lunes, 25 de abril de 2022

Barbecho arado 2008/2018

  PREFACIO:


¿Existe en verdad otra vida oculta detrás de esta vida que vivimos? No, no digo más allá, aquí, entre nosotros, sí, esa vida que a veces se nos niega, ensombrece y se empeña en llevarnos de la mano allí donde las horas agonizan, el tiempo, irreverente, es una cruel amenaza y las sombras con sus garras invisibles, nos rasgan más allá de la piel, de la voz y la palabra, para llegarnos al corazón, no a la víscera, a esa máquina perfectamente conjuntada con la vida para hacernos latir correctamente, no, hablo de otro corazón, de ese que duele, del que de forma imperceptible llora, a veces, sonríe o nos hace sentir el mundo de otro modo, de ese corazón es del que hablo.

Un corazón sin una ubicación concreta dentro de nuestra anatomía humana.

Este es el enigma o intriga que te queda después de leer Barbecho acrisolado de Miguel Esteban Martínez García, porque a pesar de ser un poemario poco común, sí habla de la vida cotidiana, de su vida cotidiana, por mejor decir, ya que este joven poeta nacido para escribir de una forma natural, es un observador nato, capaz de encontrar la belleza en pequeños detalles, esos en los que la inmensa mayoría no reparan, tan imbuidos como viven en sí mismo, de esos que no ven más allá de sus ojos.

Razón por la cual Miguel Esteban se nos presenta como un gran innovador de la poesía española, a través de sus impecables poemas, descubres que sí que hay otra vida, pero aquí, entre nosotros, esa vida de la que él bebe hasta saciar la sed de superación verso tras verso, para el disfrute de los amantes de la no poesía adocenada, aunque no por ello, elude hablar de sentimientos, de vivencias propias, pero desde otra perspectiva, lo cual es de agradecer, en este momento en el que el ámbito poético, está plagado de tópicos, sexo y otros temas demasiado manidos.

Miguel Esteban, pese a beber en fuentes poéticas para muchos autores arto difíciles, como son Valle Inclán, Aleixandre y otros autores del XIX, su poesía es fresca, actual, porque aunque los hombres nos empeñemos en sustituir a los viejos y arcanos árboles bien arraigados por monstruos de hierro y hormigón, nuestra raíz, está en el subsuelo y es allí, donde Miguel Esteban encuentra su inspiración, en nuestros principios tan denostados, tan materializados, tan fieramente heridos.

Su obra bastante extensa ya, se ha ido enriqueciendo poema tras poema. En esta, su última obra por ahora, se aprecia una preocupación y una sensibilidad, que roza el misticismo, su amor por la naturaleza, la que tiene al alcance de la mano, la que observa, la que mima, son sus más fieles aliadas, así como mitologías,

Leyendas, y ese maravilloso mundo de Trasgos, Hadas Íncubos, etc… consiguen darle a su trabajo una personalidad poco común. Toda esta amalgama hace que la poesía de Miguel Esteban, sea muy plástica, hasta el punto, de preguntarme a mí mismo si es un pintor que describe paisajes o es un poeta que retrata con la palabra toda esa belleza que sus ojos captan.

En Barbecho acrisolado, podemos descubrir la progresión de un hombre como los demás, aunque claramente mostrándonos su interior de forma más limpia, sin artificios, dejándonos descubrir a un poeta que se muestra desnudo en cada verso, o vestido de él mismo.

La combinación perfecta, es conocer y entender este poemario con criterio aparente de una dramaturgia, no en su estructura, sino en el espíritu intrínseco del derroche de sinceridad, en una alianza entre ternura y dureza, pero siempre, siempre poesía limpia, clara y transparente, espejo en el que vemos el alma del poeta.


Marcelino Sáez García





LUGH CABALLO SOLAR: 


Lugh Solar y Poderoso,

jamás a ti te hable el olvido disuelto,

ni se rija tu onda luminosa como tronco esbelto,

digno a abatir el rayo,

noble melancolía por tu madre difunta

Tailtiu,

en el alto cielo,

tu grandeza

sea reguero de oro.

La tierra secunda en nueva cosecha

por talentos colmados a florecer,

viento sonoro guarda tu hermosura

Rey Padre,

El páramo yerto perecerá

en ámbar blando

de aroma besando tu frescor

de vida nueva.

Abatirá la sombría dulzura la tierra,

ilumina mi pluma al honrarte,

suspiro de mi estruendo crepuscular;

nombro al pájaro misterioso

que te pertenece

cuervo que otorga el anochecer,

Sicut nubes, quasi naves,

velut umbra.

Años pasan yo busco mi recto yermo,

triste aflicción por aquel tomo de tierra

como las sombras vaporosas.

A ti Creador de luz,

acógeme, pinta esta mi noche negra,

amigo de imagen solar,

soy por cuantos Soles he nacido.

Por sosiego de tierras ignoradas

dame su gloria.

Camino afable con tu candor a seguir,

blasón yo no pido

ayúdeme a desplegar y sembrar mi porte,

en tierra a cabalgar

y deslumbrar.

Lughnasadh, Lammas, abro celebración

para generar nueva vida

en cosecha nueva

limpiando en tu nombre Lugh,

toda tierra.


El castellano





Contenido

1. ALMA DE ALAMEDA

2. RAMILLETERO CIEGO:

3. POR TU PLÁCIDO YERMO:

4. SUAVE NUBE RÍGIDA:

5. AFILADO TORDO:

6. IMPRONTA REVERDECIDA:

7. LADO DE MI PUENTE:

8. PRISMAS EN CALEIDOSCOPIO:

9. JURISCONSULTO DE SOMBRA:

10. FLOR DE SOMBRA:

11. VIDA DE LA VIDA BAJO TIERRA:

OLMO DE IMPÍA MANO PLANTADO:

12. JURISPRUDENCIA DEL BESO:

13. LARES DE EQUILIBRIO PERFECTO:

14. ECO DE AYER VESTIDO:

15. CALLAR DEL ASCUA:

16. BLANQUEAN SUS ASCUAS:

17. TU BRILLADORA ESENCIA:

18. OSCURO RESISTILLO:

19. CRUEZA SEMBRADA:

20. VENAS DE LUZ 2:

21. DOS SOMBRAS:

22. BRUMA DE OTOÑO:

23. SANGRE EN HIERRO MONTADA:

24. ESCARCHA SOMETE:

25. URDIMBRE PRENDIDA:

26. DESTELLEO DE ESTAMBRES:

27. CUERVO DE IDEA:

28. VENA DEL CIELO:

29. ACRISOLADA IDEA:

30. ONDA PERPLEJA:

31. RIERA DESLIZADA:

32. INVERNANDO:

33. RAÍZ DE SOMBRA:

34. TERSURA DE PALABRA:

35. TRANSCURRIR HELADO:

36. VALGIO ALUMBRE:

37. TEMPERAMENTAL AFRENTA:

38. LUZ DE HUESO GASTADO:

39. CENIZA MÍA DE ÁRBOL:

40. REFLEJO NAVEGADO:

41. HONROSO, TIBIO PULSO:

42. FLORECIDO MÁRMOL:

43. MIRADA HILVANADA:

44. PECHO EN HIERRO MONTADO:

45. INSEPULTA TIERRA:

46. HÓRRIDA SOMBRA:

47. FRONTERA TU LETRA:

48. OSCURIDAD VENCIDA ALEGRE:

49. PANAL DE IDEA:

50. SIMIENTE DE SANGRE:

51. INFAMIA TORNASOLA:

52. VILO RECTO, FORJADO:

53. INFINITO ACIAGO SEMBRADO:

54. LUZ EN REPRESALIA:

55. ENCLAVE AMILANADO:

56. RIERA DEL SEGADOR:

57. CLEPSIDRA DE VIDA:

58. ROMANCE DE DESTIERRO (VERSO LIBRE):

59. DESALMADA SIEGA:

60. LLAMAS EN OJO DE SANGRE:

61. HORIZONTE QUE ATIENDE:

62. LUNA TRECE:

63. RESCOLDO:

64. ETERNA LANZA SESGADA:

65. CUERDA YERTA:

66. HONDO CREPITAR:

67. PERPETUO DESMÁN:

68. VIDA TRUECA EN HERRUMBRE:

69. SOL CRECIENTE:

70. NOCHE LÚGUBRE Y UMBRÍA:

71. IRIS DE OJO DE SANGRE:

72. PUDOROSA SIEGA:

73. FÉRTIL ESCOLLO:

74. ESPEJO SULFURANTE:

75. ALJIBE BULLE:

76. IMPÁVIDO DESPERTAR:

77. LUCIENTE LLAMA:

78. FÚLGIDO ALIENTO ESCONDIDO:

79. TECHO SIN TIERRA:

80. OJOS ALBOS FIJANDO:

81. RAÍZ DEL AURA:

82. VORÁGINE DE TRASIEGO:

83. LUCIÉRNAGA DE NOCHE:

84. RUNA INMOBLE:

85. NÁCAR FIJO:

86. CAMINO DEL ESTÍO:

87. SUEÑA LA REPRESALIA:

88. NEGRO ASPAVIENTO DE UMBRA:

89. TRENZADO DEL TERRENO:

90. DIESTRO DEL MAR A LA MONTAÑA:

91. DISPUESTA GRANA MALVA:

92. ALBO ESPÍRITU AZOGADO:

93. ENDOSELAR CANTANDO:

94. RESURGE EL AÑIL:

95. SOCAVA MI TARDÍO:

96. TIERRA A RAÍZ, SOMBRA A IDEA:

97. SIGILOS DESPOBLADOS:

98. VIPERINA FALAZ DE TIERRA:

99. CELADA QUE DUERME:

100. CANTAR CON SILENCIO:

101. BOGARÉ PIEDAD:

102. TARDE PARDA DESCUBIERTA:

103. REDENCIÓN SAGRADA:

104. TRANSPARENCIA HABITADA:

105. AZUR DESNACIENDO:

106. PANIDA DEL AZUR:

107. RAÍZ DE ALBOR:

108. MI PARRA ENTONA:

109. SURCO QUE LABRA TU SEDA:

110. CANTA MI SANGRE YERTA:

111. ETÉREO TU SOTO DE ALMA:

112. TIERRA EN EL VIENTO:

113. PACTAN MIS FALANGES:

114. SI A LA SOMBRA CANTÉ:

115. PIÉLAGO SANGUINEO:

116. PAVESA EN EL VIENTO:

117.ALBOR DE PECHO ABIERTO:

118. HACIENDO CARGO, DESDÉN SENTENCIADO:

119. LA UNA DE POLVO:

120. BROTANDO DE RAÍZ:

121.OPACIDAD ESTRIDENTE:

122. ALTO DIJO, COMO LA NOCHE:

123. SOMBRA, SANGRE DE AGUA:

124. DUDA DE CERTEZA:

125. ABRE TU NÚMERO:

126. DEVELADO ASCENSO:

127. BRUMA DE IDEA:

128. ORFEO INVICTO:

129. ELOGIO EN SOMBRA:

130. EN MEDIA AZUMBRE:

131. VERTIGINOSA CONTIENDA:

132. VASTO DOMINIO TE ESCRIBO:

133. ALBO TRAJE TU MIRAR:

134. ORILLA DE REGUERO:

135. SEGMENTADO DESNACER:

136. CERRO Y TINIEBLA DENSA:

137. TUS ACRES POR PECHERA:

138. SOLITUD ESPINADA:

139. AGUA SOCARRADA, ELÍPTICA TRAVESÍA:

140. FERVOR EN LUZ SOSTENIDO:

141. CRUEZA:

142. AJUAR GASTADO:

143. CANDAVMÍS:

144. CUCHILLA DE SILEX:

145. GENII LOCORUM, TODOS DESPIERTOS:

146. FLORESTA DE TU VERSO, CARNE Y ESENCIA:

147. AYER DEL HOMBRE:

148. MAGNIFICENCIA EXACTA:

149: EL SIGNO DE LA ESTEPA:

150. ROMANCE DEL DESTIERRO:

FINAL GRILLO III








1. ALMA DE ALAMEDA:


Vuelve la caricia de sus ojos,

arderá su incienso sin mirada,

desfallecerá mi espíritu sin otra tapia,

luminosamente pliega su entraña,

armonía el canto de su zorzal,

brisa en selva de sus melodiosas

lágrimas.

Hojas ciñen mi cuello en amarre

como tenebrosas yedras

al árbol recio secunden.

Desvanecerse puede

el sueño flamígero,

hablaste en panida rosa,

del sueño de Morfeo

en alta espina infundada.

Segaste atroz,

cándido fulgor,

voces de todas las cosas,

nombres a mis astros

encumbraste,

bautizaste rocíos

con humedad de tus ojos

insolventes,

en estambres de rito

colgaste tu luz de mujer,

pétalo tú de elogio.

Lírico prisma ensordecido.

Mecha de mis deseos prendidos.

Melodía eres que fluye por dorados.

No me escondas nunca

tu poema solar.

Alegoría, flor de Hércules;

exúdame tu dicha desnuda

carnal lira ungida,

nostalgias del mesón

hacia mi sonrojada pesquisa.











2. RAMILLETERO CIEGO:


Ora golondrina,

desdén y pesares no amancilla.

Voces de encanto llenas.

Aquí alzo rosas,

alabarlas pueda de hermosas

belleza gala, ni cubre,

su cerco cándido, oloroso.

Luz ni color en cáliz de amor flagrante.

Flor de las flores sin igual matiz;

cerrojillo de tus amantes piernas.

Halagada, feliz la escamosa sirena

de tus mares de venas.

Harta borrasca beldades enajena;

arena, redes, mástil, mi barquilla

en brea.

Por quier anublen mis cielos.


II hoja:

Mis azares dañar pueden

tus azules en tierra.

Este clamor de cebo engañoso,

febril reclamo de este anzuelo.

Humilde osadía

Viene ella como una amapola

con ceño vetusto

le responde su barón

que oye tocar su viola,

dispare su pistola.

No te apures castellano,

no importa miseria

cuan hombre secunde

su vil indecencia.


3. POR TU PLÁCIDO YERMO:


Pequeñas suaves palabras

para el silencio,

nada jóvenes para susurrarte

hicieron transcurrir el beso,

beso te beso hasta tu descanso

dame tu mano

por si el viento lleva

por esos años dulces,

soñados para escalarlos.

Almenas, rejas y candelabros,

francas para el silencio

unidas para tu poeta muerto

que vive del suplicio invernado,

palabras al silencio ardiendo,

cada muralla un tiempo no escrito,

cómo amurallar un silbido.

Y tú ¿me seguirás de nuevo?

No es tiempo de abandonar,

trabajo sobre el trabajo,

descanso sobre la música,

disfruta que danzaremos

encima canicas.

Abre mi descanso un faisán

de umbría sombra

acicalando ideas que me llevan

a tu casa.

Hasta descansar en la mía

siendo nuestra vida.

Un corcel sin manto ni estrellas,

un invierno sin capa dibujado,

palabras sin despedida

de la huella ayer;

trasnochado en carrusel sin rosca

alumbrando,

sílabas dulces nacidas deprisa,

socavé mi tardío castellano

para que vuelva su yermo,

vestigios de espinas y cardos

allí encendida una la rosa

entre espigas de estaciones,

y prados caracoleados,

era tiempo de rizar ascuas

y adentrar la nieve

en tus colinas,

hasta anidar

en tus reflejas piernas.

Hechas para condenarse

hechas para quemarse,

hechas para quedarse,

hechas para arrullarse,

hechas para mi siniestro caracol

de Hipsípila con forma de corazón.

Sonaba mi caparazón sonoro

una lira en cuerda yerta.

Nacía mi subrepticia

llamada amarte.

Hasta la caída del tiempo.


4. SUAVE NUBE RÍGIDA:


Foráneas eras propias

con vástagos

de Ninfas y Sátiros;

se plantaron de peces

altos árboles

y guiaron profundos rebaños

en el mar

afrenta impía de soledades,

que duermen

y nadan sus corzos secos

de estirpe dorada,

carcomida, agujereada,

de siglos;

Azul nube de mi vida,

abandonada

sin ojos suyos ni míos.

Bajel de mi custodio

incólume,

de ciprés mi valer

mi férreo pecho

en cobre

de mi fugitiva entraña.

Lluvias de esta sequía

Híadas que mi sangre, tiznan.

No me encrespará la osadía

temprana, aunque me enseñaran

a luchar por lo que quiero.

Impávida por este mar de tierra

reduciéndose a la arena

más pálida.

Mi Noto impune

que muerte no teme

conculca mi desorden,

áspera quebranta el pío.


5. AFILADO TORDO:


A ese mirlo, mirlo único;

Córvido negro de profundo ojo

que picotea y escarba mi idea.

Que crascita su estirpe,

dejadle mi patio cada mañana

rubor de cristalina ala,

sólo hasta que no me queden ideas

que son como lombrices cristalinas

nacidas del agua de mi frente.

De esta enjuta tierra me camina

el alacrán.

Un campo de sierpes y torcaces

de grises ceños al ocaso del día

que entre mantas y saetas

se acuesta un sol ciego.

Audaz mirlo que ahuyentas

mis espadas.

Tordo entre espinas arreboladas

haz que se acueste mi mañana

bajo tus alas.

No me destrenzará la osadía

temprana, ni el día terminará

de llegar.

Tu risueña pitanza en corvo pico

ultrajada; Vine por tus voces

desenterrando abrojos y señales

uniendo el fin del día

con el fin de la noche

como tú quiero vivir,

termina mi idea.


6. IMPRONTA REVERDECIDA:


Unge el vespertino roce

de tu ausencia habitada,

una viperina falaz de siembra,

allá donde el silencio transmuta

la sosegada vida de mis falanges

rutilantes, un alambre de búsqueda incesante,

de tus mares de boca

mi néctar dispuesto,

miel de Dioses que encajan

mi sinestesia elaborada,

más quisiera apelar a lo innato

de mi naturaleza,

que llamaron pureza,

luces de sueños rotos por enmarcar,

hondonada de las nuevas visiones,

tiempos cambian,

palabras a la fosa,

yo estoy esperando mi panal

de sombras de idea

sólo tu saliva verdadera

mece mi extasía,

por ende seguiré encargado

de esta acequia

dura, absorta de entregarme

al hendir de esta mi azada

poder del sueño exagerado,

que nunca he alcanzado,

mira mi camino

soslayando

las rosas de la aurora,

entregando pleitesía

a tu señora mirada,

no te guardes

si vuelve este mi vencejo,

afilaré mi sombra

para entrar en la tuya.


7. LADO DE MI PUENTE:


Quedase austero

el pretil gesto

de ávidas secuelas,

rupturas de esta compuerta,

de altura traspuesta

me alumbra esta ausencia

habitada, inducida,

paladeando mi dulce yerto,

conforte de volver a verte,

mampuesto en febril idea;

Apacibilidad de tu seña

y armoniosa senda,

me infundes arte de amarte,

hasta el diminutivo de mi término

castillo.

Por lo que de castro

soy castreño,

andariego,

que morir niega,

perdura la onda

de tu entraña,

clamor exaltado

en visiones de Quimera;

que resuene alto

bajo el asfalto,

que vine a tejerme exhausto

torres con callejas

me nacieron,

en amores

del dulce amargo hiel,

fuente fría y negra

de vivos troncos,

sentenciados;

sed como viva esta empresa

de brasas,

amargas piedras

del lenguaje,

hondo tallo

pronunciado sin base

ni escueta prenda,

Luna no te nombro

porque mañana cuarto menguante

entro en rito,

confunde mi luz

tu hermosura

en voz y gesto

abismo pedregoso

preñado de paz,

sosiego de mi armadura serena.

Mieses que arrullan

colmenas de nidos

de cobres nativos.


NUBE DE HIERRO:


Suyo cristal vagaroso

que sujeta su frente,

es como vidrio

azul que plañe y plañía

fríos deseosos

de otras frentes,

de otros animalitos

de tempestuosa calma,

avancé sin mirar;

fui por tu densa sombra

sin otros lares ni estrechas sendas

que guardasen tu vilo,

al crujir de miles astros,

tu piel erizaba

como viborilla

que todos mis nervios acurrucaba

entre el inerme tapiz de nuevo musgo.

Tu barco de seda inextinguible,

mi alma se iba,

naufragó en otra orilla,

sin tus montes avizores

con latido aplacado

de hondos rugidos,

sangre por juncos enervados

clava al aire su verde,

sed de calor, o vida,

quizá algo más,

hija del astro,

empírea ascua,

con estelas intangibles,

oídos que crujen nebulosas

en quemadores

azotando este mi carbón.

Símbolo arcano de luz pudiste,

arregazar sombras

para dormirlas en el hielo tus ojos.

Bajo el signo de la estepa

que vio acoger

el alacrán sereno

con sus pincitas

sólo cercenar un suspiro de vida

puede,

no suena ya mi caracol sonoro

ni lamento áspero

ni tristeza fría, en él late.

Plañía mi espíritu

en otra rivera,

en otra tierra castellana,

abrazando mi sombra

sin mi pecho nunca más.



8. PRISMAS EN CALEIDOSCOPIO:


Oscuros, negros, tibios

lirios en sangre de brea;

Acolchadas desquicias

en híbridas campanas azules

de los ángeles, yendo en borde,

siguiendo círculos,

moviendo espirales,

Vientos noruegos me llevan

sin patria, vencida por mitología.

Quicios de lúgubre destelleo

en oscuro límite tétrico

y sus mansos caminan,

hacen nido sedoso

en moreras del sueño;

Vida través de una vida

dentro los hoyos del Sol

que sudan, sus notas de uvas.

Visitaré a Cernunnos

en el seno del bosque,

hablaré del cuerno roto

y su sangre que brama

flores de helechos.

Quién sembrará mi campiña;

estirados mis soliviares

entre azares que suerte corre.

Traspuesto al mantillo

y su compostaje silvestre

que solo se mantiene;

Verano que socava dormido

para sepultar los cardos

que tierra come

y levantar la estación

de los difuntos con hojas caídas.

Otoño sus fríos que me despiertan,

terminando de vivir el ocre

y su yerma plácida

de tierras sin brotes

en ventura de savia fría.


9. JURISCONSULTO DE SOMBRA:


Este mi humilde canto,

pedregoso, que blande,

que pregona compás en arraigo.


Quimera a tiempos

en puñal pretencioso

de espigas de idea.


Patria por siempre sin sentar;

Fugitivo sin amores,

surcos de fugaz simiente.



II

Docto de tu dulce vientre

tras fuego de ababol,

entre tierras de tus reflejas piernas.


Sed de mi sangre,

renacer acompañante,

aljibe sin fondo a florecer tu entraña.


Amor de pecho a espada

blancos que el ser crestéa,

jurisconsulto de este ser de espuela.



III


Redentora hoz de labriego

soñador, en soto de silvestre rambla,

febriles rejas de esparto.


Pinos que caracolean

el camino de este fruto de ensueño,

antes que morir sin amapola de fuego.


Creo, nazco y completo

una flor de la misma sombra

que trajo en fruto de la primera mujer Eva.




10. FLOR DE SOMBRA:


Impetuoso campo de mi celaje,

allende mis altas torres de belleza;

Inmobles rastros en piedra tumbados,

estos barbechos que me piensan;

Por almenas seculares,

remembranza en bastión,

de andariegos siglos,

me enhechizan flores de sangre,

pedregosa loma desgañitada;

Tráfago en mimbre cabalgo,

recama tu alma

como una losa sin frente,

ni gemelo tiznado,

por tener ajuar astro renombrado,

alzo mi quieta dicha

entre gentíos de mi oeste,

desvencijada suerte,

por azares de plomo y zinc,

fúlgidas cabelleras

norteñas en crestas

sin linde mutable,

acababa de irme

y no soy adorable,

es una fosa de recuerdos

ahogados en silencio,

vagaroso desdén

que me enjalbega

en cuerpo,

mi luna fija, vaporosa,

luz en libertad de mi regazo,

abismo cercenado,

de cálido espanto;

sosiego, quietud del bastardo,

regio Lugh meditando.

Sin mis vencejos

no brota esta fuente,

naturaleza cuando amarte

se vuelve arte.



11. VIDA DE LA VIDA BAJO TIERRA:


Tornadizo quebrar de la simiente

acaso el ojo de tierra no viese,

clepsidra en goteo,

del Nitrato de Chile

En este mes de la parra

y de la zarzamora,

sulfatos de cobre anidan

su violáceo vientre

que respira;

vida de la vida enhiesta,

mantillo sin raíz oscura,

viril anélido sin carcasa,

fértil embrujo de larva

y su hechizo que metamorfosea,

sin aroma no preguntes más,

liras blanden su chirrío estacional,

que avasalla sin hacerse espíritu,

tojo clavado al viento;

Castilla tú lloras

dehesa sin letanías ni espinas,

de lanzas,

lo que vence mi inmortal llaga,

enjalma mi verde intelecto,

orvallo de mi rivera,

viaja mi idea,

cayendo el Sol arriba,

desde lo alto,

un largo recodo sin franca,

vega compadecida,

que riega esta enjuta,

en cal y cantos despierta

de su arcilla dolida,

Diosa zurda tu nombre caminas

más por donde el arriano

plañía, y plañía, plañía,

su seco llanto de corazón

esquilmado.


OLMO DE IMPÍA MANO PLANTADO:


Exiguo campo de fatal avidez

y musas en bronce celadas,

sosiego calcula lo venidero

por dorados techos vencido,

por cuanto Parca ha conocido,

cuadriga del mañana

y sus cien rebaños

del afán que se lleva dentro,

grey de sombras en silencio,

triste, densa tensión escucha,

del funesto día, huésped

en la negra noche profanado,

afrenta de sus campos,

señero inmóvil,

que escucha a las víboras

sonando, guardando

al inofensivo lince asustado.

Vernal lozanía

sacude su rostro de luna,

entre sombras huidizas

y destellos planos,

en seno de esta avara tierra,

se despliegan las rosas

del rosal ya florecido,

su fugaz hermosura,

chopo gris y opulento pino

musitan la acogedora sombra,

suerte en urna del destino

que embarca o hunde en el abismo.

Viaja el corzo mi idea,

entre flores que primavera exime,

verde flor aún en capullo

soterró el otoño

y los fríos vernales,

alza un lustre caduco

al servil gozo de su tierra.



12. JURISPRUDENCIA DEL BESO:


Vanos sentidos

temblando la noche tenue

cosida de luces efímeras,

lecho partido

mitad oscuro mitad luz.

Luna que descubre y muda,

sobre la soga que retuerce

el olmo frío y duro

un invierno trasnochado

que huyo

y huyo buscando tenor de ventana,

fría endeble quizás áspera

como la hoja.

Vinieras y te quedaras

como la suave caricia de primavera,

mar de tierra que estira y no duela,

otro camino se afila

sin desvanecer;

piedra cerrada que te alcancé a ver,

cristal de metal, perpetua, fugitiva

destino precoz te alumbraba,

como eras,

pluma de tierra,

sonrojada vida a mi vera,

planteada osadía de quimera,

vorágine encendida

mi esfera prendida,

ascua por el Sol que espera.

Diosa, mi ciudad ardiendo

en el sueño de mi paraíso ciego.

Plaza en la historia del corazón.

Sombra de mi destino prometido,

serpear incesante por tu imagen

no preguntes a mi espejo,

ni al viento sesgado

soy etéreo como sombra de ciprés

un día nublado.

Espectro del vivo silencio

encarnado,

palabra sin precipicio

ni soga que levanta,

moneda de tres caras,

espina en la rosa de tu tierna cara.



13. LARES DE EQUILIBRIO PERFECTO:


Coso mi atelier simétrico,

nacido entre ocasos vespertinos,

sí esos cuando la flor camina

con nombre de mujer.

