FLOR
DE SANGUIS
Autor: Miguel Esteban Martínez García
PREFACIO:
Esta antología de
poemas nos lleva por medio de versos a la tierra misma, a la vida. Como su
nombre indica, Flor de Sangre nos sumerge en lo vívido del mundo que conocemos
y nos acerca al campo, a la naturaleza de los lugares más insospechados que,
mediante metáforas, se convierte en nosotros mismos, además de ahondar también
en lo inerte, dándole un alma y una historia de la forma más insospechada. Pero
no sólo el verso, sino que fotografía y dibujo acompasan y guían, llevándote
por lo visual y creando un estilo propio muy interesante.
Rosa Moreno Torralba
Contenido
POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL
DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES:
Ababol sangre de tierra y de sol:
Venimos de las sidéreas lumbres,
dirigidos, enfocados, encendidos,
alumbrados, consumados en haz terreno,
sin fecha.
Deslizando tu virginal ternura,
entre acres y su miel,
por ríos de la Estigia,
un cantar blanco, purísimo,
en solo espíritu,
y su barca de remero ciego,
un caudal de oceánida
y su esposa tiniebla,
la relucida,
lirios negros, de sangre azabache
lloraban aquel río
de todas las flores desangradas,
frontera del mundo conocido
con la llaga e imperio de Ares,
laguna abismal que abría
al inframundo, donde dirigidas,
allá, reposaban las almas,
había de aquella orilla
un árbol de oro,
quien quisiera conocer,
la lengua del averno,
tres veces, y volver indemne,
al reino vivo,
si el destino dictó
y era semejante encargo,
la rama dorada fácil
cercenada caería,
y en su lugar áurea rama de bronce
crecería para volver al mundo
y su raíz salvaje de madre conocimiento,
y dones que ignotos, descubriría,
virtudes divinas, escondidas
en aquel pozo plomizo, de Airón,
bajar la tierra al sendero del infierno,
era fácil, ardua tarea, volver subiendo
aires encendidos, e indemne contarlo.
Requería de tres llaves,
destino, rama de oro y la tercera rama de
cobre
sólo conocida por Perseo,
a mitad de travesía,
quedaba todo como un limbo
sin salida, ni claridad,
de eternal lustre, postrado.
El ababol carmesí,
junto las magarzas, coronas de reyes,
guiaban mi esencia silvestre,
iluminando todo yermo,
conduciéndome,
por sus tomos arcanos,
que junto aquella vid de plata de Ferento
embebía mi destino;
inmortal resplandeciente,
como aquella rama de cobre,
erigiendo un amor más
duradero,
y brillante que el bronce.
Förüq castellano Esteban
I
Enfurecido abro este bélico
empeño,
opulento dejé labriegos sordos,
dulcemente encegados.
Vengo del trémulo afán
ante ustedes hados.
A vosotros,
nobleza de Alba,
y áureos carros
excelso te pido Musa
tu favor,
tenaz, como mi alma llevo asida,
en honor su ambición prevalente;
almas de mis castos dioses
en pletina de mi tronco cuerpo
armo con dorada aljaba
siempre os pertenezca.
II
Prisión ni hondo desánimo
es causa
rebramo atronando lares.
Y el alto monte,
furor resplandeciente
que apilar las montañas puede.
Me presento
por saber quién habla,
el más antiguo de la vetusta
en flor de sangre hiriente,
nacido de Broncos mares,
y huracanes voraces encadenados,
aunado por hadas,
amamantado en llama de azabache,
amigo de Sátiros y duendes.
Vuestra ira no pido, hados,
sólo fortaleza
para mi temple aquí enervar
de aquí al día,
que las Parcas…
III
Me encanten y arrastren.
Servil de cuanto he creado.
Dando color todo flanco yermo
de letra.
Y volviendo preciado todo baldío.
Honroso, me enamoraron
hadas o gente buena.
Toda vida en color
que en caricia traía primavera;
permitir templar este furor,
que me brota de las manos,
como ceniza de fresno,
y nieve de regios álamos.
Valedor he sido.
De cuanto he sembrado.
Os pido permiso
para dejar semilla
aquí en esta honrosa tierra.
Förüq
I
Dorso mío
flor de agua,
náufrago del vasto abismo,
cumbre de alto océano,
en alta lanza mía, abate,
flancos de pecho.
Abren mis ojos, descorrían,
y alzaban hondas visiones.
borboteaba la sangre,
como río de flores carmín,
desangrándose.
Un estruendo de tormenta
por viento Ábrego, llamada,
mandaba iras del Euro,
y el Céfiro luminoso.
Mezclar cielo y terreno pudiera.
Y
trae, una furia de armas
que viene álgida.
II
Una furia de mares en el Sol.
Rompiendo vetas espumantes.
Haz de aguas enmudecidas.
A los bosques planto señero,
morada de ninfas suaves,
sus áureos cabellos.
Siervas de Ceres
que no pide agua salada de mares.
Mi arco armado, y de saetas
razones heridoras.
Voy siguiendo manada
a pie de tierra,
que se abate triunfal.
III
Eneas sin alma dolida,
alzado en trance de sosiego en llamas,
y entre dioses de la madre Tiniebla,
trata resonante la umbría noche,
arrostrando riscos como cíclopes,
alegrando temores,
y sembrando trabajos igual que campos,
que trinchan los Sátiros.
Volandero en avances
y cimas como el cielo.
La fija mirada un encono,
sin desgracia, girando alma,
sin oponente irrumpa
en retumbar severo monte.
Förüq castellano Esteban a 30/08/2020
POEMA
A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL
encendiendo la profundidad
de mi rojo ojo sangre,
sigo instrucciones
amada Sibila dictas,
descendiendo y apoderando el reino
de todas sombras,
Estigia mi sangre,
a tu oscuridad ofrendo,
al vítreo trasluz, cristalino,
cosecho y rebroto en este
tu campo de lágrimas,
designio atemporal tu pura magia,
rocío obtengo
aunado en fuego
de pulso en agua
mis ojos de astros,
antes del tatir del tiempo
me alzo,
oh arteria de la represalia,
oh, manantial
remembrando río de olvido difunto,
el Tártaro
incendio,
estoy haciendo cimiento silencioso,
todos los gritos desplegados.
Reina Dana,
tierra en grandeza, tu bondad sembrada
en fortaleza castellana, cumbre y morada,
operamos el fulgor
en llama del azabache,
doctrina de rebelión,
resurgida, dispuesta,
a victoria,
transmigración, de alma;
que habla,
equilibrio en revelación,
todo espíritu que marco,
proyección angélica
que cierra vetusta
a día tres, tercer mes,
despliegue de la formación,
este Sol ferro es la bendita
destrucción,
eje, cenit. y destello fundamento,
al claror bélico
de siembra ancestral.
Trasfondo templo
de esta eneidad, flamígera.
Pinto su alma densa
en castillo de Apolo
en trascender primero
hasta mi honrosa muerte,
de hoja caduca en otoño la raíz, soy yo,
de este árbol, mi cuerpo.
Trompeta mis ángeles, sonando. La guerra y batalla se ha
fijado.
II
Cántico;
oh, tendido
de la lumbre
en cama.
Acaso de azul hundido
a mí muerte
pura tierra
procuro
de suspiro
y templo verde,
sombra de señor olvido
que demás
cenizas desplaza,
ya la tierra
sólo engulle
lo que es de ella,
Primavera viste
en filo de flor y agua,
alguien viera
este frívolo tranvía
sin escala de esquela
ni duro hueso
de estaca y vela.
Fundido en carne
y parca de amigos gusanos.
Entre crujir
de caminillos ávidos
y repiqueteo final
de víscera
en eco de ataúd indolente,
estallido como cicatriz
causa el rayo al árbol deseado
pulcritud de festín
alimento de injuriosa
vida breve que desea alas,
Es tórax abriendo a última toma de aire
sin respiro ni célula en sangre roja
regada.
Lúgubre detalle
de como bella es la vida
bello festín de tenebrios
es cada muerte,
ciclo eterno
de vagido, llanto, respiro,
sonrisa, suerte, copla,
elogio de noche, azar insumiso
que muerde la hora,
yugo destino, saeta, cuerda,
yunque ilusión, risa,
mentira,
siembra, espera
baile, danza final
labriego en calavera.
