miércoles, 17 de marzo de 2021

Ropaje alegórico
















 

FLOR DE SANGUIS

 

 

Autor: Miguel Esteban Martínez García


 

Contenido

FLOR DE SANGUIS  1

PREFACIO: 3

PRELUDIO LA ENEIDAD ETERNAL: 8

I 10

II 11

III 11

I 12

II 13

III 13

POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL  14

I 14

II 35

III 37

IV   39

ENEIDAD ETERNAL: 43

I 44

II 44

III 45

IX   45

Poema a la Eneidad: 45

III 46

Poema a la Eneidad IV: 183

POEMA A LA ENEIDAD V: 185

Poema a la Eneidad VI: 186

I 186

Sed de flama: 218

Poema a la Eneidad VII: 230

I 230

II 231

III 231

Cristal eternal: 232

Poema a la Eneidad VIII: 234

I 234

II 235

III 235

DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES: 238

I 238

II 239

III 239

IV   240

VI 241

VII 242

VIII 242

Poema a la Eneidad IX: 244

EXTASÍA: 258

CÚSPIDE AFABLE: 259

SANGRA MI ANHELO: 262

TIERRA MI SANGRE: 263

COBIJO EN ALARDE: 265

Perdurable semilla:  267

ASCUA SIN FINAL: 268

OSADÍA EN CLAVE: 271

ODA AL RÍO MUNDO: 272

VOZ DE TU PRELUDIO: 274

VOZ DE TU SANGRE: 277

EJE TU SENTIDO: 278

MORTECINA SIEMBRA DE VIDA: 280

Palpitar en oratoria: 284

El envés: 288

Ababol sangre de tierra y de sol: 290

II 291

Elogio de tiniebla: 292

Alzado Hipsípila: 298

 

 

PRELUDIO LA ENEIDAD ETERNAL:


Veris Effigies II:

 

Venimos de las sidéreas lumbres,

dirigidos, enfocados, encendidos,

alumbrados, consumados en haz terreno,

sin fecha.

Deslizando tu virginal ternura,

entre acres y su miel,

por ríos de la Estigia,

un cantar blanco, purísimo,

en solo espíritu,

y su barca de remero ciego,

un caudal de oceánida

y su esposa tiniebla,

la relucida,

lirios negros, de sangre azabache

lloraban aquel río

de todas las flores desangradas,

frontera del mundo conocido

con la llaga e imperio de Ares,
laguna abismal que abría

al inframundo, donde dirigidas,

allá, reposaban las almas,

había de aquella orilla

un árbol de oro,
quien quisiera conocer,

la lengua del averno, 
tres veces, y volver indemne,

al reino vivo,
si el destino dictó

y era semejante encargo,
la rama dorada fácil cercenada caería,

y en su lugar áurea rama de bronce

crecería para volver al mundo

y su raíz salvaje de madre conocimiento,
y dones que ignotos, descubriría,
virtudes divinas, escondidas

en aquel pozo plomizo, de Airón,
bajar la tierra al sendero del infierno,

era fácil, ardua tarea, volver subiendo

aires encendidos, e indemne contarlo.

Requería de tres llaves,

destino, rama de oro y la tercera rama de cobre

sólo conocida por Perseo,
a mitad de travesía,

quedaba todo como un limbo

sin salida, ni claridad,

de eternal lustre, postrado.

El ababol carmesí,

junto las magarzas, coronas de reyes,

guiaban mi esencia silvestre,

iluminando todo yermo,
conduciéndome,

por sus tomos arcanos,

que junto aquella vid de plata de Ferento

embebía mi destino;

inmortal resplandeciente,

como aquella rama de cobre,
erigiendo un amor más duradero,

y brillante que el bronce.



Förüq castellano Esteban

 

I


Enfurecido abro este bélico empeño,

opulento dejé labriegos sordos,

dulcemente encegados.

Vengo del trémulo afán

ante ustedes hados.

A vosotros,

nobleza de Alba,

y áureos carros

excelso te pido Musa

tu favor,

tenaz, como mi alma llevo asida,

en honor su ambición prevalente;

almas de mis castos dioses

en pletina de mi tronco cuerpo

armo con dorada aljaba

siempre os pertenezca.

 

II

 

Prisión ni hondo desánimo

es causa

rebramo atronando lares.

Y el alto monte,

furor resplandeciente

que apilar las montañas puede.

Me presento

por saber quién habla,

el más antiguo de la vetusta

en flor de sangre hiriente,

nacido de Broncos mares,

y huracanes voraces encadenados,

aunado por hadas,

amamantado en llama de azabache,

amigo de Sátiros y duendes.

Vuestra ira no pido, hados,

sólo fortaleza

para mi temple aquí enervar

de aquí al día,

que las Parcas…

 

III

 

Me encanten y arrastren.

Servil de cuanto he creado.

Dando color todo flanco yermo

de letra.

Y volviendo preciado todo baldío.

Honroso, me enamoraron

hadas o gente buena.

Toda vida en color

que en caricia traía primavera;

permitir templar este furor,

que me brota de las manos,

como ceniza de fresno,

y nieve de regios álamos.

Valedor he sido.

De cuanto he sembrado.

Os pido permiso

para dejar semilla

aquí en esta honrosa tierra.

 

 

Förüq

 

 

 

 

I


Dorso mío

flor de agua,

náufrago del vasto abismo,

cumbre de alto océano,

en alta lanza mía, abate,

flancos de pecho.

Abren mis ojos, descorrían,

y alzaban hondas visiones.

borboteaba la sangre,

como río de flores carmín,

desangrándose.

Un estruendo de tormenta

por viento Ábrego, llamada,

mandaba iras del Euro,

y el Céfiro luminoso.

Mezclar cielo y terreno pudiera.

Y  trae, una furia de armas

que viene álgida.

 

II

Una furia de mares en el Sol.

Rompiendo vetas espumantes.

Haz de aguas enmudecidas.

A los bosques planto señero,

morada de ninfas suaves,

sus áureos cabellos.

Siervas de Ceres

que no pide agua salada de mares.

Mi arco armado, y de saetas

razones heridoras.

Voy siguiendo manada

a pie de tierra,

que se abate triunfal.

 

 

III

Eneas sin alma dolida,

alzado en trance de sosiego en llamas,

y entre dioses de la madre Tiniebla,

trata resonante la umbría noche,

arrostrando riscos como cíclopes,

alegrando temores,

y sembrando trabajos igual que campos,

que trinchan los Sátiros.

Volandero en avances

y cimas como el cielo.

La fija mirada un encono,

sin desgracia, girando alma,

sin oponente irrumpa

en retumbar severo monte.

 

Förüq castellano Esteban a 30/08/2020

 

 

POEMA A LA ENEIDAD III, SUENA EL UMBRAL

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Apolo te llamo,

encendiendo la profundidad

de mi rojo ojo sangre,

sigo instrucciones

amada Sibila dictas,

descendiendo y apoderando el reino

de todas sombras,

Estigia mi sangre,

a tu oscuridad ofrendo,

al vítreo trasluz, cristalino,

cosecho y rebroto en este

tu campo de lágrimas,

designio atemporal tu pura magia,

rocío obtengo

aunado en fuego

de pulso en agua

mis ojos de astros,

antes del tatir del tiempo

me alzo,

oh arteria de la represalia,

oh, manantial

remembrando río de olvido difunto,
el Tártaro incendio,
estoy haciendo cimiento silencioso,

todos los gritos desplegados.

Reina Dana,

tierra en grandeza, tu bondad sembrada

en fortaleza castellana, cumbre y morada,

operamos el fulgor

en llama del azabache,

doctrina de rebelión,

resurgida, dispuesta,

a victoria,

transmigración, de alma;

que habla,

equilibrio en revelación,

todo espíritu que marco,

proyección angélica

que cierra vetusta

a día tres, tercer mes,

despliegue de la formación,

este Sol ferro es la bendita

destrucción,

eje, cenit. y destello fundamento,

al claror bélico

de siembra ancestral.

