sábado, 8 de mayo de 2021

Barbecho arado 2008/2018

 PREFACIO:

¿Existe en verdad otra vida oculta detrás de esta vida que vivimos? No, no digo más allá, aquí, entre nosotros, sí, esa vida que a veces se nos niega, ensombrece y se empeña en llevarnos de la mano allí donde las horas agonizan, el tiempo, irreverente, es una cruel amenaza y las sombras con sus garras invisibles, nos rasgan más allá de la piel, de la voz y la palabra, para llegarnos al corazón, no a la víscera, a esa máquina perfectamente conjuntada con la vida para hacernos latir correctamente, no, hablo de otro corazón, de ese que duele, del que de forma imperceptible llora, a veces, sonríe o nos hace sentir el mundo de otro modo, de ese corazón es del que hablo.
Un corazón sin una ubicación concreta dentro de nuestra anatomía humana.
Este es el enigma o intriga que te queda después de leer Barbecho acrisolado de Miguel Esteban Martínez García, porque a pesar de ser un poemario poco común, sí habla de la vida cotidiana, de su vida cotidiana, por mejor decir, ya que este joven poeta nacido para escribir de una forma natural, es un observador nato, capaz de encontrar la belleza en pequeños detalles, esos en los que la inmensa mayoría no reparan, tan imbuidos como viven en sí mismo, de esos que no ven más allá de sus ojos.
Razón por la cual Miguel Esteban se nos presenta como un gran innovador de la poesía española, a través de sus impecables poemas, descubres que sí que hay otra vida, pero aquí, entre nosotros, esa vida de la que él bebe hasta saciar la sed de superación verso tras verso, para el disfrute de los amantes de la no poesía adocenada, aunque no por ello, elude hablar de sentimientos, de vivencias propias, pero desde otra perspectiva, lo cual es de agradecer, en este momento en el que el ámbito poético, está plagado de tópicos, sexo y otros temas demasiado manidos.
Miguel Esteban, pese a beber en fuentes poéticas para muchos autores arto difíciles, como son Valle Inclán, Aleixandre y otros autores del XIX, su poesía es fresca, actual, porque aunque los hombres nos empeñemos en sustituir a los viejos y arcanos árboles bien arraigados por monstruos de hierro y hormigón, nuestra raíz, está en el subsuelo y es allí, donde Miguel Esteban encuentra su inspiración, en nuestros principios tan denostados, tan materializados, tan fieramente heridos.
Su obra bastante extensa ya, se ha ido enriqueciendo poema tras poema. En esta, su última obra por ahora, se aprecia una preocupación y una sensibilidad, que roza el misticismo, su amor por la naturaleza, la que tiene al alcance de la mano, la que observa, la que mima, son sus más fieles aliadas, así como mitologías,
Leyendas, y ese maravilloso mundo de Trasgos, Hadas Íncubos, etc… consiguen darle a su trabajo una personalidad poco común. Toda esta amalgama hace que la poesía de Miguel Esteban, sea muy plástica, hasta el punto, de preguntarme a mí mismo si es un pintor que describe paisajes o es un poeta que retrata con la palabra toda esa belleza que sus ojos captan.
En Barbecho acrisolado, podemos descubrir la progresión de un hombre como los demás, aunque claramente mostrándonos su interior de forma más limpia, sin artificios, dejándonos descubrir a un poeta que se muestra desnudo en cada verso, o vestido de él mismo.
La combinación perfecta, es conocer y entender este poemario con criterio aparente de una dramaturgia, no en su estructura, sino en el espíritu intrínseco del derroche de sinceridad, en una alianza entre ternura y dureza, pero siempre, siempre poesía limpia, clara y transparente, espejo en el que vemos el alma del poeta.

Marcelino Sáez García




LUGH CABALLO SOLAR:

Lugh Solar y Poderoso,
jamás a ti te hable el olvido disuelto,
ni se rija tu onda luminosa como tronco esbelto,
digno a abatir el rayo,
noble melancolía por tu madre difunta
Tailtiu,
en el alto cielo,
tu grandeza
sea reguero de oro.
La tierra secunda en nueva cosecha
por talentos colmados a florecer,
viento sonoro guarda tu hermosura
Rey Padre,
El páramo yerto perecerá
en ámbar blando
de aroma besando tu frescor
de vida nueva.
Abatirá la sombría dulzura la tierra,
ilumina mi pluma al honrarte,
suspiro de mi estruendo crepuscular;
nombro al pájaro misterioso
que te pertenece
cuervo que otorga el anochecer,
Sicut nubes, quasi naves,
velut umbra.
Años pasan yo busco mi recto yermo,
triste aflicción por aquel tomo de tierra
como las sombras vaporosas.
A ti Creador de luz,
acógeme, pinta esta mi noche negra,
amigo de imagen solar,
soy por cuantos Soles he nacido.
Por sosiego de tierras ignoradas
dame su gloria.
Camino afable con tu candor a seguir,
blasón yo no pido
ayúdeme a desplegar y sembrar mi porte,
en tierra a cabalgar
y deslumbrar.
Lughnasadh, Lammas, abro celebración
para generar nueva vida
en cosecha nueva
limpiando en tu nombre Lugh,
toda tierra.

El castellano




Contenido
1. ALMA DE ALAMEDA
2. RAMILLETERO CIEGO:
3. POR TU PLÁCIDO YERMO:
4. SUAVE NUBE RÍGIDA:
5. AFILADO TORDO:
6. IMPRONTA REVERDECIDA:
7. LADO DE MI PUENTE:
8. PRISMAS EN CALEIDOSCOPIO:
9. JURISCONSULTO DE SOMBRA:
10. FLOR DE SOMBRA:
11. VIDA DE LA VIDA BAJO TIERRA:
OLMO DE IMPÍA MANO PLANTADO:
12. JURISPRUDENCIA DEL BESO:
13. LARES DE EQUILIBRIO PERFECTO:
14. ECO DE AYER VESTIDO:
15. CALLAR DEL ASCUA:
16. BLANQUEAN SUS ASCUAS:
17. TU BRILLADORA ESENCIA:
18. OSCURO RESISTILLO:
19. CRUEZA SEMBRADA:
20. VENAS DE LUZ 2:
21. DOS SOMBRAS:
22. BRUMA DE OTOÑO:
23. SANGRE EN HIERRO MONTADA:
24. ESCARCHA SOMETE:
25. URDIMBRE PRENDIDA:
26. DESTELLEO DE ESTAMBRES:
27. CUERVO DE IDEA:
28. VENA DEL CIELO:
29. ACRISOLADA IDEA:
30. ONDA PERPLEJA:
31. RIERA DESLIZADA:
32. INVERNANDO:
33. RAÍZ DE SOMBRA:
34. TERSURA DE PALABRA:
35. TRANSCURRIR HELADO:
36. VALGIO ALUMBRE:
37. TEMPERAMENTAL AFRENTA:
38. LUZ DE HUESO GASTADO:
39. CENIZA MÍA DE ÁRBOL:
40. REFLEJO NAVEGADO:
41. HONROSO, TIBIO PULSO:
42. FLORECIDO MÁRMOL:
43. MIRADA HILVANADA:
44. PECHO EN HIERRO MONTADO:
45. INSEPULTA TIERRA:
46. HÓRRIDA SOMBRA:
47. FRONTERA TU LETRA:
48. OSCURIDAD VENCIDA ALEGRE:
49. PANAL DE IDEA:
50. SIMIENTE DE SANGRE:
51. INFAMIA TORNASOLA:
52. VILO RECTO, FORJADO:
53. INFINITO ACIAGO SEMBRADO:
54. LUZ EN REPRESALIA:
55. ENCLAVE AMILANADO:
56. RIERA DEL SEGADOR:
57. CLEPSIDRA DE VIDA:
58. ROMANCE DE DESTIERRO (VERSO LIBRE):
59. DESALMADA SIEGA:
60. LLAMAS EN OJO DE SANGRE:
61. HORIZONTE QUE ATIENDE:
62. LUNA TRECE:
63. RESCOLDO:
64. ETERNA LANZA SESGADA:
65. CUERDA YERTA:
66. HONDO CREPITAR:
67. PERPETUO DESMÁN:
68. VIDA TRUECA EN HERRUMBRE:
69. SOL CRECIENTE:
70. NOCHE LÚGUBRE Y UMBRÍA:
71. IRIS DE OJO DE SANGRE:
72. PUDOROSA SIEGA:
73. FÉRTIL ESCOLLO:
74. ESPEJO SULFURANTE:
75. ALJIBE BULLE:
76. IMPÁVIDO DESPERTAR:
77. LUCIENTE LLAMA:
78. FÚLGIDO ALIENTO ESCONDIDO:
79. TECHO SIN TIERRA:
80. OJOS ALBOS FIJANDO:
81. RAÍZ DEL AURA:
82. VORÁGINE DE TRASIEGO:
83. LUCIÉRNAGA DE NOCHE:
84. RUNA INMOBLE:
85. NÁCAR FIJO:
86. CAMINO DEL ESTÍO:
87. SUEÑA LA REPRESALIA:
88. NEGRO ASPAVIENTO DE UMBRA:
89. TRENZADO DEL TERRENO:
90. DIESTRO DEL MAR A LA MONTAÑA:
91. DISPUESTA GRANA MALVA:
92. ALBO ESPÍRITU AZOGADO:
93. ENDOSELAR CANTANDO:
94. RESURGE EL AÑIL:
95. SOCAVA MI TARDÍO:
96. TIERRA A RAÍZ, SOMBRA A IDEA:
97. SIGILOS DESPOBLADOS:
98. VIPERINA FALAZ DE TIERRA:
99. CELADA QUE DUERME:
100. CANTAR CON SILENCIO:
101. BOGARÉ PIEDAD:
102. TARDE PARDA DESCUBIERTA:
103. REDENCIÓN SAGRADA:
104. TRANSPARENCIA HABITADA:
105. AZUR DESNACIENDO:
106. PANIDA DEL AZUR:
107. RAÍZ DE ALBOR:
108. MI PARRA ENTONA:
109. SURCO QUE LABRA TU SEDA:
110. CANTA MI SANGRE YERTA:
111. ETÉREO TU SOTO DE ALMA:
112. TIERRA EN EL VIENTO:
113. PACTAN MIS FALANGES:
114. SI A LA SOMBRA CANTÉ:
115. PIÉLAGO SANGUINEO:
116. PAVESA EN EL VIENTO:
117.ALBOR DE PECHO ABIERTO:
118. HACIENDO CARGO, DESDÉN SENTENCIADO:
119. LA UNA DE POLVO:
120. BROTANDO DE RAÍZ:
121.OPACIDAD ESTRIDENTE:
122. ALTO DIJO, COMO LA NOCHE:
123. SOMBRA, SANGRE DE AGUA:
124. DUDA DE CERTEZA:
125. ABRE TU NÚMERO:
126. DEVELADO ASCENSO:
127. BRUMA DE IDEA:
128. ORFEO INVICTO:
129. ELOGIO EN SOMBRA:
130. EN MEDIA AZUMBRE:
131. VERTIGINOSA CONTIENDA:
132. VASTO DOMINIO TE ESCRIBO:
133. ALBO TRAJE TU MIRAR:
134. ORILLA DE REGUERO:
135. SEGMENTADO DESNACER:
136. CERRO Y TINIEBLA DENSA:
137. TUS ACRES POR PECHERA:
138. SOLITUD ESPINADA:
139. AGUA SOCARRADA, ELÍPTICA TRAVESÍA:
140. FERVOR EN LUZ SOSTENIDO:
141. CRUEZA:
142. AJUAR GASTADO:
143. CANDAVMÍS:
144. CUCHILLA DE SILEX:
145. GENII LOCORUM, TODOS DESPIERTOS:
146. FLORESTA DE TU VERSO, CARNE Y ESENCIA:
147. AYER DEL HOMBRE:
148. MAGNIFICENCIA EXACTA:
149: EL SIGNO DE LA ESTEPA:
150. ROMANCE DEL DESTIERRO:
FINAL GRILLO III







1. ALMA DE ALAMEDA:

Vuelve la caricia de sus ojos,
arderá su incienso sin mirada,
desfallecerá mi espíritu sin otra tapia,
luminosamente pliega su entraña,
armonía el canto de su zorzal,
brisa en selva de sus melodiosas
lágrimas.
Hojas ciñen mi cuello en amarre
como tenebrosas yedras
al árbol recio secunden.
Desvanecerse puede
el sueño flamígero,
hablaste en panida rosa,
del sueño de Morfeo
en alta espina infundada.
Segaste atroz,
cándido fulgor,
voces de todas las cosas,
nombres a mis astros
encumbraste,
bautizaste rocíos
con humedad de tus ojos
insolventes,
en estambres de rito
colgaste tu luz de mujer,
pétalo tú de elogio.
Lírico prisma ensordecido.
Mecha de mis deseos prendidos.
Melodía eres que fluye por dorados.
No me escondas nunca
tu poema solar.
Alegoría, flor de Hércules;
exúdame tu dicha desnuda
carnal lira ungida,
nostalgias del mesón
hacia mi sonrojada pesquisa.










2. RAMILLETERO CIEGO:

Ora golondrina,
desdén y pesares no amancilla.
Voces de encanto llenas.
Aquí alzo rosas,
alabarlas pueda de hermosas
belleza gala, ni cubre,
su cerco cándido, oloroso.
Luz ni color en cáliz de amor flagrante.
Flor de las flores sin igual matiz;
cerrojillo de tus amantes piernas.
Halagada, feliz la escamosa sirena
de tus mares de venas.
Harta borrasca beldades enajena;
arena, redes, mástil, mi barquilla
en brea.
Por quier anublen mis cielos.

II hoja:
Mis azares dañar pueden
tus azules en tierra.
Este clamor de cebo engañoso,
febril reclamo de este anzuelo.
Humilde osadía
Viene ella como una amapola
con ceño vetusto
le responde su barón
que oye tocar su viola,
dispare su pistola.
No te apures castellano,
no importa miseria
cuan hombre secunde
su vil indecencia.

3. POR TU PLÁCIDO YERMO:

Pequeñas suaves palabras
para el silencio,
nada jóvenes para susurrarte
hicieron transcurrir el beso,
beso te beso hasta tu descanso
dame tu mano
por si el viento lleva
por esos años dulces,
soñados para escalarlos.
Almenas, rejas y candelabros,
francas para el silencio
unidas para tu poeta muerto
que vive del suplicio invernado,
palabras al silencio ardiendo,
cada muralla un tiempo no escrito,
cómo amurallar un silbido.
Y tú ¿me seguirás de nuevo?
No es tiempo de abandonar,
trabajo sobre el trabajo,
descanso sobre la música,
disfruta que danzaremos
encima canicas.
Abre mi descanso un faisán
de umbría sombra
acicalando ideas que me llevan
a tu casa.
Hasta descansar en la mía
siendo nuestra vida.
Un corcel sin manto ni estrellas,
un invierno sin capa dibujado,
palabras sin despedida
de la huella ayer;
trasnochado en carrusel sin rosca
alumbrando,
sílabas dulces nacidas deprisa,
socavé mi tardío castellano
para que vuelva su yermo,
vestigios de espinas y cardos
allí encendida una la rosa
entre espigas de estaciones,
y prados caracoleados,
era tiempo de rizar ascuas
y adentrar la nieve
en tus colinas,
hasta anidar
en tus reflejas piernas.
Hechas para condenarse
hechas para quemarse,
hechas para quedarse,
hechas para arrullarse,
hechas para mi siniestro caracol
de Hipsípila con forma de corazón.
Sonaba mi caparazón sonoro
una lira en cuerda yerta.
Nacía mi subrepticia
llamada amarte.
Hasta la caída del tiempo.

4. SUAVE NUBE RÍGIDA:

Foráneas eras propias
con vástagos
de Ninfas y Sátiros;
se plantaron de peces
altos árboles
y guiaron profundos rebaños
en el mar
afrenta impía de soledades,
que duermen
y nadan sus corzos secos
de estirpe dorada,
carcomida, agujereada,
de siglos;
Azul nube de mi vida,
abandonada
sin ojos suyos ni míos.
Bajel de mi custodio
incólume,
de ciprés mi valer
mi férreo pecho
en cobre
de mi fugitiva entraña.
Lluvias de esta sequía
Híadas que mi sangre, tiznan.
No me encrespará la osadía
temprana, aunque me enseñaran
a luchar por lo que quiero.
Impávida por este mar de tierra
reduciéndose a la arena
más pálida.
Mi Noto impune
que muerte no teme
conculca mi desorden,
áspera quebranta el pío.

5. AFILADO TORDO:

A ese mirlo, mirlo único;
Córvido negro de profundo ojo
que picotea y escarba mi idea.
Que crascita su estirpe,
dejadle mi patio cada mañana
rubor de cristalina ala,
sólo hasta que no me queden ideas
que son como lombrices cristalinas
nacidas del agua de mi frente.
De esta enjuta tierra me camina
el alacrán.
Un campo de sierpes y torcaces
de grises ceños al ocaso del día
que entre mantas y saetas
se acuesta un sol ciego.
Audaz mirlo que ahuyentas
mis espadas.
Tordo entre espinas arreboladas
haz que se acueste mi mañana
bajo tus alas.
No me destrenzará la osadía
temprana, ni el día terminará
de llegar.
Tu risueña pitanza en corvo pico
ultrajada; Vine por tus voces
desenterrando abrojos y señales
uniendo el fin del día
con el fin de la noche
como tú quiero vivir,
termina mi idea.

6. IMPRONTA REVERDECIDA:

Unge el vespertino roce
de tu ausencia habitada,
una viperina falaz de siembra,
allá donde el silencio transmuta
la sosegada vida de mis falanges
rutilantes, un alambre de búsqueda incesante,
de tus mares de boca
mi néctar dispuesto,
miel de Dioses que encajan
mi sinestesia elaborada,
más quisiera apelar a lo innato
de mi naturaleza,
que llamaron pureza,
luces de sueños rotos por enmarcar,
hondonada de las nuevas visiones,
tiempos cambian,
palabras a la fosa,
yo estoy esperando mi panal
de sombras de idea
sólo tu saliva verdadera
mece mi extasía,
por ende seguiré encargado
de esta acequia
dura, absorta de entregarme
al hendir de esta mi azada
poder del sueño exagerado,
que nunca he alcanzado,
mira mi camino
soslayando
las rosas de la aurora,
entregando pleitesía
a tu señora mirada,
no te guardes
si vuelve este mi vencejo,
afilaré mi sombra
para entrar en la tuya.

7. LADO DE MI PUENTE:

Quedase austero
el pretil gesto
de ávidas secuelas,
rupturas de esta compuerta,
de altura traspuesta
me alumbra esta ausencia
habitada, inducida,
paladeando mi dulce yerto,
conforte de volver a verte,
mampuesto en febril idea;
Apacibilidad de tu seña
y armoniosa senda,
me infundes arte de amarte,
hasta el diminutivo de mi término
castillo.
Por lo que de castro
soy castreño,
andariego,
que morir niega,
perdura la onda
de tu entraña,
clamor exaltado
en visiones de Quimera;
que resuene alto
bajo el asfalto,
que vine a tejerme exhausto
torres con callejas
me nacieron,
en amores
del dulce amargo hiel,
fuente fría y negra
de vivos troncos,
sentenciados;
sed como viva esta empresa
de brasas,
amargas piedras
del lenguaje,
hondo tallo
pronunciado sin base
ni escueta prenda,
Luna no te nombro
porque mañana cuarto menguante
entro en rito,
confunde mi luz
tu hermosura
en voz y gesto
abismo pedregoso
preñado de paz,
sosiego de mi armadura serena.
Mieses que arrullan
colmenas de nidos
de cobres nativos.

NUBE DE HIERRO:

Suyo cristal vagaroso
que sujeta su frente,
es como vidrio
azul que plañe y plañía
fríos deseosos
de otras frentes,
de otros animalitos
de tempestuosa calma,
avancé sin mirar;
fui por tu densa sombra
sin otros lares ni estrechas sendas
que guardasen tu vilo,
al crujir de miles astros,
tu piel erizaba
como viborilla
que todos mis nervios acurrucaba
entre el inerme tapiz de nuevo musgo.
Tu barco de seda inextinguible,
mi alma se iba,
naufragó en otra orilla,
sin tus montes avizores
con latido aplacado
de hondos rugidos,
sangre por juncos enervados
clava al aire su verde,
sed de calor, o vida,
quizá algo más,
hija del astro,
empírea ascua,
con estelas intangibles,
oídos que crujen nebulosas
en quemadores
azotando este mi carbón.
Símbolo arcano de luz pudiste,
arregazar sombras
para dormirlas en el hielo tus ojos.
Bajo el signo de la estepa
que vio acoger
el alacrán sereno
con sus pincitas
sólo cercenar un suspiro de vida
puede,
no suena ya mi caracol sonoro
ni lamento áspero
ni tristeza fría, en él late.
Plañía mi espíritu
en otra rivera,
en otra tierra castellana,
abrazando mi sombra
sin mi pecho nunca más.


8. PRISMAS EN CALEIDOSCOPIO:

Oscuros, negros, tibios
lirios en sangre de brea;
Acolchadas desquicias
en híbridas campanas azules
de los ángeles, yendo en borde,
siguiendo círculos,
moviendo espirales,
Vientos noruegos me llevan
sin patria, vencida por mitología.
Quicios de lúgubre destelleo
en oscuro límite tétrico
y sus mansos caminan,
hacen nido sedoso
en moreras del sueño;
Vida través de una vida
dentro los hoyos del Sol
que sudan, sus notas de uvas.
Visitaré a Cernunnos
en el seno del bosque,
hablaré del cuerno roto
y su sangre que brama
flores de helechos.
Quién sembrará mi campiña;
estirados mis soliviares
entre azares que suerte corre.
Traspuesto al mantillo
y su compostaje silvestre
que solo se mantiene;
Verano que socava dormido
para sepultar los cardos
que tierra come
y levantar la estación
de los difuntos con hojas caídas.
Otoño sus fríos que me despiertan,
terminando de vivir el ocre
y su yerma plácida
de tierras sin brotes
en ventura de savia fría.

9. JURISCONSULTO DE SOMBRA:

Este mi humilde canto,
pedregoso, que blande,
que pregona compás en arraigo.

Quimera a tiempos
en puñal pretencioso
de espigas de idea.

Patria por siempre sin sentar;
Fugitivo sin amores,
surcos de fugaz simiente.


II
Docto de tu dulce vientre
tras fuego de ababol,
entre tierras de tus reflejas piernas.

Sed de mi sangre,
renacer acompañante,
aljibe sin fondo a florecer tu entraña.

Amor de pecho a espada
blancos que el ser crestéa,
jurisconsulto de este ser de espuela.


III

Redentora hoz de labriego
soñador, en soto de silvestre rambla,
febriles rejas de esparto.

Pinos que caracolean
el camino de este fruto de ensueño,
antes que morir sin amapola de fuego.

Creo, nazco y completo
una flor de la misma sombra
que trajo en fruto de la primera mujer Eva.



10. FLOR DE SOMBRA:

Impetuoso campo de mi celaje,
allende mis altas torres de belleza;
Inmobles rastros en piedra tumbados,
estos barbechos que me piensan;
Por almenas seculares,
remembranza en bastión,
de andariegos siglos,
me enhechizan flores de sangre,
pedregosa loma desgañitada;
Tráfago en mimbre cabalgo,
recama tu alma
como una losa sin frente,
ni gemelo tiznado,
por tener ajuar astro renombrado,
alzo mi quieta dicha
entre gentíos de mi oeste,
desvencijada suerte,
por azares de plomo y zinc,
fúlgidas cabelleras
norteñas en crestas
sin linde mutable,
acababa de irme
y no soy adorable,
es una fosa de recuerdos
ahogados en silencio,
vagaroso desdén
que me enjalbega
en cuerpo,
mi luna fija, vaporosa,
luz en libertad de mi regazo,
abismo cercenado,
de cálido espanto;
sosiego, quietud del bastardo,
regio Lugh meditando.
Sin mis vencejos
no brota esta fuente,
naturaleza cuando amarte
se vuelve arte.


11. VIDA DE LA VIDA BAJO TIERRA:

Tornadizo quebrar de la simiente
acaso el ojo de tierra no viese,
clepsidra en goteo,
del Nitrato de Chile
En este mes de la parra
y de la zarzamora,
sulfatos de cobre anidan
su violáceo vientre
que respira;
vida de la vida enhiesta,
mantillo sin raíz oscura,
viril anélido sin carcasa,
fértil embrujo de larva
y su hechizo que metamorfosea,
sin aroma no preguntes más,
liras blanden su chirrío estacional,
que avasalla sin hacerse espíritu,
tojo clavado al viento;
Castilla tú lloras
dehesa sin letanías ni espinas,
de lanzas,
lo que vence mi inmortal llaga,
enjalma mi verde intelecto,
orvallo de mi rivera,
viaja mi idea,
cayendo el Sol arriba,
desde lo alto,
un largo recodo sin franca,
vega compadecida,
que riega esta enjuta,
en cal y cantos despierta
de su arcilla dolida,
Diosa zurda tu nombre caminas
más por donde el arriano
plañía, y plañía, plañía,
su seco llanto de corazón
esquilmado.

OLMO DE IMPÍA MANO PLANTADO:

Exiguo campo de fatal avidez
y musas en bronce celadas,
sosiego calcula lo venidero
por dorados techos vencido,
por cuanto Parca ha conocido,
cuadriga del mañana
y sus cien rebaños
del afán que se lleva dentro,
grey de sombras en silencio,
triste, densa tensión escucha,
del funesto día, huésped
en la negra noche profanado,
afrenta de sus campos,
señero inmóvil,
que escucha a las víboras
sonando, guardando
al inofensivo lince asustado.
Vernal lozanía
sacude su rostro de luna,
entre sombras huidizas
y destellos planos,
en seno de esta avara tierra,
se despliegan las rosas
del rosal ya florecido,
su fugaz hermosura,
chopo gris y opulento pino
musitan la acogedora sombra,
suerte en urna del destino
que embarca o hunde en el abismo.
Viaja el corzo mi idea,
entre flores que primavera exime,
verde flor aún en capullo
soterró el otoño
y los fríos vernales,
alza un lustre caduco
al servil gozo de su tierra.


12. JURISPRUDENCIA DEL BESO:

Vanos sentidos
temblando la noche tenue
cosida de luces efímeras,
lecho partido
mitad oscuro mitad luz.
Luna que descubre y muda,
sobre la soga que retuerce
el olmo frío y duro
un invierno trasnochado
que huyo
y huyo buscando tenor de ventana,
fría endeble quizás áspera
como la hoja.
Vinieras y te quedaras
como la suave caricia de primavera,
mar de tierra que estira y no duela,
otro camino se afila
sin desvanecer;
piedra cerrada que te alcancé a ver,
cristal de metal, perpetua, fugitiva
destino precoz te alumbraba,
como eras,
pluma de tierra,
sonrojada vida a mi vera,
planteada osadía de quimera,
vorágine encendida
mi esfera prendida,
ascua por el Sol que espera.
Diosa, mi ciudad ardiendo
en el sueño de mi paraíso ciego.
Plaza en la historia del corazón.
Sombra de mi destino prometido,
serpear incesante por tu imagen
no preguntes a mi espejo,
ni al viento sesgado
soy etéreo como sombra de ciprés
un día nublado.
Espectro del vivo silencio
encarnado,
palabra sin precipicio
ni soga que levanta,
moneda de tres caras,
espina en la rosa de tu tierna cara.