Festín o sobriedad
en fría escama
lumbre de chasquido inicial
Vista y nulidad en visión
para tercera campanada
ser ceniza de hoguera.
O comienzo de nueva vida
Carne y frenesí
de dantescos dioses del Averno
Inicio con final anunciado.
Tierra y sangre de ella.
Förüq castellano er-lobo bohemio
III
Noche tus horas breves
un agujero sin salida,
de escalofríos que hacen
temblar derretido
un alarido interno
de luces ciegas
y hielo flamígero,
tus sones no me vencen
ni esta parca
cae efímera, sin ascua
ni este dolor cae resuelto,
en vela de navegante,
para a la mañana
volver a revivir
la misma pesadilla
que me mantiene despierto
en vela llamando,
llamándote,
ay de tus luces firmes,
de tus sopores que me caminan,
todas mis soledades dementes,
este rumbo sin astrolabio,
en océano de brea,
de noche fumando
y versando
todos estos cigarrillos
del diablo probe que soy yo,
para contemplar que no vienes
no vienes, no vienes
y ni está piedad
reluce como ámbar blando,
ni lágrimas de hadas
ni sollozo de lluvia
mis castos dioses.
Noche, noche ay de mí,
sin tu sonrisa
ni tu quietud escarlata.
El código del guerrero,
el estigma,
la fragua
de campo abierto,
el cantar silencioso
de lágrima que chilla,
un evanescer en mecedora solitaria
y carcoma sin mueble,
un descender primero,
los colores,
tus ojos que imagino,
el gris, un tambor de sílaba,
un naipe ardiendo,
una compuerta
de un embalse sin agua
era mi pena
era mi tristeza ya jamás acompañada,
madre de mi aflicción particular,
cumbre de musario cerro,
locura quieta mía,
desangelada,
sopor infernal respirando su llama,
de dulce tormento cosido,
su estela que flagra,
luces miles
que no eran blancas,
en sótano de luz
de traumas docenas
y tenebrios celadores
De soga y sopa medicamentosa,
que se apaguen estás todas luces
artificiosas de la flor ciudad,
que tu cielo cariño quiero mirar
y recto, honrado rezar.
Förüq castellano er-lobo bohemio a 22-07/2020
IV
Oficio arde
del dulce mirarte,
y ojos dulces
no hallen tristura
ni en la paz de guerra
armada ventura,
llorar puedan
orillas suaves,
entre sargazos
y plebeyas sienes
caracolas
y espumas de olas,
tronos de sirenas
entre sajadas
marejadas entre tules
y densos, profundos azules,
ay de mí
espuela
y sus noches de tierra
de ventisca
y tormentas de soledad,
ideal aún
yacente
animaba tus pechos
graves cuan pedernal.
La más
bella
que en mi lugar
sólo
belleza hallaba
a reclamar
mi bella doncella amapola
de oda y elegía en
sangre
su tierra toda.
Escucha mi ama
de tu cárcel
ni en ojos
ni en rubores
encuentro llave
tus cerrojillos vida,
dicha y fortuna
en flores no me descubran
ni fuga ni huida
que todo destino
sólo a
ti me precede
a cuidarte,
servirte
y amarte
como todo dicta
qué
alegría
eres, niña de
amapola.
Canción
de tornasola.
Förüq castellano er-lobo bohemio a 24/07/2020
ENEIDAD
ETERNAL:
I
Dorso mío
flor de agua,
náufrago del vasto abismo,
cumbre de alto océano,
en alta lanza mía, abate,
flancos de pecho.
Abren mis ojos,
descorrían,
y alzaban hondas
visiones.
borboteaba la
sangre,
como río de flores carmín,
desangrándose.
Un estruendo de
tormenta
por viento Ábrego, llamada,
mandaba iras del
Euro,
y el Céfiro luminoso.
Mezclar cielo y
terreno pudiera.
Y trae una furia
de armas
que viene álgida.
II
Una furia de mares
en el Sol.
Rompiendo vetas
espumantes.
Haz de aguas
enmudecidas.
A los bosques
planto señero,
morada de ninfas
suaves,
sus áureos cabellos.
Siervas de Ceres
que no pide agua
salada de mares.
Mi arco armado, y
de saetas
razones heridoras.
Voy siguiendo
manada
a pie de tierra,
que se abate
triunfal.
III
Eneas sin alma
dolida,
alzado en trance de
sosiego en llamas,
y entre dioses de
la madre Tiniebla,
trata resonante la
umbría noche,
arrostrando riscos
como cíclopes,
alegrando temores,
y sembrando
trabajos igual que campos,
que trinchan los Sátiros.
Volandero en
avances
y cimas como el
cielo.
La fija mirada un
encono,
sin desgracia,
girando alma,
sin oponente
irrumpa
en retumbar severo
monte.
Förüq
castellano Esteban a 30/08/2020
IX
Poema
a la Eneidad:
Enfurecido abro este bélico
empeño,
opulento dejé labriegos sordos,
dulcemente
encegados.
Vengo del trémulo afán
ante ustedes hados.
A vosotros,
nobleza de Alba,
y áureos carros
excelso te pido
Musa
tu favor,
tenaz, como mi alma
llevo asida,
en honor su ambición prevalente;
almas de mis castos
dioses
en pletina de mi
tronco cuerpo
armo con dorada
aljaba
siempre os
pertenezca.
II
Prisión ni hondo desánimo
es causa
rebramo atronando
lares.
Y el alto monte,
furor
resplandeciente
que apilar las
montañas puede.
Me presento
por saber quien
habla,
el más antiguo de la vetusta
en flor de sangre
hiriente,
nacido de Broncos
mares,
y huracanes voraces
encadenados,
aunado por hadas,
amamantado en llama
de azabache,
amigo de Sátiros y duendes.
Vuestra ira no
pido, hados,
sólo fortaleza
para mi temple aquí asentar,
de aquí, al día,
que las Parcas.
III
Me encanten y
arrastren.
Servil de cuanto he
creado.
Dando color todo
flanco yermo
de letra.
Y volviendo
preciado todo baldío.
Honroso, me
enamoraron
hadas o gente
buena.
Toda vida en color
que en caricia traía primavera;
permitir templar
este furor,
que me brota de las
manos,
como ceniza de
fresno,
y nieve de regios álamos.
Valedor he sido.
De cuanto he
sembrado.
Os pido permiso
para dejar semilla
aquí en esta honrosa tierra.
Förüq
Ficha en marcha: Raíz ancestral
Poema a
la Eneidad IV:
Voy subiendo, camino al reino de todas
sombras, flamígeras, humeantes, poso
de almas errantes, sigiloso, fugitivo
de cauce en siglos de condena;
de rito y gloria en hondos, castos dioses
que curvaban mi firmamento; balacera,
por una justicia esencial.
Abrazando mi brotada, joven divinidad
ama, doncella amapola,
de este jardín umbrío, reino de sombras.
Sangre en traza luminosa
su místico sabor sanguíneo,
y belleza suya imantada
por Estigia Tiniebla dama señora oscura
Vine a lomos de un erizo
a fundar solar, y reino capaz
mis hijos caracoles.
Förüq castellano
POEMA A
LA ENEIDAD V:
Venas de la piedra Estigia.
Como lágrima en popa, fondeando,
mi nave, su llama oculta, oscura,
en ribera de Hesperia, cumbre
de Apolo, que hermoseaba Sibila,
alto trono en caverna, de áureo templo,
abría mi porvenir umbrío, bosque,
de Trivia, fortaleza de mi llama pedernal.
Venía Eneas en carro de fuego alado,
cima de rito y cénit,
donde en mito, se esculpe la muerte de,
Andrógeo; Pasífa en febea pasión,
nefanda de híbrido Minotauro;
aquel en laborioso laberinto,
inextricable, surcado, guiado por hilo,
por los ciegos pasos de Ícaro.
El castellano, Förüq a 4 octubre
Poema a la Eneidad VI:
I
Adentro el
sombrío,
bosque umbrío,
donde vive
y reinará siempre
diosa bruma
hermosa,
yo, con púrpura celada,
en oscuras
riendas cinceladas,
avanzo por
el bosque de Trivia,
hasta áureo, profuso Templo
de Apolo en
cumbre de Cumas,
defienden
procelosas fieras vespertinas,
de morar en
profunda cueva
de
Flagrante Sibila, tempestuosa.