Trasfondo templo

de esta eneidad, flamígera.

Pinto su alma densa

en castillo de Apolo

en trascender primero

hasta mi honrosa muerte,

de hoja caduca en otoño la raíz, soy yo,

de este árbol, mi cuerpo.

Trompeta mis ángeles, sonando. La guerra y batalla se ha fijado.

 

II

Cántico;

oh, tendido

de la lumbre

en cama.

Acaso de azul hundido

a mí muerte

pura tierra

procuro

de suspiro

y templo verde,

sombra de señor olvido

que demás

cenizas desplaza,

ya la tierra

sólo engulle

lo que es de ella,

Primavera viste

en filo de flor y agua,

alguien viera

este frívolo tranvía

sin escala de esquela

ni duro hueso

de estaca y vela.

Fundido en carne

y parca de amigos gusanos.

Entre crujir

de caminillos ávidos

y repiqueteo final

de víscera

en eco de ataúd indolente,

estallido como cicatriz

causa el rayo al árbol deseado

pulcritud de festín

alimento de injuriosa

vida breve que desea alas,

Es tórax abriendo a última toma de aire

sin respiro ni célula en sangre roja

regada.

Lúgubre detalle

de como bella es la vida

bello festín de tenebrios

es cada muerte,

ciclo eterno

de vagido, llanto, respiro,

sonrisa, suerte, copla,

elogio de noche, azar insumiso

que muerde la hora,

yugo destino, saeta, cuerda,

yunque ilusión, risa,

mentira,

siembra, espera

baile, danza final

labriego en calavera.

Festín o sobriedad

en fría escama

lumbre de chasquido inicial

Vista y nulidad en visión

para tercera campanada

ser ceniza de hoguera.

O comienzo de nueva vida

Carne y frenesí

de dantescos dioses del Averno

Inicio con final anunciado.

Tierra y sangre de ella.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio

 

 

III

 

Noche tus horas breves

un agujero sin salida,

de escalofríos que hacen

temblar derretido

un alarido interno

de luces ciegas

y hielo flamígero,

tus sones no me vencen

ni esta parca

cae efímera, sin ascua

ni este dolor cae resuelto,

en vela de navegante,

para a la mañana

volver a revivir

la misma pesadilla

que me mantiene despierto

en vela llamando,

llamándote,

ay de tus luces firmes,

de tus sopores que me caminan,

todas mis soledades dementes,

este rumbo sin astrolabio,

en océano de brea,

de noche fumando

y versando

todos estos cigarrillos

del diablo probe que soy yo,

para contemplar que no vienes

no vienes, no vienes

y ni está piedad

reluce como ámbar blando,

ni lágrimas de hadas

ni sollozo de lluvia

mis castos dioses.

Noche, noche ay de mí,

sin tu sonrisa

ni tu quietud escarlata.

El código del guerrero,

el estigma,

la fragua

de campo abierto,

el cantar silencioso

de lágrima que chilla,

un evanescer en mecedora solitaria

y carcoma sin mueble,

un descender primero,

los colores,

tus ojos que imagino,

el gris, un tambor de sílaba,

un naipe ardiendo,

una compuerta

de un embalse sin agua

era mi pena

era mi tristeza ya jamás acompañada,

madre de mi aflicción particular,

cumbre de musario cerro,

locura quieta mía,

desangelada,

sopor infernal respirando su llama,

de dulce tormento cosido,

su estela que flagra,

luces miles

que no eran blancas,

en sótano de luz

de traumas docenas

y tenebrios celadores

De soga y sopa medicamentosa,

que se apaguen estás todas luces

artificiosas de la flor ciudad,

que tu cielo cariño quiero mirar

y recto, honrado rezar.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio a 22-07/2020

 

 

IV

Oficio arde
del dulce mirarte,
y ojos dulces
no hallen tristura
ni en la paz de guerra
armada ventura,
llorar puedan
orillas suaves,
entre sargazos
y plebeyas sienes
caracolas
y espumas de olas,
tronos de sirenas
entre sajadas
marejadas entre tules
y densos, profundos azules,
ay de mí espuela
y sus noches de tierra
de ventisca
y tormentas de soledad,
ideal aún yacente
animaba tus pechos
graves cuan pedernal.
La más bella
que en mi lugar
sólo belleza hallaba
a reclamar
mi bella doncella amapola
de oda y elegía en sangre 
su tierra toda.
Escucha mi ama
de tu cárcel
ni en ojos
ni en rubores
encuentro llave
tus cerrojillos vida, 
dicha y fortuna
en flores no me descubran
ni fuga ni huida
que todo destino
sólo a ti me precede
a cuidarte,
servirte
y amarte
como todo dicta
qué alegría
eres, niña de amapola.
Canción
de tornasola.

 

 

Förüq castellano er-lobo bohemio a 24/07/2020

 



 

 

 

ENEIDAD ETERNAL:

 

 

 

 

 

I
Dorso mío

flor de agua,

náufrago del vasto abismo,

cumbre de alto océano,

en alta lanza mía, abate,

flancos de pecho.

Abren mis ojos, descorrían,

y alzaban hondas visiones.

borboteaba la sangre,

como río de flores carmín,

desangrándose.

Un estruendo de tormenta

por viento Ábrego, llamada,

mandaba iras del Euro,

y el Céfiro luminoso.

Mezclar cielo y terreno pudiera.

Y  trae una furia de armas

que viene álgida.

 

II

Una furia de mares en el Sol.

Rompiendo vetas espumantes.

Haz de aguas enmudecidas.

A los bosques planto señero,

morada de ninfas suaves,

sus áureos cabellos.

Siervas de Ceres

que no pide agua salada de mares.

Mi arco armado, y de saetas

razones heridoras.

Voy siguiendo manada

a pie de tierra,

que se abate triunfal.

 

 

III

Eneas sin alma dolida,

alzado en trance de sosiego en llamas,

y entre dioses de la madre Tiniebla,

trata resonante la umbría noche,

arrostrando riscos como cíclopes,

alegrando temores,

y sembrando trabajos igual que campos,

que trinchan los Sátiros.

Volandero en avances

y cimas como el cielo.

La fija mirada un encono,

sin desgracia, girando alma,

sin oponente irrumpa

en retumbar severo monte.

 

Förüq castellano Esteban a 30/08/2020

 

 

IX

Poema a la Eneidad:

 


Enfurecido abro este bélico empeño,

opulento dejé labriegos sordos,

dulcemente encegados.

Vengo del trémulo afán

ante ustedes hados.

A vosotros,

nobleza de Alba,

y áureos carros

excelso te pido Musa

tu favor,

tenaz, como mi alma llevo asida,

en honor su ambición prevalente;

almas de mis castos dioses

en pletina de mi tronco cuerpo

armo con dorada aljaba

siempre os pertenezca.

 

 

 

II

Prisión ni hondo desánimo

es causa

rebramo atronando lares.

Y el alto monte,

furor resplandeciente

que apilar las montañas puede.

Me presento

por saber quien habla,

el más antiguo de la vetusta

en flor de sangre hiriente,

nacido de Broncos mares,

y huracanes voraces encadenados,

aunado por hadas,

amamantado en llama de azabache,

amigo de Sátiros y duendes.

Vuestra ira no pido, hados,

sólo fortaleza

para mi temple aquí asentar,

de aquí, al día,

que las Parcas.

 

 

 

III

Me encanten y arrastren.

Servil de cuanto he creado.

Dando color todo flanco yermo

de letra.

Y volviendo preciado todo baldío.

Honroso, me enamoraron

hadas o gente buena.

Toda vida en color

que en caricia traía primavera;

permitir templar este furor,

que me brota de las manos,

como ceniza de fresno,

y nieve de regios álamos.

Valedor he sido.

De cuanto he sembrado.

Os pido permiso

para dejar semilla

aquí en esta honrosa tierra.

