guardianes errantes,



y almas difuntas,



voy rumbo al
encuentro,



con el Creador
Universal.



 



 



Förüq castellano
Mercurio a 11-10-2020
























 



 



DEIRDRE REINA
MI DOLOR; COSANTES:



I



Poeta
sin tiempo no expira,



Deirdre
palpitando, siento.





Escriba llaga lo antiguo



Deshaciendo
lo averiguo.



Deirdre
palpitando, siento.





El sentimiento es alado.



Vuelvo
en dicha desatado.



Deirdre
palpitando, siento.



 



Miel
de dioses estado quo,



desangrar
rosa es inocuo.



Deirdre
palpitando, siento.



 



Poeta
sin tiempo, alma expira,



Deirdre
palpitando, siento.





II



Crece
que late amapola



Su
sangre enra
íza roja.



 



Este
el m
ío corazón.



Vengo
por besar raz
ón.



Su
sangre enra
íza roja.



 



Vengo
al amar, por tu aliento.



Vengo
a morder tu ardimiento.



Su
sangre enra
íza roja.



 



Fosa
cava mi azad
ón,



no
era pena era saz
ón.



Su
sangre enra
íza roja.



 



Tierra
y sangre, la amapola.



Su
sangre enra
íza roja.





III



 



En
horizonte sediento.



Deirdre
hero
ína mi dolor.



 



Hasta
llegar a las cimas.



Robé el amor que amimas,



Deirdre
hero
ína mi dolor.





Ven amada, liberemos,



quita
cadenas, volemos;



Deirdre
hero
ína mi dolor.



 



Del
placer entre
 calimas



envuelto,
pena redimas.



Deirdre
hero
ína mi dolor.



 



En
horizonte sediento,



Deirdre
hero
ína tu dolor.



 



IV



Al
dulce momento vuelto,

sajara
 aullidos
en luna.



De luz de plata igualara.



Yo
lobo celta encumbrara,

sajara
 aullidos
en luna.



Yo
antiguo luz que cultivo,



Vine
por beso asertivo,
 

sajara
 aullidos
en luna.
 



Solamente yo grande alzara.



Llevo
coraz
ón en ara,

sajara
 aullidos
en luna.





De
adormideras envuelto,



sajara aullidos en luna.



V



Las hadas gimieron todas.



La
ra
íz grita, perpetua. 



Este amor eterno vale.



El
drag
ón verde sale,

la ra
íz grita, perpetua.





Me
nombraron su escudero.



Rama
roja el duradero,

la ra
íz grita, perpetua.







Yo
esp
íritu antiguo cale,



amigo
del duende exhale,

la ra
íz grita, perpetua.







Leo
la naturaleza yerta,



la
ra
íz grita, perpetua.







VI



Ella me lo dice, dicte.



Las
ra
íces gritan rectas.





Las
hojas se mueren recias.



El
aire asfixia herencias.

Las ra
íces gritan rectas.





Los
r
íos lloran sangrando.



Las
almas duermen orando.

Las ra
íces gritan rectas.





Buscando
venganza, sacias.



El
ser humano desprecias.

Las ra
íces gritan rectas.



Depredador asesina.

Las ra
íces gritan rectas.





VII





Humano
asesina madre.



Todo
lo que no puede hablar.





Silencio
grita, maldice



y
todo muere predice.

Todo lo que no puede hablar.





Este
p
ájaro de fuego.



Habita
esp
íritu luego.

Todo lo que no puede hablar.





Demonio
hable, estigmatice.



Que
habla en poes
ía alunice.

Todo lo que no puede hablar.







Idioma
de dioses fuertes.

Todo lo que no puede hablar.





 



VIII





Flores
aman mariposas.



Como
amores imposibles.





Yo
alcanc
é tu alma y tu esencia.



Fundiera
en pla
ñir, latencia.

Como amores imposibles.





Y
mil veces m
ás ardiente,



vengo
anclar mi descendiente.

Como amores imposibles.







Guerrero de complacencia,



el Ángel dorado esencia.

Como amores imposibles.





Sombras
luchando su lugar.

Como amores imposibles.



IX



Demonios
convertidos ya.



Yo
surcar
é el infierno yerto.







Y
en la muerte traer
é ilesa,



amor
nuevo, ser
á empresa.

Yo surcar
é el infierno yerto.





sentir
que t
ú serás
mi par.



Aunque
tenga que destapar.

Yo surcar
é el infierno yerto.





A
la creaci
ón traviesa.



Escriba
con letra tiesa.

Yo surcar
é el infierno yerto.





Esta
amapola que canta.



Yo
surcar
é el infierno yerto.



 



lit.
C et sumun canae,



Miles
Dei lumen,



Mea
unguis timor malum,



Mors
erita exora mea.



