Hablo de un otoño, más venturoso
que su hoja, abro mi cabaña de cielo,
una noche lluviosa sobre terreno
mojado, cargo mis flechas,
divagué azares, entre nubes,
y sus rosas llovían como besos
daba a mi reina Azteca,
rosas que segaban mi voz y
sólo aprehendía a elevar a ella;
la más bella, atisbé en razón,
y caracol de pálpito, densamente
mi tesoro estaba ya sembrado
entre millar de acres, nada más
hermoso relucía, mi pesquisa
sanguinosa, mi lengua de sierpe
su vera era, como quinto cielo
cumbre del más ardoroso deseo,
yo, su caballero centauro broncíneo
entre su ejército, moscas de oro,
y recios sentires hacían camino
saetas dispuestas a su corazón
de poema, y alma de espina,
un giro y encontré pesquisa,
honor, y valía, hasta adentrarme
en su luna aeterna, sólo soñada
maravilla era.
Förüq y Leannán-Sídhe
MIGUELESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
El Inocente
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