 

Förüq


Ficha en marcha: Raíz ancestral

 

Poema a la Eneidad IV:


Voy subiendo, camino al reino de todas

sombras, flamígeras, humeantes, poso

de almas errantes, sigiloso, fugitivo

de cauce en siglos de condena;

de rito y gloria en hondos, castos dioses

que curvaban mi firmamento; balacera,

por una justicia esencial.

Abrazando mi brotada, joven divinidad

ama, doncella amapola,

de este jardín umbrío, reino de sombras.

Sangre en traza luminosa

su místico sabor sanguíneo,

y belleza suya imantada

por Estigia Tiniebla dama señora oscura

Vine a lomos de un erizo

a fundar solar, y reino capaz

mis hijos caracoles.

 

Förüq castellano


POEMA A LA ENEIDAD V:

 

Venas de la piedra Estigia.

Como lágrima en popa, fondeando,

mi nave, su llama oculta, oscura,

en ribera de Hesperia, cumbre

de Apolo, que hermoseaba Sibila,

alto trono en caverna, de áureo templo,

abría mi porvenir umbrío, bosque,

de Trivia, fortaleza de mi llama pedernal.

Venía Eneas en carro de fuego alado,

cima de rito y cénit,

donde en mito, se esculpe la muerte de,

Andrógeo; Pasífa en febea pasión,

nefanda de híbrido Minotauro;

aquel en laborioso laberinto,

inextricable, surcado, guiado por hilo,

por los ciegos pasos de Ícaro.

 

 

El castellano, Förüq a 4 octubre

 

 

Poema a la Eneidad VI:


I
Adentro el sombrío,
bosque umbrío,
donde vive y reinará siempre
diosa bruma hermosa,
yo, con púrpura celada,
en oscuras riendas cinceladas,
avanzo por el bosque de Trivia,
hasta áureo, profuso Templo
de Apolo en cumbre de Cumas,
defienden procelosas fieras vespertinas,
de morar en profunda cueva
de Flagrante Sibila, tempestuosa.
Mi espíritu en porvenir
indemne, invencible toda lucha.



II

He venido a tu Palacio,
por las cuestas de abajo,
todo cristal, hermoso, bello, Apolo,
hijo de Zeus;
implorarte yo milenario escriba,
iniquidad en gloria,
mi fuerza,
que implore, que presida mi fuerza,
con, junto la Realeza de Estrella
la más Bella,
y lluvia a glorificar en relámpago,
esta mi llave de palabra,
que prende y abre portón,
verdadero en la cima, cumbre de lágrima
su reina Oscuridad,
solicito,
otorgues favor y éxito,
para desnudar,
su alma bajo nueve cerrojillos
inextricables se encuentra,
destino, y mala rienda, blindaron,
auge en tu fervor dorado pido,
de rama roja como la sangre vengo,
rama de oro vuestra que cercené,
y validó mi historia en cobre.



III

Bajar al averno,
así trescientas, treinta y nueve,
veces más heridor,
pretendo,
y provoco la furia y ardor,
mi Sol ferro padre,
derrita y extienda
de sentencia mi vuelta
a la Tierra Numinosa,
mortal, caduca.
Mi corazón helado
ofrendo,
se complete mi empeño
digno a cobrar mi osadía.

Förüq castellano Escriba Escita a 6-10-2020

 

Sed de flama:


Sucumbir de gozo en tu yermo arcano,
suspiros complacientes del fuego fértil
que yo amé, sobre estos cielos
y su brea luminosa, atisbo sien precipitada
en seña de nueva siembra,
azar veleidoso plañe
respiro sin estrofa,
ni quietud bastarda,
flanco áureo, diestro, ambivalente,
acompasado, todo es en parte,
parte es del todo desliz oxigenado,
dar vida a este claustro,
espectro ante la luz sonando,
lío meloso en ciprés silente,
es por siempre, nunca más crascitado,
suave nube rígida,
dioses qué estaba pensando,
fuelle sin ventisca solar,
luna de encaje
a florearse superior de todo mayo,
oh servil entrega diestra,
luna, por cuántos te conocemos familiar,
todo envés de hoja dice
que desde raíz en tierra
todo grita y trasciende en vil silencio
renombrado endógeno como sola voz
de mi hada que ya ningún siglo más considero
externa o ajena a ser de incumbencia que atañe,
ay dulce tormento
final sin comienzo desplegado,
en vilezas, sienes, desmanteladas,
y su trino que cierran,
a color.
Un tatido, como vagido indeleble,
conciencia presa
del saber que quiere,
que degusta,
todo comienza
donde acaba la nada,
principio sin causa vengo a exhumar,
encanto en una vil lata conservas,
yesca mi hoguera amo y me gusta lo que me gusta,
soliloquio confinado,
tierra, materia a Tierra.
Fuente traicionera
es mi sola premura,
voy al barbecho dolido
mi encausada suerte,
lindes quietos, afaman
al perdigón viajero,
es mi rifle,
es mi arma,
es incombustible flama,
mi poesía dama,
alma con alma fiel, enamorada,
piel de su piel,
sangre granate  al rubí excelso,
por extenuar,
vid de vida, honrosa Quimera,
Ferento acoge sin pérdida,
solar extenso, mi hoja quieta,
virtud soñada, estameña,
alma con alma sin dolor,
beso en este sortilegio dispuesto,
un son de grillo y volví a renacer
un verano angosto que me cedía el paso,
cepa de vidita que advierto
a vidas de un día
que inspiración en campana
no revierto,
ni a envidia la disuelvo,
relente febril
de competencia sin compostura,
como flor sin agua acaso era,
entre corona y candelabro me marcho
como tierra en el viento me marco,
como locura de amor, cargo mis versos, apunto y disparo;
ya lo dije,
en este réquiem por la tierra olvidada
clavo mi espada,
ojo de tierra me observa,
y mi aura embelesa,
amapola de runa valquirja
bueno soterré la desquicia,
corazón en el agua,
pudo ser de la lluvia,
riera encumbrada,
clavando el destierro del abrojo y su breve antología,
del que sabe que el tiempo es para construirlo,
proyecto de la bruma gris,
fue clavar semillas en el corazón del sueño,
y su batir en vuelo de la polilla de cemento,
yunques en la tierra
que soy de mi pluma herramienta, eterna azada,
para ser de tierra nueva
sangre que exclama,
que mi sangre es de Sol.

 

Förüq

 

Yo soy el que escribe su historia

Eres tú mi amor
Solo hay fronteras
en el mundo;
No hay fronteras
en el papel;
Tengo versos en
el bolígrafo quiero
fundirme soy el viento
Soy el eco de tus latidos
yo soy el q. vive en tu mirada
Soy el tiempo
Soy el espacio
Soy tus recuerdos
Soy tu alma
EN MI LIBRETA ESTÁ EL MUNDO
YO SOY SU CREADOR

 

 

Poema a la Eneidad VII:

I

A través de las oscuras llamas,

del inframundo terreno,

arrastro infortunios y sucesos caducos.

Como fiero hierro al candor de yunque.

Voy rumbo a abrir las puertas,

sagradas, con fuerzas y valor,

arriado, de hijo que soy

del Soberano Júpiter,

a espaldas queden mía, todos dardos,

envenenados.

E injurias latientes.

Avanzo mi umbral vivo-muerto,

y su procelosa senda,

que se desdibuja.

Ardiente cual grande, mi deseo,

de abrir portón

en abismo de Plutón.

Que yo, Mercurio romano,

no conozco miedo, ni él en mí habita.

 

II

Los negros cisnes

de Apolo me conducen;

revelados mis arcanos,

en dulces tormentos,

y pesares vencidos;

iluminoso mi destino,

me precede,

adentrar los umbríos bosques,

inalterables del Averno,

mi sangre de dioses rebrota en osadía,

de melodiosa cítara,

con la que entonara ofrendado,

ramo de oro consagrado,

en oscuridad al relucido Juno.

Escucha mi súplica Proserpina.

