domingo, 4 de abril de 2021

Ojo de tierra 2015 original presente en Yunques en la tierra






























 

****************************************************************************











Ojo
de tierra:



 



Un
silencio yerto,



se
abre esta noche



por
ensordecer,



reflejos
de resplandecer,



en
este frío de ayer,



pasos
de silencio roto,



abre
una espiga



un
respiro, un latido



envilece
mi procesión de fuego,



cristales
que se rompen,



bisagras
que se doblan,



esta
noche



de
la nube de antes de ayer,



todo
se alza



para
llegar a ver,



recorta
este hálito de tierra,



un
suspiro ciego de hiel,



llega
para enloquecer



mi
sangre que tiene sed,



he
salido del infierno,



quién
me va a detener,



sombras
que gritan,



hielo
que sostiene,



mi
cruz del horizonte,



por
descender,



afilo
mis colmillos



hoy
se verán morder,



esta
ventana de sed,



rebotan
los tiempos,



muriendo,



diáfano
espacio



de
ausencia brillando



su
infinito parco de cristal,



llegaba
otra primavera,



sin
celda de madera



chirriando
su carcoma



que
mordía este cielo



con
su moneda



que
brilla mi idea,



esta
tierra late,



esta
mi sangre fluye,



cabalgo
este acre torcido,



recorren
florestas



naciendo,
brotando



fundiéndose
con tierra abierta,



soles
lloran escarcha.



del
nacer crepitando,



te
juro que avanzo



hasta
ser esencia de río



granate
de mi lustre colgado,



debo
aguardar



debo
escuchar



este
patio,



hablando
con la araña,



que
caza bellezas,



un
día recordará mi tiempo



que
fue mío,



dejará
de estar perdido,



y
este poema me dará de comer,



por
tener dos mil cien,



creciendo
en sus ramas



de
sangre negra,



ay
la tierra,




esta tierra



que
me vio crecer,



por
la que siembro



mi
flor de viento,



desnaciendo
el tiempo



que
lloró mi ojo,



siendo
de tierra y para ella,



abro
que domino



esta
ceniza que me lleva.



 



 



Clama
la flor, abeja del lugar por gritar.



-
Ven, toma mi néctar,



déjame
compartir mi vuelo contigo.



Réquiem
por la flor, oda por la margarita



con
su mariquita, sauce caído,



cobijado
tejo, crepitando:



-
tú eres primavera.



Olmo
viejo en retozo,



quebrado
por la aguja silente



de
la carcoma.



El
cadillo miente, mientras el abrojo



clava
el sentido, quiere la amapola



ser
la alegría del lugar.



Cuando
el brezo enraíza



el
alma de sangre



por
derramar mi cuerpo yerto



en
la navaja, mientras



la
lavanda amamanta la abeja,



y
abejorro que llamé Genaro.



Amaranto
el firmamento



llórame
una estrella



y
su hueso de luna que



rompa
firmamentos



en
auroras,



que
venza colgándolas



de
las pestañas,



y
mientras las pupilas



en
sombra abren su cueva



en
la clamada verdad.



 



El
Castellano.



 



 



 



 



Soñé,
te viví, te besé,



te
anhelé, te abracé, te sostuve,



te
mecí en mis brazos,



te
acurruqué, te di de mis labios



de
beber; hice tus piernas



recorrer
en pasión,



te
viví desde pies a cabeza



y
siento decirte algo:



-
que no me gustó, me encantó,



me
emborrachó, me drogó,



si
acaso, hubiese posibilidad



de
que yo no estuviese muerto



sería
por tu recuerdo, amor.



 



El
Castellano.



 



 



 



De
este cementerio viviente



que
me dejen ser la flor,



que
por lo menos



a
un muerto da calor;



y
al difunto, la caléndula su luz,



adorada,
nacida del rayo de Sol.



Quien
te quiere, te quiso y



te
querrá desde este corazón muerto



te
amo en albor flor tras flor,



elevado
resquicio de caricia



de
Diosa Ostara



en
resquemor de primavera



cardos
brillando en espina



de
dolor, desde mi nicho



pido
mi nicho de espinas y de cardos



cuando
llegue el momento



si
no a mi no me entierran en este cementerio del que vengo



y
que la parca fría venga a por mí que este hombre



ya
ha muerto y su último suspiro



fue
un yo te sentí amor



voy
a tu encuentro.



 



El
Castellano.



 



 



 



Diente
de león por clamar



el
prado yerto,



donde
lo vivo son las plantas silvestres



incluso
el cardo de las damas, las malvas,



las
piedras agujereando el terreno



molinillos
al viento, por gemir caléndulas silvestres y



papaver
hibridum, amapolas roheas sangrando



borbotones
de sangre de tierra por brotar



plantago
por llenar el campo de espigas con flores,



todo
escarabajo gozando de la flor



cómo
decir que la flor sea sólo la flor,



si
del reino animal es templo, hogar y morada



donde
todo empieza y todo acaba.



Margaritas
en envidia miran tus ojos



y
luego miran las estrellas,



una
sabia dice y afirma: son mejores



y
más bonitos



sus
ojos que ardieron los luceros,



vidas
de tu entraña alborada, que el oro no es oro



sin
mirar tu corazón;



Corren
las amapolas, de tu sangre arden en hoguera



incombustible,
plena, yerta, indescriptible esencia.



 



El
Castellano.