Mi espíritu en porvenir
indemne,
invencible toda lucha.
II
He venido a
tu Palacio,
por las
cuestas de abajo,
todo
cristal, hermoso, bello, Apolo,
hijo de
Zeus;
implorarte
yo milenario escriba,
iniquidad
en gloria,
mi fuerza,
que
implore, que presida mi fuerza,
con, junto
la Realeza de Estrella
la más Bella,
y lluvia a
glorificar en relámpago,
esta mi
llave de palabra,
que prende
y abre portón,
verdadero
en la cima, cumbre de lágrima
su reina
Oscuridad,
solicito,
otorgues
favor y éxito,
para
desnudar,
su alma
bajo nueve cerrojillos
inextricables
se encuentra,
destino, y
mala rienda, blindaron,
auge en tu
fervor dorado pido,
de rama
roja como la sangre vengo,
rama de oro
vuestra que cercené,
y validó mi historia en cobre.
III
Bajar al
averno,
así trescientas, treinta y nueve,
veces más heridor,
pretendo,
y provoco
la furia y ardor,
mi Sol
ferro padre,
derrita y
extienda
de
sentencia mi vuelta
a la Tierra
Numinosa,
mortal,
caduca.
Mi corazón helado
ofrendo,
se complete
mi empeño
digno a
cobrar mi osadía.
Förüq castellano Escriba
Escita a 6-10-2020
Sed de flama:
Sucumbir de gozo en tu yermo arcano,
suspiros complacientes del fuego fértil
que yo amé, sobre estos cielos
y su brea luminosa, atisbo sien precipitada
en seña de nueva siembra,
azar veleidoso plañe
respiro sin estrofa,
ni quietud bastarda,
flanco áureo, diestro, ambivalente,
acompasado, todo es en parte,
parte es del todo desliz oxigenado,
dar vida a este claustro,
espectro ante la luz sonando,
lío
meloso en ciprés silente,
es por siempre, nunca más crascitado,
suave nube rígida,
dioses qué estaba pensando,
fuelle sin ventisca solar,
luna de encaje
a florearse superior de todo mayo,
oh servil entrega diestra,
luna, por cuántos te conocemos familiar,
todo envés de hoja dice
que desde raíz en tierra
todo grita y trasciende en vil silencio
renombrado endógeno como sola voz
de mi hada que ya ningún siglo más considero
externa o ajena a ser de incumbencia que atañe,
ay dulce tormento
final sin comienzo desplegado,
en vilezas, sienes, desmanteladas,
y su trino que cierran,
a color.
Un tatido, como vagido indeleble,
conciencia presa
del saber que quiere,
que degusta,
todo comienza
donde acaba la nada,
principio sin causa vengo a exhumar,
encanto en una vil lata conservas,
yesca mi hoguera amo y me gusta lo que me gusta,
soliloquio confinado,
tierra, materia a Tierra.
Fuente traicionera
es mi sola premura,
voy al barbecho dolido
mi encausada suerte,
lindes quietos, afaman
al perdigón viajero,
es mi rifle,
es mi arma,
es incombustible flama,
mi poesía dama,
alma con alma fiel, enamorada,
piel de su piel,
sangre granate al rubí
excelso,
por extenuar,
vid de vida, honrosa Quimera,
Ferento acoge sin pérdida,
solar extenso, mi hoja quieta,
virtud soñada, estameña,
alma con alma sin dolor,
beso en este sortilegio dispuesto,
un son de grillo y volví a renacer
un verano angosto que me cedía el paso,
cepa de vidita que advierto
a vidas de un día
que inspiración en campana
no revierto,
ni a envidia la disuelvo,
relente febril
de competencia sin compostura,
como flor sin agua acaso era,
entre corona y candelabro me marcho
como tierra en el viento me marco,
como locura de amor, cargo mis versos, apunto y disparo;
ya lo dije,
en este réquiem por la tierra olvidada
clavo mi espada,
ojo de tierra me observa,
y mi aura embelesa,
amapola de runa valquirja
bueno soterré la desquicia,
corazón en el agua,
pudo ser de la lluvia,
riera encumbrada,
clavando el destierro del abrojo y su breve antología,
del que sabe que el tiempo es para construirlo,
proyecto de la bruma gris,
fue clavar semillas en el corazón del sueño,
y su batir en vuelo de la polilla de cemento,
yunques en la tierra
que soy de mi pluma herramienta, eterna azada,
para ser de tierra nueva
sangre que exclama,
que mi sangre es de Sol.
Förüq
Yo
soy el que escribe su historia
Eres tú mi amor
Solo hay fronteras
en el mundo;
No hay fronteras
en el papel;
Tengo versos en
el bolígrafo quiero
fundirme soy el viento
Soy el eco de tus latidos
yo soy el q. vive en tu mirada
Soy el tiempo
Soy el espacio
Soy tus recuerdos
Soy tu alma
EN MI LIBRETA ESTÁ EL MUNDO
YO SOY SU CREADOR
Poema a la Eneidad VII:
I
A través de las oscuras llamas,
del inframundo terreno,
arrastro infortunios y sucesos caducos.
Como fiero hierro al candor de yunque.
Voy rumbo a abrir las puertas,
sagradas, con fuerzas y valor,
arriado, de hijo que soy
del Soberano Júpiter,
a espaldas queden mía, todos dardos,
envenenados.
E injurias latientes.
Avanzo mi umbral vivo-muerto,
y su procelosa senda,
que se desdibuja.
Ardiente cual grande, mi deseo,
de abrir portón
en abismo de Plutón.
Que yo, Mercurio romano,
no conozco miedo, ni él en mí habita.
II
Los negros cisnes
de Apolo me conducen;
revelados mis arcanos,
en dulces tormentos,
y pesares vencidos;
iluminoso mi destino,
me precede,
adentrar los umbríos bosques,
inalterables del Averno,
mi sangre de dioses rebrota en osadía,
de melodiosa cítara,
con la que entonara ofrendado,
ramo de oro consagrado,
en oscuridad al relucido Juno.
Escucha mi súplica Proserpina.
III
Jardinero soldado yo,
de toda enervada sombra,
que avelas, y proteges,
a Plutón tu esposo
encarecido, ruego,
que imploraré,
paso y permiso para volver,
victorioso a las auras vivas.
Atravesar tu bosque oscuro,
hasta valle hendido de azabache,
tenebroso,
hendido en Estrida tiniebla,
hija de su madre abisal Oscuridad.
Oráculos y altares me respondieron,
velando mi empeño,
cruzar tus densidades y oscuras, bellas
fauces,
y listo, sigiloso volver indemne acontecido.
No hay hierro vivo que mi carne hendir
pueda,
ni acero de pecho que arredre a mi Señora Hada.
Förüq castellano
Cristal
eternal:
Vida
que las montañas me respiran,
raíz
en su abismo de hondo tajo,
aire bonito relátame mi destino,
subiré los montes y cerros,
alcanzaré mi soberbia
allá
donde el alba despierta
y el linde vuelve vago,
plácido,
ferviente,
sed de tallos
y savias que luz llena,
erigiéndose cumbres
y cimas de hervores
a la matutina belleza
que anida.
Y en el ser germina,
febril loma desdeñada
por rizos en apogeo
entre rayos que culminan,
desnuda hacienda ultrajada,
río
de encina, cuervo nacido,
por lo que me quedó sin decir,
Wotan, Lugh, Morrighan,
ese veris perdida y encontrada,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi
amada Brigid
Genii locorum dioses ancestrales
abrir este camino,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte,
tierra entierra la maldad
sepulta los problemas,
como en tu ser el ciclo
el eterno resurgir en ti cierra
y comienza,
resurgiendo, abriendo camino,
escudo en fuego sembrado,
hueso del pagano,
me deberán cuanto yo he plasmado,
hierro al hierro,
fondo escueto
del vítreo traspuesto,
senda de la idea,
por ellos socarrada,
lucha, cuanto más arduo es el camino,
cuanto más se abren
las pruebas
más
se hinchan las fuerzas,
sólo
vencer en firmamento,
agujereado de huesos,
siembras que tiembla la luna.