 

 

III

Jardinero soldado yo,

de toda enervada sombra,

que avelas, y proteges,

a Plutón tu esposo

encarecido, ruego,

que imploraré,

paso y permiso para volver,

victorioso a las auras vivas.

Atravesar tu bosque oscuro,

hasta valle hendido de azabache,

tenebroso,

hendido en Estrida tiniebla,

hija de su madre abisal Oscuridad.

Oráculos y altares me respondieron,

velando mi empeño,

cruzar tus densidades y oscuras, bellas fauces,

y listo, sigiloso volver indemne acontecido.

No hay hierro vivo que mi carne hendir pueda,

ni acero de pecho que arredre a mi Señora Hada.

 

 

Förüq castellano

 

 

Cristal eternal:

Vida que las montañas me respiran,
raíz en su abismo de hondo tajo,
aire bonito relátame mi destino,
subiré los montes y cerros,
alcanzaré mi soberbia
allá donde el alba despierta
y el linde vuelve vago,
plácido, ferviente,
sed de tallos
y savias que luz llena,
erigiéndose cumbres
y cimas de hervores
a la matutina belleza
que anida.
Y en el ser germina,
febril loma desdeñada
por rizos en apogeo
entre rayos que culminan,
desnuda hacienda ultrajada,
río de encina, cuervo nacido,
por lo que me quedó sin decir,
Wotan, Lugh, Morrighan,
ese veris perdida y encontrada,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi amada Brigid
Genii locorum dioses ancestrales
abrir este camino,

Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte,

tierra entierra la maldad
sepulta los problemas,

como en tu ser el ciclo

el eterno resurgir en ti cierra
y comienza,
resurgiendo, abriendo camino,
escudo en fuego sembrado,
hueso del pagano,
me deberán cuanto yo he plasmado,
hierro al hierro,
fondo escueto
del vítreo traspuesto,
senda de la idea,
por ellos socarrada,
lucha, cuanto más arduo es el camino,
cuanto más se  abren las pruebas
más se hinchan las fuerzas,
sólo vencer en firmamento,
agujereado de huesos,
siembras que tiembla la luna.
3 claman los Genii Locorum;
que no han muerto, que ni el olvido, puede con ellos,
Diancech sana este mi cuerpo
Badhbh Catha sigue fuerte líbrame del cobarde,
Epona sálvame del semejante soy tu mala yerba,
Dagda, Balar, Mórrigán, Lúgh,
y tú mi amada Brigid poesía,
elevar mi canto
que yo con mis actos
os hago un manto,
Cernunnos comienza nuestra caza,
Candamvis alumbra esta montaña centelleando
el relámpago,
abriendo el cielo de nuestra bruma,
tejiendo nuestro amado ocaso,
que jamás hemos visto los que vivimos en el suelo,
ahora y siempre se escuche nuestro canto.


Miguel Esteban Martínez García en 22.5.17

 

 

Poema a la Eneidad VIII:

 

I

Clarín entona sin miedo,

repiqueteo de oráculos.

Encender sones marciales,

al ímpetu de Miseno.

Mis ojos alzo, escudriñando,

severa tierra donde crece,

toda miseria.

A los vivos no se permite,

el paso al bosque;

ni laguna del Averno.

Trama de misterios encuadra,

surcarla; y a nívea tierra viva,

regresar.

Encendido el muérdago traigo,

prendido, en ofrenda a las divinidades,

del reino de la muerte.

Brío de lanza es mi arte,

claridad, color abre,

y me despliega.

 

II

Ofrenda erguida en vetusto bosque,

a expensas de segunda llave,

en guarida de alimañas, obtener.

Así encontrar segunda rama rebrotada,

en hojas de cobre,

para una vez cercenada;

disponer la fuerza milenaria,

de la virtud no enseñada.

Dos torcaces vislumbró,

mi súplica gozosa.

Ellas dos fueron guía,

al espino amarillo,

de madre divina,

me condujeron a orillas,

del desierto embalse,

de penas, como recuerdos,

ahogados en silencioso poso,

el codiciado espino, de alto viso,

fulgor dorado, repleto en espinas ardientes,

en llamas.

 

III

Sus hojas de cobre eran,

y poseían de aquel espino,

la sabiduría escrita,

jamás encontrada.

Cercenada la rama de hojas en cobre,

brotó, la tercera rama áurea, con llave.

En oro era su totalidad relucida,

cortada al filo, candente falcata,

abriría el portón,

de retorno al mundo de la vida,

y su luz que acaricia.

Ya en abismo de guardianes errantes,

y almas difuntas,

voy rumbo al encuentro,

con el Creador Universal.

 

 

Förüq castellano Mercurio a 11-10-2020



 

 

DEIRDRE REINA MI DOLOR; COSANTES:

I

Poeta sin tiempo no expira,

Deirdre palpitando, siento.


Escriba llaga lo antiguo

Deshaciendo lo averiguo.

Deirdre palpitando, siento.


El sentimiento es alado.

Vuelvo en dicha desatado.

Deirdre palpitando, siento.

 

Miel de dioses estado quo,

desangrar rosa es inocuo.

Deirdre palpitando, siento.

 

Poeta sin tiempo, alma expira,

Deirdre palpitando, siento.


II

Crece que late amapola

Su sangre enraíza roja.

 

Este el mío corazón.

Vengo por besar razón.

Su sangre enraíza roja.

 

Vengo al amar, por tu aliento.

Vengo a morder tu ardimiento.

Su sangre enraíza roja.

 

Fosa cava mi azadón,

no era pena era sazón.

Su sangre enraíza roja.

 

Tierra y sangre, la amapola.

Su sangre enraíza roja.


III

 

En horizonte sediento.

Deirdre heroína mi dolor.

 

Hasta llegar a las cimas.

Robé el amor que amimas,

Deirdre heroína mi dolor.


Ven amada, liberemos,

quita cadenas, volemos;

Deirdre heroína mi dolor.

 

Del placer entre calimas

envuelto, pena redimas.

Deirdre heroína mi dolor.

 

En horizonte sediento,

Deirdre heroína tu dolor.

 

IV

Al dulce momento vuelto,
sajara aullidos en luna.

De luz de plata igualara.

Yo lobo celta encumbrara,
sajara aullidos en luna.

Yo antiguo luz que cultivo,

Vine por beso asertivo, 
sajara aullidos en luna. 

Solamente yo grande alzara.

Llevo corazón en ara,
sajara aullidos en luna.

De adormideras envuelto,

sajara aullidos en luna.

V

Las hadas gimieron todas.

La raíz grita, perpetua. 

Este amor eterno vale.

El dragón verde sale,
la raíz grita, perpetua.

Me nombraron su escudero.

Rama roja el duradero,
la raíz grita, perpetua.


Yo espíritu antiguo cale,

amigo del duende exhale,
la raíz grita, perpetua.


Leo la naturaleza yerta,

la raíz grita, perpetua.


VI

Ella me lo dice, dicte.

Las raíces gritan rectas.

Las hojas se mueren recias.

El aire asfixia herencias.
Las raíces gritan rectas.

Los ríos lloran sangrando.

Las almas duermen orando.
Las raíces gritan rectas.

Buscando venganza, sacias.

El ser humano desprecias.
Las raíces gritan rectas.

Depredador asesina.
Las raíces gritan rectas.


VII

Humano asesina madre.

Todo lo que no puede hablar.

Silencio grita, maldice

y todo muere predice.
Todo lo que no puede hablar.

Este pájaro de fuego.

Habita espíritu luego.
Todo lo que no puede hablar.

Demonio hable, estigmatice.

Que habla en poesía alunice.
Todo lo que no puede hablar.


Idioma de dioses fuertes.
Todo lo que no puede hablar.

 

VIII

Flores aman mariposas.

Como amores imposibles.

Yo alcancé tu alma y tu esencia.

Fundiera en plañir, latencia.
Como amores imposibles.

Y mil veces más ardiente,

vengo anclar mi descendiente.
Como amores imposibles.


