jueves, 22 de abril de 2021

Umbral silencioso














Derecho firmamento anublado,
de pretiles sollozos,
como corona de caléndulas
era mi molestia,
ramificada en mis vestigios yertos,
quirúrgicos,
laguna del sentido,
barca para el gozo cuál,
su hechizo que metamorfosea,
si le intuyo efectivo,
cuál misión,
que no lea, más sus latidos,
escritos a símil de hechizos su relente,
caprichoso,
nudo de dorsos,
y centellas vorágines.
Empezó que concurrió,
atrás su cabeza,
drenajes de molinetes
y agua insoslayable,
de canal de cielo,
y mar de falsa  avena,
estelas en captura de su ímpetu,
regreso deliberado;
a donde ella se anima
en mitad su vibrante luz,
empuje de día, y semana.
Como mi penar férreo era,
en mi zanja, mi huerto de luna,
su noche, si cenagosa
me infunde doble moral, 
a abrazar su esencia,
así me arrastren pequeño,
limpio, condenado,
devuelvo flores, como buen galán,
pordioseando,
agua abajo,
él era poderoso, de sus campos,
caracoles, entre pulgas arrinconadas,
de años, como aflicciones incubadas,
de pie, como rudo ciprés,
mi cementerio de suspiros,
y mi quitina de tinta,
babosa, como mi tiempo,
en cuerda colgada,
hacía mi primer suspiro,
esta primavera regalada.
Visión del ribazo, mi vida,
coronas de barro, sobre suelo mojado,
caracoles como celos,
e ilusiones caen,
como lluvia siembra una pipa,
germina igual,
esta semilla de destino piadoso,
oh, tierra,
fondo y siembra de alba.



Förüq castellano Miguel Esteban



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