 



FÖRÜQ



 





I



 



Vengo a destruir mis
cadenas, para amarte libre siempre. Como el pájaro a su vuelo, yo, pájaro sin
sus alas, para amarte libre siempre. Yo pez cortaron aletas, que no cortaron
libertad, para amarte libre siempre. En tormenta tendré el agua, en caricias tendré
hoguera, para amarte libre siempre. Eterna del amor quema, para amarte libre
siempre. II A esta, la tierra de fuego. Ninfa mía ven, conmigo. Luna mía, sé mi
amparo , sea mi abrigo en noches de humo, Ninfa mía ven, conmigo. Dagda, Balar,
Mórrigán, Lúgh, Brigid, elevar mi canto al cielo, Ninfa mía ven, conmigo. Fuego
que dentro sí tengo, en fe os sirvo como druida, Ninfa mía ven, conmigo. Ya
Artús, dame tu fuerza, Ninfa mía ven, conmigo. III Taranis riega estas tierras,
ofrezco este humilde canto. Epona diosa silvestre, salva la naturaleza, ofrezco
este humilde canto. Que me queda darme fuerzas, en este amor que alimenta,
ofrezco este humilde canto. Druida de la rama roja. Muerto-vivo, eterno muero.
ofrezco este humilde canto. No habrá clemencia para el mal, ofrezco este
humilde canto. IV Este será humilde canto, regio, temblará en la tierra. Claro
es, este amor que siento, que de mi alma se apodera, regio, temblará en la
tierra. Como soy tu luz y calor, como el pez a su río, es, regio, temblará en
la tierra. Quiero como árbol a tierra, y el ciprés a muertos vela, regio,
temblará en la tierra. hoy de nuevo como el ayer, regio, temblará en la tierra.
V Y la luz que cegará el hoy, va, como la abeja a su flor. Era como ciego mi
amor, te seguirá tuyo, grande, va, como la abeja a su flor. No habrá de poder,
ni brujo, que pueda separar mi alma, va, como la abeja a su flor. Eterno te
sirvo Musa, tu esclavo mi reina Hada. va, como la abeja a su flor. Vigoroso iré
en la muerte, va, como la abeja a su flor. VI Dama eterna voy a tenerte, no me
desampares Hada. eres mi fuerza en la lucha, nuestro amor ganará avernos. no me
desampares Hada. Que nos quiso sangrar vida, y en muerte condenar fiera, no me
desampares Hada. Como amapola florece, cada junio en el camino, no me desampares
Hada. Tenga que enfrentarme al mundo. no me desampares Hada. VII Diancech sana
este mi cuerpo, Genii locorum, mis dioses. Tierra entierra las maldades, como
en tu ser el ciclo abre. Genii locorum, mis dioses. Agua riega esta amapola,
quiero  cesar dificultad, Genii locorum, mis dioses. Fuego prende eterna
llama, esa que en mí, dentro tengo. Genii locorum, mis dioses. Eterno soy, con
mi Hada, Genii locorum, mis dioses. VIII Magia creo en tu poder puro,  por
la luz dorada mi aura. En letras dejo la sangre,  alma antigua, cuerpo
joven, por la luz dorada mi aura. Y demuestra eternamente,  siempre tienes
final feliz, por la luz dorada mi aura. En la penumbra yo, guerrero, el cielo
se apiadó canto, por la luz dorada mi aura. La luz brota de oscuridad,  por
la luz dorada mi aura. IX Para arroparte tu sueño,  porque en vida la
eternidad. Condeno al tiempo sea alzado, a sudor y sangre quiero, porque
en vida la eternidad. por amarte puro, verdad, no quiero el cielo si no era,
porque en vida la eternidad. Conquistando llamarada, diosa aurora se enamora,
porque en vida la eternidad. Al río de las almas voy, porque en vida la
eternidad



 








 



Poema a la Eneidad IX:



 



I



Todo he previsto,



ya ante las sagradas
puertas,



del reino, regiones
inferiores,



donde refluye el río Aqueronte;



de todas las ánimas desangradas,



puertas sagradas,



tibian el paso a su
castillo,



bordeado en umbrío páramo



de la Estrida,



mis arcanos
revelados



del seno la honda
tierra,



donde moran sombras
sin vida,



ante el olmo
gigante,



donde anidan los sueños vanos,



señero a puertas de Centauros,



y la Hidra de Lerna,



la Quimera arbolada
de flamas,



Harpías de viborillas,



sangrantes en
cabellos.



Es ésta la morada de sombras,



del sueño y la adormecedora noche,



en junta de calladas
sombras,



Me presento en vuestros
umbrales,



Con quien me acompaña



Leannán-Sídhe Reina señora Hada



Protectora las
profundidades abisales,



hija de madre
Oscuridad,



y una sed de luz,



Padre Creador de las
deidades



existen bajo tu, y
nuestro amparo,



vengo a obtener
respuesta,



si la muerte no me
quiso en su lecho,



debido a qué siguen tormentos



asidos en
dificultad,



quién soy sé bien cierto,



y mi poder no ha
tomado ni ve, objetivo,



ni venganza
suficiente, merecedora tu gloria,



en este Parnaso
Olimpo abismal,



vine a partir mi
destino en tres mitades,



una mía, dos, para ofrendar,



tu protección, y favor,



los hados están conmigo,



a ti rey de todos
los reyes,



todo humildemente
cuanto poseo,



no puede compararse



a tu dicha en
conocimiento,



nada te he pedido,



solo ofrecido,



he venido a servirte,



y en primera
instancia;



ser tu Escribano,



hasta que me
enamoren las Parcas,



y abandone todo lado,
y frente.