 



 



 



Golondrinera
frágil, esquiva,



reina
luz del bosque de las sombras



con
tus amapolas amarillas,



los
luceros del cielo.



Por
poblar jacintos silvestres, tragopogones,



amapolas
por doquier



amando
la primavera entera



en
un mundo que cae disuelto



en
espinas de cardo y alhajas



de
flores de todos los colores,



mi
templo, mi casa, mi hogar, mi albor,



sin
alcanzar las plantas silvestres



por
poblar este mundo silvestre por mirar



y
dan ganas de tumbarse



y
ser la flor de muerto porque me tumbaría



para
que me crezcan las malvas



y
mi cuerpo críe malvas y cicutas rojas



y
negras de tinta y sangre



mi
condenada bandera.



 



El
Castellano.



 



 



Estampa
quieta,



tejida
en el umbral silente,



nacido
de las sombras



y
sus benditas estampas



de
damas de noche,



la
flor blanca estrellada



canta
tambores de la tierra.



Y
los grillos afinando el violín están.



Las
margaritas tienen el te quiero tatuado a fragua



de
la flor que sea flor, belleza creada del rayo de Sol



y
su albor mecido por dioses, acariciado por Ostara



el
humor de primavera cuelga de las faldas



mientras
mujeres hilvanan



y
trenzan sus cabellos en oro fino de seda.



Yo
soy un humilde escriba de la flor de difunto



caléndula
officinalis,



por
la que el muerto



encuentra
luz.



 



El
Castellano.



 



 



 



Bebo
de quel cáliz antiguo siento las estrellas



buscando
la respuesta para ser feliz.



En
la planta en albor que crece del rayo de Sol,



sabiendo
un secreto de druida de que si miras el Sol



al
amanecer minutos y minutos todas las plantas en flor silvestres



brillan
incluso más fulgente que el rey lucero,



todo
lo colma su brillo, la tierra deja paso a toda vida en color,



a
través de la caricia nos trae Lugh.



Reinando
el Sol está, hablé con la lombriz de boca gris



que
apareció tras mirar fijamente preguntando



a
una flor de difunto me comentó



que
podría indicarme de la tierra



donde
todo es libre, no hay dinero, todo vive por suprema



ley
natural, sin miedo ni odio.



Le
pregunté a la lombriz que dónde quedaba aquel lugar,



y
me dijo con amplia voz:



-
bajo tierra.



 



El
Castellano.



 



 



Monte
elevado en el horizonte,



brezo,
encina, carrasca, esparto, espino,



todo
crece en albor sin preocupación suprema



nada
más que seguir viviendo y echar generaciones.



Hoy
me desperté y contemplé la ciudad con todos



los
edificios grises, como sus gentes



todo
pasa de tierra y aquella que me dijo la lombriz



boca
gris me espera, así tenga que estar mi cuerpo



frío,
caído de hoja en otoño, no espero vivir eternamente



ni
ser festín de gusanos tempranamente.



Yo
acabaré por entender la mentalidad de aquella lombriz



de
su tierra, que no hay preocupaciones,



fue
el ser humano el que inventó el dinero



y
la esclavitud que trajo.



 



 



El
Castellano.



 



 



 



Amapola
silvestre,



llévate
mi sangre a las entrañas del inframundo



así
como tus pétalos elevan la sangre de los suelos,



que
tus raíces me conduzcan al tercer reino.



Ooh,
espino amarillo, que bajo tus espinas



han
visto infinitud de cal varios nacer los montes



y
senderos, que todos llevan al mismo sitio



a
perderse en el elevado espino de tu luz.



Ooh
elevado, cuál sería tu misterio



para
dejar a este escriba absorto.



Brezo
silvestre, sin miedo, tras el olivo



te
vi crecer, y una margarita cerró junto con el verso



de
la caléndula arvensis que tapó con sus pétalos



en
cuña, al caer la luna al cielo.



A
tí Genaro, abejorro de mi jardín



te
extraño y echo de menos, bonito.



 



El
Castellano.



 



 



 



 



Corre
trémulo a desgañitarse el cosquilleo silente,



que
avanza, que recorre tus piernas en ambrosía y miel de dioses



junto
con tu aura y alma de dulzura sacada de raíz de la tierra, mi hada



ni
una flor se te cayó, ni un pétalo dañó, agarraste enraizada con albor



y
tú tragopogón, duende, el mismo destino de rey silvestre te espero



y
aguardo en mi maceta, ya que en lo que llevo viviendo



ni
una planta se me ha muerto con mi don,



hasta
amapolas comunes vieron florecer mis macetas,



hasta
margaritas de manzanilla gorda, hinojos, brezos, jacintos silvestres,



crié
como un dios creador, dador de vida incluso de la humilde semilla



de
la caléndula officinalis.



 



El
Castellano.



 



 



Mi
vida te escribo como gota que va a los mares




que fuiste altiva, ningún humano te pisó



los
dioses honraste y te honraron



desde
el cerro al abismo, tocado y acariciado



donde
todo surca la oscuridad madre



y
dama de noche sin afectarle el cielo



de
la yerta amapola de luna desangrada



y
su estramonio vestido de gala de estrellas.



Todos
bailando en la fiesta de los no importados



menos
la rosa y el clavel masculino



que
tiraron abajo el telón para comenzar la gala



y
el baile ganó la datura con la dormidera



por
sus trompetas de los ángeles abriendo al clamor.





El Castellano



******************************************

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realeza de estrella