13. LARES DE EQUILIBRIO PERFECTO:

Coso mi atelier simétrico,
nacido entre ocasos vespertinos,
sí esos cuando la flor camina
con nombre de mujer.
Vidas en haz purpúreo
al argénteo astro;
invisibles senderos
sin sombra ni difusos lares
donde los afluentes
confrontan en tu ser,
sin brío no hay pureza,
sin pureza no hay sangre,
y qué yo no te daría,
acaso el silencio no fue esculpido,
por impulso del error,
raciones de arvejas consumidas,
por llamas de lúgubre hendidura,
Dioses míos yo cómo era,
bueno no me acuerdo,
seguiré con mi venda
hasta que ella me la destape,
secuéstrame en tus dignas alas
que yo vigilo
como vigía de nuestro sentir,
custodio de este sin vivir sin tu ser,
no hay luto de espadas
que no se afilen solas.
sin sueños no soy hombre,
ya lo dijo alguien,
fusión del frenesí
hablando con su infinito a solas,
como cuando se siente amor
en la vida,
sólo una vez y perdura
como la letanía
de escarcha derretida,
yo no estoy despierto
he venido a asesinar al tiempo,
y que se cobren con él mis deudas,
sigilosas, etéreas,
hasta arrebatar su azada traspuesta.
Así mis esferas sean siempre verde-azules,
como la verde espiga el agua
que la vuelve pasto.

14. ECO DE AYER VESTIDO:

Honrada tibia luz caída,
pasaba y me ungía este sol puesto
una mañana amarilla, vestida de invierno
y su frío azul, encendía mi cigarro
y un humo y un eco envolvía
un hueco que dejo abisal la última helada,
carretas deslizaban las nubes
abriendo el vientre helado del cielo
este Sol tímido de invierno
parecía asustado sin ocaso
ni pájaros fantasmales
que le hicieran nido.
Me cobijaba la sombra de un ciprés enhiesto,
abría las puertas de gramas voraces,
lirios negros franqueaban mi verja
de pensamientos que se amontonaban
en la puerta, rezaba a mi Sol
que no me hundiese la primavera
como si él eligiese esta sequía
que la tierra llora y quiebra sus entrañas
vestidas, el viento era más fuerte que yo,
llevando y sujetando el iris de nuevo cierzo,
crascitaba por ramaje de mi muerto brevemente nogal
de sombra densa cobijando tenebrios,
bajo sus hojas caídas.
Portón de tiniebla, el paso de su oscura raíz,
despertando el devenir
rompiendo el nicho de la primavera futura.


15. CALLAR DEL ASCUA:

Este bregar me cubre,
del que vengo,
un sol de esparto,
un ocurrir del que venga mañana,
nubes acolchadas me aguardan,
por febriles heladas,
horizontes sin guardas,
ni francas tapias
deshacerse puede,
era una luna de trapo,
que espolvoreaba la tierra,
su belleza se acostaba
en dunas de plata
mientras su alta ojera desplomaba,
su insomnio de infancia miro
y dime,
por mi desnuda imagen
que yo cerraba mis ojos
se acostaba a plañir,
tu transparencia me clavas
como ferviente yunque helado,
las espuelas tuyas corren sin caballo,
intranquilos ceños
me conducen por muros
y celdas de sosiego.
Cuándo venceré en este diáfano cuarto,
donde las sombras caminan,
y las voces en letra difuminan,
esbozos en coro de grillos,
en este lecho,
mi nicho donde me acuesto.
Confín de vagarosa imagen
que despierto,
cada vez débil,
cada vez más encerrado,
surtidor de fantasmas
que arregazan era mi dolor,
esperando para brindar con el enemigo,
humo oxidado sin ojos que duelen.
golondrinas dulces balancean mi día,
día entre sotos sin perdices
caminando mi patio;
fabricándose en él escarchas azules
con todos los rostros de diciembre.
llave fue, cincel encadenado,
lenguaje del ser claveteado
en recuerdos vanos,
polvo de poema parlotea
y dirige a callar hogueras,
fuerte raíz es palabra,
un calor retumba,
sobre márgenes de ríos sanguíneos,
reposa sobre la música su alba,
ventiscas que trae la noche,
alejando, alejando los sueños;
despertando el pasado,
abriendo luces en osadía
a quebrar el tiempo.


16. BLANQUEAN SUS ASCUAS:

He cosido, dibujado tu sonrisa
con tempestuoso órgano
al clarín violáceo de mis dedos,
avanzo senda con el fervor de mi Sol
dormido o estudiado alzo brillos a su dolor,
intransigentes palabras al silencio
que fue parco sin eco
sobre la sierra febriles dientes de siega,
me dijo su olvido que él no espera
a lo que abrirá mañana.
Ferviente luna sola abre su alta ojera
por cuantos la conocemos sin verla;
así su fondo sin sombras densas,
ni su acuartelada estela.
Mansamente cruzarte será verte
luz uniendo mis sueños de acariciarte,
condicional de reloj de tiempo disuelto,
leve planta criatura azarosa,
de translúcido amor en tu cintura
descorchado,
fugitiva alegría anidada,
el desertar de mi sangre fue llamado,
a realizarse en clepsidra de vida,
huyeron mis borbotones a otro cauce,
otras venas y arterias que te riegan,
juego como animal entre tus riveras,
piedra sin aljibe ni ortigas de auroras,
invierno de transeúnte helado
abrazas mi ascua de nicho,
al abrir de la flor que espera,
segunda tu avenida sin corceles de viento,
ni rizadas venturas afilabas mi carcoma,
oscuridad vencida alegre,
afinaba mi acordeón de quimera,
un transcurrir frío sin secuelas de difuntos,
deslomarse pulcro, entre la grama
de un recién abierto invierno.
Entonaba un grillo
un chirrío de soneto,
miraba mi estrofa ausente
blanqueándose entre hormigones
de leche,
siendo mi vida más
que un simple paso a la muerte.


17. TU BRILLADORA ESENCIA:

Ellos, fantasmas,
cruzan las vidrieras
como naves intocables;
luctuoso que envuelve,
peina los pesares
de las luces insolentes,
luz mayor y estribillo preguntando,
deslumbra a mis ojos
estupor que no aterra.
Fantasma de inmensidad
es este sentir sin sepulcro,
de torres vigías y almenas,
de tupidas sombras
acicalando las yedras.
Giran los astros
en orquestada sinfonía
casi etérea,
siniestro, silencioso oscilar
del oscuro péndulo,
compás negro que desliza
impases de sombras
en la vigilia de la noche,
ay la noche,
quietud de azabache,
carbón sin prender
por mi Sol,
luna sin maquillaje
ni hondo silo espeso.
Velo de ligero astro,
brilladoras estelas duermen
las dehesas con grillos
en madrigueras.
Naturaleza de pletórica tumba
llegada la hora,
en arpa bucólica gime este abrojo,
¿Duda cabe de su encantadora siembra?
Se nubla la sangre
al resquemor batiente.
En alas de pecho dirige;
labrada y retozona
es mi espera,
tierra sin Padrón,
abre este otoño de cambio brusco
que melancolía amancilla,
oro añil tiñen tus manos,
desde tu profundo selvaje
donde se plantaron
de peces altos árboles.


18. OSCURO RESISTILLO:

Alborada llena, llorosa
tu pulcra mirada,
indescifrable por el saber
no conocida, inquebrantable
al soplo trémulo, veloz;
fe flamígera de imaginación
en pie de verdes planicies,
y afluente en sopor
de todas tus flores desangradas;
llanas vegas reverdecidas
por las que corre el deseo sin poza
donde comienzan tus valles
y el canalillo tus dos estrellas,
inmiscuidas, sedientas,
alto, dijo,
acabo de comenzar.
Rubor argento en iris
de peculiar sueño, un esbozo
habitado tras los sentidos
dispuestos,
engalanados,
nardo soporífero
en esquela de lágrima pronunciada,
habita el azur en estela intangible,
secuaz del albor trenzado
por tu hornillo y mi cumbre de ascua.
Es una vena que corre traspuesta
haciendo posible, real
tu silencioso verbo onírico,
piel de tu verso, entraña efímera
al sopor iridiscente marchado,
no desciendas tu mirada
mi indecencia crece
como la dicha germina tu vientre
de ojera de luna,
alta, incuestionable
mi alqueza.
Se afila su nácar solaz
por irresistibles resistillos
nacidos.
Quiero comprenderte,
dame mi poema solar
mi oscura golondrina azabache,
tiempo gemirá simientes
albas notas,
descenderá la luna.
Vengo a plañir
vengo a besar tus manos,
suave, como imposible finalizar
si el signo de tu letra
no puedo besar
en la oscuridad.







SONETO APTO:

19. CRUEZA SEMBRADA:

Amándote ferviente, nueza llama,
presa amapola en sangre se quedó,
sonriente aurora, veza la heredó,
tu corazón alqueza, fuerte se ama.


Renuevo esta mi sangre, pa' ser rama;
Veraz la rosa, amor siempre alegó.
Al latido, su beso le ofreció,
la flor abierta en agua se proclama.


El estambre, súplica nocturnina,
piel acaricia, ya brindó mordaga,
su gineceo blanco, sanjuanina.


Óvulo y ataraxia, adreza aciaga,
tierra, anclada la doña saturnina;
Germina fértil vientre, enhiesta briaga.


20. VENAS DE LUZ 2:

VENAS DE LUZ:
Yo te busco luna entre bloques de hormigón
y cemento, entre violetas escarchas, yedras
nocturnas de este cielo sonámbulo con suelo calizo,
me rehúye tu ojera de nácar ciega, segura,
colgándose de mi puente escarlata, férreo, soterrado,
mas te escapas por las turquesas ramas
cielo plateado quién te tuviera, esta tu rama de idea
entre las manos tu miel de niebla, húmeda, trasnochada,
cual panal de lumbre quieta, deshojada,
tu lágrima que viste de locuras, de esquilmada luz
y sus azucenas,
mi noctámbula sangre y mi tinta bermellón
que te aguarda fiel a la espera, en la Torre de Hércules,
tu camino que serpea, y mi soga blanquea,
alumbrándose los árboles erizados, vespertinos,
que en lluvia cantan, su serenata santa,
acequia de tu ser, que la bruma pervierte,
colmada a tibio reflejo en fanales cristales sin tajo,
de tu hueso crepitando, apostando,
dunas del sueño, y metales esquivos
con azabaches siniestros,
cuentan los astros
que tu belleza duerme en sus incesantes
hogueras de sus cestas,
tú que te escapas por entresijos de negra ala,
quién te tuviera en sus palmas,
como destello escaparías
dejando una estela intangible, áspera, maleable,
de blanca pupila y granate adornado,
naciendo de ti un gris ciprés
las canteras se te rindieran, en presura,
un silo alto como tu luz de ojos abiertos,
treparía tu enredadera entre torres de belleza,
y brotarían las blancas estrellas
damas de noche,
llorarías tu oro blanco en abrevadero,
por tu escarpada longitud
y un eco nacería tuyo, solo, carraspeado
de la luz y de la sombra, una cadena para tu belleza,
que tus venas lleva,
en verticales pestañas negras, plenas, beatas,
en insigna sangrada, renacida, renombrada.


21. DOS SOMBRAS:

Soledad arregazaba
blandía sus brazos amilanados
en los que recostarse
a soñar la casa en el mar
con procesiones de sardinas
que sirvieran desayuno
con leche de las vacas
dibujadas celestes,
árboles en fronda volátil
tenebrosas líneas de horizonte
como cuerdas de violines
afinando nervios de nubes malvas.

Se querían dos sombras
como evanescer líquido, templado
de rocío por savia y tierra
y su desvanecer,
como flores a la alta espina
sirven su dolor.
Belleza oxidada,
ellas dos sombras
con camino de piel,
abriendo de la noche
gema profunda de lenguas azules,
era un camino el alba
para subir y descender,
ellas luz querían tornar,
vestidas de ásperas ondas
impalpables,
seguras sin obstáculo
eternas,
crispaban el tiempo
y se querían sin envejecer,
fría segura que su alma se iba,
suya, cristal vaporoso
de amarillo viejo,
su entrecejo deseoso,
querían entre noches
de gatos fugaces
por tejados colindantes
que anudaban rayos de luna,
su tristeza era pura
se anidaba en sus cabellos,
seca, entre sus cuerpos etéreos
la ausencia hacía verdad de idea
trasnochada,
su soledad muerta
de insectos ranqueados,
asida de purpúrea pluma
y lunas enajenadas
con cristales lucientes
en navíos de tinta,
perpetua osadía
de ser luz,
como silencio
de Dioses relumbrados,
y su oro vegetal,
como ásperas rocas
destacadas, cerradas
al molino de noche,
se querían dos sombras
inertes
pero vivas al ralentí
y carrusel de estrellas
pudorosas y ponientes,
su quietud sin color,
su amor por unirse
como dos gotas al helor.
Como dos voces se unen
en un solo corazón.


22. BRUMA DE OTOÑO:

Afinaré mi melodía
para sordos,
desmenuzaré la luz
que brilla y alumbra
a oscuras
de la razón más plena,
entre sílabas
de la palabra meseta,
abriré el son
de grillos tartamudos
y erizos de idea;
Me guardarán el vilo
transeúntes de crispadas
espumas de luna,
entre corceles ciegos de viento
encenderé, viajará
mi verso.
Avivaré aspas
de molinos precoces,
mi sol dormirá
un cuclillo despertará,
tiempo entre escalas azules,
y espadas florecientes
navegaré hasta mi suerte.
Por soliviares vetusto
y sus flores de cardo,
soñaré el recodo
y sus ramblas de ensueño,
me enraizará el hinojo
mi sendero esquivo
hasta que se vista de endrino,
negra torcaz aletea
hasta posarse en mi cuerda,
caracolea
el romero mi destino,
surco ahondo
de vid y centeno,
de trigo trillado
en colapso de sienes amarillas,
monte olvido
de mi recuerdo,
fugaz entre estambres plomizos.
Aletargo maestro
de cuchillas calizas
hueso de cal y canto,
corre la sombra
de mi zozobra;
Por cuanto yo he conocido,
quizás más
que un almendro seco,
cuervos fugitivos crascitan
el reverdecer de la encina,
picotea mi cabeza
un pájaro de hondo trino,
hoguera de desquicia hiende mi ser,
por barrotes de esparto
esperando que llueva del cielo
como antaño,
profuso soliviaré
este diente de espina
buscando rocío
anudado en flor.


23. SANGRE EN HIERRO MONTADA:

Plomo derretido es mi poema,
por cuantas secuelas
arrostran mi trazo,
fugaz escita de pecho alto,
acreciente mi sangre
el hondo socavado labrado
barbecho de mi señor Baco.
A Apolo lanzo pertinaz
baquio seguro, perplejo.
Asonancia de ojos pares,
entabla mi yacija de alma
dura trinchera,
reluce esta vil miseria
por la que encuentro sosiego temprano.
Idea del mañana acostarme
en la feroz grama blanda,
me tumbé a pensar
adoptó por sembrarse
mi moteada sombra,
me acudieron abejas
que llevo clavadas,
pensamientos vanos
de un ego que no poseo
venzo que demuestro
mi yo interno,
como hombre nada poseo
mi sangre dicta, yo converso
mi mujer, mi gato, mi jardín,
esta mi tierra, mi familia eterna
no son míos
el uno se alzará
seguro sólo estoy que yo existo
lo demás por añadidura
si existe es su problema.
Prosigo,
habla mi ente dispuesto
unidad de mi silencio
que bailaba en la hoguera de un solo reflejo,
dos sombras se deseaban a yunque enhiesto,
preñada sin presura quedó,
y sola bajo la hoja de mi hoguera
dió a luz regueros de sangre malva
por la malva-rosa
no había rosa sin cruz
ni sangre mía sin sombra difunta.


24. ESCARCHA SOMETE:

Avanzas el campo
de mi irrigada sien,
cara por cara,
ojo por ojo de este abrojo;
Destino ciego de mi celaje,
bronco mar de trasiego
al broncíneo lar
encorajinado, nacido
de un pelo de un pelo,
rescoldo socavado
un acre sin pestaña hiriente,
vistas tras los espejos
para ser libre,
y enraizar este Sol ferro
que rehúye, desnuda las nubes.
Es un viento solar que me encara,
y afila mis fauces
que desencajan el tiempo
que ya marchó.
Pude venir a vivir
en la ola de luz serena,
el relámpago me alzó en compasión.
Pude renacer
pero no soy adorable,
desde estos acres
traigo
la flor de difunto
soslayada,
sembrado el tiento
queda resurgir del azabache,
y bailar sones de grillos
con sus raíces del mañana.





25. URDIMBRE PRENDIDA:

Desempeño, tejer la letra
infinito parco de estrella,
desmenuzar lo efímero
donde plañe la belleza,
capturar gotas de lluvia
en estambres que acrisolan versos
de madre flor poema,
avivar su ascua eterna
de silencio acristalado,
hacer lo diminuto gigante,
y lo gigante magia de ensueño,
abrir fauces de la fiera
y ver qué espera,
bailar en el seno de un arco-iris
despertar quimeras sigilosas
en cumbre saciada,
encontrar cadencia anhelada
bañándose en mis recuerdos
como pez iridiscente en llamas,
ver la espuma de la letra
y acompasarla,
abrir el pozo de ilusiones,
desnudar el azabache
que llora la ausencia habitada,
por mil dragones de cien fuegos,
hablar y destrenzar el idioma
del silencio malva.
Rejuvenecer la letanía
entenderme con mis Dioses,
encontrar la certeza dibujada
que puede ser mejor,
afilar hierros de espadas de vocabulario,
dibujar ocasos venideros;
Sumergirme en la oscuridad
y volverte a soñar,
nueve cosas dejo en mi tintero,
todo lo que espero,
lo que nunca escribí.
Si supiera hacerlo no escribiría
lo que siento,
yo sólo pinto lo que no ven mis ojos
aljibes soterrados de mi calavera,
caracol es este talento
unas veces llamado tiento,
el mundo reposa en mi libreta
yo soy su dueño,
papeles testimonios en blanco
de lo que es para mí escribir,
ese idioma de los dioses
danza de ninfas y sátiros
que abren su caudal de tinta.
Con besos de rocío.


26. DESTELLEO DE ESTAMBRES:

Eran de noches eclipsadas
un fértil embrujo de sangre,
en los jardines que el aura gasta,
y sus notas de clarines reverdecidos,
un poema me alzaba la dicha,
entre gatos relamiéndose el hocico,
se construían torres al clamor
y su trasiego azulado,
serenidad en rostro de mi aljibe
preñado, sueños y vicisitudes alumbraba,
escalinatas al sosiego mañanero
que todo avanza.
Incólume, ferviente desdén
entre flores granates de sangre,
era mi sueño cojo abajo los años
que sembraban patios sin flores
sólo de versos, al menos eso.
Un beso sin mares de boca,
una caricia sin pieles erizadas,
una escala al infinito horizonte
sólo para observar quieta mi desquicia,
como espina que sin rosa no se afila.
Fulgores efímeros, inusitados,
en superficies de charcos migratorios,
era feliz mi tordo rutilante
de mi jardín, en el que lo pequeño
es jactancioso y todo rige la ley suprema
de la belleza desnuda,
con tez de arcilla dolida.


27. CUERVO DE IDEA:

Crispa su metal
como fuente soslayada
del azar que vuela y corre
destellando.

Estridencia recta, dorada al gemido
en hoz de guadaña,
es una espera mi fiel apostado mañana,
cumbre sin rizos de alba.

Yerma, plácida, sostenida,
mutable de verde caduco
al sostén que su pecho hiende,
erizos de senil ascua.

Dioses anclados al servil gozo,
consumado, me alzo que levanto,
negras tardes de las tierras,
salvaje canto en abismo prendido, soterrado.

Ara en fulgor de combate
con mi serio descampado,
rige y exige la semilla al Diablo.

Fiera de las fieras,
compostura que sueña la guerra,
fanales hogueras en colmenas y sus gentes.

Oscura esta noche
de oscuridad y umbría niebla
que cuelga la luz.

Miro la sombra, me desliza su estampa,
ondas tenues en acristalada sien,
lima ideas a la fugaz, encarnada siega.


28. VENA DEL CIELO:

Solitario rayo
luz me arde ahora
en el mirar ciego del sueño
sin miedo sin embargo
saboreo el viento,
los cielos me poseen
de nuevo sobre los años
que ellos son,
algo llega a la rosacruz
de ayer
y sus nueve caídas
de sus ángeles despiertos
en tu sueño me ves invernando
dorando mis pelos de murciélago
bailo el colchón de nubes
que sostiene esta mi noche
para desaparecer llorada la tierna cara
saboreando una sombra más
que me vuelve
imperceptible
muerto sabor
de obscuridad sin faros ni luces
ni fusiles que matan hermanos
de su tierra y sangre
crecieron los caminos
y el rojo fuego versado
brotó en flor de amapola venidera,
dime qué debo hacer
¿Algo erróneo?
No puedo volver atrás
se sostiene aparte
la fuerza que nadie alcanzará
nada por cambiar
todo está hecho
algo que asalta aparte
puedo volver y empezar de nuevo
sin mí, sin vida, sin cuerpo
sin lo que me ata a este mundo
mañana veo el futuro
la destrucción del pasado
quedará atrás.
Corpus, anima, crescens
sol refulsit,
lux
et patientiam meam scientiam
florum, est vita
nosotros no somos lo mismo
la bondad sangra las venas
gustos, deseos, vencer,
arder sin perder aposta la partida
esa que las hiladoras tejen
momento del momento
nacido absorbiendo el hilo del tiempo
las piedras lloran flores
el final es volver a empezar
viendo y amando
el ancla errada de mi lugar,
continúo al cuervo
que me vuelve más fuerte
ave más inteligente de la faz
poder de la misma
energía
en tormenta de conciencia
siendo ese rayo solitario
que partió todo inepto,
inconsciente tormento.





29. ACRISOLADA IDEA:

Acristaladas, relumbradas fuentes
patios de ideas remitentes,
soles pudientes entre espadas fulgentes,
narcisos dementes, encorajinados tapices,
malvas del sueño vespertino, precoz,
carruajes de sienes nacientes,
ilusa suerte en colchones de nubes,
quebrarse quiere al inusitado compás;
Mañana abrirá la nada,
hondo cobijo del ayer,
no puedo dejar atrás,
llueven ayeres en gotas,
hematíe del fabricado mañana,
solaz escarcha que me acostumbra,
por nidos de grama y sus testigos;
entre cuchillos de sílex avanzo,
dejando generación seca
del brillo crispado.
Octubres secuestrados en su halo,
gritando el sueño de los noviembre
entre fríos feroces.
El azul musitaba entre los árboles,
grité no morir aquel día,
ser relámpago de la brisa,
en esta tierra sin nosotros
traigo el ababol de un otoño que juega
y rehúye los párpados,
como hojas secas prevalecen
el huir de los pájaros.
Destino me alumbre allá
donde los peces se anidan
en los árboles de atardeceres,
joviales como joven vientre de espumas,
el tiempo acaso no partiese,
cansado de ser siempre el mismo,
hogueras atrás yo no estoy despierto,
calzo mis campos
en enredaderas de sones perpetuos.
y afiladas vides de Dionisio.
fenezco como fenece por los siglos
el almendro.


30. ONDA PERPLEJA:

Luz cautiva, ardua, ofrecida,
el viento me ha dicho,
de su furtiva llama
que él no traslada,
abrí la pupila de la noche,
me vieron cinceles
sonámbulos,
pinceles sedientos soñaban
un ocaso perdido,
espigas blandiendo tiempos
caducos entre retozos
de jóvenes margales,
sin aroma,
el celo del paso del río
cuenta de enredaderas
y sauces cabizbajos,
entre álamos abre sendero
el cuerpo que no se vence,
acristaladas ideas
de renombrada senda
por membrillos
y nogales tartamudos,
era tiempo de trepar el tejado
con gatos fugaces y lunas sin sábanas,
ferviente suerte entre barrotes
que me alejaban de la ciudad
crispada, humeante, entre gravas
y alquitrán florido de edificios,
huir no es opción
pero sí solución.
Hondo reflejo el curso del latido
que amilana a dos voces,
el presente huido del precipicio,
era una ventana
y una nueva esperanza,
zanjas de carriles
sueño que aquellos pinceles
me pintaron el sueño,
y seguí de aquella luz su reguero
disperso, etéreo.
Hasta vivir en la sílaba.


31. RIERA DESLIZADA:

Hundido por juncias,
despertando caléndulas,
someras, solariegas,
era otro lado donde estaba
hablando, entablando con Ostara;
la tierra que no era pobre
su rigor contestaba,
prado que desciende
juntando un barbecho dolido,
conquistado,
marjal de claras hierbas
flaco acre dispersaba,
bancal de cizaña primaveral,
sutil caricia rizada en patitas de abeja,
parte de mi casa soterraba la desquicia
de un frío traído, heladas patriarcales
por aullidos de viento voraces,
como un rosario deslizado
con aflicción por la tierra,
un silbido del patio oscuro
como lamento sin lluvias socavado,
semillas brotar escabullen, pregunto
vive mi lluvia soñando
vivir deslizándose por la pila sacra
de tus pechos tersos de vientre de seda
y espuma, angelical rostro
llamando florecer colores dispersos,
vieja cueva cantando oscuridad,
como tránsito al amor por tu viña,
cantar de mirada extranjera,
hasta hacer la tierra nuestra.
Impetuosamente soy varón
y no dejo guerras personales para mañana,
ni ganar a puños pequeños,
de opiniones sin cuarteles,
firme elaboro mi respuesta blandida,
vieja, en savia bruta elaborada
necesito mi vera con sangre,
necesito mi vera acompasada
por tu soplo de mujer labrada.
Mi destino como árbol desgastado
de honda sien y senderos de carcoma
apuntalaba mi perpetuo mañana,
acicalando sus ruinas
para elevar su sabor de antaño.



32. INVERNANDO:

Camino la sierra
y labriego empedernido,
afilan cintas de esparto
y jocosos pinos bordean el monte,
era ella caminaba siendo mujer de húmedas hojas
y gramas recién nacidas
anudadas a la cintura,
era tiempo suficiente
para el recodo de un fondo fantasmal,
estallaba el acre que pisaba
palmo a trecho,
ribazos se despertaban sin alba
dejé un lugar ramificado,
más allá de juncos
y fardos de nueva cosecha,
sin ir más lejos
abría la tierra vieja invernando
su ombligo de invierno
la carrasca de hoja inmoble afinaba
sus dientes de hojas
que el viento pasa y respira.
Campo lejano por cualquier parte
sentir que dejaría plisado
por encontrarse con tus ojos,
pecho de paja nueva silo dormido
de hondo surco y barrizal,
oscilando el filamento de un severo cardo,
entre caracoles mutantes, judíos blancos,
dejé mi traje a reverdecer ortigas y orugas seculares.
entre la joven hierba y el rojo trébol
del sendero,
recojo mi árbol del mañana y me marcho.



33. RAÍZ DE SOMBRA:

Nací cuando se disolvió la sombra,
era un patio de grises arañas,
con oscuridad en cada flor de luz,
rizaba y caracoleaba, una yedra su alba,
se acostaba el sueño dormido,
en sus ojeras de nácar de luna,
gritaba la eternidad por una siembra esquiva
que abría la espiga de versos carmín,
una sangre de espera en ababol flameando
es un sendero que abría el cuclillo
en su nido de espinas,
era su vida un soliviar
donde soterrar su miedo a no volver, a brillar,
temblaba mi cepa, un látigo de uva quieta,
livio, liviano, forjado, labrado, superior
es y era un campo de malvas de luna,
yo tengo huerto de sombras
que visitan soldados alados,
mis flores de difunto,
que abren sus soles
en crepitar de amarillos tules,
babéa alegre mi babosa
avanza sin casa,
que no sea mi tiesto,
donde enraíza mi vida,
límpido, es mi ávido deseo
fulgurando un crepitar descorchado
de mi luna de relojes,
acababa de llegar
a la cueva
de Förüq vampiro,
allí donde las polillas
no tenían ni quitina,
tejía yo en mi tela
asida la subrepticia
del amor a mi estirpe,
desde mi muerta vida,
al compás que marcó mi despedida,
puliendo este hueso
que me habita el corazón.