Vidas en haz purpúreo

al argénteo astro;

invisibles senderos

sin sombra ni difusos lares

donde los afluentes

confrontan en tu ser,

sin brío no hay pureza,

sin pureza no hay sangre,

y qué yo no te daría,

acaso el silencio no fue esculpido,

por impulso del error,

raciones de arvejas consumidas,

por llamas de lúgubre hendidura,

Dioses míos yo cómo era,

bueno no me acuerdo,

seguiré con mi venda

hasta que ella me la destape,

secuéstrame en tus dignas alas

que yo vigilo

como vigía de nuestro sentir,

custodio de este sin vivir sin tu ser,

no hay luto de espadas

que no se afilen solas.

sin sueños no soy hombre,

ya lo dijo alguien,

fusión del frenesí

hablando con su infinito a solas,

como cuando se siente amor

en la vida,

sólo una vez y perdura

como la letanía

de escarcha derretida,

yo no estoy despierto

he venido a asesinar al tiempo,

y que se cobren con él mis deudas,

sigilosas, etéreas,

hasta arrebatar su azada traspuesta.

Así mis esferas sean siempre verde-azules,

como la verde espiga el agua

que la vuelve pasto.


14. ECO DE AYER VESTIDO:


Honrada tibia luz caída,

pasaba y me ungía este sol puesto

una mañana amarilla, vestida de invierno

y su frío azul, encendía mi cigarro

y un humo y un eco envolvía

un hueco que dejo abisal la última helada,

carretas deslizaban las nubes

abriendo el vientre helado del cielo

este Sol tímido de invierno

parecía asustado sin ocaso

ni pájaros fantasmales

que le hicieran nido.

Me cobijaba la sombra de un ciprés enhiesto,

abría las puertas de gramas voraces,

lirios negros franqueaban mi verja

de pensamientos que se amontonaban

en la puerta, rezaba a mi Sol

que no me hundiese la primavera

como si él eligiese esta sequía

que la tierra llora y quiebra sus entrañas

vestidas, el viento era más fuerte que yo,

llevando y sujetando el iris de nuevo cierzo,

crascitaba por ramaje de mi muerto brevemente nogal

de sombra densa cobijando tenebrios,

bajo sus hojas caídas.

Portón de tiniebla, el paso de su oscura raíz,

despertando el devenir

rompiendo el nicho de la primavera futura.



15. CALLAR DEL ASCUA:


Este bregar me cubre,

del que vengo,

un sol de esparto,

un ocurrir del que venga mañana,

nubes acolchadas me aguardan,

por febriles heladas,

horizontes sin guardas,

ni francas tapias

deshacerse puede,

era una luna de trapo,

que espolvoreaba la tierra,

su belleza se acostaba

en dunas de plata

mientras su alta ojera desplomaba,

su insomnio de infancia miro

y dime,

por mi desnuda imagen

que yo cerraba mis ojos

se acostaba a plañir,

tu transparencia me clavas

como ferviente yunque helado,

las espuelas tuyas corren sin caballo,

intranquilos ceños

me conducen por muros

y celdas de sosiego.

Cuándo venceré en este diáfano cuarto,

donde las sombras caminan,

y las voces en letra difuminan,

esbozos en coro de grillos,

en este lecho,

mi nicho donde me acuesto.

Confín de vagarosa imagen

que despierto,

cada vez débil,

cada vez más encerrado,

surtidor de fantasmas

que arregazan era mi dolor,

esperando para brindar con el enemigo,

humo oxidado sin ojos que duelen.

golondrinas dulces balancean mi día,

día entre sotos sin perdices

caminando mi patio;

fabricándose en él escarchas azules

con todos los rostros de diciembre.

llave fue, cincel encadenado,

lenguaje del ser claveteado

en recuerdos vanos,

polvo de poema parlotea

y dirige a callar hogueras,

fuerte raíz es palabra,

un calor retumba,

sobre márgenes de ríos sanguíneos,

reposa sobre la música su alba,

ventiscas que trae la noche,

alejando, alejando los sueños;

despertando el pasado,

abriendo luces en osadía

a quebrar el tiempo.



16. BLANQUEAN SUS ASCUAS:


He cosido, dibujado tu sonrisa

con tempestuoso órgano

al clarín violáceo de mis dedos,

avanzo senda con el fervor de mi Sol

dormido o estudiado alzo brillos a su dolor,

intransigentes palabras al silencio

que fue parco sin eco

sobre la sierra febriles dientes de siega,

me dijo su olvido que él no espera

a lo que abrirá mañana.

Ferviente luna sola abre su alta ojera

por cuantos la conocemos sin verla;

así su fondo sin sombras densas,

ni su acuartelada estela.

Mansamente cruzarte será verte

luz uniendo mis sueños de acariciarte,

condicional de reloj de tiempo disuelto,

leve planta criatura azarosa,

de translúcido amor en tu cintura

descorchado,

fugitiva alegría anidada,

el desertar de mi sangre fue llamado,

a realizarse en clepsidra de vida,

huyeron mis borbotones a otro cauce,

otras venas y arterias que te riegan,

juego como animal entre tus riveras,

piedra sin aljibe ni ortigas de auroras,

invierno de transeúnte helado

abrazas mi ascua de nicho,

al abrir de la flor que espera,

segunda tu avenida sin corceles de viento,

ni rizadas venturas afilabas mi carcoma,

oscuridad vencida alegre,

afinaba mi acordeón de quimera,

un transcurrir frío sin secuelas de difuntos,

deslomarse pulcro, entre la grama

de un recién abierto invierno.

Entonaba un grillo

un chirrío de soneto,

miraba mi estrofa ausente

blanqueándose entre hormigones

de leche,

siendo mi vida más

que un simple paso a la muerte.



17. TU BRILLADORA ESENCIA:


Ellos, fantasmas,

cruzan las vidrieras

como naves intocables;

luctuoso que envuelve,

peina los pesares

de las luces insolentes,

luz mayor y estribillo preguntando,

deslumbra a mis ojos

estupor que no aterra.

Fantasma de inmensidad

es este sentir sin sepulcro,

de torres vigías y almenas,

de tupidas sombras

acicalando las yedras.

Giran los astros

en orquestada sinfonía

casi etérea,

siniestro, silencioso oscilar

del oscuro péndulo,

compás negro que desliza

impases de sombras

en la vigilia de la noche,

ay la noche,

quietud de azabache,

carbón sin prender

por mi Sol,

luna sin maquillaje

ni hondo silo espeso.

Velo de ligero astro,

brilladoras estelas duermen

las dehesas con grillos

en madrigueras.

Naturaleza de pletórica tumba

llegada la hora,

en arpa bucólica gime este abrojo,

¿Duda cabe de su encantadora siembra?

Se nubla la sangre

al resquemor batiente.

En alas de pecho dirige;

labrada y retozona

es mi espera,

tierra sin Padrón,

abre este otoño de cambio brusco

que melancolía amancilla,

oro añil tiñen tus manos,

desde tu profundo selvaje

donde se plantaron

de peces altos árboles.



18. OSCURO RESISTILLO:


Alborada llena, llorosa

tu pulcra mirada,

indescifrable por el saber

no conocida, inquebrantable

al soplo trémulo, veloz;

fe flamígera de imaginación

en pie de verdes planicies,

y afluente en sopor

de todas tus flores desangradas;

llanas vegas reverdecidas

por las que corre el deseo sin poza

donde comienzan tus valles

y el canalillo tus dos estrellas,

inmiscuidas, sedientas,

alto, dijo,

acabo de comenzar.

Rubor argento en iris

de peculiar sueño, un esbozo

habitado tras los sentidos

dispuestos,

engalanados,

nardo soporífero

en esquela de lágrima pronunciada,

habita el azur en estela intangible,

secuaz del albor trenzado

por tu hornillo y mi cumbre de ascua.

Es una vena que corre traspuesta

haciendo posible, real

tu silencioso verbo onírico,

piel de tu verso, entraña efímera

al sopor iridiscente marchado,

no desciendas tu mirada

mi indecencia crece

como la dicha germina tu vientre

de ojera de luna,

alta, incuestionable

mi alqueza.

Se afila su nácar solaz

por irresistibles resistillos

nacidos.

Quiero comprenderte,

dame mi poema solar

mi oscura golondrina azabache,

tiempo gemirá simientes

albas notas,

descenderá la luna.

Vengo a plañir

vengo a besar tus manos,

suave, como imposible finalizar

si el signo de tu letra

no puedo besar

en la oscuridad.








SONETO APTO:


19. CRUEZA SEMBRADA:


Amándote ferviente, nueza llama,

presa amapola en sangre se quedó,

sonriente aurora, veza la heredó,

tu corazón alqueza, fuerte se ama.



Renuevo esta mi sangre, pa' ser rama;

Veraz la rosa, amor siempre alegó.

Al latido, su beso le ofreció,

la flor abierta en agua se proclama.



El estambre, súplica nocturnina,

piel acaricia, ya brindó mordaga,

su gineceo blanco, sanjuanina.



Óvulo y ataraxia, adreza aciaga,

tierra, anclada la doña saturnina;

Germina fértil vientre, enhiesta briaga.



20. VENAS DE LUZ 2:


VENAS DE LUZ:

Yo te busco luna entre bloques de hormigón

y cemento, entre violetas escarchas, yedras

nocturnas de este cielo sonámbulo con suelo calizo,

me rehúye tu ojera de nácar ciega, segura,

colgándose de mi puente escarlata, férreo, soterrado,

mas te escapas por las turquesas ramas

cielo plateado quién te tuviera, esta tu rama de idea

entre las manos tu miel de niebla, húmeda, trasnochada,

cual panal de lumbre quieta, deshojada,

tu lágrima que viste de locuras, de esquilmada luz

y sus azucenas,

mi noctámbula sangre y mi tinta bermellón

que te aguarda fiel a la espera, en la Torre de Hércules,

tu camino que serpea, y mi soga blanquea,

alumbrándose los árboles erizados, vespertinos,

que en lluvia cantan, su serenata santa,

acequia de tu ser, que la bruma pervierte,

colmada a tibio reflejo en fanales cristales sin tajo,

de tu hueso crepitando, apostando,

dunas del sueño, y metales esquivos

con azabaches siniestros,

cuentan los astros

que tu belleza duerme en sus incesantes

hogueras de sus cestas,

tú que te escapas por entresijos de negra ala,

quién te tuviera en sus palmas,

como destello escaparías

dejando una estela intangible, áspera, maleable,

de blanca pupila y granate adornado,

naciendo de ti un gris ciprés

las canteras se te rindieran, en presura,

un silo alto como tu luz de ojos abiertos,

treparía tu enredadera entre torres de belleza,

y brotarían las blancas estrellas

damas de noche,

llorarías tu oro blanco en abrevadero,

por tu escarpada longitud

y un eco nacería tuyo, solo, carraspeado

de la luz y de la sombra, una cadena para tu belleza,

que tus venas lleva,

en verticales pestañas negras, plenas, beatas,

en insigna sangrada, renacida, renombrada.



21. DOS SOMBRAS:


Soledad arregazaba

blandía sus brazos amilanados

en los que recostarse

a soñar la casa en el mar

con procesiones de sardinas

que sirvieran desayuno

con leche de las vacas

dibujadas celestes,

árboles en fronda volátil

tenebrosas líneas de horizonte

como cuerdas de violines

afinando nervios de nubes malvas.


Se querían dos sombras

como evanescer líquido, templado

de rocío por savia y tierra

y su desvanecer,

como flores a la alta espina

sirven su dolor.

Belleza oxidada,

ellas dos sombras

con camino de piel,

abriendo de la noche

gema profunda de lenguas azules,

era un camino el alba

para subir y descender,

ellas luz querían tornar,

vestidas de ásperas ondas

impalpables,

seguras sin obstáculo

eternas,

crispaban el tiempo

y se querían sin envejecer,

fría segura que su alma se iba,

suya, cristal vaporoso

de amarillo viejo,

su entrecejo deseoso,

querían entre noches

de gatos fugaces

por tejados colindantes

que anudaban rayos de luna,

su tristeza era pura

se anidaba en sus cabellos,

seca, entre sus cuerpos etéreos

la ausencia hacía verdad de idea

trasnochada,

su soledad muerta

de insectos ranqueados,

asida de purpúrea pluma

y lunas enajenadas

con cristales lucientes

en navíos de tinta,

perpetua osadía

de ser luz,

como silencio

de Dioses relumbrados,

y su oro vegetal,

como ásperas rocas

destacadas, cerradas

al molino de noche,

se querían dos sombras

inertes

pero vivas al ralentí

y carrusel de estrellas

pudorosas y ponientes,

su quietud sin color,

su amor por unirse

como dos gotas al helor.

Como dos voces se unen

en un solo corazón.



22. BRUMA DE OTOÑO:


Afinaré mi melodía

para sordos,

desmenuzaré la luz

que brilla y alumbra

a oscuras

de la razón más plena,

entre sílabas

de la palabra meseta,

abriré el son

de grillos tartamudos

y erizos de idea;

Me guardarán el vilo

transeúntes de crispadas

espumas de luna,

entre corceles ciegos de viento

encenderé, viajará

mi verso.

Avivaré aspas

de molinos precoces,

mi sol dormirá

un cuclillo despertará,

tiempo entre escalas azules,

y espadas florecientes

navegaré hasta mi suerte.

Por soliviares vetusto

y sus flores de cardo,

soñaré el recodo

y sus ramblas de ensueño,

me enraizará el hinojo

mi sendero esquivo

hasta que se vista de endrino,

negra torcaz aletea

hasta posarse en mi cuerda,

caracolea

el romero mi destino,

surco ahondo

de vid y centeno,

de trigo trillado

en colapso de sienes amarillas,

monte olvido

de mi recuerdo,

fugaz entre estambres plomizos.

Aletargo maestro

de cuchillas calizas

hueso de cal y canto,

corre la sombra

de mi zozobra;

Por cuanto yo he conocido,

quizás más

que un almendro seco,

cuervos fugitivos crascitan

el reverdecer de la encina,

picotea mi cabeza

un pájaro de hondo trino,

hoguera de desquicia hiende mi ser,

por barrotes de esparto

esperando que llueva del cielo

como antaño,

profuso soliviaré

este diente de espina

buscando rocío

anudado en flor.



23. SANGRE EN HIERRO MONTADA:


Plomo derretido es mi poema,

por cuantas secuelas

arrostran mi trazo,

fugaz escita de pecho alto,

acreciente mi sangre

el hondo socavado labrado

barbecho de mi señor Baco.

A Apolo lanzo pertinaz

baquio seguro, perplejo.

Asonancia de ojos pares,

entabla mi yacija de alma

dura trinchera,

reluce esta vil miseria

por la que encuentro sosiego temprano.

Idea del mañana acostarme

en la feroz grama blanda,

me tumbé a pensar

adoptó por sembrarse

mi moteada sombra,

me acudieron abejas

que llevo clavadas,

pensamientos vanos

de un ego que no poseo

venzo que demuestro

mi yo interno,

como hombre nada poseo

mi sangre dicta, yo converso

mi mujer, mi gato, mi jardín,

esta mi tierra, mi familia eterna

no son míos

el uno se alzará

seguro sólo estoy que yo existo

lo demás por añadidura

si existe es su problema.

Prosigo,

habla mi ente dispuesto

unidad de mi silencio

que bailaba en la hoguera de un solo reflejo,

dos sombras se deseaban a yunque enhiesto,

preñada sin presura quedó,

y sola bajo la hoja de mi hoguera

dió a luz regueros de sangre malva

por la malva-rosa

no había rosa sin cruz

ni sangre mía sin sombra difunta.



24. ESCARCHA SOMETE:


Avanzas el campo

de mi irrigada sien,

cara por cara,

ojo por ojo de este abrojo;

Destino ciego de mi celaje,

bronco mar de trasiego

al broncíneo lar

encorajinado, nacido

de un pelo de un pelo,

rescoldo socavado

un acre sin pestaña hiriente,

vistas tras los espejos

para ser libre,

y enraizar este Sol ferro

que rehúye, desnuda las nubes.

Es un viento solar que me encara,

y afila mis fauces

que desencajan el tiempo

que ya marchó.

Pude venir a vivir

en la ola de luz serena,

el relámpago me alzó en compasión.

Pude renacer

pero no soy adorable,

desde estos acres

traigo

la flor de difunto

soslayada,

sembrado el tiento

queda resurgir del azabache,

y bailar sones de grillos

con sus raíces del mañana.






25. URDIMBRE PRENDIDA:


Desempeño, tejer la letra

infinito parco de estrella,

desmenuzar lo efímero

donde plañe la belleza,

capturar gotas de lluvia

en estambres que acrisolan versos

de madre flor poema,

avivar su ascua eterna

de silencio acristalado,

hacer lo diminuto gigante,

y lo gigante magia de ensueño,

abrir fauces de la fiera

y ver qué espera,

bailar en el seno de un arco-iris

despertar quimeras sigilosas

en cumbre saciada,

encontrar cadencia anhelada

bañándose en mis recuerdos

como pez iridiscente en llamas,

ver la espuma de la letra

y acompasarla,

abrir el pozo de ilusiones,

desnudar el azabache

que llora la ausencia habitada,

por mil dragones de cien fuegos,

hablar y destrenzar el idioma

del silencio malva.

Rejuvenecer la letanía

entenderme con mis Dioses,

encontrar la certeza dibujada

que puede ser mejor,

afilar hierros de espadas de vocabulario,

dibujar ocasos venideros;

Sumergirme en la oscuridad

y volverte a soñar,

nueve cosas dejo en mi tintero,

todo lo que espero,

lo que nunca escribí.

Si supiera hacerlo no escribiría

lo que siento,

yo sólo pinto lo que no ven mis ojos

aljibes soterrados de mi calavera,

caracol es este talento

unas veces llamado tiento,

el mundo reposa en mi libreta

yo soy su dueño,

papeles testimonios en blanco

de lo que es para mí escribir,

ese idioma de los dioses

danza de ninfas y sátiros

que abren su caudal de tinta.

Con besos de rocío.



26. DESTELLEO DE ESTAMBRES:


Eran de noches eclipsadas

un fértil embrujo de sangre,

en los jardines que el aura gasta,

y sus notas de clarines reverdecidos,

un poema me alzaba la dicha,

entre gatos relamiéndose el hocico,

se construían torres al clamor

y su trasiego azulado,

serenidad en rostro de mi aljibe

preñado, sueños y vicisitudes alumbraba,

escalinatas al sosiego mañanero

que todo avanza.

Incólume, ferviente desdén

entre flores granates de sangre,

era mi sueño cojo abajo los años

que sembraban patios sin flores

sólo de versos, al menos eso.

Un beso sin mares de boca,

una caricia sin pieles erizadas,

una escala al infinito horizonte

sólo para observar quieta mi desquicia,

como espina que sin rosa no se afila.

Fulgores efímeros, inusitados,

en superficies de charcos migratorios,

era feliz mi tordo rutilante

de mi jardín, en el que lo pequeño

es jactancioso y todo rige la ley suprema

de la belleza desnuda,

con tez de arcilla dolida.



27. CUERVO DE IDEA:


Crispa su metal

como fuente soslayada

del azar que vuela y corre

destellando.


Estridencia recta, dorada al gemido

en hoz de guadaña,

es una espera mi fiel apostado mañana,

cumbre sin rizos de alba.


Yerma, plácida, sostenida,

mutable de verde caduco

al sostén que su pecho hiende,

erizos de senil ascua.


Dioses anclados al servil gozo,

consumado, me alzo que levanto,

negras tardes de las tierras,

salvaje canto en abismo prendido, soterrado.


Ara en fulgor de combate

con mi serio descampado,

rige y exige la semilla al Diablo.


Fiera de las fieras,

compostura que sueña la guerra,

fanales hogueras en colmenas y sus gentes.


Oscura esta noche

de oscuridad y umbría niebla

que cuelga la luz.


Miro la sombra, me desliza su estampa,

ondas tenues en acristalada sien,

lima ideas a la fugaz, encarnada siega.



28. VENA DEL CIELO:


Solitario rayo

luz me arde ahora

en el mirar ciego del sueño

sin miedo sin embargo

saboreo el viento,

los cielos me poseen

de nuevo sobre los años

que ellos son,

algo llega a la rosacruz

de ayer

y sus nueve caídas

de sus ángeles despiertos

en tu sueño me ves invernando

dorando mis pelos de murciélago

bailo el colchón de nubes

que sostiene esta mi noche

para desaparecer llorada la tierna cara

saboreando una sombra más

que me vuelve

imperceptible

muerto sabor

de obscuridad sin faros ni luces

ni fusiles que matan hermanos

de su tierra y sangre

crecieron los caminos

y el rojo fuego versado

brotó en flor de amapola venidera,

dime qué debo hacer

¿Algo erróneo?

No puedo volver atrás

se sostiene aparte

la fuerza que nadie alcanzará

nada por cambiar

todo está hecho

algo que asalta aparte

puedo volver y empezar de nuevo

sin mí, sin vida, sin cuerpo

sin lo que me ata a este mundo

mañana veo el futuro

la destrucción del pasado

quedará atrás.

Corpus, anima, crescens

sol refulsit,

lux

et patientiam meam scientiam

florum, est vita

nosotros no somos lo mismo

la bondad sangra las venas

gustos, deseos, vencer,

arder sin perder aposta la partida

esa que las hiladoras tejen

momento del momento

nacido absorbiendo el hilo del tiempo

las piedras lloran flores

el final es volver a empezar

viendo y amando

el ancla errada de mi lugar,

continúo al cuervo

que me vuelve más fuerte

ave más inteligente de la faz

poder de la misma

energía

en tormenta de conciencia

siendo ese rayo solitario

que partió todo inepto,

inconsciente tormento.






29. ACRISOLADA IDEA:


Acristaladas, relumbradas fuentes

patios de ideas remitentes,

soles pudientes entre espadas fulgentes,

narcisos dementes, encorajinados tapices,

malvas del sueño vespertino, precoz,

carruajes de sienes nacientes,

ilusa suerte en colchones de nubes,

quebrarse quiere al inusitado compás;

Mañana abrirá la nada,

hondo cobijo del ayer,

no puedo dejar atrás,

llueven ayeres en gotas,

hematíe del fabricado mañana,

solaz escarcha que me acostumbra,

por nidos de grama y sus testigos;

entre cuchillos de sílex avanzo,

dejando generación seca

del brillo crispado.

Octubres secuestrados en su halo,

gritando el sueño de los noviembre

entre fríos feroces.

El azul musitaba entre los árboles,

grité no morir aquel día,

ser relámpago de la brisa,

en esta tierra sin nosotros

traigo el ababol de un otoño que juega

y rehúye los párpados,

como hojas secas prevalecen

el huir de los pájaros.

Destino me alumbre allá

donde los peces se anidan

en los árboles de atardeceres,

joviales como joven vientre de espumas,

el tiempo acaso no partiese,

cansado de ser siempre el mismo,

hogueras atrás yo no estoy despierto,

calzo mis campos

en enredaderas de sones perpetuos.

y afiladas vides de Dionisio.

fenezco como fenece por los siglos

el almendro.



30. ONDA PERPLEJA:


Luz cautiva, ardua, ofrecida,

el viento me ha dicho,

de su furtiva llama

que él no traslada,

abrí la pupila de la noche,

me vieron cinceles

sonámbulos,

pinceles sedientos soñaban

un ocaso perdido,

espigas blandiendo tiempos

caducos entre retozos

de jóvenes margales,

sin aroma,

el celo del paso del río

cuenta de enredaderas

y sauces cabizbajos,

entre álamos abre sendero

el cuerpo que no se vence,

acristaladas ideas

de renombrada senda

por membrillos

y nogales tartamudos,

era tiempo de trepar el tejado

con gatos fugaces y lunas sin sábanas,

ferviente suerte entre barrotes

que me alejaban de la ciudad

crispada, humeante, entre gravas

y alquitrán florido de edificios,

huir no es opción

pero sí solución.

Hondo reflejo el curso del latido

que amilana a dos voces,

el presente huido del precipicio,

era una ventana

y una nueva esperanza,

zanjas de carriles

sueño que aquellos pinceles

me pintaron el sueño,

y seguí de aquella luz su reguero

disperso, etéreo.

Hasta vivir en la sílaba.



31. RIERA DESLIZADA:


Hundido por juncias,

despertando caléndulas,

someras, solariegas,

era otro lado donde estaba

hablando, entablando con Ostara;

la tierra que no era pobre

su rigor contestaba,

prado que desciende

juntando un barbecho dolido,

conquistado,

marjal de claras hierbas

flaco acre dispersaba,

bancal de cizaña primaveral,

sutil caricia rizada en patitas de abeja,

parte de mi casa soterraba la desquicia

de un frío traído, heladas patriarcales

por aullidos de viento voraces,

como un rosario deslizado

con aflicción por la tierra,

un silbido del patio oscuro

como lamento sin lluvias socavado,

semillas brotar escabullen, pregunto

vive mi lluvia soñando

vivir deslizándose por la pila sacra

de tus pechos tersos de vientre de seda

y espuma, angelical rostro

llamando florecer colores dispersos,

vieja cueva cantando oscuridad,

como tránsito al amor por tu viña,

cantar de mirada extranjera,

hasta hacer la tierra nuestra.

Impetuosamente soy varón

y no dejo guerras personales para mañana,

ni ganar a puños pequeños,

de opiniones sin cuarteles,

firme elaboro mi respuesta blandida,

vieja, en savia bruta elaborada

necesito mi vera con sangre,

necesito mi vera acompasada

por tu soplo de mujer labrada.

Mi destino como árbol desgastado

de honda sien y senderos de carcoma

apuntalaba mi perpetuo mañana,

acicalando sus ruinas

para elevar su sabor de antaño.




32. INVERNANDO:


Camino la sierra

y labriego empedernido,

afilan cintas de esparto

y jocosos pinos bordean el monte,

era ella caminaba siendo mujer de húmedas hojas

y gramas recién nacidas

anudadas a la cintura,

era tiempo suficiente

para el recodo de un fondo fantasmal,

estallaba el acre que pisaba

palmo a trecho,

ribazos se despertaban sin alba

dejé un lugar ramificado,

más allá de juncos

y fardos de nueva cosecha,

sin ir más lejos

abría la tierra vieja invernando

su ombligo de invierno

la carrasca de hoja inmoble afinaba

sus dientes de hojas

que el viento pasa y respira.

Campo lejano por cualquier parte

sentir que dejaría plisado

por encontrarse con tus ojos,

pecho de paja nueva silo dormido

de hondo surco y barrizal,

oscilando el filamento de un severo cardo,

entre caracoles mutantes, judíos blancos,

dejé mi traje a reverdecer ortigas y orugas seculares.

entre la joven hierba y el rojo trébol

del sendero,

recojo mi árbol del mañana y me marcho.




33. RAÍZ DE SOMBRA:


Nací cuando se disolvió la sombra,

era un patio de grises arañas,

con oscuridad en cada flor de luz,

rizaba y caracoleaba, una yedra su alba,

se acostaba el sueño dormido,

en sus ojeras de nácar de luna,

gritaba la eternidad por una siembra esquiva

que abría la espiga de versos carmín,

una sangre de espera en ababol flameando

es un sendero que abría el cuclillo

en su nido de espinas,

era su vida un soliviar

donde soterrar su miedo a no volver, a brillar,

temblaba mi cepa, un látigo de uva quieta,

livio, liviano, forjado, labrado, superior

es y era un campo de malvas de luna,

yo tengo huerto de sombras

que visitan soldados alados,

mis flores de difunto,

que abren sus soles

en crepitar de amarillos tules,

babéa alegre mi babosa

avanza sin casa,

que no sea mi tiesto,

donde enraíza mi vida,

límpido, es mi ávido deseo

fulgurando un crepitar descorchado

de mi luna de relojes,

acababa de llegar

a la cueva

de Förüq vampiro,

allí donde las polillas

no tenían ni quitina,

tejía yo en mi tela

asida la subrepticia

del amor a mi estirpe,

desde mi muerta vida,

al compás que marcó mi despedida,

puliendo este hueso

que me habita el corazón.