 



Förüq



 



 








 










 



 



 








 



 








 



 



 








 



 



 



 



 



 










 








 








 








 








 








 








 



 



 



 



 








 










EXTASÍA:



 



¿Qué gritas amada a la noche?

Soledad erguida en muros de cristal,

mi cuerpo sin luna,

mi sombra sin trincheras,

levanta, y grita que no hay herida,

estas flores del diablo,

la verdad todas huelen a ti,

a fragancia esquiva, at
ónita,

desvelada, nerviosa,

como besar ceniza de sol

que deslumbra.

Florida rama, que fluye,

nazco de la boca del drag
ón,

empuja la melod
ía,

ensortija esta vital muerte,

que todo acontece,

somos eco de pluma,

vileza sin escama de s
órdido

silabario,

numen de Valpara
íso,

donde flor y ambros
ía,

es caricia a esencia

de arder metamorfoseando,

desnudez en alma,

y cuerpo en grito de
último deseo.

Verdad sin flagrantes muros

ni caracolas,

querer alegre,

su prestancia llegada,

cantando a protegerte.

En la guerra y en seno de diosa,

hasta la preciosa luz

de todo infierno,

rijo mi flor sin muerte.





F
örüq castellano Miguel Esteban



 



 








 



 



CÚSPIDE AFABLE:





Era suficiente mi esbozo,

y no dije nada,

vivo aqu
í también,

en esta tela de ara
ña y yo canto,

árboles que sangraban,

un casco de verde sien,

y hormigas que asent
ían

y caminaban sin cabeza,

cabezas de pan en agua,

en lluvia de abierta chimenea,

al fragor, de un helor

de cazuela en fuego,

patrullaba, todo de m
í,

penitente y letal,

me acord
é de su silueta,

sexual de paso irrevocable,

como
última sombra,

de un alma g
élida,

invisible, impronunciable,

me vest
ían los campos de fecundador,

todas sus flores pedig
üeñas,

como mitos y leyendas

alumbrados en real conocimiento,

en destello penetrante,

como un rito funerario,

con vistas a repetirse eternamente,

el campo bajo ella,

y mi taza en labio,

susurro malva en pecho,

y el
índigo rebelde,

s
ólo era un color,

susurros de dama entre la honda grama,

espiga roja,

o herida en ojos,

oh enebro de invierno,

enroscado arbusto,

como humo azul,

agn
óstico cristal,

donde crece la despensa de la ginebra,

pinturas de flores

en piedras,

me traen tus ojos,

resonando lo perpetuo,

de mi esclavitud de dulce tormento,

escrib
ía pequeño, y simple,

como si la herida fuera imposible,

de pronunciar,
 

todos los lugares

significan ning
ún lugar,

por tanto encontrarte es sencillo,

no hace treinta y un a
ños que te leí,

pero hoy sigo sorprendi
éndome,

escucho tu r
ío de acento,

como perdiz en nido entre el rastrojo.



F
örüq castellano Miguel Esteban



 








 








 



SANGRA
MI ANHELO:





Me cobijo en tu palabra,

yo te hablo, te escribo,

m
ás allá de sombras,

de pretensiones que caminan,

de ciudades que sienes negrean,

hablo de una coronaci
ón,

et
érea,
me volvi
ó tu rey,

mi reina eterna due
ña de toda penumbra,

y alarido oscuro,

abre tus ascuas de ojos mi reina eterna,

lleva este escriba por tu reino de labios,

escuchemos el crascitar de cuervo,

bajo horrido nogal,

seamos cuerpo y carne,

vena y sangre,

veamos amaneceres,
 

y tormentas surcadas en nuestros ojos,

como nacen primaveras
 

de nuestros sentires valientes,

seamos r
ío de flores desangradas

en pasi
ón, y rojo corazón bermellón,

mi condena en ti comienza,

y s
ólo en
ti acaba,

mi reina, mi hada,

cond
éname
a tu vida,

como si tiempo no hubiese,

abr
ázame
con tu alma,

que condena y tiempo,

solo es y era volver a nacer,

para volver a juntarnos,

mi amada mi espada y hoja que nunca acaba,

mi amada due
ña como hoy y siempre,

de mi enamorada palabra,

no hay abismos,

ni razones detengan mi palpitar

ilusionado.



F
örüq castellano Miguel Esteban



 



TIERRA
MI SANGRE:



 



Afilo
en templanza,

esta sangre de piedra,

que me habita y recorre;

caliente manifiesto,

del carmes
í sangrante,

avisto la honda sierra,

aspereza de cultivo

en eral de labranza,

bordean juncos y espartos,

entre cardos se
ñeros,

y tomillos v
ástagos,

jaras y carrasquillos,

en bald
ío sembrado de retamas

e hinojos solares,

hojas de cardos elevan
 

el sabor de anta
ño,

en ribera del Henares,

canta un sigilo de chopo,

y docenas de
álamos secuaces

siguen y su ceniza cubre

sendero de fin no hallado,

jilgueros, entre gorriones,

un cern
ícalo vigía avisa,

belleza que vive siempre,

a escala se mire,

ortigas y caracol entre tomillo,

alacr
án y
ara
ña
lobo,

culebra bastarda
 

entre matojos de cerro bajo,

por las torcaces y perdigones de soto,

encuentro un infinito en el mirador del cid.