34. TERSURA DE PALABRA:

Aletargada una calma silenciosa,
en regazo de adusto febeo,
no pierdo fiel mañana contigo,
musa de agua.
ilusiones semblantes de Citeres.

Desdén que amancilla
en red que verdea,
no cuentes mis cítaras.

De mi laberinto de espejos
tu alma es llave,
que férreos pesares cierra,
este mi leño amimaba.

Incólume afán de cuidar
de seguir tus protectores.
Tu lira mágica y tu arte no oprimo,
sagrado designio tu voz.

Ver imágenes de sus moradas.
Perdona si te agravio,
en ti yo quiero refulgir.

Lágrimas y sangre confortadas,
cresta de inmutable resplandor
savia que gime
y adora lo que es de ella.

Me crece de los ojos
una sed intensa,
el témpano sordo,
aguarda, vela y sostiene
nuestra ciega luz.

Llúcia de todas las vírgenes,
la una me venció con trágica voz,
y sonrisa de caracol.
Que nunca desvanece
sólo vacío se queda.
Sin destino mayor.


35. TRANSCURRIR HELADO:

Tiempo vorágine narcisista
que todo abarca
todo se lleva
desde el infinito del mar
al acrisolado
de la realidad del hombre,
retorcía en su nuez
que tenía más duración
que el punzón de la vida
que todo rige,
ilusión dormida en el rayo de sol,
veleta de nueve direcciones,
hueso que crepita lunas y soles
camino de ilusiones,
despertar de conciencias
susurro que gritan las estaciones,
caducidad avanzando
memoria relegando,
surco de vid y arena
surco del trigo y la sinestesia,
etapa doliente inventada
en lágrima del sol pudiente,
retorcer del viento
guiando realidad,
somero descanso
en el remanso de la idea,
nacer, crepitar, extasiar
en manos de su padre destino,
encontrar, desnacer
acaso acabar
en la nuez del tiempo,
relapso ciego
negándose, afirmándose
en su trascurrir etéreo,
del que ninguna materia
escapa a lo mutable de su ser,
compás de pájaros dormidos,
nidos para nunca vencer,
colmenas a lo efímero
que abarca toda disposición
de lo que se cree superior.


36. VALGIO ALUMBRE:

Non semper imbres...

Duro rastrojo áspero;
torrencial rectitud de la nube,
no siempre vence el monte
que ya no huye,
por escarpias feroces
de locas tempestades
ya no entabla combate
con el viento
Aquilón norteño.
La nube sabe
que él puede más.
Dulces parcas lloran álamos
desde Armenia al inerte hielo
de lágrimas nobles
su longeva vida.
Nifates del cielo, ahora helado
abarcará donde yo he llegado
prescrito el estrecho campo.

II
Yermo descubre,
énfasis
de azares que caracolean
la vetusta engastada en silos de cobre
fugaz destello en alambre.
cuál el sembrado en plata,
cuál el sembrado en oro,
bogo porque somos verdaderos,
en ascua irisada al tacto,
flamígera danza del mañana,
solvitur acris hiems,
danza mi vida en una canica,
el aljibe que yago
viste mi sangre,
en este soliviar de abrojos creados
no pedirán ellos que cese
mi terco aliento,
en solaz yaga que alumbre el destello,
vengo que anclo mi haz
sonámbulo,
en fiel parnaso devorado,
marcho mis aparentes venas
de tus poemas erigidos en cuarzo,
se aúllara al viento,
baje una tormenta
a conocer mi trazo.
Coagula mi nombre el aire
que lo tengo agarrado en una mano,
furtivo encuentro insoslayable
por cuantas arpas me entonaron,
mi febril acequia descansará en el agua
con mi barquito de tela.
Sonaré en el borde de mi araña
que todo otorga
recompensa a lo tejido,
en ubre amarilla
abre que se desvela
un nácar de estela
amamantará a la estrella.
gemirá colores su alba
en cristales de caleidoscopio
vengo a pintar
lo que habita detrás de mis sentidos.
Hematite de opacidad,
cauce sediento y brumas grises,
venceré este aligustre de mi tormento,
¿seguiréis vivos
si acaso yo vuelvo?


37. TEMPERAMENTAL AFRENTA:

Pábilo recto,
engranaje sorteado
me habla tu pluma de carne.
Polillas miradas
que son más que nocturnas mariposas,
vaivén azaroso de estambres líquidos,
golondrina, vencejo,
cubo, troquel,
cajita musical,
y flamas pulidas.
Lana de fina plata,
mujer todo nido,
todo ramo al que van mis abejas,
líquen de humedad alta,
misma veris
que me alzas, adormidera,
oídos como rosas de la tarde,
y su honroso, pulcro
evanescer atrapado,
hablan mi silencio enjaulado,
y mi diente
puro amante del brillo,
transmigrado,
hecha, derecha tu planta de plata
incansable,
avoca renuncia a mi condena.
sombras o aceros
rige, blande
esta mi tela de araña
porque caí en su trampa
de destructivos lamentos
y su esencia
de perenne amor,
mi fosca directa,
mi realidad está que vive,
mi pecho
vívida estampa.
Tormenta centellea
que te habla
que relámpago
ama sólo una vez en vida
y toma tierra.


38. LUZ DE HUESO GASTADO:

Fontana esta mi austera parca.
He existido tres siglos tres minutos
llagando mi pecho aún latiente
sobre un rostro pálido
de azul rosáceo,
malva tintada,
sangre de aurora gastada,
regenta una alquimia
que sonríen las piedras.
He de recordar
cuánto me han dado
para no gastarlo,
Desnudez en ojo
de la mediana espina,
nacido de puro olvido.

II

Muda de una corteza
casi dolida
llegó la brisa por mi hora.
Agua de esta nube silenciosa
que profano.
Yacente alma que me entiende
acaso posaran golondrinas anidando
el plomo consumando
ojos vagos.
¡Salta prímula escarlata!
Es tu turno,
asalta mi suave letra codificada.
Ballesta oscura,
certera,
mi placer abate.

39. CENIZA MÍA DE ÁRBOL:

Abridme la tierra,
quiero deslumbrar
árboles despojados,
de sus labios
quiero el beso,
entrelaza puente
anidando dos muslos.
Enjambre anillado,
en mi tronco
que aspira
seca copa.
Tu cintura asida
que hendió la luna.
Dolor que olvida su cabello,
habla lento el roce
de viento,
existes bajo toda raíz
cae a tus mares de pecho
mi oído núbil,
con mis ideas
espanto estupores
que se afilan dentro,
peñascos que dirigen su sangre,
pulsos en ramas
abren los espantos al alba.
Fosca sien cobijo,
pájaro o dicha,
destrucción o amor,
ala o estilo,
no sé
seguiré mi destino,
luz adentra hacia encontrarte.


40. REFLEJO NAVEGADO:

Caminillos vencidos
sin escalas a una segura muerte
asida de un cielo de una estrella.
Granate lustre encontrado,
reverdece que no fue poco,
a ti nube imploro,
lleves los ocres
donde allí no existen,
todo juega en tus rizos de plata.
Hazme libre una vez;
Atravesaré la mirada del espejo,
y su fantasía profunda,
seguiré indemne acontecido,
me apoyaré en mis espaldas,
flagraré de mis espíritus
una verdad,
que crezca, devore
surcos de vana hipocresía
y sus llamas
que interés confluye,
leones aquí
dominados en mis venas,
una sombra fría me habla,
me relata el final
en letanía del tiempo cuando cruje
sólo una vez
por última vez,
hablé yo con encinas
que sujetaban mi esperanza
en campo abierto
sólo marchado
por las estaciones
ni mi jardín azul
ni mi acristalada fuente
con mi olmo desnudo
y mi ciprés de valer
ni mis hijas caléndulas
hijas esposas del sol
flores de difunto escaladas
jamás me recordarán
ni contarán sus penas,
silencio de mi enemigo,
encontrado a solas
resonando bajo el asfalto,
vestiré mi fuente de brillos anisados,
abriendo generaciones de luz seca.
Encontrando verdades
bajo las piedras del monte,
liberando el oscuro sentir
fuera los cielos
volviendo al final sin comienzo,
al dulce tormento
y su vuelta al inicio del sentimiento.


41. HONROSO, TIBIO PULSO:

Grave, y sonrío
entre la gravedad de lo efímero,
el castillo, el soliviar vetusto,
graves aras de sonrojos
al terruño,
un dulce claro oscuro,
tu boca diáfana, perjuro,
gravedad del insecto insulso,
un halago, un pulso,
enjambre de bellezas en tu nombre
quieto, sin arrullo,
cristal de humo partiendo minutos,
por qué árbol mío,
la proporción de tu aire
que alejas,
grave sin sueño alguno,
hondo soto, inconmensurable hacienda,
trilla que trillaron los hombres
antes yo nacer,
y ahora tantas luchas te siguen.
Tu pasión por un crimen de flores
y altas rosas,
corría un otoño plástico
por la vereda y la rambla enajenada,
sortilegios de hierros azarosos
y pulcras vides sanguíneas,
alta te quiero ver como la noche,
y esa luz difusa, vertida en lengua
de castiza fuente soslayada,
cincelando con tus manos los altares
de huesos que pertenecen.
Como pez sencillo de milagro
que tu boca sea musa, mi rosario.


42. FLORECIDO MÁRMOL:

Días oscuros en la plaza del Sol,
abrirse pudiera entre rayos regentados
matices insoslayables, fauces brillantes,
y candados de luces, humilde haz,
purpúreo al tacto, suave nube rígida
impalpable entre ocasos azules,
y leones grises,
con tacto terciopelo
una vida de amor eterno,
ola infame viene crispando
metales y fuentes, soberanos eclipses
que el viento nocturno navega y juega;
soledad atónita entre enjambres de gentes,
confiante sentirse bajo el Sol humilde,
espumas de ángulos fugaces,
me palpita amplio con serena voz
desangelada, la vida del hielo,
helor entre escarchas,
y su vorágine de cementerio.
serpear entre raíces ahogadas,
afluidas esperanzas unidas
en el trasiego.
con el viento te digo
que no te olvido ni muerto,
no surcaré sus vetustas alas
ni enterraré mis ilusiones
en sus jardines de albas
y hiedras voraces.
Entre ortigas que abren insomnios
fugaces colaterales
donde exista el acero y ala de pecho,
dormiré en los siglos de tus ojos,
entre turbios cipreses con sabor a luna,
entre la grama reposaré mi razón,
despertando, habitando mis granates
huéspedes de mi corazón.

43. MIRADA HILVANADA:

Miradas sacrificadas,
en el vasto infinito
que hace nombre el color,
entre cristales y sus cuchillos
de verde espliego,
entre corazones de cuarzo
fue mirarme dentro de tus ojos,
severos, hondos
como pozos sin cuenca
ni final.
Era el sonido de un murciélago
rasgando sombras,
todo lo que quedó sin marchar,
ruido de otra tempestad,
que sacrifica y avanza
truenos del umbral,
ventanas al paso de los años,
quedarán empañadas,
algunos no cambiamos
a la vuelta de la estrella.
Resguardos del precipicio
aventando el alma,
me miro en el cristal de tierra
y azures desvanecen
azabaches crecen
tapando lunas sin relojes
estampas valientes entre yedras
echando flores,
mármoles dormirán sueños
arremolinados
en aspas afiladas del miedo.


44. PECHO EN HIERRO MONTADO:

Infiere de nocturna flor
nuestra cabida de luz vana,
un día será el siglo de matices
con su avenida escalonada,
suerte en mimbre de tus estrellas
en mis pupilas,
desafíame el lucero
mi malva runa,
satina mi firmamento de lunas,
llega donde no llegan las enredaderas
de mis vilos noctámbulos,
soy enfrentamiento con mi existencia por ti
partida, vestirán las flores mi magia,
para florecer madrugando,
y que su espera me sepa bella, clara
como el osar brotado en primavera,
centella que gasta tu ambrosía amada
cobrando a mis cerrojillos nacidos del alba,
argos sumos en luceros despertando sus arañas,
nubes cabalga, aire sostiene tocando mi esqueleto,
Campos de Castilla, saturnales labradores,
abrid la tierra espera nuestro fruto de nuestras lágrimas
en acequias, hasta que llore el sudor de nuestras manos,
y las matas canten el fragor de nuestras bocas,
¿Quién me conoce en estas sierras de hoz y guadaña?
Yo soy el encargado de abrir los cielos
hasta que lloren, soy el que despierta a la semilla,
y grita flores con sigilo de chopo me guardo,
y entre rayos de bruma desciendo
hasta mi tierra madre de las sepulturas
de los abrojos creados,
pecho en hierro montado
soy esclavo de mis ojos liberados,
desafiando al viento creyéndole hermano,
soy la vida que me falta por escribir en bronce,
soy sangre, destello que mueve
la hoguera de mi escarcha.
¿Quién viene hoy por mi escala?


45. INSEPULTA TIERRA:

Entre labios grises
y ojos de fuego,
cobijan maculados
sueños vaporosos
sin vigilia,
entre gemas
y su áureo amarillo,
ignoto, desdentadas ilusiones
en carruajes veloces,
por mármoles del sueño
y ortigas que sepultan vanos
testimonios
en solaz yaga sin vientre oscuro,
se acicala dura como roca
crepitante que noche pule,
despertaban yunques frívolos
en estas paredes sin pesadillas,
el día sujetaba
respiros valientes,
¿cuántos zorzales partieron?
cuántas fuentes esquilmaron
su luz entre agujeros de trinos,
vasto templo de zarzas abre
su sonrisa por cuanto el río desvela.
Allí no habitará el olvido,
ni en sus brazos secos de siglos,
treparé torres de taciturnos
desvelos con ropa mojada
tras lluvias en mi ventana;
Venceré esta insepulta tierra
disuelto en la niebla,
de cielos en cinta,
por castizos senderos
de errores inmortales
serpeará mi pecho,
y su hierro de idea sola
cada vez más sola
entre corajes florecientes
e hinojos señeros
de senderos que me llevaron
al caudal de espadas.


46. HÓRRIDA SOMBRA:

Hórrido tronco, nogal excelso
que acunar su follaje baja
a orillas de diciembre,
un mar de grama extiende
el charco verde,
corretea y desliza alegre
la babosa como un párpado
del tiempo,
que la tierra sostiene,
sombra densa, despierta
afilada de filos de hojas
sus pasos flagrantes
de indivisible viento,
cava su lengua de fosa
bóveda de filos sin fin
adentrar sería perder
la propia sombra,
sombra de muerte
clama que es suyo
el nogal del tiempo,
caminillos de plata
tejen escarchas,
heridas clamando el despertar
de la cobijada semilla.
Sombra de nogal
quien te pueda acompasar,
ya no vuelan tus hojas,
ni otra tierra las acoge
cuna de pasos sin horizonte
a tu ramaje cuelgo
sueños por despertar,
vidas por sembrar.


47. FRONTERA TU LETRA:

Se enervaba el sonido del tambor dificultad, soterraña vista sin aspilleras refugio de luz bajo la tierra. Voló sin visión mi vencejo de arena, seguía levitando en el aire mi fantasma, encallecida la soberbia entre paneles de plomo, refresca la idea. Frío se miraba enlucido, sentado entre pilares de fuego, escribano de la estación meditando, esmaltada la mañana en ruptura del hielo, y sus rosas huecas. Sí me arrastré por la miel del beso esperando andar, madre viuda de ausencia ocupada, mi sombra hecha padre entre bruma y humo de tinta, rastrojo que viaja al hoyo del sol. Me blandía mi estima al peso del hierro, hacia la frontera de escritura, nulidad deslizaba la ventanilla.



Desvestido hueso, mineral candente
avanzando por un carril que marzo
bañaba sexual,
trinchera con centinela
aspirando humo de bruma,
entre amapolas nucas,
surcos de honor afilaban espigas,
el forraje decía quién más fuerte.
baldío encrespando la suerte,
ojal de tiempo florecido
del yerto mejor,
sentir entre la roca esperanzado,
luminosis despertando.
Me tumbé entre la dorada grama
me creció un espectro
que hablaba silencio,
y amaba sin importar su verdad.
Abierta zanja, abandonada sien,
era un miedo atroz
tejido a no tener mejor.


Noche silo de oscuridad
destapada, traspasas
mi ventana entre espejos
tu voz se hace la dormida.
Carruajes malvas del sueño
taciturno entre las espigas.
Fuegos y fusiles iluminan
tu dama de oscuridad
amanecida por soles
que bajo ella
parecen de trapo.
Canto a tus pestañas morenas,
alcanzando tu osadía
de oscura dama.
Llora mi azabache
por tener piel de arena
y brotes de la noche.
Por estos nidos carcomidos,
mis abejas construyen
sus panales.
En fúnebres procesiones
de todo lo que dejó de ser
y así descolgar
de esta araña la eternidad
entre sogas de mi calor humano.
Verdes ojos míos,
verde trigo
de mi verde sino.
La noche quiere
ahogarse en mis ojos,
que su sonido
visten y desvisten
por carcomas,
del mutilado iris insomne.
Es sólo sangre en tus ojos.
Telaraña de vorágine,
araña descendiente de turbiales,
de lúgubres pensamientos
de etéreas raíces en punta.
Blanco sueño devorado
al compás de cuclillos nocturnos;
en ondas de listadas cadenas.
A la esclavitud del latido
encorvado trino,
es el final dictado
de la oscuridad;
la era lumínica
comienza de esta esfera.


48. OSCURIDAD VENCIDA ALEGRE:

Pulcro destelleo entre sienes aladas,
estoy rasgando sombras para verte,
para mirarte serena, flamígera,
redentora como as de trece lenguas,
arremolinada, plena como cuando ciego
encuentra la luz primera,
abierta, candente, como ascua efímera
en la grama de verano.
Saberte honda, transmigrada
como leve flor sonrojada.
Suave entre esquinas desdobladas,
y calles de noviembre heladas
en las que conmigo quiero verte,
hasta el ocaso del nueve;
se afianza mi suerte,
en el tejado de mi mente,
por ciudades de ceniza verde,
atrapo el desdén de gatos erizados,
estirando sentires de cromo,
arrebatando piedras al silencio,
navegando asfaltos sin prisa,
ni desquicia; Acompasa este latido
por arterias sin venas heridas
ni ángeles fieros infrahumanos,
quiero verte como se ve un tigre
en la ciudad, entre árboles de cemento,
y ríos de cristales,
quiero sostenerte
como blanca primavera
entre este otoño rendido
sin flores ni llantos del cielo
que escapan precoces.
Quiero tenerte, osarte,
como si me enraizaran las manos
al acariciarte
para nunca perderte.


49. PANAL DE IDEA:

Espino amarillo de mi demora
recto aromo entre cardos,
entre hinojos del Sol deslumbrados,
me visto de primer ababol florecido
para ser de la abeja,
y la abeja ser mía,
entre estas guadañas de esparto,
afilo que nazco,
fulgor entre fulgores,
de ojos calizos avanzo,
cuerpo de arcilla
hierro mi idea,
estas espigas me dicen
que quiere tener espinas su sed,
estoy sentado entre una prima retama,
esta primavera que me siembra
yo que soy único poeta de su sangre de ojos,
quién osado me compara,
me blando al nivel
de esta floresta desnuda,
limo mis nervios
con azada de carne de metal,
el miedo grita
de contemplarme avanzando,
me Tumbé en la grama
a pensar, me nació una abeja
que escribe poesía,
soy hijo de la Luna,
única Diosa por Dioses haber sin contar,
luna de guía soy yo su semilla,
tengo ojos donde se acuesta
la oscuridad,
es mía soy de ella,
como flor de su insecto
que la poliniza.


50. SIMIENTE DE SANGRE:

Tuerce quebrando
este aliento, va reptando
senderos,
que el olvido alzó suyos,
en vicisitud de savia elaborada
saluda a su Sol,
de su ávido granate que le vence,
entiende de pasiones de sus flores,
la floresta cuida
y germina en su parcela,
para ser del campo
su felicidad,
y él ser de su flor,
en extasía de color,
huye de su vida la tristeza seca,
el escribe poemas a la belleza repleta,
en candiles flamígeros
a caricia de ojos,
sí esos,
sus ojos brotados de Tierra,
descansa para seguir creando
la primavera le sostiene
la sangre,
hasta tener el corazón
lleno de simientes
de su esposa del Sol
esperando su muerte,
para que su yerta sangre llore
en flores de difunto.


51. INFAMIA TORNASOLA:

Áspero relente
sobre una almendra rápida,
 frío o caparazón sonoro,
eterno secreto dentro
tus labios malvas;
duele mi celeste marca
 infamia de campo abierto,
la última lagartija me espera,
encima mi labriego
del barbecho al crisol
de mis sentimientos encegados,
tiembla la lira
sobre tu pecho
como muere la luna en el agua.
Tierra húmeda,
batiente es tu vestido
donde crecen flores pudorosas,
inexpugnables,
imágen impasible
como ruda caracola del silencio,
siglos desnudos
que tu intelecto solloza.
Bravío cantil de láminas sin memoria.
Sombra de mi ternura
que a ti te abraza,
gota extensa que precipita mi tierra,
rosa, cernícalo, vida,
disfraz de nombre caduco,
luz que arrostra,
cruel avenida
de mi felicidad desertora,
verde falaz de la mudez primera.
Un puñado de sangre
es mi estigma adentro tu océano
que no existe.
Pétrea amapola
sin sanguínea tormenta
del bermellón,
quiero brille la luz
de mi azur
dureza esquilmada.
Abren las oscuras raíces
de mi ciprés
la adusta sombra
que alimenta mis ideas.
Cobre yacente,
impelido, límpido
mi dios que florece,
hueso de durazno
en este cielo en tierra,
luna inabarcable,
dichas amarillas,
filos endebles, ojos en furia,
quietud que huye el bastardo.
Oh Sol, justo,
fósforo que prende
mi carbón con tu beso
de espuma flamígera,
inviolada.


52. VILO RECTO, FORJADO:

Con alacridad serena
de mis años dulces
con pulcritud de espadas,
vienes y me das una azada.

Al barbecho claro me siembro,
sacando terrones de mi eterno lecho,
de una espina gemía el viento,
y acabó llorando vida el cielo,

trazos con ineptitud
de luceros que no evitan la sombra,
ella que la llevo agarrada
a mi cadera, sombra profunda sin espuela.

Fuera del tiempo, fuera de este grillo de tierra,
afilo mi canto sin despedida,
abrió el espejo su tierra
engullendo lo que es de ella.

Dura noche me sostiene
su atadura de luna,
resucito mi etéreo camino de esferas.

Recto colchón mullido
es mi enhebrada calma,
que se acicala entre lenguas malvas.

Vence este mi viejo amarillo,
como sol de tierra
se llama caléndula.


53. INFINITO ACIAGO SEMBRADO:

Recto vilo me aguarda
esquinado
con su canal infinito de campo
estudiado, consumido
en yerta flor deslumbrado,
yo soy de una margarita
de su floresta destapada,
soy yo un ababol
con cruz de tinta
en sus pétalos carmesí
bermellón,
no puedo matar por mi tierra
pero tampoco puedo desenterrar
mis raíces,
hoy estuve plantado
frente a carritos de la dama
que alzaban sus flores lilas,
eran como éxtasis en caricia
como beso dado a mis ojos
en lengua de espinas blandas,
caminé al mercadillo
de mi localidad
pregunté por caramelos de miel,
tomé mi café solo, doble con hielo
y seguí caminando
mi lustre jamás vencido,
las malvas me floreaban
por ser ya primavera
los cebollinos se divisaban
pero aún se encontraban fabricando su flor,
para parirla en verano,
bebo agua de la fuente
frente al ayuntamiento,
soy poeta de sus descampados,
de sus molinillos
y de sus charcos,
soy indescriptible esencia
cincelada
en verso de carne y espiga,
en esta higuera del demonio
alzo trompetas de los ángeles
con sus flores,
y las caléndulas silvestres
me dictan que jamás
acabaré de irme
sin encontrar luz de tierra en ellas.

54. LUZ EN REPRESALIA:

Cubo metálico sin fin,
donde se derrama
mi vida en una hoja,
fieles testigos
involucrados
mis verdes sueños
que sonarán,
goteando una clepsidra de mano
un hierro en el bolsillo olvidado
un barrote y un peldaño,
dejé mi inocencia a solas
por si vuelve,
a mi mesita de noche,
a un rosario oxidado,
a un armario cerrado,
a una vela de candelabro,
dónde yo me casé contigo
en su llama
y juré, juré no mentir más
a este arriano corazón esquilmado,
creí que la mentira
era ser feliz sin querer serlo,
de retuerto desliz
desmiento su designio
voluntad coja de verdades
para anticiparse al pasado,
raudales de belleza anidan
sin ser elección
sueño taciturno en cesta de mimbre,
todas las cosas
incluso las no creadas tienen razón.
Su sueño ha acabado
soñó la vida como su propia realidad
pero en realidad usted murió
en aquel accidente
el coma le venció
y le introducimos su posible devenir
que lo sintiese,
el tiempo se ha acabado,
debo apagar la luz.
No venció su destino.
Su hoja se completó.

55. ENCLAVE AMILANADO:

Surco tu blancura primorosa
en aleta que mi mar de tierra
entona, fulge la honda ojera
que casi arrostra mi alma.

Una pureza que tizna
tu enclave del mañana
alta fronda de espesura
bañan tus labios
sobre mi araña

diente en el fondo
de súbito crepitar
baña, fulge luces calmadas
apacienta el viento
sin saber cómo,
una ascensión de reflejos

un relámpago
entre dos oscuridades aladas
una luz desertora de mí,
tibia en profundo llano
una estela clara, vive que llora
belleza indómita.
Limada urna casi tuya
casi mía,
rueda y pasa
entre mis perpetuos siglos
transcurres vida
entre solanas, cauces
entre yacijas y cáliz
sin borde
agujas mil
ciñe que venceré
este agujero invencible añil.
Irrumpido, casi rayo parecía
servir a la tempestad
de Candamvis
pulcritud diminuta, arriba aristas
rauda, la sombra ha girado.


56. RIERA DEL SEGADOR:

Fatiga convulsa
del labrador destinado,
blanquea su yerta barba
entre espigas que esperan.
Por la hoz férrea descubren.
Hierro culto carga
asalto de glorias promete
la verde escarcha del labriego.
Cobre sediento de tierra
aguarda en su mina
su muerte
con esposa dormida.
Un cierzo canta con afán.
Tierra amiga
que destierra su leve trigo.

II
La cerviz huye
contemplando los brazos férreos,
armados.
Vana contienda enfurecida
que máquina de amor disuelve.
Como dura Flérida
que todo trabajo humano apremia
y este arado, sudor no empaña.
Anisada memoria acomete y apaña.
Soldado de hoz solícito
todo el campo le entraña
toda tierra llora su barbecho
su gesta hace horda
en agraz durmiente,
paso de las rieras
de muerte joven.