34. TERSURA DE PALABRA:


Aletargada una calma silenciosa,

en regazo de adusto febeo,

no pierdo fiel mañana contigo,

musa de agua.

ilusiones semblantes de Citeres.


Desdén que amancilla

en red que verdea,

no cuentes mis cítaras.


De mi laberinto de espejos

tu alma es llave,

que férreos pesares cierra,

este mi leño amimaba.


Incólume afán de cuidar

de seguir tus protectores.

Tu lira mágica y tu arte no oprimo,

sagrado designio tu voz.


Ver imágenes de sus moradas.

Perdona si te agravio,

en ti yo quiero refulgir.


Lágrimas y sangre confortadas,

cresta de inmutable resplandor

savia que gime

y adora lo que es de ella.


Me crece de los ojos

una sed intensa,

el témpano sordo,

aguarda, vela y sostiene

nuestra ciega luz.


Llúcia de todas las vírgenes,

la una me venció con trágica voz,

y sonrisa de caracol.

Que nunca desvanece

sólo vacío se queda.

Sin destino mayor.



35. TRANSCURRIR HELADO:


Tiempo vorágine narcisista

que todo abarca

todo se lleva

desde el infinito del mar

al acrisolado

de la realidad del hombre,

retorcía en su nuez

que tenía más duración

que el punzón de la vida

que todo rige,

ilusión dormida en el rayo de sol,

veleta de nueve direcciones,

hueso que crepita lunas y soles

camino de ilusiones,

despertar de conciencias

susurro que gritan las estaciones,

caducidad avanzando

memoria relegando,

surco de vid y arena

surco del trigo y la sinestesia,

etapa doliente inventada

en lágrima del sol pudiente,

retorcer del viento

guiando realidad,

somero descanso

en el remanso de la idea,

nacer, crepitar, extasiar

en manos de su padre destino,

encontrar, desnacer

acaso acabar

en la nuez del tiempo,

relapso ciego

negándose, afirmándose

en su trascurrir etéreo,

del que ninguna materia

escapa a lo mutable de su ser,

compás de pájaros dormidos,

nidos para nunca vencer,

colmenas a lo efímero

que abarca toda disposición

de lo que se cree superior.



36. VALGIO ALUMBRE:


Non semper imbres...


Duro rastrojo áspero;

torrencial rectitud de la nube,

no siempre vence el monte

que ya no huye,

por escarpias feroces

de locas tempestades

ya no entabla combate

con el viento

Aquilón norteño.

La nube sabe

que él puede más.

Dulces parcas lloran álamos

desde Armenia al inerte hielo

de lágrimas nobles

su longeva vida.

Nifates del cielo, ahora helado

abarcará donde yo he llegado

prescrito el estrecho campo.


II

Yermo descubre,

énfasis

de azares que caracolean

la vetusta engastada en silos de cobre

fugaz destello en alambre.

cuál el sembrado en plata,

cuál el sembrado en oro,

bogo porque somos verdaderos,

en ascua irisada al tacto,

flamígera danza del mañana,

solvitur acris hiems,

danza mi vida en una canica,

el aljibe que yago

viste mi sangre,

en este soliviar de abrojos creados

no pedirán ellos que cese

mi terco aliento,

en solaz yaga que alumbre el destello,

vengo que anclo mi haz

sonámbulo,

en fiel parnaso devorado,

marcho mis aparentes venas

de tus poemas erigidos en cuarzo,

se aúllara al viento,

baje una tormenta

a conocer mi trazo.

Coagula mi nombre el aire

que lo tengo agarrado en una mano,

furtivo encuentro insoslayable

por cuantas arpas me entonaron,

mi febril acequia descansará en el agua

con mi barquito de tela.

Sonaré en el borde de mi araña

que todo otorga

recompensa a lo tejido,

en ubre amarilla

abre que se desvela

un nácar de estela

amamantará a la estrella.

gemirá colores su alba

en cristales de caleidoscopio

vengo a pintar

lo que habita detrás de mis sentidos.

Hematite de opacidad,

cauce sediento y brumas grises,

venceré este aligustre de mi tormento,

¿seguiréis vivos

si acaso yo vuelvo?



37. TEMPERAMENTAL AFRENTA:


Pábilo recto,

engranaje sorteado

me habla tu pluma de carne.

Polillas miradas

que son más que nocturnas mariposas,

vaivén azaroso de estambres líquidos,

golondrina, vencejo,

cubo, troquel,

cajita musical,

y flamas pulidas.

Lana de fina plata,

mujer todo nido,

todo ramo al que van mis abejas,

líquen de humedad alta,

misma veris

que me alzas, adormidera,

oídos como rosas de la tarde,

y su honroso, pulcro

evanescer atrapado,

hablan mi silencio enjaulado,

y mi diente

puro amante del brillo,

transmigrado,

hecha, derecha tu planta de plata

incansable,

avoca renuncia a mi condena.

sombras o aceros

rige, blande

esta mi tela de araña

porque caí en su trampa

de destructivos lamentos

y su esencia

de perenne amor,

mi fosca directa,

mi realidad está que vive,

mi pecho

vívida estampa.

Tormenta centellea

que te habla

que relámpago

ama sólo una vez en vida

y toma tierra.



38. LUZ DE HUESO GASTADO:


Fontana esta mi austera parca.

He existido tres siglos tres minutos

llagando mi pecho aún latiente

sobre un rostro pálido

de azul rosáceo,

malva tintada,

sangre de aurora gastada,

regenta una alquimia

que sonríen las piedras.

He de recordar

cuánto me han dado

para no gastarlo,

Desnudez en ojo

de la mediana espina,

nacido de puro olvido.


II


Muda de una corteza

casi dolida

llegó la brisa por mi hora.

Agua de esta nube silenciosa

que profano.

Yacente alma que me entiende

acaso posaran golondrinas anidando

el plomo consumando

ojos vagos.

¡Salta prímula escarlata!

Es tu turno,

asalta mi suave letra codificada.

Ballesta oscura,

certera,

mi placer abate.


39. CENIZA MÍA DE ÁRBOL:


Abridme la tierra,

quiero deslumbrar

árboles despojados,

de sus labios

quiero el beso,

entrelaza puente

anidando dos muslos.

Enjambre anillado,

en mi tronco

que aspira

seca copa.

Tu cintura asida

que hendió la luna.

Dolor que olvida su cabello,

habla lento el roce

de viento,

existes bajo toda raíz

cae a tus mares de pecho

mi oído núbil,

con mis ideas

espanto estupores

que se afilan dentro,

peñascos que dirigen su sangre,

pulsos en ramas

abren los espantos al alba.

Fosca sien cobijo,

pájaro o dicha,

destrucción o amor,

ala o estilo,

no sé

seguiré mi destino,

luz adentra hacia encontrarte.



40. REFLEJO NAVEGADO:


Caminillos vencidos

sin escalas a una segura muerte

asida de un cielo de una estrella.

Granate lustre encontrado,

reverdece que no fue poco,

a ti nube imploro,

lleves los ocres

donde allí no existen,

todo juega en tus rizos de plata.

Hazme libre una vez;

Atravesaré la mirada del espejo,

y su fantasía profunda,

seguiré indemne acontecido,

me apoyaré en mis espaldas,

flagraré de mis espíritus

una verdad,

que crezca, devore

surcos de vana hipocresía

y sus llamas

que interés confluye,

leones aquí

dominados en mis venas,

una sombra fría me habla,

me relata el final

en letanía del tiempo cuando cruje

sólo una vez

por última vez,

hablé yo con encinas

que sujetaban mi esperanza

en campo abierto

sólo marchado

por las estaciones

ni mi jardín azul

ni mi acristalada fuente

con mi olmo desnudo

y mi ciprés de valer

ni mis hijas caléndulas

hijas esposas del sol

flores de difunto escaladas

jamás me recordarán

ni contarán sus penas,

silencio de mi enemigo,

encontrado a solas

resonando bajo el asfalto,

vestiré mi fuente de brillos anisados,

abriendo generaciones de luz seca.

Encontrando verdades

bajo las piedras del monte,

liberando el oscuro sentir

fuera los cielos

volviendo al final sin comienzo,

al dulce tormento

y su vuelta al inicio del sentimiento.



41. HONROSO, TIBIO PULSO:


Grave, y sonrío

entre la gravedad de lo efímero,

el castillo, el soliviar vetusto,

graves aras de sonrojos

al terruño,

un dulce claro oscuro,

tu boca diáfana, perjuro,

gravedad del insecto insulso,

un halago, un pulso,

enjambre de bellezas en tu nombre

quieto, sin arrullo,

cristal de humo partiendo minutos,

por qué árbol mío,

la proporción de tu aire

que alejas,

grave sin sueño alguno,

hondo soto, inconmensurable hacienda,

trilla que trillaron los hombres

antes yo nacer,

y ahora tantas luchas te siguen.

Tu pasión por un crimen de flores

y altas rosas,

corría un otoño plástico

por la vereda y la rambla enajenada,

sortilegios de hierros azarosos

y pulcras vides sanguíneas,

alta te quiero ver como la noche,

y esa luz difusa, vertida en lengua

de castiza fuente soslayada,

cincelando con tus manos los altares

de huesos que pertenecen.

Como pez sencillo de milagro

que tu boca sea musa, mi rosario.



42. FLORECIDO MÁRMOL:


Días oscuros en la plaza del Sol,

abrirse pudiera entre rayos regentados

matices insoslayables, fauces brillantes,

y candados de luces, humilde haz,

purpúreo al tacto, suave nube rígida

impalpable entre ocasos azules,

y leones grises,

con tacto terciopelo

una vida de amor eterno,

ola infame viene crispando

metales y fuentes, soberanos eclipses

que el viento nocturno navega y juega;

soledad atónita entre enjambres de gentes,

confiante sentirse bajo el Sol humilde,

espumas de ángulos fugaces,

me palpita amplio con serena voz

desangelada, la vida del hielo,

helor entre escarchas,

y su vorágine de cementerio.

serpear entre raíces ahogadas,

afluidas esperanzas unidas

en el trasiego.

con el viento te digo

que no te olvido ni muerto,

no surcaré sus vetustas alas

ni enterraré mis ilusiones

en sus jardines de albas

y hiedras voraces.

Entre ortigas que abren insomnios

fugaces colaterales

donde exista el acero y ala de pecho,

dormiré en los siglos de tus ojos,

entre turbios cipreses con sabor a luna,

entre la grama reposaré mi razón,

despertando, habitando mis granates

huéspedes de mi corazón.


43. MIRADA HILVANADA:


Miradas sacrificadas,

en el vasto infinito

que hace nombre el color,

entre cristales y sus cuchillos

de verde espliego,

entre corazones de cuarzo

fue mirarme dentro de tus ojos,

severos, hondos

como pozos sin cuenca

ni final.

Era el sonido de un murciélago

rasgando sombras,

todo lo que quedó sin marchar,

ruido de otra tempestad,

que sacrifica y avanza

truenos del umbral,

ventanas al paso de los años,

quedarán empañadas,

algunos no cambiamos

a la vuelta de la estrella.

Resguardos del precipicio

aventando el alma,

me miro en el cristal de tierra

y azures desvanecen

azabaches crecen

tapando lunas sin relojes

estampas valientes entre yedras

echando flores,

mármoles dormirán sueños

arremolinados

en aspas afiladas del miedo.



44. PECHO EN HIERRO MONTADO:


Infiere de nocturna flor

nuestra cabida de luz vana,

un día será el siglo de matices

con su avenida escalonada,

suerte en mimbre de tus estrellas

en mis pupilas,

desafíame el lucero

mi malva runa,

satina mi firmamento de lunas,

llega donde no llegan las enredaderas

de mis vilos noctámbulos,

soy enfrentamiento con mi existencia por ti

partida, vestirán las flores mi magia,

para florecer madrugando,

y que su espera me sepa bella, clara

como el osar brotado en primavera,

centella que gasta tu ambrosía amada

cobrando a mis cerrojillos nacidos del alba,

argos sumos en luceros despertando sus arañas,

nubes cabalga, aire sostiene tocando mi esqueleto,

Campos de Castilla, saturnales labradores,

abrid la tierra espera nuestro fruto de nuestras lágrimas

en acequias, hasta que llore el sudor de nuestras manos,

y las matas canten el fragor de nuestras bocas,

¿Quién me conoce en estas sierras de hoz y guadaña?

Yo soy el encargado de abrir los cielos

hasta que lloren, soy el que despierta a la semilla,

y grita flores con sigilo de chopo me guardo,

y entre rayos de bruma desciendo

hasta mi tierra madre de las sepulturas

de los abrojos creados,

pecho en hierro montado

soy esclavo de mis ojos liberados,

desafiando al viento creyéndole hermano,

soy la vida que me falta por escribir en bronce,

soy sangre, destello que mueve

la hoguera de mi escarcha.

¿Quién viene hoy por mi escala?



45. INSEPULTA TIERRA:


Entre labios grises

y ojos de fuego,

cobijan maculados

sueños vaporosos

sin vigilia,

entre gemas

y su áureo amarillo,

ignoto, desdentadas ilusiones

en carruajes veloces,

por mármoles del sueño

y ortigas que sepultan vanos

testimonios

en solaz yaga sin vientre oscuro,

se acicala dura como roca

crepitante que noche pule,

despertaban yunques frívolos

en estas paredes sin pesadillas,

el día sujetaba

respiros valientes,

¿cuántos zorzales partieron?

cuántas fuentes esquilmaron

su luz entre agujeros de trinos,

vasto templo de zarzas abre

su sonrisa por cuanto el río desvela.

Allí no habitará el olvido,

ni en sus brazos secos de siglos,

treparé torres de taciturnos

desvelos con ropa mojada

tras lluvias en mi ventana;

Venceré esta insepulta tierra

disuelto en la niebla,

de cielos en cinta,

por castizos senderos

de errores inmortales

serpeará mi pecho,

y su hierro de idea sola

cada vez más sola

entre corajes florecientes

e hinojos señeros

de senderos que me llevaron

al caudal de espadas.



46. HÓRRIDA SOMBRA:


Hórrido tronco, nogal excelso

que acunar su follaje baja

a orillas de diciembre,

un mar de grama extiende

el charco verde,

corretea y desliza alegre

la babosa como un párpado

del tiempo,

que la tierra sostiene,

sombra densa, despierta

afilada de filos de hojas

sus pasos flagrantes

de indivisible viento,

cava su lengua de fosa

bóveda de filos sin fin

adentrar sería perder

la propia sombra,

sombra de muerte

clama que es suyo

el nogal del tiempo,

caminillos de plata

tejen escarchas,

heridas clamando el despertar

de la cobijada semilla.

Sombra de nogal

quien te pueda acompasar,

ya no vuelan tus hojas,

ni otra tierra las acoge

cuna de pasos sin horizonte

a tu ramaje cuelgo

sueños por despertar,

vidas por sembrar.



47. FRONTERA TU LETRA:


Se enervaba el sonido del tambor dificultad, soterraña vista sin aspilleras refugio de luz bajo la tierra. Voló sin visión mi vencejo de arena, seguía levitando en el aire mi fantasma, encallecida la soberbia entre paneles de plomo, refresca la idea. Frío se miraba enlucido, sentado entre pilares de fuego, escribano de la estación meditando, esmaltada la mañana en ruptura del hielo, y sus rosas huecas. Sí me arrastré por la miel del beso esperando andar, madre viuda de ausencia ocupada, mi sombra hecha padre entre bruma y humo de tinta, rastrojo que viaja al hoyo del sol. Me blandía mi estima al peso del hierro, hacia la frontera de escritura, nulidad deslizaba la ventanilla.




Desvestido hueso, mineral candente

avanzando por un carril que marzo

bañaba sexual,

trinchera con centinela

aspirando humo de bruma,

entre amapolas nucas,

surcos de honor afilaban espigas,

el forraje decía quién más fuerte.

baldío encrespando la suerte,

ojal de tiempo florecido

del yerto mejor,

sentir entre la roca esperanzado,

luminosis despertando.

Me tumbé entre la dorada grama

me creció un espectro

que hablaba silencio,

y amaba sin importar su verdad.

Abierta zanja, abandonada sien,

era un miedo atroz

tejido a no tener mejor.



Noche silo de oscuridad

destapada, traspasas

mi ventana entre espejos

tu voz se hace la dormida.

Carruajes malvas del sueño

taciturno entre las espigas.

Fuegos y fusiles iluminan

tu dama de oscuridad

amanecida por soles

que bajo ella

parecen de trapo.

Canto a tus pestañas morenas,

alcanzando tu osadía

de oscura dama.

Llora mi azabache

por tener piel de arena

y brotes de la noche.

Por estos nidos carcomidos,

mis abejas construyen

sus panales.

En fúnebres procesiones

de todo lo que dejó de ser

y así descolgar

de esta araña la eternidad

entre sogas de mi calor humano.

Verdes ojos míos,

verde trigo

de mi verde sino.

La noche quiere

ahogarse en mis ojos,

que su sonido

visten y desvisten

por carcomas,

del mutilado iris insomne.

Es sólo sangre en tus ojos.

Telaraña de vorágine,

araña descendiente de turbiales,

de lúgubres pensamientos

de etéreas raíces en punta.

Blanco sueño devorado

al compás de cuclillos nocturnos;

en ondas de listadas cadenas.

A la esclavitud del latido

encorvado trino,

es el final dictado

de la oscuridad;

la era lumínica

comienza de esta esfera.



48. OSCURIDAD VENCIDA ALEGRE:


Pulcro destelleo entre sienes aladas,

estoy rasgando sombras para verte,

para mirarte serena, flamígera,

redentora como as de trece lenguas,

arremolinada, plena como cuando ciego

encuentra la luz primera,

abierta, candente, como ascua efímera

en la grama de verano.

Saberte honda, transmigrada

como leve flor sonrojada.

Suave entre esquinas desdobladas,

y calles de noviembre heladas

en las que conmigo quiero verte,

hasta el ocaso del nueve;

se afianza mi suerte,

en el tejado de mi mente,

por ciudades de ceniza verde,

atrapo el desdén de gatos erizados,

estirando sentires de cromo,

arrebatando piedras al silencio,

navegando asfaltos sin prisa,

ni desquicia; Acompasa este latido

por arterias sin venas heridas

ni ángeles fieros infrahumanos,

quiero verte como se ve un tigre

en la ciudad, entre árboles de cemento,

y ríos de cristales,

quiero sostenerte

como blanca primavera

entre este otoño rendido

sin flores ni llantos del cielo

que escapan precoces.

Quiero tenerte, osarte,

como si me enraizaran las manos

al acariciarte

para nunca perderte.



49. PANAL DE IDEA:


Espino amarillo de mi demora

recto aromo entre cardos,

entre hinojos del Sol deslumbrados,

me visto de primer ababol florecido

para ser de la abeja,

y la abeja ser mía,

entre estas guadañas de esparto,

afilo que nazco,

fulgor entre fulgores,

de ojos calizos avanzo,

cuerpo de arcilla

hierro mi idea,

estas espigas me dicen

que quiere tener espinas su sed,

estoy sentado entre una prima retama,

esta primavera que me siembra

yo que soy único poeta de su sangre de ojos,

quién osado me compara,

me blando al nivel

de esta floresta desnuda,

limo mis nervios

con azada de carne de metal,

el miedo grita

de contemplarme avanzando,

me Tumbé en la grama

a pensar, me nació una abeja

que escribe poesía,

soy hijo de la Luna,

única Diosa por Dioses haber sin contar,

luna de guía soy yo su semilla,

tengo ojos donde se acuesta

la oscuridad,

es mía soy de ella,

como flor de su insecto

que la poliniza.



50. SIMIENTE DE SANGRE:


Tuerce quebrando

este aliento, va reptando

senderos,

que el olvido alzó suyos,

en vicisitud de savia elaborada

saluda a su Sol,

de su ávido granate que le vence,

entiende de pasiones de sus flores,

la floresta cuida

y germina en su parcela,

para ser del campo

su felicidad,

y él ser de su flor,

en extasía de color,

huye de su vida la tristeza seca,

el escribe poemas a la belleza repleta,

en candiles flamígeros

a caricia de ojos,

sí esos,

sus ojos brotados de Tierra,

descansa para seguir creando

la primavera le sostiene

la sangre,

hasta tener el corazón

lleno de simientes

de su esposa del Sol

esperando su muerte,

para que su yerta sangre llore

en flores de difunto.



51. INFAMIA TORNASOLA:


Áspero relente

sobre una almendra rápida,

 frío o caparazón sonoro,

eterno secreto dentro

tus labios malvas;

duele mi celeste marca

 infamia de campo abierto,

la última lagartija me espera,

encima mi labriego

del barbecho al crisol

de mis sentimientos encegados,

tiembla la lira

sobre tu pecho

como muere la luna en el agua.

Tierra húmeda,

batiente es tu vestido

donde crecen flores pudorosas,

inexpugnables,

imágen impasible

como ruda caracola del silencio,

siglos desnudos

que tu intelecto solloza.

Bravío cantil de láminas sin memoria.

Sombra de mi ternura

que a ti te abraza,

gota extensa que precipita mi tierra,

rosa, cernícalo, vida,

disfraz de nombre caduco,

luz que arrostra,

cruel avenida

de mi felicidad desertora,

verde falaz de la mudez primera.

Un puñado de sangre

es mi estigma adentro tu océano

que no existe.

Pétrea amapola

sin sanguínea tormenta

del bermellón,

quiero brille la luz

de mi azur

dureza esquilmada.

Abren las oscuras raíces

de mi ciprés

la adusta sombra

que alimenta mis ideas.

Cobre yacente,

impelido, límpido

mi dios que florece,

hueso de durazno

en este cielo en tierra,

luna inabarcable,

dichas amarillas,

filos endebles, ojos en furia,

quietud que huye el bastardo.

Oh Sol, justo,

fósforo que prende

mi carbón con tu beso

de espuma flamígera,

inviolada.



52. VILO RECTO, FORJADO:


Con alacridad serena

de mis años dulces

con pulcritud de espadas,

vienes y me das una azada.


Al barbecho claro me siembro,

sacando terrones de mi eterno lecho,

de una espina gemía el viento,

y acabó llorando vida el cielo,


trazos con ineptitud

de luceros que no evitan la sombra,

ella que la llevo agarrada

a mi cadera, sombra profunda sin espuela.


Fuera del tiempo, fuera de este grillo de tierra,

afilo mi canto sin despedida,

abrió el espejo su tierra

engullendo lo que es de ella.


Dura noche me sostiene

su atadura de luna,

resucito mi etéreo camino de esferas.


Recto colchón mullido

es mi enhebrada calma,

que se acicala entre lenguas malvas.


Vence este mi viejo amarillo,

como sol de tierra

se llama caléndula.



53. INFINITO ACIAGO SEMBRADO:


Recto vilo me aguarda

esquinado

con su canal infinito de campo

estudiado, consumido

en yerta flor deslumbrado,

yo soy de una margarita

de su floresta destapada,

soy yo un ababol

con cruz de tinta

en sus pétalos carmesí

bermellón,

no puedo matar por mi tierra

pero tampoco puedo desenterrar

mis raíces,

hoy estuve plantado

frente a carritos de la dama

que alzaban sus flores lilas,

eran como éxtasis en caricia

como beso dado a mis ojos

en lengua de espinas blandas,

caminé al mercadillo

de mi localidad

pregunté por caramelos de miel,

tomé mi café solo, doble con hielo

y seguí caminando

mi lustre jamás vencido,

las malvas me floreaban

por ser ya primavera

los cebollinos se divisaban

pero aún se encontraban fabricando su flor,

para parirla en verano,

bebo agua de la fuente

frente al ayuntamiento,

soy poeta de sus descampados,

de sus molinillos

y de sus charcos,

soy indescriptible esencia

cincelada

en verso de carne y espiga,

en esta higuera del demonio

alzo trompetas de los ángeles

con sus flores,

y las caléndulas silvestres

me dictan que jamás

acabaré de irme

sin encontrar luz de tierra en ellas.


54. LUZ EN REPRESALIA:


Cubo metálico sin fin,

donde se derrama

mi vida en una hoja,

fieles testigos

involucrados

mis verdes sueños

que sonarán,

goteando una clepsidra de mano

un hierro en el bolsillo olvidado

un barrote y un peldaño,

dejé mi inocencia a solas

por si vuelve,

a mi mesita de noche,

a un rosario oxidado,

a un armario cerrado,

a una vela de candelabro,

dónde yo me casé contigo

en su llama

y juré, juré no mentir más

a este arriano corazón esquilmado,

creí que la mentira

era ser feliz sin querer serlo,

de retuerto desliz

desmiento su designio

voluntad coja de verdades

para anticiparse al pasado,

raudales de belleza anidan

sin ser elección

sueño taciturno en cesta de mimbre,

todas las cosas

incluso las no creadas tienen razón.

Su sueño ha acabado

soñó la vida como su propia realidad

pero en realidad usted murió

en aquel accidente

el coma le venció

y le introducimos su posible devenir

que lo sintiese,

el tiempo se ha acabado,

debo apagar la luz.

No venció su destino.

Su hoja se completó.


55. ENCLAVE AMILANADO:


Surco tu blancura primorosa

en aleta que mi mar de tierra

entona, fulge la honda ojera

que casi arrostra mi alma.


Una pureza que tizna

tu enclave del mañana

alta fronda de espesura

bañan tus labios

sobre mi araña


diente en el fondo

de súbito crepitar

baña, fulge luces calmadas

apacienta el viento

sin saber cómo,

una ascensión de reflejos


un relámpago

entre dos oscuridades aladas

una luz desertora de mí,

tibia en profundo llano

una estela clara, vive que llora

belleza indómita.

Limada urna casi tuya

casi mía,

rueda y pasa

entre mis perpetuos siglos

transcurres vida

entre solanas, cauces

entre yacijas y cáliz

sin borde

agujas mil

ciñe que venceré

este agujero invencible añil.

Irrumpido, casi rayo parecía

servir a la tempestad

de Candamvis

pulcritud diminuta, arriba aristas

rauda, la sombra ha girado.



56. RIERA DEL SEGADOR:


Fatiga convulsa

del labrador destinado,

blanquea su yerta barba

entre espigas que esperan.

Por la hoz férrea descubren.

Hierro culto carga

asalto de glorias promete

la verde escarcha del labriego.

Cobre sediento de tierra

aguarda en su mina

su muerte

con esposa dormida.

Un cierzo canta con afán.

Tierra amiga

que destierra su leve trigo.


II

La cerviz huye

contemplando los brazos férreos,

armados.

Vana contienda enfurecida

que máquina de amor disuelve.

Como dura Flérida

que todo trabajo humano apremia

y este arado, sudor no empaña.

Anisada memoria acomete y apaña.

Soldado de hoz solícito

todo el campo le entraña

toda tierra llora su barbecho

su gesta hace horda

en agraz durmiente,

paso de las rieras

de muerte joven.


57. CLEPSIDRA DE VIDA:


No me iré

sin el hermano de mi trilla,

ni su simiente de grano

sin despedida,

no afinarán ratones de campo

la melodía que blande

y sostiene mi cigarra cada día,

ni mi olmo secuaz,

desnudo, dirá más verdades

entre mares de gente

ni semáforos precoces,

ni en vitrinas de estante

quedará mi latido,

ni aliento marchito

cual caduca hoja de estío,

mi sábana de paja

reblandecerá su añil graznido,

sortearé escombros relumbrados

de metal y cristales vanos

sin hocico.

Sólo hoy diré

que no me visto porque

sí me marcho,

calzaré senderos y alacranes,

calzaré pedregales

y sus nidos de lagartijas,

quizás no me importe nada hoy

ni que digan que yo vivo.