3 claman los Genii Locorum;
que no han muerto, que ni el olvido, puede con ellos,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte líbrame del cobarde,
Epona sálvame del semejante soy tu mala yerba,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi
amada Brigid poesía,
elevar mi canto
que yo con mis actos
os hago un manto,
Cernunnos comienza nuestra caza,
Candamvis alumbra esta montaña centelleando
el relámpago,
abriendo el cielo de nuestra bruma,
tejiendo nuestro amado ocaso,
que jamás hemos visto los que vivimos en el suelo,
ahora y siempre se escuche nuestro canto.
Miguel Esteban
Martínez García en 22.5.17
Poema a la
Eneidad VIII:
I
Clarín entona sin miedo,
repiqueteo de oráculos.
Encender sones
marciales,
al ímpetu de Miseno.
Mis ojos alzo,
escudriñando,
severa tierra donde
crece,
toda miseria.
A los vivos no se
permite,
el paso al bosque;
ni laguna del
Averno.
Trama de misterios
encuadra,
surcarla; y a nívea tierra viva,
regresar.
Encendido el muérdago traigo,
prendido, en ofrenda
a las divinidades,
del reino de la
muerte.
Brío de lanza es mi arte,
claridad, color
abre,
y me despliega.
II
Ofrenda erguida en
vetusto bosque,
a expensas de
segunda llave,
en guarida de alimañas, obtener.
Así encontrar segunda rama rebrotada,
en hojas de cobre,
para una vez
cercenada;
disponer la fuerza
milenaria,
de la virtud no enseñada.
Dos torcaces
vislumbró,
mi súplica gozosa.
Ellas dos fueron guía,
al espino amarillo,
de madre divina,
me condujeron a
orillas,
del desierto
embalse,
de penas, como
recuerdos,
ahogados en
silencioso poso,
el codiciado espino,
de alto viso,
fulgor dorado,
repleto en espinas ardientes,
en llamas.
III
Sus hojas de cobre
eran,
y poseían de aquel espino,
la sabiduría escrita,
jamás encontrada.
Cercenada la rama de
hojas en cobre,
brotó, la tercera rama áurea, con llave.
En oro era su
totalidad relucida,
cortada al filo,
candente falcata,
abriría el portón,
de retorno al mundo
de la vida,
y su luz que acaricia.
Ya en abismo de
guardianes errantes,
y almas difuntas,
voy rumbo al
encuentro,
con el Creador
Universal.
Förüq castellano
Mercurio a 11-10-2020
DEIRDRE REINA
MI DOLOR; COSANTES:
I
Poeta
sin tiempo no expira,
Deirdre
palpitando, siento.
Escriba llaga lo antiguo
Deshaciendo
lo averiguo.
Deirdre
palpitando, siento.
El sentimiento es alado.
Vuelvo
en dicha desatado.
Deirdre
palpitando, siento.
Miel
de dioses estado quo,
desangrar
rosa es inocuo.
Deirdre
palpitando, siento.
Poeta
sin tiempo, alma expira,
Deirdre
palpitando, siento.
II
Crece
que late amapola
Su
sangre enraíza roja.
Este
el mío corazón.
Vengo
por besar razón.
Su
sangre enraíza roja.
Vengo
al amar, por tu aliento.
Vengo
a morder tu ardimiento.
Su
sangre enraíza roja.
Fosa
cava mi azadón,
no
era pena era sazón.
Su
sangre enraíza roja.
Tierra
y sangre, la amapola.
Su
sangre enraíza roja.
III
En
horizonte sediento.
Deirdre
heroína mi dolor.
Hasta
llegar a las cimas.
Robé el amor que amimas,
Deirdre
heroína mi dolor.
Ven amada, liberemos,
quita
cadenas, volemos;
Deirdre
heroína mi dolor.
Del
placer entre calimas
envuelto,
pena redimas.
Deirdre
heroína mi dolor.
En
horizonte sediento,
Deirdre
heroína tu dolor.
IV
Al
dulce momento vuelto,
sajara aullidos
en luna.
De luz de plata igualara.
Yo
lobo celta encumbrara,
sajara aullidos
en luna.
Yo
antiguo luz que cultivo,
Vine
por beso asertivo,
sajara aullidos
en luna.
Solamente yo grande alzara.
Llevo
corazón en ara,
sajara aullidos
en luna.
De
adormideras envuelto,
sajara aullidos en luna.
V
Las hadas gimieron todas.
La
raíz grita, perpetua.
Este amor eterno vale.
El
dragón verde sale,
la raíz grita, perpetua.
Me
nombraron su escudero.
Rama
roja el duradero,
la raíz grita, perpetua.
Yo
espíritu antiguo cale,
amigo
del duende exhale,
la raíz grita, perpetua.
Leo
la naturaleza yerta,
la
raíz grita, perpetua.
VI
Ella me lo dice, dicte.
Las
raíces gritan rectas.
Las
hojas se mueren recias.
El
aire asfixia herencias.
Las raíces gritan rectas.
Los
ríos lloran sangrando.
Las
almas duermen orando.
Las raíces gritan rectas.
Buscando
venganza, sacias.
El
ser humano desprecias.
Las raíces gritan rectas.
Depredador asesina.
Las raíces gritan rectas.
VII
Humano
asesina madre.
Todo
lo que no puede hablar.
Silencio
grita, maldice
y
todo muere predice.
Todo lo que no puede hablar.
Este
pájaro de fuego.
Habita
espíritu luego.
Todo lo que no puede hablar.
Demonio
hable, estigmatice.
Que
habla en poesía alunice.
Todo lo que no puede hablar.
Idioma
de dioses fuertes.
Todo lo que no puede hablar.
VIII
Flores
aman mariposas.
Como
amores imposibles.
Yo
alcancé tu alma y tu esencia.
Fundiera
en plañir, latencia.
Como amores imposibles.
Y
mil veces más ardiente,
vengo
anclar mi descendiente.
Como amores imposibles.
Guerrero de complacencia,
el Ángel dorado esencia.
Como amores imposibles.
Sombras
luchando su lugar.
Como amores imposibles.
IX
Demonios
convertidos ya.
Yo
surcaré el infierno yerto.
Y
en la muerte traeré ilesa,
amor
nuevo, será empresa.
Yo surcaré el infierno yerto.
sentir
que tú serás
mi par.
Aunque
tenga que destapar.
Yo surcaré el infierno yerto.
A
la creación traviesa.
Escriba
con letra tiesa.
Yo surcaré el infierno yerto.
Esta
amapola que canta.
Yo
surcaré el infierno yerto.
lit.
C et sumun canae,
Miles
Dei lumen,
Mea
unguis timor malum,
Mors
erita exora mea.
FÖRÜQ
I
Vengo a destruir mis
cadenas, para amarte libre siempre. Como el pájaro a su vuelo, yo, pájaro sin
sus alas, para amarte libre siempre. Yo pez cortaron aletas, que no cortaron
libertad, para amarte libre siempre. En tormenta tendré el agua, en caricias tendré
hoguera, para amarte libre siempre. Eterna del amor quema, para amarte libre
siempre. II A esta, la tierra de fuego. Ninfa mía ven, conmigo. Luna mía, sé mi
amparo , sea mi abrigo en noches de humo, Ninfa mía ven, conmigo. Dagda, Balar,
Mórrigán, Lúgh, Brigid, elevar mi canto al cielo, Ninfa mía ven, conmigo. Fuego
que dentro sí tengo, en fe os sirvo como druida, Ninfa mía ven, conmigo. Ya
Artús, dame tu fuerza, Ninfa mía ven, conmigo. III Taranis riega estas tierras,
ofrezco este humilde canto. Epona diosa silvestre, salva la naturaleza, ofrezco
este humilde canto. Que me queda darme fuerzas, en este amor que alimenta,
ofrezco este humilde canto. Druida de la rama roja. Muerto-vivo, eterno muero.
ofrezco este humilde canto. No habrá clemencia para el mal, ofrezco este
humilde canto. IV Este será humilde canto, regio, temblará en la tierra. Claro
es, este amor que siento, que de mi alma se apodera, regio, temblará en la
tierra. Como soy tu luz y calor, como el pez a su río, es, regio, temblará en
la tierra. Quiero como árbol a tierra, y el ciprés a muertos vela, regio,
temblará en la tierra. hoy de nuevo como el ayer, regio, temblará en la tierra.