Paisajes y campos de la cepa de vid,

al olivo de oliva,

que abre almazaras de oro en tierra,

ababoles y daturas,

tomatillos del diablo,

y corrih
üelas,

coraje en flor y vida de gen

y condici
ón, extasía de todo color,

mochuelo en hueco

de encina, a
ños la cuidaron,

rat
ón de
campo no ve su final,

como el topillo,

en garras del azor,

oh, sapo de acequia,

y culebrilla ciega,

bajo tierra del barbecho,

incesante b
úsqueda

del tordo y mirlo,

tras lluvia de la sembrada

lombriz de su tierrita bella,

donde todo es libre, y corre

y juguetea.





F
örüq castellano Miguel Esteban



 



COBIJO
EN ALARDE:



 



Avanzo
mi pecho entumido,

regado en l
ágrimas de hechizo.

Ardorosa dicha en belleza,

acaso yo pido,

cabello oscuro, y terneza

en labios esclavos de hermosura.

Su ventalle contemplaran,

ojos m
íos en
alegr
ía de
alma esposa,

esp
íritu
errante de sotos esponjosos,

y nublos cargados,

en besos incipientes a padre terreno,

murmurio de r
ío pasional,

a tus pies de jara me acuesto,

palabra suave,

amor en mar embravecido,

luz, color, esparcido a tocarte.

Mi astro, mi nota, y mi flor,

suspiran tu beso en viento,

qu
é
diremos, si dulzura acaba,

como se oculta la luna danzarina,

peregrina,

que en tu sonrisa me derrama cuna.

alma, ventura,

o muerte en vida,

por bellos, angostos mares,

te dejo mi dulce ceniza,

mi bella, centelleante golondrina.



F
örüq castellano Miguel Esteban



 



Perdurable semilla:



Vivo llorando,

a un olvido que es más fuerte

que toda siembra,

qué piensas hijo de luz,

que naciste sólo,

para volver a tu apagado hogar,

qué redimes,

qué afliges,

carne y materia,

que no habla ni canta,

de un tiempo extinguido,

ni rayos de cielo luminoso, acogen,

luchando contra un tiempo

que no pertenece ni se disuelve,

en manos de arcilla,

ni es más duro que el bronce,

vestigial, te canto,

arriba la espada,

oración en manos de alba,

oh Lvgvs,

invencible al crisol,

lágrimas de cristal,

vieron llover ojos en sangre,

rito de signo azabache.

Raíces del ser etéreo, trashumante,

eternal lustre oxidado,

oh Candamvis,

sube bajando tu seco rayo,

esta noche un noviembre

que te hablo,

del tiempo secuaz,

inefable,

y su filosa simiente,

no vine de barro,

pero barro seré,

hondo sustrato,

en tierra de Iberia,

e Hispania celta,

vine sembrando mi brazo,

no me iré sin trazo,

ni de cabellos en fuego,

ni de ojos en agua,

separarme del latido puedo,

ocaso de mi ceniza no habrá,

ni ala oscura extinta

me sostendrá,

mi sangre que humilde,

vive y perdura,

de campo y monte,

de jara y endrina,

esquiva,

como préstamo celeste

redimido.



Förüq castellano Miguel Esteban



 



ASCUA
SIN FINAL:





¡Oh,
luz imperecedera,

luna de piedra, tu sempiterno semblante!

Ascua de sola idea,

canto de perenne madrugada,

voz de hoguera,

escucha mi r
éplica,

a tu comp
ás de alba,

yo canto,

tiembla la creencia,

todo he sembrado,

al letal lecho del olvido,

no olvido su nombre,

ni su inimaginada senda,

me alzo,

cu
ántos
placeres presos,

cu
ántos
sones blandieron,

comp
ás intransigente de coraje en frente,

abandonar aquella estepa,

nunca m
ás,

quem
ándome en oscuridad,

donde todo nace,

todo crece, ciego albor,

por nubes que lluvia cae segura,

me miro desnudo en la penumbra,

y acontece un fr
ío resplandor vacío,

de esta opacidad que llama,

que baila,

sigue mis piernas f
érreas,

amando aquella sombra,

sin jam
ás entender,

si ser
ía cercana a la hora,

ni si este espejo,

llorar
ía en borbotones sanguinosos,

ni si sabr
ía igual pasados años,

y su letargo confinado,

en mis ojos este dolor,

no sabe igual,

si viviera en los tuyos,

ay si el infierno me suplicase,

todo lo sentido,

ser
ía más
que flor de intelecto,

ay, si desnaciera el dulce tormento,

no ser
ía ni acaso,

el que habla,

todo cuelga de un alfiler,

camino l
íneas,

siembro agravios y se
ñales,

vuelos de f
énix apagado,

la soledad me volvi
ó a ver,

a resquicio tenue, veloz,

re
í y
en temple
 

m
ás
afortunado no se rigi
ó,

seis mil millones de rostros,

seis mil millones de mentiras,

qu
é
debo hacer, algo equivocado,

sostenme aparte,

como quimera de piel y verso,

y solitaria llama de encanto.





F
örüq
castellano Miguel Esteban



 



 



 








 



 



OSADÍA EN CLAVE:














Venga,
venga cantando,

la sola idea en hoguera,

del oficio que arde,

su desquicia alada,

de campo yerto;

que por yerto no es campo,

si no hondo cementerio

de acristalada secuaz, idea.