Guerrero de complacencia,

el Ángel dorado esencia.
Como amores imposibles.

Sombras luchando su lugar.
Como amores imposibles.

IX

Demonios convertidos ya.

Yo surcaré el infierno yerto.


Y en la muerte traeré ilesa,

amor nuevo, será empresa.
Yo surcaré el infierno yerto.

sentir que tú serás mi par.

Aunque tenga que destapar.
Yo surcaré el infierno yerto.

A la creación traviesa.

Escriba con letra tiesa.
Yo surcaré el infierno yerto.

Esta amapola que canta.

Yo surcaré el infierno yerto.

 

lit. C et sumun canae,

Miles Dei lumen,

Mea unguis timor malum,

Mors erita exora mea.

 

FÖRÜQ

 

 

 

 

Poema a la Eneidad IX:

 

I

Todo he previsto,

ya ante las sagradas puertas,

del reino, regiones inferiores,

donde refluye el río Aqueronte;

de todas las ánimas desangradas,

puertas sagradas,

tibian el paso a su castillo,

bordeado en umbrío páramo

de la Estrida,

mis arcanos revelados

del seno la honda tierra,

donde moran sombras sin vida,

ante el olmo gigante,

donde anidan los sueños vanos,

señero a puertas de Centauros,

y la Hidra de Lerna,

la Quimera arbolada de flamas,

Harpías de viborillas,

sangrantes en cabellos.

Es ésta la morada de sombras,

del sueño y la adormecedora noche,

en junta de calladas sombras,

Me presento en vuestros umbrales,

Con quien me acompaña

Leannán-Sídhe Reina señora Hada

Protectora las profundidades abisales,

hija de madre Oscuridad,

y una sed de luz,

Padre Creador de las deidades

existen bajo tu, y nuestro amparo,

vengo a obtener respuesta,

si la muerte no me quiso en su lecho,

debido a qué siguen tormentos

asidos en dificultad,

quién soy sé bien cierto,

y mi poder no ha tomado ni ve, objetivo,

ni venganza suficiente, merecedora tu gloria,

en este Parnaso Olimpo abismal,

vine a partir mi destino en tres mitades,

una mía, dos, para ofrendar,

tu protección, y favor,

los hados están conmigo,

a ti rey de todos los reyes,

todo humildemente cuanto poseo,

no puede compararse

a tu dicha en conocimiento,

nada te he pedido,

solo ofrecido,

he venido a servirte,

y en primera instancia;

ser tu Escribano,

hasta que me enamoren las Parcas,

y abandone todo lado, y frente.

 

Förüq


EXTASÍA:

 

¿Qué gritas amada a la noche?
Soledad erguida en muros de cristal,
mi cuerpo sin luna,
mi sombra sin trincheras,
levanta, y grita que no hay herida,
estas flores del diablo,
la verdad todas huelen a ti,
a fragancia esquiva, atónita,
desvelada, nerviosa,
como besar ceniza de sol
que deslumbra.
Florida rama, que fluye,
nazco de la boca del dragón,
empuja la melodía,
ensortija esta vital muerte,
que todo acontece,
somos eco de pluma,
vileza sin escama de sórdido
silabario,
numen de Valparaíso,
donde flor y ambrosía,
es caricia a esencia
de arder metamorfoseando,
desnudez en alma,
y cuerpo en grito de último deseo.
Verdad sin flagrantes muros
ni caracolas,
querer alegre,
su prestancia llegada,
cantando a protegerte.
En la guerra y en seno de diosa,
hasta la preciosa luz
de todo infierno,
rijo mi flor sin muerte.


Förüq castellano Miguel Esteban

 

CÚSPIDE AFABLE:


Era suficiente mi esbozo,
y no dije nada,
vivo aquí también,
en esta tela de araña y yo canto,
árboles que sangraban,
un casco de verde sien,
y hormigas que asentían
y caminaban sin cabeza,
cabezas de pan en agua,
en lluvia de abierta chimenea,
al fragor, de un helor
de cazuela en fuego,
patrullaba, todo de mí,
penitente y letal,
me acordé de su silueta,
sexual de paso irrevocable,
como última sombra,
de un alma gélida,
invisible, impronunciable,
me vestían los campos de fecundador,
todas sus flores pedigüeñas,
como mitos y leyendas
alumbrados en real conocimiento,
en destello penetrante,
como un rito funerario,
con vistas a repetirse eternamente,
el campo bajo ella,
y mi taza en labio,
susurro malva en pecho,
y el índigo rebelde,
sólo era un color,
susurros de dama entre la honda grama,
espiga roja,
o herida en ojos,
oh enebro de invierno,
enroscado arbusto,
como humo azul,
agnóstico cristal,
donde crece la despensa de la ginebra,
pinturas de flores
en piedras,
me traen tus ojos,
resonando lo perpetuo,
de mi esclavitud de dulce tormento,
escribía pequeño, y simple,
como si la herida fuera imposible,
de pronunciar, 
todos los lugares
significan ningún lugar,
por tanto encontrarte es sencillo,
no hace treinta y un años que te leí,
pero hoy sigo sorprendiéndome,
escucho tu río de acento,
como perdiz en nido entre el rastrojo.

Förüq castellano Miguel Esteban


SANGRA MI ANHELO:


Me cobijo en tu palabra,
yo te hablo, te escribo,
más allá de sombras,
de pretensiones que caminan,
de ciudades que sienes negrean,
hablo de una coronación,
etérea, me volvió tu rey,
mi reina eterna dueña de toda penumbra,
y alarido oscuro,
abre tus ascuas de ojos mi reina eterna,
lleva este escriba por tu reino de labios,
escuchemos el crascitar de cuervo,
bajo horrido nogal,
seamos cuerpo y carne,
vena y sangre,
veamos amaneceres, 
y tormentas surcadas en nuestros ojos,
como nacen primaveras 
de nuestros sentires valientes,
seamos río de flores desangradas
en pasión, y rojo corazón bermellón,
mi condena en ti comienza,
y sólo en ti acaba,
mi reina, mi hada,
condéname a tu vida,
como si tiempo no hubiese,
abrázame con tu alma,
que condena y tiempo,
solo es y era volver a nacer,
para volver a juntarnos,
mi amada mi espada y hoja que nunca acaba,
mi amada dueña como hoy y siempre,
de mi enamorada palabra,
no hay abismos,
ni razones detengan mi palpitar
ilusionado.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

TIERRA MI SANGRE:

 

Afilo en templanza,
esta sangre de piedra,
que me habita y recorre;
caliente manifiesto,
del carmesí sangrante,
avisto la honda sierra,
aspereza de cultivo
en eral de labranza,
bordean juncos y espartos,
entre cardos señeros,
y tomillos vástagos,
jaras y carrasquillos,
en baldío sembrado de retamas
e hinojos solares,
hojas de cardos elevan 
el sabor de antaño,
en ribera del Henares,
canta un sigilo de chopo,
y docenas de álamos secuaces
siguen y su ceniza cubre
sendero de fin no hallado,
jilgueros, entre gorriones,
un cernícalo vigía avisa,
belleza que vive siempre,
a escala se mire,
ortigas y caracol entre tomillo,
alacrán y araña lobo,
culebra bastarda 
entre matojos de cerro bajo,
por las torcaces y perdigones de soto,
encuentro un infinito en el mirador del cid.
Paisajes y campos de la cepa de vid,
al olivo de oliva,
que abre almazaras de oro en tierra,
ababoles y daturas,
tomatillos del diablo,
y corrihüelas,
coraje en flor y vida de gen
y condición, extasía de todo color,
mochuelo en hueco
de encina, años la cuidaron,
ratón de campo no ve su final,
como el topillo,
en garras del azor,
oh, sapo de acequia,
y culebrilla ciega,
bajo tierra del barbecho,
incesante búsqueda
del tordo y mirlo,
tras lluvia de la sembrada
lombriz de su tierrita bella,
donde todo es libre, y corre
y juguetea.