57. CLEPSIDRA DE VIDA:

No me iré
sin el hermano de mi trilla,
ni su simiente de grano
sin despedida,
no afinarán ratones de campo
la melodía que blande
y sostiene mi cigarra cada día,
ni mi olmo secuaz,
desnudo, dirá más verdades
entre mares de gente
ni semáforos precoces,
ni en vitrinas de estante
quedará mi latido,
ni aliento marchito
cual caduca hoja de estío,
mi sábana de paja
reblandecerá su añil graznido,
sortearé escombros relumbrados
de metal y cristales vanos
sin hocico.
Sólo hoy diré
que no me visto porque
sí me marcho,
calzaré senderos y alacranes,
calzaré pedregales
y sus nidos de lagartijas,
quizás no me importe nada hoy
ni que digan que yo vivo.
Mis venas serán encajes
de afluentes y sus ríos,
el mundo seguirá quietito,
los males seguirán empujando,
puede que hoy pregunte
a la serpiente de mi cuento
si me devuelve el ojo,
que yo la perdono,
arderá la compostura
de la araña de mi patio,
en un torno que crepitan las maravillas,
los jacintos silvestres mostrarán
sus botellas azules anunciando
que más tarde llegará otra primavera,
y que de la gala de flores
serán primeros,
guiaré mis rebaños por soliviares
que no me han conocido,
entre cernícalos y bosquejos umbríos
sus ninfas conocerán que a ti te miro
que a ti musa me dedico,
habitaré montes y lomas desdeñadas
y su cortejo será embrujo
para que las estrellas rueden,
llenaré mi granero con tus besos
con esta luna
no me detiene ni el tiempo
que se escapa
entre mis sarmientos.


58. ROMANCE DE DESTIERRO (VERSO LIBRE):

Raíz arcana anclada,
dejas el etéreo espacio,
en eterno cementerio
de tu silencio.
Yo taciturno espectro
misterio de parajes salvajes
que en tu lengua
confrontan.
Sacio mi lacio imperio
en soledad sin inicio
sólo aplacar tu idea
cuál ojo sin alegría hallo
ocho hijos me has dado
más los bastardos reconocidos
anudar mi vida sin vivirla
es desfallecer sin despedida
entre corona y candelabro
me alzo,
al fervor de soles.
Sí mi raíz de plata,
Como gusano y como polilla
no me marcho,
oscuro gusano
en volátil capullo de cobre,
devana mi sangre que rueda,
transmigra tú mi fosa,
qué humano se deshilacha de su obra,
infecundo escote sin gloria,
coraza por pechera,
tu forja de alma no abandones
ni con forzoso anhelo
de abandonar tu querubín
en tomo de tierra
aun la carcoma en espuela,
vencerá a la correhuela,
en secuela despierta libro
que te hace sangre
como a la tristeza bóveda,
y su sombra a fundirse entona,
avanzo sin cárcel ni insomnio
esfinge de mi carne perecedera vuelves
arrollada a nueve cerrojos,
roja sangre abrir puede;
tú eres mi umbrío tomo
que busco en la Tierra;
como fe en tórculo
rige tu blancura,
pergamino de vana ciencia
que profunda se hunde,
hinchando el viento
de tus metálicas alas,
verbo encarnada
sin margen ni acerbo,
llorara mi alma
en tu rostro
espejo mi gloria
de dios sin nombre
ni conocida lumbre
y mi ser incumbencia
sostiene armada sin anzuelo.


59. DESALMADA SIEGA:

Ventalle de oscura fronda
guardaba de almena celada
sin aire
luz en mi pecho arde.
Yo miraba la oscura nota
que viento este no daba,
por amores entonada
oh negra noche
a ti mi mirada
sin tacto ni guía.
Noche que frunces mi cuello,
déjeme mirando
tu parda azucena.
Seca sed, infructuosa
rigoroso margen de tu curva,
tu líquido selvaje me llama,
nítido por cercos esparce,
luego iris apacible,
asombrado, del canto encrespado.
Ufanía de albos trajes
tus letras gastan,
viaje al Parnaso
encarno en el túmulo
de nuestro rey.
Embeleso recto
te aguardo,
quimerista de honda fronda,
encara ya mi sierpe
que nacerá flagrante.
Espanta mis ecos quebradizos,
a mi sombra
mal hacer no se le atribuya
fatiga de aliento
no muestro.
Ejemplo de floresta,
saciada miente, yerba, monte, fragua,
cueva en beldad luz niega,
esfera sin fuego,
acaso no ardo,
apacienta mis arroyuelos,
por cada hielo
que lucen desalmados
sin tu brida, esquiva cintura,
carmesí.
Por penachos paganos
y espada en manos
cabalgará
tu caballero gentil
Castellano.


60. LLAMAS EN OJO DE SANGRE:

Flameante fuego
de los cielos
acoges
y frío duermes,
que los campos
ya no emblanquece.

A ti padre de los vientos
te imploro traigas
tu negro vendaval.
Así choques Aquilón
norteño con Ábrego
abre esponjada la tierra
a tender umbroso páramo,
sin azote
del fuego del cielo.
Labrador que clama ya,
la enhiesta primavera.
Cuántas sequías verá esta tierra,
sólo el estío
habitual dirá,
me sembré
sin blanco cielo,
sin que me empujasen,
yo encendí al ocre,
en todo acre,
tierra que consumo sus venas,
invocarme pueden,
siempre vengo
porque siempre estoy,
desde enfermedad sostengo,
me ves cayendo,
arrastrándome de nuevo
tu creencia de mantenerte a salvo,
donde nada escapa,
deslizo el tiempo,
no puedes verme en tu espalda,
estoy cayendo de nuevo.
Alguien me verá latiendo,
algo habrá después de todo.


61. HORIZONTE QUE ATIENDE:

Largueza que me aguarde,
cual llama en cántaro desvanece,
piélago ardiente,
escancia, sostiene alta suerte,
alegremente la voz del viento;
nobleza de rudo ejercicio
furtivo, desposeído
espíritu sin guía furtivo,
desvanecido, fatídico,
tú que ensalzas
la conjetura voraz
de mi sentido de vida,
cual arrobada insignia.
sonaban enebros
un sopor de encinas
bajo laúd.
Engéndrame grandeza,
que secunda igual
que a mí mismo.
Diana con flores
exterminio de fieras no manda.
Luz invocada
partiremos sin navegante,
estirpe que avivas,
con impávido destelleo
entre fuentes y torcaces,
padre de mi soberbia
furor de lobo que ve al ciervo,
torres bellas altaneras frondas,
sin secuelas de florestas
que acaso Venus no canta.
Nullam, Vare, sacra vite...
Conoce mis arcanos.
Mi Llúcia despierta,
rigor que afronta
guarda, desvele,
su reflejo en cristal claro,
vine por donde he venido
por el gris viento,
perplejo.

31-08-2017


62. LUNA TRECE:
XIII
Luna plateada de mi cielo,
en las noches
voy a tu encuentro,
pero te escondes
entre bloques
de hormigón y cemento.
Quiero verte,
pero incluso te escondes,
por las violetas ramas.
Mas los dragones,
del cielo sonámbulo te acarician.
Cielo obtuso,
de sueños fluorescentes,
tú, de color líquido,
solo templado
con miradas intermitentes,
por el tiempo de espera angosto.
El murciélago baila
con el colchón de tu luz,
rasgando sombras,
para reposar siendo una más.
Oscura nebulosa de tu vítreo trasluz dime,
por qué te siento incluso estando solo.
flores opaco reflejo
de luz violeta
incluso de noche;
artifficie luzzae.
Lucero de ciudad,
rompiendo la obscuridad.
La noche se detiene
para sentir que estás conmigo
otra vez más,
recuerda
que tus ojos tienen sangre
recuerda el viento
que aúlla mi nombre
recuerda la luz que tiembla
y cruje la noche en las pupilas
recuerda que me hablaste
de amor en el tiempo
que cae muerto
que pactamos con el hielo
la vuelta del invierno,
recuerda cada latido
de oscuridad
que llama a tus venas de humo
recuérdame en la eternidad del beso,
en cada rosa que robe tu cuerpo,
recuerda que vivo para ti
dando voz a la soledad asesina,
la flor vive soñando
que fue mariposa y abeja,
vive durmiendo la semilla
enamorada de la tierra
para despertar
y enamorarse del sol,
clávame estas nubes de sangre
en el hierro de mi destino,
se me negó la luz
encadenada a esta tierra sin cuerpo,
solo tú me sientes
en este camino
que no lleva retorno
solo espiral anhelada de renacer
el tiempo ya no nos puede sostener
camino buscando el frío
en este calor que quema el alarido,
te encontré perdido
hoy vives un amor
que sientes soplándote al oído,
en la puerta del infierno caído,
te casaste con la luna
que reinaba en tu corazón,
al viento le diste voz,
a la lluvia la nombraste
lágrimas de mi ayer,
le diste ojos
a la sombra para mirar,
la espina caía herida,
la caricia retornó a las polillas,
la vida marcha deprisa
cuando abras los ojos
ya todo habrá cambiado
solo encontrarás que seguiré a tu lado
aguardando tu otoño
y la caída de tus hojas,
esperando que seas mi acompañante
en los siglos y milenios
que nos condenaron,
encontrarás esta sed del cielo
en cada silencio muerto,
en cada raíz
que grita en su tierra
toma de la vida lo que quieras,
siembra tu aliento
en cada tierra,
tú todo lo tienes
yo solo soy una fantasma
que sólo tú ves.


63. RESCOLDO:
JUNIO 2010

Con el susurro de la luz en cristal de gotas de
agua
pensamientos cálidos me arropan tu compañía
solo una vida solitaria desde aquella lejanía
un sol pernocta durmiendo disfruta su luna
con tacto terciopelo una vida de amor eterno
Un caballero busca a su mujer la extraña
avanza entre montañas de azores
y valles de bosque y ríos dulces
noche de amor entre nubes acolchadas
con el frío de un mundo en sangre
que estaba en guerra.
Ahora su patria era su tierra en la hoguera.
Se despierta frio y solo tras pintar con nostalgias
recuerdos.
y va el ancho río ya en sus llanuras
años no recordaban su vida y esplendor
todo se termina comentó el sabio nadie le oyó
la locura es lo único que conocemos infinito
otro la estupidez concluyó
pero uno saltó acaso no somos todos locos
mira la guerra que nos mató.


64. ETERNA LANZA SESGADA:

Cóncavo cielo
de la pradera de tu ceño,
orfandad de estrellas
convexas que se besan
por nubes que rutilan, y lamen
sombras, vanas a morir.
Soto de perdigones
y su proporción de alas de tierras,
cepas en guadaña,
aligustres sargentos,
la noche que la luz negó
a morir,
luna de luto
corría linde absuelto,
despojada su compostura
de alumbrar la llama
que mi pecho hiende,
luna gitana acuartelada
partida por cuchillos verdes
de siglos dormidos
y cipreses iguales,
somos la historia
que escriben muertos
de sus vidas,
engendrados cuerpos incompletos,
carnes de la mesa del creador,
somos lo que vemos
o somos lo que tenemos,
para inefable cena caduca
como otoño reposo del gris árbol,
aventaré mi lustre perdido
desmigajando lamentos fríos,
mi yerto sombrero
de campos de idea
brillarán acequias
como molinos de tierra,
el agua será besos de luz efímera,
destartalada, dispersa
como lluvia que ilumina,
y la sangre de tierra camina.


65. CUERDA YERTA:

Estridente vuela la hoja,
devanando respiros cautivos
volando patios de arañas
de grises fauces.
Chirría el viento yunques metálicos
suena su desvelo por lomas
afiladas, al desdén de voces mentales,
azares corren su suerte
por grilletes y sujeciones retuercen.
En un jardín del otoño caduco
mi voz se descubre, sola, sola
como cuando nace la tierra,
y en su yerma plácida crece la amapola.
Cautivos espejos no reflejan lo que siento,
sulfuran sino condenado
para no ser yo ser él el que hable,
de sensaciones acristaladas
y pensamientos sin vaho
empobrecimiento deslizado
por aislamientos que libertad llora,
allí creció una rosa
de trocitos de papel y pintura
porque nada es eterno, esperaba ser real
aislé al tiempo con vacío seco
abrí las puertas de negros lirios
luces me afilaban asidas de momentos
decrépitos, sí estuve allí
en sus sopas medicamentosas
y para curar mi cordura nada hicieron
porque me llamaron loco.
Pero yo sé quien soy.


66. HONDO CREPITAR:

Voy por tus desangeladas,  profusas luces.
Hierro que me tiembla la osadía,
oxidado resorte candente,
que afuello;
relamen linces del tamaño
tu dispuesta ternura.
Hirsuta ciencia tu tomo de tierra.
Acristalado vence marea súbita
de ojos realizados;
mi espada no luce marchita
afila latidos de mi corazón
ignoto,  ante tu ser,  casi desnudo.
Orando llegue revelado momento
de aspados dientes
y destellos secuaces.

II

Aruña mi tierra una vez más
como un grito en la vena,
como un gemido perplejo
que brilla el tiempo,
que empañó
tus vidrios líbicos,
atemporales, dispuestos,
sin margen,  sin curva,  ni acervo.
Saliva en aljibe de hondo deseo,
exasperado,  irisando crisoles
que jamás marcharon;
beso y muerdo tus orejas malvas
profanando tu blancura primorosa,
en tus piernas gemelas, semi-abiertas.


III

Mis violáceas hojas marchas
raíces que maúllan mi calma;
profundo el zarpazo de amor
que me afliges.
Osadía acariciarte en destelleo
entre vela y candelabro
avivado tu hornillo de espejos,
supina.
Galvaniza, la garra llega
a arañar la puerta;
rumor de fiera vespertina.
Solo ante tu sosegado
siempre azul violín
que la humedad
de tu floresta,
nunca más virginal,
entona.

67. PERPETUO DESMÁN:

Fragorosa fuente
de hondas sienes
punzantes.
Corrompen, bullen,
la tibia agua de sangre
cándidas de tu mirada
hastiando,
rejuveneciendo
el infinito enturbiado
que el cielo sostiene en tus cejas.
Flagra, flagrando
viene marchando
vaporosa suerte
entre sotos perdidos
de joviales tapiales.
Suya, suya era la muerte
como plato de cena
siempre resplandeciente,
abría su baraja
un helor de diciembre.
Apocando consentida
fuegos de tres avernos
que ceñían la nieve
de sus piernas
sin desmán gemelo.
Derritiéndose
como llama en el hielo,
recodos ocultos
y su murciélago señor
en tules de carne vestido,
granate como brillo de rubí
le marcaba como seña sin fecha,
ni indeleble senda,
era hijo del acero de su mirada,
endoselaba su sentido
como el soñar
y reclamo de las flores
para ser simientes.
Grazno encendido de cada roble
caminaba su destino hiriente,
horizonte que se estiraba
y sonaba con lluvias que taladraban,
como soñaban los campos.
Apacienta su visión serena,
oh, rauda, pura flor
abres tu hastial
como se desliza la primavera
entre tus dos montañas,
que velan que aguardan
sin franca ni verja.
Eres mi vacío perplejo
que quepa y florezca mi sangre.
Mar que inerme
quiere llenarse
sin libro de esencias
ni oscuras tinieblas;
quise ser dueño del aire,
alzar vagarosas ilusiones
como fieles pilares,
castillos que nadie tumbase,
pude ser siempre
y hoy soy lo arado hasta la fecha,
mortal acicalándose el alma
que será siempre.


68. VIDA TRUECA EN HERRUMBRE:

A este amor
de la lumbre
mis ondas líbicas
flamean,
esparcen los aires,
en angosta luz
intangible,
solamente maleable
por la sombra que se agazapa
y abarca mi propia torre,
luz en acorde de un fuego solaz,
irascible en roce de fuelle.
Quién amante de su espejo
silente, umbral acrecentado
en lapso de este tronco
que vaga
que forma mi cuerpo.
Incólume desdén
azaroso,
flagra que vence
que guarda sombra en su bolsillo.
Al relámpago de idea
me alzo
asigno sentido
a morir
en el trazo y zarpazo
de un verso.
Crestea en raíz oscura
todo lo sentido
más que su lengua de fuego azul.
Luz fuera
en simbiosis
del señor padre
Rey de reyes
padre celestial
único al hervor de estrellas,
Rey lucero
Rey Lorenzo de días
que él manda se tejan
de fotones en estampida.
De rocíos que cabalgan auroras de tierra
y savia regentada.
Mi dios entre dioses
¡Oh Lugh!
Padre perfecto sin comienzo,
maestro, dueño de la esencia de todo arte.
Guarda mi lugar
de tu soldado Förüq
cuervo de tierra
guerrero de los tres umbrales,
vine a dejar mi hueso
no me esperarán vivos si vuelvo.


69. SOL CRECIENTE:

Destapa mi tiniebla pura, tibia, serena,
Sol refulxit umbra refulgens,
noche que tus luces breves
duermen el sosiego del asfalto,
plomiza, la música de tus ojos,
funde sus calores mi niebla matutina,
Sol de trece estrellas
acoges tus lenguas de amores,
fuegos irisados a siempre reinar,
el camino de la vida,
y sus fauces sigilosas descienden,
camino de esta bruma
que el mundo extiende,
sin nombre no te busco,
te encuentro, en la cumbre
de toda montaña,
en la concavidad de tu luz que entraña,
desvelo del despierto fundición de mares,
nacimiento de desnacer nos alumbre,
la vida de la solaz muerte,
amor flagrante de lumbre,
vestigio en ascua sin final
ni honda luna secuaz,
odisea en parajes de temprana escarcha,
oh sol de soles, ¿por qué tu osadía de seco tajo?
el nervio de mi ballesta tensa
mi Dios sin nombre sepulta
y aviva mi grana brasa,
la tierra cruzará un día tus fuegos
azules despiertos,
tumulto de quien te vio castizo,
el tiempo se fuelló,
brotaron entrañas de la tierra
sombras densas que apabullaron,
sólo las golondrinas danzaron
y las mismas espinas me arrancaron
el corazón.
Sobre la grama viene a descansar.


70. NOCHE LÚGUBRE Y UMBRÍA:

20 septiembre 2011

A ti noche oscura te escribo.
¿Por qué no me das el sueño que tanto ansío?
Paso noches enteras de insomnio escribiendo poemas hasta
enloquecer, llevo ya cinco días sin dormir y veo que se van
mermando mis facultades mentales y escribo frases sin sentido,
garabatos en hojas de papel.
Me asomo a la ventana y contemplo las sombras de la noche como fantasmas,
deambulando sin rumbo.
Mientras apuro la botella esperando matar esos fantasmas de
mi cabeza que suenan como delirios con sus voces.
Me estoy volviendo loco.
Solo veo sombras y figuras que se dibujan en tu oscuridad como
demonios.
Sólo los gatos y lechuzas salen a cazar como los murciélagos.
A ti noche lúgubre y oscura te escribo que bajo tu protección de tu oscuridad
ven salir los ladrones y asesinos a hacer sus acometidos
de muerte y delito de acero y sangre.
A ti noche lúgubre y oscura te escribo.
Tú que no entiendes de genocidios ni de muerte ni de fosas
comunes selladas con cal y tierra ni de fusilamientos.
Tú solo ciegas la luz del sol y solo el fuego y los fusiles iluminan
tu oscuridad.
?

71. IRIS DE OJO DE SANGRE:

Solitario rayo estertor;
siniestra umbra,
escala la cuchilla
de tres arañas colgando,
hoy es por mí
nunca quede huella,
destino en azar hendido,
lleno, repleto, asido
en el origen primigenio,
madre ella del color,
asume este sentido yerto,
agujereado en haz luminoso,
nitidez en halo
de nocturnal visión
derritiendo,
devorando astillas primas
de subrepticia enhebrada,
padre flamígero del fuego soy,
elemento hermético
de tres sentidos,
arder, conquistar, consumir,
estelas abren runa clave
Gemineye,
sangre de este ojo,
perplejo soliviar
en azur abriendo pulcritud
inabarcable,
inicio de sabiduría en vena,
muerde,
acaba esta espera,
raudal extenso de pura visión
en certeza
de sentido superior,
cristalina esencia
descendiente
sin parpadeo fugaz,
crisol de valles
y gramas feroces,
deslices del afán superior,
dar sentido a mi vida,
ojo de sangre calzo,
cabalgo anquilosado designio.
Ancestro del lobo único soy,
perplejo sentir asido
del diablo en simiente,
primer ángel caído consumado,
errático vuelo soterrado,
magia del silencio encumbrado.
Visión, y sueño,
indescriptible con lenguaje.
Si te ocurre lo mismo
no eres capaz de usar razón
y ordenarte abrir los ojos
y dejar de ver;
como un corzo paralizado
por un lobo estarías,
imposible por sensación
hacer desaparecer lo que observé,
por extasía, incredulidad oxigenada,
belleza en percepción,
la pureza en sueño
en imagen mental
que escapa a todo,
vi el azur
por decirte aproximándome,
en un ojo femenino
lejos de este mundo
y de todo lo conocido
o descrito,
fué una sinestesia recta,
sin ser más que tocar el color
de la Oscuridad nacida
a ojos cerrados,
sumisa, displicente,
involucrada en crear
sonido del vacío absoluto,
sigo perplejo y asustado.
Es lo trascendental del infinito,
como ver el origen
del color formándose en un ojo.
El azur, el verde turquesa,
y azul mahón
no te puedo decir más
que esa belleza no me cabe en el pecho,
por algo sigo viviendo
no hay azar enraizado,
hay perfección.
Luz me arde ahora
en el mirar ciego del sueño
sin miedo sin embargo
saboreo el viento,
los cielos me poseen
de nuevo sobre los años
que ellos son,
algo llega a la rosacruz
de ayer
y sus nueve caídas
de sus ángeles despiertos
en tu sueño me ves invernando
dorando mis pelos de murciélago
bailo el colchón de nubes
que sostiene esta mi noche
para desaparecer llorada la tierna cara
saboreando una sombra más
que me vuelve
imperceptible
muerto sabor
de obscuridad sin faros ni luces
ni fusiles que matan hermanos
de su tierra y sangre
crecieron los caminos
y el rojo fuego versado
brotó en flor de amapola venidera,
dime qué debo hacer
¿Algo erróneo?
No puedo volver atrás
se sostiene aparte
la fuerza que nadie alcanzará
nada por cambiar
todo está hecho
algo que asalta aparte
puedo volver y empezar de nuevo
sin mí, sin vida, sin cuerpo
sin lo que me ata a éste mundo
mañana veo el futuro
la destrucción del pasado
quedará atrás.
Corpus, anima, crescens
sol refulsit,
lux
et patientiam meam scientiam
florum, est vita
nosotros no somos lo mismo
la bondad sangra las venas
gustos, deseos, vencer,
arder sin perder aposta la partida
esa que las hiladoras tejen
momento del momento
nacido absorbiendo el hilo del tiempo
las piedras lloran flores
el final es volver a empezar
viendo y amando
el ancla errada de mi lugar,
continúo al cuervo
que me vuelve más fuerte
ave más inteligente de la faz
poder de la misma
energía
en tormenta de conciencia
siendo ese rayo solitario
que partió todo inepto,
inconsciente tormento.



72. PUDOROSA SIEGA:

Líbicas extensiones de mi ara,
por eras de soliviares,
angostos, desnudos
sin pinar excelso de tu mirada,
mi acre transitado, exhausto.
De corvo pico y fugaz
idea pasajera.

Hondo grano de mi cereal espera,
dura grama extensa,
inhabitada,
moza de mis ausentes
sin bandera.
Agota, afila
mi profundo tallo
brotado de mi febril
mocedad yaciente.
Creo mi suspiro
como brillante tajo,
refulgente al candor de entraña.
Amparo sin honor,
de filo que no aguarda.
Quiero renacer así
te encuentre amiga
con otra cara,
otro nombre
no caeré en osadías
eso lo dejo a mis dioses
de locura extensa
llamada Destino.
Yo necio, torpe,
de hueso en tierra sembrado.
Soy hombre con lo servido
cumplo mi palabra.
Es una gesta descendida
Luz de guerreros
perdidos
en azares funestos.
Quién guerrero del muerto tiempo,
con raíz desamparada;
Trémula deidad
tus labios acostados
en tu cara,
en mi pueblo
me enseñaron a luchar
por lo que quiero
y más solo que el relámpago
tu felicidad quiero.
Mi paz de campo abierto
vástago sin superior
de conciencia
mas que inerte hálito
superviviente.
Frívola suerte consumada
osar tu palabra,
vendré porque aún no he salido.
Clarines y trompetas
entonan este yugo
eclosionado,
en servicial acto,
mi azul fronda
que no hiela tu relente;
rompe con empuje
violenta, feroz, agotada,
malla:
Hidra mía
perdona mis lucientes.
Vesta que Proteo
clama hundiendo los montes.
De vetusta proclamada
en sortilegio de guadañas y hoces
que se recogen sin martillo jactancioso.
Irrumpe mi designio
vaporoso en estela,
que tu sombra hiela.
Qué Dios implora
a mi imperio
del precipicio.
Hechizo de mi semblante
otorgues invicto, valeroso
como abismo de agua.
Previsor que detiene
impías naves
en ataque de tormenta.
Sangrada barrera abata
en funesto claro oscuro
sin atadura
ligado, manso Ábrego
sin alma.
Prendida paciencia
sin alarde ni secuela.
Piélago que saña
sin brida
ni cuerda aplaca,
embravecido
con umbroso helecho sombrío.
Bosque temblado de mi mente
que piensa
ausente borrasca
sin ayer.

25-08-2017

73. FÉRTIL ESCOLLO:

Hondonada del hondo soto
en ribazo de tránsito veloz
por rambla angosta acequia
en alta lengua de lenguaje
en fruto, caliza lengua,
profundo tallo, vine exhausto
con canciones de luna
y soberbios cipreses.
A desnacer silente,
Tiempo se derrama
clepsidra de mi sangre,
solaz soto de hoja marchita,
limándome en la lumbre,
atarraya de luces por señuelo,
entre carcomas voraces se tejió mi verbo
señero de un sol despierto,
vine por un destello,
traigo mi botijo, sueños colmados
en un estambre ambrosíaco,
riera en venas
hasta ver florecer tierra madre.
Chopo de su vientre,
silencio secular
entre ojos quemando,
viví,
vine por siempre por sus voces,
rieras ven desfallecer su curso,
colmenas risueñas
por adjetivos precoces,
telar dorado es mi letra,
en el que no aprendí
ni me aprendió el ripio,
al menos nací del silencio
mente blindada criando cerrojillos
de idea flagra que deslizó la sombra,
cerrando tiempos que eclosionaban
viles falaces viperinas,
campo del alacrán
campo de terruños esbozados,
este siglo que comerse
así mismo puede.


74. ESPEJO SULFURANTE:

Resumo, venzo, coarto
vengo que avanzo
resoplo agravios
y señales.
Hilvano que trenzo
voy yendo
tijeretas aparte
soy grande
acaso no es bastante,
leones aquí leones allí.
Esto no es una obra de arte
pero casi,
bueno empiezo:
Deslumbro
en el cuarto
de espejos hirientes
granate lustre engastado,
acaso soy sangre,
fuelle vivo soy,
mi destino alumbre,
vida de una vida de simiente
si quieres soy gente
no es lo mío
pero afilo
este mi hueso demente,
vengo a ese negro puerto de mi mente
donde todo se esconde,
allí quiero verte
sin ende
voy a sorprenderte,
tú eres mi ventana volada
al pasado,
un azar difuso,
traspuesto
regentado,
abandona tu sombra
deja su cena romántica contigo
aparte.
Ven, ven a mi reino oscuro cariño;
soy espectro en el silencio
dispuesto
vengo a habitar tu sangre
a descorchar el vino,
hoy el viento
embeberá mi carne
te brindaré todas
todas mis rosas desangradas
cariño, punto


75. ALJIBE BULLE:

A mis campos,
a todo lo que amo,
a lo que nace y se cuida solo,
con pretiles gestos les crece la dicha,
rabiosos vientos descubren,
un cielo oscuro
que ya no destapa el verano,
sólo ahoga esas flores de sombra
que marchó el estío,
cabalgo sobre la vida,
latidos intrusos,
indeleble mi trazo muerdo,
de mi alta torre bellezas
trepan y escalan,
yedras esquivas apostadas firme,
tañen nuevos tiempos,
que no aseguro mejores,
abren abrevaderos sus yagas
de manantiales soterrados,
registros de vida de rebaños,
áspero soliviar,
marchan caminantes
sus ciudades que negrean,
igual que liebre
por monte fragoso,
negro redil
tierra no igualases,
hasta lo más ínfimo
osa y yergue distinto,
cristalinas fuentes
que los capullos abren,
serenidad del insecto justo,
afilaré esta canto,
que abrirá el Tiempo,
surcos sin escollos
que surcan las letras,
ávida promete
nuevos verdores de horizonte,
verdecidas frondas,
rendido no dormía yo
ni mi negra víbora,
mi arco ni aljaba arrebatan,
miro por mis suspiros,
no se mantengan solos,
izaré la montaña,
no me recluirá la cóncava suerte
de su caverna,
así el cielo descienda,
quedará un arco-iris
de flores silvestres
en un aura insoslayable;
Avanzaré trémulo
los ecos de mi voz,
por si reverbera el sueño
en que yo acuesto el alma
de todos vosotros
mis campos que amo.