Mis venas serán encajes

de afluentes y sus ríos,

el mundo seguirá quietito,

los males seguirán empujando,

puede que hoy pregunte

a la serpiente de mi cuento

si me devuelve el ojo,

que yo la perdono,

arderá la compostura

de la araña de mi patio,

en un torno que crepitan las maravillas,

los jacintos silvestres mostrarán

sus botellas azules anunciando

que más tarde llegará otra primavera,

y que de la gala de flores

serán primeros,

guiaré mis rebaños por soliviares

que no me han conocido,

entre cernícalos y bosquejos umbríos

sus ninfas conocerán que a ti te miro

que a ti musa me dedico,

habitaré montes y lomas desdeñadas

y su cortejo será embrujo

para que las estrellas rueden,

llenaré mi granero con tus besos

con esta luna

no me detiene ni el tiempo

que se escapa

entre mis sarmientos.



58. ROMANCE DE DESTIERRO (VERSO LIBRE):


Raíz arcana anclada,

dejas el etéreo espacio,

en eterno cementerio

de tu silencio.

Yo taciturno espectro

misterio de parajes salvajes

que en tu lengua

confrontan.

Sacio mi lacio imperio

en soledad sin inicio

sólo aplacar tu idea

cuál ojo sin alegría hallo

ocho hijos me has dado

más los bastardos reconocidos

anudar mi vida sin vivirla

es desfallecer sin despedida

entre corona y candelabro

me alzo,

al fervor de soles.

Sí mi raíz de plata,

Como gusano y como polilla

no me marcho,

oscuro gusano

en volátil capullo de cobre,

devana mi sangre que rueda,

transmigra tú mi fosa,

qué humano se deshilacha de su obra,

infecundo escote sin gloria,

coraza por pechera,

tu forja de alma no abandones

ni con forzoso anhelo

de abandonar tu querubín

en tomo de tierra

aun la carcoma en espuela,

vencerá a la correhuela,

en secuela despierta libro

que te hace sangre

como a la tristeza bóveda,

y su sombra a fundirse entona,

avanzo sin cárcel ni insomnio

esfinge de mi carne perecedera vuelves

arrollada a nueve cerrojos,

roja sangre abrir puede;

tú eres mi umbrío tomo

que busco en la Tierra;

como fe en tórculo

rige tu blancura,

pergamino de vana ciencia

que profunda se hunde,

hinchando el viento

de tus metálicas alas,

verbo encarnada

sin margen ni acerbo,

llorara mi alma

en tu rostro

espejo mi gloria

de dios sin nombre

ni conocida lumbre

y mi ser incumbencia

sostiene armada sin anzuelo.



59. DESALMADA SIEGA:


Ventalle de oscura fronda

guardaba de almena celada

sin aire

luz en mi pecho arde.

Yo miraba la oscura nota

que viento este no daba,

por amores entonada

oh negra noche

a ti mi mirada

sin tacto ni guía.

Noche que frunces mi cuello,

déjeme mirando

tu parda azucena.

Seca sed, infructuosa

rigoroso margen de tu curva,

tu líquido selvaje me llama,

nítido por cercos esparce,

luego iris apacible,

asombrado, del canto encrespado.

Ufanía de albos trajes

tus letras gastan,

viaje al Parnaso

encarno en el túmulo

de nuestro rey.

Embeleso recto

te aguardo,

quimerista de honda fronda,

encara ya mi sierpe

que nacerá flagrante.

Espanta mis ecos quebradizos,

a mi sombra

mal hacer no se le atribuya

fatiga de aliento

no muestro.

Ejemplo de floresta,

saciada miente, yerba, monte, fragua,

cueva en beldad luz niega,

esfera sin fuego,

acaso no ardo,

apacienta mis arroyuelos,

por cada hielo

que lucen desalmados

sin tu brida, esquiva cintura,

carmesí.

Por penachos paganos

y espada en manos

cabalgará

tu caballero gentil

Castellano.



60. LLAMAS EN OJO DE SANGRE:


Flameante fuego

de los cielos

acoges

y frío duermes,

que los campos

ya no emblanquece.


A ti padre de los vientos

te imploro traigas

tu negro vendaval.

Así choques Aquilón

norteño con Ábrego

abre esponjada la tierra

a tender umbroso páramo,

sin azote

del fuego del cielo.

Labrador que clama ya,

la enhiesta primavera.

Cuántas sequías verá esta tierra,

sólo el estío

habitual dirá,

me sembré

sin blanco cielo,

sin que me empujasen,

yo encendí al ocre,

en todo acre,

tierra que consumo sus venas,

invocarme pueden,

siempre vengo

porque siempre estoy,

desde enfermedad sostengo,

me ves cayendo,

arrastrándome de nuevo

tu creencia de mantenerte a salvo,

donde nada escapa,

deslizo el tiempo,

no puedes verme en tu espalda,

estoy cayendo de nuevo.

Alguien me verá latiendo,

algo habrá después de todo.



61. HORIZONTE QUE ATIENDE:


Largueza que me aguarde,

cual llama en cántaro desvanece,

piélago ardiente,

escancia, sostiene alta suerte,

alegremente la voz del viento;

nobleza de rudo ejercicio

furtivo, desposeído

espíritu sin guía furtivo,

desvanecido, fatídico,

tú que ensalzas

la conjetura voraz

de mi sentido de vida,

cual arrobada insignia.

sonaban enebros

un sopor de encinas

bajo laúd.

Engéndrame grandeza,

que secunda igual

que a mí mismo.

Diana con flores

exterminio de fieras no manda.

Luz invocada

partiremos sin navegante,

estirpe que avivas,

con impávido destelleo

entre fuentes y torcaces,

padre de mi soberbia

furor de lobo que ve al ciervo,

torres bellas altaneras frondas,

sin secuelas de florestas

que acaso Venus no canta.

Nullam, Vare, sacra vite...

Conoce mis arcanos.

Mi Llúcia despierta,

rigor que afronta

guarda, desvele,

su reflejo en cristal claro,

vine por donde he venido

por el gris viento,

perplejo.


31-08-2017



62. LUNA TRECE:

XIII

Luna plateada de mi cielo,

en las noches

voy a tu encuentro,

pero te escondes

entre bloques

de hormigón y cemento.

Quiero verte,

pero incluso te escondes,

por las violetas ramas.

Mas los dragones,

del cielo sonámbulo te acarician.

Cielo obtuso,

de sueños fluorescentes,

tú, de color líquido,

solo templado

con miradas intermitentes,

por el tiempo de espera angosto.

El murciélago baila

con el colchón de tu luz,

rasgando sombras,

para reposar siendo una más.

Oscura nebulosa de tu vítreo trasluz dime,

por qué te siento incluso estando solo.

flores opaco reflejo

de luz violeta

incluso de noche;

artifficie luzzae.

Lucero de ciudad,

rompiendo la obscuridad.

La noche se detiene

para sentir que estás conmigo

otra vez más,

recuerda

que tus ojos tienen sangre

recuerda el viento

que aúlla mi nombre

recuerda la luz que tiembla

y cruje la noche en las pupilas

recuerda que me hablaste

de amor en el tiempo

que cae muerto

que pactamos con el hielo

la vuelta del invierno,

recuerda cada latido

de oscuridad

que llama a tus venas de humo

recuérdame en la eternidad del beso,

en cada rosa que robe tu cuerpo,

recuerda que vivo para ti

dando voz a la soledad asesina,

la flor vive soñando

que fue mariposa y abeja,

vive durmiendo la semilla

enamorada de la tierra

para despertar

y enamorarse del sol,

clávame estas nubes de sangre

en el hierro de mi destino,

se me negó la luz

encadenada a esta tierra sin cuerpo,

solo tú me sientes

en este camino

que no lleva retorno

solo espiral anhelada de renacer

el tiempo ya no nos puede sostener

camino buscando el frío

en este calor que quema el alarido,

te encontré perdido

hoy vives un amor

que sientes soplándote al oído,

en la puerta del infierno caído,

te casaste con la luna

que reinaba en tu corazón,

al viento le diste voz,

a la lluvia la nombraste

lágrimas de mi ayer,

le diste ojos

a la sombra para mirar,

la espina caía herida,

la caricia retornó a las polillas,

la vida marcha deprisa

cuando abras los ojos

ya todo habrá cambiado

solo encontrarás que seguiré a tu lado

aguardando tu otoño

y la caída de tus hojas,

esperando que seas mi acompañante

en los siglos y milenios

que nos condenaron,

encontrarás esta sed del cielo

en cada silencio muerto,

en cada raíz

que grita en su tierra

toma de la vida lo que quieras,

siembra tu aliento

en cada tierra,

tú todo lo tienes

yo solo soy una fantasma

que sólo tú ves.



63. RESCOLDO:

JUNIO 2010


Con el susurro de la luz en cristal de gotas de

agua

pensamientos cálidos me arropan tu compañía

solo una vida solitaria desde aquella lejanía

un sol pernocta durmiendo disfruta su luna

con tacto terciopelo una vida de amor eterno

Un caballero busca a su mujer la extraña

avanza entre montañas de azores

y valles de bosque y ríos dulces

noche de amor entre nubes acolchadas

con el frío de un mundo en sangre

que estaba en guerra.

Ahora su patria era su tierra en la hoguera.

Se despierta frio y solo tras pintar con nostalgias

recuerdos.

y va el ancho río ya en sus llanuras

años no recordaban su vida y esplendor

todo se termina comentó el sabio nadie le oyó

la locura es lo único que conocemos infinito

otro la estupidez concluyó

pero uno saltó acaso no somos todos locos

mira la guerra que nos mató.



64. ETERNA LANZA SESGADA:


Cóncavo cielo

de la pradera de tu ceño,

orfandad de estrellas

convexas que se besan

por nubes que rutilan, y lamen

sombras, vanas a morir.

Soto de perdigones

y su proporción de alas de tierras,

cepas en guadaña,

aligustres sargentos,

la noche que la luz negó

a morir,

luna de luto

corría linde absuelto,

despojada su compostura

de alumbrar la llama

que mi pecho hiende,

luna gitana acuartelada

partida por cuchillos verdes

de siglos dormidos

y cipreses iguales,

somos la historia

que escriben muertos

de sus vidas,

engendrados cuerpos incompletos,

carnes de la mesa del creador,

somos lo que vemos

o somos lo que tenemos,

para inefable cena caduca

como otoño reposo del gris árbol,

aventaré mi lustre perdido

desmigajando lamentos fríos,

mi yerto sombrero

de campos de idea

brillarán acequias

como molinos de tierra,

el agua será besos de luz efímera,

destartalada, dispersa

como lluvia que ilumina,

y la sangre de tierra camina.



65. CUERDA YERTA:


Estridente vuela la hoja,

devanando respiros cautivos

volando patios de arañas

de grises fauces.

Chirría el viento yunques metálicos

suena su desvelo por lomas

afiladas, al desdén de voces mentales,

azares corren su suerte

por grilletes y sujeciones retuercen.

En un jardín del otoño caduco

mi voz se descubre, sola, sola

como cuando nace la tierra,

y en su yerma plácida crece la amapola.

Cautivos espejos no reflejan lo que siento,

sulfuran sino condenado

para no ser yo ser él el que hable,

de sensaciones acristaladas

y pensamientos sin vaho

empobrecimiento deslizado

por aislamientos que libertad llora,

allí creció una rosa

de trocitos de papel y pintura

porque nada es eterno, esperaba ser real

aislé al tiempo con vacío seco

abrí las puertas de negros lirios

luces me afilaban asidas de momentos

decrépitos, sí estuve allí

en sus sopas medicamentosas

y para curar mi cordura nada hicieron

porque me llamaron loco.

Pero yo sé quien soy.



66. HONDO CREPITAR:


Voy por tus desangeladas,  profusas luces.

Hierro que me tiembla la osadía,

oxidado resorte candente,

que afuello;

relamen linces del tamaño

tu dispuesta ternura.

Hirsuta ciencia tu tomo de tierra.

Acristalado vence marea súbita

de ojos realizados;

mi espada no luce marchita

afila latidos de mi corazón

ignoto,  ante tu ser,  casi desnudo.

Orando llegue revelado momento

de aspados dientes

y destellos secuaces.


II


Aruña mi tierra una vez más

como un grito en la vena,

como un gemido perplejo

que brilla el tiempo,

que empañó

tus vidrios líbicos,

atemporales, dispuestos,

sin margen,  sin curva,  ni acervo.

Saliva en aljibe de hondo deseo,

exasperado,  irisando crisoles

que jamás marcharon;

beso y muerdo tus orejas malvas

profanando tu blancura primorosa,

en tus piernas gemelas, semi-abiertas.



III


Mis violáceas hojas marchas

raíces que maúllan mi calma;

profundo el zarpazo de amor

que me afliges.

Osadía acariciarte en destelleo

entre vela y candelabro

avivado tu hornillo de espejos,

supina.

Galvaniza, la garra llega

a arañar la puerta;

rumor de fiera vespertina.

Solo ante tu sosegado

siempre azul violín

que la humedad

de tu floresta,

nunca más virginal,

entona.


67. PERPETUO DESMÁN:


Fragorosa fuente

de hondas sienes

punzantes.

Corrompen, bullen,

la tibia agua de sangre

cándidas de tu mirada

hastiando,

rejuveneciendo

el infinito enturbiado

que el cielo sostiene en tus cejas.

Flagra, flagrando

viene marchando

vaporosa suerte

entre sotos perdidos

de joviales tapiales.

Suya, suya era la muerte

como plato de cena

siempre resplandeciente,

abría su baraja

un helor de diciembre.

Apocando consentida

fuegos de tres avernos

que ceñían la nieve

de sus piernas

sin desmán gemelo.

Derritiéndose

como llama en el hielo,

recodos ocultos

y su murciélago señor

en tules de carne vestido,

granate como brillo de rubí

le marcaba como seña sin fecha,

ni indeleble senda,

era hijo del acero de su mirada,

endoselaba su sentido

como el soñar

y reclamo de las flores

para ser simientes.

Grazno encendido de cada roble

caminaba su destino hiriente,

horizonte que se estiraba

y sonaba con lluvias que taladraban,

como soñaban los campos.

Apacienta su visión serena,

oh, rauda, pura flor

abres tu hastial

como se desliza la primavera

entre tus dos montañas,

que velan que aguardan

sin franca ni verja.

Eres mi vacío perplejo

que quepa y florezca mi sangre.

Mar que inerme

quiere llenarse

sin libro de esencias

ni oscuras tinieblas;

quise ser dueño del aire,

alzar vagarosas ilusiones

como fieles pilares,

castillos que nadie tumbase,

pude ser siempre

y hoy soy lo arado hasta la fecha,

mortal acicalándose el alma

que será siempre.



68. VIDA TRUECA EN HERRUMBRE:


A este amor

de la lumbre

mis ondas líbicas

flamean,

esparcen los aires,

en angosta luz

intangible,

solamente maleable

por la sombra que se agazapa

y abarca mi propia torre,

luz en acorde de un fuego solaz,

irascible en roce de fuelle.

Quién amante de su espejo

silente, umbral acrecentado

en lapso de este tronco

que vaga

que forma mi cuerpo.

Incólume desdén

azaroso,

flagra que vence

que guarda sombra en su bolsillo.

Al relámpago de idea

me alzo

asigno sentido

a morir

en el trazo y zarpazo

de un verso.

Crestea en raíz oscura

todo lo sentido

más que su lengua de fuego azul.

Luz fuera

en simbiosis

del señor padre

Rey de reyes

padre celestial

único al hervor de estrellas,

Rey lucero

Rey Lorenzo de días

que él manda se tejan

de fotones en estampida.

De rocíos que cabalgan auroras de tierra

y savia regentada.

Mi dios entre dioses

¡Oh Lugh!

Padre perfecto sin comienzo,

maestro, dueño de la esencia de todo arte.

Guarda mi lugar

de tu soldado Förüq

cuervo de tierra

guerrero de los tres umbrales,

vine a dejar mi hueso

no me esperarán vivos si vuelvo.



69. SOL CRECIENTE:


Destapa mi tiniebla pura, tibia, serena,

Sol refulxit umbra refulgens,

noche que tus luces breves

duermen el sosiego del asfalto,

plomiza, la música de tus ojos,

funde sus calores mi niebla matutina,

Sol de trece estrellas

acoges tus lenguas de amores,

fuegos irisados a siempre reinar,

el camino de la vida,

y sus fauces sigilosas descienden,

camino de esta bruma

que el mundo extiende,

sin nombre no te busco,

te encuentro, en la cumbre

de toda montaña,

en la concavidad de tu luz que entraña,

desvelo del despierto fundición de mares,

nacimiento de desnacer nos alumbre,

la vida de la solaz muerte,

amor flagrante de lumbre,

vestigio en ascua sin final

ni honda luna secuaz,

odisea en parajes de temprana escarcha,

oh sol de soles, ¿por qué tu osadía de seco tajo?

el nervio de mi ballesta tensa

mi Dios sin nombre sepulta

y aviva mi grana brasa,

la tierra cruzará un día tus fuegos

azules despiertos,

tumulto de quien te vio castizo,

el tiempo se fuelló,

brotaron entrañas de la tierra

sombras densas que apabullaron,

sólo las golondrinas danzaron

y las mismas espinas me arrancaron

el corazón.

Sobre la grama viene a descansar.



70. NOCHE LÚGUBRE Y UMBRÍA:


20 septiembre 2011


A ti noche oscura te escribo.

¿Por qué no me das el sueño que tanto ansío?

Paso noches enteras de insomnio escribiendo poemas hasta

enloquecer, llevo ya cinco días sin dormir y veo que se van

mermando mis facultades mentales y escribo frases sin sentido,

garabatos en hojas de papel.

Me asomo a la ventana y contemplo las sombras de la noche como fantasmas,

deambulando sin rumbo.

Mientras apuro la botella esperando matar esos fantasmas de

mi cabeza que suenan como delirios con sus voces.

Me estoy volviendo loco.

Solo veo sombras y figuras que se dibujan en tu oscuridad como

demonios.

Sólo los gatos y lechuzas salen a cazar como los murciélagos.

A ti noche lúgubre y oscura te escribo que bajo tu protección de tu oscuridad

ven salir los ladrones y asesinos a hacer sus acometidos

de muerte y delito de acero y sangre.

A ti noche lúgubre y oscura te escribo.

Tú que no entiendes de genocidios ni de muerte ni de fosas

comunes selladas con cal y tierra ni de fusilamientos.

Tú solo ciegas la luz del sol y solo el fuego y los fusiles iluminan

tu oscuridad.


71. IRIS DE OJO DE SANGRE:


Solitario rayo estertor;

siniestra umbra,

escala la cuchilla

de tres arañas colgando,

hoy es por mí

nunca quede huella,

destino en azar hendido,

lleno, repleto, asido

en el origen primigenio,

madre ella del color,

asume este sentido yerto,

agujereado en haz luminoso,

nitidez en halo

de nocturnal visión

derritiendo,

devorando astillas primas

de subrepticia enhebrada,

padre flamígero del fuego soy,

elemento hermético

de tres sentidos,

arder, conquistar, consumir,

estelas abren runa clave

Gemineye,

sangre de este ojo,

perplejo soliviar

en azur abriendo pulcritud

inabarcable,

inicio de sabiduría en vena,

muerde,

acaba esta espera,

raudal extenso de pura visión

en certeza

de sentido superior,

cristalina esencia

descendiente

sin parpadeo fugaz,

crisol de valles

y gramas feroces,

deslices del afán superior,

dar sentido a mi vida,

ojo de sangre calzo,

cabalgo anquilosado designio.

Ancestro del lobo único soy,

perplejo sentir asido

del diablo en simiente,

primer ángel caído consumado,

errático vuelo soterrado,

magia del silencio encumbrado.

Visión, y sueño,

indescriptible con lenguaje.

Si te ocurre lo mismo

no eres capaz de usar razón

y ordenarte abrir los ojos

y dejar de ver;

como un corzo paralizado

por un lobo estarías,

imposible por sensación

hacer desaparecer lo que observé,

por extasía, incredulidad oxigenada,

belleza en percepción,

la pureza en sueño

en imagen mental

que escapa a todo,

vi el azur

por decirte aproximándome,

en un ojo femenino

lejos de este mundo

y de todo lo conocido

o descrito,

fué una sinestesia recta,

sin ser más que tocar el color

de la Oscuridad nacida

a ojos cerrados,

sumisa, displicente,

involucrada en crear

sonido del vacío absoluto,

sigo perplejo y asustado.

Es lo trascendental del infinito,

como ver el origen

del color formándose en un ojo.

El azur, el verde turquesa,

y azul mahón

no te puedo decir más

que esa belleza no me cabe en el pecho,

por algo sigo viviendo

no hay azar enraizado,

hay perfección.

Luz me arde ahora

en el mirar ciego del sueño

sin miedo sin embargo

saboreo el viento,

los cielos me poseen

de nuevo sobre los años

que ellos son,

algo llega a la rosacruz

de ayer

y sus nueve caídas

de sus ángeles despiertos

en tu sueño me ves invernando

dorando mis pelos de murciélago

bailo el colchón de nubes

que sostiene esta mi noche

para desaparecer llorada la tierna cara

saboreando una sombra más

que me vuelve

imperceptible

muerto sabor

de obscuridad sin faros ni luces

ni fusiles que matan hermanos

de su tierra y sangre

crecieron los caminos

y el rojo fuego versado

brotó en flor de amapola venidera,

dime qué debo hacer

¿Algo erróneo?

No puedo volver atrás

se sostiene aparte

la fuerza que nadie alcanzará

nada por cambiar

todo está hecho

algo que asalta aparte

puedo volver y empezar de nuevo

sin mí, sin vida, sin cuerpo

sin lo que me ata a éste mundo

mañana veo el futuro

la destrucción del pasado

quedará atrás.

Corpus, anima, crescens

sol refulsit,

lux

et patientiam meam scientiam

florum, est vita

nosotros no somos lo mismo

la bondad sangra las venas

gustos, deseos, vencer,

arder sin perder aposta la partida

esa que las hiladoras tejen

momento del momento

nacido absorbiendo el hilo del tiempo

las piedras lloran flores

el final es volver a empezar

viendo y amando

el ancla errada de mi lugar,

continúo al cuervo

que me vuelve más fuerte

ave más inteligente de la faz

poder de la misma

energía

en tormenta de conciencia

siendo ese rayo solitario

que partió todo inepto,

inconsciente tormento.




72. PUDOROSA SIEGA:


Líbicas extensiones de mi ara,

por eras de soliviares,

angostos, desnudos

sin pinar excelso de tu mirada,

mi acre transitado, exhausto.

De corvo pico y fugaz

idea pasajera.


Hondo grano de mi cereal espera,

dura grama extensa,

inhabitada,

moza de mis ausentes

sin bandera.

Agota, afila

mi profundo tallo

brotado de mi febril

mocedad yaciente.

Creo mi suspiro

como brillante tajo,

refulgente al candor de entraña.

Amparo sin honor,

de filo que no aguarda.

Quiero renacer así

te encuentre amiga

con otra cara,

otro nombre

no caeré en osadías

eso lo dejo a mis dioses

de locura extensa

llamada Destino.

Yo necio, torpe,

de hueso en tierra sembrado.

Soy hombre con lo servido

cumplo mi palabra.

Es una gesta descendida

Luz de guerreros

perdidos

en azares funestos.

Quién guerrero del muerto tiempo,

con raíz desamparada;

Trémula deidad

tus labios acostados

en tu cara,

en mi pueblo

me enseñaron a luchar

por lo que quiero

y más solo que el relámpago

tu felicidad quiero.

Mi paz de campo abierto

vástago sin superior

de conciencia

mas que inerte hálito

superviviente.

Frívola suerte consumada

osar tu palabra,

vendré porque aún no he salido.

Clarines y trompetas

entonan este yugo

eclosionado,

en servicial acto,

mi azul fronda

que no hiela tu relente;

rompe con empuje

violenta, feroz, agotada,

malla:

Hidra mía

perdona mis lucientes.

Vesta que Proteo

clama hundiendo los montes.

De vetusta proclamada

en sortilegio de guadañas y hoces

que se recogen sin martillo jactancioso.

Irrumpe mi designio

vaporoso en estela,

que tu sombra hiela.

Qué Dios implora

a mi imperio

del precipicio.

Hechizo de mi semblante

otorgues invicto, valeroso

como abismo de agua.

Previsor que detiene

impías naves

en ataque de tormenta.

Sangrada barrera abata

en funesto claro oscuro

sin atadura

ligado, manso Ábrego

sin alma.

Prendida paciencia

sin alarde ni secuela.

Piélago que saña

sin brida

ni cuerda aplaca,

embravecido

con umbroso helecho sombrío.

Bosque temblado de mi mente

que piensa

ausente borrasca

sin ayer.


25-08-2017


73. FÉRTIL ESCOLLO:


Hondonada del hondo soto

en ribazo de tránsito veloz

por rambla angosta acequia

en alta lengua de lenguaje

en fruto, caliza lengua,

profundo tallo, vine exhausto

con canciones de luna

y soberbios cipreses.

A desnacer silente,

Tiempo se derrama

clepsidra de mi sangre,

solaz soto de hoja marchita,

limándome en la lumbre,

atarraya de luces por señuelo,

entre carcomas voraces se tejió mi verbo

señero de un sol despierto,

vine por un destello,

traigo mi botijo, sueños colmados

en un estambre ambrosíaco,

riera en venas

hasta ver florecer tierra madre.

Chopo de su vientre,

silencio secular

entre ojos quemando,

viví,

vine por siempre por sus voces,

rieras ven desfallecer su curso,

colmenas risueñas

por adjetivos precoces,

telar dorado es mi letra,

en el que no aprendí

ni me aprendió el ripio,

al menos nací del silencio

mente blindada criando cerrojillos

de idea flagra que deslizó la sombra,

cerrando tiempos que eclosionaban

viles falaces viperinas,

campo del alacrán

campo de terruños esbozados,

este siglo que comerse

así mismo puede.



74. ESPEJO SULFURANTE:


Resumo, venzo, coarto

vengo que avanzo

resoplo agravios

y señales.

Hilvano que trenzo

voy yendo

tijeretas aparte

soy grande

acaso no es bastante,

leones aquí leones allí.

Esto no es una obra de arte

pero casi,

bueno empiezo:

Deslumbro

en el cuarto

de espejos hirientes

granate lustre engastado,

acaso soy sangre,

fuelle vivo soy,

mi destino alumbre,

vida de una vida de simiente

si quieres soy gente

no es lo mío

pero afilo

este mi hueso demente,

vengo a ese negro puerto de mi mente

donde todo se esconde,

allí quiero verte

sin ende

voy a sorprenderte,

tú eres mi ventana volada

al pasado,

un azar difuso,

traspuesto

regentado,

abandona tu sombra

deja su cena romántica contigo

aparte.

Ven, ven a mi reino oscuro cariño;

soy espectro en el silencio

dispuesto

vengo a habitar tu sangre

a descorchar el vino,

hoy el viento

embeberá mi carne

te brindaré todas

todas mis rosas desangradas

cariño, punto



75. ALJIBE BULLE:


A mis campos,

a todo lo que amo,

a lo que nace y se cuida solo,

con pretiles gestos les crece la dicha,

rabiosos vientos descubren,

un cielo oscuro

que ya no destapa el verano,

sólo ahoga esas flores de sombra

que marchó el estío,

cabalgo sobre la vida,

latidos intrusos,

indeleble mi trazo muerdo,

de mi alta torre bellezas

trepan y escalan,

yedras esquivas apostadas firme,

tañen nuevos tiempos,

que no aseguro mejores,

abren abrevaderos sus yagas

de manantiales soterrados,

registros de vida de rebaños,

áspero soliviar,

marchan caminantes

sus ciudades que negrean,

igual que liebre

por monte fragoso,

negro redil

tierra no igualases,

hasta lo más ínfimo

osa y yergue distinto,

cristalinas fuentes

que los capullos abren,

serenidad del insecto justo,

afilaré esta canto,

que abrirá el Tiempo,

surcos sin escollos

que surcan las letras,

ávida promete

nuevos verdores de horizonte,

verdecidas frondas,

rendido no dormía yo

ni mi negra víbora,

mi arco ni aljaba arrebatan,

miro por mis suspiros,

no se mantengan solos,

izaré la montaña,

no me recluirá la cóncava suerte

de su caverna,

así el cielo descienda,

quedará un arco-iris

de flores silvestres

en un aura insoslayable;

Avanzaré trémulo

los ecos de mi voz,

por si reverbera el sueño

en que yo acuesto el alma

de todos vosotros

mis campos que amo.