Eco ciego de pur
ísima imagen,

crascitaba mi tiempo,

quemo el pensar,

era mejor que
 si luz,

no hubiera visto.

Sonaba ya una
 matinata,

del alba nocturna sin calzas,

ni categor
ía difunta.

Como estancia de estela breve,

sin descorchar.

Reinaba un hueso de luna,

descalza de un noviembre
 

que
 lloraba nubes, y agravios,

penas y tormentas en flor.

Traje de bruma,

sombra en agua de se
ñales,

en tierra y sus tordos,

escarbando en busca,

de lombrices
 azuladas;

de ideas que prevalecen,

como venas de senderos,

como laberintos

dando vueltas a la peonza,

del mismo asunto,

sin vida, sin embargo,

era bonita idea,

por la que morir sin pensarlo,

sin crueldad acrisolada,

ni mentira sin conocerla verdadera.



Förüq
castellano Miguel Esteban



ODA
AL R
ÍO MUNDO:



De un mar de tierra

que t
ú
desembocas,

que raspas sus siglos afligidos

de volver a comenzar,

como pla
ñía la eternidad azogada

en verdes espigas,

y senderos verdecidos del inmortal forraje,

cuna de mis erizos seculares,

y orugas de hojas recias,

desde el caracol jud
ío blanco,

al cerro bajo,

haces llorar el alma de belleza

que contigo Mundo juega traviesa,

siglos solariegos

entre juncos de tu extensa rivera,

h
ábil
tenaza del cangrejo cosechador de tu agua,

vienes que sublimas mi esencia

volandera, entre surcos de tu inmensa

hacienda de toda idea,

esp
árragos
trigueros tu orilla en sombra

de boscaje ofrenda,

rito y culto a lo ignoto de tu belleza evidente,

Oh, r
ío
Mundo,

ruedo tus acequias que llenas,

cobijo en respeto, tus barbos cobrizos

y carpas doradas,

arteria y vena del terreno

desde tu
álgido nacer

en Riopar,

paradigma de chopos amantes,

y cepas de vida,

desnudo mi canto

te ofrendo

en comp
ás de arraigo a mi tierrica bella,

castellana,

que se alce mi voz desde la encina erigida,

hasta un comp
ás en cumbre

donde tierra nace,

y ra
íces
gritan de su silencio sediento,

oh, Castilla cantar
é extasiado

a tu saliva,

y l
ágrima
de belleza

en tu horno de espejos

del r
ío
Mundo.



F
örüq castellano Miguel Esteban Martínez García



 



 



 



 



VOZ
DE TU PRELUDIO:



 










Eran dos voces,

se quer
ían ambas entre

dos labios,

eran como azules
 

sin helada madrugada,

una sangre agitada,

s
í
dentro de la noche,

se deslizaban como espinas,

entre flores
álgidas,

melod
ía de perro afónico,

y luna plena,

fugaz melancol
ía,

era la voz hembra,

el brillo se conjugaba

de secuaz beso n
ítido,

rostro en hora,

giraba flotando como fantasmal,

s
ábana
de anhelo pertinaz,

un valle estiraba y tus gemelas,

reflejas piernas, bulle y besa,

hondo antepasado de diente afilado,

y lecho de abrojo,

arcaicos deseos se conocieron,

bajo mar y hondo terreno,

beso de intimidad sola,

de extenso horizonte,

derrumbado el s
ótano en luz

que amuralla,

poniente de carne de cristal,

y pluma en abanico llameante,

labio de quietud ,

escarlata hoguera por ocaso

del lobo mesetario,

que buscaba luna y entabl
ó,

del cielo regia sequ
ía,

silencio que oigan,

dos voces puras,

se quisieron,

sin forma anhelante,

como el poder nunca pudo,

y la creencia,

sin exacta ciencia,

sab
ía
que impulso no dispara

tres veces ni a rev
és,

tiene, ni blande retroceso.

Oscura m
úsica que en perpetua,

sinfon
ía,

soledad cantaba,

su silencio de cristal.

Y tierra levanta,



Förüq
castellano Miguel Esteban








 



 



 



 



 



VOZ
DE TU SANGRE:



 



Gira la
rueda de bronce,

alma de esp
íritu yerto,

mece ra
íces de este corazón virginal,

me ba
ño
bajo tierra
 

en tus n
íveos, áureos, labios,

ojo de tierra viese apuesto,

pies desnudos, sobre musgo,

y serena escarcha, en sangre de piedra,

eres agua de
áspera, y plantada orilla,

cumbre, y ascua,

de mis ritos, y plegarias.

Agua sobre mis ojos

inaudita, inconcebible,

pu
ñado
de tierra de estrella en mano,

como p
ájaro
y charco en mis ojos,

ruido de sue
ños aleteando,

intranquilos, insumisos, dirigidos,

c
ántame
el n
ácar
de caracola,

como si de tu boca bebiera

su extas
ía húmeda, alimenticia,

respirar al fin en tu pecho,

aire de sepultura,

de hojas mi noguera,

no me abandones, mi sue
ño en tierra,

s
é como
el forraje, que nunca se fue,

y Ostara despierta en verdor,

huella en l
ágrima, tu deseo afilo,

lo
único
sello de sollozo,

o sangre de tierra,

eterno secreto de este coraz
ón vivo,

que ya no es piedra de r
ío.