V Y la luz que cegará el hoy, va, como la abeja a su flor. Era como ciego mi
amor, te seguirá tuyo, grande, va, como la abeja a su flor. No habrá de poder,
ni brujo, que pueda separar mi alma, va, como la abeja a su flor. Eterno te
sirvo Musa, tu esclavo mi reina Hada. va, como la abeja a su flor. Vigoroso iré
en la muerte, va, como la abeja a su flor. VI Dama eterna voy a tenerte, no me
desampares Hada. eres mi fuerza en la lucha, nuestro amor ganará avernos. no me
desampares Hada. Que nos quiso sangrar vida, y en muerte condenar fiera, no me
desampares Hada. Como amapola florece, cada junio en el camino, no me desampares
Hada. Tenga que enfrentarme al mundo. no me desampares Hada. VII Diancech sana
este mi cuerpo, Genii locorum, mis dioses. Tierra entierra las maldades, como
en tu ser el ciclo abre. Genii locorum, mis dioses. Agua riega esta amapola,
quiero cesar dificultad, Genii locorum, mis dioses. Fuego prende eterna
llama, esa que en mí, dentro tengo. Genii locorum, mis dioses. Eterno soy, con
mi Hada, Genii locorum, mis dioses. VIII Magia creo en tu poder puro, por
la luz dorada mi aura. En letras dejo la sangre, alma antigua, cuerpo
joven, por la luz dorada mi aura. Y demuestra eternamente, siempre tienes
final feliz, por la luz dorada mi aura. En la penumbra yo, guerrero, el cielo
se apiadó canto, por la luz dorada mi aura. La luz brota de oscuridad, por
la luz dorada mi aura. IX Para arroparte tu sueño, porque en vida la
eternidad. Condeno al tiempo sea alzado, a sudor y sangre quiero, porque
en vida la eternidad. por amarte puro, verdad, no quiero el cielo si no era,
porque en vida la eternidad. Conquistando llamarada, diosa aurora se enamora,
porque en vida la eternidad. Al río de las almas voy, porque en vida la
eternidad
Poema a la Eneidad IX:
I
Todo he previsto,
ya ante las sagradas
puertas,
del reino, regiones
inferiores,
donde refluye el río Aqueronte;
de todas las ánimas desangradas,
puertas sagradas,
tibian el paso a su
castillo,
bordeado en umbrío páramo
de la Estrida,
mis arcanos
revelados
del seno la honda
tierra,
donde moran sombras
sin vida,
ante el olmo
gigante,
donde anidan los sueños vanos,
señero a puertas de Centauros,
y la Hidra de Lerna,
la Quimera arbolada
de flamas,
Harpías de viborillas,
sangrantes en
cabellos.
Es ésta la morada de sombras,
del sueño y la adormecedora noche,
en junta de calladas
sombras,
Me presento en vuestros
umbrales,
Con quien me acompaña
Leannán-Sídhe Reina señora Hada
Protectora las
profundidades abisales,
hija de madre
Oscuridad,
y una sed de luz,
Padre Creador de las
deidades
existen bajo tu, y
nuestro amparo,
vengo a obtener
respuesta,
si la muerte no me
quiso en su lecho,
debido a qué siguen tormentos
asidos en
dificultad,
quién soy sé bien cierto,
y mi poder no ha
tomado ni ve, objetivo,
ni venganza
suficiente, merecedora tu gloria,
en este Parnaso
Olimpo abismal,
vine a partir mi
destino en tres mitades,
una mía, dos, para ofrendar,
tu protección, y favor,
los hados están conmigo,
a ti rey de todos
los reyes,
todo humildemente
cuanto poseo,
no puede compararse
a tu dicha en
conocimiento,
nada te he pedido,
solo ofrecido,
he venido a servirte,
y en primera
instancia;
ser tu Escribano,
hasta que me
enamoren las Parcas,
y abandone todo lado,
y frente.
Förüq
EXTASÍA:
¿Qué gritas amada a la noche?
Soledad erguida en muros de cristal,
mi cuerpo sin luna,
mi sombra sin trincheras,
levanta, y grita que no hay herida,
estas flores del diablo,
la verdad todas huelen a ti,
a fragancia esquiva, atónita,
desvelada, nerviosa,
como besar ceniza de sol
que deslumbra.
Florida rama, que fluye,
nazco de la boca del dragón,
empuja la melodía,
ensortija esta vital muerte,
que todo acontece,
somos eco de pluma,
vileza sin escama de sórdido
silabario,
numen de Valparaíso,
donde flor y ambrosía,
es caricia a esencia
de arder metamorfoseando,
desnudez en alma,
y cuerpo en grito de último deseo.
Verdad sin flagrantes muros
ni caracolas,
querer alegre,
su prestancia llegada,
cantando a protegerte.
En la guerra y en seno de diosa,
hasta la preciosa luz
de todo infierno,
rijo mi flor sin muerte.
Förüq castellano Miguel Esteban
CÚSPIDE AFABLE:
Era suficiente mi esbozo,
y no dije nada,
vivo aquí también,
en esta tela de araña y yo canto,
árboles que sangraban,
un casco de verde sien,
y hormigas que asentían
y caminaban sin cabeza,
cabezas de pan en agua,
en lluvia de abierta chimenea,
al fragor, de un helor
de cazuela en fuego,
patrullaba, todo de mí,
penitente y letal,
me acordé de su silueta,
sexual de paso irrevocable,
como última sombra,
de un alma gélida,
invisible, impronunciable,
me vestían los campos de fecundador,
todas sus flores pedigüeñas,
como mitos y leyendas
alumbrados en real conocimiento,
en destello penetrante,
como un rito funerario,
con vistas a repetirse eternamente,
el campo bajo ella,
y mi taza en labio,
susurro malva en pecho,
y el índigo rebelde,
sólo era un color,
susurros de dama entre la honda grama,
espiga roja,
o herida en ojos,
oh enebro de invierno,
enroscado arbusto,
como humo azul,
agnóstico cristal,
donde crece la despensa de la ginebra,
pinturas de flores
en piedras,
me traen tus ojos,
resonando lo perpetuo,
de mi esclavitud de dulce tormento,
escribía pequeño, y simple,
como si la herida fuera imposible,
de pronunciar,
todos los lugares
significan ningún lugar,
por tanto encontrarte es sencillo,
no hace treinta y un años que te leí,
pero hoy sigo sorprendiéndome,
escucho tu río de acento,
como perdiz en nido entre el rastrojo.
Förüq castellano Miguel Esteban
SANGRA
MI ANHELO:
Me cobijo en tu palabra,
yo te hablo, te escribo,
más allá de sombras,
de pretensiones que caminan,
de ciudades que sienes negrean,
hablo de una coronación,
etérea,
me volvió tu rey,
mi reina eterna dueña de toda penumbra,
y alarido oscuro,
abre tus ascuas de ojos mi reina eterna,
lleva este escriba por tu reino de labios,
escuchemos el crascitar de cuervo,
bajo horrido nogal,
seamos cuerpo y carne,
vena y sangre,
veamos amaneceres,
y tormentas surcadas en nuestros ojos,
como nacen primaveras
de nuestros sentires valientes,
seamos río de flores desangradas
en pasión, y rojo corazón bermellón,
mi condena en ti comienza,
y sólo en
ti acaba,
mi reina, mi hada,
condéname
a tu vida,
como si tiempo no hubiese,
abrázame
con tu alma,
que condena y tiempo,
solo es y era volver a nacer,
para volver a juntarnos,
mi amada mi espada y hoja que nunca acaba,
mi amada dueña como hoy y siempre,
de mi enamorada palabra,
no hay abismos,
ni razones detengan mi palpitar
ilusionado.
Förüq castellano Miguel Esteban
TIERRA
MI SANGRE:
Afilo
en templanza,
esta sangre de piedra,
que me habita y recorre;
caliente manifiesto,
del carmesí sangrante,
avisto la honda sierra,
aspereza de cultivo
en eral de labranza,
bordean juncos y espartos,
entre cardos señeros,
y tomillos vástagos,
jaras y carrasquillos,
en baldío sembrado de retamas
e hinojos solares,
hojas de cardos elevan
el sabor de antaño,
en ribera del Henares,
canta un sigilo de chopo,
y docenas de álamos secuaces
siguen y su ceniza cubre
sendero de fin no hallado,
jilgueros, entre gorriones,
un cernícalo vigía avisa,
belleza que vive siempre,
a escala se mire,
ortigas y caracol entre tomillo,
alacrán y
araña
lobo,
culebra bastarda
entre matojos de cerro bajo,
por las torcaces y perdigones de soto,
encuentro un infinito en el mirador del cid.