76. IMPÁVIDO DESPERTAR:


Iras negras forman celada,

ante y bajo protección

de mi égida,

por cruel invectiva

cabalgo mi piel de astro,

pavesas del fuego áureo

de quien yo era.

Levanta sin suerte

metal de escudo,

arrebolado suspiro sembrado,

fuentes me colman los ojos,

un reverdecer que aguarda,

mirada acristalada

con matices hondos,

tierras crestéan

sus ávidas sienes,

sin someterse,

siempre sin dueño;

Inmoble andamio de la vida,

cuando Noche arrastraba

sus ventiscas bramaban,

sin lluvia, ardiendo,

he cruzado estrellas,

un sol oscuro he prendido,

descendido

con campiña de laurel y mirto.

fatídica era de las sombras,

Dioses del subsuelo,

abaten sin piedad,

cerrando la puerta.

Estas ruinas sin riendas,

desposeídos lugares,

temblará mi nombre,

sin ser

Rey de los cielos.



77. LUCIENTE LLAMA:


Escita levantas,

de insigne pasajero gesto.

Mi dulzura de cólera nacida,

cantad mis años dulces

a Diana,

entre boscajes

y frondas suaves.

Donde el torvo cielo no amenaza;

Allí se blanda

mi ser recto

de conciencia pura,

cantos se erijan

de verdad desnuda.

Sombra de saetas vanas.

Sangra, luz viva, altiva,

nada sin tus honores consagre

el viento de plenilunio.

Ceñidas las verdes sombras

de las hiedras arrancando

liras al pueblo fragoroso.

Vieja entraña lacerada,

escucha el reverdecer

de la sagrada cepa.

Sin honores no hay versos

ni comensales.

Cuál la vigorosa, valerosa

Quimera

que el ser no enrosque

llegada la hora.


II


Era tu entraña en flor,

un misterioso relato que ostentaba

la vaguedad de tu música;

tu pureza, apaciguada.

Suspiro de tus dulces fauces

notas sublimes

de tu espíritu cristalino

mi oscura golondrina

que hermosea tu entraña enervada

delicada sangre que da vida

al penetrante sarmiento.

Belleza tú, de altivo rayo

de lo bonito repleta tu hermosura,

``palabriñas mimosas e sentidas.´´

Así eres tú.

Río y caudal de poesía

que serena caes a alterar mi sentido.




III


Quiero ya los fríos vernales

que los tapen tus caricias;

mullidas en piedad lisonjera .

Por cuantas secuelas

arrostraban indelebles mis trazos

de rieras desangeladas,

a cal y canto fervientes

solas,  solas

como cuando se siembra la tierra

y crece en su rivera

la amapola

que abriendo abril,

juega y mece

tus labios carmesí .

Negra celada duerme mi otoño.

Negro iris conculca

secuencia inamovible.

Fúlgido astro cabalgo.

Satinando tus besos

en luz destinados.



78. FÚLGIDO ALIENTO ESCONDIDO:


¿Acaso dormiré la noche?

Se callarán los susurros nocturnos,

el blanco cielo ya no acostará plomizo,

su letargo de otoño aguarda,

taimada mía no marchites

mis leves hojas;

No todavía.

Ampara mi dorada yedra

escucha sus notas de savia verde,

abre y abrirán rizos

en acristaladas fuentes.

Allí el clarín entone

enamorando a la dama del lago,

serpeo mi suerte cuando me dictó verte,

común lache yo perezco

en brazos de mi lejanía nunca hallada,

a ti entrego mi labriego,

inquieto, escita de su linde quieto,

aplaca mi bajel de ala irascible,

relampaguea incesante

alta como la luz etérea,

perenne que yo estaré atento

para osar y no desprenderme;

perjura, retrocede, y avanza

alzándote por falaces bocas,

que desaconsejaron

y creíste amigos,

no poseo yo almendro

de almendras de oro,

pero todo se dará,

sin caer en el vulgo,

mi sed al menos procuro,

es la sangre cándida,

arremete, marca su cántaro rodado,

blando, una solitud escarchada,

a la que se desea tras todo estío,

lisonjero de tórridas llamas

secuaces del terreno.

Hoguera me tiendes la llama

sin rendir tu escuadra,

preso tiembla el morir noble.

Peinadas parras de la sombra,

tupida vida que acicalan

acariciando al rey Sol.



79. TECHO SIN TIERRA:


Inerme descuido

entre fronda misteriosa,

ríos en lágrima cabalgan,

estival aura

y su sol que en carroza

pasa,

entre las puertas de este mundo,

mundo de sombras,

sombras irisadas,

donde mi árbol no se da.

me escucharán árboles

mi sangre repleta

de sombra vana,

quicio indiscreto,

tu abierta ventana

que ya duerme en tus noches,

resguarda que mires

mi marchita hojarasca.

Mi acorde arrancado

a lira de fauno,

a número y medida

mi azar de entraña insepulto,

escruté cielo y mares

y ni un acre de tierras

me concedieron,

auras me levantaron

de la negra muerte,

y hoy sigo doliente,

camino esa noche

que camina todos,

dura coraza me resguarda,

de impetuosa saliva;

Sirve de tumba

a esta mi funesta vida,

un soliviar de acequia pido,

acaso es tanto,

donde la amapola

juegue con el ribazo,

y se descubran geranios de los caminos

y peinetas de brujas

con abrojos,

magarzas canten a sus coronas

de reyes allí, donde los cardos

hagan nido

y abra a su luz la caléndula silvestre,

abrigando este sino desdentado,

y su añil de tierra,

que mece y sostiene

hasta que muera

sin nada cambiar

hasta encumbrada la fiera.




80. OJOS ALBOS FIJANDO:


I


Claros y dulces,

ignotos ojos medrados,

iluminando auras fugaces.


Compases abren,

su timbre ecuestre dorado,

por la lira que quedó sin pulsar.


Cogí y ofrecí las malvas,

de mi camino, sujetaban ellas

los campos.


II


Tácito pulso sobre el musgo,

buscando verdades de sangre

en piedras ya no desnudas.


Yunques con señeros trabales,

de sienes crudas

y plomos derretidos.


Vestido albo sin encaje,

cuña de este garfio;

Semblante sin ser rey bárbaro.



III


Déspotas comensales,

fugaz escita háblame del Sol naciente,

sin cordura ni engranaje.


Mi deleite rige, amaneceres

donde se acuesta el este

entre vespertinos roces,


que el alma sacuden

de irascibles cánticos

al nuevo día que envejezca.



81. RAÍZ DEL AURA:


Arrostran secuelas

de cicatrices

en mi nueva forja,

abren caléndulas temperamentales,

cebollinos de lares silvestres,

a Numidio le ofrezco,

jacintos silvestres

en evanescencia,

y mis rosas caninas por abrir,

no falten a tu vuelta,

ajipuerros inquietos

aguardan los campos

el reverdecer

de otoño sembrado,

romo hierro crecenta mi sangre,

labriego invocado,

irritable,

a la vuelta de mi fortuna

sosegada, trillada entera,

como tupida yedra abraza

la sombra de su árbol,

no piso cenizas que se parecen,

honraré sin coturno

a Cécrops

esperando laurel eterno,

cuántos ríos nos desconocen,

este honroso polvo,

Musa mía no abandones tus juegos

modula tu laúd sonoro

que tu voz parte y pretende

dulce y armoniosa,

al fugaz viento

tiende mi fulgor de armas,

se duerma así

con mis oídos dejando

se afilen trompetas

y clarines bélicos,

brillante mira displicente

mi hiel de suerte,

hoy no vendí ni un atisbo

de espíritu a su cruel destino,

argento un color

nombré escudero

que enraizó en la tierra

como un blanco chopo de belleza.



82. VORÁGINE DE TRASIEGO:


Afila mi sien,

perdido acre

de largas venas,

traspuesto

entre vientos abisales

derritiéndose tierras

podando su eternidad

en soga que el tiempo

roe;

Fértil vientre entre febril cumbre

de opacos rayos acrisolados,

ventanas fijas

al cerrado horizonte.

Por las armas de mi pueblo sin civilizar,

Numancia alzo a tu sangre inmortal

tus más de dos décadas

luchando contra un imperio mortal.

Aciaga afrenta por la anclada

libertad.

Fuego de breas nos vio marchar.

Caminos eternos con valor

surcaremos

para que no nos pisen nuestro hogar.

Lanza y falcata se afilará

y hasta el verde lagarto

a nuestro paso se espantará

recluido en la sombra

que nuestros pies avanza.

Niega, sigue, prosigue

que su sangre rehúye

hasta el ocaso sigiloso,

que se teme incluso desde el mar.



83. LUCIÉRNAGA DE NOCHE:


Razón mía que alojada

imperturbable,

abres tu duradera onda

imperceptible, desnuda,

esta luciérnaga que el cielo cruza;

Como un grito sin hacienda ni aire,

acaso sonido fueras,

voz de mis males tenue conciencia,

vosotros que nunca me leéis

yo jamás he escrito.

Papeles en blanco

me enroscan el sentido,

ni agitan al inmoble

Dios de tu hermosura,

quién prodigio, quién mediocre

si estamos de paso.

Nadie a quien impresionar,

nadie a quien agradar,

nada que negar, nada que defender,

todo se acabará afilando

como hueso de durazno

del tiempo germinando.

Millares de ciegos caminan

estas noches perpetuas de septiembre

fuera, por fuera.

Puedo verlos cabalgar

su visión negra

sin el amparo de la luna.

No hay lluvia que gotea

a mi ciprés torcido,

sólo blanca secuela de luz ardiente,

otro verano que no quiere ir,

mi sueño no quiere mi verde roble,

apresta, carga mi ballesta

que mi fuerza no vence,

yo que vivo para morir a gusto,

al mío no al de nadie,

hechos de ratas sumergiéndose,

como infinitud de hombres

que no cumplen su palabra,

será un puerto

con mi buque emergiendo

cuando le toque zarpar a mi cuerpo.





84. RUNA INMOBLE:


Sombra mía,

esquiva de mi vida

encarnada flor de ella,

entre vientos en tierra

encorajinados de nueva siembra,

de huella luciente,

valor ensimismado

brotando el ababol,

de sangre suya,

sombra sin cuerpo,

acaso tuya,

difumina otra sombra

de quien yo era,

yerguen espigas

con pilares de belleza,

descansando sobre el agua,

que arropa tu fresca cara,

gira mi vencejo la loma,

no había primavera

ni lógica aguantaba

este Ara de hipérbole

de tierra meseteña

de tierra sepulta castellana.

desnacer mío

el terreno me aguarde,

inquebrantable dicha,

visión de mis dioses,

vigía perenne,

oye la lluvia,

no preguntes

tiene miedo llora silencio,

recodo alumbrado con espinas,

llave de mi pecho

destapa dragones y fieras:

Dardo senil de esperanza inmóvil,

caduco, inmortal

para renovar sus hojas

en ascua etérea del mañana,

carne de viento que espera

el cielo, obtuso, abrumado

cuajando destello arrebolado,

cuando se desgañita la vida

por el esperado ocaso

que vieron los ancestros.

85. NÁCAR FIJO:


Gualda hiel

me abarca

recto coraje

desde cóncavo iris

a mi pecho abierto

enraizado pecho

de esta amapola

ababol de sangre,

de esta ceniza

a otra aparente,

la mía.

Flor de sierpe

anidada,

desciende

aveza que encuentra

mi fusil,

derecho de llama

flama sin directriz,

merced

huye

mi nueve será eterno,

sin licencia

ardiendo abismo

en gota extensa,

lacustre rajado

de Villa Rica

creada por mi tijera

yesca

en vetusta silenciosa,

disculpen

vidas de un día,

yo poseo sangre

y mande que resuelva

sé cómo emplearla.



86. CAMINO DEL ESTÍO:


Páramo de mi nervio,

aguantas el tesón

del estío estirado,

ya la lozanía te languidece,

tu soto caduco de forraje,

el ocre te vence

tú que desdentado de savia

ni pereces,

por voces tus cumbres

se hacen mesetas,

inmoble color del hierro,

tus tierras levantan,

con palpitar que al cielo

clama su llanto.

desde la pizarra

al canto rodado

sólo montañas no guardan

tu sed de antaño,

brezos ya laten amarillos,

compases al verdor

de la sombra de santas encinas,

bosque esquilmado rocoso,

denso musgo marchito,

¿cuál la tierra madre?

¿Cuál la piedra oscura

en la que muere la tarde?

Dulce tarde con oro trigo,

sin rastro quedará la seña

y el silbo del ganado,

llamo a mi astro sosiego

permita a la nube avanzar,

paz sin recuerdo en la hondura,

caduco parece tu vientre sereno,

sólo al dormitar de simiente,

un molino corta la áspera onda.

Ara que prevalece su trillado esplendor,

su llanto del cielo gime

la tierra castellana,

estampa dorada sujeta,

por la que la vida marcha.

Camino de Humanes que sigo,

por ramblas padecidas,

sigo el camino del hueso,

para entablarme

con las espinas de un endrino.



87. SUEÑA LA REPRESALIA:


Sangre expiada,

ceniza aparente

de quienes eran,

incierto azar de las armas,

oscuro riesgo,

desdén del tenebrio

encorajinado,

parca ilusa que todo abarca,

sin oír a los Dioses,

simas y ríos que nos ignoran,

¿Qué campo no me atestigua

en ocres muertes

todo lo que la tierra devora?

Esta avara tierra

que relame sus crines de plata;

Y su destino no embellece,

justo de ala nueva perenne.

En las prósperas sienes

de regocijo,

acogedora sombra del blanco chopo

y este opulento tejo,

que al muérdago muerde

aguardando convencer

a las tres Hermanas de Negros Hilos

no me hundan en el abismo.

Mi musa cautiva toda de nieves

yo, de bronce,

niega ser de origen innoble

con ocho lustros asidos

opresores,

púrpura brillante,

esquiva,

pureza en jaspe

de luna,

del arroyo fugaz

bebe y el viento revolotea

sus suaves cabellos finos

fluctuantes,

se encienden

mis tibias cenizas

por amarla a ella

lágrimas sobre fértil vid

que engalanan,

Valgio abre y llora tu torrencial

desde tu hogar caelis,

deja fundirse contigo al Aquilón

cae tus espejos deshaciendo rastrojos

cabalga tu agua

por estos estrechos campos.

Abstruso tonelaje de mi pensamiento,

hosca patria mística

de amor furtivo,

trémulo de lo que el querer quiso,

sin falso engaste avanzo;

el poder del cuervo siento

ese único que visita mi jardín

a las nueve.

Por oscuro aflige

que ya no es celestial,

ni aunque el cielo fuera pardo.

Vetusto, geométrico, áspero

mi desliz absorbente

como un torbellino,

que ya las penas

de mi olmo desnudo

no llora

ni la belleza refugia en esfinges

sus torres que son de la tierra

como señeros de vivos,

raudos árboles enhiestos,

en su copa

que bebe al tiempo.



88. NEGRO ASPAVIENTO DE UMBRA:


Ahuyento el crujido,

el espasmo de viento nocturno

que fuma mi cigarro,

es una violeta opaca sombra

su éter de persiana roída

pasaban yertos caminantes

sus ciudades que les negrean,

un suelo quebradizo

blandía figuras

con espasmos de cobre,

por faroles y fuegos,

luceros, edificios de leche

y hormigón,

perdición flagrada

en toda dirección,

un segundo vuelto atrás

y observo detenido mi desquicia

se alimenta voraz

de estos cielos de plomo y zinc,

solo una vez más

miro mi soledad desde el otro lado,

y se espanta el negro apuesto de vacío

empedernida luna sujeta

por filamento malva de la luz estrella.

cuento 999 y aparece mi cuclillo,

asmático suena mi grillo,

el segundo ya vomita otro minuto,

no me cuentes reflejos

de ávido camaleón me visto,

semáforos disléxicos

me cuentan de mi azar de visión

por la que enfermedad es alegría

y nacer la misma lechuga,

hoy volaré sobre un vencejo,

avistame hondo, fugaz, pertinente,

crispado, retenido entre mares de tierras

a lomos de un caracol que cabalgo,

y no me vence la luciérnaga matutina;

negros soles me cuentan

que su luz es sólo un respiro del Creador,

la tiniebla ganó al tres en círculo

y el mundo se puso de cruz,

mi tuerta creación,

sonido ciego

me avasalla la abierta ventana,

un crepitar valiente escuchó

que abrió sus ojos,

y un irisado que la noche clama

se desperdigó,

era tiempo para volver atrás como

las plantas silvestres

que se hacen las muertas

por qué pues porque siempre están,

como rey lucero

es certeza de mi magna

espiritualidad que ya nadie niega

ni con gafas de Sol.


89. TRENZADO DEL TERRENO:


Abro de mí, la rigurosa sombra

acogedora de mi blanco almendro

fresco dosel que presta almazaras

llenas de olivos,

hermana del negro hilo

cuándo mi jardín florido.

Rasguña con tembloroso sigilo

de savia dulce su arroyuelo.


Blanca luna que me reflecta

en los sabios bosques.

que sus mieles Himeto me concede,

colinas serenas me aguardan,

y en las prósperas perviertes,

apacibles bellezas

parirán tus ojos;

Lágrimas sobre mis tibias cenizas

de aquel que duelen y sigue

porque son del poeta que te ama.

deshecho en espumas trenzo

vaporosos ríos de mi sangre,

vernal lozanía

que aún gozo

como luce la flor sepulcral.

Ceñida cabeza tuya

de las rosas más vivas,

¿Quién cauto te hará cortesana?

Raudos Lapitas no hay futuro mejor,

el viento me pulirá su acento,

bien funesto que considero

que me sembraron

de la bronca hendidura

que no sucumbe ni se hiende,

Baco enseña haciendo danzar Ninfas,

aguzaban sus canciones,

pobre labriego este que nunca se dio,

pilares auras según lo pidan tus liras,

¡Oh Calíope!

Musa de mi lenta melodía,

tráeme la fronda verdecida

de tus mantos vestidos

de Ferento la sola campiña.

Sin feroz hija hambre,

yo providente augur

de todo lo que amo;

Al escondite del alacrán

no proclamo,

por doquiera me dirija la suerte,

veo la oscura tempestad que anuncia

que yo estoy bailando en la luz

para poder bailar en la oscuridad,

Galatea la corneja no me espantes

que mi buena remembra.

alma présaga de lluvias

que a la flor incitan,

yo que en pulido ribazo

quiero prender a Ninfas de flores

absorbentes de miradas

y de fugaces estrellas.

Amor tan torpe

¡Oh mis castos dioses!

soy yo humilde

un ser hermano de la tierra

que no permite

ni a víbora ni culebra

le retiemble

la paz diáfana hallada.



90. DIESTRO DEL MAR A LA MONTAÑA:


Fuego trenzado, galopado

crepitando el amor fulgente, estridente

de mi madrugada

que avanza que danza sin balanza

el infierno silente de la mañana ampliado

río de mi sangre que colma el páramo deshojado

donde vive donde crece mi chopo viejo

colma el terreno mi sed de abrojo

diestro mi hálito exhala su desliz embelesado

nacarado, embrujado, por mi mujer

endiosado, extasiado de miel y ambrosía

repleto, lleno, colmado, extasiado

mi río de sangre avanza no se detiene

corre del mar a la montaña sin mostrar despecho

de grazno escondido en cada torre

el idioma de la noche se hace presente

tiempo que corría muerto desde

mi sótano de luz

a un horizonte tenue por conquistar

corría la lagartija sin desdén

por enternecer al horizonte diestro

del mar a la montaña dispuesto,

de pieles extasiadas cantaba

el surco del reguero de mi vida

por florecer en la arteria del lugar

graznaba mi alma a los soles de espejo

fuego trenzado en cada ciprés

que me sostiene

que mece el amor de mi sangre caliente

era llena, habitada por la flor

sólo allí donde reposaba la belleza

allí donde ardía el sentido

enarbolado, flamígero al ojo del cuervo

bullían rebosantes mis fuentes

esas por las que se colgaban

parcos los árboles y enamorado

el suspiro acampaba la tierra

de piel de nuevo

esperando mi vida quieta

la ascensión de su alma al cielo

atochas de esparto me sostienen

para tener yo sangre de tierra

gramas me florecen en invierno

el beso congelado

del Tarot helado de mi sangre

hoy gime el tiempo en mi ventana

quien lo viera marchar de cuchillo

de espino y girasol helado

hilvana el viento corazones en los álamos

para que despierte feliz mi Sol,

y concluya el tiempo de la madrugada

de mi vida en fulgor

que dibuja siniestra el corazón

de mi albor,

ese por el que descansan horizontes

crepitan montes, las aguas

brillan fulgentes estallando

mis veintisiete fuentes

como gotas tiene mi vida,

fiel mi caricia anhelante

de una sed por la que revive el inframundo.



91. DISPUESTA GRANA MALVA:


Diestro tapiz me unge,

cabizbajo de este gris

que desnazco;

se amilanan de grana

guadañas que me cincelan,

no me iré de mi abismo

ni en él terminaré de hundirme,

ni este cielo acabará

de blandirme,

quebrará mi espejo de espejos,

y similar me encontrarán.

Mientras subiré por el costal

de mi camisa todo lo que veo

un azul teñido de mares de tierras,

como es arriba es abajo,

soslayando me encontré

con un camaleón de quien yo era,

hoy afirmo que lo vivido valgo,

de vidas de un día me aguardo.

Manantial displicente esquivo

es esta boca de tierra que rehúye,

una vida y un arrebato colgado,

una sinfonía de grillos

que reverberan las fuentes

y sus encinas y sus quejigos,

sus rocas y sus nidos,

sus lunas y sus espejos,

vine que me estoy tejiendo,

una carcasa y una flor

es por mí es por ella,

que el color nace color

se abre paso una rosa bermellón

por ella es que reverdece

mi corazón.

Y un ocaso malva

se escuchó entre los dos.



92. ALBO ESPÍRITU AZOGADO:


Abrí las rojas puertas

del fantasma de mi corazón,

despertaron grises leviatanes

como agujas sin cabeza ni redil

era él un fantasma puro, impío

un último respiro alzó

a mi cabeza,

y caí de rodillas

a otro mar

a otro mar

el suyo sin calma

ni espumas purpureas,

abrí esta vez las ventanas de mi pecho

esta vez como si alguien las sujetara

en mi propiedad

de fría carne,

un pulmón marchó a una rivera,

el otro perdido marchó

a otra con mi espíritu,

quedaba mi cuerpo como frío, desierto

páramo sin espacio sujeto

donde anclar señero de luz

mi pecho, el otro espacio

de mí desierto

oscuro como opacidad

de noche de soto sin luna

sin luciérnagas del cielo,

sin fusiles que clavan su plomo,

sin faroles ni lucientes

provocados encumbrados

como este vacío que ya cansado

no más habita mi espejo de alma,

mi pecho partido enraizó

la mejor flor que la vida

pudo darme

como espina para clavar la espina

de mi vida y asir

cielo y tierra en marea

de primaverales caricias

albos ojos fijos

en auroras que marcan

al violácea arpa de mi despertar

creyendo sus ojos un sueño

para habitar.



93. ENDOSELAR CANTANDO:


Anquilosada bruma negra

me yergue sin piedad,

allá por un fatídico recodo

danzo, danzo con mi lobo,

viles me destrenzan

como muere mi Dios silencio,

era un cable un tranvía

que surca la mente,

por fortuna hablaba mi otro,

un puerto y un barco,

abría de mi pecho

un trémulo espíritu

aullando vespertinos roces

de costillas enlutadas:

Hoy una luz vana

me escarcha el alma,

debato con mis Dioses

dónde quedó mi destino,

acaso merezco acaso desvanezco

puro como lágrima del cielo,

mi tardío quizás diga,

mientras este castigo,

seguirá crujiendo mis huesos,

crascita la belleza

entre los barrotes

de mi calavera,

mientras seguiré

pudriéndose

mi vida en silencio,

como pez en tierra

soslayado de cielo,

lo siento mundo

ya soy completo

un millón de mentes

un millón de mentiras,

esta inspiración no me hace libre,

miedos, ilusiones truncadas

contra el ateo

no me imagino

como un pez sin boca

sin creer en nada

camino la ciudad

que negrea el sentido.

tu cara diviso

ya puedo morir a gusto

hasta el nuevo día,

hasta trenzar ocasos

del alba y su espuma malva.



94. RESURGE EL AÑIL:


Florece agua ignota,

azoga tus blancos corceles

de rocío sereno

sé bruma gris de abrevaderos

juega con mis mariposas serenas

de los vientos, fragua mi sentir

en tus venas pedregales,

bebe mi sed como un desnudo ayer,

entre flores del paraninfo yerto,

augura mi suerte entre tus vellosidades

colmadas de savia joven,

un reverdecer anhelado

que tantas espumas aguarda,

madre de mi blanco chopo,

tu cristal luciente;

Cuántas eras yo he conocido

tantas vidas más longevas

que la mía,

osadía pulcra de espadas azules,

cuchillos calizos de cerros

castizas fuentes

en ramblas del terreno,

rieras soterradas al sosiego

de vid y centeno,

hablase yo entonces

de un sol que desgasta

de cincelados bosques

de espliego y atochas de esparto

del grillo solariego

que abre el sendero,

baja vida tus espumas verdes

de paz y sosiego,

vence tu paz sepulcral

al fervor de mi vana sombra

que no te puede,

háblame tus hojas

bailando, jugando con el viento,

de este otoño que no llega,

ni su bruma honrosa desciende.

Tráeme tu febril aleteo de estambres

clava la simiente esquiva

que raje la tierra,

contigo el resurgir de las estaciones,

pariendo el desnacer

de toda muerte en color

de simiente.



95. SOCAVA MI TARDÍO:


Indemne acontecido,

en solaz yaga sin fresno

ni alta haya secular,

jamás aplacado por solanas

ni fugaz línea de chopo ferviente,

singular atarraya de vientos esquivos

su páramo veloz de ocres del terreno,

vino a plañir mi alma,

entre oscuros cipreses con sabor a dama,

soy tocado por el rayo de sol,

esta sequía que escapa

en el sitio del ángel de tu mirada,

miro por fuera y el centígrado decrece,

gramas envejecen mi calzado,

te encontré y llamé a tu corazón,

déjame ser agua en tu boca,

lejos brillaré por dentro

un placer preso,

y sus vendavales furtivos secos,

es hora de anudar el firmamento

en una falange y en otra llamar

al viento mi padre.

El río se sembrará de altos árboles

y sus peces anidarán en sus copas,

vine a perderme

por si aún no me he encontrado,

haré de bocas esfinge perdida

por cuanto yo he conocido,

perdigones reposarán en las ideas,

golondrinas llevarán besos de auroras,

yo me trenzaré como el azabache

que llora la noche,

una flor de sombra enraizará mi pecho,

en sangre de amapola negra,

como mi sangre oscura,

vine que se deshizo mi ventura,

por este ignoto torbellino

sin ventanas al pasado,

tejo que yo a ella consagro,

como niebla y bruma

que sin ella otoño no hace,

pregunto a mi lobo esquilmado,

sus bronciferos vellos me responden,

que dicha no es labrada

si no hay manos de recolecta.