76. IMPÁVIDO DESPERTAR:

Iras negras forman celada,
ante y bajo protección
de mi égida,
por cruel invectiva
cabalgo mi piel de astro,
pavesas del fuego áureo
de quien yo era.
Levanta sin suerte
metal de escudo,
arrebolado suspiro sembrado,
fuentes me colman los ojos,
un reverdecer que aguarda,
mirada acristalada
con matices hondos,
tierras crestéan
sus ávidas sienes,
sin someterse,
siempre sin dueño;
Inmoble andamio de la vida,
cuando Noche arrastraba
sus ventiscas bramaban,
sin lluvia, ardiendo,
he cruzado estrellas,
un sol oscuro he prendido,
descendido
con campiña de laurel y mirto.
fatídica era de las sombras,
Dioses del subsuelo,
abaten sin piedad,
cerrando la puerta.
Estas ruinas sin riendas,
desposeídos lugares,
temblará mi nombre,
sin ser
Rey de los cielos.


77. LUCIENTE LLAMA:

Escita levantas,
de insigne pasajero gesto.
Mi dulzura de cólera nacida,
cantad mis años dulces
a Diana,
entre boscajes
y frondas suaves.
Donde el torvo cielo no amenaza;
Allí se blanda
mi ser recto
de conciencia pura,
cantos se erijan
de verdad desnuda.
Sombra de saetas vanas.
Sangra, luz viva, altiva,
nada sin tus honores consagre
el viento de plenilunio.
Ceñidas las verdes sombras
de las hiedras arrancando
liras al pueblo fragoroso.
Vieja entraña lacerada,
escucha el reverdecer
de la sagrada cepa.
Sin honores no hay versos
ni comensales.
Cuál la vigorosa, valerosa
Quimera
que el ser no enrosque
llegada la hora.

II

Era tu entraña en flor,
un misterioso relato que ostentaba
la vaguedad de tu música;
tu pureza, apaciguada.
Suspiro de tus dulces fauces
notas sublimes
de tu espíritu cristalino
mi oscura golondrina
que hermosea tu entraña enervada
delicada sangre que da vida
al penetrante sarmiento.
Belleza tú, de altivo rayo
de lo bonito repleta tu hermosura,
``palabriñas mimosas e sentidas.´´
Así eres tú.
Río y caudal de poesía
que serena caes a alterar mi sentido.



III

Quiero ya los fríos vernales
que los tapen tus caricias;
mullidas en piedad lisonjera .
Por cuantas secuelas
arrostraban indelebles mis trazos
de rieras desangeladas,
a cal y canto fervientes
solas,  solas
como cuando se siembra la tierra
y crece en su rivera
la amapola
que abriendo abril,
juega y mece
tus labios carmesí .
Negra celada duerme mi otoño.
Negro iris conculca
secuencia inamovible.
Fúlgido astro cabalgo.
Satinando tus besos
en luz destinados.


78. FÚLGIDO ALIENTO ESCONDIDO:

¿Acaso dormiré la noche?
Se callarán los susurros nocturnos,
el blanco cielo ya no acostará plomizo,
su letargo de otoño aguarda,
taimada mía no marchites
mis leves hojas;
No todavía.
Ampara mi dorada yedra
escucha sus notas de savia verde,
abre y abrirán rizos
en acristaladas fuentes.
Allí el clarín entone
enamorando a la dama del lago,
serpeo mi suerte cuando me dictó verte,
común lache yo perezco
en brazos de mi lejanía nunca hallada,
a ti entrego mi labriego,
inquieto, escita de su linde quieto,
aplaca mi bajel de ala irascible,
relampaguea incesante
alta como la luz etérea,
perenne que yo estaré atento
para osar y no desprenderme;
perjura, retrocede, y avanza
alzándote por falaces bocas,
que desaconsejaron
y creíste amigos,
no poseo yo almendro
de almendras de oro,
pero todo se dará,
sin caer en el vulgo,
mi sed al menos procuro,
es la sangre cándida,
arremete, marca su cántaro rodado,
blando, una solitud escarchada,
a la que se desea tras todo estío,
lisonjero de tórridas llamas
secuaces del terreno.
Hoguera me tiendes la llama
sin rendir tu escuadra,
preso tiembla el morir noble.
Peinadas parras de la sombra,
tupida vida que acicalan
acariciando al rey Sol.


79. TECHO SIN TIERRA:

Inerme descuido
entre fronda misteriosa,
ríos en lágrima cabalgan,
estival aura
y su sol que en carroza
pasa,
entre las puertas de este mundo,
mundo de sombras,
sombras irisadas,
donde mi árbol no se da.
me escucharán árboles
mi sangre repleta
de sombra vana,
quicio indiscreto,
tu abierta ventana
que ya duerme en tus noches,
resguarda que mires
mi marchita hojarasca.
Mi acorde arrancado
a lira de fauno,
a número y medida
mi azar de entraña insepulto,
escruté cielo y mares
y ni un acre de tierras
me concedieron,
auras me levantaron
de la negra muerte,
y hoy sigo doliente,
camino esa noche
que camina todos,
dura coraza me resguarda,
de impetuosa saliva;
Sirve de tumba
a esta mi funesta vida,
un soliviar de acequia pido,
acaso es tanto,
donde la amapola
juegue con el ribazo,
y se descubran geranios de los caminos
y peinetas de brujas
con abrojos,
magarzas canten a sus coronas
de reyes allí, donde los cardos
hagan nido
y abra a su luz la caléndula silvestre,
abrigando este sino desdentado,
y su añil de tierra,
que mece y sostiene
hasta que muera
sin nada cambiar
hasta encumbrada la fiera.



80. OJOS ALBOS FIJANDO:

I

Claros y dulces,
ignotos ojos medrados,
iluminando auras fugaces.

Compases abren,
su timbre ecuestre dorado,
por la lira que quedó sin pulsar.

Cogí y ofrecí las malvas,
de mi camino, sujetaban ellas
los campos.

II

Tácito pulso sobre el musgo,
buscando verdades de sangre
en piedras ya no desnudas.

Yunques con señeros trabales,
de sienes crudas
y plomos derretidos.

Vestido albo sin encaje,
cuña de este garfio;
Semblante sin ser rey bárbaro.


III

Déspotas comensales,
fugaz escita háblame del Sol naciente,
sin cordura ni engranaje.

Mi deleite rige, amaneceres
donde se acuesta el este
entre vespertinos roces,

que el alma sacuden
de irascibles cánticos
al nuevo día que envejezca.


81. RAÍZ DEL AURA:

Arrostran secuelas
de cicatrices
en mi nueva forja,
abren caléndulas temperamentales,
cebollinos de lares silvestres,
a Numidio le ofrezco,
jacintos silvestres
en evanescencia,
y mis rosas caninas por abrir,
no falten a tu vuelta,
ajipuerros inquietos
aguardan los campos
el reverdecer
de otoño sembrado,
romo hierro crecenta mi sangre,
labriego invocado,
irritable,
a la vuelta de mi fortuna
sosegada, trillada entera,
como tupida yedra abraza
la sombra de su árbol,
no piso cenizas que se parecen,
honraré sin coturno
a Cécrops
esperando laurel eterno,
cuántos ríos nos desconocen,
este honroso polvo,
Musa mía no abandones tus juegos
modula tu laúd sonoro
que tu voz parte y pretende
dulce y armoniosa,
al fugaz viento
tiende mi fulgor de armas,
se duerma así
con mis oídos dejando
se afilen trompetas
y clarines bélicos,
brillante mira displicente
mi hiel de suerte,
hoy no vendí ni un atisbo
de espíritu a su cruel destino,
argento un color
nombré escudero
que enraizó en la tierra
como un blanco chopo de belleza.


82. VORÁGINE DE TRASIEGO:

Afila mi sien,
perdido acre
de largas venas,
traspuesto
entre vientos abisales
derritiéndose tierras
podando su eternidad
en soga que el tiempo
roe;
Fértil vientre entre febril cumbre
de opacos rayos acrisolados,
ventanas fijas
al cerrado horizonte.
Por las armas de mi pueblo sin civilizar,
Numancia alzo a tu sangre inmortal
tus más de dos décadas
luchando contra un imperio mortal.
Aciaga afrenta por la anclada
libertad.
Fuego de breas nos vio marchar.
Caminos eternos con valor
surcaremos
para que no nos pisen nuestro hogar.
Lanza y falcata se afilará
y hasta el verde lagarto
a nuestro paso se espantará
recluido en la sombra
que nuestros pies avanza.
Niega, sigue, prosigue
que su sangre rehúye
hasta el ocaso sigiloso,
que se teme incluso desde el mar.


83. LUCIÉRNAGA DE NOCHE:

Razón mía que alojada
imperturbable,
abres tu duradera onda
imperceptible, desnuda,
esta luciérnaga que el cielo cruza;
Como un grito sin hacienda ni aire,
acaso sonido fueras,
voz de mis males tenue conciencia,
vosotros que nunca me leéis
yo jamás he escrito.
Papeles en blanco
me enroscan el sentido,
ni agitan al inmoble
Dios de tu hermosura,
quién prodigio, quién mediocre
si estamos de paso.
Nadie a quien impresionar,
nadie a quien agradar,
nada que negar, nada que defender,
todo se acabará afilando
como hueso de durazno
del tiempo germinando.
Millares de ciegos caminan
estas noches perpetuas de septiembre
fuera, por fuera.
Puedo verlos cabalgar
su visión negra
sin el amparo de la luna.
No hay lluvia que gotea
a mi ciprés torcido,
sólo blanca secuela de luz ardiente,
otro verano que no quiere ir,
mi sueño no quiere mi verde roble,
apresta, carga mi ballesta
que mi fuerza no vence,
yo que vivo para morir a gusto,
al mío no al de nadie,
hechos de ratas sumergiéndose,
como infinitud de hombres
que no cumplen su palabra,
será un puerto
con mi buque emergiendo
cuando le toque zarpar a mi cuerpo.




84. RUNA INMOBLE:

Sombra mía,
esquiva de mi vida
encarnada flor de ella,
entre vientos en tierra
encorajinados de nueva siembra,
de huella luciente,
valor ensimismado
brotando el ababol,
de sangre suya,
sombra sin cuerpo,
acaso tuya,
difumina otra sombra
de quien yo era,
yerguen espigas
con pilares de belleza,
descansando sobre el agua,
que arropa tu fresca cara,
gira mi vencejo la loma,
no había primavera
ni lógica aguantaba
este Ara de hipérbole
de tierra meseteña
de tierra sepulta castellana.
desnacer mío
el terreno me aguarde,
inquebrantable dicha,
visión de mis dioses,
vigía perenne,
oye la lluvia,
no preguntes
tiene miedo llora silencio,
recodo alumbrado con espinas,
llave de mi pecho
destapa dragones y fieras:
Dardo senil de esperanza inmóvil,
caduco, inmortal
para renovar sus hojas
en ascua etérea del mañana,
carne de viento que espera
el cielo, obtuso, abrumado
cuajando destello arrebolado,
cuando se desgañita la vida
por el esperado ocaso
que vieron los ancestros.
85. NÁCAR FIJO:

Gualda hiel
me abarca
recto coraje
desde cóncavo iris
a mi pecho abierto
enraizado pecho
de esta amapola
ababol de sangre,
de esta ceniza
a otra aparente,
la mía.
Flor de sierpe
anidada,
desciende
aveza que encuentra
mi fusil,
derecho de llama
flama sin directriz,
merced
huye
mi nueve será eterno,
sin licencia
ardiendo abismo
en gota extensa,
lacustre rajado
de Villa Rica
creada por mi tijera
yesca
en vetusta silenciosa,
disculpen
vidas de un día,
yo poseo sangre
y mande que resuelva
sé cómo emplearla.


86. CAMINO DEL ESTÍO:

Páramo de mi nervio,
aguantas el tesón
del estío estirado,
ya la lozanía te languidece,
tu soto caduco de forraje,
el ocre te vence
tú que desdentado de savia
ni pereces,
por voces tus cumbres
se hacen mesetas,
inmoble color del hierro,
tus tierras levantan,
con palpitar que al cielo
clama su llanto.
desde la pizarra
al canto rodado
sólo montañas no guardan
tu sed de antaño,
brezos ya laten amarillos,
compases al verdor
de la sombra de santas encinas,
bosque esquilmado rocoso,
denso musgo marchito,
¿cuál la tierra madre?
¿Cuál la piedra oscura
en la que muere la tarde?
Dulce tarde con oro trigo,
sin rastro quedará la seña
y el silbo del ganado,
llamo a mi astro sosiego
permita a la nube avanzar,
paz sin recuerdo en la hondura,
caduco parece tu vientre sereno,
sólo al dormitar de simiente,
un molino corta la áspera onda.
Ara que prevalece su trillado esplendor,
su llanto del cielo gime
la tierra castellana,
estampa dorada sujeta,
por la que la vida marcha.
Camino de Humanes que sigo,
por ramblas padecidas,
sigo el camino del hueso,
para entablarme
con las espinas de un endrino.


87. SUEÑA LA REPRESALIA:

Sangre expiada,
ceniza aparente
de quienes eran,
incierto azar de las armas,
oscuro riesgo,
desdén del tenebrio
encorajinado,
parca ilusa que todo abarca,
sin oír a los Dioses,
simas y ríos que nos ignoran,
¿Qué campo no me atestigua
en ocres muertes
todo lo que la tierra devora?
Esta avara tierra
que relame sus crines de plata;
Y su destino no embellece,
justo de ala nueva perenne.
En las prósperas sienes
de regocijo,
acogedora sombra del blanco chopo
y este opulento tejo,
que al muérdago muerde
aguardando convencer
a las tres Hermanas de Negros Hilos
no me hundan en el abismo.
Mi musa cautiva toda de nieves
yo, de bronce,
niega ser de origen innoble
con ocho lustros asidos
opresores,
púrpura brillante,
esquiva,
pureza en jaspe
de luna,
del arroyo fugaz
bebe y el viento revolotea
sus suaves cabellos finos
fluctuantes,
se encienden
mis tibias cenizas
por amarla a ella
lágrimas sobre fértil vid
que engalanan,
Valgio abre y llora tu torrencial
desde tu hogar caelis,
deja fundirse contigo al Aquilón
cae tus espejos deshaciendo rastrojos
cabalga tu agua
por estos estrechos campos.
Abstruso tonelaje de mi pensamiento,
hosca patria mística
de amor furtivo,
trémulo de lo que el querer quiso,
sin falso engaste avanzo;
el poder del cuervo siento
ese único que visita mi jardín
a las nueve.
Por oscuro aflige
que ya no es celestial,
ni aunque el cielo fuera pardo.
Vetusto, geométrico, áspero
mi desliz absorbente
como un torbellino,
que ya las penas
de mi olmo desnudo
no llora
ni la belleza refugia en esfinges
sus torres que son de la tierra
como señeros de vivos,
raudos árboles enhiestos,
en su copa
que bebe al tiempo.


88. NEGRO ASPAVIENTO DE UMBRA:

Ahuyento el crujido,
el espasmo de viento nocturno
que fuma mi cigarro,
es una violeta opaca sombra
su éter de persiana roída
pasaban yertos caminantes
sus ciudades que les negrean,
un suelo quebradizo
blandía figuras
con espasmos de cobre,
por faroles y fuegos,
luceros, edificios de leche
y hormigón,
perdición flagrada
en toda dirección,
un segundo vuelto atrás
y observo detenido mi desquicia
se alimenta voraz
de estos cielos de plomo y zinc,
solo una vez más
miro mi soledad desde el otro lado,
y se espanta el negro apuesto de vacío
empedernida luna sujeta
por filamento malva de la luz estrella.
cuento 999 y aparece mi cuclillo,
asmático suena mi grillo,
el segundo ya vomita otro minuto,
no me cuentes reflejos
de ávido camaleón me visto,
semáforos disléxicos
me cuentan de mi azar de visión
por la que enfermedad es alegría
y nacer la misma lechuga,
hoy volaré sobre un vencejo,
avistame hondo, fugaz, pertinente,
crispado, retenido entre mares de tierras
a lomos de un caracol que cabalgo,
y no me vence la luciérnaga matutina;
negros soles me cuentan
que su luz es sólo un respiro del Creador,
la tiniebla ganó al tres en círculo
y el mundo se puso de cruz,
mi tuerta creación,
sonido ciego
me avasalla la abierta ventana,
un crepitar valiente escuchó
que abrió sus ojos,
y un irisado que la noche clama
se desperdigó,
era tiempo para volver atrás como
las plantas silvestres
que se hacen las muertas
por qué pues porque siempre están,
como rey lucero
es certeza de mi magna
espiritualidad que ya nadie niega
ni con gafas de Sol.

89. TRENZADO DEL TERRENO:

Abro de mí, la rigurosa sombra
acogedora de mi blanco almendro
fresco dosel que presta almazaras
llenas de olivos,
hermana del negro hilo
cuándo mi jardín florido.
Rasguña con tembloroso sigilo
de savia dulce su arroyuelo.

Blanca luna que me reflecta
en los sabios bosques.
que sus mieles Himeto me concede,
colinas serenas me aguardan,
y en las prósperas perviertes,
apacibles bellezas
parirán tus ojos;
Lágrimas sobre mis tibias cenizas
de aquel que duelen y sigue
porque son del poeta que te ama.
deshecho en espumas trenzo
vaporosos ríos de mi sangre,
vernal lozanía
que aún gozo
como luce la flor sepulcral.
Ceñida cabeza tuya
de las rosas más vivas,
¿Quién cauto te hará cortesana?
Raudos Lapitas no hay futuro mejor,
el viento me pulirá su acento,
bien funesto que considero
que me sembraron
de la bronca hendidura
que no sucumbe ni se hiende,
Baco enseña haciendo danzar Ninfas,
aguzaban sus canciones,
pobre labriego este que nunca se dio,
pilares auras según lo pidan tus liras,
¡Oh Calíope!
Musa de mi lenta melodía,
tráeme la fronda verdecida
de tus mantos vestidos
de Ferento la sola campiña.
Sin feroz hija hambre,
yo providente augur
de todo lo que amo;
Al escondite del alacrán
no proclamo,
por doquiera me dirija la suerte,
veo la oscura tempestad que anuncia
que yo estoy bailando en la luz
para poder bailar en la oscuridad,
Galatea la corneja no me espantes
que mi buena remembra.
alma présaga de lluvias
que a la flor incitan,
yo que en pulido ribazo
quiero prender a Ninfas de flores
absorbentes de miradas
y de fugaces estrellas.
Amor tan torpe
¡Oh mis castos dioses!
soy yo humilde
un ser hermano de la tierra
que no permite
ni a víbora ni culebra
le retiemble
la paz diáfana hallada.


90. DIESTRO DEL MAR A LA MONTAÑA:

Fuego trenzado, galopado
crepitando el amor fulgente, estridente
de mi madrugada
que avanza que danza sin balanza
el infierno silente de la mañana ampliado
río de mi sangre que colma el páramo deshojado
donde vive donde crece mi chopo viejo
colma el terreno mi sed de abrojo
diestro mi hálito exhala su desliz embelesado
nacarado, embrujado, por mi mujer
endiosado, extasiado de miel y ambrosía
repleto, lleno, colmado, extasiado
mi río de sangre avanza no se detiene
corre del mar a la montaña sin mostrar despecho
de grazno escondido en cada torre
el idioma de la noche se hace presente
tiempo que corría muerto desde
mi sótano de luz
a un horizonte tenue por conquistar
corría la lagartija sin desdén
por enternecer al horizonte diestro
del mar a la montaña dispuesto,
de pieles extasiadas cantaba
el surco del reguero de mi vida
por florecer en la arteria del lugar
graznaba mi alma a los soles de espejo
fuego trenzado en cada ciprés
que me sostiene
que mece el amor de mi sangre caliente
era llena, habitada por la flor
sólo allí donde reposaba la belleza
allí donde ardía el sentido
enarbolado, flamígero al ojo del cuervo
bullían rebosantes mis fuentes
esas por las que se colgaban
parcos los árboles y enamorado
el suspiro acampaba la tierra
de piel de nuevo
esperando mi vida quieta
la ascensión de su alma al cielo
atochas de esparto me sostienen
para tener yo sangre de tierra
gramas me florecen en invierno
el beso congelado
del Tarot helado de mi sangre
hoy gime el tiempo en mi ventana
quien lo viera marchar de cuchillo
de espino y girasol helado
hilvana el viento corazones en los álamos
para que despierte feliz mi Sol,
y concluya el tiempo de la madrugada
de mi vida en fulgor
que dibuja siniestra el corazón
de mi albor,
ese por el que descansan horizontes
crepitan montes, las aguas
brillan fulgentes estallando
mis veintisiete fuentes
como gotas tiene mi vida,
fiel mi caricia anhelante
de una sed por la que revive el inframundo.


91. DISPUESTA GRANA MALVA:

Diestro tapiz me unge,
cabizbajo de este gris
que desnazco;
se amilanan de grana
guadañas que me cincelan,
no me iré de mi abismo
ni en él terminaré de hundirme,
ni este cielo acabará
de blandirme,
quebrará mi espejo de espejos,
y similar me encontrarán.
Mientras subiré por el costal
de mi camisa todo lo que veo
un azul teñido de mares de tierras,
como es arriba es abajo,
soslayando me encontré
con un camaleón de quien yo era,
hoy afirmo que lo vivido valgo,
de vidas de un día me aguardo.
Manantial displicente esquivo
es esta boca de tierra que rehúye,
una vida y un arrebato colgado,
una sinfonía de grillos
que reverberan las fuentes
y sus encinas y sus quejigos,
sus rocas y sus nidos,
sus lunas y sus espejos,
vine que me estoy tejiendo,
una carcasa y una flor
es por mí es por ella,
que el color nace color
se abre paso una rosa bermellón
por ella es que reverdece
mi corazón.
Y un ocaso malva
se escuchó entre los dos.


92. ALBO ESPÍRITU AZOGADO:

Abrí las rojas puertas
del fantasma de mi corazón,
despertaron grises leviatanes
como agujas sin cabeza ni redil
era él un fantasma puro, impío
un último respiro alzó
a mi cabeza,
y caí de rodillas
a otro mar
a otro mar
el suyo sin calma
ni espumas purpureas,
abrí esta vez las ventanas de mi pecho
esta vez como si alguien las sujetara
en mi propiedad
de fría carne,
un pulmón marchó a una rivera,
el otro perdido marchó
a otra con mi espíritu,
quedaba mi cuerpo como frío, desierto
páramo sin espacio sujeto
donde anclar señero de luz
mi pecho, el otro espacio
de mí desierto
oscuro como opacidad
de noche de soto sin luna
sin luciérnagas del cielo,
sin fusiles que clavan su plomo,
sin faroles ni lucientes
provocados encumbrados
como este vacío que ya cansado
no más habita mi espejo de alma,
mi pecho partido enraizó
la mejor flor que la vida
pudo darme
como espina para clavar la espina
de mi vida y asir
cielo y tierra en marea
de primaverales caricias
albos ojos fijos
en auroras que marcan
al violácea arpa de mi despertar
creyendo sus ojos un sueño
para habitar.


93. ENDOSELAR CANTANDO:

Anquilosada bruma negra
me yergue sin piedad,
allá por un fatídico recodo
danzo, danzo con mi lobo,
viles me destrenzan
como muere mi Dios silencio,
era un cable un tranvía
que surca la mente,
por fortuna hablaba mi otro,
un puerto y un barco,
abría de mi pecho
un trémulo espíritu
aullando vespertinos roces
de costillas enlutadas:
Hoy una luz vana
me escarcha el alma,
debato con mis Dioses
dónde quedó mi destino,
acaso merezco acaso desvanezco
puro como lágrima del cielo,
mi tardío quizás diga,
mientras este castigo,
seguirá crujiendo mis huesos,
crascita la belleza
entre los barrotes
de mi calavera,
mientras seguiré
pudriéndose
mi vida en silencio,
como pez en tierra
soslayado de cielo,
lo siento mundo
ya soy completo
un millón de mentes
un millón de mentiras,
esta inspiración no me hace libre,
miedos, ilusiones truncadas
contra el ateo
no me imagino
como un pez sin boca
sin creer en nada
camino la ciudad
que negrea el sentido.
tu cara diviso
ya puedo morir a gusto
hasta el nuevo día,
hasta trenzar ocasos
del alba y su espuma malva.


94. RESURGE EL AÑIL:

Florece agua ignota,
azoga tus blancos corceles
de rocío sereno
sé bruma gris de abrevaderos
juega con mis mariposas serenas
de los vientos, fragua mi sentir
en tus venas pedregales,
bebe mi sed como un desnudo ayer,
entre flores del paraninfo yerto,
augura mi suerte entre tus vellosidades
colmadas de savia joven,
un reverdecer anhelado
que tantas espumas aguarda,
madre de mi blanco chopo,
tu cristal luciente;
Cuántas eras yo he conocido
tantas vidas más longevas
que la mía,
osadía pulcra de espadas azules,
cuchillos calizos de cerros
castizas fuentes
en ramblas del terreno,
rieras soterradas al sosiego
de vid y centeno,
hablase yo entonces
de un sol que desgasta
de cincelados bosques
de espliego y atochas de esparto
del grillo solariego
que abre el sendero,
baja vida tus espumas verdes
de paz y sosiego,
vence tu paz sepulcral
al fervor de mi vana sombra
que no te puede,
háblame tus hojas
bailando, jugando con el viento,
de este otoño que no llega,
ni su bruma honrosa desciende.
Tráeme tu febril aleteo de estambres
clava la simiente esquiva
que raje la tierra,
contigo el resurgir de las estaciones,
pariendo el desnacer
de toda muerte en color
de simiente.


95. SOCAVA MI TARDÍO:

Indemne acontecido,
en solaz yaga sin fresno
ni alta haya secular,
jamás aplacado por solanas
ni fugaz línea de chopo ferviente,
singular atarraya de vientos esquivos
su páramo veloz de ocres del terreno,
vino a plañir mi alma,
entre oscuros cipreses con sabor a dama,
soy tocado por el rayo de sol,
esta sequía que escapa
en el sitio del ángel de tu mirada,
miro por fuera y el centígrado decrece,
gramas envejecen mi calzado,
te encontré y llamé a tu corazón,
déjame ser agua en tu boca,
lejos brillaré por dentro
un placer preso,
y sus vendavales furtivos secos,
es hora de anudar el firmamento
en una falange y en otra llamar
al viento mi padre.
El río se sembrará de altos árboles
y sus peces anidarán en sus copas,
vine a perderme
por si aún no me he encontrado,
haré de bocas esfinge perdida
por cuanto yo he conocido,
perdigones reposarán en las ideas,
golondrinas llevarán besos de auroras,
yo me trenzaré como el azabache
que llora la noche,
una flor de sombra enraizará mi pecho,
en sangre de amapola negra,
como mi sangre oscura,
vine que se deshizo mi ventura,
por este ignoto torbellino
sin ventanas al pasado,
tejo que yo a ella consagro,
como niebla y bruma
que sin ella otoño no hace,
pregunto a mi lobo esquilmado,
sus bronciferos vellos me responden,
que dicha no es labrada
si no hay manos de recolecta.
Como recompensa trae lo sentido.