Förüq castellano Miguel Esteban

 

COBIJO EN ALARDE:

 

Avanzo mi pecho entumido,
regado en lágrimas de hechizo.
Ardorosa dicha en belleza,
acaso yo pido,
cabello oscuro, y terneza
en labios esclavos de hermosura.
Su ventalle contemplaran,
ojos míos en alegría de alma esposa,
espíritu errante de sotos esponjosos,
y nublos cargados,
en besos incipientes a padre terreno,
murmurio de río pasional,
a tus pies de jara me acuesto,
palabra suave,
amor en mar embravecido,
luz, color, esparcido a tocarte.
Mi astro, mi nota, y mi flor,
suspiran tu beso en viento,
qué diremos, si dulzura acaba,
como se oculta la luna danzarina,
peregrina,
que en tu sonrisa me derrama cuna.
alma, ventura,
o muerte en vida,
por bellos, angostos mares,
te dejo mi dulce ceniza,
mi bella, centelleante golondrina.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

Perdurable semilla:

Vivo llorando,
a un olvido que es más fuerte
que toda siembra,
qué piensas hijo de luz,
que naciste sólo,
para volver a tu apagado hogar,
qué redimes,
qué afliges,
carne y materia,
que no habla ni canta,
de un tiempo extinguido,
ni rayos de cielo luminoso, acogen,
luchando contra un tiempo
que no pertenece ni se disuelve,
en manos de arcilla,
ni es más duro que el bronce,
vestigial, te canto,
arriba la espada,
oración en manos de alba,
oh Lvgvs,
invencible al crisol,
lágrimas de cristal,
vieron llover ojos en sangre,
rito de signo azabache.
Raíces del ser etéreo, trashumante,
eternal lustre oxidado,
oh Candamvis,
sube bajando tu seco rayo,
esta noche un noviembre
que te hablo,
del tiempo secuaz,
inefable,
y su filosa simiente,
no vine de barro,
pero barro seré,
hondo sustrato,
en tierra de Iberia,
e Hispania celta,
vine sembrando mi brazo,
no me iré sin trazo,
ni de cabellos en fuego,
ni de ojos en agua,
separarme del latido puedo,
ocaso de mi ceniza no habrá,
ni ala oscura extinta
me sostendrá,
mi sangre que humilde,
vive y perdura,
de campo y monte,
de jara y endrina,
esquiva,
como préstamo celeste
redimido.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

ASCUA SIN FINAL:


¡Oh, luz imperecedera,
luna de piedra, tu sempiterno semblante!
Ascua de sola idea,
canto de perenne madrugada,
voz de hoguera,
escucha mi réplica,
a tu compás de alba,
yo canto,
tiembla la creencia,
todo he sembrado,
al letal lecho del olvido,
no olvido su nombre,
ni su inimaginada senda,
me alzo,
cuántos placeres presos,
cuántos sones blandieron,
compás intransigente de coraje en frente,
abandonar aquella estepa,
nunca más,
quemándome en oscuridad,
donde todo nace,
todo crece, ciego albor,
por nubes que lluvia cae segura,
me miro desnudo en la penumbra,
y acontece un frío resplandor vacío,
de esta opacidad que llama,
que baila,
sigue mis piernas férreas,
amando aquella sombra,
sin jamás entender,
si sería cercana a la hora,
ni si este espejo,
lloraría en borbotones sanguinosos,
ni si sabría igual pasados años,
y su letargo confinado,
en mis ojos este dolor,
no sabe igual,
si viviera en los tuyos,
ay si el infierno me suplicase,
todo lo sentido,
sería más que flor de intelecto,
ay, si desnaciera el dulce tormento,
no sería ni acaso,
el que habla,
todo cuelga de un alfiler,
camino líneas,
siembro agravios y señales,
vuelos de fénix apagado,
la soledad me volvió a ver,
a resquicio tenue, veloz,
reí y en temple 
más afortunado no se rigió,
seis mil millones de rostros,
seis mil millones de mentiras,
qué debo hacer, algo equivocado,
sostenme aparte,
como quimera de piel y verso,
y solitaria llama de encanto.


Förüq castellano Miguel Esteban

 

OSADÍA EN CLAVE:


Venga, venga cantando,
la sola idea en hoguera,
del oficio que arde,
su desquicia alada,
de campo yerto;
que por yerto no es campo,
si no hondo cementerio
de acristalada secuaz, idea.
Eco ciego de purísima imagen,
crascitaba mi tiempo,
quemo el pensar,
era mejor que si luz,
no hubiera visto.
Sonaba ya una matinata,
del alba nocturna sin calzas,
ni categoría difunta.
Como estancia de estela breve,
sin descorchar.
Reinaba un hueso de luna,
descalza de un noviembre 
que lloraba nubes, y agravios,
penas y tormentas en flor.
Traje de bruma,
sombra en agua de señales,
en tierra y sus tordos,
escarbando en busca,
de lombrices azuladas;
de ideas que prevalecen,
como venas de senderos,
como laberintos
dando vueltas a la peonza,
del mismo asunto,
sin vida, sin embargo,
era bonita idea,
por la que morir sin pensarlo,
sin crueldad acrisolada,
ni mentira sin conocerla verdadera.

Förüq castellano Miguel Esteban

ODA AL RÍO MUNDO:

De un mar de tierra
que tú desembocas,
que raspas sus siglos afligidos
de volver a comenzar,
como plañía la eternidad azogada
en verdes espigas,
y senderos verdecidos del inmortal forraje,
cuna de mis erizos seculares,
y orugas de hojas recias,
desde el caracol judío blanco,
al cerro bajo,
haces llorar el alma de belleza
que contigo Mundo juega traviesa,
siglos solariegos
entre juncos de tu extensa rivera,
hábil tenaza del cangrejo cosechador de tu agua,
vienes que sublimas mi esencia
volandera, entre surcos de tu inmensa
hacienda de toda idea,
espárragos trigueros tu orilla en sombra
de boscaje ofrenda,
rito y culto a lo ignoto de tu belleza evidente,
Oh, río Mundo,
ruedo tus acequias que llenas,
cobijo en respeto, tus barbos cobrizos
y carpas doradas,
arteria y vena del terreno
desde tu álgido nacer
en Riopar,
paradigma de chopos amantes,
y cepas de vida,
desnudo mi canto
te ofrendo
en compás de arraigo a mi tierrica bella,
castellana,
que se alce mi voz desde la encina erigida,
hasta un compás en cumbre
donde tierra nace,
y raíces gritan de su silencio sediento,
oh, Castilla cantaré extasiado
a tu saliva,
y lágrima de belleza
en tu horno de espejos
del río Mundo.

Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García


VOZ DE TU PRELUDIO:


Eran dos voces,
se querían ambas entre
dos labios,
eran como azules 
sin helada madrugada,
una sangre agitada,
sí dentro de la noche,
se deslizaban como espinas,
entre flores álgidas,
melodía de perro afónico,
y luna plena,
fugaz melancolía,
era la voz hembra,
el brillo se conjugaba
de secuaz beso nítido,
rostro en hora,
giraba flotando como fantasmal,
sábana de anhelo pertinaz,
un valle estiraba y tus gemelas,
reflejas piernas, bulle y besa,
hondo antepasado de diente afilado,
y lecho de abrojo,
arcaicos deseos se conocieron,
bajo mar y hondo terreno,
beso de intimidad sola,
de extenso horizonte,
derrumbado el sótano en luz
que amuralla,
poniente de carne de cristal,
y pluma en abanico llameante,
labio de quietud ,
escarlata hoguera por ocaso
del lobo mesetario,
que buscaba luna y entabló,
del cielo regia sequía,
silencio que oigan,
dos voces puras,
se quisieron,
sin forma anhelante,
como el poder nunca pudo,
y la creencia,
sin exacta ciencia,
sabía que impulso no dispara
tres veces ni a revés,
tiene, ni blande retroceso.
Oscura música que en perpetua,
sinfonía,
soledad cantaba,
su silencio de cristal.
Y tierra levanta,