Como recompensa trae lo sentido.


96. TIERRA A RAÍZ, SOMBRA A IDEA:


Por la vía

que los vetustos

olmos blancos

protegen los desnudos álamos

que aguardan erguidos,

al descanso de trémulos corceles

y sus carros, cruzan sin herir el sendero,

abatida mi contemplación

fue silenciosa entre páramos

angostos esquilmados del ocre

ardiente, encorajinado,

como un negro suelo que rozo

con los ojos.

La sombra que un ciprés rutila

se acrecienta erguida, ahilándose

con aspavientos que retuerce la luz

sin franco obstáculo.

Era de la tierra habitado

un bronco grito sin suerte,

refirió su desventura

y miradas no esquivaron,

quedaron vistas cuatro espigas

juntas en tierra arremolinada,

por las vides de semblanza

y el resurgir del añil

del santo olivo,

misteriosa sombra de ciprés

háblame como se habla a la primavera

para que se lleve los fríos,

quiero compartir tus preocupaciones

preservarte como me preservarás

cuando muera,

al sigilo del rojo brezo

me alzo como flor

que la primavera arrebata al invierno,

y abeja que baila sobre coronas,

como agua clara

que da la misma luna,

así como tú sombra,

yergues tu profunda pupila

desde la misma senda

que te vio nacer

pura, limpia serena

aguardando al alba

tu desnacer

que tiña tu ojera suave.



97. SIGILOS DESPOBLADOS:


Aciago escondo

los faustos de mi recuerdo,

abro la verja donde crece

mi árbol muerto

imploro abran sigilosas

guardias en noches

que apelan tranquilas,

como grutas de mi arrebato,

esculpí mi torre de bronce,

como pasa ciego rayo

entre montañas,

razón impele

baja Calíope

reina musa

afrenta lenta melodía,

yo abriré cadenciosa lira,

aplaca en hombro

la vestal Hispana,

compadecida arrasarás

cuerdas de conciencia

despertaremos del sueño

a gloriosas ninfas,

tañerán tambores

el duro sabor del hierro.

Vidas opulentas

abren y cubren

la tierra cultivable,

sustituyen a mirtos y violetas

junto con sin fin de flores

que esparcen,

y parece su aroma

de la brisa apropiarse,

funesto día

que traía la impía mano,

la afrenta de sus campos,

me imagino aciago

como fragua del fuego brotaba

sangre del candor del hierro,

agota mi huidiza pluma

por cuantas realidades

no he conocido,

hasta decirme yo basta

al mal no he conocido

mi dorada mediocridad

tolero y acepto,

¿Quizás algo más cubriese

mi dicha de diáfana bondad mía?

Que al mal de muchos no acompasa.




98. VIPERINA FALAZ DE TIERRA:


Sin ir más lejos

nosotros somos de tierra

somos alcarreños

somos del mismo metal

que las estrellas

hierro fragua nuestra entraña,

metal y simiente hijos

de la real abeja,

fuego brota en nuestros ojos,

siglos del barbecho

engendrado por el soto

de la encina y el esparto,

somos compases del miedo,

jauría de zorros al acecho yerto,

vívida estampa del hielo,

sinfonía sin acre desnudo

somos acre de espuela

y vid de nuestro camino,

fervor de silos dormidos,

auge de la espiga

remanso del irisado girasol,

somos lo que ves

es nuestro paisaje

de sangre ferviente,

y espuela doliente,

gira mi arado

verás que sigo al mando,

recuerdos ahogan

la madre compostura olvidada

padre cernícalo por angosto

valle de río dulce

y senil valle juicioso

abre magarza tu esplendor florido

con el ababol y su sangre de tierra

abre sendero al reposo de Castilla

con su sequía herida,

cuántos siglos no te han visto mudar

tu aciago terruño paisaje entre cerros

y febriles solanas

donde el tiempo

escapa angosto.



99. CELADA QUE DUERME:


Veraz acre que el otoño juega

con sus alas virginales

en mudas que el verde siembra.

Era una blanca luna de espuma

con las que el agraz de la uva

jugaba y ante ella

una belleza ambigua inclinaba,

y entre breñas hacía que dormía,

amenizando los céfiros

y arroyos magnos,

no pude verla errar

por mi sagrado bosque,

abría su lira y se escondía,

mordiendo la negra víbora,

pude regresar más valiente

entre estas torres de belleza

que se erigían,

entre escarpadas escalas

de todo lo que nunca se marcha.

Jugaban los corzos suaves,

sin tiempo ni lobo,

rudo tronco indemne

se aposentaba

frente a la muerte,

de sus vanas cortezas secas

florearon brotes como espadas,

que recorrían hormigas,

serpeando, esquivando

a la gris araña de cueva y madriguera

en acecho yerto.

Se descorchaba en grietas

como mustia caricia

que lluvia no anclaba,

preñada su savia aguardaba

que el tiempo perdonara

con pretiles gestos

de retozos de chubascos,

mientras la carcoma voraz

no cesaba su caminillo

entre sierpes grises

ahondonaba su madera,

su destino pertinaz

que ya preguntaba

si habría un cielo para las plantas

donde renacer aquel purpúreo chopo,

que años ya no surcaban rigor.



100. CANTAR CON SILENCIO:


Un pasaje a la otra orilla

miraba la vida huir, desvanecerse;

estela vencida, afligida,

mirar la otra orilla

un fresno dormitando

una hoja colgada de una tela de araña,

aguantando leve la insepulta tierra

a deshacerse,

esfera verde naciendo, apostándose

en hondo destelleo,

súbito sueño desnaciendo

su caminillo de hormigas

de labios grises.

Dormida yacían sus trenzas

como sedas ligadas de azabache,

leves, acomodadas,

tez de tu hermosa cara,

bajo mi cielo un lamento de gloria,

portal abierto de tierra,

mirada pedregosa entre monte y abismo,

bruma frena, envuelve,

de impiadosa niebla gris,

impelido me conduce su profundidad anclada,

un sol oscuro busca respirar su luz,

confiante, humilde, la guarda,

ojos de otros ojos

apostados en mi sien

imagen de mi imagen viva,

resucitando,

como nunca desvanece esta suave

nube rígida

que es mi amor a la vida.



101. BOGARÉ PIEDAD:


Vuelve

que vienes

al final

sin comienzo anunciado

regresa a mi partida

es mi vía

tienes vía libre.

Asigna un número

solo hay un nueve y un tres

doliente.

Estrecha mi cerca

encuentra sin hacer la tres catorce.

Tú batiente señal

de espejos,

relojes extensos quebrados

que sólo conservan el sonido

de quienes fueron,

sin directrices sin honor,

sin cuerpo, sin conciencia,

yo sólo al tiempo

le ordeno

le disparo un segundo traspuesto

¡Salta!

¡Muere en el recto hueso!

sube bajando la altura de mi escala

intangible,

me asignaron un laberinto de espejos

pero tengo runa clave,

mi dios Gemineye

y su ojo sangriento,

¡Salta! acaba contigo,

tiempo pulcro

de manecilla destartalada,

voy sin espejo

camaleones sin mi nombre hagan fila,

venzo que estoy dispuesto

¡Salta!

acaba lo eterno,

cesa mi terco aljibe,

guadaña afila mi Espica

sembrará su casa,

tejado a mi diestro empeño,

solana de mi grana sangre

soy del trigo nacido,

una fiel semblanza,

¡Lugh!

acoge mi oro de tierra,

Escucha

desciende mi sol,

treparé tu densa luz,

¡Salta mi puente que tú me creaste!



102. TARDE PARDA DESCUBIERTA:


Puerto incierto,

al que no me arrastro.

Espejo sin gloria

mi vertical sinestesia

flor despide el beso

por cuantos aojos

ha robado.

Ostara dilectus

blándeme en mitad del barbecho,

me presento ante ustedes

mis abrojos creados

oprimidos ustedes

yo de surco hago pecho,

por roca madre

unge mi clepsidra

una sangre de vida,

corren presentes

las sucesiones difuntas

de Quevedo.

En osamenta te anunciaste,

matriz inquebrantable

retemblando mi alma,

leño buscando cruz,

casi podado mi soporte.

Natural en bestias,

frondas y animales caminantes,

dóblate frente mi ceniza aparente,

busca tu estirpe,

pordiosea las tierras

en busca de tu miseria,

apacentar tu labio sin prisa

es colgar una estrella por su luz,

trilla mi trigo

raudo frente la gloria,

sigue mi eternal lastre

humeando esquivas cegueras,

alta celda que henchir puede,

la destrucción encapullada en sus pestañas,

brillantes tapias,

corral sin lustre ni yacente ángel

asistido,

soy el dueño de mi propio cementerio.



103. REDENCIÓN SAGRADA:


Cuando los ángeles desertan a morir,

en los ojos de otros ojos

estás buscándome,

me despierto;

los Dioses celebran

un silencio sepulcral.

Colores me evocan de la nada,

ruido cómplice aborda

como navío tiznado al 2025

senderos del mar de tierra

que abre mi lengua en tu guarida de boca.

Melodiosa suerte de la máquina de tu cuerpo,

tonos sobrios, vespertinos

absorben la mirada como filo inexpugnable.

Absorto cae el tiempo en tu sangrada candente

azada dispuesta, es tu verbo un franquear de desvelos,

que respiran estrellas fratricidas.

Es un solo cuarteado en siglas,

los soplos resplandecen vibran al son de nueva grama.

Sombras inmobles cuentan de tu respiro

infranqueable, por jóvenes tapiales

de tu inexorable, florido, grandioso desvelo

de metales,

cobres anidan campanas de media noche

aguardando el surgir de lo sepultado.

No frena la sintonía de tu saliva, una,

ensueños duermen llamando se cumplan los anhelos,

cuando los ángeles desertan a morir

tu mirada se enciende, abismos silenciosos se prenden,

tu voz se hace palabra.

Me sigues te sigo cariño de ternurita dispuesto,

luz enraíza tu alma, efímera en mi mano,

vuelve a mí una paz que ni los nichos toleran.

contratiempo por fuelle,

magarzas de otoño,

corona de reyes en primavera,

etéreas hojas a solas peregrinas,

dejando embriones por verso,

capataz de siembra única,

al compás liberando golondrinas,

punto de Sol a ciegas,

es mi mente surcando brumas grises

que me acercaron.

Vagido indeleble,

fúlgido yo destellaba tu sien sin marca,

caliente al arrimo de mi ser,

valedera fuga sin ocaso,

un caracol en un verso montado, arrastrando:

sacado del pecho

como heraldo sin desquicia semblanza,

corriente arrastrando cadenas de errores,

fruto de libertad

y conciencia sellada a ciegas.

Comiendo raíces por hechos

en fruto divino insoslayable,

frío de noche

bañando la casa de lo eterno

llamada Diosa de tu entraña

mi musa bella.



104. TRANSPARENCIA HABITADA:


Aquí me quedo sin casa, sin pudor,

sin vergüenza, sin intemperie,

sin descampado de viento, otros sones

no me tientan, sin cuerpo,

sin mi transparencia violenta.

Me quedo porque contigo lo tengo todo

y lo ajeno se difumina a otro tiempo,

ausencias habitadas, opacas de otros seres,

que dejan huellas perecederas.

Ya no sé a qué sabe una flor con tu nombre

ni si el viento pasa y se despide.

El sortilegio del destino se va cerrando,

y sus espadas como cuchillas de dientes

que me ruedan sentidos que a ti me ligan.

Avanzo sin permiso

los campos de abrojos

y cardos, se agrieta el sendero

yo al timón, del sentido de vida osada sin despedida

por esta vez,

las condenas siguientes

no alcanzo a imaginar.

Solo quiero lluvia precoz que reviva los charcos,

seguiré sin elegir nada

mi destino hinchándose,

como cebolla un día en agua

como apartar la vista

y seguir viéndote,

no quiero más vidas que sin la tuya

todas me parecen inertes sucesiones

de difuntos que no germinan.

Sólo suben la escala.


2/01/2018



105. AZUR DESNACIENDO:


Esencia intangible,

no hubo na terra,

que ni dioses

osaban mirarla,

ni albergarla;

ella sollozaba,

cual flores, incredulidad

brotaba.

Ella era encargada

de sembrar en ellas,

rocío perplejo

que en suelos germina.

Pureza

en venas;

lo que la perfección era.

Crisol no sostenido

por cauces febriles;

inteligencia

en mares secos;

abejas de ideas,

colmenas

con intelectos graves.


II

Que cubre valles y peñas

inusitadas

y sus penas ahorca;

su misterio

enhechiza toda alma

quién arrullarla sin dañarla pueda,

será dueño de la llave

que encierra a la virtud

no enseñada.



III

Cae la noche,

sobre ingrávido

lecho de mi juventud

acostando luna de cuarzo

entre áspero frío.

Cuerpo mineral candente

quieto en pantanos de tela,

retorcidos sus destellos

en esta nube de leche;

el fango fragoroso gira,

imploro a esta luna que ame,

y el morado cielo ladea

mi sangre verde.

es por este escarabajo

que llega el verbo.

Soledad, soledad tus pulcras alas

que vencen auroras de adoración.

Aurora funesta clavada la hora

vorágine o trasiego

LUZ que ignora

si acaso nace.

Tu liso, amarillo barco,

de oscuro torso.

Tus infinitos beso

dime corazón al apoyo

de tus párpados.

Cuál profunda verdad

en esta espectral rivera

de ondas líbicas.

Espuma densa

de océano de ideas entregado.

Profusa ascua invencible

es mi dolor que más no quiere

retirarse;

que sentencias invade todo ojos

montaña de hojarasca;

cristal de pulsos

que tu imagen toca.

Suspiro fresco

en labio extinto de sombra

día que no se encuentra,

su densa forma.

Cuerpo con agua de estrella;

querer vivo que llega al aire,

tiende y espera.

La muerte que renace

por fuegos de brea

en el aire.

Abren batientes pétalos

de viejo silencio esquilmado

estallado esplendoroso.

Acurrucados sobre un lecho

que la brisa abre;

trocados rayos de sol

esquivos, en plano de verde follaje

por azur causados.

Astuta golondrina encontrando

la dócil rama.

Mundo sin mentira

de la vida,

se abre este mi manantial,

reluciente de esmeraldas, desposeído.

Y todo siente:


-Que la sangre miente.


IV

Terruño ojo victorioso

aplaca sus arpas irascibles

estrujando abismos dolorosos,

petrificados.

Reniega la boca vegetal

casi viva

promesas en frente de violetas.

Cantan amando el claror

lírico, estremecido

coágulo de viento

en cientos de porciones

esta luna quieta

que semejanza quiere.

Descubierta la zona umbría

donde yago de yacer.



V

Aplasta mi sombra

contra sí misma

derrumbando opacidades

de granates profundos,

ballesta súbito forjada

a tu entraña.

Derrite mar de boca

que pide extensa

negra noche

y sus espectrales corceles.

Tiembla que rueda

paz, orgullo bello.

El desliz, ráyame firme;

conservo mis principios

numerados.

Reluce mi roce pulido;

entre-cielo asido;

palpita mi iluminada tristeza,

haciendo camino.

Vendrá mi torvo grajo

se constatará mi lucero roto.

Turba mi aliento

bajo mi pecho la quiero

con montes limpios

enturbiados por sarmientos.

Delinean este viento.

Lividez plena,

fuga el desaliento

con todos los jirones

de mis ascuas.

Diáfano, ancho, repleto

a trote primerizo.

No cabalgarás,

no cabalgarás si no es conmigo.

Cabalga, cabalga

el llano, que sólo a mí lado

cabalgarás;

cabalga que sólo a mí encontrarás.

El Castellano

cabalga con su espada en mano

todo tu llano.

Hasta divisar todo lo que amo.

Sembrada el alba

que apacigua

la noche que negrea

en estela conmociona

mi luna extensa

que bajo ella,

siempre

estoy en taciturno hechizo

contigo y mi falcata.



VI

Embeberme la luz

sin forma en ojos distantes

luz de aquel fulgor purísimo

allá lo oscuro

en tiniebla sin padre.

Yo besé las amapolas de los campos,

buscando me embebieran

la forma que como eco

apagaba.

Heridora en cascada

se aposentaba mi bondad

aquietan aguas longevas

la feroz sien

que me dio mi padre.

Nota:


Embeberme la LUZ

sin forma en ojos distantes

LUZ de aquel fulgor purísimo

allá lo oscuro

en tiniebla sin padre,

yo besé las amapolas

de los campos

y heridoras en cascada

me entregaron sus hijas.

Nacidas tras yo sembrarlas

esta primera lluvia de septiembre 2018.


VII

Cuchillo que tu voz asesta;

mi pecho sin coraza hiende.

Camino mi desvelo enjaulado,

cuenta atrás de la tierra quieta

y sus grillos asolados.

Oh me olvidaba.

Esto es la resurrección.

Indemne entre losas

de azur firmamento.

Respiro entre rosas

las espigas por llegar.

Dilata los verdes la tierra

sosegada dicha trasiega,

un día cenizo

de esta la otra primavera.

Estoy escuchando semi-recto

el retemblar de hojas huecas

sobre la gravedad

de un arroyuelo que fluctúa

cauce entre la copa

de árboles;

sobre semi-vacío cristal

con limpia brisas

encima de un blindado

cantaba, dictaba

antiguo sargento

su presionar, disparar

como hueco

en la ausencia del polvo.


VIII

Abrid la ensenada al capataz

del brillo primero.

Tímida la floresta

escondía sus amapolas.

Núbiles gestos danzaban

la cabeza en loma

que silvestre evanescía

el coraje de la flor.

Vuelto mujer por Ostara.

Patio de perdices

que soslayaba

entre el quejido

de carrascas afiladas.



IX

Hacían sus hojas

mi última espada.

A mi izquierda

el peso

de su hierro estable.

Sibila destrenzabas

tu cándido mirar,

en fraguas de belleza,

inviolada.

En tus altos,

profundos

ojos de ámbar.

Luna que en fractura

recorre mi tejado de alma.



106. PANIDA DEL AZUR:


Saeta de prisma,

enardecida amante solar.

Reminiscente umbra

alegoría de carnal flor.

Lejana entraña de hoz

letanía viste que exuda

su sátiro perfume.

Salmo de noche,

voz mitad alma la tuya.

Elogio de estambre

¿Cuántas voces acallaste?

Eufórico vientre ardiente,

soy yo hacedor de luna fija;

claror que fulge, fragua

estertor verso solitario.

Este será muro de mi alma

con enredadera de torre y almena.

Dejaré mis versos

en oscuro parral,

es hora vacía mi casa

hui, dejé mi alma con mi gato,

salí por gotas de lluvia,

las más frescas,

las primeras caídas.

Mi alma salió en mi busca

habló y preguntó

a la araña de mi patio,

cual dijo estaba tejiendo

digna tela su visión no pude cazar.

Preguntó al caracol:

-Al fondo ´

del verde a la derecha puede estar,

allí le encontró

tumbado en la grama

hablando con una malva

estaba pidiendo algo de azur brillante,

¿Dónde estabas ente mío de alma?

Te extrañaba,

Fuí por comida para ti,

-No me dejes más sola,

sin mí no tienes voz

sin ti no tengo vida,

ni la rosa en cruz su despedida.



107. RAÍZ DE ALBOR:


Broza esculpo,

sus pinceles verde-azules,

idea, hazme temblar la espera,

que tu voz dolida sea lengua en azabache

de otra noche que ya escapa,

y su vena escarpe por cristales

de vitreo haz,

réquiem blandido en un cielo de espadas,

anudada en tu cintura desnuda,

áspera, erizada ella,

mi idea,

combatiendo ocasos leves

que te dibujaron,

caos febril de plateada rienda,

estrellas miles la amparan.

Su muda vaga entre cardillos de la dama

y su vestido amarillo

de rayos acrisolados;

alto templo de erizos seculares,

caracoles avanzan seniles

profundo tallo,

bella eres.

Bella en sueños no me hablas

yo me quedé mirándote

para decirte:

-Si te encuentro, nunca te marcharás.

Desdén en este mundo de secretos,

en este mundo de demonios

buscando paz,

cazador corriendo la noche,

por la vana luz

cabalga el cielo,

un aullido,

llanto de un lobo,

miseria enraizada,

cada triunfo una escarcha

en hoja escondida,

que a la mañana verás morir.

Abrazo mi calma podando,

desmochando

lo que mi espíritu yergue,

forrajes miles acampan el corazón férreo,

mi vena coagula

al sentir mi idea

que al ser pensado el camino

no abandona dictado sentimiento,

cinceles esculpen mis manos

que siembran este beso etéreo

por tu caracola.



108. MI PARRA ENTONA:


Rezo a mi baxa lira

retiemble, rehogue

entonando mi bajo acorde

alineando el dulce indulto

de aquel abismo

sentencioso que rige,

que diluye mi Génesis.

Mi gnosis ya no siente luto

a tu tersura abre clamor

de sinuosas espadas.

Siembra vencida

en tus muslos férreos.

Aflicción de espectro sosegado

agitando silencio

de inefable olvido

y en su jardín

blande un grillo.

Marco solana llaga

destapa su enredadera,

dejé mi vida a la espera,

emparrado de tu gesto

flores desangradas

clamando al cielo,

arboleda con sendero queda,

estancia yesca

que mi sombra la tuya adhiere

en soldado pudor

de onírico trazo

encarnado, habitado

como llamar la luz

que antes que la sombra

estuvo y fue.

Tapias de verdes acres

junto un molino,

tras las sombras de las parras,

afianza mi carruaje,

giró silenciando,

gritando un no me olvides

tosca piedra no eres,

hoja refleja, resplandeciente nido

fúlgida aureola,

fauces de acrisolado abismo,

tornasola que reverbera

sombrío acero

de tu eterno prisionero.



109. SURCO QUE LABRA TU SEDA:


¿Qué furor es tuyo?

Digna fronda impalpable,

soberbia, blancura madre,

golpe abatido el vuestro

de filo cuchillo

tu resistillo,

vida de tu vientre manifiesto

lejana Araucanía

por cuanto yo Castellano,

de ti he resistido,

ánimo furioso

virtud de mi brazo no mancho,

no querrán gobernarte

mi fiel madero,

afrentoso he quedado,

sed de antaño,

grandeza me secunde

y a mi ser abate,

lisonjera piedad

de justo labrador,

exención de cuerpo erguido

dorada cumbre

esquiva y exenta,

enojosa es hermosa

alegres vengadas volando,

el amor gobierna terreno.

Cientos fueron agraviados

de hondos senos

ventura resignados.

Serviré yo a su dolor

enjaulado escarmiento,

aquesta ungida perdición

ser cautivo libre

de mi afrentado corazón.

Donde alma encuentra medida,

carga pesada

de mi romo hierro.



110. CANTA MI SANGRE YERTA:


Mi sangre yerta, obra completa


III

Mi sangre yerta esquiva, humeante;

canta mi sangre yerta, granate,

el hierro de mi tierra por sembrar,

canta la amapola vieja, desvencijada;

sangre del corazón carmesí, rubí excelso,

granate lustre postrado.

Sueña mi semilla despertar mi sepultura efímera,

donde el muerto cave su vida,

y mi cicuta triste, desprotegida

enraíce el paraíso

de pieles sedientas y bocas sobre una araña;

hojas muertas, de mi vida escrita.

Corre mi otoño desde la vereda a la rambla,

corre mi frío desde el infierno

al río de flores desangrado de esta alma por ganar.

Encina yerta de mi piel esquiva, flamígera

beso de tierra y vid dorada al beso;

beso de trigo y girasol,

de cuchillo de espiga mi cante,

de zarza y espina mi amor

real como intangible, áspero y rígido,

bravo y valiente, duro y endeble,

metal y simiente.

Pan y niebla, bruma y cal,

mi carcoma sedienta,

niebla y bruma me desprende,

desde la boca hasta el pecho,

donde canta mi pasión sin despecho,

vive esta sangre caliente,

lumbre de mis tocones,

nube del cielo por dibujar,

a estampa de sed y viveza por entrañar,

canta mi umbral,

quiere tener soles y lunas sin gemir,

invierno llegas,

dibujando transparentes los miedos,

avanzas cada campo sin permiso,

helando hasta el sentido despierto,

oda de mi sangre yerta, humeante, dolida;

por mi tierra me arde la siembra,

y el beso queda escueto,

parco lo sentido enamora el hálito,

quién te viera marchar,

vestida de olivo y centeno,

de olivo y cebada,

de trigo y espada mi guadaña,

por la calma abrasas la esperanza,

en maldición cantas tu canción,

y los cuervos te rinden pleito de negra ala,

de grazno escondido en cada roble,

desde la piedra a la cueva

abrasas oscuridad mi entraña,

dibujas tu vívida estampa,

donde el tiempo yace muerto,

y solo las sombras te entienden,

solo las hojas buscan su nueva vida,

deste sembradío de niebla me avanzas sin piedad,

la dicha y el reflejo por ganar,

desde mi tierra encendida, hasta la parca bonita,

desde el cante a la maraña,

te canta mi vida quieta

este amor de la mañana

en tu pliegue de sonrisa y en la noche de tu cara,

suspira el rojo,

quiere ser río de alma y arrojo,

quiere nacer abrojo,

el espino mece la espina de mi antojo,

y la amapola amarilla,

sólo ella abre a la gran luz,

horizonte de mi piel que quiebra como ayer,

enamorado suspiro de frío,

enamora mi hielo,

donde duerme,

donde reposa

el amor de mi sangre yerta,

flamígera, apagada

dueña de mi luz y de mi sombra,

transmigrada a la espera,

de caudal y cauce sin igual,

viviré siempre yo en su siembra.

Vespertino azar;

Sol de mis soles,

era él hálito transparente,

vida de una vida en gota de agua.

Avanzo sin calma

mi existencia en un papel,

hoy no se venderá

al postor rendido.

Verá el tiempo

que no pudo conmigo,

ni desdoblará clepsidra

de mi metal furtivo.

Brotando mi credo,

abriendo tierras,

con orgullo del fulminado ayer

que se escapa en mis manos.



111. ETÉREO TU SOTO DE ALMA:


Halo umbrío, vespertino salmo,

estela naciente en pulcra unión,

cómo dos rocíos se forman en la flor.

Pacto alado mis falanges ensalman,

es por ti que se abre el portón verdadero,

camino en oración del semblante perdido

y ese por conocer.

Orando por mí mismo,

se abra el yelmo,

y mi cauce sea río de arteria,

en aleteo fugaz prometido,

que encarnan tus maderas,

reflejas piernas.

Recta clave de unión,

soterrada mirada,

sin conocer ni alzar te amo más,

pletórica, onírica mar

de tu efímera, socavada entraña,

por donde flores aguardan

echan ancla.

Última que es primera espada

de aliento y mi yermo,

te enraíza como primor embelesado,

turmalina esencia,

mi soberana musa cristalina,

mi arpegio entonado

en lira de mi carne,

mi índigo sollozo,

por el que nuestro castillo esbozo,

primigenia verdad,

sombra de idea,

hilvano, trenzo mi zarpazo.

Limaré el viento de nuestro deseo

ya se alzará nuestro reflejo

el mundo en un pulso de espejos,

umbría latirá nuestra caricia,

cuántos hielos murieron,

mi doncella escarlata,

los dioses dirán el tejer de nuestro destino,

pertinaz fuga de tu ramaje

por rauda estela que arde.

Dirán que hoy vine a verte.

Si acaso estuviese vivo que no niego,

morir por dentro es como nacer dos veces

y mirarte para que la belleza

de lo bonito que tú colmas

desde que el tiempo

me nombró tu fiel sucesor,

de a tramo y trecho voy manando,

abre mi solaz llaga de tu azul

que quiero fecundarlo,

besando tus flores que entrañas,

quimera despierta

Ostara de mis nocturnos parajes,

vengo a quedarme

necesito tu verbo alumbrándome,

quizás quiera amarte

algún día para siempre.