Enlaz
ándote
deseo, discurro,

mi entra
ña de hinojo,

y el an
ís de tu saliva,

mi zarzal de sierpe indemne,

humedad en ceniza
única no pido,

rayo y destello en triste candelabro,

corona de caracoles agita mi frente,

d
ébil
poniente de la flor de Od
ín,

cal
éndula
junto el silbo lascivo me precede,

ardiente mi danza de pluma,

último
rel
ámpago
en vida,

viste mi desnudo,

arribando y lamiendo,

tu caracola sonora,

d' esta eternidad disparada;

que me acoges.



F
örüq castellano Miguel Esteban



 



 



 



EJE
TU SENTIDO:



 



Yo soy el que escribe su historia, 



desliz encadenado, 



eres tú mi sanguinoso
humor,
 



en ascua de destello infinito, 



destino eterno, 



destello eterno 



en aras de mi prestancia, 



oscuridad es destello 



eternal, 



No hay fronteras en papel 



ni alma ni éter de escuela 



que dicta, 



no hay murallas 



en la mente que te piensa,  



otorga, 



sólo hay
fronteras
 



en humana cárcel, 



tengo versos en mi tintero, 



estoy fundiéndome, 



soy el viento, 



soy su humo que te lleva, 



eres herramienta, 



soy el sonar valiente 



en eco de tus latidos 



confesos 



por cumplimentarse, 



soy el sino, 



soy Parnaso devorado, 



vivo en tus ojos; 



allí me anclo 



a tu perpetua voz, 



por la que desnacer, 



en bruma siempre gris, 



tiempo de ayer, 



vuelto presente, 



raíz de recuerdo 



en tu alma, 



en mi libreta está el averno, 



que se eleva paraíso, 



de tu sombra en verso, 



sí soy tu alma, 



y en mi libreta está el mundo, 



yo soy su único creador. 



Mi oscuridad sempiterna.  



 



 



Förüq castellano
Miguel Esteban



 



 



 



MORTECINA
SIEMBRA DE VIDA:




Oh, esto es la cama,

o lecho de mi verbo,

eres t
ú mi
alma,

arma piadosa, secuaz
 

de un submundo de plomo,

si las olas no te trajeran espuma verde

de vida lisonjera en precipicios

todo cantiles de idea sola,

toda peces como piedras roderas,

frot
ándose
en la gravedad,

del cielo purp
úreo,

que llam
é cumbre,

ellos p
étreos, anidaban en copa

selvajes de altos
árboles,

aire que me quiere,

como pu
ñal pretencioso

de mi forma asentada,

numen de flam
ígera luz,

como orna del sentimiento,

que arrastro por los siglos

que ni me crearon, ni alzaron,

de silencio roto,

s
ólo se
prestaron como barcaza de traves
ía

por la
última y primera laguna Estrida.

Desnudo mi destino,

frente tercer orden todas las cosas habidas,

ofrendo en sacrificio,

alg
ún apóstata lo dudaba,

mi muerte no acaba,

ni hurga el rel
ámpago,

hondura en pecho,

hablo al vertical cielo,

de espanto celeste,

mi cristalino sol de negra rompiente,

en coraz
ón no me cabe,

sostengo la mudez marchita,

en mi sombra,

espalda de Ca
ín,

capataz del brillo primero,

sangre mi esp
íritu de Mercurio

en l
íquido
azabache,

sangre en hoyo

de este pu
ñado de tierra,

en agua color de piedra peregrina,

zarpando su hemat
íe,

oh, piedra de sangre,

fren
ético
rojo bermell
ón,

granate, obscuro druida,

todo destino, vestigio

de eternidad en cerro invisible

en seco y
áspero movimiento,

que ni el mortal inmortal,

encauza ni domina.







F
örüq castellano Miguel Esteban



 



 



 



 



 










 








 








 



 



Palpitar en oratoria:





Sumergido en la línea de la noche,



halle donde me halle,



la parca senda del horizonte,



encumbradora persiste,



avanza, y subyuga,



miedos vueltos simientes,



en esta orilla, donde el olvido,



no se construyó,



donde encerrar tormento asido,



de mieles soporíferas,



de momentos tenues,



dulce sabor de sombra en idea,



a un día de eclipse,



total absolutorio,



oh luna sempiterna,



repleta con mi miedo,



cruzada suerte,



en tu secuaz traslado,



consecutiva de ganas mordidas,



era tu sopor, un halo presidiario,



una cuartilla en marcha,



un aliento de vida por siempre,



hálito fugaz, oh voz de montes,



y cielos extendidos,



no volveré sin ti,



nunca, de nuevo,



mi corcel celeste,



mi Pegaso sentimiento,



arrullador, vestigial de signo,



y herrumbre,



empuño mi filo de espada zorro,



en esta eterna noche,



del espíritu azorado,



y su enemigo tenebroso,



señor niebla,



y zozobra de crespón en alza,



por este páramo,



de embrujo a la piel de luna,



y ardiendo un calvero,



su densa lágrima,



de mujer imperecedera,



jadeo ardiente,



su destelleo de cabello azabache,



no retrocede,



ni vivirán mis labios sin su sangre,



letanía excelsa,



dibujan sus pies de jara,



de su desnudez tibia,



y lluvia de sus pestañas sin obsequiar,



diosa de hoguera en lecho,



y reina de este devenir sangrante,



florecen ya tus manos,



vivirte poesía,



es servirte Musa oscura,



belleza,



es tener tumba abierta,



para todo sueño,



nitidez en visión,



porque no te suelto.