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 

VOZ DE TU SANGRE:

 

Gira la rueda de bronce,
alma de espíritu yerto,
mece raíces de este corazón virginal,
me baño bajo tierra 
en tus níveos, áureos, labios,
ojo de tierra viese apuesto,
pies desnudos, sobre musgo,
y serena escarcha, en sangre de piedra,
eres agua de áspera, y plantada orilla,
cumbre, y ascua,
de mis ritos, y plegarias.
Agua sobre mis ojos
inaudita, inconcebible,
puñado de tierra de estrella en mano,
como pájaro y charco en mis ojos,
ruido de sueños aleteando,
intranquilos, insumisos, dirigidos,
cántame el nácar de caracola,
como si de tu boca bebiera
su extasía húmeda, alimenticia,
respirar al fin en tu pecho,
aire de sepultura,
de hojas mi noguera,
no me abandones, mi sueño en tierra,
sé como el forraje, que nunca se fue,
y Ostara despierta en verdor,
huella en lágrima, tu deseo afilo,
lo único sello de sollozo,
o sangre de tierra,
eterno secreto de este corazón vivo,
que ya no es piedra de río.
Enlazándote deseo, discurro,
mi entraña de hinojo,
y el anís de tu saliva,
mi zarzal de sierpe indemne,
humedad en ceniza única no pido,
rayo y destello en triste candelabro,
corona de caracoles agita mi frente,
débil poniente de la flor de Odín,
caléndula junto el silbo lascivo me precede,
ardiente mi danza de pluma,
último relámpago en vida,
viste mi desnudo,
arribando y lamiendo,
tu caracola sonora,
d' esta eternidad disparada;
que me acoges.

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

EJE TU SENTIDO:

 

Yo soy el que escribe su historia, 

desliz encadenado, 

eres tú mi sanguinoso humor, 

en ascua de destello infinito, 

destino eterno, 

destello eterno 

en aras de mi prestancia, 

oscuridad es destello 

eternal, 

No hay fronteras en papel 

ni alma ni éter de escuela 

que dicta, 

no hay murallas 

en la mente que te piensa,  

otorga, 

sólo hay fronteras 

en humana cárcel, 

tengo versos en mi tintero, 

estoy fundiéndome, 

soy el viento, 

soy su humo que te lleva, 

eres herramienta, 

soy el sonar valiente 

en eco de tus latidos 

confesos 

por cumplimentarse, 

soy el sino, 

soy Parnaso devorado, 

vivo en tus ojos; 

allí me anclo 

a tu perpetua voz, 

por la que desnacer, 

en bruma siempre gris, 

tiempo de ayer, 

vuelto presente, 

raíz de recuerdo 

en tu alma, 

en mi libreta está el averno, 

que se eleva paraíso, 

de tu sombra en verso, 

sí soy tu alma, 

y en mi libreta está el mundo, 

yo soy su único creador. 

Mi oscuridad sempiterna.  

 

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

MORTECINA SIEMBRA DE VIDA:

Oh, esto es la cama,
o lecho de mi verbo,
eres tú mi alma,
arma piadosa, secuaz 
de un submundo de plomo,
si las olas no te trajeran espuma verde
de vida lisonjera en precipicios
todo cantiles de idea sola,
toda peces como piedras roderas,
frotándose en la gravedad,
del cielo purpúreo,
que llamé cumbre,
ellos pétreos, anidaban en copa
selvajes de altos árboles,
aire que me quiere,
como puñal pretencioso
de mi forma asentada,
numen de flamígera luz,
como orna del sentimiento,
que arrastro por los siglos
que ni me crearon, ni alzaron,
de silencio roto,
sólo se prestaron como barcaza de travesía
por la última y primera laguna Estrida.
Desnudo mi destino,
frente tercer orden todas las cosas habidas,
ofrendo en sacrificio,
algún apóstata lo dudaba,
mi muerte no acaba,
ni hurga el relámpago,
hondura en pecho,
hablo al vertical cielo,
de espanto celeste,
mi cristalino sol de negra rompiente,
en corazón no me cabe,
sostengo la mudez marchita,
en mi sombra,
espalda de Caín,
capataz del brillo primero,
sangre mi espíritu de Mercurio
en líquido azabache,
sangre en hoyo
de este puñado de tierra,
en agua color de piedra peregrina,
zarpando su hematíe,
oh, piedra de sangre,
frenético rojo bermellón,
granate, obscuro druida,
todo destino, vestigio
de eternidad en cerro invisible
en seco y áspero movimiento,
que ni el mortal inmortal,
encauza ni domina.



Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

 

 

 


 

 

 

 

Palpitar en oratoria:


Sumergido en la línea de la noche,

halle donde me halle,

la parca senda del horizonte,

encumbradora persiste,

avanza, y subyuga,

miedos vueltos simientes,

en esta orilla, donde el olvido,

no se construyó,

donde encerrar tormento asido,

de mieles soporíferas,

de momentos tenues,

dulce sabor de sombra en idea,

a un día de eclipse,

total absolutorio,

oh luna sempiterna,

repleta con mi miedo,

cruzada suerte,

en tu secuaz traslado,

consecutiva de ganas mordidas,

era tu sopor, un halo presidiario,

una cuartilla en marcha,

un aliento de vida por siempre,

hálito fugaz, oh voz de montes,

y cielos extendidos,

no volveré sin ti,

nunca, de nuevo,

mi corcel celeste,

mi Pegaso sentimiento,

arrullador, vestigial de signo,

y herrumbre,

empuño mi filo de espada zorro,

en esta eterna noche,

del espíritu azorado,

y su enemigo tenebroso,

señor niebla,

y zozobra de crespón en alza,

por este páramo,

de embrujo a la piel de luna,

y ardiendo un calvero,

su densa lágrima,

de mujer imperecedera,

jadeo ardiente,

su destelleo de cabello azabache,

no retrocede,

ni vivirán mis labios sin su sangre,

letanía excelsa,

dibujan sus pies de jara,

de su desnudez tibia,

y lluvia de sus pestañas sin obsequiar,

diosa de hoguera en lecho,

y reina de este devenir sangrante,

florecen ya tus manos,

vivirte poesía,

es servirte Musa oscura,

belleza,

es tener tumba abierta,

para todo sueño,

nitidez en visión,

porque no te suelto.


Förüq castellano Miguel Esteban


El envés:

Agarrado a un rayo de sol, 

cogido de su luz que hermosea, 

que llora las flores del cielo, 

luz diluida, resplandeciente, 

bella, bella en la mañana 

y obscura de luces 

que previas cayeron apagadas, 

retratar pudiese 

mi alma, 

por cimas y candores inusitados, 

retratarme dentro de tu esencia 

sin caminar más solo, 

nuestro dolor, 

huerto y redil de astros, 

parecen tus besos, 

transcribo para sentirme 

como la centella tu universo 

que gira para volver a su lugar, 

deseo vil, que no me sucede 

ni me abandona, 

pegado a tu mar de astros, 

y lenguas de olas fugaces, 

oro en tierra, era ver tu hermosura, 

como rosas de Galatea, 

que en tus muslos caminan, 

y sí, amada, 

soy yo, 

en tu campo, 

de sentimientos presos, 

allá donde la lluvia de caléndulas 

me derrame, 

quién pudiera ser 

sencillamente mortal, 

errante hierro, 

sangre de Sol, 

ni osar polvo de estrellas, 

ni tierra en lecho ni aljaba, 

vida musitada del agua eternal 

que te abraza, 

ojos tuyos de estirpe 

en mi recto cuerpo, 

nocturnal, 

y durazno en rama 

sin ver llorar, 

ni a sequía deslumbrar, 

tiempo, milagro de ser, 

en ti a retazos, 

gota indeleble, 

antorcha de guerra silenciosa, 

para recordar allá, 

donde estuve, 

que fui siempre 

y por siempre, 

quien quise ser, 

conciencia de lluvia, 

oh poesía, 

abrazo mis recuerdos, 

ya sin hojas, 

utopía de muchos, 

fragor de pocos, 

trae cariño tu viento, 

yo lo cargaré húmedo, 

de Aquilones, 

pájaros de la noche, 

en verde paisaje vestido, 

que trepan las escalas, 

donde el sentido se hace palabras, 

y escritos a la diosa Aurora, 

que a la mañana siguiente, 

renace.