Aunque yo Castellano llegue tarde.



112. TIERRA EN EL VIENTO:


Ingrata luz sucumbe,

termina el día.

Yunque profano

en el padecer abierto de junio,

porfiada tinta

un ascua candente,

estridencia recta

del acento de tu boca.

Fuí de un mar hasta otro albor

buscando mi yermo.

Le creí inmutable,

lleno de sueños,

viajé cuantas primaveras

regalaron mis ojos.

Tapia de nadie

donde te vi deshojándote,

donde todo se alza fluyendo

imperecedera parecías,

alumbrada musa de mi carbón.

Nada se alza,

todo es vano.

Como un buque,

como una marejada,

como una febril tormenta sorda,

como relámpago en mitad de tu carne

como el gris

que fue lluvia de nube,

al fin en tierra

me marcho como las sombras,

deberán recordarme amada

que tú, crisálida cristalina

nunca marchitas.



113. PACTAN MIS FALANGES:


Pars quoq; denobis funesto sacucia morsu, Dum defeusamusdetho est ...


Sacucia temblorosa

me yace mi hervor de amarte,

anhelo inexpugnable

que no se rinde,

cercamos confines

levanta mi polvo

sacudiremos hálitos

y sierpes vespertinas

pincel de tu relieve

inmaterial,

sacia esta sed de antaño,

este puente

este puente sin tu cauce

posee mitad de unión

mientras dure el pacto

encumbraré tu rostro

alzaré sin aojo

un final que comience

como mi santa, bendita espiral.

Bregaré sin mi nombre

hasta alzar tu nombre

forja mi falcata

tornará crispada

este mi único

poderoso, inefable

origen de savia

y hierro,

vuelve, vuelve,

hasta nuestro solaz

destierro del fuego en el agua,

brota, brota hasta nacer tornasola.

Esposa de mi alma,

pasión

armonía llana,

dobla mi frente

giremos volando,

por nuestro pacto alzado,

elevado

condeno mi carne

sembraré

flores de lumbre,

flores de Odín

y tu yermo

será vientre mullido.



114. SI A LA SOMBRA CANTÉ:


No indagues el azar

que su relente tizna

a ojos indomables.

No luce la flor siempre

ni la casi viva yedra,

juventud y fortuna visten

como sombras huidizas

cual Escita sobrecogido

entre mares y el aquilón;

bebe de la fuente virginal

que la sierpe es honda vigía.

El mar de encinas

nos sobrepasa.

Las olas de tierra

son infranqueables

no vistas de alpaca

tu parda sepultura

los más duros son tierra,

el resto afilada ceniza.

Traspasa tu rienda

sé jinete de caballo muerto.

No dejes caminar a gusanos

cada cual busque y encuentre su lugar.

Por los siglos que llevamos

Nunca es bastante,

por amores dignos, pierde el hombre.

Aboco empeño que desafía

mi dorada, encontrada, mediocridad;

contenta ella sin miseria.

Azota el poderoso viento

mi erguido pino,

mi torre altanera jamás vencida

cae en estrépito para nueva siembra erigirse.

Júpiter dame ásperos inviernos

floreceré tus pies

con dignas rosas del atardecer.

No hay mal perpetuo

despiértame la musa de su sueño,

báilame la llama en vela recta.

Tiende el suspiro en el patio de mi araña.



115. PIÉLAGO SANGUINEO:


Mangla será mientras yo viva

efímera horda sublime

de esta mi tela que me abarca,

soterrada alma de cuerpo

sin vencimiento,

carne y hoyo

que ardiendo canta

por descubrir

su olvidado sollozo,

recta mi idea

te encara te avanza

que nací de nadie

ni siquiera para mí.

Recóndito verso

ni oro ni plata

cobre de este telégrafo

que oxida mi digna alma.

El muerto de quien yo era

qué piensa su magia

su digno túnel umbrío,

lo que no es de él

que su signo dicte

que su sino

consuma su recorrido,

el mío no acaba

uno, porque nunca comenzó

y siempre acabaré sin irme,

tierra, materia a tierra

aire que hable el viento

lo que siempre yo grito,

vela todo lo que no tiene sangre

osarse, completarse.

Mi espiga en noche negra,

mi raíz difusa

yo la retorno salvaje,

para que recuerde,

para que beba

mi ángel de plata

recuerde que su argento metal,

es y puede acabar

mi devenir sediento

granate perdido,

de mi don funesto,

mis alas roídas no son de ángel

sólo de señor murciélago.

La noche mi cauce

en piélago hiriente.



116. PAVESA EN EL VIENTO:


Esquiva esta mi criatura.

¿Desde qué oscuridad,

iluminas tus palabras?

¿Qué pulcritud aguada,

tiene la fe que cantas?

¿Cuál es tu cárcel de luz?

Que yo busco por ojos,

inerme vacío

acongoja mi voz.

apenas naufrago,

apenas tránsito

por milagro trémulo.

Tan hermosa,

va vestida la vida,

que noche escapa sin irse,

al fondo de la sombra

primorosa va tu frente

que mi sonrisa aniña.

Vagaroso afrenta mi fantasma,

la total, andrajosa mirada serena,

valerosa sed fecunda este cristal

de cielo terreno,

bala fundida en avance de mi galera,

lejana tierra, lejos de morir,

surca mi ara.

envuelve cobriza batalla,

soto sin fuga,

perpetuo mañana,

calvero de siglos arrojadizos,

ruina del azul

en viñedos de mi desterrada sombra,

sin tu amor en mi corazón,

canto como luce

y fulge el metal fulgente, crispado

de mi pecho hondo.

sonorísima fuente es esta sangre,

voz prendida surco

bajo los tiempos de hoz y ramaje.

Pendiente que al Parnaso atisba

encontrar allí tus párpados.

Desgajado borde

en huida de lágrima

por la brea en tu mar

y su claro sol.

Elegía de mi buque

pavesas que flotan un día

como ilusiones.

Es tierra yerma

en el viento.

Desenroscar puede

esta vespertina criatura,

que amamanta

que cría

la vorágine de mi estela.

Inmutable distancia

del vivir,

desnudando la perfecta revelación,

de nuestro índigo sollozo,

celindas y bailan

por todas las espinas unidas,

alcanza descíframe

a transparente pío

un sí bemol erguido

el bosque, la flor,

mi sembrado,

no retiemblan sin ti.



117.ALBOR DE PECHO ABIERTO:


Vas que los oteros desciendes,

juegas, ríes, galopas por solanas vegas,

el suplicio de tersar el aire

por vetustas planicies esquivas

te encuentro en la vega de oscuridad,

tomas mi mano

y te digo:

-Mi argenta vena si descansa

es para seguir creando.

Un regazo tu ternura

avanzo y tu lengua soborno,

quién parar pueda

mi ángel,

es una luz de sentirte,

una criatura vespertina

que imaginación lame

y reverbera tu solísima voz.

Duerme tu sueño,

acaso no soñé

que sigo vivo

en el regocijo tu pecho.

Santa encina puse en un tiesto,

al crispado albor,

crepitaron sus flores de tierra,

intangibles de esencia

bruta, acrisolada,

regentada,

insobornable, inexpresable,

saciada en filos de hojas

y sangre terruña.

Abre hórrida sombra

el nogal final

en apogeo de bravura

resplandores opacos de superficie yerma

sin color,

tenue cuchillo camina el espíritu

de mi pecho, sonaban ya de la tierra

sus tambores;

el resurgir crepita

no vuelve su sonido

sonaba un octubre inerme

entre espigas de suelo,

y sonrisas aciagas

sin diente ni aurora gastada

de alto cielo bajo piedras

y simientes del terreno,

se alargaba. la cruel,

la matutina, vespertina, espina

de mi nobleza;

averno del cual no me libero

si sólo solamente de él obtengo

mi amapola de fuego en mi pecho.

Cual conocen los hombres antiguos

que amapolas, ababoles rigen

la sangre de la alegría

en bermellón que llora la tierra

haciendo empíreas sus lágrimas

en ascuas de savia borde.



118. HACIENDO CARGO, DESDÉN SENTENCIADO:


Sigue recto,

ángel del amor custodio

imperando que la vida foliaba

caléndulas y hórridos sesos.

Suspiros de floresta

y gramas virginales,

sus hondas notas de cristales,

paraíso cuál,

el verde, el azul, el amarillo,

helechos que amantes

se escondían un umbrío soto sanguíneo.

Cañas de bambú ensangrentadas

espejos de zarzales,

oí leve oscilación,

de viento impelido,

que la sombra de mi nogal baja,

repecho de hombre inquebrantable,

con hija poema de la Tierra,

gasté todos mis talentos,

en dolores, plegarias y sarmientos.

como diría Gerardo Diego:

-Un hombre ha muerto, una obra vive.

Oído, nota, estría, vena, sangre, cadencia,

muerte, vida, sueño,

reloj, pulso, acequia, noria,

flor, pulcritud, espada,

elegancia, misiva,

guarda, cuerda, entona,

verdad, bondad.

Huyó la primavera,

reflorece estío insubordinado,

última gota

canción de invierno;

no suena ninguna.

Sólo el principio y final de mi cuaderno

que revive la quejumbre.

Abejas mías dejad

que la flor duerma.



119. LA UNA DE POLVO:


Se podan mis recuerdos

saberes presos,

por el linde despiertos,

vida de vida en flagrante estrella,


si por querer pensarte

jamás desapareciste,

mi Malva Luna

en Brea quieta, encendida,


disparos de un tiempo fulgurado,

mi sendero ya no corría agrietado,

miedos asesinados

de como solía ser


destellos fugaces acampan

mi destierro por las venas de tu alma,

silencio carcomido por olas de nuestro mar.


Pensamientos negros ya no me clavan,

ni hiedras me escalan

tapando mi luz fulgente.


No es tiempo de muerte,

mis cuchillos ya no laten hirientes

hermanos del fuego ahora son.

Al compás de un Sol mayor.


Perpetua una,

por el bajel del alma,

bajaba recorrida,

por entre encajes olvidados

me descubría,

el caballo del ansia mía,

donde empezaba a abrir

en sus piedras de ojos negros,

y la cabellera levita

por altas ramas,

donde acaba el sueño

taciturno de su sonrisa helada,

voy allí sembrando ojos

en sus labios áridos,

no me apetece seguir sufriendo

para ello sirvo mi aliento,

donde acaba lo que siempre

creí conocer más me detuve a envejecer

sin mecer alas cansadas,

el horizonte me cuelga la rama,

y yo loco callado pienso

en un tiempo que me apetecía recorrer

tus simientes azules,

en un mundo que mis labios cierra

tornándolos grises,

la idea vuela eterna del estado mental

por conquistar,

esta es mi vida

, esta es mi suerte,

pregunta a mi orificio demente,

que dispara por mi boca

la locura quieta que mía te arropa,

haciendo cálida la estrella

de mi popa

y mi ángel sangrando versos de hielo,

en el tibio, ancho, escurrido desliz

que me llevó a contarte mi verdad,

por la que quedaba frágil,

vulnerable sostenido yo

en un destino incierto

del comienzo del Alba a mi insomnio

que me da energía.

Que fiel asesinó la caricia,

en cama de ojos en alfiler

y patadas del sueño,

crujiendo mi ser en una araña,

llegó el tiempo de escalar

por si un día abandono

será cuando me vuelva polvo.



120. BROTANDO DE RAÍZ:


Dentro miro, florece el álveo,

un iris marcado, trenzado en espiras

fuego y su volátil marca de luz,

si nacer acaso partirse pueda,

sería una hoguera de púrpuras rosas sobre Galatea

y negras llamas, sería un camino denso,

como el crepitar de la forja

duro y endeble, maleable y quebradizo,

fulgente y voraz,

al encuentro de mi nuevo crepitar,

y volver a nacer del fuego

con su lengua que me sostiene

como la primavera a las flores,

desnazco hoy para volver a morir

y crearme de la nada,

ni la espada más aguda podrá

guardarme el filo,

agudo y ágil, duro de escarpia helada,

ojo de mi ojo,

carne de mi azada,

sol de los campos,

agujero de luz,

alma sin nombre ni alarde,

lo siento mundo

soy invencible,

de mi pestaña nació una nube

lloró tinta, mi sangre esquiva,

he creado vida

sembré un alarido de simiente,

le contestaron el verdor y énfasis

floreciendo silvestres caléndulas

un latido me alza

partiendo sombras,

soy pleno, completo,

y nombre puse a ellas,

tenían sabor a bellas hadas,

brilla este agujero del cielo,

cuelgo mis suspiros en verso

acaso bajaran,

pozo de mis recuerdos

en verde musgo

mi fantasma muerdo,

de una espiga floreció su vida,

de una espiga traigo la sangre,

de una espiga ríe el granate,

ocasos ocres, misterios en copas azules,

me bebe su cuello

la esencia erizada,

la belleza desmenuzada,

por el dragón de mi fría fuente,

no me verá caer la lluvia,

sólo ella y a su poder

alzo esta tinaja,

perpetua me lleva la acequia,

su verde limpio, sus florestas destapadas,

me bailan rizándose en mi pecho,

sus venas labradas

entre su cuerpo de tierra,

no me pisarán nunca, jamás

mis luces sembradas

de mis caléndulas arvensis,

mis silvestres flores de difunto

con las que recuerdo

que la vida

es más corta

que el paso de la muerte.



121.OPACIDAD ESTRIDENTE:


Romo metal

o estallido,

en cumbre de ramas

aullando sordas

bajo un viento

que llora su transparencia

ahora habitada,

Padre mío

dime tus fugaces penas

que cuajan

los febriles destellos

de luna pasajera

amilanando su alta ojera

traspuesta a rayos virginales,

en opacidad de soles hirientes

y ascuas empíreas,

es un soborno que alzo

palideciendo,

abriéndose mis fauces

tiemblan de oídos los cielos

contemplando rectos

sus cernícalos.

Mi corazón ya no más

es piedra rodera,

es aromo espinado,

con forma próxima

a espina mísera.

Abro tu blancura destilada,

justicia de la belleza, una.

Abre mi caracol de espejos

su deslizado halo

que oscuro sin ralo,

llena mi hueco latido.

Never more.



122. ALTO DIJO, COMO LA NOCHE:


Batiente ala negra,

oh, conjuro, densa bruma,

solísimo halo,

intangible esencia arrebatada

a lo oscuro,

que trepa aleteos de fugaces pájaros

grajos sin dentado desdén

que nerviosos estiran el descender del ala

de la noche, pulcra, densidad en yunques negros,

aguardando vil resplandor

de luz cansada, despertándose.

Sujeto mi estridencia

en estría parda caduca;

por cuanto sostuvieron mis pupilas,

como sombra arrebolada entre mares de gentes avanza

esperanzado su cálido refugio alzado,

nuez del tiempo,

germina con tenue raíz arcana,

devela anhela a su ángel de plata,

le tiene morada cobriza

de espinas de zarza,

levedad pulcra del hoy por mañana,

verán mis caracoles seniles

entonar por lamentos y cruzadas,

hondo reflejo dicta

que vida de un día

es no acabar postrer sorbo

sin beso ni despedida,

batiente ala remarco;

es escuchar a la noche

que estirado el día ni rasguño

inflige,

caparazón sonoro

de rudo ancestro

ella levanta mi coraza por pechera

blandiendo mi gloria,

que se me considera

poeta del viento,

entre negra sombra y su negra noche

el murciélago de mi antiguo morar.



123. SOMBRA, SANGRE DE AGUA:


Me hablan tus sombras

en penumbra dispuesta, sujeta.

Es un halo flamígero

iris de nueva llama,

enarbolando astros

en comunión de filos;

sigo, es un temperamento asido

del ojo de tu alumbrada calma,

cabeza de alfiler

que hila, que enhebra el sentir preso

en la tela de mi araña

es tu boca inimaginable secuencia

albor de metáfora madre,

que llora, que plañe

esencia laborada

en cuerda que carraspea

que entona, tu sinfónica saliva.

Por mi casa sin tejado

ocupa ya mi ausencia

desamparada,

en hondos sotos sin causa

es la belleza irremediable,

perpleja armonía

en cumbre de destellos en línea;

transmite cómo tú sientes,

transmite en nuestra ligadura

la conciencia tuya

para que baile con la mía,

cumbre de tu hipnotismo severo

acaso yo no sé quién tú eres,

mi golondrina de solsticio

mi azabache llorado en ojo sangre,

hematíes que coaguló el hierro.

Esquiva, indecente, elegante,

quiero sembrarte.

Rastro de mi cauce te riegue,

y broten todas las flores

en tus valles,

el río de azures desangrados,

nazca en la fosa nuestra boca,

sintetízame aparte,

sin ti no soy yo,

deja me vista

con mi traje de bruma,

sombra, sangre, densidad repleta,

esencial raudo, opacidad estridente,

sábana espectral,

suavidad de caricia,

levedad insubordinada,

lívida estampa translúcida

del matrimonio de ti, agua,

con mi ser, viento.

yo lo siento golondrina

cabalgo los cielos

en bruma gris descanso

tu osadía brotada

en efímera ambrosía.

Insobornable.



124. DUDA DE CERTEZA:


Contralto sin indicio vivo,

secuencia inamovible,

juega con el órgano de mi carne,

preludio de tu posesión certera,

sigue, tu duda no vence la mía.

Juega y ríe descansada,

a mi esfinge ni paz ni soga

basta,

acuesta en hondón de mi cabeza

cuantos quicios obré por ella.

Siembra tú mi bóveda de cráneo.

Espíritu de luz acaso,

cegadoras sienes

su intelecto grave

no germinan.

Brega sin ama, sin rienda,

desarmo tu tacha, alzo mi escudo.

Límites adultos, astrales,

descarnados

en tu pulcritud de infinito

que rige filo,

asiento personal paraíso.

Tres angélicas opciones,

a mi ninfa preguntan

cuándo podré quererte.



125. ABRE TU NÚMERO:


Ahínco, fieles cinceles abruptos,

en cósmica unión de mis pinceles

por lira de tres ramajes

dignamente inefables.


Sángrame tu voz en mitad de mi soto,

vergüenza de tanta trampa

no tengo.


Por venales conciencias marcho,

me deshago contigo

mi vil manifiesto.


Confieso mi afán

en tus batanes,

atraviesan tus escarpias mis cristales.


Briosa tu leve rosa azul

firme, esbelta;

elegancia en aire resuelta.

Humilde respalda espinas

y honrosos vestigios

clemente bogaré tu piedad

deslumbrada.

Azota tu alquimia tu esencia

y quinta esencia.



126. DEVELADO ASCENSO:


Metamorfosea mi cariño:

1

Alzo digno puente sobre el vacío,

culebra bastarda entre cadena y telón,

almanaque de muda en escamas escarlata,

2

flor de pecado sería morder

tu latido proscrito,

circuló mi sangre

3

noventa años por tu cauce,

Telón con mi lienzo

milagro en llanto

4

de anhelarte tanto.

Río chico que a mi pasión pregunta,

desde ventura, fondo o poso

5

hasta acariciar la brizna de tu corazón.

Verde es mi escarcha

devela, avanza

6

tu crisálida

de mujer exacta,

tendida mi araña.



127. BRUMA DE IDEA:


Tiniebla de la nada,

pensamiento, tormenta,

en sólo tres inciertas sombras,

tres telas en asombro por ánades

dudas pasajeras de calandrias,

chopos transparentados

en telas azules

proyectos de murciélagas alas,

arroyo de sangre de piedras,

tu cauce quizá.

Venideros ya no sueñan

los esquivos mordiscos.

Entre raso y sierra

manantío venal,

espera tu lengua,

promesa en cosecha de idea,

criatura mía

concha altanera.

soy yo semilla, rajando acres

de solana mar perdida,

busco nombre por cadenas,

corazón sin tierra,

vado de mi soledad avanzado,

futura puede ser ella,

lo que ella crea,

cielo en ciudad de puja lisonjera,

puede acontecer

arcángel en esfera de plata,

arcángel en burbuja.

Ya adhiere su piel la cota de malla.

Nido estallando de su amplia sin razón.

Se alzará todo lo no acontecido.



128. ORFEO INVICTO:


¿A quién canta tu férrea lira?

¿Para quién despliegas enervada

tu alma de luz,

la magarza de tu pecho,

el tulipán silvestre de tu cuello?

Bréa en fuego que arde Apolo,

la fuga de narcisos y crinejas de tus cabellos,

tersos en huracanes de mis manos silentes.

Árboles tupidos, besos

de virginales savias.

Fruncen tus ceños imantados,

Atalanta cobija la roca de tu piel esquiva,

erizando mis vellos de escarpias cobrizas,

agita, concentra leve destello,

pasajero de mi viento tejido.

Tu voz que edifica, rompe silencio

perdura en tus hilos dorados de entraña.

Desnuda mi arpa la música a Eurídice.



129. ELOGIO EN SOMBRA:


Sin mi otro, él mismo,

primerizo hexámetro

en miles largos

de centésimas

en broncíneo

invocando mi falange griega,

insoslayable argento

tejiendo mi póstuma égida.

Musa o ardua estela vislumbré

en arcano fuego,

tengo miedo de ser perfecto para ella.

Sin y con cumbre

en arduo intelecto

mi Sol mayor blande

cenit de esta idea

por cuantas cóleras desvencijada,

mis herramientas cabales

dictan

muerta mi araña,

paredes para mi yacija y su sombra

alumbrada, esquiva,

por piadosas ninfas

muestra lo que perdura.

Otros jáctense de páginas que han escrito,

ni me rozan en vil osadía,

manifiesta.

No habré inquirido

declinación laboriosa

en afán de romper sintaxis.

He profesado a mi musa de agua

que soy su aguja esquiva.

Ni sargento ni venas de Horacio fuí

ni filólogo ni malabarista de letras,

Ciego y quebrantado,

labré mi verso

todos los meses,

desde cruel insomnio aplacado

que despertó mi quimera

quebradiza de ocho patas

aquel 2005 que comencé

a ser alguien con mi existencia a espaldas.

Rostros y mis notas.

Vanas apariencias que anidan.

Alacrán manso y ciempiés soberano,

mirto e hinojo que hace monte.

Tus pies de jara.

Cierra muralla.

Hacedor que invoca su río,

Heráclito de intangible astro,

llorando mi amor, por cuánto espero,

por cuanto he conocido,

las tres armas, el guerrero

reminiscencia en laberinto de sus espejos.

Serán ascuas

corazón y sequedad de piedra.

Tiento de cuanta ceniza yo amo,

pensamiento, muerte

o proclamo;

tinta servil de amarse a sí mismo.



130. EN MEDIA AZUMBRE:


Nunca seremos nunca,

enfilando seremos ceniza

secreta puerta,

desolación con corazón,

materia de luz remota

sombra, olvido, brillo

palabras en el polvo,

tintero, sinfonía,

melodiosa sierpe,

me ensordeciera tu rayo de luna.

rastrojos por cebollas difuntas.

Animosas amapolas

órganos de mi ruda piel,

alada mi alma de almendra.

Parca enamorada es contemplarte

colmenera sería tu alma para anidarla.

Me esparcen la razón,

bueyes arrostran mi redil de venas,

fugaces, secuaces.

Halagan mi jardín sin alondra,

mi nombre te dejo,

pecho de ala,

tórculo de este recuerdo,

dejo presente

que quiero ser siempre, contigo.

Sufrimos tú y yo

la miseria de la vana luz,

en lecho, buque, beso

y noche de perros sonando

como lobos despiertos.

los valles redondos de ondas viejas

navegan las dunas

de tu luna sempiterna,

en arena gemías mi placer

y sus grajos que crascitan

enamorados de nuestra espera,

delicia como tú así es esta vida,

piedra ligera en viaje definitivo.



131. VERTIGINOSA CONTIENDA:


Soy hijo de tu oscuridad.

Tarde prendida entre apóstatas,

sienes y jinetes de curvos ejes,

partir me alcance este día,

desde mi flor de Bradomín.

Retorcido entre carruseles, tranvías

del sueño noctámbulo

y malvas del sueño de Castilla.


Quiebran mis señeros

una luz sin espasmos,

ni cobres caminantes;

un canal que la floresta sigue

por senderos,

apuesto mi perdida ala en son de tu lengua,

donde el azahar sembraba

y se extendía como ciencia de umbrío tomo.


Era mi era como mujer sin barba ni corpiño,

entre mi siega labraba una espera

esperaba una lagartija

del fuego nacida,

una contienda de bombardeos

de simientes risueñas,

como un látigo que la estepa enciende,

su signo bravo, un linde en ávida crestería,

por el desliz de esta hoguera,

acábose mi rodada espera,

sin marca ni flamígera contienda,

estaba quieta, jamás yerta

tu flor del alba,

como niña perdida de la madrugada,

abrió destartalado su ronco latido,

naciendo una vid, primeriza

entre avernos con hijo de tu flameante

oscuridad hendida

y huellas de trigo venidero,

disparé al viento,

me contestó su voz

entre sarmientos de cobre,

rindiendo mis miedos,

de violetas noches postradas,

en soliviares que abren azadas

de la tarde en su compostaje,

sembrando

que volveré a verte.

Para poseerte,

dicta rauda tu señal

seguiré cauce

sin embelesar, sin regentar

sólo tu letra por anidar.

Y mi vida en ti sembrar.



132. VASTO DOMINIO TE ESCRIBO:


Atrapa mi carne,

en orilla de otro sitio,

en levedad de tu oscuro abismo,

púlsame mi figura que ensordece,

mi voz libre que penetra

sordamente tu sombra.

Abismal silencio

yerto el tiempo

que disparar

manecillas de relojes rotos,

fulguran, encandilan tu mirar,

absorbe mi cruel indulto

transmigrado a evanescer,

vida sin amor no ofrezco,

deseo hondísimo

en vaso infranqueable;

abismática tú

ruego batas tus oscuras alas,

enigma o poso del mundo,

bajo la tierra oscurece el día.

Sombra justa que mandas,

penumbra en perfil de cielo puro;

torso de tinta,

parpadeo de espumas,

noche cerrada,

los luceros sobre tu parda mirada;

sierpe que palpita

llamada esperanza en azul

montada,

luz ciñe tus colinas, tus exactas sílabas,

perseguidas por tus labios dispuestos.

Mi viento inquieto te circunda,

demarcando sueños auras

y tesituras perdurables.

Diosa suave eres,

asaetada,

deslumbrada por padre lucero,

déjame admirarte,

no quiero refulgir si no es a tu nombre,

bosque de venas,

hojas malvas,

ascua del mundo,

es darte mi corazón,

yemas ofrecidas

hierve tu belleza colmada,

eterna duraste, cruzaste

la senda que lo bonito te llevó a mi casa

de ciego verbo,



133. ALBO TRAJE TU MIRAR:


I hoja:


Canta mi piedra

por inencontrable esencia,

promesa de luz del sol.

Azar de imposible

fuego fatuo en tejas

que son nubes de altos cielos.

Serenamente místico, me alzo.

Ascua empírea fueres

o carbón del destino atronador.

Mito, constelación:

constante, pura flamígera,

eterna de cimiento terreno

sobrevivirás a lo alto.

Escarnio mis solas sombras.

Promesa de tiniebla,

promesa tibia,

nunca alcanzaré luz tan ardiente.



II hoja:


Perecer a los cielos que yo amé,

te amo en medio de mares,

entre pulcras esferas feroces.

Clamor por férreos bosques,

boscajes de tu sed de miel,

arrebatada tú, de tu albo espíritu,

generosa es la penumbra

eco pálido de azul viejo

virginal fuerza de noche añil.

Presencia misteriosa

en haz, de luna áspera.

Destino opaco, inclinación

por verdades de monte desgarrado.



III hoja:


Tránsito estremecido, el río,

ligero, nitidez de espejos

que dulces presiden

hondas tierras.