96. TIERRA A RAÍZ, SOMBRA A IDEA:

Por la vía
que los vetustos
olmos blancos
protegen los desnudos álamos
que aguardan erguidos,
al descanso de trémulos corceles
y sus carros, cruzan sin herir el sendero,
abatida mi contemplación
fue silenciosa entre páramos
angostos esquilmados del ocre
ardiente, encorajinado,
como un negro suelo que rozo
con los ojos.
La sombra que un ciprés rutila
se acrecienta erguida, ahilándose
con aspavientos que retuerce la luz
sin franco obstáculo.
Era de la tierra habitado
un bronco grito sin suerte,
refirió su desventura
y miradas no esquivaron,
quedaron vistas cuatro espigas
juntas en tierra arremolinada,
por las vides de semblanza
y el resurgir del añil
del santo olivo,
misteriosa sombra de ciprés
háblame como se habla a la primavera
para que se lleve los fríos,
quiero compartir tus preocupaciones
preservarte como me preservarás
cuando muera,
al sigilo del rojo brezo
me alzo como flor
que la primavera arrebata al invierno,
y abeja que baila sobre coronas,
como agua clara
que da la misma luna,
así como tú sombra,
yergues tu profunda pupila
desde la misma senda
que te vio nacer
pura, limpia serena
aguardando al alba
tu desnacer
que tiña tu ojera suave.


97. SIGILOS DESPOBLADOS:

Aciago escondo
los faustos de mi recuerdo,
abro la verja donde crece
mi árbol muerto
imploro abran sigilosas
guardias en noches
que apelan tranquilas,
como grutas de mi arrebato,
esculpí mi torre de bronce,
como pasa ciego rayo
entre montañas,
razón impele
baja Calíope
reina musa
afrenta lenta melodía,
yo abriré cadenciosa lira,
aplaca en hombro
la vestal Hispana,
compadecida arrasarás
cuerdas de conciencia
despertaremos del sueño
a gloriosas ninfas,
tañerán tambores
el duro sabor del hierro.
Vidas opulentas
abren y cubren
la tierra cultivable,
sustituyen a mirtos y violetas
junto con sin fin de flores
que esparcen,
y parece su aroma
de la brisa apropiarse,
funesto día
que traía la impía mano,
la afrenta de sus campos,
me imagino aciago
como fragua del fuego brotaba
sangre del candor del hierro,
agota mi huidiza pluma
por cuantas realidades
no he conocido,
hasta decirme yo basta
al mal no he conocido
mi dorada mediocridad
tolero y acepto,
¿Quizás algo más cubriese
mi dicha de diáfana bondad mía?
Que al mal de muchos no acompasa.



98. VIPERINA FALAZ DE TIERRA:

Sin ir más lejos
nosotros somos de tierra
somos alcarreños
somos del mismo metal
que las estrellas
hierro fragua nuestra entraña,
metal y simiente hijos
de la real abeja,
fuego brota en nuestros ojos,
siglos del barbecho
engendrado por el soto
de la encina y el esparto,
somos compases del miedo,
jauría de zorros al acecho yerto,
vívida estampa del hielo,
sinfonía sin acre desnudo
somos acre de espuela
y vid de nuestro camino,
fervor de silos dormidos,
auge de la espiga
remanso del irisado girasol,
somos lo que ves
es nuestro paisaje
de sangre ferviente,
y espuela doliente,
gira mi arado
verás que sigo al mando,
recuerdos ahogan
la madre compostura olvidada
padre cernícalo por angosto
valle de río dulce
y senil valle juicioso
abre magarza tu esplendor florido
con el ababol y su sangre de tierra
abre sendero al reposo de Castilla
con su sequía herida,
cuántos siglos no te han visto mudar
tu aciago terruño paisaje entre cerros
y febriles solanas
donde el tiempo
escapa angosto.


99. CELADA QUE DUERME:

Veraz acre que el otoño juega
con sus alas virginales
en mudas que el verde siembra.
Era una blanca luna de espuma
con las que el agraz de la uva
jugaba y ante ella
una belleza ambigua inclinaba,
y entre breñas hacía que dormía,
amenizando los céfiros
y arroyos magnos,
no pude verla errar
por mi sagrado bosque,
abría su lira y se escondía,
mordiendo la negra víbora,
pude regresar más valiente
entre estas torres de belleza
que se erigían,
entre escarpadas escalas
de todo lo que nunca se marcha.
Jugaban los corzos suaves,
sin tiempo ni lobo,
rudo tronco indemne
se aposentaba
frente a la muerte,
de sus vanas cortezas secas
florearon brotes como espadas,
que recorrían hormigas,
serpeando, esquivando
a la gris araña de cueva y madriguera
en acecho yerto.
Se descorchaba en grietas
como mustia caricia
que lluvia no anclaba,
preñada su savia aguardaba
que el tiempo perdonara
con pretiles gestos
de retozos de chubascos,
mientras la carcoma voraz
no cesaba su caminillo
entre sierpes grises
ahondonaba su madera,
su destino pertinaz
que ya preguntaba
si habría un cielo para las plantas
donde renacer aquel purpúreo chopo,
que años ya no surcaban rigor.


100. CANTAR CON SILENCIO:

Un pasaje a la otra orilla
miraba la vida huir, desvanecerse;
estela vencida, afligida,
mirar la otra orilla
un fresno dormitando
una hoja colgada de una tela de araña,
aguantando leve la insepulta tierra
a deshacerse,
esfera verde naciendo, apostándose
en hondo destelleo,
súbito sueño desnaciendo
su caminillo de hormigas
de labios grises.
Dormida yacían sus trenzas
como sedas ligadas de azabache,
leves, acomodadas,
tez de tu hermosa cara,
bajo mi cielo un lamento de gloria,
portal abierto de tierra,
mirada pedregosa entre monte y abismo,
bruma frena, envuelve,
de impiadosa niebla gris,
impelido me conduce su profundidad anclada,
un sol oscuro busca respirar su luz,
confiante, humilde, la guarda,
ojos de otros ojos
apostados en mi sien
imagen de mi imagen viva,
resucitando,
como nunca desvanece esta suave
nube rígida
que es mi amor a la vida.


101. BOGARÉ PIEDAD:

Vuelve
que vienes
al final
sin comienzo anunciado
regresa a mi partida
es mi vía
tienes vía libre.
Asigna un número
solo hay un nueve y un tres
doliente.
Estrecha mi cerca
encuentra sin hacer la tres catorce.
Tú batiente señal
de espejos,
relojes extensos quebrados
que sólo conservan el sonido
de quienes fueron,
sin directrices sin honor,
sin cuerpo, sin conciencia,
yo sólo al tiempo
le ordeno
le disparo un segundo traspuesto
¡Salta!
¡Muere en el recto hueso!
sube bajando la altura de mi escala
intangible,
me asignaron un laberinto de espejos
pero tengo runa clave,
mi dios Gemineye
y su ojo sangriento,
¡Salta! acaba contigo,
tiempo pulcro
de manecilla destartalada,
voy sin espejo
camaleones sin mi nombre hagan fila,
venzo que estoy dispuesto
¡Salta!
acaba lo eterno,
cesa mi terco aljibe,
guadaña afila mi Espica
sembrará su casa,
tejado a mi diestro empeño,
solana de mi grana sangre
soy del trigo nacido,
una fiel semblanza,
¡Lugh!
acoge mi oro de tierra,
Escucha
desciende mi sol,
treparé tu densa luz,
¡Salta mi puente que tú me creaste!


102. TARDE PARDA DESCUBIERTA:

Puerto incierto,
al que no me arrastro.
Espejo sin gloria
mi vertical sinestesia
flor despide el beso
por cuantos aojos
ha robado.
Ostara dilectus
blándeme en mitad del barbecho,
me presento ante ustedes
mis abrojos creados
oprimidos ustedes
yo de surco hago pecho,
por roca madre
unge mi clepsidra
una sangre de vida,
corren presentes
las sucesiones difuntas
de Quevedo.
En osamenta te anunciaste,
matriz inquebrantable
retemblando mi alma,
leño buscando cruz,
casi podado mi soporte.
Natural en bestias,
frondas y animales caminantes,
dóblate frente mi ceniza aparente,
busca tu estirpe,
pordiosea las tierras
en busca de tu miseria,
apacentar tu labio sin prisa
es colgar una estrella por su luz,
trilla mi trigo
raudo frente la gloria,
sigue mi eternal lastre
humeando esquivas cegueras,
alta celda que henchir puede,
la destrucción encapullada en sus pestañas,
brillantes tapias,
corral sin lustre ni yacente ángel
asistido,
soy el dueño de mi propio cementerio.


103. REDENCIÓN SAGRADA:

Cuando los ángeles desertan a morir,
en los ojos de otros ojos
estás buscándome,
me despierto;
los Dioses celebran
un silencio sepulcral.
Colores me evocan de la nada,
ruido cómplice aborda
como navío tiznado al 2025
senderos del mar de tierra
que abre mi lengua en tu guarida de boca.
Melodiosa suerte de la máquina de tu cuerpo,
tonos sobrios, vespertinos
absorben la mirada como filo inexpugnable.
Absorto cae el tiempo en tu sangrada candente
azada dispuesta, es tu verbo un franquear de desvelos,
que respiran estrellas fratricidas.
Es un solo cuarteado en siglas,
los soplos resplandecen vibran al son de nueva grama.
Sombras inmobles cuentan de tu respiro
infranqueable, por jóvenes tapiales
de tu inexorable, florido, grandioso desvelo
de metales,
cobres anidan campanas de media noche
aguardando el surgir de lo sepultado.
No frena la sintonía de tu saliva, una,
ensueños duermen llamando se cumplan los anhelos,
cuando los ángeles desertan a morir
tu mirada se enciende, abismos silenciosos se prenden,
tu voz se hace palabra.
Me sigues te sigo cariño de ternurita dispuesto,
luz enraíza tu alma, efímera en mi mano,
vuelve a mí una paz que ni los nichos toleran.
contratiempo por fuelle,
magarzas de otoño,
corona de reyes en primavera,
etéreas hojas a solas peregrinas,
dejando embriones por verso,
capataz de siembra única,
al compás liberando golondrinas,
punto de Sol a ciegas,
es mi mente surcando brumas grises
que me acercaron.
Vagido indeleble,
fúlgido yo destellaba tu sien sin marca,
caliente al arrimo de mi ser,
valedera fuga sin ocaso,
un caracol en un verso montado, arrastrando:
sacado del pecho
como heraldo sin desquicia semblanza,
corriente arrastrando cadenas de errores,
fruto de libertad
y conciencia sellada a ciegas.
Comiendo raíces por hechos
en fruto divino insoslayable,
frío de noche
bañando la casa de lo eterno
llamada Diosa de tu entraña
mi musa bella.


104. TRANSPARENCIA HABITADA:

Aquí me quedo sin casa, sin pudor,
sin vergüenza, sin intemperie,
sin descampado de viento, otros sones
no me tientan, sin cuerpo,
sin mi transparencia violenta.
Me quedo porque contigo lo tengo todo
y lo ajeno se difumina a otro tiempo,
ausencias habitadas, opacas de otros seres,
que dejan huellas perecederas.
Ya no sé a qué sabe una flor con tu nombre
ni si el viento pasa y se despide.
El sortilegio del destino se va cerrando,
y sus espadas como cuchillas de dientes
que me ruedan sentidos que a ti me ligan.
Avanzo sin permiso
los campos de abrojos
y cardos, se agrieta el sendero
yo al timón, del sentido de vida osada sin despedida
por esta vez,
las condenas siguientes
no alcanzo a imaginar.
Solo quiero lluvia precoz que reviva los charcos,
seguiré sin elegir nada
mi destino hinchándose,
como cebolla un día en agua
como apartar la vista
y seguir viéndote,
no quiero más vidas que sin la tuya
todas me parecen inertes sucesiones
de difuntos que no germinan.
Sólo suben la escala.

2/01/2018


105. AZUR DESNACIENDO:

Esencia intangible,
no hubo na terra,
que ni dioses
osaban mirarla,
ni albergarla;
ella sollozaba,
cual flores, incredulidad
brotaba.
Ella era encargada
de sembrar en ellas,
rocío perplejo
que en suelos germina.
Pureza
en venas;
lo que la perfección era.
Crisol no sostenido
por cauces febriles;
inteligencia
en mares secos;
abejas de ideas,
colmenas
con intelectos graves.

II
Que cubre valles y peñas
inusitadas
y sus penas ahorca;
su misterio
enhechiza toda alma
quién arrullarla sin dañarla pueda,
será dueño de la llave
que encierra a la virtud
no enseñada.


III
Cae la noche,
sobre ingrávido
lecho de mi juventud
acostando luna de cuarzo
entre áspero frío.
Cuerpo mineral candente
quieto en pantanos de tela,
retorcidos sus destellos
en esta nube de leche;
el fango fragoroso gira,
imploro a esta luna que ame,
y el morado cielo ladea
mi sangre verde.
es por este escarabajo
que llega el verbo.
Soledad, soledad tus pulcras alas
que vencen auroras de adoración.
Aurora funesta clavada la hora
vorágine o trasiego
LUZ que ignora
si acaso nace.
Tu liso, amarillo barco,
de oscuro torso.
Tus infinitos beso
dime corazón al apoyo
de tus párpados.
Cuál profunda verdad
en esta espectral rivera
de ondas líbicas.
Espuma densa
de océano de ideas entregado.
Profusa ascua invencible
es mi dolor que más no quiere
retirarse;
que sentencias invade todo ojos
montaña de hojarasca;
cristal de pulsos
que tu imagen toca.
Suspiro fresco
en labio extinto de sombra
día que no se encuentra,
su densa forma.
Cuerpo con agua de estrella;
querer vivo que llega al aire,
tiende y espera.
La muerte que renace
por fuegos de brea
en el aire.
Abren batientes pétalos
de viejo silencio esquilmado
estallado esplendoroso.
Acurrucados sobre un lecho
que la brisa abre;
trocados rayos de sol
esquivos, en plano de verde follaje
por azur causados.
Astuta golondrina encontrando
la dócil rama.
Mundo sin mentira
de la vida,
se abre este mi manantial,
reluciente de esmeraldas, desposeído.
Y todo siente:

-Que la sangre miente.

IV
Terruño ojo victorioso
aplaca sus arpas irascibles
estrujando abismos dolorosos,
petrificados.
Reniega la boca vegetal
casi viva
promesas en frente de violetas.
Cantan amando el claror
lírico, estremecido
coágulo de viento
en cientos de porciones
esta luna quieta
que semejanza quiere.
Descubierta la zona umbría
donde yago de yacer.


V
Aplasta mi sombra
contra sí misma
derrumbando opacidades
de granates profundos,
ballesta súbito forjada
a tu entraña.
Derrite mar de boca
que pide extensa
negra noche
y sus espectrales corceles.
Tiembla que rueda
paz, orgullo bello.
El desliz, ráyame firme;
conservo mis principios
numerados.
Reluce mi roce pulido;
entre-cielo asido;
palpita mi iluminada tristeza,
haciendo camino.
Vendrá mi torvo grajo
se constatará mi lucero roto.
Turba mi aliento
bajo mi pecho la quiero
con montes limpios
enturbiados por sarmientos.
Delinean este viento.
Lividez plena,
fuga el desaliento
con todos los jirones
de mis ascuas.
Diáfano, ancho, repleto
a trote primerizo.
No cabalgarás,
no cabalgarás si no es conmigo.
Cabalga, cabalga
el llano, que sólo a mí lado
cabalgarás;
cabalga que sólo a mí encontrarás.
El Castellano
cabalga con su espada en mano
todo tu llano.
Hasta divisar todo lo que amo.
Sembrada el alba
que apacigua
la noche que negrea
en estela conmociona
mi luna extensa
que bajo ella,
siempre
estoy en taciturno hechizo
contigo y mi falcata.


VI
Embeberme la luz
sin forma en ojos distantes
luz de aquel fulgor purísimo
allá lo oscuro
en tiniebla sin padre.
Yo besé las amapolas de los campos,
buscando me embebieran
la forma que como eco
apagaba.
Heridora en cascada
se aposentaba mi bondad
aquietan aguas longevas
la feroz sien
que me dio mi padre.
Nota:

Embeberme la LUZ
sin forma en ojos distantes
LUZ de aquel fulgor purísimo
allá lo oscuro
en tiniebla sin padre,
yo besé las amapolas
de los campos
y heridoras en cascada
me entregaron sus hijas.
Nacidas tras yo sembrarlas
esta primera lluvia de septiembre 2018.

VII
Cuchillo que tu voz asesta;
mi pecho sin coraza hiende.
Camino mi desvelo enjaulado,
cuenta atrás de la tierra quieta
y sus grillos asolados.
Oh me olvidaba.
Esto es la resurrección.
Indemne entre losas
de azur firmamento.
Respiro entre rosas
las espigas por llegar.
Dilata los verdes la tierra
sosegada dicha trasiega,
un día cenizo
de esta la otra primavera.
Estoy escuchando semi-recto
el retemblar de hojas huecas
sobre la gravedad
de un arroyuelo que fluctúa
cauce entre la copa
de árboles;
sobre semi-vacío cristal
con limpia brisas
encima de un blindado
cantaba, dictaba
antiguo sargento
su presionar, disparar
como hueco
en la ausencia del polvo.

VIII
Abrid la ensenada al capataz
del brillo primero.
Tímida la floresta
escondía sus amapolas.
Núbiles gestos danzaban
la cabeza en loma
que silvestre evanescía
el coraje de la flor.
Vuelto mujer por Ostara.
Patio de perdices
que soslayaba
entre el quejido
de carrascas afiladas.


IX
Hacían sus hojas
mi última espada.
A mi izquierda
el peso
de su hierro estable.
Sibila destrenzabas
tu cándido mirar,
en fraguas de belleza,
inviolada.
En tus altos,
profundos
ojos de ámbar.
Luna que en fractura
recorre mi tejado de alma.


106. PANIDA DEL AZUR:

Saeta de prisma,
enardecida amante solar.
Reminiscente umbra
alegoría de carnal flor.
Lejana entraña de hoz
letanía viste que exuda
su sátiro perfume.
Salmo de noche,
voz mitad alma la tuya.
Elogio de estambre
¿Cuántas voces acallaste?
Eufórico vientre ardiente,
soy yo hacedor de luna fija;
claror que fulge, fragua
estertor verso solitario.
Este será muro de mi alma
con enredadera de torre y almena.
Dejaré mis versos
en oscuro parral,
es hora vacía mi casa
hui, dejé mi alma con mi gato,
salí por gotas de lluvia,
las más frescas,
las primeras caídas.
Mi alma salió en mi busca
habló y preguntó
a la araña de mi patio,
cual dijo estaba tejiendo
digna tela su visión no pude cazar.
Preguntó al caracol:
-Al fondo ´
del verde a la derecha puede estar,
allí le encontró
tumbado en la grama
hablando con una malva
estaba pidiendo algo de azur brillante,
¿Dónde estabas ente mío de alma?
Te extrañaba,
Fuí por comida para ti,
-No me dejes más sola,
sin mí no tienes voz
sin ti no tengo vida,
ni la rosa en cruz su despedida.


107. RAÍZ DE ALBOR:

Broza esculpo,
sus pinceles verde-azules,
idea, hazme temblar la espera,
que tu voz dolida sea lengua en azabache
de otra noche que ya escapa,
y su vena escarpe por cristales
de vitreo haz,
réquiem blandido en un cielo de espadas,
anudada en tu cintura desnuda,
áspera, erizada ella,
mi idea,
combatiendo ocasos leves
que te dibujaron,
caos febril de plateada rienda,
estrellas miles la amparan.
Su muda vaga entre cardillos de la dama
y su vestido amarillo
de rayos acrisolados;
alto templo de erizos seculares,
caracoles avanzan seniles
profundo tallo,
bella eres.
Bella en sueños no me hablas
yo me quedé mirándote
para decirte:
-Si te encuentro, nunca te marcharás.
Desdén en este mundo de secretos,
en este mundo de demonios
buscando paz,
cazador corriendo la noche,
por la vana luz
cabalga el cielo,
un aullido,
llanto de un lobo,
miseria enraizada,
cada triunfo una escarcha
en hoja escondida,
que a la mañana verás morir.
Abrazo mi calma podando,
desmochando
lo que mi espíritu yergue,
forrajes miles acampan el corazón férreo,
mi vena coagula
al sentir mi idea
que al ser pensado el camino
no abandona dictado sentimiento,
cinceles esculpen mis manos
que siembran este beso etéreo
por tu caracola.


108. MI PARRA ENTONA:

Rezo a mi baxa lira
retiemble, rehogue
entonando mi bajo acorde
alineando el dulce indulto
de aquel abismo
sentencioso que rige,
que diluye mi Génesis.
Mi gnosis ya no siente luto
a tu tersura abre clamor
de sinuosas espadas.
Siembra vencida
en tus muslos férreos.
Aflicción de espectro sosegado
agitando silencio
de inefable olvido
y en su jardín
blande un grillo.
Marco solana llaga
destapa su enredadera,
dejé mi vida a la espera,
emparrado de tu gesto
flores desangradas
clamando al cielo,
arboleda con sendero queda,
estancia yesca
que mi sombra la tuya adhiere
en soldado pudor
de onírico trazo
encarnado, habitado
como llamar la luz
que antes que la sombra
estuvo y fue.
Tapias de verdes acres
junto un molino,
tras las sombras de las parras,
afianza mi carruaje,
giró silenciando,
gritando un no me olvides
tosca piedra no eres,
hoja refleja, resplandeciente nido
fúlgida aureola,
fauces de acrisolado abismo,
tornasola que reverbera
sombrío acero
de tu eterno prisionero.


109. SURCO QUE LABRA TU SEDA:

¿Qué furor es tuyo?
Digna fronda impalpable,
soberbia, blancura madre,
golpe abatido el vuestro
de filo cuchillo
tu resistillo,
vida de tu vientre manifiesto
lejana Araucanía
por cuanto yo Castellano,
de ti he resistido,
ánimo furioso
virtud de mi brazo no mancho,
no querrán gobernarte
mi fiel madero,
afrentoso he quedado,
sed de antaño,
grandeza me secunde
y a mi ser abate,
lisonjera piedad
de justo labrador,
exención de cuerpo erguido
dorada cumbre
esquiva y exenta,
enojosa es hermosa
alegres vengadas volando,
el amor gobierna terreno.
Cientos fueron agraviados
de hondos senos
ventura resignados.
Serviré yo a su dolor
enjaulado escarmiento,
aquesta ungida perdición
ser cautivo libre
de mi afrentado corazón.
Donde alma encuentra medida,
carga pesada
de mi romo hierro.


110. CANTA MI SANGRE YERTA:

Mi sangre yerta, obra completa

III
Mi sangre yerta esquiva, humeante;
canta mi sangre yerta, granate,
el hierro de mi tierra por sembrar,
canta la amapola vieja, desvencijada;
sangre del corazón carmesí, rubí excelso,
granate lustre postrado.
Sueña mi semilla despertar mi sepultura efímera,
donde el muerto cave su vida,
y mi cicuta triste, desprotegida
enraíce el paraíso
de pieles sedientas y bocas sobre una araña;
hojas muertas, de mi vida escrita.
Corre mi otoño desde la vereda a la rambla,
corre mi frío desde el infierno
al río de flores desangrado de esta alma por ganar.
Encina yerta de mi piel esquiva, flamígera
beso de tierra y vid dorada al beso;
beso de trigo y girasol,
de cuchillo de espiga mi cante,
de zarza y espina mi amor
real como intangible, áspero y rígido,
bravo y valiente, duro y endeble,
metal y simiente.
Pan y niebla, bruma y cal,
mi carcoma sedienta,
niebla y bruma me desprende,
desde la boca hasta el pecho,
donde canta mi pasión sin despecho,
vive esta sangre caliente,
lumbre de mis tocones,
nube del cielo por dibujar,
a estampa de sed y viveza por entrañar,
canta mi umbral,
quiere tener soles y lunas sin gemir,
invierno llegas,
dibujando transparentes los miedos,
avanzas cada campo sin permiso,
helando hasta el sentido despierto,
oda de mi sangre yerta, humeante, dolida;
por mi tierra me arde la siembra,
y el beso queda escueto,
parco lo sentido enamora el hálito,
quién te viera marchar,
vestida de olivo y centeno,
de olivo y cebada,
de trigo y espada mi guadaña,
por la calma abrasas la esperanza,
en maldición cantas tu canción,
y los cuervos te rinden pleito de negra ala,
de grazno escondido en cada roble,
desde la piedra a la cueva
abrasas oscuridad mi entraña,
dibujas tu vívida estampa,
donde el tiempo yace muerto,
y solo las sombras te entienden,
solo las hojas buscan su nueva vida,
deste sembradío de niebla me avanzas sin piedad,
la dicha y el reflejo por ganar,
desde mi tierra encendida, hasta la parca bonita,
desde el cante a la maraña,
te canta mi vida quieta
este amor de la mañana
en tu pliegue de sonrisa y en la noche de tu cara,
suspira el rojo,
quiere ser río de alma y arrojo,
quiere nacer abrojo,
el espino mece la espina de mi antojo,
y la amapola amarilla,
sólo ella abre a la gran luz,
horizonte de mi piel que quiebra como ayer,
enamorado suspiro de frío,
enamora mi hielo,
donde duerme,
donde reposa
el amor de mi sangre yerta,
flamígera, apagada
dueña de mi luz y de mi sombra,
transmigrada a la espera,
de caudal y cauce sin igual,
viviré siempre yo en su siembra.
Vespertino azar;
Sol de mis soles,
era él hálito transparente,
vida de una vida en gota de agua.
Avanzo sin calma
mi existencia en un papel,
hoy no se venderá
al postor rendido.
Verá el tiempo
que no pudo conmigo,
ni desdoblará clepsidra
de mi metal furtivo.
Brotando mi credo,
abriendo tierras,
con orgullo del fulminado ayer
que se escapa en mis manos.


111. ETÉREO TU SOTO DE ALMA:

Halo umbrío, vespertino salmo,
estela naciente en pulcra unión,
cómo dos rocíos se forman en la flor.
Pacto alado mis falanges ensalman,
es por ti que se abre el portón verdadero,
camino en oración del semblante perdido
y ese por conocer.
Orando por mí mismo,
se abra el yelmo,
y mi cauce sea río de arteria,
en aleteo fugaz prometido,
que encarnan tus maderas,
reflejas piernas.
Recta clave de unión,
soterrada mirada,
sin conocer ni alzar te amo más,
pletórica, onírica mar
de tu efímera, socavada entraña,
por donde flores aguardan
echan ancla.
Última que es primera espada
de aliento y mi yermo,
te enraíza como primor embelesado,
turmalina esencia,
mi soberana musa cristalina,
mi arpegio entonado
en lira de mi carne,
mi índigo sollozo,
por el que nuestro castillo esbozo,
primigenia verdad,
sombra de idea,
hilvano, trenzo mi zarpazo.
Limaré el viento de nuestro deseo
ya se alzará nuestro reflejo
el mundo en un pulso de espejos,
umbría latirá nuestra caricia,
cuántos hielos murieron,
mi doncella escarlata,
los dioses dirán el tejer de nuestro destino,
pertinaz fuga de tu ramaje
por rauda estela que arde.
Dirán que hoy vine a verte.
Si acaso estuviese vivo que no niego,
morir por dentro es como nacer dos veces
y mirarte para que la belleza
de lo bonito que tú colmas
desde que el tiempo
me nombró tu fiel sucesor,
de a tramo y trecho voy manando,
abre mi solaz llaga de tu azul
que quiero fecundarlo,
besando tus flores que entrañas,
quimera despierta
Ostara de mis nocturnos parajes,
vengo a quedarme
necesito tu verbo alumbrándome,
quizás quiera amarte
algún día para siempre.
Aunque yo Castellano llegue tarde.