Förüq castellano Miguel Esteban

 

Ababol sangre de tierra y de sol:

 

Ababol, oh tu carmesí sangrante,

oh tu sangre de Sol,

en brea de pétalo flamígero,

sordo me alzo yo solo a tus cantos,

por sembradas frentes,

acoges tu belleza encausada,

rizada ascua gimes

de la tierra al cielo los castos dioses,

en la altura los montes

a la cumbre de sembrados árboles

anidados, repletos de peces.

Monumento tú del yerro,

y tu rivera a mi izquierda,

impetuoso me alzo

desde tu desbordada mar de tierra,

al río en rambla,

de Júpiter complaciente,

príncipe y rey tú,

oh, gran olvidado linaje,

caudillo orador de los vientos,

rajas el ocre

de tierra impune que mi Noto,

muerte no teme;

lámina de bronce mi pecho,

qué clase de muerte

tú difundes y apremias

como divinidad en coro de Ninfas y Sátiros,

mis ojos, sin lágrimas, vierte.

Oh sola belleza tú,

amapola venidera,

augur de cuanto he sembrado,

Ababol sonriente, Vestal en llamas

iridiscente,

por Helena de refulgentes estrellas

por cabellos,

derriten todas mis arañuelas,

Padre de los cielos,

Padre del viento, acoge mi fiel ofrecimiento,

en este atrio castellano.

 

 

 

El Castellano

 

II

 

Amapola, vestida granate,

tu sola sangre de tierra,

desnuda como el cobre,

de tu rayo en luz de Sol,

mismo amor afliges,

en paisaje que tu belleza no vence,

rindes auroras en tus pétalos suaves,

río de tu curva,

y montaña de labios ondulantes,

día en tu cuerpo frágil,

escucho tu voz como sangre circulando,

del Padre Astro,

rocío que en tu seno de amapola,

observo,

tu calidad de espejo,

y sábana bermellón,

arrullada,

tu ternura inocente,

como álgido vuelo leve,

sobre ras terreno.

Tu voz, que me enseña desde los trigales,

a los cerros advenedizos,

siempre tu rojo,

que en mi corazón existes,

como azul de mares,

sólo tú escribes a la sangre,

de mis sueños,

¡Oh, ababol flamígero!

¡Sangre y sed de Sol!

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

Elogio de tiniebla:


Solamente solo,
entre dones de piedra,
y murmurios de desierto,
sequedad de dunas,
y arena de alguna luz distante,
verdad cabalgada es estallido nocturno;
destierro con llave,
las puertas del reino tenebroso,
oh, ángel de metal,
inquirir muerte contra yo solo,
pensamiento, o, porfía,
tiento en venas de alguna espada,
levanta cielo,
mi póstuma ceniza,
misma calidad de sien de luna,
atravesada,
para que mi ser pese sobre terreno,
valerme quisieran siglos de pólvora y verdín,
quedarme sin huesos sobre el plomo,
y los muros d' esta sombra,
fortín de futuro,
y sueño reverdecido,
buscando estoy mi camino,
de pulmones sin sangre asfixiada,
ni alumbrador rayo de instinto seguro,
golpe de vida en claro, oscuro,
ser pobre de cantares ávaros,
y necesidades neutrales,
canto del río a la pena Estrida,
glorifica, mantén a tiento niño pedigüeño,
oh, frontera tu curva,
estaba yo muerto,
sí, enseñanzas de la juventud.

Förüq castellano Miguel Esteban





Alzado Hipsípila:

 


Hipsipila. 

Fuego y sangre,

de dragón volador,

crisálida azogada,
reflejando su muda,
y a su dueño abandonarla
para ver lámina de cielo emplomado,
lejano y distante su reino de amor está.
Como su princesa por capturar,
el pájaro único, igual a todos,
blandea en estiaje gris lánguido.
Mientras llueve en el jardín inglés,
bruñido su color añil.
Vientre de hierro;
donde crece su flor de difunto.
Vaga libélula destinada,
al estanque de la vida eterna.
Camina, difumina, rige su cenit.
Viejo lobo reclama,
a su enamorada luna.
Que le lleve,
tordo, de la oliva tu fuste,
junto con el córvido tesoro,
de nueces,
el duende su pipa humeando
El esfumino del sonido del grillo.
El reposo de Castilla;
sin preludio, de su princesa,
que no amará su tierra,
si no a su Hipsipila, captor de su vida,
alba más preciosa;
que su anterior atavío triste,
mira los ojos de zinc, de su dragón,
y la magia vuelve a su Amor.,
fúlgido insecto; primero en descubrir,
el estanque y al beber,
dragón tornó su ser.
Ahora le vendrá el reino,
de los valerosos hombres,
él con ojos de fuego, y sangre,
mimetizarse puede, y en voz,
deslizarse, fúlgidas cabelleras;
cual hombre del norte,
nada le oculta a su princesa,
que ya más no quiere;
 seguir sus tareas de castillo.
Ella quiere casarse, con su dragón locuaz,
inmortal, que le guiará,
al estanque, de la vida eterna.
Un pensamiento divaga,
del ser en que ella abrirá,
el albita de la cuerda.
Del grillo que marcará su son.
En violín y oro caracol.
Con siniestra forma de corazón.





II

Vagaroso se deslizaba un otoño,

que siglos no recordaban,

su plomo de idea,

y su sangre de savia erizaba.

Lloraban dioses a la entrada de la puerta terrena,

Ostara protegía a su hijo Hipsípila,

le arrullaba, él en dones terruños relucido,

era encargado y capataz sus superiores,

a su castillo llevaba que sembraba,

toda simiente hasta del más recóndito,

umbrío albor.

El reino humano, no entendía su don

y le denominaban, capataz del demonio,

él encontró y amó una princesa,

que erizaba todos sus vellos y filamentos,

de dragón volador,

la llevó a su castillo olvidado,

y en rito la desposó,

enamorados, la armonía, sembraron,

en envidia, y recelo por lo que no entendían,

todo humano se alzó en rebelión reclamando

la vuelta de su doncella princesa a su tierra del norte,

todos los pajaritos del castillo de Hipsípila,

trinaban y crascitaban Hipsípila,

siempre vivirá como vigía su padre Sol,

el dragón mortal-inmortal,

preocupado por el edén su castillo,

se acercó a preguntar al tejo milenario,

aguardaba el bosque umbrío, 

de toda sombra nacida,

llevó a su acompañante protector, cuervo Förüq,

posado en su hombro derecho.

Sólo una pregunta mía otorga respuesta 

a vuestra consulta,

Hipsípila,
¿Cuál es el nombre más antiguo conocido,

con que los primeros hombres,

refirieron al grajo negro, de nocturna vida,

y plumaje azabache, que moran en nuestro ramaje?

el cuervito en hombro de Hipsípila, lo sabía,

por ello sus padres le pusieron ese nombre.

Förüq apretó sus garras en hombro,

y le crascitó a su protegido,
mi nombre es estirpe y linaje referente a ese pájaro

misterioso, el tejo de runas pregunta.

Förüq respondió Hipsípila

al tejo milenario.

Respuesta correcta,

debéis despertar al tercer reino del umbral,

tomar la llave para lograrlo,

la cerradura se encuentra,

en el estanque la vida eterna,

al final, como conoces,

del bosque de la sombra y madre tiniebla,

allí escondió el cerrajero universal Hierro,

la cerradura despierta al tercer reino 

todo lo yacente difunto.

 

Förüq castellano Miguel Esteban

 

 

El castellano

 

 

 

FINAL

 

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