Constante agitar de sus fuentes.

Resplandor baten tus argentísimas alas,

palabras entreabiertas

buscando dicha.

Esencia, eclipse de mi sangre.

Sideral cuerpo estrellado.

Sigilo, tus pupilas

con las que a fuerte garra

me amas,

y ardua me miras.


IV hoja:


Lejos queda el miedo en cestillo,

a ser feliz;

si tú escribes.

Por esos juncos que el día

no cierra.

Un remero hábil,

desnuda la noche.

Bogando que su luna sonría.

Oscuridad larga

que nunca secunde.

Desemboca arriba ardiendo,

tu frente rosácea abarca.

Mi armadura, mi espada, fragor,

pico torvo, ojos cerrados.

Penumbra desconsolada

por riveras de mi ciego Arlanza.



V hoja:


Fondo de monte

en el verde mar

de tu boca.

Claros rectos, únicos, confunden,

luz vasta y su sombra

que más ya no languidece.

Viento, velo, acallada luna.

Muda escucha

espesos vellos.

Faroles latiendo

corazones en celdas

con llave de tu alma.

Noble secuela

de mi dios Gemineye.

Entre azucenas de la tarde

mi suegra y consuegra arde.

Rubricó tu gentileza, orquestando.




VI hoja:


Luminiscente polen

en interiores de colmena.

Abro espumas esbeltas.

Desnudeces en carnal tomo

de mi cepa.

Brusco y dormido

en leyenda diferente.

Caí a mi tierra.

Toqué maravilla, flor de supremacía.

Palpé tu olor fecundo

a esquiva adormidera,

de tu órgano erizado.

Por tus estelas claras

que escriben galaxias

y agujeros de luceros.





VII hoja:


Viejo pabilo iluminado

humo rojo viose apuesto.

Gallarda tu entraña.

Decreta, no cese

Mas nunca mi terco aljibe

que te escribe.

Con ojos rendidos,

ojos cada vez más humanos.

Pureza, tu plata.

Amortecida ahuyenta la negra Parca.

Piadosa suerte

en sombra densa montada.

Eco amplio,

ley presunta de todo linde quieto.


VIII hoja:


Difieren ligeros, tus sortilegios,

de verbos que nacen.

Ya nacidos estudio.

Ellos que escalan mis ojos.

Opulentos pinos reposan

su verde nupcial.

Ato presunto borde,

llego a tu almena

donde vive tu alma serena.



134. ORILLA DE REGUERO:


Vienes mi oscura golondrina

a colgar tus besos de nidos

en mi antiguo balcón de reflejos,

jugando me llamas

con tus alas en mis cristales.

Tu hermosura y dicha acusan.

Tupida mi yedra,

por tapia y hermosa fronda;

cuajada de rocío volverás.

Abre mi lid mi castellana,

moruna siémbrate

desentierra este caudillo

frente rejas de tu estrecha ventana

cuelgo un mirar absorto,

de tu despliegue de manos.

Dame asilo de pecho

inexpugnable penetra

honda risa,

sólo llave, paraíso, alma,

soto, cárcel, instante.

Sólo veo todo lo que aquí

no yace.

Agarro la rienda del caballo,

descubre el viento

mientras salta muralla en sangre,

pavesa en aire,

sujetando mi arpa en la lumbre.

Tres cuerdas estiro,

la última destensada late,

un averno sin condena

ni tristeza seca atañe,

dicha, belleza, fortuna, procesión

entre pinos rutilantes,

tus yemas,

mi pavimento,

con espada que centellea,

ya no es mayo pastorcica bella,

ojos de otros ojos me enseñaron,

pajaritos, valles,

vegas, agua fresca.

Sabes cuál es tu música suave,

encanto severo apasionado,

del enturbiado espíritu

blandiendo tu embeleso amilanado.

Expande tus tonos

cariño infranqueable,

tus franjas verde- azules.

pie de mi río

tu fronda ya cubre.

Abre el estío en ráfaga de tu centella,

tejeré para ti siempre mi sorpresa.

Inextinguible clama, abre la gloria,

magnificencia de osar tus labios,

terciopelo anidado

de un tiempo disuelto en sílabas,

suprema,

volverás a mi ventana

mi oscura golondrina.



135. SEGMENTADO DESNACER:


Lóbrega sien, letal beleño,

estupor sublime aplaca,

fragor en fantasía cuesta mi estampa,

fatídico azur y hórrido

furor esquilmado.

Desceñidas tus manos.

Rueda mi cuadrilla atroz,

eco dormido entre tiranos,

llanto etéreo en la condena.

Alzo tus funestas alas,

hierros de castilla forcejan

fuerte, intrépido,

alzan mi firme pecho,

en dulce flor asigno tu vida,

musa libre, cristalina.

No marchita la azucena

suegra y nuera

de la vid espera,

Fuego y sangre,

madeja de plata tu mejilla,

voz de indómita cerviz marcho,

de ruginoso, sanguinoso vocablo.

Hijo de treguas quiméricas,

adusto ceño seguro de osadías,

navega mi barquillo,

deliciosa eres sin memoria mía

atracción de astro y fulgor,

laúd a coronar

violenta apoteósica flor.

Afrenta todo

a mi amor desconocido,

y a mi solitaria flor,

ventura bañada de moribunda luz,

dulce mi tristeza,

sepulcro a coronar.

Disipada bruma, siempre gris,

para mi alma paz,

quiero la tuya,

eternal quietud

de ángel con alas de palabra.

Corazón gastado, sin sustento,

sin vanagloriarse,

febril hermosura

tus yemas tejen,

senda que pierdo.

Noche malva, azul, serena, indiscreta,

ruge tributo y desvelo de cielo,

informe alma decreta:

-Luz vaga y efímera,

desventura de lívida blancura,

mariposa negra amedrentaba.

Rompe mis nieblas

golondrina oscura,

por rayos de zafiro.

brilla esta mi alma afligida.

Nativo su lago,

donde la venganza soporífera arde.

Clarísima esfera

y su estela de misterio.

Termíname tú,

yo no me encuentro.



136. CERRO Y TINIEBLA DENSA:


1

Sedientas las arenas de tu bravío río.

Cauce de tu pálpito exuberante,

era un cerro y una penumbra.


Cónclave de inusitado

hombre hecho de runas,

testigo de tu Sol y beso deslumbrado.


Brío de fiel pureza te abarca,

pulcra tu seda, avanza,

murmurando tu ágil imagen.


2

Deseo ecuánime agito,

terneza encumbrada

de fragoroso cenit.


Siempre frescas vendas me ciñes,

lucirá nuestro día,

entre virginales sendas.


Misterioso límite

de ansias y anhelos,

sed de nuestra alma flagrante.


3

Espumoso y turbio

engalanas el fiel abismo,

con tus colores y sentidos solares.


Ensarta mis cenizas aparentes,

en campos y sus señeros

inmobles; densa niebla no abate noble,


ni altivo mi ánimo desciende.

Entre caracol y fresco brote

mi rosa erguida por tu fragancia


y sus nueve gotas de rocío.

Esperanza, dame mi flor ansiada

Tu alma golondrina oscura,

tiende a todo lo eterno.

Yo lobo desciendo a tu condado

que en ternura ciega arrostra mi olvido.



137. TUS ACRES POR PECHERA:


Lontananza, de luz en vida

sed de alma torna

abre sus crispados, suaves labios

en tersura de espada.


Salvaje árbol velaba sus frutos

con ordenanza del mañana.

Acostado en su dicha,

el fantasma del Bien sembrado

aguardaba.


Asilo en mi pecho,

donde combate mi mujer no besada,

nublados los rayos de Sol,

canta el llanto de la lluvia

y ciega atronadora su beldad.


Afilaba una adelfa

sonata de luna recta,

voz extinguida

que abre mi férreo ciprés.


De voz y filo militar

fallecidos.


Murmuran frente y rejas

el vestido de mi castellana

que baila con batiente viento

innoble mi ojo de tierra

porque perece,

yo nunca más.


Derredor en silencio cansado

acuso los hierros de tu franca

para escalarlos

y tu anhelante sombra

poseer

y así a silencio cállame.


Abre esta cal procelosa

donde yago,

sin tu manto.


Con más de mil palabras

encanto repletas,

dulzura en claro frío,

bien nuestro,

aura satisfecha tuya

correrá mis venas.



138. SOLITUD ESPINADA:


Resquicio tenue,

acompasado

entre fulgor que crepita,

que yo estoy nacido de una espiga,

va que vence mi dulce tormento nacarado,

entre colchones de luna,

efímero pasa el minuto

sin contar el segundo,

noche cabalga este acre

de solitud encontrada,

ven, ven a mi espada,

tú eres mi hombro,

tú eres mi azada,

donde encuentro besos del alba,

espirales oxidadas

me dictan que el camino

se duerme en tus mejillas,

es la hora,

desnaceré por mi Sol,

seré su hijo reclamando su luz,

sembrándose en cada cuchillo de acre,

porque él es mi padre,

y la luna mi eterna madre,

me deslizan los cardos

con sus espinas recién nacidas,

soy tantas cosas que siembro mis abrojos

versados para que su filo adentre

el recuerdo de quien me lee,

porque este siglo parirá pocos con mi fuste

y valía jamás dormida,

voy que trenzo entre alambres

mi idea que desdibuja,

brumas grises, y escarchas azules,

la ortiga me saluda

y esta peineta de brujas acuchilla al viento

que pasa y no sonríe

todo lo que quiero

es todo lo que necesito,

todo lo que necesito

es todo lo que amo,

y lo que yo amo

es todo lo que siento,

soy fuego y mi novia es aire,

es en esta acequia

que mi tiempo consume a la espera,

es por esta sangre que me crecen flores,

soy un ser de tierra,

y mi tierra es cincelada materia viva,

canta amor entre estos cuchillos férreos

porque de este romance oscuro

hacen trilla de espigas,

no abras mi compuerta

si temes lo que salga de allí,

me trepa la idea mi salamanquesa

de hierro viejo,

no puedes desvestir el suspiro,

no puedes hacer tuyo mi ímpetu de carcoma,

ni cabalgar puedes si no es conmigo.



139. AGUA SOCARRADA, ELÍPTICA TRAVESÍA:


Analizo la luz en tu mirada,

leo flagrante tu alma.

Horno de fuego lleno,

como pisar un abrojo

y blando sabor degustar,

estampido del trueno atribuyo,

rebelión venciendo,

ya se escuchan rumores sordos,

precursores de tempestades.

Torrentes sin cauce

la turba desemboca a mi senda,

yo soy como las vigas de Himeto

no preguntes más.

Que ya mi amada labra la columna

que me cincela.

Heredero he sido de cuanto he servido.

El múrice me guarda

servil en mi travesía

por mar Laconio

cielo, inspiración, canto

corre anhelo voraz.

este mi sepulcro reverdezco

hollando lindes,

preguntando a Prometeo,

sin sobornar a Carón resignado,

el Leteo ni descendientes

traspasar mi puente pueden.

Chispeante tu cielo,

su rubor satisfecho oso al por mayor.

Instantes melosos veo en su colmena de labios.

Agradezco por enunciar mariposas nocturnas,

poso de almas condenadas.

Orados recursos en vigilia

que enseña cátedra tu silencio,

estruendosos llamados

a cosechar en gotas tu alma.

Sólo ordeno, mande sí

pero no me despiertes

porque no conozco ni miedo

para luchar por lo que quiero.

Acoge el cimiento

coloso que ando disponiendo,

prosigo,

póstuma súplica

ésta que logra calmar de Plutón su ira.

Gerión y Ticio

la onda Estigia aplacan.

la raza Danaica no se acobarda

ni su madre Dana

devela el secreto

por el que soy preso

reo capaz de incendiar

abismos que rutilan sombras

si así combato mi incierta suerte

por la que arriesgo sin miedo

de ganarte el cariño.



140. FERVOR EN LUZ SOSTENIDO:


Acepta mis graves,

profundos cuclillos;

blandamente el idioma del sueño

cava surcos de mí en tu alma

verdadera.

Recto sobre las aguas,

de esta oscuridad densa,

tendida que compasiva se rinde.

Noche extensa que aguarda

sol en carreta ,

un final sin comienzo

una eternal espiral.

Dora mi vigilia

entre simientes de espigas.

Tráfago,  una solución a mis pesares.


II

Elegía sórdida.

Camina a pies descalzos

el brillo de luz raída.

Tumba aquí en la Tierra.

Estelas abren el cuerpo

en ceniza aparente;

cielos sin piedad

ni luces lisonjeras .

Pulcritud que ya no aplaca

justo,  sin sonido de pecho.

Mármol estelar que tiende

profunda flor de difunto.

Se retira luz,

hermosa del Sol.


III

Fuego hurtado a la esquela

del hombre.

Serenamente destino de luceros .

Liras casi solas

de falanges misteriosas,

sacuden gentiles procesionarias.

Invisible a ojos,

que desconoce sus ramajes .

Ausencia por pétalos arruinados .

Delirio de luz girada .

Soliviar feraz acoge .


IV


Blanquísimo destierro

en verdes parajes y riveras.

Cuando mis ángeles desertan a morir,

y duermen en oscura Tierra.

Profundos cánticos

pulsan todas las flores de tierra.

Primaveral fervor febeo

de amarillas sienes ,

y coronas de reyes

entre la sangre.



141. CRUEZA:


Fuerte

veza.

Crueza

suerte.


Muerte

reza.

Nueza

vierte,


Diablo,

hablo

mudo.


Cielo.

Duelo,

viudo.


Abreza que adreza,

aceza con agudeza,

esa belleza despliega,

con pronteza, la alteza,

escurraja desliza,

fiel perfidia en pereza,

dulceza habla su clareza,

corteza por variar

acaso adereza,

afirmo la alqueza una

ancheza del alto lar,

lindeza, listeza, por

llaneza, lleneza,

abre longueza, sin par

de majeza abierta ella,

maleza, la osada,

ensimismada roza

malveza, manseza, ya.



142. AJUAR GASTADO:


Sombras sin ayer,

un silencio roto

que recorta su anochecer,

trenzado garrote

a des voz,

recto entre la espiga,

abierto en el ababol,

frío yerto al amanecer,

ancha idea de rectoral ritmo

que trova,

este sol de averno,

lagar muerto,

que la soba.

Prensa mi parra en la cuba,

racimo paso del soneto,

infeliz sin costumbre,

pesadumbre

sin escuadras

senaras, abren la lencería

de Armuña,

ávidas, grises, noites

en compás dolido sin ajuares ausentes,

esta piadosa siembra,

me alza entre los mortales,

Dioses lo quieren.

Mi verdad en cumbre de macizos

que el gentío se niega

en ego a escuchar,

mi visión raíz de Cernunnos,

reló de silos azules,

un peldaño de áspero olvido,

místico este cuervo,

puro cerro,

puro roble,

puro fresno,

pura encina,

subrepticia dolida,

mi pan amarillo

al pasar la caléndula,

la flor de este muerto.



143. CANDAVMÍS:


Del acre del cielo, destino clavado.

Verde semblanza de tormenta furtiva,

sierra de sueños en blanca idea,

clamor en ocres de nubes,

relajado,

sosegado empuja sus clavos

que precipitan hacia sienes de grama,

lloviznas de pretiles azares,

en fuegos erizados

que él truena,

aventa que alza

su ronca madera.

De fértil diente,

de cano cabello,

niebla de su sendero,

crepitante onda,

en azur marcada.

Viento sin suelo

su final encuentro.



144. CUCHILLA DE SILEX:


Raudo enebro enervado

bajo cuchillos de tierra,

en sombra que hace

pulcritud de estelas

descorazonadas,

duro metal y simiente

en espina de alarde,

sonroja a la escarcha

de este cielo que aploma,

para derretir el hueso

que el astro besa,

jabalí nacido entre aromos

de espinos,

va bajando su cauce la luna desamparada

buscando su recio esposo,

la loma desciende su floresta dormida,

canta el margal entre brezos noctámbulos,

y margaritas con violetas ausentes,

los jacintos silvestres ya vertieron

sus hijos de nácar.

Quedó el nardo desplazado

y el ababol sonríe,

ya vertió su sangre de tierra

para cerrar su campana

al tañer de sus simientes

enarboladas,

hasta la siguiente vida

a partir de su presente muerte.



145. GENII LOCORUM, TODOS DESPIERTOS:


Vida que las montañas me respiran,

raíz en su abismo de hondo tajo,

aire bonito relátame mi destino,

subiré los montes y cerros,

alcanzaré mi soberbia

allá donde el alba despierta

y el linde vuelve vago,

plácido, ferviente,

sed de tallos

y savias que luz llena,

erigiéndose cumbres

y cimas de hervores

a la matutina belleza

que anida.

Y en el ser germina,

febril loma desdeñada

por rizos en apogeo

entre rayos que culminan,

desnuda hacienda ultrajada,

río de encina, cuervo nacido,

por lo que me quedó sin decir,

Wotan, Lugh, Morrighan,

ese veris perdida y encontrada,

Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,

y tú mi amada Brigid

Genii locorum dioses ancestrales

abrir este camino,

Diancech sana este mi cuerpo

Badhbh Catha sigue fuerte,

tierra entierra la maldad

sepulta los problemas,

como en tu ser el ciclo

el eterno resurgir en ti cierra

y comienza,

resurgiendo, abriendo camino,

escudo en fuego sembrado,

hueso del pagano,

me deberán cuanto yo he plasmado,

hierro al hierro,

fondo escueto

del vítreo traspuesto,

senda de la idea,

por ellos socarrada,

lucha, cuanto más arduo es el camino,

cuanto más se abren las pruebas

más se hinchan las fuerzas,

sólo vencer en firmamento,

agujereado de huesos,

siembras que tiembla la luna.

3 claman los genii locorum

que no han muerto, que ni el olvido puede con ellos,

Diancech sana este mi cuerpo

Badhbh Catha sigue fuerte líbrame del cobarde,

Epona sálvame del semejante soy tu mala yerba,

Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,

y tú mi amada Brigid poesía,

elevar mi canto

que yo con mis actos

os hago un manto,

Cernunnos comienza nuestra caza,

Candamvis alumbra esta montaña centelleando

el relámpago,

abriendo el cielo de nuestra bruma,

tejiendo nuestro amado ocaso,

que jamás hemos visto los que vivimos en el suelo,

ahora y siempre se escuche nuestro canto.



FLORESTA DE TU VERSO, CARNE Y ESENCIA:


I

Abro la noche sinfónica

de tus labios orquestados;

casi transparentes.


Tu rostro melodía

casi templada,

inimaginable.


Mi grama ya ocre

que incesante vibra

su dicha blanda.



II

Azules mis tenues

lombrices renegadas

de pensamientos que flagran.


Húmedos sus escondrijos

que traspasan

hondo, cuál lira


que tú ocultas tersa.

Violines de transcurrir íntimo,

tus manos afilan.



III

Exalto el clamor de violas,

clarines argentos

estrellas laten opacas tañidas.


Por luna tangible sin reja,

espero su áspero eclipse

repleto el día de mi cumpleaños.


Su luz sin serrín,

a la gravedad tuya;

tenso mi arco.



147. AYER DEL HOMBRE:


Mañana será epitafio sin nombre,

una deidad vaporosa en alambre,

una alta ojera de nácar caerá

por el descendido horizonte del hombre,

será su suerte una llama sin aurora,

flama de inmortal discordia,

un beso atrapado en etérea yacija,

un granate verso inconcluso

que encadena la vida de quien la lleva,

hombre al menos por tener valor de ser hombre,

poema sí por tener imágenes para bastar a la belleza,

para hacer lo diminuto gigante,

y lo gigante magia de silencio,

es un aliento, un hálito y un verbo,

una tijereta en esta ciruela,

donde se derrama la idea,

mas si no alcanzas a dar impresión de belleza

jamás serás poeta,

serás narrador de tus diarios

de insulsa existencia sin afán superior

que no sea lamer tu conciencia,

de este nicho traigo la lombriz,

estaba en su tierra recogidita, feliz ella,

aquí en esta tierra sembré mi verso,

esperando que se abra

y sea inmortalidad de alta esfera trenzada,

por quien la sostiene sea quizás eso

una deidad con nombre.



148. MAGNIFICENCIA EXACTA:


Yo me adentré en la morada

de la belleza más perfecta

y renombrada;

allí estabas tú mi amada

quise hacerte mía,

ser como mis ancestros eran.

Nacieron hidalgas hijas

de mi tierra.

Fervientes herederas

de mi idolatrada hacienda Castilla.

Honradez solariega

de mi feraz Ocejón.

Amante compañera

mi sencilla labradora,

alzando nuestro

el regato cristalino.

Logrólo todo

pacífica y amable,

perpetua y serena,

alma de anchos cielos,

desnudaba.

Campo pardo, ondulado

en mudo, ronco halo.

Con tus castas soledades caminas.

Desterrando azules lontananzas tuyas.

Empapada llaneza,

grandeza en campos abiertos.

Alamedas y copas desplegadas

de encinas viejas.

Vida solemne aguardas.

Tonadas dulces

de miel de panales.

Doradas esferas precipitas.

Puros, serenos, profundos pensamientos.

Monótona, inmutable,

magnífica hondaba tu estela.

Mis férreos zarzales floridos.

Vigor de sienes envaneces,

perspectiva de nueva cosecha

en las lindes de tu exacta

alma.



TU CRISTAL VAPOROSO:


I

Adentro la longitud soporífera

que rige y exalta la turquesa

de tu pura mirada.

Visiones de tiempos mejores

sí entraño.

El campo de tu Parnaso devorado,

abro al candor de un santo Olivo;

bate sus alas el pardillo

al rebuscar la grama un tordo músico,

que consigue la lombriz

de mi pensamiento.

Albergan flores de piedra

las vírgenes encinas

desplegando sus bellotas

de días futuros.



II

¡Oh! Luna de sangre,

luna férrea,

esta noche de viento

cuando suena un lobo afónico.

Vals de la cigarra

que despierta al litigio

del arduo grillo.

Brilla la piedra de lumbre sedosa

ya blanda;

fango quieto que la sangre verde

no gira, púrpura celeste

de nueva cosecha de estrellas,

caldero de esquiva realidad

te encuentro, tu saliva vieja

en tus labios azules.



III

Soledad de hierro frío

con venas de fuego

y su gris suspiro.

Alzo tu cristal imbesable

por tus amores

de humores lívidos;

fluyente no es mi querer

ni se tumba como espiga cansada

de este estío ardiente;

hoja rumorosa eres

del cuaderno de mi vida.

Ingrávida alma meces,

que ya no ahuyenta

mis latidos precoces

sin escapar nunca más.

Extinto muro de sombra,

cristalina, acaricias mi profunda dicha

de este nuestro universo recto,

luminoso, que sangra la noche

en tus cabellos.



149: EL SIGNO DE LA ESTEPA:


Alba mía,

fugaz de abisales miradas,

llévame a mi lecho

que no me tengo más en pie.

Cayeron mis suspiros de miel,

Orando me acaricien

palabras de ayer,

ven mocita a mi vera,

ven te quiero ver.

llorando no lloro

mi cantar aquel.

Visten amapolas destellos de piel,

dispara para no volver,

plural celeste aflicción,

alba mía escánciame

no quiero tu padecer,

sonríe a mi flor esquiva

un rayo tornasol,

ten mirada pura,

en esta espina radia nuestro tesón.

Hueso hondo, fúlgido nacido

de la adoración,

como niño lloro la ternura

agarrada en corazón.

Martillo quiso ser mi hoz,

segando a golpe de viento

mi labrada voz.

Victorias acompasadas frunce mi Sol,

el rito mío cantará,

por la nieve de los álamos,

al olvido de barbas de mi chopo forjador,

herrero de mi sinfonía.

Verá parir la luna,

en hojas de olmo con forma de corazón.

El signo de mi tierra,

el amor de mi azada

a su soterraña entraña.

Vientos del norte me llevan

a lomos del Aquilón,

Hijo del relámpago,

que una vez amó

y tierra tomó.

Signo de los tiempos,

solo, solo ardió por derredor,

alma invicta, invencible

su espada deslumbró.

Lobo aventado en bosque clamó

la tierra devora lo que es de ella.

Yo clavaré rival

a serena esfinge,

que mustia mi carne florecerá,

espero que esperaré

el tiempo me seguirá

mi rastro percibirá.

Hoy como ayer

solo mis dioses, me aguardan,

en esta estampa abatida

de mi soledad voluntaria,

necesito el sonido de mi noche

por escarchas azules febriles

cantar de flores recuerda

el llanto de la piedra,

a la ruptura de compuerta

estaba yo desafiando mi destino,

hilanderas tres,

no me tapan mi hocico,

trémulo, voraz,

quise estrofas

tuve una unidad,

mis principios numerados

los dejé ayer sembrados,

vine para seguir mi oración

no rompas quimera

mi sagrado nueve,

vendré a traerte que mi ser

lo forma el tres.

Si te veo,

no te escaparás de mi tundra,

ya te he soñado y contigo hablo

de espíritu en yacija

recipiente que mi conciencia

suenas,

me despido para regresar

a mis cantos olvidados,

sin musaraña dicto

que yo existo.





150. ROMANCE DEL DESTIERRO:


Mi raíz arcana anclada,

dejas el etéreo espacio

en eterno cementerio

tu silencio amalgamado.

Yo era taciturno espectro

misterio, parajes blancos

que salvajes en tu lengua

confrontan en yermo arcano

saciando mi Baco imperio

de soledad que amilano

sin inicio, sin futuro;

sólo aplacando los diablos

y esa idea primigenia

cual ojo que jamás hallo

descansando en alegría;

ocho hijos que me has dado

más los bastardos impíos

reconocidos sin ralo.

Anudar aún sin vivir

mi vida; que deshilacho.

Desfallecer, despedirla.

Corona por candelabro

sí, mi raíz es de plata

al fervor de soles alzo

como cobrizo capullo

entre polilla o gusano

devana mi sangre, rueda.

Transmigra verde que escancio

sobre espica, sangre hielo.

De infecundo humor humano

con coraza por pechera

carcoma en espuela calzo,

mi tomo de tierra venzo

roja sangre que yo esparzo

pergamino en vana ciencia.

Que los abrojos espanto

espejo terrenal hondo

mi sonido injerto orando.

Sobre mi vil armadura.

Escita alma, el Castellano.


El Castellano






FINAL GRILLO III


I

Clareando su lividez

por sotos vastos, reales,

mi río navega.

Soliviando su bandoneón

dirige, blande mi grillo

el afilar de su tercera cuerda.

Entre el suelo de un ciprés enhiesto,

rigen blandamente espigas rojas,

jóvenes, juguetonas

como si tuviesen sangre

para sonreír

al viento que pasa

y no atraviesa.

Reposa que aguarda el cráneo

la tierra.

Ay la tierra, hay de ella,

sombras que complacen y acervan

la mansa espera.

Soliviar vetusto

que Ninfas y Sátiros pastorean.



II

Es un tejado llorando por la piedra,

con acequia desnuda de canalón;

un cimiento que plañe la helada,

y le agrieta el tiempo que ya no escapa.

Sauce triste, abatido, con portón

al mundo del grillo.

Entre blanda grama

fenece que acicala su alma.

Entre un arpa estacional,

y panales de ambrosía.

A la lluvia primera

abre su fiel Parnaso devorado

entre caracoles sonoros.

Grita la raíz acrisolada en ámbar

de intelecto mayor.

Cúspide de serena esfinge,

y dolmen de divina pluma.




III

El grillo único pidió un deseo

al manantial eterno de Hipsípila,

y fue no sucumbir

tras el acople, todo sonó

en manantío, y lo inerte

reposó su voz, de nuevo.

Para siempre.

Soledad dantesca de umbría

melodía, extendida por el Baco imperio

regentado por el claro de luna,

donde fluía su sangre de luz,

rojiza.


El Castellano


FINAL






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