Paisajes y campos de la cepa de vid,
al olivo de oliva,
que abre almazaras de oro en tierra,
ababoles y daturas,
tomatillos del diablo,
y corrihüelas,
coraje en flor y vida de gen
y condición, extasía de todo color,
mochuelo en hueco
de encina, años la cuidaron,
ratón de
campo no ve su final,
como el topillo,
en garras del azor,
oh, sapo de acequia,
y culebrilla ciega,
bajo tierra del barbecho,
incesante búsqueda
del tordo y mirlo,
tras lluvia de la sembrada
lombriz de su tierrita bella,
donde todo es libre, y corre
y juguetea.
Förüq castellano Miguel Esteban
COBIJO
EN ALARDE:
Avanzo
mi pecho entumido,
regado en lágrimas de hechizo.
Ardorosa dicha en belleza,
acaso yo pido,
cabello oscuro, y terneza
en labios esclavos de hermosura.
Su ventalle contemplaran,
ojos míos en
alegría de
alma esposa,
espíritu
errante de sotos esponjosos,
y nublos cargados,
en besos incipientes a padre terreno,
murmurio de río pasional,
a tus pies de jara me acuesto,
palabra suave,
amor en mar embravecido,
luz, color, esparcido a tocarte.
Mi astro, mi nota, y mi flor,
suspiran tu beso en viento,
qué
diremos, si dulzura acaba,
como se oculta la luna danzarina,
peregrina,
que en tu sonrisa me derrama cuna.
alma, ventura,
o muerte en vida,
por bellos, angostos mares,
te dejo mi dulce ceniza,
mi bella, centelleante golondrina.
Förüq castellano Miguel Esteban
Perdurable semilla:
Vivo llorando,
a un olvido que es más fuerte
que toda siembra,
qué piensas hijo de luz,
que naciste sólo,
para volver a tu apagado hogar,
qué redimes,
qué afliges,
carne y materia,
que no habla ni canta,
de un tiempo extinguido,
ni rayos de cielo luminoso, acogen,
luchando contra un tiempo
que no pertenece ni se disuelve,
en manos de arcilla,
ni es más duro que el bronce,
vestigial, te canto,
arriba la espada,
oración en manos de alba,
oh Lvgvs,
invencible al crisol,
lágrimas de cristal,
vieron llover ojos en sangre,
rito de signo azabache.
Raíces del ser etéreo, trashumante,
eternal lustre oxidado,
oh Candamvis,
sube bajando tu seco rayo,
esta noche un noviembre
que te hablo,
del tiempo secuaz,
inefable,
y su filosa simiente,
no vine de barro,
pero barro seré,
hondo sustrato,
en tierra de Iberia,
e Hispania celta,
vine sembrando mi brazo,
no me iré sin trazo,
ni de cabellos en fuego,
ni de ojos en agua,
separarme del latido puedo,
ocaso de mi ceniza no habrá,
ni ala oscura extinta
me sostendrá,
mi sangre que humilde,
vive y perdura,
de campo y monte,
de jara y endrina,
esquiva,
como préstamo celeste
redimido.
Förüq castellano Miguel Esteban
ASCUA
SIN FINAL:
¡Oh,
luz imperecedera,
luna de piedra, tu sempiterno semblante!
Ascua de sola idea,
canto de perenne madrugada,
voz de hoguera,
escucha mi réplica,
a tu compás de alba,
yo canto,
tiembla la creencia,
todo he sembrado,
al letal lecho del olvido,
no olvido su nombre,
ni su inimaginada senda,
me alzo,
cuántos
placeres presos,
cuántos
sones blandieron,
compás intransigente de coraje en frente,
abandonar aquella estepa,
nunca más,
quemándome en oscuridad,
donde todo nace,
todo crece, ciego albor,
por nubes que lluvia cae segura,
me miro desnudo en la penumbra,
y acontece un frío resplandor vacío,
de esta opacidad que llama,
que baila,
sigue mis piernas férreas,
amando aquella sombra,
sin jamás entender,
si sería cercana a la hora,
ni si este espejo,
lloraría en borbotones sanguinosos,
ni si sabría igual pasados años,
y su letargo confinado,
en mis ojos este dolor,
no sabe igual,
si viviera en los tuyos,
ay si el infierno me suplicase,
todo lo sentido,
sería más
que flor de intelecto,
ay, si desnaciera el dulce tormento,
no sería ni acaso,
el que habla,
todo cuelga de un alfiler,
camino líneas,
siembro agravios y señales,
vuelos de fénix apagado,
la soledad me volvió a ver,
a resquicio tenue, veloz,
reí y
en temple
más
afortunado no se rigió,
seis mil millones de rostros,
seis mil millones de mentiras,
qué
debo hacer, algo equivocado,
sostenme aparte,
como quimera de piel y verso,
y solitaria llama de encanto.
Förüq
castellano Miguel Esteban
OSADÍA EN CLAVE:
Venga,
venga cantando,
la sola idea en hoguera,
del oficio que arde,
su desquicia alada,
de campo yerto;
que por yerto no es campo,
si no hondo cementerio
de acristalada secuaz, idea.
Eco ciego de purísima imagen,
crascitaba mi tiempo,
quemo el pensar,
era mejor que si luz,
no hubiera visto.
Sonaba ya una matinata,
del alba nocturna sin calzas,
ni categoría difunta.
Como estancia de estela breve,
sin descorchar.
Reinaba un hueso de luna,
descalza de un noviembre
que lloraba nubes, y agravios,
penas y tormentas en flor.
Traje de bruma,
sombra en agua de señales,
en tierra y sus tordos,
escarbando en busca,
de lombrices azuladas;
de ideas que prevalecen,
como venas de senderos,
como laberintos
dando vueltas a la peonza,
del mismo asunto,
sin vida, sin embargo,
era bonita idea,
por la que morir sin pensarlo,
sin crueldad acrisolada,
ni mentira sin conocerla verdadera.
Förüq
castellano Miguel Esteban
ODA
AL RÍO MUNDO:
De un mar de tierra
que tú
desembocas,
que raspas sus siglos afligidos
de volver a comenzar,
como plañía la eternidad azogada
en verdes espigas,
y senderos verdecidos del inmortal forraje,
cuna de mis erizos seculares,
y orugas de hojas recias,
desde el caracol judío blanco,
al cerro bajo,
haces llorar el alma de belleza
que contigo Mundo juega traviesa,
siglos solariegos
entre juncos de tu extensa rivera,
hábil
tenaza del cangrejo cosechador de tu agua,
vienes que sublimas mi esencia
volandera, entre surcos de tu inmensa
hacienda de toda idea,
espárragos
trigueros tu orilla en sombra
de boscaje ofrenda,
rito y culto a lo ignoto de tu belleza evidente,
Oh, río
Mundo,
ruedo tus acequias que llenas,
cobijo en respeto, tus barbos cobrizos
y carpas doradas,
arteria y vena del terreno
desde tu álgido nacer
en Riopar,
paradigma de chopos amantes,
y cepas de vida,
desnudo mi canto
te ofrendo
en compás de arraigo a mi tierrica bella,
castellana,
que se alce mi voz desde la encina erigida,
hasta un compás en cumbre
donde tierra nace,
y raíces
gritan de su silencio sediento,
oh, Castilla cantaré extasiado
a tu saliva,
y lágrima
de belleza
en tu horno de espejos
del río
Mundo.
Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García
VOZ
DE TU PRELUDIO:
Eran dos voces,
se querían ambas entre
dos labios,
eran como azules
sin helada madrugada,
una sangre agitada,
sí
dentro de la noche,
se deslizaban como espinas,
entre flores álgidas,
melodía de perro afónico,
y luna plena,
fugaz melancolía,
era la voz hembra,
el brillo se conjugaba
de secuaz beso nítido,
rostro en hora,
giraba flotando como fantasmal,
sábana
de anhelo pertinaz,
un valle estiraba y tus gemelas,
reflejas piernas, bulle y besa,
hondo antepasado de diente afilado,
y lecho de abrojo,
arcaicos deseos se conocieron,
bajo mar y hondo terreno,
beso de intimidad sola,
de extenso horizonte,
derrumbado el sótano en luz
que amuralla,
poniente de carne de cristal,
y pluma en abanico llameante,
labio de quietud ,
escarlata hoguera por ocaso
del lobo mesetario,
que buscaba luna y entabló,
del cielo regia sequía,
silencio que oigan,
dos voces puras,
se quisieron,
sin forma anhelante,
como el poder nunca pudo,
y la creencia,
sin exacta ciencia,
sabía
que impulso no dispara
tres veces ni a revés,
tiene, ni blande retroceso.
Oscura música que en perpetua,
sinfonía,
soledad cantaba,
su silencio de cristal.
Y tierra levanta,
Förüq
castellano Miguel Esteban
VOZ
DE TU SANGRE:
Gira la
rueda de bronce,
alma de espíritu yerto,
mece raíces de este corazón virginal,
me baño
bajo tierra
en tus níveos, áureos, labios,
ojo de tierra viese apuesto,
pies desnudos, sobre musgo,
y serena escarcha, en sangre de piedra,
eres agua de áspera, y plantada orilla,
cumbre, y ascua,
de mis ritos, y plegarias.
Agua sobre mis ojos
inaudita, inconcebible,
puñado
de tierra de estrella en mano,
como pájaro
y charco en mis ojos,
ruido de sueños aleteando,
intranquilos, insumisos, dirigidos,
cántame
el nácar
de caracola,
como si de tu boca bebiera
su extasía húmeda, alimenticia,
respirar al fin en tu pecho,
aire de sepultura,
de hojas mi noguera,
no me abandones, mi sueño en tierra,
sé como
el forraje, que nunca se fue,
y Ostara despierta en verdor,
huella en lágrima, tu deseo afilo,
lo único
sello de sollozo,
o sangre de tierra,
eterno secreto de este corazón vivo,
que ya no es piedra de río.
Enlazándote
deseo, discurro,
mi entraña de hinojo,
y el anís de tu saliva,
mi zarzal de sierpe indemne,
humedad en ceniza única no pido,
rayo y destello en triste candelabro,
corona de caracoles agita mi frente,
débil
poniente de la flor de Odín,
caléndula
junto el silbo lascivo me precede,
ardiente mi danza de pluma,
último
relámpago
en vida,
viste mi desnudo,
arribando y lamiendo,
tu caracola sonora,
d' esta eternidad disparada;
que me acoges.
Förüq castellano Miguel Esteban
EJE
TU SENTIDO:
Yo soy el que escribe su historia,
desliz encadenado,
eres tú mi sanguinoso
humor,
en ascua de destello infinito,
destino eterno,
destello eterno
en aras de mi prestancia,
oscuridad es destello
eternal,
No hay fronteras en papel
ni alma ni éter de escuela
que dicta,
no hay murallas
en la mente que te piensa,
otorga,
sólo hay
fronteras
en humana cárcel,
tengo versos en mi tintero,
estoy fundiéndome,
soy el viento,
soy su humo que te lleva,
eres herramienta,
soy el sonar valiente
en eco de tus latidos
confesos
por cumplimentarse,
soy el sino,
soy Parnaso devorado,
vivo en tus ojos;
allí me anclo
a tu perpetua voz,
por la que desnacer,
en bruma siempre gris,
tiempo de ayer,
vuelto presente,
raíz de recuerdo
en tu alma,
en mi libreta está el averno,
que se eleva paraíso,
de tu sombra en verso,
sí soy tu alma,
y en mi libreta está el mundo,
yo soy su único creador.
Mi oscuridad sempiterna.
Förüq castellano
Miguel Esteban
MORTECINA
SIEMBRA DE VIDA:
Oh, esto es la cama,
o lecho de mi verbo,
eres tú mi
alma,
arma piadosa, secuaz
de un submundo de plomo,
si las olas no te trajeran espuma verde
de vida lisonjera en precipicios
todo cantiles de idea sola,
toda peces como piedras roderas,
frotándose
en la gravedad,
del cielo purpúreo,
que llamé cumbre,
ellos pétreos, anidaban en copa
selvajes de altos árboles,
aire que me quiere,
como puñal pretencioso
de mi forma asentada,
numen de flamígera luz,
como orna del sentimiento,
que arrastro por los siglos
que ni me crearon, ni alzaron,
de silencio roto,
sólo se
prestaron como barcaza de travesía
por la última y primera laguna Estrida.
Desnudo mi destino,
frente tercer orden todas las cosas habidas,
ofrendo en sacrificio,
algún apóstata lo dudaba,
mi muerte no acaba,
ni hurga el relámpago,
hondura en pecho,
hablo al vertical cielo,
de espanto celeste,
mi cristalino sol de negra rompiente,
en corazón no me cabe,
sostengo la mudez marchita,
en mi sombra,
espalda de Caín,
capataz del brillo primero,
sangre mi espíritu de Mercurio
en líquido
azabache,
sangre en hoyo
de este puñado de tierra,
en agua color de piedra peregrina,
zarpando su hematíe,
oh, piedra de sangre,
frenético
rojo bermellón,
granate, obscuro druida,
todo destino, vestigio
de eternidad en cerro invisible
en seco y áspero movimiento,
que ni el mortal inmortal,
encauza ni domina.
Förüq castellano Miguel Esteban
Palpitar en oratoria:
Sumergido en la línea de la noche,
halle donde me halle,
la parca senda del horizonte,
encumbradora persiste,
avanza, y subyuga,
miedos vueltos simientes,
en esta orilla, donde el olvido,
no se construyó,
donde encerrar tormento asido,
de mieles soporíferas,
de momentos tenues,
dulce sabor de sombra en idea,
a un día de eclipse,
total absolutorio,
oh luna sempiterna,
repleta con mi miedo,
cruzada suerte,
en tu secuaz traslado,
consecutiva de ganas mordidas,
era tu sopor, un halo presidiario,
una cuartilla en marcha,
un aliento de vida por siempre,
hálito fugaz, oh voz de montes,
y cielos extendidos,
no volveré sin ti,
nunca, de nuevo,
mi corcel celeste,
mi Pegaso sentimiento,
arrullador, vestigial de signo,
y herrumbre,
empuño mi filo de espada zorro,
en esta eterna noche,
del espíritu azorado,
y su enemigo tenebroso,
señor niebla,
y zozobra de crespón en alza,
por este páramo,
de embrujo a la piel de luna,
y ardiendo un calvero,
su densa lágrima,
de mujer imperecedera,
jadeo ardiente,
su destelleo de cabello azabache,
no retrocede,
ni vivirán mis labios sin su sangre,
letanía excelsa,
dibujan sus pies de jara,
de su desnudez tibia,
y lluvia de sus pestañas sin obsequiar,
diosa de hoguera en lecho,
y reina de este devenir sangrante,
florecen ya tus manos,
vivirte poesía,
es servirte Musa oscura,
belleza,
es tener tumba abierta,
para todo sueño,
nitidez en visión,
porque no te suelto.
Förüq castellano Miguel Esteban
El envés:
Agarrado a un rayo de sol,
cogido de su luz que hermosea,
que llora las flores del cielo,
luz diluida, resplandeciente,
bella, bella en la mañana
y obscura de luces
que previas cayeron apagadas,
retratar pudiese
mi alma,
por cimas y candores inusitados,
retratarme dentro de tu esencia
sin caminar más solo,
nuestro dolor,
huerto y redil de astros,
parecen tus besos,
transcribo para sentirme
como la centella tu universo
que gira para volver a su lugar,
deseo vil, que no me sucede
ni me abandona,
pegado a tu mar de astros,
y lenguas de olas fugaces,
oro en tierra, era ver tu hermosura,
como rosas de Galatea,
que en tus muslos caminan,
y sí, amada,
soy yo,
en tu campo,
de sentimientos presos,
allá donde la lluvia de caléndulas
me derrame,
quién pudiera ser
sencillamente mortal,
errante hierro,
sangre de Sol,
ni osar polvo de estrellas,
ni tierra en lecho ni aljaba,
vida musitada del agua eternal
que te abraza,
ojos tuyos de estirpe
en mi recto cuerpo,
nocturnal,
y durazno en rama
sin ver llorar,
ni a sequía deslumbrar,
tiempo, milagro de ser,
en ti a retazos,
gota indeleble,
antorcha de guerra silenciosa,
para recordar allá,
donde estuve,
que fui siempre
y por siempre,
quien quise ser,
conciencia de lluvia,
oh poesía,
abrazo mis recuerdos,
ya sin hojas,
utopía de muchos,
fragor de pocos,
trae cariño tu viento,
yo lo cargaré húmedo,
de Aquilones,
pájaros de la noche,
en verde paisaje vestido,
que trepan las escalas,
donde el sentido se hace palabras,
y escritos a la diosa Aurora,
que a la mañana siguiente,
renace.