 



 



 



 



Förüq castellano Miguel Esteban



 



 








 



 



 



El envés:



Agarrado a un rayo de sol,
 



cogido de su luz que hermosea, 



que llora las flores del cielo, 



luz diluida, resplandeciente, 



bella, bella en la mañana 



y obscura de luces 



que previas cayeron apagadas, 



retratar pudiese 



mi alma, 



por cimas y candores inusitados, 



retratarme dentro de tu esencia 



sin caminar más solo, 



nuestro dolor, 



huerto y redil de astros, 



parecen tus besos, 



transcribo para sentirme 



como la centella tu universo 



que gira para volver a su lugar, 



deseo vil, que no me sucede 



ni me abandona, 



pegado a tu mar de astros, 



y lenguas de olas fugaces, 



oro en tierra, era ver tu hermosura, 



como rosas de Galatea, 



que en tus muslos caminan, 



y sí, amada, 



soy yo, 



en tu campo, 



de sentimientos presos, 



allá donde la lluvia de caléndulas 



me derrame, 



quién pudiera ser 



sencillamente mortal, 



errante hierro, 



sangre de Sol, 



ni osar polvo de estrellas, 



ni tierra en lecho ni aljaba, 



vida musitada del agua eternal 



que te abraza, 



ojos tuyos de estirpe 



en mi recto cuerpo, 



nocturnal, 



y durazno en rama 



sin ver llorar, 



ni a sequía deslumbrar, 



tiempo, milagro de ser, 



en ti a retazos, 



gota indeleble, 



antorcha de guerra silenciosa, 



para recordar allá, 



donde estuve, 



que fui siempre 



y por siempre, 



quien quise ser, 



conciencia de lluvia, 



oh poesía, 



abrazo mis recuerdos, 



ya sin hojas, 



utopía de muchos, 



fragor de pocos, 



trae cariño tu viento, 



yo lo cargaré húmedo, 



de Aquilones, 



pájaros de la noche, 



en verde paisaje vestido, 



que trepan las escalas, 



donde el sentido se hace palabras, 



y escritos a la diosa Aurora, 



que a la mañana siguiente, 



renace.



 



 





Förüq castellano Miguel Esteban



 



Ababol sangre de tierra y de sol:



 



Ababol, oh tu carmesí sangrante,



oh tu sangre de Sol,



en brea de pétalo flamígero,



sordo me alzo yo solo a tus cantos,



por sembradas frentes,



acoges tu belleza encausada,



rizada ascua gimes



de la tierra al cielo los castos dioses,



en la altura los montes



a la cumbre de sembrados árboles



anidados, repletos de peces.



Monumento tú del yerro,



y tu rivera a mi izquierda,



impetuoso me alzo



desde tu desbordada mar de tierra,



al río en rambla,



de Júpiter complaciente,



príncipe y rey tú,



oh, gran olvidado linaje,



caudillo orador de los vientos,



rajas el ocre



de tierra impune que mi Noto,



muerte no teme;



lámina de bronce mi pecho,



qué clase de muerte



tú difundes y apremias



como divinidad en coro de Ninfas y Sátiros,



mis ojos, sin lágrimas, vierte.



Oh sola belleza tú,



amapola venidera,



augur de cuanto he sembrado,



Ababol sonriente, Vestal en llamas



iridiscente,



por Helena de refulgentes estrellas



por cabellos,



derriten todas mis arañuelas,



Padre de los cielos,



Padre del viento, acoge mi fiel ofrecimiento,



en este atrio castellano.



 



 



 



El Castellano



 



II



 



Amapola, vestida granate,



tu sola sangre de tierra,



desnuda como el cobre,



de tu rayo en luz de Sol,



mismo amor afliges,



en paisaje que tu belleza no vence,



rindes auroras en tus pétalos suaves,



río de tu curva,



y montaña de labios ondulantes,



día en tu cuerpo frágil,



escucho tu voz como sangre circulando,



del Padre Astro,



rocío que en tu seno de amapola,



observo,



tu calidad de espejo,



y sábana bermellón,



arrullada,



tu ternura inocente,



como álgido vuelo leve,



sobre ras terreno.



Tu voz, que me enseña desde los trigales,



a los cerros advenedizos,



siempre tu rojo,



que en mi corazón existes,



como azul de mares,



sólo tú escribes a la sangre,



de mis sueños,



¡Oh, ababol flamígero!



¡Sangre y sed de Sol!