112. TIERRA EN EL VIENTO:

Ingrata luz sucumbe,
termina el día.
Yunque profano
en el padecer abierto de junio,
porfiada tinta
un ascua candente,
estridencia recta
del acento de tu boca.
Fuí de un mar hasta otro albor
buscando mi yermo.
Le creí inmutable,
lleno de sueños,
viajé cuantas primaveras
regalaron mis ojos.
Tapia de nadie
donde te vi deshojándote,
donde todo se alza fluyendo
imperecedera parecías,
alumbrada musa de mi carbón.
Nada se alza,
todo es vano.
Como un buque,
como una marejada,
como una febril tormenta sorda,
como relámpago en mitad de tu carne
como el gris
que fue lluvia de nube,
al fin en tierra
me marcho como las sombras,
deberán recordarme amada
que tú, crisálida cristalina
nunca marchitas.


113. PACTAN MIS FALANGES:

Pars quoq; denobis funesto sacucia morsu, Dum defeusamusdetho est ...

Sacucia temblorosa
me yace mi hervor de amarte,
anhelo inexpugnable
que no se rinde,
cercamos confines
levanta mi polvo
sacudiremos hálitos
y sierpes vespertinas
pincel de tu relieve
inmaterial,
sacia esta sed de antaño,
este puente
este puente sin tu cauce
posee mitad de unión
mientras dure el pacto
encumbraré tu rostro
alzaré sin aojo
un final que comience
como mi santa, bendita espiral.
Bregaré sin mi nombre
hasta alzar tu nombre
forja mi falcata
tornará crispada
este mi único
poderoso, inefable
origen de savia
y hierro,
vuelve, vuelve,
hasta nuestro solaz
destierro del fuego en el agua,
brota, brota hasta nacer tornasola.
Esposa de mi alma,
pasión
armonía llana,
dobla mi frente
giremos volando,
por nuestro pacto alzado,
elevado
condeno mi carne
sembraré
flores de lumbre,
flores de Odín
y tu yermo
será vientre mullido.


114. SI A LA SOMBRA CANTÉ:

No indagues el azar
que su relente tizna
a ojos indomables.
No luce la flor siempre
ni la casi viva yedra,
juventud y fortuna visten
como sombras huidizas
cual Escita sobrecogido
entre mares y el aquilón;
bebe de la fuente virginal
que la sierpe es honda vigía.
El mar de encinas
nos sobrepasa.
Las olas de tierra
son infranqueables
no vistas de alpaca
tu parda sepultura
los más duros son tierra,
el resto afilada ceniza.
Traspasa tu rienda
sé jinete de caballo muerto.
No dejes caminar a gusanos
cada cual busque y encuentre su lugar.
Por los siglos que llevamos
Nunca es bastante,
por amores dignos, pierde el hombre.
Aboco empeño que desafía
mi dorada, encontrada, mediocridad;
contenta ella sin miseria.
Azota el poderoso viento
mi erguido pino,
mi torre altanera jamás vencida
cae en estrépito para nueva siembra erigirse.
Júpiter dame ásperos inviernos
floreceré tus pies
con dignas rosas del atardecer.
No hay mal perpetuo
despiértame la musa de su sueño,
báilame la llama en vela recta.
Tiende el suspiro en el patio de mi araña.


115. PIÉLAGO SANGUINEO:

Mangla será mientras yo viva
efímera horda sublime
de esta mi tela que me abarca,
soterrada alma de cuerpo
sin vencimiento,
carne y hoyo
que ardiendo canta
por descubrir
su olvidado sollozo,
recta mi idea
te encara te avanza
que nací de nadie
ni siquiera para mí.
Recóndito verso
ni oro ni plata
cobre de este telégrafo
que oxida mi digna alma.
El muerto de quien yo era
qué piensa su magia
su digno túnel umbrío,
lo que no es de él
que su signo dicte
que su sino
consuma su recorrido,
el mío no acaba
uno, porque nunca comenzó
y siempre acabaré sin irme,
tierra, materia a tierra
aire que hable el viento
lo que siempre yo grito,
vela todo lo que no tiene sangre
osarse, completarse.
Mi espiga en noche negra,
mi raíz difusa
yo la retorno salvaje,
para que recuerde,
para que beba
mi ángel de plata
recuerde que su argento metal,
es y puede acabar
mi devenir sediento
granate perdido,
de mi don funesto,
mis alas roídas no son de ángel
sólo de señor murciélago.
La noche mi cauce
en piélago hiriente.


116. PAVESA EN EL VIENTO:

Esquiva esta mi criatura.
¿Desde qué oscuridad,
iluminas tus palabras?
¿Qué pulcritud aguada,
tiene la fe que cantas?
¿Cuál es tu cárcel de luz?
Que yo busco por ojos,
inerme vacío
acongoja mi voz.
apenas naufrago,
apenas tránsito
por milagro trémulo.
Tan hermosa,
va vestida la vida,
que noche escapa sin irse,
al fondo de la sombra
primorosa va tu frente
que mi sonrisa aniña.
Vagaroso afrenta mi fantasma,
la total, andrajosa mirada serena,
valerosa sed fecunda este cristal
de cielo terreno,
bala fundida en avance de mi galera,
lejana tierra, lejos de morir,
surca mi ara.
envuelve cobriza batalla,
soto sin fuga,
perpetuo mañana,
calvero de siglos arrojadizos,
ruina del azul
en viñedos de mi desterrada sombra,
sin tu amor en mi corazón,
canto como luce
y fulge el metal fulgente, crispado
de mi pecho hondo.
sonorísima fuente es esta sangre,
voz prendida surco
bajo los tiempos de hoz y ramaje.
Pendiente que al Parnaso atisba
encontrar allí tus párpados.
Desgajado borde
en huida de lágrima
por la brea en tu mar
y su claro sol.
Elegía de mi buque
pavesas que flotan un día
como ilusiones.
Es tierra yerma
en el viento.
Desenroscar puede
esta vespertina criatura,
que amamanta
que cría
la vorágine de mi estela.
Inmutable distancia
del vivir,
desnudando la perfecta revelación,
de nuestro índigo sollozo,
celindas y bailan
por todas las espinas unidas,
alcanza descíframe
a transparente pío
un sí bemol erguido
el bosque, la flor,
mi sembrado,
no retiemblan sin ti.


117.ALBOR DE PECHO ABIERTO:

Vas que los oteros desciendes,
juegas, ríes, galopas por solanas vegas,
el suplicio de tersar el aire
por vetustas planicies esquivas
te encuentro en la vega de oscuridad,
tomas mi mano
y te digo:
-Mi argenta vena si descansa
es para seguir creando.
Un regazo tu ternura
avanzo y tu lengua soborno,
quién parar pueda
mi ángel,
es una luz de sentirte,
una criatura vespertina
que imaginación lame
y reverbera tu solísima voz.
Duerme tu sueño,
acaso no soñé
que sigo vivo
en el regocijo tu pecho.
Santa encina puse en un tiesto,
al crispado albor,
crepitaron sus flores de tierra,
intangibles de esencia
bruta, acrisolada,
regentada,
insobornable, inexpresable,
saciada en filos de hojas
y sangre terruña.
Abre hórrida sombra
el nogal final
en apogeo de bravura
resplandores opacos de superficie yerma
sin color,
tenue cuchillo camina el espíritu
de mi pecho, sonaban ya de la tierra
sus tambores;
el resurgir crepita
no vuelve su sonido
sonaba un octubre inerme
entre espigas de suelo,
y sonrisas aciagas
sin diente ni aurora gastada
de alto cielo bajo piedras
y simientes del terreno,
se alargaba. la cruel,
la matutina, vespertina, espina
de mi nobleza;
averno del cual no me libero
si sólo solamente de él obtengo
mi amapola de fuego en mi pecho.
Cual conocen los hombres antiguos
que amapolas, ababoles rigen
la sangre de la alegría
en bermellón que llora la tierra
haciendo empíreas sus lágrimas
en ascuas de savia borde.


118. HACIENDO CARGO, DESDÉN SENTENCIADO:

Sigue recto,
ángel del amor custodio
imperando que la vida foliaba
caléndulas y hórridos sesos.
Suspiros de floresta
y gramas virginales,
sus hondas notas de cristales,
paraíso cuál,
el verde, el azul, el amarillo,
helechos que amantes
se escondían un umbrío soto sanguíneo.
Cañas de bambú ensangrentadas
espejos de zarzales,
oí leve oscilación,
de viento impelido,
que la sombra de mi nogal baja,
repecho de hombre inquebrantable,
con hija poema de la Tierra,
gasté todos mis talentos,
en dolores, plegarias y sarmientos.
como diría Gerardo Diego:
-Un hombre ha muerto, una obra vive.
Oído, nota, estría, vena, sangre, cadencia,
muerte, vida, sueño,
reloj, pulso, acequia, noria,
flor, pulcritud, espada,
elegancia, misiva,
guarda, cuerda, entona,
verdad, bondad.
Huyó la primavera,
reflorece estío insubordinado,
última gota
canción de invierno;
no suena ninguna.
Sólo el principio y final de mi cuaderno
que revive la quejumbre.
Abejas mías dejad
que la flor duerma.


119. LA UNA DE POLVO:

Se podan mis recuerdos
saberes presos,
por el linde despiertos,
vida de vida en flagrante estrella,

si por querer pensarte
jamás desapareciste,
mi Malva Luna
en Brea quieta, encendida,

disparos de un tiempo fulgurado,
mi sendero ya no corría agrietado,
miedos asesinados
de como solía ser

destellos fugaces acampan
mi destierro por las venas de tu alma,
silencio carcomido por olas de nuestro mar.

Pensamientos negros ya no me clavan,
ni hiedras me escalan
tapando mi luz fulgente.

No es tiempo de muerte,
mis cuchillos ya no laten hirientes
hermanos del fuego ahora son.
Al compás de un Sol mayor.

Perpetua una,
por el bajel del alma,
bajaba recorrida,
por entre encajes olvidados
me descubría,
el caballo del ansia mía,
donde empezaba a abrir
en sus piedras de ojos negros,
y la cabellera levita
por altas ramas,
donde acaba el sueño
taciturno de su sonrisa helada,
voy allí sembrando ojos
en sus labios áridos,
no me apetece seguir sufriendo
para ello sirvo mi aliento,
donde acaba lo que siempre
creí conocer más me detuve a envejecer
sin mecer alas cansadas,
el horizonte me cuelga la rama,
y yo loco callado pienso
en un tiempo que me apetecía recorrer
tus simientes azules,
en un mundo que mis labios cierra
tornándolos grises,
la idea vuela eterna del estado mental
por conquistar,
esta es mi vida
, esta es mi suerte,
pregunta a mi orificio demente,
que dispara por mi boca
la locura quieta que mía te arropa,
haciendo cálida la estrella
de mi popa
y mi ángel sangrando versos de hielo,
en el tibio, ancho, escurrido desliz
que me llevó a contarte mi verdad,
por la que quedaba frágil,
vulnerable sostenido yo
en un destino incierto
del comienzo del Alba a mi insomnio
que me da energía.
Que fiel asesinó la caricia,
en cama de ojos en alfiler
y patadas del sueño,
crujiendo mi ser en una araña,
llegó el tiempo de escalar
por si un día abandono
será cuando me vuelva polvo.


120. BROTANDO DE RAÍZ:

Dentro miro, florece el álveo,
un iris marcado, trenzado en espiras
fuego y su volátil marca de luz,
si nacer acaso partirse pueda,
sería una hoguera de púrpuras rosas sobre Galatea
y negras llamas, sería un camino denso,
como el crepitar de la forja
duro y endeble, maleable y quebradizo,
fulgente y voraz,
al encuentro de mi nuevo crepitar,
y volver a nacer del fuego
con su lengua que me sostiene
como la primavera a las flores,
desnazco hoy para volver a morir
y crearme de la nada,
ni la espada más aguda podrá
guardarme el filo,
agudo y ágil, duro de escarpia helada,
ojo de mi ojo,
carne de mi azada,
sol de los campos,
agujero de luz,
alma sin nombre ni alarde,
lo siento mundo
soy invencible,
de mi pestaña nació una nube
lloró tinta, mi sangre esquiva,
he creado vida
sembré un alarido de simiente,
le contestaron el verdor y énfasis
floreciendo silvestres caléndulas
un latido me alza
partiendo sombras,
soy pleno, completo,
y nombre puse a ellas,
tenían sabor a bellas hadas,
brilla este agujero del cielo,
cuelgo mis suspiros en verso
acaso bajaran,
pozo de mis recuerdos
en verde musgo
mi fantasma muerdo,
de una espiga floreció su vida,
de una espiga traigo la sangre,
de una espiga ríe el granate,
ocasos ocres, misterios en copas azules,
me bebe su cuello
la esencia erizada,
la belleza desmenuzada,
por el dragón de mi fría fuente,
no me verá caer la lluvia,
sólo ella y a su poder
alzo esta tinaja,
perpetua me lleva la acequia,
su verde limpio, sus florestas destapadas,
me bailan rizándose en mi pecho,
sus venas labradas
entre su cuerpo de tierra,
no me pisarán nunca, jamás
mis luces sembradas
de mis caléndulas arvensis,
mis silvestres flores de difunto
con las que recuerdo
que la vida
es más corta
que el paso de la muerte.


121.OPACIDAD ESTRIDENTE:

Romo metal
o estallido,
en cumbre de ramas
aullando sordas
bajo un viento
que llora su transparencia
ahora habitada,
Padre mío
dime tus fugaces penas
que cuajan
los febriles destellos
de luna pasajera
amilanando su alta ojera
traspuesta a rayos virginales,
en opacidad de soles hirientes
y ascuas empíreas,
es un soborno que alzo
palideciendo,
abriéndose mis fauces
tiemblan de oídos los cielos
contemplando rectos
sus cernícalos.
Mi corazón ya no más
es piedra rodera,
es aromo espinado,
con forma próxima
a espina mísera.
Abro tu blancura destilada,
justicia de la belleza, una.
Abre mi caracol de espejos
su deslizado halo
que oscuro sin ralo,
llena mi hueco latido.
Never more.


122. ALTO DIJO, COMO LA NOCHE:

Batiente ala negra,
oh, conjuro, densa bruma,
solísimo halo,
intangible esencia arrebatada
a lo oscuro,
que trepa aleteos de fugaces pájaros
grajos sin dentado desdén
que nerviosos estiran el descender del ala
de la noche, pulcra, densidad en yunques negros,
aguardando vil resplandor
de luz cansada, despertándose.
Sujeto mi estridencia
en estría parda caduca;
por cuanto sostuvieron mis pupilas,
como sombra arrebolada entre mares de gentes avanza
esperanzado su cálido refugio alzado,
nuez del tiempo,
germina con tenue raíz arcana,
devela anhela a su ángel de plata,
le tiene morada cobriza
de espinas de zarza,
levedad pulcra del hoy por mañana,
verán mis caracoles seniles
entonar por lamentos y cruzadas,
hondo reflejo dicta
que vida de un día
es no acabar postrer sorbo
sin beso ni despedida,
batiente ala remarco;
es escuchar a la noche
que estirado el día ni rasguño
inflige,
caparazón sonoro
de rudo ancestro
ella levanta mi coraza por pechera
blandiendo mi gloria,
que se me considera
poeta del viento,
entre negra sombra y su negra noche
el murciélago de mi antiguo morar.


123. SOMBRA, SANGRE DE AGUA:

Me hablan tus sombras
en penumbra dispuesta, sujeta.
Es un halo flamígero
iris de nueva llama,
enarbolando astros
en comunión de filos;
sigo, es un temperamento asido
del ojo de tu alumbrada calma,
cabeza de alfiler
que hila, que enhebra el sentir preso
en la tela de mi araña
es tu boca inimaginable secuencia
albor de metáfora madre,
que llora, que plañe
esencia laborada
en cuerda que carraspea
que entona, tu sinfónica saliva.
Por mi casa sin tejado
ocupa ya mi ausencia
desamparada,
en hondos sotos sin causa
es la belleza irremediable,
perpleja armonía
en cumbre de destellos en línea;
transmite cómo tú sientes,
transmite en nuestra ligadura
la conciencia tuya
para que baile con la mía,
cumbre de tu hipnotismo severo
acaso yo no sé quién tú eres,
mi golondrina de solsticio
mi azabache llorado en ojo sangre,
hematíes que coaguló el hierro.
Esquiva, indecente, elegante,
quiero sembrarte.
Rastro de mi cauce te riegue,
y broten todas las flores
en tus valles,
el río de azures desangrados,
nazca en la fosa nuestra boca,
sintetízame aparte,
sin ti no soy yo,
deja me vista
con mi traje de bruma,
sombra, sangre, densidad repleta,
esencial raudo, opacidad estridente,
sábana espectral,
suavidad de caricia,
levedad insubordinada,
lívida estampa translúcida
del matrimonio de ti, agua,
con mi ser, viento.
yo lo siento golondrina
cabalgo los cielos
en bruma gris descanso
tu osadía brotada
en efímera ambrosía.
Insobornable.


124. DUDA DE CERTEZA:

Contralto sin indicio vivo,
secuencia inamovible,
juega con el órgano de mi carne,
preludio de tu posesión certera,
sigue, tu duda no vence la mía.
Juega y ríe descansada,
a mi esfinge ni paz ni soga
basta,
acuesta en hondón de mi cabeza
cuantos quicios obré por ella.
Siembra tú mi bóveda de cráneo.
Espíritu de luz acaso,
cegadoras sienes
su intelecto grave
no germinan.
Brega sin ama, sin rienda,
desarmo tu tacha, alzo mi escudo.
Límites adultos, astrales,
descarnados
en tu pulcritud de infinito
que rige filo,
asiento personal paraíso.
Tres angélicas opciones,
a mi ninfa preguntan
cuándo podré quererte.


125. ABRE TU NÚMERO:

Ahínco, fieles cinceles abruptos,
en cósmica unión de mis pinceles
por lira de tres ramajes
dignamente inefables.

Sángrame tu voz en mitad de mi soto,
vergüenza de tanta trampa
no tengo.

Por venales conciencias marcho,
me deshago contigo
mi vil manifiesto.

Confieso mi afán
en tus batanes,
atraviesan tus escarpias mis cristales.

Briosa tu leve rosa azul
firme, esbelta;
elegancia en aire resuelta.
Humilde respalda espinas
y honrosos vestigios
clemente bogaré tu piedad
deslumbrada.
Azota tu alquimia tu esencia
y quinta esencia.


126. DEVELADO ASCENSO:

Metamorfosea mi cariño:
1
Alzo digno puente sobre el vacío,
culebra bastarda entre cadena y telón,
almanaque de muda en escamas escarlata,
2
flor de pecado sería morder
tu latido proscrito,
circuló mi sangre
3
noventa años por tu cauce,
Telón con mi lienzo
milagro en llanto
4
de anhelarte tanto.
Río chico que a mi pasión pregunta,
desde ventura, fondo o poso
5
hasta acariciar la brizna de tu corazón.
Verde es mi escarcha
devela, avanza
6
tu crisálida
de mujer exacta,
tendida mi araña.


127. BRUMA DE IDEA:

Tiniebla de la nada,
pensamiento, tormenta,
en sólo tres inciertas sombras,
tres telas en asombro por ánades
dudas pasajeras de calandrias,
chopos transparentados
en telas azules
proyectos de murciélagas alas,
arroyo de sangre de piedras,
tu cauce quizá.
Venideros ya no sueñan
los esquivos mordiscos.
Entre raso y sierra
manantío venal,
espera tu lengua,
promesa en cosecha de idea,
criatura mía
concha altanera.
soy yo semilla, rajando acres
de solana mar perdida,
busco nombre por cadenas,
corazón sin tierra,
vado de mi soledad avanzado,
futura puede ser ella,
lo que ella crea,
cielo en ciudad de puja lisonjera,
puede acontecer
arcángel en esfera de plata,
arcángel en burbuja.
Ya adhiere su piel la cota de malla.
Nido estallando de su amplia sin razón.
Se alzará todo lo no acontecido.


128. ORFEO INVICTO:

¿A quién canta tu férrea lira?
¿Para quién despliegas enervada
tu alma de luz,
la magarza de tu pecho,
el tulipán silvestre de tu cuello?
Bréa en fuego que arde Apolo,
la fuga de narcisos y crinejas de tus cabellos,
tersos en huracanes de mis manos silentes.
Árboles tupidos, besos
de virginales savias.
Fruncen tus ceños imantados,
Atalanta cobija la roca de tu piel esquiva,
erizando mis vellos de escarpias cobrizas,
agita, concentra leve destello,
pasajero de mi viento tejido.
Tu voz que edifica, rompe silencio
perdura en tus hilos dorados de entraña.
Desnuda mi arpa la música a Eurídice.


129. ELOGIO EN SOMBRA:

Sin mi otro, él mismo,
primerizo hexámetro
en miles largos
de centésimas
en broncíneo
invocando mi falange griega,
insoslayable argento
tejiendo mi póstuma égida.
Musa o ardua estela vislumbré
en arcano fuego,
tengo miedo de ser perfecto para ella.
Sin y con cumbre
en arduo intelecto
mi Sol mayor blande
cenit de esta idea
por cuantas cóleras desvencijada,
mis herramientas cabales
dictan
muerta mi araña,
paredes para mi yacija y su sombra
alumbrada, esquiva,
por piadosas ninfas
muestra lo que perdura.
Otros jáctense de páginas que han escrito,
ni me rozan en vil osadía,
manifiesta.
No habré inquirido
declinación laboriosa
en afán de romper sintaxis.
He profesado a mi musa de agua
que soy su aguja esquiva.
Ni sargento ni venas de Horacio fuí
ni filólogo ni malabarista de letras,
Ciego y quebrantado,
labré mi verso
todos los meses,
desde cruel insomnio aplacado
que despertó mi quimera
quebradiza de ocho patas
aquel 2005 que comencé
a ser alguien con mi existencia a espaldas.
Rostros y mis notas.
Vanas apariencias que anidan.
Alacrán manso y ciempiés soberano,
mirto e hinojo que hace monte.
Tus pies de jara.
Cierra muralla.
Hacedor que invoca su río,
Heráclito de intangible astro,
llorando mi amor, por cuánto espero,
por cuanto he conocido,
las tres armas, el guerrero
reminiscencia en laberinto de sus espejos.
Serán ascuas
corazón y sequedad de piedra.
Tiento de cuanta ceniza yo amo,
pensamiento, muerte
o proclamo;
tinta servil de amarse a sí mismo.


130. EN MEDIA AZUMBRE:

Nunca seremos nunca,
enfilando seremos ceniza
secreta puerta,
desolación con corazón,
materia de luz remota
sombra, olvido, brillo
palabras en el polvo,
tintero, sinfonía,
melodiosa sierpe,
me ensordeciera tu rayo de luna.
rastrojos por cebollas difuntas.
Animosas amapolas
órganos de mi ruda piel,
alada mi alma de almendra.
Parca enamorada es contemplarte
colmenera sería tu alma para anidarla.
Me esparcen la razón,
bueyes arrostran mi redil de venas,
fugaces, secuaces.
Halagan mi jardín sin alondra,
mi nombre te dejo,
pecho de ala,
tórculo de este recuerdo,
dejo presente
que quiero ser siempre, contigo.
Sufrimos tú y yo
la miseria de la vana luz,
en lecho, buque, beso
y noche de perros sonando
como lobos despiertos.
los valles redondos de ondas viejas
navegan las dunas
de tu luna sempiterna,
en arena gemías mi placer
y sus grajos que crascitan
enamorados de nuestra espera,
delicia como tú así es esta vida,
piedra ligera en viaje definitivo.


131. VERTIGINOSA CONTIENDA:

Soy hijo de tu oscuridad.
Tarde prendida entre apóstatas,
sienes y jinetes de curvos ejes,
partir me alcance este día,
desde mi flor de Bradomín.
Retorcido entre carruseles, tranvías
del sueño noctámbulo
y malvas del sueño de Castilla.

Quiebran mis señeros
una luz sin espasmos,
ni cobres caminantes;
un canal que la floresta sigue
por senderos,
apuesto mi perdida ala en son de tu lengua,
donde el azahar sembraba
y se extendía como ciencia de umbrío tomo.

Era mi era como mujer sin barba ni corpiño,
entre mi siega labraba una espera
esperaba una lagartija
del fuego nacida,
una contienda de bombardeos
de simientes risueñas,
como un látigo que la estepa enciende,
su signo bravo, un linde en ávida crestería,
por el desliz de esta hoguera,
acábose mi rodada espera,
sin marca ni flamígera contienda,
estaba quieta, jamás yerta
tu flor del alba,
como niña perdida de la madrugada,
abrió destartalado su ronco latido,
naciendo una vid, primeriza
entre avernos con hijo de tu flameante
oscuridad hendida
y huellas de trigo venidero,
disparé al viento,
me contestó su voz
entre sarmientos de cobre,
rindiendo mis miedos,
de violetas noches postradas,
en soliviares que abren azadas
de la tarde en su compostaje,
sembrando
que volveré a verte.
Para poseerte,
dicta rauda tu señal
seguiré cauce
sin embelesar, sin regentar
sólo tu letra por anidar.
Y mi vida en ti sembrar.


132. VASTO DOMINIO TE ESCRIBO:

Atrapa mi carne,
en orilla de otro sitio,
en levedad de tu oscuro abismo,
púlsame mi figura que ensordece,
mi voz libre que penetra
sordamente tu sombra.
Abismal silencio
yerto el tiempo
que disparar
manecillas de relojes rotos,
fulguran, encandilan tu mirar,
absorbe mi cruel indulto
transmigrado a evanescer,
vida sin amor no ofrezco,
deseo hondísimo
en vaso infranqueable;
abismática tú
ruego batas tus oscuras alas,
enigma o poso del mundo,
bajo la tierra oscurece el día.
Sombra justa que mandas,
penumbra en perfil de cielo puro;
torso de tinta,
parpadeo de espumas,
noche cerrada,
los luceros sobre tu parda mirada;
sierpe que palpita
llamada esperanza en azul
montada,
luz ciñe tus colinas, tus exactas sílabas,
perseguidas por tus labios dispuestos.
Mi viento inquieto te circunda,
demarcando sueños auras
y tesituras perdurables.
Diosa suave eres,
asaetada,
deslumbrada por padre lucero,
déjame admirarte,
no quiero refulgir si no es a tu nombre,
bosque de venas,
hojas malvas,
ascua del mundo,
es darte mi corazón,
yemas ofrecidas
hierve tu belleza colmada,
eterna duraste, cruzaste
la senda que lo bonito te llevó a mi casa
de ciego verbo,


133. ALBO TRAJE TU MIRAR:

I hoja:

Canta mi piedra
por inencontrable esencia,
promesa de luz del sol.
Azar de imposible
fuego fatuo en tejas
que son nubes de altos cielos.
Serenamente místico, me alzo.
Ascua empírea fueres
o carbón del destino atronador.
Mito, constelación:
constante, pura flamígera,
eterna de cimiento terreno
sobrevivirás a lo alto.
Escarnio mis solas sombras.
Promesa de tiniebla,
promesa tibia,
nunca alcanzaré luz tan ardiente.


II hoja:

Perecer a los cielos que yo amé,
te amo en medio de mares,
entre pulcras esferas feroces.
Clamor por férreos bosques,
boscajes de tu sed de miel,
arrebatada tú, de tu albo espíritu,
generosa es la penumbra
eco pálido de azul viejo
virginal fuerza de noche añil.
Presencia misteriosa
en haz, de luna áspera.
Destino opaco, inclinación
por verdades de monte desgarrado.