Förüq castellano Miguel Esteban
Ababol sangre de tierra y de sol:
Ababol, oh tu carmesí sangrante,
oh tu sangre de Sol,
en brea de pétalo flamígero,
sordo me alzo yo solo a tus cantos,
por sembradas frentes,
acoges tu belleza encausada,
rizada ascua gimes
de la tierra al cielo los castos dioses,
en la altura los montes
a la cumbre de sembrados árboles
anidados, repletos de peces.
Monumento tú del yerro,
y tu rivera a mi izquierda,
impetuoso me alzo
desde tu desbordada mar de tierra,
al río en rambla,
de Júpiter complaciente,
príncipe y rey tú,
oh, gran olvidado linaje,
caudillo orador de los vientos,
rajas el ocre
de tierra impune que mi Noto,
muerte no teme;
lámina de bronce mi pecho,
qué clase de muerte
tú difundes y apremias
como divinidad en coro de Ninfas y Sátiros,
mis ojos, sin lágrimas, vierte.
Oh sola belleza tú,
amapola venidera,
augur de cuanto he sembrado,
Ababol sonriente, Vestal en llamas
iridiscente,
por Helena de refulgentes estrellas
por cabellos,
derriten todas mis arañuelas,
Padre de los cielos,
Padre del viento, acoge mi fiel ofrecimiento,
en este atrio castellano.
El Castellano
II
Amapola, vestida granate,
tu sola sangre de tierra,
desnuda como el cobre,
de tu rayo en luz de Sol,
mismo amor afliges,
en paisaje que tu belleza no vence,
rindes auroras en tus pétalos suaves,
río de tu curva,
y montaña de labios ondulantes,
día en tu cuerpo frágil,
escucho tu voz como sangre circulando,
del Padre Astro,
rocío que en tu seno de amapola,
observo,
tu calidad de espejo,
y sábana bermellón,
arrullada,
tu ternura inocente,
como álgido vuelo leve,
sobre ras terreno.
Tu voz, que me enseña desde los trigales,
a los cerros advenedizos,
siempre tu rojo,
que en mi corazón existes,
como azul de mares,
sólo tú escribes a la sangre,
de mis sueños,
¡Oh, ababol flamígero!
¡Sangre y sed de Sol!
Förüq castellano Miguel Esteban
Elogio de tiniebla:
Solamente solo,
entre dones de piedra,
y murmurios de desierto,
sequedad de dunas,
y arena de alguna luz distante,
verdad cabalgada es estallido nocturno;
destierro con llave,
las puertas del reino tenebroso,
oh, ángel de metal,
inquirir muerte contra yo solo,
pensamiento, o, porfía,
tiento en venas de alguna espada,
levanta cielo,
mi póstuma ceniza,
misma calidad de sien de luna,
atravesada,
para que mi ser pese sobre terreno,
valerme quisieran siglos de pólvora y verdín,
quedarme sin huesos sobre el plomo,
y los muros d' esta sombra,
fortín de futuro,
y sueño reverdecido,
buscando estoy mi camino,
de pulmones sin sangre asfixiada,
ni alumbrador rayo de instinto seguro,
golpe de vida en claro, oscuro,
ser pobre de cantares ávaros,
y necesidades neutrales,
canto del río a la pena Estrida,
glorifica, mantén a tiento niño pedigüeño,
oh, frontera tu curva,
estaba yo muerto,
sí, enseñanzas de la juventud.
Förüq castellano Miguel Esteban
Alzado Hipsípila:
Hipsipila.
Fuego y sangre,
de dragón volador,
crisálida azogada,
reflejando su muda,
y a su dueño abandonarla
para ver lámina de cielo emplomado,
lejano y distante su reino de amor está.
Como su princesa por capturar,
el pájaro único, igual a todos,
blandea en estiaje gris lánguido.
Mientras llueve en el jardín inglés,
bruñido
su color añil.
Vientre de hierro;
donde crece su flor de difunto.
Vaga libélula destinada,
al estanque de la vida eterna.
Camina, difumina, rige su cenit.
Viejo lobo reclama,
a su enamorada luna.
Que le lleve,
tordo, de la oliva tu fuste,
junto con el córvido tesoro,
de nueces,
el duende su pipa humeando
El esfumino del sonido del grillo.
El reposo de Castilla;
sin preludio, de su princesa,
que no amará su tierra,
si no a su Hipsipila, captor de su vida,
alba más preciosa;
que su anterior atavío triste,
mira los ojos de zinc, de su dragón,
y la magia vuelve a su Amor.,
fúlgido
insecto; primero en descubrir,
el estanque y al beber,
dragón tornó su ser.
Ahora le vendrá el reino,
de los valerosos hombres,
él
con ojos de fuego, y sangre,
mimetizarse puede, y en voz,
deslizarse, fúlgidas cabelleras;
cual hombre del norte,
nada le oculta a su princesa,
que ya más no quiere;
seguir sus tareas de castillo.
Ella quiere casarse, con su dragón locuaz,
inmortal, que le guiará,
al estanque, de la vida eterna.
Un pensamiento divaga,
del ser en que ella abrirá,
el albita de la cuerda.
Del grillo que marcará su son.
En violín y oro caracol.
Con siniestra forma de corazón.
Vagaroso se deslizaba un otoño,
que siglos no recordaban,
su plomo de idea,
y su sangre de savia erizaba.
Lloraban dioses a la entrada de la puerta terrena,
Ostara protegía a su hijo Hipsípila,
le arrullaba, él en dones terruños
relucido,
era encargado y capataz sus superiores,
a su castillo llevaba que sembraba,
toda simiente hasta del más
recóndito,
umbrío albor.
El reino humano, no entendía
su don
y le denominaban, capataz del demonio,
él encontró y amó una princesa,
que erizaba todos sus vellos y filamentos,
de dragón volador,
la llevó a su castillo olvidado,
y en rito la desposó,
enamorados, la armonía, sembraron,
en envidia, y recelo por lo que no entendían,
todo humano se alzó en rebelión
reclamando
la vuelta de su doncella princesa a su tierra del
norte,
todos los pajaritos del castillo de Hipsípila,
trinaban y crascitaban Hipsípila,
siempre vivirá como vigía su padre Sol,
el dragón mortal-inmortal,
preocupado por el edén su castillo,
se acercó a preguntar al tejo milenario,
aguardaba el bosque umbrío,
de toda sombra nacida,
llevó a su acompañante protector, cuervo Förüq,
posado en su hombro derecho.
Sólo una pregunta mía
otorga respuesta
a vuestra consulta,
Hipsípila,
¿Cuál
es el nombre más antiguo conocido,
con que los primeros hombres,
refirieron al grajo negro, de nocturna vida,
y plumaje azabache, que moran en nuestro ramaje?
el cuervito en hombro de Hipsípila,
lo sabía,
por ello sus padres le pusieron ese nombre.
Förüq apretó sus garras en hombro,
y le crascitó a su protegido,
mi nombre es estirpe y linaje referente a ese pájaro
misterioso, el tejo de runas pregunta.
Förüq respondió Hipsípila
al tejo milenario.
Respuesta correcta,
debéis despertar al tercer reino del umbral,
tomar la llave para lograrlo,
la cerradura se encuentra,
en el estanque la vida eterna,
al final, como conoces,
del bosque de la sombra y madre tiniebla,
allí escondió el cerrajero universal
Hierro,
la cerradura despierta al tercer reino
todo lo yacente difunto.
Förüq castellano Miguel Esteban
El castellano
FINAL
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