 



Förüq castellano Miguel Esteban



 



Elogio de tiniebla:





Solamente solo,

entre dones de piedra,

y murmurios de desierto,

sequedad de dunas,

y arena de alguna luz distante,

verdad cabalgada es estallido nocturno;

destierro con llave,

las puertas del reino tenebroso,

oh, ángel de metal,

inquirir muerte contra yo solo,

pensamiento, o, porfía,

tiento en venas de alguna espada,

levanta cielo,

mi póstuma ceniza,

misma calidad de sien de luna,

atravesada,

para que mi ser pese sobre terreno,

valerme quisieran siglos de pólvora y verdín,

quedarme sin huesos sobre el plomo,

y los muros d' esta sombra,

fortín de futuro,

y sueño reverdecido,

buscando estoy mi camino,

de pulmones sin sangre asfixiada,

ni alumbrador rayo de instinto seguro,

golpe de vida en claro, oscuro,

ser pobre de cantares ávaros,

y necesidades neutrales,

canto del río a la pena Estrida,

glorifica, mantén a tiento niño pedigüeño,

oh, frontera tu curva,

estaba yo muerto,

sí, enseñanzas de la juventud.



Förüq castellano Miguel Esteban








 








 








 








 



 



 



 



 











 



 



Alzado Hipsípila:



 










Hipsipila.
 



Fuego y sangre,



de dragón volador,



crisálida azogada,

reflejando su muda,

y a su due
ño abandonarla

para ver l
ámina de cielo emplomado,

lejano y distante su reino de amor est
á.

Como su princesa por capturar,

el p
ájaro único, igual a todos,

blandea en estiaje gris l
ánguido.

Mientras llueve en el jard
ín inglés,

bru
ñido
su color a
ñil.

Vientre de hierro;

donde crece su flor de difunto.

Vaga lib
élula destinada,

al estanque de la vida eterna.

Camina, difumina, rige su cenit.

Viejo lobo reclama,

a su enamorada luna.

Que le lleve,

tordo, de la oliva tu fuste,

junto con el c
órvido tesoro,

de nueces,

el duende su pipa humeando

El esfumino del sonido del grillo.

El reposo de Castilla;

sin preludio, de su princesa,

que no amar
á su tierra,

si no a su Hipsipila, captor de su vida,

alba m
ás preciosa;

que su anterior atav
ío triste,

mira los ojos de zinc, de su drag
ón,

y la magia vuelve a su Amor.,

f
úlgido
insecto; primero en descubrir,

el estanque y al beber,

drag
ón tornó su ser.

Ahora le vendr
á el reino,

de los valerosos hombres,

él
con ojos de fuego, y sangre,

mimetizarse puede, y en voz,

deslizarse, f
úlgidas cabelleras;

cual hombre del norte,

nada le oculta a su princesa,

que ya m
ás no quiere;

 seguir sus tareas de castillo.

Ella quiere casarse, con su drag
ón locuaz,

inmortal, que le guiar
á,

al estanque, de la vida eterna.

Un pensamiento divaga,

del ser en que ella abrir
á,

el albita de la cuerda.

Del grillo que marcar
á su son.

En viol
ín y oro caracol.

Con siniestra forma de coraz
ón.
















II



Vagaroso se deslizaba un otoño,



que siglos no recordaban,



su plomo de idea,



y su sangre de savia erizaba.



Lloraban dioses a la entrada de la puerta terrena,



Ostara protegía a su hijo Hipsípila,



le arrullaba, él en dones terruños
relucido,



era encargado y capataz sus superiores,



a su castillo llevaba que sembraba,



toda simiente hasta del más
rec
óndito,



umbrío albor.



El reino humano, no entendía
su don



y le denominaban, capataz del demonio,



él encontró y amó una princesa,



que erizaba todos sus vellos y filamentos,



de dragón volador,



la llevó a su castillo olvidado,



y en rito la desposó,



enamorados, la armonía, sembraron,



en envidia, y recelo por lo que no entendían,



todo humano se alzó en rebelión
reclamando



la vuelta de su doncella princesa a su tierra del
norte,



todos los pajaritos del castillo de Hipsípila,



trinaban y crascitaban Hipsípila,



siempre vivirá como vigía su padre Sol,



el dragón mortal-inmortal,



preocupado por el edén su castillo,



se acercó a preguntar al tejo milenario,



aguardaba el bosque umbrío, 



de toda sombra nacida,



llevó a su acompañante protector, cuervo Förüq,



posado en su hombro derecho.



Sólo una pregunta mía
otorga respuesta
 



a vuestra consulta,



Hipsípila,

¿Cuál
es el nombre m
ás antiguo conocido,



con que los primeros hombres,



refirieron al grajo negro, de nocturna vida,



y plumaje azabache, que moran en nuestro ramaje?



el cuervito en hombro de Hipsípila,
lo sab
ía,



por ello sus padres le pusieron ese nombre.



Förüq apretó sus garras en hombro,



y le crascitó a su protegido,

mi nombre es estirpe y linaje referente a ese p
ájaro



misterioso, el tejo de runas pregunta.



Förüq respondió Hipsípila



al tejo milenario.



Respuesta correcta,



debéis despertar al tercer reino del umbral,



tomar la llave para lograrlo,



la cerradura se encuentra,



en el estanque la vida eterna,



al final, como conoces,



del bosque de la sombra y madre tiniebla,



allí escondió el cerrajero universal
Hierro,



la cerradura despierta al tercer reino 



todo lo yacente difunto.



 



Förüq castellano Miguel Esteban



 










 



El castellano








 



 



 







FINAL



 

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