III hoja:

Tránsito estremecido, el río,
ligero, nitidez de espejos
que dulces presiden
hondas tierras.
Constante agitar de sus fuentes.
Resplandor baten tus argentísimas alas,
palabras entreabiertas
buscando dicha.
Esencia, eclipse de mi sangre.
Sideral cuerpo estrellado.
Sigilo, tus pupilas
con las que a fuerte garra
me amas,
y ardua me miras.

IV hoja:

Lejos queda el miedo en cestillo,
a ser feliz;
si tú escribes.
Por esos juncos que el día
no cierra.
Un remero hábil,
desnuda la noche.
Bogando que su luna sonría.
Oscuridad larga
que nunca secunde.
Desemboca arriba ardiendo,
tu frente rosácea abarca.
Mi armadura, mi espada, fragor,
pico torvo, ojos cerrados.
Penumbra desconsolada
por riveras de mi ciego Arlanza.


V hoja:

Fondo de monte
en el verde mar
de tu boca.
Claros rectos, únicos, confunden,
luz vasta y su sombra
que más ya no languidece.
Viento, velo, acallada luna.
Muda escucha
espesos vellos.
Faroles latiendo
corazones en celdas
con llave de tu alma.
Noble secuela
de mi dios Gemineye.
Entre azucenas de la tarde
mi suegra y consuegra arde.
Rubricó tu gentileza, orquestando.



VI hoja:

Luminiscente polen
en interiores de colmena.
Abro espumas esbeltas.
Desnudeces en carnal tomo
de mi cepa.
Brusco y dormido
en leyenda diferente.
Caí a mi tierra.
Toqué maravilla, flor de supremacía.
Palpé tu olor fecundo
a esquiva adormidera,
de tu órgano erizado.
Por tus estelas claras
que escriben galaxias
y agujeros de luceros.




VII hoja:

Viejo pabilo iluminado
humo rojo viose apuesto.
Gallarda tu entraña.
Decreta, no cese
Mas nunca mi terco aljibe
que te escribe.
Con ojos rendidos,
ojos cada vez más humanos.
Pureza, tu plata.
Amortecida ahuyenta la negra Parca.
Piadosa suerte
en sombra densa montada.
Eco amplio,
ley presunta de todo linde quieto.

VIII hoja:

Difieren ligeros, tus sortilegios,
de verbos que nacen.
Ya nacidos estudio.
Ellos que escalan mis ojos.
Opulentos pinos reposan
su verde nupcial.
Ato presunto borde,
llego a tu almena
donde vive tu alma serena.


134. ORILLA DE REGUERO:

Vienes mi oscura golondrina
a colgar tus besos de nidos
en mi antiguo balcón de reflejos,
jugando me llamas
con tus alas en mis cristales.
Tu hermosura y dicha acusan.
Tupida mi yedra,
por tapia y hermosa fronda;
cuajada de rocío volverás.
Abre mi lid mi castellana,
moruna siémbrate
desentierra este caudillo
frente rejas de tu estrecha ventana
cuelgo un mirar absorto,
de tu despliegue de manos.
Dame asilo de pecho
inexpugnable penetra
honda risa,
sólo llave, paraíso, alma,
soto, cárcel, instante.
Sólo veo todo lo que aquí
no yace.
Agarro la rienda del caballo,
descubre el viento
mientras salta muralla en sangre,
pavesa en aire,
sujetando mi arpa en la lumbre.
Tres cuerdas estiro,
la última destensada late,
un averno sin condena
ni tristeza seca atañe,
dicha, belleza, fortuna, procesión
entre pinos rutilantes,
tus yemas,
mi pavimento,
con espada que centellea,
ya no es mayo pastorcica bella,
ojos de otros ojos me enseñaron,
pajaritos, valles,
vegas, agua fresca.
Sabes cuál es tu música suave,
encanto severo apasionado,
del enturbiado espíritu
blandiendo tu embeleso amilanado.
Expande tus tonos
cariño infranqueable,
tus franjas verde- azules.
pie de mi río
tu fronda ya cubre.
Abre el estío en ráfaga de tu centella,
tejeré para ti siempre mi sorpresa.
Inextinguible clama, abre la gloria,
magnificencia de osar tus labios,
terciopelo anidado
de un tiempo disuelto en sílabas,
suprema,
volverás a mi ventana
mi oscura golondrina.


135. SEGMENTADO DESNACER:

Lóbrega sien, letal beleño,
estupor sublime aplaca,
fragor en fantasía cuesta mi estampa,
fatídico azur y hórrido
furor esquilmado.
Desceñidas tus manos.
Rueda mi cuadrilla atroz,
eco dormido entre tiranos,
llanto etéreo en la condena.
Alzo tus funestas alas,
hierros de castilla forcejan
fuerte, intrépido,
alzan mi firme pecho,
en dulce flor asigno tu vida,
musa libre, cristalina.
No marchita la azucena
suegra y nuera
de la vid espera,
Fuego y sangre,
madeja de plata tu mejilla,
voz de indómita cerviz marcho,
de ruginoso, sanguinoso vocablo.
Hijo de treguas quiméricas,
adusto ceño seguro de osadías,
navega mi barquillo,
deliciosa eres sin memoria mía
atracción de astro y fulgor,
laúd a coronar
violenta apoteósica flor.
Afrenta todo
a mi amor desconocido,
y a mi solitaria flor,
ventura bañada de moribunda luz,
dulce mi tristeza,
sepulcro a coronar.
Disipada bruma, siempre gris,
para mi alma paz,
quiero la tuya,
eternal quietud
de ángel con alas de palabra.
Corazón gastado, sin sustento,
sin vanagloriarse,
febril hermosura
tus yemas tejen,
senda que pierdo.
Noche malva, azul, serena, indiscreta,
ruge tributo y desvelo de cielo,
informe alma decreta:
-Luz vaga y efímera,
desventura de lívida blancura,
mariposa negra amedrentaba.
Rompe mis nieblas
golondrina oscura,
por rayos de zafiro.
brilla esta mi alma afligida.
Nativo su lago,
donde la venganza soporífera arde.
Clarísima esfera
y su estela de misterio.
Termíname tú,
yo no me encuentro.


136. CERRO Y TINIEBLA DENSA:

1
Sedientas las arenas de tu bravío río.
Cauce de tu pálpito exuberante,
era un cerro y una penumbra.

Cónclave de inusitado
hombre hecho de runas,
testigo de tu Sol y beso deslumbrado.

Brío de fiel pureza te abarca,
pulcra tu seda, avanza,
murmurando tu ágil imagen.

2
Deseo ecuánime agito,
terneza encumbrada
de fragoroso cenit.

Siempre frescas vendas me ciñes,
lucirá nuestro día,
entre virginales sendas.

Misterioso límite
de ansias y anhelos,
sed de nuestra alma flagrante.

3
Espumoso y turbio
engalanas el fiel abismo,
con tus colores y sentidos solares.

Ensarta mis cenizas aparentes,
en campos y sus señeros
inmobles; densa niebla no abate noble,

ni altivo mi ánimo desciende.
Entre caracol y fresco brote
mi rosa erguida por tu fragancia

y sus nueve gotas de rocío.
Esperanza, dame mi flor ansiada
Tu alma golondrina oscura,
tiende a todo lo eterno.
Yo lobo desciendo a tu condado
que en ternura ciega arrostra mi olvido.


137. TUS ACRES POR PECHERA:

Lontananza, de luz en vida
sed de alma torna
abre sus crispados, suaves labios
en tersura de espada.

Salvaje árbol velaba sus frutos
con ordenanza del mañana.
Acostado en su dicha,
el fantasma del Bien sembrado
aguardaba.

Asilo en mi pecho,
donde combate mi mujer no besada,
nublados los rayos de Sol,
canta el llanto de la lluvia
y ciega atronadora su beldad.

Afilaba una adelfa
sonata de luna recta,
voz extinguida
que abre mi férreo ciprés.

De voz y filo militar
fallecidos.

Murmuran frente y rejas
el vestido de mi castellana
que baila con batiente viento
innoble mi ojo de tierra
porque perece,
yo nunca más.

Derredor en silencio cansado
acuso los hierros de tu franca
para escalarlos
y tu anhelante sombra
poseer
y así a silencio cállame.

Abre esta cal procelosa
donde yago,
sin tu manto.

Con más de mil palabras
encanto repletas,
dulzura en claro frío,
bien nuestro,
aura satisfecha tuya
correrá mis venas.


138. SOLITUD ESPINADA:

Resquicio tenue,
acompasado
entre fulgor que crepita,
que yo estoy nacido de una espiga,
va que vence mi dulce tormento nacarado,
entre colchones de luna,
efímero pasa el minuto
sin contar el segundo,
noche cabalga este acre
de solitud encontrada,
ven, ven a mi espada,
tú eres mi hombro,
tú eres mi azada,
donde encuentro besos del alba,
espirales oxidadas
me dictan que el camino
se duerme en tus mejillas,
es la hora,
desnaceré por mi Sol,
seré su hijo reclamando su luz,
sembrándose en cada cuchillo de acre,
porque él es mi padre,
y la luna mi eterna madre,
me deslizan los cardos
con sus espinas recién nacidas,
soy tantas cosas que siembro mis abrojos
versados para que su filo adentre
el recuerdo de quien me lee,
porque este siglo parirá pocos con mi fuste
y valía jamás dormida,
voy que trenzo entre alambres
mi idea que desdibuja,
brumas grises, y escarchas azules,
la ortiga me saluda
y esta peineta de brujas acuchilla al viento
que pasa y no sonríe
todo lo que quiero
es todo lo que necesito,
todo lo que necesito
es todo lo que amo,
y lo que yo amo
es todo lo que siento,
soy fuego y mi novia es aire,
es en esta acequia
que mi tiempo consume a la espera,
es por esta sangre que me crecen flores,
soy un ser de tierra,
y mi tierra es cincelada materia viva,
canta amor entre estos cuchillos férreos
porque de este romance oscuro
hacen trilla de espigas,
no abras mi compuerta
si temes lo que salga de allí,
me trepa la idea mi salamanquesa
de hierro viejo,
no puedes desvestir el suspiro,
no puedes hacer tuyo mi ímpetu de carcoma,
ni cabalgar puedes si no es conmigo.


139. AGUA SOCARRADA, ELÍPTICA TRAVESÍA:

Analizo la luz en tu mirada,
leo flagrante tu alma.
Horno de fuego lleno,
como pisar un abrojo
y blando sabor degustar,
estampido del trueno atribuyo,
rebelión venciendo,
ya se escuchan rumores sordos,
precursores de tempestades.
Torrentes sin cauce
la turba desemboca a mi senda,
yo soy como las vigas de Himeto
no preguntes más.
Que ya mi amada labra la columna
que me cincela.
Heredero he sido de cuanto he servido.
El múrice me guarda
servil en mi travesía
por mar Laconio
cielo, inspiración, canto
corre anhelo voraz.
este mi sepulcro reverdezco
hollando lindes,
preguntando a Prometeo,
sin sobornar a Carón resignado,
el Leteo ni descendientes
traspasar mi puente pueden.
Chispeante tu cielo,
su rubor satisfecho oso al por mayor.
Instantes melosos veo en su colmena de labios.
Agradezco por enunciar mariposas nocturnas,
poso de almas condenadas.
Orados recursos en vigilia
que enseña cátedra tu silencio,
estruendosos llamados
a cosechar en gotas tu alma.
Sólo ordeno, mande sí
pero no me despiertes
porque no conozco ni miedo
para luchar por lo que quiero.
Acoge el cimiento
coloso que ando disponiendo,
prosigo,
póstuma súplica
ésta que logra calmar de Plutón su ira.
Gerión y Ticio
la onda Estigia aplacan.
la raza Danaica no se acobarda
ni su madre Dana
devela el secreto
por el que soy preso
reo capaz de incendiar
abismos que rutilan sombras
si así combato mi incierta suerte
por la que arriesgo sin miedo
de ganarte el cariño.


140. FERVOR EN LUZ SOSTENIDO:

Acepta mis graves,
profundos cuclillos;
blandamente el idioma del sueño
cava surcos de mí en tu alma
verdadera.
Recto sobre las aguas,
de esta oscuridad densa,
tendida que compasiva se rinde.
Noche extensa que aguarda
sol en carreta ,
un final sin comienzo
una eternal espiral.
Dora mi vigilia
entre simientes de espigas.
Tráfago,  una solución a mis pesares.

II
Elegía sórdida.
Camina a pies descalzos
el brillo de luz raída.
Tumba aquí en la Tierra.
Estelas abren el cuerpo
en ceniza aparente;
cielos sin piedad
ni luces lisonjeras .
Pulcritud que ya no aplaca
justo,  sin sonido de pecho.
Mármol estelar que tiende
profunda flor de difunto.
Se retira luz,
hermosa del Sol.

III
Fuego hurtado a la esquela
del hombre.
Serenamente destino de luceros .
Liras casi solas
de falanges misteriosas,
sacuden gentiles procesionarias.
Invisible a ojos,
que desconoce sus ramajes .
Ausencia por pétalos arruinados .
Delirio de luz girada .
Soliviar feraz acoge .

IV

Blanquísimo destierro
en verdes parajes y riveras.
Cuando mis ángeles desertan a morir,
y duermen en oscura Tierra.
Profundos cánticos
pulsan todas las flores de tierra.
Primaveral fervor febeo
de amarillas sienes ,
y coronas de reyes
entre la sangre.


141. CRUEZA:

Fuerte
veza.
Crueza
suerte.

Muerte
reza.
Nueza
vierte,

Diablo,
hablo
mudo.

Cielo.
Duelo,
viudo.

Abreza que adreza,
aceza con agudeza,
esa belleza despliega,
con pronteza, la alteza,
escurraja desliza,
fiel perfidia en pereza,
dulceza habla su clareza,
corteza por variar
acaso adereza,
afirmo la alqueza una
ancheza del alto lar,
lindeza, listeza, por
llaneza, lleneza,
abre longueza, sin par
de majeza abierta ella,
maleza, la osada,
ensimismada roza
malveza, manseza, ya.


142. AJUAR GASTADO:

Sombras sin ayer,
un silencio roto
que recorta su anochecer,
trenzado garrote
a des voz,
recto entre la espiga,
abierto en el ababol,
frío yerto al amanecer,
ancha idea de rectoral ritmo
que trova,
este sol de averno,
lagar muerto,
que la soba.
Prensa mi parra en la cuba,
racimo paso del soneto,
infeliz sin costumbre,
pesadumbre
sin escuadras
senaras, abren la lencería
de Armuña,
ávidas, grises, noites
en compás dolido sin ajuares ausentes,
esta piadosa siembra,
me alza entre los mortales,
Dioses lo quieren.
Mi verdad en cumbre de macizos
que el gentío se niega
en ego a escuchar,
mi visión raíz de Cernunnos,
reló de silos azules,
un peldaño de áspero olvido,
místico este cuervo,
puro cerro,
puro roble,
puro fresno,
pura encina,
subrepticia dolida,
mi pan amarillo
al pasar la caléndula,
la flor de este muerto.


143. CANDAVMÍS:

Del acre del cielo, destino clavado.
Verde semblanza de tormenta furtiva,
sierra de sueños en blanca idea,
clamor en ocres de nubes,
relajado,
sosegado empuja sus clavos
que precipitan hacia sienes de grama,
lloviznas de pretiles azares,
en fuegos erizados
que él truena,
aventa que alza
su ronca madera.
De fértil diente,
de cano cabello,
niebla de su sendero,
crepitante onda,
en azur marcada.
Viento sin suelo
su final encuentro.


144. CUCHILLA DE SILEX:

Raudo enebro enervado
bajo cuchillos de tierra,
en sombra que hace
pulcritud de estelas
descorazonadas,
duro metal y simiente
en espina de alarde,
sonroja a la escarcha
de este cielo que aploma,
para derretir el hueso
que el astro besa,
jabalí nacido entre aromos
de espinos,
va bajando su cauce la luna desamparada
buscando su recio esposo,
la loma desciende su floresta dormida,
canta el margal entre brezos noctámbulos,
y margaritas con violetas ausentes,
los jacintos silvestres ya vertieron
sus hijos de nácar.
Quedó el nardo desplazado
y el ababol sonríe,
ya vertió su sangre de tierra
para cerrar su campana
al tañer de sus simientes
enarboladas,
hasta la siguiente vida
a partir de su presente muerte.


145. GENII LOCORUM, TODOS DESPIERTOS:

Vida que las montañas me respiran,
raíz en su abismo de hondo tajo,
aire bonito relátame mi destino,
subiré los montes y cerros,
alcanzaré mi soberbia
allá donde el alba despierta
y el linde vuelve vago,
plácido, ferviente,
sed de tallos
y savias que luz llena,
erigiéndose cumbres
y cimas de hervores
a la matutina belleza
que anida.
Y en el ser germina,
febril loma desdeñada
por rizos en apogeo
entre rayos que culminan,
desnuda hacienda ultrajada,
río de encina, cuervo nacido,
por lo que me quedó sin decir,
Wotan, Lugh, Morrighan,
ese veris perdida y encontrada,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi amada Brigid
Genii locorum dioses ancestrales
abrir este camino,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte,
tierra entierra la maldad
sepulta los problemas,
como en tu ser el ciclo
el eterno resurgir en ti cierra
y comienza,
resurgiendo, abriendo camino,
escudo en fuego sembrado,
hueso del pagano,
me deberán cuanto yo he plasmado,
hierro al hierro,
fondo escueto
del vítreo traspuesto,
senda de la idea,
por ellos socarrada,
lucha, cuanto más arduo es el camino,
cuanto más se abren las pruebas
más se hinchan las fuerzas,
sólo vencer en firmamento,
agujereado de huesos,
siembras que tiembla la luna.
3 claman los genii locorum
que no han muerto, que ni el olvido puede con ellos,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte líbrame del cobarde,
Epona sálvame del semejante soy tu mala yerba,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi amada Brigid poesía,
elevar mi canto
que yo con mis actos
os hago un manto,
Cernunnos comienza nuestra caza,
Candamvis alumbra esta montaña centelleando
el relámpago,
abriendo el cielo de nuestra bruma,
tejiendo nuestro amado ocaso,
que jamás hemos visto los que vivimos en el suelo,
ahora y siempre se escuche nuestro canto.


FLORESTA DE TU VERSO, CARNE Y ESENCIA:

I
Abro la noche sinfónica
de tus labios orquestados;
casi transparentes.

Tu rostro melodía
casi templada,
inimaginable.

Mi grama ya ocre
que incesante vibra
su dicha blanda.


II
Azules mis tenues
lombrices renegadas
de pensamientos que flagran.

Húmedos sus escondrijos
que traspasan
hondo, cuál lira

que tú ocultas tersa.
Violines de transcurrir íntimo,
tus manos afilan.


III
Exalto el clamor de violas,
clarines argentos
estrellas laten opacas tañidas.

Por luna tangible sin reja,
espero su áspero eclipse
repleto el día de mi cumpleaños.

Su luz sin serrín,
a la gravedad tuya;
tenso mi arco.


147. AYER DEL HOMBRE:

Mañana será epitafio sin nombre,
una deidad vaporosa en alambre,
una alta ojera de nácar caerá
por el descendido horizonte del hombre,
será su suerte una llama sin aurora,
flama de inmortal discordia,
un beso atrapado en etérea yacija,
un granate verso inconcluso
que encadena la vida de quien la lleva,
hombre al menos por tener valor de ser hombre,
poema sí por tener imágenes para bastar a la belleza,
para hacer lo diminuto gigante,
y lo gigante magia de silencio,
es un aliento, un hálito y un verbo,
una tijereta en esta ciruela,
donde se derrama la idea,
mas si no alcanzas a dar impresión de belleza
jamás serás poeta,
serás narrador de tus diarios
de insulsa existencia sin afán superior
que no sea lamer tu conciencia,
de este nicho traigo la lombriz,
estaba en su tierra recogidita, feliz ella,
aquí en esta tierra sembré mi verso,
esperando que se abra
y sea inmortalidad de alta esfera trenzada,
por quien la sostiene sea quizás eso
una deidad con nombre.


148. MAGNIFICENCIA EXACTA:

Yo me adentré en la morada
de la belleza más perfecta
y renombrada;
allí estabas tú mi amada
quise hacerte mía,
ser como mis ancestros eran.
Nacieron hidalgas hijas
de mi tierra.
Fervientes herederas
de mi idolatrada hacienda Castilla.
Honradez solariega
de mi feraz Ocejón.
Amante compañera
mi sencilla labradora,
alzando nuestro
el regato cristalino.
Logrólo todo
pacífica y amable,
perpetua y serena,
alma de anchos cielos,
desnudaba.
Campo pardo, ondulado
en mudo, ronco halo.
Con tus castas soledades caminas.
Desterrando azules lontananzas tuyas.
Empapada llaneza,
grandeza en campos abiertos.
Alamedas y copas desplegadas
de encinas viejas.
Vida solemne aguardas.
Tonadas dulces
de miel de panales.
Doradas esferas precipitas.
Puros, serenos, profundos pensamientos.
Monótona, inmutable,
magnífica hondaba tu estela.
Mis férreos zarzales floridos.
Vigor de sienes envaneces,
perspectiva de nueva cosecha
en las lindes de tu exacta
alma.


TU CRISTAL VAPOROSO:

I
Adentro la longitud soporífera
que rige y exalta la turquesa
de tu pura mirada.
Visiones de tiempos mejores
sí entraño.
El campo de tu Parnaso devorado,
abro al candor de un santo Olivo;
bate sus alas el pardillo
al rebuscar la grama un tordo músico,
que consigue la lombriz
de mi pensamiento.
Albergan flores de piedra
las vírgenes encinas
desplegando sus bellotas
de días futuros.


II
¡Oh! Luna de sangre,
luna férrea,
esta noche de viento
cuando suena un lobo afónico.
Vals de la cigarra
que despierta al litigio
del arduo grillo.
Brilla la piedra de lumbre sedosa
ya blanda;
fango quieto que la sangre verde
no gira, púrpura celeste
de nueva cosecha de estrellas,
caldero de esquiva realidad
te encuentro, tu saliva vieja
en tus labios azules.


III
Soledad de hierro frío
con venas de fuego
y su gris suspiro.
Alzo tu cristal imbesable
por tus amores
de humores lívidos;
fluyente no es mi querer
ni se tumba como espiga cansada
de este estío ardiente;
hoja rumorosa eres
del cuaderno de mi vida.
Ingrávida alma meces,
que ya no ahuyenta
mis latidos precoces
sin escapar nunca más.
Extinto muro de sombra,
cristalina, acaricias mi profunda dicha
de este nuestro universo recto,
luminoso, que sangra la noche
en tus cabellos.


149: EL SIGNO DE LA ESTEPA:

Alba mía,
fugaz de abisales miradas,
llévame a mi lecho
que no me tengo más en pie.
Cayeron mis suspiros de miel,
Orando me acaricien
palabras de ayer,
ven mocita a mi vera,
ven te quiero ver.
llorando no lloro
mi cantar aquel.
Visten amapolas destellos de piel,
dispara para no volver,
plural celeste aflicción,
alba mía escánciame
no quiero tu padecer,
sonríe a mi flor esquiva
un rayo tornasol,
ten mirada pura,
en esta espina radia nuestro tesón.
Hueso hondo, fúlgido nacido
de la adoración,
como niño lloro la ternura
agarrada en corazón.
Martillo quiso ser mi hoz,
segando a golpe de viento
mi labrada voz.
Victorias acompasadas frunce mi Sol,
el rito mío cantará,
por la nieve de los álamos,
al olvido de barbas de mi chopo forjador,
herrero de mi sinfonía.
Verá parir la luna,
en hojas de olmo con forma de corazón.
El signo de mi tierra,
el amor de mi azada
a su soterraña entraña.
Vientos del norte me llevan
a lomos del Aquilón,
Hijo del relámpago,
que una vez amó
y tierra tomó.
Signo de los tiempos,
solo, solo ardió por derredor,
alma invicta, invencible
su espada deslumbró.
Lobo aventado en bosque clamó
la tierra devora lo que es de ella.
Yo clavaré rival
a serena esfinge,
que mustia mi carne florecerá,
espero que esperaré
el tiempo me seguirá
mi rastro percibirá.
Hoy como ayer
solo mis dioses, me aguardan,
en esta estampa abatida
de mi soledad voluntaria,
necesito el sonido de mi noche
por escarchas azules febriles
cantar de flores recuerda
el llanto de la piedra,
a la ruptura de compuerta
estaba yo desafiando mi destino,
hilanderas tres,
no me tapan mi hocico,
trémulo, voraz,
quise estrofas
tuve una unidad,
mis principios numerados
los dejé ayer sembrados,
vine para seguir mi oración
no rompas quimera
mi sagrado nueve,
vendré a traerte que mi ser
lo forma el tres.
Si te veo,
no te escaparás de mi tundra,
ya te he soñado y contigo hablo
de espíritu en yacija
recipiente que mi conciencia
suenas,
me despido para regresar
a mis cantos olvidados,
sin musaraña dicto
que yo existo.




150. ROMANCE DEL DESTIERRO:

Mi raíz arcana anclada,
dejas el etéreo espacio
en eterno cementerio
tu silencio amalgamado.
Yo era taciturno espectro
misterio, parajes blancos
que salvajes en tu lengua
confrontan en yermo arcano
saciando mi Baco imperio
de soledad que amilano
sin inicio, sin futuro;
sólo aplacando los diablos
y esa idea primigenia
cual ojo que jamás hallo
descansando en alegría;
ocho hijos que me has dado
más los bastardos impíos
reconocidos sin ralo.
Anudar aún sin vivir
mi vida; que deshilacho.
Desfallecer, despedirla.
Corona por candelabro
sí, mi raíz es de plata
al fervor de soles alzo
como cobrizo capullo
entre polilla o gusano
devana mi sangre, rueda.
Transmigra verde que escancio
sobre espica, sangre hielo.
De infecundo humor humano
con coraza por pechera
carcoma en espuela calzo,
mi tomo de tierra venzo
roja sangre que yo esparzo
pergamino en vana ciencia.
Que los abrojos espanto
espejo terrenal hondo
mi sonido injerto orando.
Sobre mi vil armadura.
Escita alma, el Castellano.

El Castellano





FINAL GRILLO III

I
Clareando su lividez
por sotos vastos, reales,
mi río navega.
Soliviando su bandoneón
dirige, blande mi grillo
el afilar de su tercera cuerda.
Entre el suelo de un ciprés enhiesto,
rigen blandamente espigas rojas,
jóvenes, juguetonas
como si tuviesen sangre
para sonreír
al viento que pasa
y no atraviesa.
Reposa que aguarda el cráneo
la tierra.
Ay la tierra, hay de ella,
sombras que complacen y acervan
la mansa espera.
Soliviar vetusto
que Ninfas y Sátiros pastorean.


II
Es un tejado llorando por la piedra,
con acequia desnuda de canalón;
un cimiento que plañe la helada,
y le agrieta el tiempo que ya no escapa.
Sauce triste, abatido, con portón
al mundo del grillo.
Entre blanda grama
fenece que acicala su alma.
Entre un arpa estacional,
y panales de ambrosía.
A la lluvia primera
abre su fiel Parnaso devorado
entre caracoles sonoros.
Grita la raíz acrisolada en ámbar
de intelecto mayor.
Cúspide de serena esfinge,
y dolmen de divina pluma.



III
El grillo único pidió un deseo
al manantial eterno de Hipsípila,
y fue no sucumbir
tras el acople, todo sonó
en manantío, y lo inerte
reposó su voz, de nuevo.
Para siempre.
Soledad dantesca de umbría
melodía, extendida por el Baco imperio
regentado por el claro de luna,
donde fluía su sangre de luz,
rojiza.

El Castellano

FINAL





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